El último aliento (Martha Lucia)

I. RECUERDOS

Aquel paisaje otorgaba calma, en medio de esa oscuridad la luna destacaba por su intensidad, observo cómo una mujer junto a un lago me llama.

— ¡Leila, hermana! — grité corriendo hacia esa dirección, pero un miedo repentino me impidió llegar a ella, lo único que quedó fue su cuerpo tirado, el brillo de su mirada ya no estaba, la luna se reflejó en sus ojos en ese momento, — No dejes de escucharme, tú serás especial — fue lo último que pronunció.

Desperté confundido y algo asustado, desde que opté por ser médico forense; este sueño y otro más se repiten con frecuencia, sé que no tengo hermanos y eso me lleva a la conclusión de que mi mente puede verse afectada por mi trabajo; gracias a un buen café logro alejar toda esa preocupación, y con algo de energía parto hacia el laboratorio.

— Doctor, estábamos esperándolo — anunció Andrew; mi asistente

— ¿Qué paso? — pregunté

— Llamaron para informar sobre unos gritos y rastros de sangre en el cinema Savoy, solicitaron su presencia.

— Creí que estaba cerrado por remodelación

— Hoy era la apertura — aclaró.

Esa zona de la calle O'connell quedó completamente aislada, la angustia y curiosidad de las personas no facilitaban la entrada, solo pude distinguir los gritos del gerente Brenan a los encargados de la seguridad, estaba impactado al saber que un asesinato mancharía la imagen de ese lugar histórico.

— Trevor, que alegría verte, necesito que me ayudes, tu más que nadie sabes que esto nunca había pasado — expresó

— No se preocupe, hare que las cosas se hagan con discreción — comenté.

Traté de enfocarme, pero estar en el que fue mi lugar favorito, no lo hacía fácil, tuve momentos alegres con mi mejor amigo que fue el hijo del gerente, ahora aquel rastro de sangre cerca de la pantalla damnificaban esos recuerdos.

— ¿Y el cuerpo? — pregunté

— No hay — respondió un policía, ya hemos buscado en todos los alrededores.

— Lo debe haber — expresó fuertemente una voz que reconocí de inmediato; era la del detective Douglas — Doctor Trevor, su presencia por ahora no es necesaria.

— Me llamaron por ser un conocido del gerente, solo déjeme decirle que hay poca sangre y no es la suficiente como para matar, avíseme cuando tenga algo — comuniqué dejando esa sala e ir hacia una de las salidas de emergencia.

Recorriendo ese pasillo reí al recordar las travesuras que hice con mi amigo, siempre nos salíamos con la nuestra. El ruido de unas pisadas alejó esa memoria, estaba a pocos pasos para salir a la calle, y un viento perturbador llegó con un susurro diciendo, "está aquí", nuevamente escuché esos pasos que venían del cuarto de mantenimiento, fui hasta allí convencido que sería alguien de la investigación, supe que fue un error cuando una figura oscura me atrapó, una voz sutil femenina surgió en mi cabeza << tú la puedes ver y detener >>; luego vino una fuerte sacudida.

— Llamen a una ambulancia — la voz del detective Douglas escuché, antes de desvanecerme hacia la oscuridad absoluta.


II. REVELACIÓN


En un antiguo salón musical, una mezcla de voces y sonidos llamaban mi atención, el intérprete me era conocido, me hacía sentir nostalgia. Tan pronto terminó, me lancé a sus brazos como si fuera un niño.

— Frank, tu música es la mejor — expresé mientras él me tomaba entre sus brazos.

— Yo solo toco, tú la creas, acuérdate — confirmó mostrándome lo que había alrededor; una cantidad de cuerpos tirados y sin vida, la sangre fluía alrededor de ellos y subía misteriosamente hacia nosotros, eso debió generarme miedo, más al ver el rostro de Frank sonriéndome con rastros de ese rojo carmesí, viéndome con ojos siniestros.

— Te quiero hermano — es lo que dije

Desperté, abrumado y consternado al volver a tener ese sueño, pero la realidad me azotó más, las picadas en mi cabeza venían de nuevo.

— Doctor Trevor tranquilícese — la voz del detective Douglas resonó — el disparo pasó muy cerca de su cabeza.

— ¿Atraparon al asesino? él estaba en ese cuarto.

— No, ese es el problema doctor, ¿no sé cómo lo supo? pero ese cuarto del que usted hablar fue sellado hace 3 años, el disparo fue lo que nos alarmó, siento decirle que llegamos tarde.

— Solo sentí unos ruidos, ¿quién es la victima?

— Se llamaba Gabriel; era un profesor de arte de la UCD (University College Dublin), el cuerpo está esperándolo; pero primero recupérese

— Estoy bien, algo aturdido, me hará bien enfocarme en el algo.

— Me temó que no será lo único, hace unos minutos informaron sobre rastros de sangre en el museo de escritores, me dirigía para allá.

— Supongo que mi presencia todavía no es necesaria.

— De hecho me gustaría que me acompañara.

Durante el trayecto no dejaba de escuchar ese susurro armonioso en mi cabeza.

<<El ya no es el mismo, ya no tiene aliento, solo desea mostrar al mundo su talento>>.

En medio de tantos libreros y estantes, llegamos a una sala de lectura, allí estaba aquella huella resaltando, su tamaño era más grande y había gotas esparcidas que indicaban que la víctima había dado unos cuantos pasos. Al igual que el caso anterior el cuerpo no estaba. Esta vez por precaución deje al detective Douglas recorrer el lugar.

Mientras tomaba una muestra de sangre, un crujido y un susurro <<Ya no escribirá más>> vinieron de uno de los estantes, junto a un policía fui hacia un montón de libros con una caja sobre estos, la tomé y recibí el impacto de varias imágenes en mi cabeza. Vi a una mujer amarrada a una silla, como esa sombra se extendía sobre ella, los gritos de dolor al escuchar el trac trac de sus manos siendo cortadas y guardadas en esa caja que estaba en mis manos, la pobre creía que estaba teniendo una pesadilla, quería despertar; pero el miedo estremeció su alma cuando descubrió que era verdad, que en segundos su vida se acabaría.

Volví en mí, mareado, con visión borrosa, de nuevo caía, solo que el detective Douglas llego a tiempo.

— Tranquilo, lo tengo.


III. EL DESPERTAR


En medio de ese leve aturdimiento supe que encontraron el cuerpo, mientras lo revisaba escuchaba la información. Su nombre era Ellen, escritora de obras exitosas, a lo último se dedicó hacer críticas; desafortunadamente dio con alguien al que no le gustaron sus comentarios.

Esperamos a que se llevaran el cuerpo, de regreso al laboratorio se hizo un gran silencio, seguía impactado, tratando de comprender porque podía ver lo que le sucedió; primero fue lo del cinema Savoy, ahora esto.

— Doctor, creo que lo mejor es hablar y no callar.

— Sufrió mucho, sus manos fueron cortadas estando viva, eso le causó la muerte, tan pronto haga las autopsias usted será el primero en tener mi informe.

— Gracias, pero no me refería a los cuerpos si no a usted, ¿Cómo supo que había algo en medio de todos esos libros?, los perros no percibieron nada.

— Algo ocultó su olor y fue un ruido lo que nos llevó hacia eso.

— ¿Nos llevó?, hable con el policía y el no escuchó nada, de hecho solo lo siguió por su seguridad.

Decidí callarme y encender la radio, oyendo esa melodía que me era conocida, más esa voz que ahora me decía << De nada le sirvió escuchar a los expertos, ellos le revelaron la manera de cómo obtener reconocimiento >>

— Esa música, ¿quién la toca? — pregunté

— Yo, fue en la época en que tome clases de piano, grabe algunas composiciones, que pena, olvide sacar el Cd.

Por unos segundos creí ver como el rostro de Douglas cambiaba al de esa persona de mis pesadillas, a esa al que llamaba hermano.

— Doctor, ¿está bien?, cuénteme lo que le está pasando.

— No lo sé, debe ser una crisis — expresé al notar que ya habíamos llegado.

— No lo presionaré, mañana hablamos, debo ir a otro lugar.

Caminé hacia la morgue, encerrado en mí mismo que sin querer choqué y tumbé a una mujer, apenas la ayude a levantarse — ¡Despierte! — gritó

Seguí, estaba tan afectado con todo esto, más con esa melodía que ya no podía sacarme de la cabeza, veía todo diferente, rodeado de muros con rastros de muerte, cuando volteé a disculparme ya no había nadie, otro misterio más que añadí, ni el café ayudo a despejarme, no me quedo de otra que realizar esas autopsias sabiendo que ya nada iba a ser igual.

Andrew ya estaba listo, tomé el escalpelo y corté la piel y demás tejidos, sintiendo como un frio recorría mi cuerpo, confirmando ese cambio cuando al tocar el cuerpo del profesor Gabriel llegaron esas imágenes de él corriendo por ese cinema, cómo esa sombra lo hirió en una pierna, tumbándolo para atravesar lanzas en sus ojos, y dejar su cabeza clavada en ese cuarto sellado; justo fue ahí cuando del otro lado del muro escuché el susurro de muerte << Ellos me negaron una oportunidad; ahora quedaran a mi voluntad >>, por último vino ese disparo mortal, solo que este no me mató, si no que despertó algo en mí.


IV. UN PASADO ROTO


Entregué los informes de esas autopsias, no había en ningún de estos los detalles que yo conocía, además el sospechoso era una simple sombra que por lo que me decía tenia sed de venganza. Esa noche investigué sobre ellos, descubrí que tenían un pasado perturbador, al profesor le gustaba tener algo mas con sus estudiantes, muchos de ellos lo acusaron de abuso; lo mismo con la escritora, criticó fuertemente muchos proyectos, más al de un joven que era homosexual y salió con su hijo Colin, muerto en un accidente de tránsito, pensé en el detective Douglas, sin querer marque su número, y mientras timbraba, escuche esa voz.

<< Uno más, ya me encargué de silenciar su desprecio, ahora voy por esa pasión y dedicación, quiero su corazón doctor >>

— Doctor no va creerlo pero adivinó mis pensamientos, estaba a punto de llamarlo. ¿Aló, doctor está ahí?

— Sí, necesito verlo, tengo que informarle algo extraoficial.

— Iba a decir lo mismo, veámonos en el Café Bewleys's Oriental

Me apresuré en llegar, el tráfico no ayudo mucho, en mi prisa casi atropello a una mujer que salió de la nada, un estremecimiento llegó cuando vi que me hacía señas de seguirla; al principio fui por el camino que ella indicaba, cada paso que daba esa melodía se hacía más fuerte en mi cabeza, me hipnotizaba, hasta que el sonido de mi celular me detuvo para leer ese mensaje "Estoy cerca", reaccioné y noté como desparecía en la oscuridad, debido a mi urgencia no encontré motivos para seguirle los pasos, y me fui.

En esa cafetería el detective Douglas divisaba un libro.

— Estaba más cerca de lo que imaginé — comenté

— Explíquese doctor

— Por el mensaje que envió

— ¿Cuál mensaje?

No dude en mostrarle el dichoso mensaje, y por la cara que hizo supe que nada bueno iba a decir.

— Vayamos al grano, otro cuerpo fue encontrado y junto a él había un celular ¿por qué no me extraña que el número de ese celular fue el que le envió ese mensaje?

— No lo sé, puede ser que el asesino lo clonó

— Posiblemente, pero como explica que haya fotos suyas en el — anunció pasándome ese libro que contenía fotos de cuando yo iba a la universidad.

— También tuve mi época de músico, solo estudié dos semestres, tenía planes con mi mejor amigo de crear una banda y hacer giras por todo el mundo; él tenía talento; componía, bailaba y cantaba, justo cuando logramos unas audiciones lo traicioné cambiándome de carrera, nos peleamos fuerte y la amistad se terminó. Lo más triste fue cuando llegué a trabajar como médico, él sufrió un accidente de moto, llegó en un estado crítico, los paramédicos no lograron quitarle el casco de lo inflamado que tenía el cráneo, en medio de la urgencia tuvimos que cortar, y al liberarlo, su cabeza se abrió en dos. Jamás lo superé, por eso terminé tratando con los muertos.

— Confirmo que usted será la siguiente víctima, resolvamos este caso, dejemos que se acerque.


V. LA HORA DE LA VERDAD


— Sin duda alguna lo hará — confirmé sin dejar de ver esas fotos

— Descuide, lo vigilaré de cerca; ahora dígame ese motivo extraoficial de su llamada.

— Es complicado, pensará que estoy loco.

— Doctor Trevor, sé muy bien que hay cosas inexplicables, dígalo de una vez.

— Últimamente oigo voces en forma de melodías, la mayoría son de una mujer, pero la última que escuché era la de un hombre; además está el hecho de que recientemente puedo ver la forma en como mueren las personas.

— Cielos, ahora ya entiendo porque se ponía así, ¿qué le dicen esas voces?

— Al principio no tenían sentido; pero ahora son como advertencias de esas muertes, dicen que puedo verla y detenerla, que todo lo que está haciendo es para mostrar su talento, quiere un reconocimiento a toda costa, y por supuesto una venganza por tanto desprecio.

— Lo siento por usted, y más ahora con esta última víctima, en él si muestra desprecio, solo le puedo decir que estaré ahí para usted, lo cubriré.

— Gracias, necesitaba decírselo a alguien — aclaré mientras pedíamos la cuenta.

Justo a la salida mi auto no se encontró, apareció en otro lugar, pinchado, con las ventanas y el panorámico vuelto añicos. Nos acercamos a inspeccionar si había algún rastro; lo único extraño era la radio encendida, dejando salir otra advertencia

<< Estoy aquí, la siento y le amo; por eso siempre la acompaño, mis susurros y mi canto anuncian tu despertar >>

El detective Douglas se hizo cargo de toda esa gestión, luego regresamos a la estación, fui directo a la morgue para proceder con la autopsia de Charlie, nombre de la víctima, quien fue un gran cantante de ópera. Junto a Andrew dimos inicio, en el momento en que toqué el cuerpo, las imágenes más macabras llegaron, mostrando como esa sombra lo siguió por los pasillo del teatro Abbey, como espero en la oscuridad a que él se alistara para salir a cantar, disfrutó el silenciar su voz cortando su garganta con un arco, para usar sus cuerdas vocales como instrumento. Todo ese sufrimiento se trasladó a lo más profundo de mi mente, cuando reaccioné ya todo era diferente.

*** Detective Douglas ***


Mientras esperaba el video de seguridad, mi mente merodeó un pasado, a ese donde se repetía todo esto; el haber opacado a ese artista con mi talento, el acusarlo de plagio fue lo que causó esa maldición, antes de quitarle su último aliento de vida el gritó; — ¡Malditos todos, no conseguirán doblegarme a pesar de sus acusaciones!, juro que me vengaré. Con ayuda de la brujería él se hizo un hombre negro, perdió la cabeza al anhelar las nuestras.

Ya era hora de la verdad, más con lo que mostraba el video; esa figura femenina cerca del auto del doctor, ver como en segundos hizo estallar los vidrios, esa era la señal de que había que detener a ese espíritu de venganza sin importar exponer mi verdadera naturaleza.


VI. LA CONEXIÓN


Mi cuerpo se sentía pesado después de esa autopsia, era como si algo lo abrumara, por más intentos de recuperar la postura las sombras que salían de las cámaras de congelación lo empeoraban, todas me rodearon y mostraron la manera en como murieron, estaban tan cargadas de venganza, junto a ellas resaltaba esa voz siniestra

— No es hermoso todo ese sufrimiento — decía mientras intensificaba más aquel malestar.

Intenté silenciarla; y en medio de todas esas sombras, poco a poco fue surgiendo el propietario de esa voz, quede impactado, todo este tiempo y siempre estuvo ahí a mi lado.

— No puede ser, ¿por qué estás haciendo esto, por qué yo?

— Sorprendido doctor Trevor, que le puedo decir, solo quiero vengar la muerte de mi hermano así como vengaron la suya hace mucho tiempo — anunció abalanzándose sobre mí, enterrando algo en mi pecho.

Estaba inmerso en una oscuridad, en un vacío que me revelaba esos sueños que eran las memorias de mis otras vidas.

Me veía junto a mi hermana Leila jugando en aquel lago donde siempre me enseñaba como la naturaleza nos daba poder, lo importante de mantener el equilibrio del bien y el mal; sin embargo aquel equilibrio no se logró cuando Connor; el amor de su vida fue asesinado por protegernos. En esa época todo lo que implicaba ocultismo era sentencia de muerte, gracias a él logramos huir, estuvimos varios días en el bosque. Ella junto a unos amigos siempre verificaban los alrededores con la esperanza de encontrar vida; pero un día varios metros más adelante encontraron el cadáver, sin las manos. Él fue un gran artista y el haberle quitado sus manos fue una declaración de guerra, mi hermana dejo de brillar y de reír, solo quería venganza y la logró a costa de su alma y la mía. Por haber usado el poder para mal se volvió una mensajera de la muerte; en su último respiro como humana logré llegar a su lado, el dolor de perderla me cegó y la besé, fue ahí cuando algo paso a mí. De ahí en adelante toda la descendencia Burke quedó cubierta por la sombra de la venganza y la muerte; siempre las tragedias llegaban cuando yo las deseaba, me alegraba tanto cuando ella aparecía y cantaba, solo hasta que ya no hubo más generaciones; en la última apenas alcancé a ser un bebé, luego desperté en el cuerpo de un niño llamado Owen.


**** Detective Douglas ****


Me dirigía hacia la morgue, necesitaba explicarle al doctor Trevor que él era especial, que él y yo tenemos una conexión de sangre hace años; al entrar al edificio sentí esa mala energía, en seguida el olor a sangre fresca descontroló mi sed, más que ese olor me era familiar, algo malo había pasado. Al llegar divisé como esa sombra cargaba el cuerpo del doctor, reí al ver de quien se trataba.

— Sí que eres toda una sabandija, ¡detente de una vez!

— Inténtalo — sentenció desapareciendo.


VII. LA MUERTE


No podía moverme, sentía como unas cadenas aprisionaban mis manos y pies; medio consciente noté como ese bisturí atravesó mi corazón, debía estar muerto.

— Perdóneme doctor, quería venganza de todos los que lo humillaron; primero fue ese profesor al acosarlo, luego esa escritora con la crítica a sus composiciones; por ella fue que el decidió huir junto a Colín. Su muerte me acabó, quedé solo, sin nada, lo único valioso fueron sus canciones; pero esas me las arrebató Charlie. Todo habría sido tan diferente si usted no lo hubiese abandonado.

— Eric jamás hablo de hermanos — logré decir antes de comenzar ahogarme con mi propia sangre.

— Por problemas familiares crecimos separados, él siempre me apoyo, en mi regreso encontré a una persona triste, sin vida y llena de odio, ¿sabía que él quería verlo, recordar todos esos viejos tiempos cuando tocaban en la universidad? – aclaró mientras movía el bisturí

— ¡Ahh, basta!, pague por eso, lo vi morir en mis manos, lo lamento tanto — fue lo último que dije antes de que los brazos de la muerte llegaran.


*** Detective Douglas ***


El olor cada vez se hacía más fuerte, su canto me llevó directo a él, la odiaba por haberlo atormentando con esos mensajes; pero sé que es difícil entender los motivos por los que ella actuó de esa forma, tener que verlo y hablarle desde las sombras, siglos son los que han pasado para que Leila volviera, su presencia confirma que alguien despertó aquel espíritu de venganza, y el único capaz de detenerlo es la misma muerte, y justo esa es la que más se sentía.

Entre por el techo, evitando que él volviera a enterrar el cuchillo en el pecho de Trevor, lo sostuve en mis brazos, protegiéndolo de los disparos que hacia Andrew como loco. Leila llegó a los segundos, lo detuvo con su voz; su sonido de lamento agitó aquel recuerdo doloroso.

Eran los años 70, época donde llegué a ser un pianista reconocido, más ese éxito opaco el talento de un gran amigo, el trató de obtener reconocimiento de una forma incorrecta que lo llevo a su fin. Una noche apareció en mi casa, se veía lleno de ira y odio, sin pensarlo apuñaló a Owen; mi hermano menor quien me esperaba para las lecciones de pian. Caí en el abismo del dolor y desesperación al ver como él perdía la esperanza de vida, el rencor me invadió, termine pagándole con la misma moneda, mis manos quedaron manchadas con la sangre de su esposa; hija de un antiguo filósofo religioso con raíces druídicas, y su bebé que ya estaba por nacer. Justo ahí la maldición de esa familia me acobijó, pues la muerte siempre reencarnaba en un primogénito varón, fui su anfitrión por un tiempo hasta que Owen la aclamó.

Reaccioné con el murmullo de Leila — Que estás esperando, despiértalo.

— Lo siento doctor Trevor, tendremos que volver a caminar como hermanos de aquí en adelante — murmuré, dejando salir mis colmillos y clavarlos en su cuello.


VIII. LA CABEZA


Sentí como mi cuello se quemaba, al abrir los ojos vi el rostro de la tortura, con enormes colmillos, acompañado de ese brillo sanguinario. De mi herida comenzó a salir una sustancia negra que me cubrió por completo, liberando toda esa oscuridad interna de apariencia huesuda, en mi mano emergió una guadaña, la única que controla al dullahan. Podía escuchar el canto de mi hermana acompañado del grito de agonía de Andrew, quien sujetaba su cabeza, sus ojos fueron quedando en blanco, mientras que una sombra lo acobijaba, haciendo aparecer a su lado una cabeza que recitaba "venganza".

— Actuaste sin mi consentimiento, existes por esa maldición, la cual ya se pagó, así que es hora de acabar con esto.

— ¡No!, hay mucha sed de venganza, eso me despertó, además este chico me invocó — anunció elevando el cuerpo de Andrew.

— ¡Déjalo!, te aprovechaste de su dolor.

— Te refieres a este dolor — riendo le dio un rostro a esa cabeza.

— No soporté ver que era la de mi mejor amigo Eric, deslice mi guadaña para aniquilarla.

— No me detendrás — vociferó lanzándose sobre mí.

— Quien digo detener, solo te convertiré, ya no vivirás por la venganza, solo iras por las cabezas de aquellos que tienen poder y pagan por matar y borrar sus huellas — susurré levantando aquella arma. En seguida él se detuvo, otra cabeza apareció a su lado, sus ojos brillaron obedeciendo mi orden. — Por cierto, nunca estoy solo y yo no era el que te iba a detener, sino ellos.

Leila gritó aturdiendo al dullahan, Frank le atravesó el pecho con sus garras, entre los dos lo llevaron y lo hicieron dormir.

Todo mejoró de pronto, como si nunca hubiese sucedido nada de esto, todo quedó sepultado como un recuerdo más.

— Que bueno verte Frank, o mejor te dijo detective Douglas.

— Lo mismo, me alegra tenerte otra vez, en esta época lograste ser un adulto, hermanito Trevor.

Aclarándose la garganta Leila pasa en medio de nosotros, — Son unos groseros al dejarme por fuera, que no se les olvide que ustedes están aquí gracias a mí maldición

— Mis disculpas hermana, ya no cargaras con esta sola, ahora podrían decirme que es lo que soy exactamente en esta época.

Douglas se cortó la muñeca, su sangre mostró todo lo ocurrido.

Andrew se recuperó, no recordaba nada de lo último, además Frank le hizo olvidar todo lo relacionado con la venganza de su hermano Eric. Los casos de asesinatos fueron cerrados, para todos casi soy la última víctima, por tal razón quede bajo el acompañamiento permanente del detective Douglas, Leila se unió al equipo como analista de perfiles. Los tres los fines de semana y una que otra noche retomamos nuestras herencias; yo componiendo para Frank, que después de cazar llega a tocar el piano; y leila cantando para nosotros. Ahh, perdón olvidé al nuevo integrante, cada vez que un corrupto se levanta hacer lo suyo, Andrew sale a jugar o mejor dicho el dullahan que habita en él.


FIN

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