Última memoria de una velada encantadora: Ronda dos (Parte uno)
"Isildalf"
Y allí iba, mi último día, ya todo estaba hecho, quería quedarme aquí en lugar de seguir, me quedé sentado en los jardines de atrás, allí junto a la fuente, el sol brillaba tan hermoso y el cielo era divinamente azul al contrario que como lo dejé aquella noche, me sentía tan gustoso de ver algo tan bello por primera vez sin sentirme culpable.
Pero algo era lo que me incomodaba y era que de seguir con mi misión no volvería a ver a esta gente, todos tan amables, todos tan bonachones, pero sobre todo a ella, a Wendy, a quien sentí cercana por su amable trato a mi persona, era bonito estar cerca de ella, me traía nostalgia de un tiempo más noble y lindo de mi infancia a pesar de las dificultades.
Recuerdo aún esa noche, a todas ellas les dije de casa que necesitarían de sus servicios, yo mismo los investigué por mi cuenta... Pero, siento que hice mal. No debí de mostrarme así ante ellas, sobre todo porque ahora me doy cuenta de mis errores, de todo lo que hice mal.
Lloré cerca de la fuente no quería ser observado, pues se me hacía muy duro el hablar de mi con alguien pues honestamente, todo cuanto hice fue malo, solo propicié dolor y desperté un mal que ahora amenaza a los inocentes, y aún no sé cómo es que estoy vivo, otro se merece este lugar más que yo.
Pensé con tranquilidad, viendo el agua cristalina de la fuente, era hermoso poder pensar por fin, supongo que, si tenía que irme lo mejor era pasar tiempo con ellos, pero difícil sería despedirme, sobre todo de Wendy.
Me encontré con ella, y con el resto en la biblioteca, allí estaba la belle dame tocando el piano y Tarik y a Alicia bailando al son de una animada melodía que caló en mi corazón, allí también estaba Wendy, lista para entrar en la siguiente melodía, parece que mi aparición fue grata y muy oportuna.
—Pero mira, has llegado como un mago, siempre viniendo en el momento indicado. —Comentó Tarik riéndose al ver como llegué justo cuando Wendy se preparaba para bailar.
—Ven Isildalf, un baile no estaría mal, anímate un poco. —Acepté con confianza y energía, tomé la mano de Wendy con gentileza.
En aquella animada giga tan divinamente instrumentada por el piano de la belle dame y por un violín que empezaría a toca Tarik empezaría a dar unos lentos pasos con Wendy antes de empezar con el baile en verdad.
Pequeños saltos animados marcarían dicha danza tan amigable y suave, en una sincronicidad tan perfecta, siguiendo la dulce melodía del piano y el violín que confabulaban para hacer del ritmo juguetón, pero con clase.
Mientras el baile seguía no pude más que sentir una sensación de júbilo que creía que había muerto, era tan sincera, tan real, y me había recordado algo de tiempos más simples de mi infancia, casi hasta sentí esa sensación cálida en mi corazón de nuevo, sintiendo ese latir tan especial que creí había muerto.
Era su alegría y bondad lo que me hizo sentir tan apegado a este momento que deseé con todas mis fuerzas no acabara nunca, pues ella me recordaba aquellas pocas cosas que me hicieron feliz de niño, como el estar con mis madres en sus pocos días libres, eran tan hermoso volverse a sentir joven de nuevo, sobre todo en mi corazón, pues, aunque ya nunca envejezca y me vea siempre joven, cierto es que mi adultez fue errada y muy caótica.
Pero cuando terminó solo bastó un simple giro para cerrar este baile tan curioso, pues con una pisada hacia atrás con la punta derecha del zapato terminé el baile, reímos un rato por lo sucedido, tal vez por lo emotivo.
Bailamos un poco más, y las melodías fueron muy alegres y divertidas, aquellos granujas son muy buenos con la música y vaya que se lo tenían bien escondido.
Dado el tiempo y los que haceres tuvimos que marcharnos, una pena, la verdad.
Por cosa de un rato me concentré en dar un paseo por la cocina, allí estaba mi buen amigo el cocinero, que en lugar de estar molesto y con su cara de querer matarme me saludó con su fuerte acento Nova Roma, era bueno verlo así, era como un amigo, casi, Wendy que estaba conmigo también se asombró de ver tan alegre a aquel hombre robusto, pero de aspecto responsable.
Resulta que había encontrado el sabor perfecto para su salsa de tomate, después de tanto ensayo y error, y tras días perfeccionando el sabor, olor, suavidad, y jugosidad logró hacer el platillo perfecto, y solo era cuestión de seguir la receta, la cual nos contó un poco.
—Oh mi amigo Isildalf, después de tanto batallar y tanto pelear conmigo mismo he logrado encontrar la receta de mi madre, y no sabrás lo maravilloso que es este momento. —Comentó cansado, pero esa sonrisa en su rostro era grande y viva, era como si se sintiera realizado.
—Me imagino lo buena que debe de estar, casi siempre te esmeras en hacer de la comida una obra de arte. ¿Pero por qué no te relajas al hacerla? Mucho estrés te hará daño.
—No lo entiendes Isildalf, amicci. —Tomó una bocanada de aire y se secó el sudor con un paño que tenía en el bolsillo de su pantalón. —Yo no puedo entregar cualquier pezzo de merda y decir que es comida, mi madre y sus recetas son casi sagradas, y mira que todo lo que hago, lo hago con un amor y dedicación a ella y a quienes deseen probar de mis guisos. Ella le hubiera encantado probar mi sazón, el cómo he logrado evolucionar mi técnica.
—Es bonito escuchar eso Emeterio, estamos seguros de que ella estaría orgullosa de tus logros. Y por cierto... ¿Qué platillo es que no nos has dicho?
—Ah Wendy... Esa curiosidad tuya, tan alegre como siempre, son albóndigas, pero no cualquier tipo de albóndigas, son receta familiar. Es más, prueba un poco, sé que te va a encantar el sabor.
Tomando un cucharón le dio a Wendy un poco de la salsa, el olor era para nada sutil, incluso destacaba mucho en el ambiente al punto de casi sentir las especias que lo componían.
—Delicioso, me gusta el sabor, tiene pimienta. ¿No es así? —Preguntó Wendy mientras ella aún deleitada por el sabor de la salsa mostraba su aprecio por el delicioso sabor.
—En efecto, tuve que echar el punto preciso para que el sabor fuera el adecuado, el orégano ayudó más, pues la combinación de sabores hace de esta salsa una sensación única, casi igual a la comida que hacía mi madre cuando yo era solo un niño.
—Wow, eso es profundo... ¿Puedo probar? —Pregunté casi conteniendo mi curiosidad al respecto y fallando de todos modos, de tan bien que habla de la salsa es porque era así de buena, y grata sería mi sorpresa al dejarme probar un poco.
El sabor era de la salsa era perfecto en todo sentido, la pimienta y el orégano complementaba el sabor del otro, dándole un toque fresco y fino, pero a la vez algo fuerte, en lugar de ser ácido.
No podía esperar por probar esa comida, pero tampoco quería que llegara la noche, todos ellos... Tan amables, no quiero irme, no puedo... Solo deseo morir en ese olvido que merezco, aunque, era necesario, sobre todo si deseo verla de nuevo, no puedo dejar que inocentes mueran. Yo merezco ese castigo, pero, lo mejor que podía hacer era fingir que no sentía nada, a pesar de que eso era mi vida, una mentira tras otra.
Wendy tomó mi mano, y me reconfortó la suavidad de su mano, era tan sincera y cálida, en respuesta le di un abrazo, pues sabía que este día sería el último y que seguiría mi aventura para continuar con mi deber. Si tan solo pudiera seguir aquí, si hubiera decidido mejor, si nunca hubiera elegido este camino, solo logré hacer daño, ¿y para qué?
Solo para ver a quienes más amaba alejarse de mí, como todo en la vida, todo cuanto amé, todo a quienes aprecié, todos esos bellos momentos hechos cenizas, solo las lágrimas brotaron de nuevo, ¿por qué hice esto? Esto lo hubiera considerado una burla antes, pero tristemente, sabía que era mi castigo, mi penitencia. Solo una prueba más.
Era tan hermoso como para que fuera eso solamente, no quería irme, no quería soltar este momento, era como vivir ese pequeño momento de seguridad y calor en mi vida, sintiendo por fin algo por lo que vivir, una meta que realizar cada mañana, y por fin tener algo por lo que vivir.
Entendía porque de mi estadía, y estoy seguro de que al contrario que Sög o Ansel, a mí no me tocó lo peor físicamente, sino en algo más profundo, más personal. Solo pasó por mi cabeza decirle a Wendy Perdón, pero no sé por qué lo hice, solo sentía como algo en mi recordó de nuevo ese día en que me condené.
Ese día en el que creí que por fin encontré la libertad, ella supo pues porqué hice esto, y al final, en el pasillo, con la luz dorada del sol, ella solamente me respondió con un "no temas", yo no sabía lo que tuve desde el principio, otra vez.
Cuando dejé de abrazarla, volví a pedir perdón.
—No quiero irme, pero hoy es el día. Siento que solo desperdicié otro bello momento, como todo en mi vida, por ello te pido me perdones, porque ahora sé por qué me trajeron aquí. Y es por esa cruzada que te dije, si tan solo pudiera decírtelo.
—Está bien, te entiendo. Yo siempre te perdonaré, Isildalf. —Ella se iría, y continuaría caminando, detrás aparecería Azrael, y con dudas y dolor le hablé.
—¿Por qué? ¿Por qué estoy aquí? Dime que ellos están padeciendo lo mismo, yo por fin pude sentirlo, pude sentir lo que era tener una familia y lo arruiné, pude tener algo bonito como amigos y mírame, los he alejado de nuevo. —Azrael permaneció silencio, no contestó ninguna de mis preguntas. —¿Es que no me dirás nada?
—Isildalf, entiendo tu dolor, mas no puedes abandonar esta cruzada, más en este momento, por mucho que lo niegues aún queda mucho para ti en ese mundo, mucho por lo que avanzar y pelear, y queda de ti si seguir escapando y perder esos momentos o pelear para ver algo bello el día de mañana.
—No creo en esa maldita profecía, no puedo ser un héroe cuando mis manos están manchadas de sangre inocente, yo debería... —Azrael se sinceró mostrándome lo que pasaría de negarme a irme, visiones de muerte, visiones de sangre. Dudé por un segundo, pero acepté mi destino, no era algo que hubiera querido, pero era lo que debía hacer, yo hice esto y lo solucionaré con ellos.
—Isildalf, aún queda algo que puedes hacer para no cargar con el peso de tu alma, usa esto cuando te vayas de aquí, te guiará a tu destino. Pero recuerda, queda aún tiempo para estar aquí, no te sientas mal y disfruta el tiempo que te queda.
Acepté estas palabras que me brindó, busqué a Wendy por toda la mansión, pero a quien me encontré fue al señor quien me vio preocupado por ella, me invitó a sentarme, pero no quería, yo quería y me urgía estar con ella debido a que tenía mucho por decirle, sobre todo la verdad.
—Chico... Sé lo que harás, déjala un momento, yo de mi parte no puedo esperar... —Comentó el señor viéndome tranquilo, como si nada pasara, yo no podía esperar y no lo iba a hacer.
—¡No sé qué tenga que decir, pero me preocupa que ella esté desconsolada o molesta, ya he tomado una decisión, y es menester que ella lo sepa! ¡No moriré como un traidor, no cuando gente como ella o usted están en riesgo, así que déjeme pasar! —Contesté demasiado enojado como para que él viniera con una petición ahora, más cuando vio que ella pasó por aquí.
—Es que es justamente de esa decisión de la que un amigo y yo queremos hablar. —En el fondo estaba Azrael, de nuevo, sentado esperándome, con total aire de educación y paciencia. Acepté sentarme, pero quería que fuera rápido, me estaba preocupando por Wendy.
Ellos vieron mi impaciencia, Azrael sabía muy bien todo, él habló conmigo hace unos minutos, a él era a quien menos necesitaba explicarle las cosas, pues él ya sabía de mi decisión, él ya la había escuchado, quizás mucho antes de que yo supiera cual tomar.
La leña ardía y su sonido me desesperaba, la luz del sol no me quemaba como otras veces, me era más agradable, pero al mismo tiempo, no era como cuando andaba con ella, era fría, era tan... Trágica la luz, nubes se habían apoderado del cielo. Quería creer que no simbolizaría nada, quería tener fe, quería estar con ella para decirle todo, al menos despedirme de ella, aunque sea, pero no quería que ella se fuera como todo lo que llegué a amar.
—Isildalf, hemos visto tu cambio, sabemos de tu decisión, pero hay una cosa más que debes saber. Vendrá hoy un invitado especial, y no es uno cualquiera, es uno que está ligado a tu destino. Tienes dos opciones aceptar su oferta o rechazarla, cualquier opción implica dolor, pero no te equivoques, no te mentiré, tú sabes cual dolor elegir... ¿Deseas sufrir para aliviar tu consciencia y arreglar lo que has hecho o escapar de lo que has hecho durante toda tu vida y ser olvidado siendo el responsable de miles de muertes? —Respondió el señor, aquél que con su seriedad y elegancia prendió su pipa para hablar una vez más con una sinceridad brutal. —Honestamente, no tengo fe en ti, pero Azrael me habla de tus avances, y Wendy sabe más de lo que aparenta a simple vista.
—Yo honestamente, te diré, que esto es decisión tuya, Isildalf, pero si deseas redención tanto como clamas, sabrás que elección tomar, has cambiado, pero habrá seres que deseen tenerte de nuevo, sea como sea. —Comentó Azrael sentado, con tranquilidad me habló de esta posibilidad tan real, yo... Yo a pesar de mi confusión era más que obvio mi camino, pero sentía que no estaban aquí por eso. —Sé tu respuesta, sé lo que piensas, sé lo que sufres, y no necesitas decirme que harás, sino que me preocupa lo que harás a continuación al admitir tu deseo.
—Sé lo que debo de hacer, por la gente de Aldrem a los que condené, y por ella... No puedo dar marcha atrás tras todo esto, no puedo dejarlos morir. —Comentó Isildalf, aceptando cualquiera que fuera su destino, a sabiendas del peligro en el camino.
—Mara estará acechando, Khali estará deseosa de probar su sangre, ¿y confiamos en él para salvarnos? Supongo, que no me queda más que confiar en ti, Isildalf. Sobre todo, por la palabra de un ángel de Dios, te diré una cosa, ellos me hablan de ti, ellos me hablan de como de la noche a la mañana pasaste a ser un elfo egocéntrico a una persona más noble. ¿Fue por nostalgia, por amor a poder vivir aquello que se te negó o es por algo más profundo? —El señor caló un poco de su pipa, antes de seguir pensó un reflexionó un poco. —Elfo, a ti más que nadie te ha tocado lo más jodido, no tanto por la sangre, sino, por algo más interior que nosotros los mortales no podemos comprender, nuestra propia naturaleza, veas lo que veas, recuerda por todo lo que has pasado allí en el infierno, y que pasó con los pecadores que viste.
—Sigue los pasos de aquél Guardian ciego, él te guiará por dichos reinos, estaré cerca de ustedes, pero ya no podré protegerlos intervenir de la misma forma en que lo hice en el infierno, es tiempo que ustedes busquen su propia forma de redimirse. —Continuó Azrael.
—Así será... Esperaré por él... Solo quiero quedarme hasta la reunión de esta noche, y despedirme con ella, cuando él se acerque entenderé que es momento de partir. Espero esto sea posible... Pues estoy dispuesto a aceptar mi redención... —Dije con serenidad, pero algo dentro de mi quería hacer lo contrario, un impulso de rebelión fue difícil de callar.
—Eso esperamos, pero recuerda Isildalf una vez él llegue, ya no podrás quedarte. Seguirás tu camino pues tu viaje será largo una vez llegues a los dominios de Wukong.
Tras terminar de hablar ellos me dejaron ir, Azrael desaparecería, y aquel señor se iría para los jardines, yo me quedé solo en la biblioteca, si nada más que hacer, simplemente toqué el piano, toqué una canción que amaba de niño, una canción que te había contado, la del antiguo héroe legendario, aquel que salvó el mundo de las garras de un malvado hechicero...
Deseaba ser él más que nunca ese día, poder ver la luz, poder sentir algo más que culpa y odio a mi persona, a pesar de que las notas que tocaba eran alegres y rápidas yo sentía pesar, pues aquél que soy no es más que un cadáver del que se supone que era.
Toqué con honestidad cada nota, una parte de mi corazón deseo que ella viniera a cantar parte de la canción, pero nunca llegó, solo me puse a cantar, mi voz a pesar de ser perfecta vocalmente, y tener una perfección en cada rango, para mi gusto, no servía para entonar esta canción.
Era, era como si simplemente, el cantar esta canción fuese indigno de alguien como yo, quería ser aquel héroe de aquella mística espada, y que con valor salvó su reino, pero con disgusto seguía oyendo mi voz, mi voz que me recordaba esos malditos placeres que viví.
La tarde llegaba, el sol se ocultaba, y mis ánimos colapsaban, la Belle dame se acercó, me hizo saber de qué la fiesta había iniciado y los invitados estaba todos en el jardín y tardarían en entrar, yo le dije que prefería quedarme, pero ella me hizo saber que no tenía otra elección.
Y así fue, caminé pensativo mientras ella poco contaba o me hablaba al respecto de la fiesta, estando afuera había tanta gente, tantos y muy variados invitados de la alta alcurnia, era agradable esta gente, no eran como aquellos invitados que conocí de niño, eran realmente gente tranquila, amable alguno que otro. Pero estar aquí, me daba un sentimiento de culpa y miedo, me sentía tan intranquilo sabiendo lo que hice.
Tarik y Alicia estaban cerca y gracias a ellos pude volver a la realidad, sentí como aquellos recuerdos se apoderaron de mí de nuevo, aquel día que vi arder esa casa, y aquel día que firmé mi sentencia.
Estaba asustado, muy nervioso de poder cometer un error de este estilo ya que voces me decían hazlo, revivía cada momento, cada rostro se presentaba en frente de mí, casi con total horror veía este momento, temiendo resucitar ese horrible momento.
Tarik nuevamente me hizo volver a la realidad, él me hizo saber que Belle dame estaba cerca, cosa que no me importaría si ella no fuera la que me decía que hacer en esta fiesta, y para colmo, mi única ancla para callar esas voces sería hacer lo que ella dijera, no era la mejor de las cosas a hacer, pero oye... Al menos me dejaba ocupado y podía concentrar mi mente en dejar de divagar con relación al pasado.
La música era realmente bella, muchos alegres juglares cantaban las gestas épicas de diversos héroes, desde aquella antigua familia de cazadores de vampiros que vivió durante siglos y cuyo látigo es la reliquia más importante de la familia, como del antiguo héroe del nuevo mundo, aquel rey que le dieron por apodo "El guardián" protegiendo al pueblo y creando un imperio que se mantendría por milenios.
Pero su vida terminaría en tragedia por la traición de su hijo, oír su canción fue trágica, pero bella, ya que las últimas líneas aún dejaban esperanza, escuchar de como llegaría un nuevo héroe de las arenas de gladios, era bello escuchar melodías tan increíbles.
Me puso a servir comida para las mesas, típico de ella dejándome lo más "divertido" a mí, me tocó ver en lo que servía las albóndigas de mesa en mesa un tipo escondido entre la multitud, su armadura era de color negro y rojo, su mascara era plateada al igual que partes de su peto, con grabados angelicales.
Me daba miedo pensar en esa figura, nadie parecía verlo, nadie le hablaba, intenté ignorarlo, pero difícil era alejar mi vista por más que lo intentara, serví la comida y me fui, sentía miedo, me acerqué a Belle dame y antes de que ella hablara le pregunté si ella veía al sujeto cerca de la mesa de las magnolias.
—¿De quien hablas? No hay nadie ahí, de verdad pienso que cada día estás más loco... Deberías de tomar algo de té o algo para relajarte. —Comentó ella tan risueña y bonachona.
—Vino estaría bien para mi pobre alma tan ajetreada y mi cuerpo tan hecho jirones. —Comenté coquetamente.
—Tocas un poco del vino para los invitados y no verás un nuevo amanecer. —Contestó con una cara seria y mostrando sus ojos tan lindos como una señal de advertencia, su silencio me incomodó al punto que le di una suave caricia a su mejilla, nada más para ver cómo reaccionaría.
—Oh, gracias... —Se sonrojó. No esperaba ver eso, pero era muy lindo verla a ella sonreír tan dulcemente. —Solo por eso te dejaré pasear un poco, al fin de cuentas, Tarik y su hermana no están haciendo nada y tú ya debes estar agotado.
Y bueno, me paseé por la reunión, Azrael había tomado una forma de nuevo, una viejita nada menos, pero una amable, me acompañó por un rato, supe de su identidad por sus colores y por su muy rico vocabulario.
—¿Quién era aquél que me observaba? Dime pues, no quiero arruinar una fiesta matando a un ser que podría ser una abominación de... —Azrael me interrumpió con una palmada en el hombro.
—Aquél es el que alguna vez fue rey y del cual escuchaste su epopeya por los juglares, aquella armadura que vez no es nada menos que aquella que usó para desterrar a su primogénito, aquella mascara muestra su dolor, a veces se la pone cuando recuerda sus errores del pasado.
—Una pena, pero no sé si confiar en él plenamente, solo mira sus colores... —Azrael me volteó a ver, y con su mirada me dijo todo, sé que soné como un hipócrita al decir esto, más al recordar que usé una armadura negra con detalles y simbología grotesca.
—Bueno... Queda algo por hacer antes de irme... ¿No?
—Claro... —Respondió Azrael, mientras ella estaba esperándome cerca de la fuente, caminé tranquilo hacia allá, y ahí es cuando la encontré.
Estaba Wendy sentada, su sonrisa era cálida como siempre, se la pasó viendo a los invitados bailar, las estrellas en el cielo se veían finas, se habrían visto mejor si las lámparas hubieran estado apagadas, sus ojos tan lindos las hubieran reflejado.
Me senté junto a ella, tenía miedo de hablar primero, pero ella al contrario de molestarse de mi presencia su sonrisa parecía tranquila, incluso empezó a tararear tan felizmente como si nada.
Yo por otro lado me sentía culpable, como si esperara un regaño, incluso que ella me odiara por algo, incluso si ella no sabía exactamente porqué. Pero para mi por primera vez sintiéndome mal por tener que irme de un lugar donde me daban algo de comprensión y amistad.
Sentía que por fin era aceptado, pero también comprendí algo... Con solo ver este momento, no como un cruzado, sino como uno más, una persona normal.
—Es muy lindo momento sabes... Me gusta la música, es muy, linda... Es... Emm... Muy bonita. —Me sonrojé, no sabía que decir, ya que en serio creí que estaba molesta por lo del pasillo.
—Sí, lo es, y dime... ¿Piensas en seguir con tu cruzada? —Preguntó ella con curiosidad, no sabía cómo responder, pero lo hice con sinceridad y con cariño.
—Sí, espero volver algún día a verte, fue lindo estar con ustedes, me hicieron sentir como parte de una familia, incluso cuando fui un poco bastardo en algunas ocasiones... —Comenté decepcionado de mí al recordar como deseaba escapar en los primeros días.
—No pasa nada. Sé que solo querías componer tus errores, querías estar solo. Además, yo también espero volver a verte algún día, porque en este tiempo que estuviste aquí con nosotros, y conmigo me trajo mucha nostalgia...
—Tengo fe en que eso pase, además... Si quieres, podríamos bailar una vez más, dicen algunos invitados que va a venir un bardo magnifico de Nova Roma, me gustaría bailar contigo aquella pieza de ser posible, puede que no vuelva con vida, así que quiero despedirme de ti de una forma que podría agradarte... —Con confianza le hice esta petición, ya que sé cuanto ama la música y el baile, y deseaba que ella tuviera un último recuerdo de mí, uno bueno, ella se lo merecía.
—Me parece bien. Pero una cosa Isildalf, hazme una promesa antes. —Su voz dulce y agradable me dio seguridad, y al mismo tiempo me dio curiosidad, su forma juguetona de decírmelo me recordó a alguien especial y atenta conmigo.
—Dime. ¿Qué condición propones? No creo que pueda fallarla. —Con cariño acepté, e intenté sonar gracioso para ella.
—Es fácil, Isildalf. Quiero que me prometas algo, prométeme que pase lo que pase harás las cosas bien. —Acepté sin dudarlo, y la abracé, antes de tomar su mano ella tomó un medallón, y me lo dio.
—De acuerdo, lo haré. Es una promesa. —Justamente cuando ya iba a iniciar el baile, se fueron, todos y cada uno de ellos.
Todo se empezó a hacer polvo, grité con todas mis fuerzas, no quería esto, pues sentí como se me fue arrebatado este momento, se hizo presente aquél guardián. Veía como todos se hacían nada más que cenizas ante mí, Wendy, Belle dame, Tarik, Alicia, Pecas... Todos ellos solamente inmóviles por unos segundos para luego lentamente ser consumidos en cenizas blancas y finas.
—Vámonos. —Dijo aquél guardián, yo no me iba a ir.
—No. —Contesté a secas, viendo como ellos se habían ido. Viendo como se me fue arrebatado este momento.
—No tienes elección. Vamos. —Aún veía las cenizas de Wendy, lloré al ver como se había ido, no pude bailar con ella cuando se lo prometí. No me iba a quitar de aquí, aún cuando él insistiese.
—Devuélveme ahí. Se lo prometí...
—No. —Me había hartado de él, me levanté, pero cuando estuve a punto de golpearlo algo me detuvo, una fuerza invisible.
Me percaté que había sido Azrael, él me detuvo de golpear al guardián.
—No sé si comprendes que este tipo me arrebató un bonito momento con Wendy, merece que le de unos buenos golpes. —Respondí aún con ira, aguantándome el gritarle a aquél sujeto.
—Ella no quería bailar contigo exactamente... —Respondió aquél cuya armadura negra con roja, no me hacía fácil querer golpearlo hasta dejarlo tirado en el suelo.
—Él tiene razón, Isildalf. Ella desde que te vio partir quiso despedirse de ti, quería estar más tiempo contigo y se lo dimos.
Las palabras de Azrael tocaron algo en mí, por fin comprendía todo, y era tan claro...
—Ella es mi... —Aquel guardián quitándose su mascara me dio una palmada en el brazo, y me contestó con algo de pena y tristeza.
—Comprendo lo que sientes, entenderemos si quieres estar aquí unos minutos más, pero recuerda que tenemos una cruzada que ganar, es lo que ella hubiera deseado... Todos contamos contigo, ella más que nadie, deja que ella guie tus pasos.
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