Última memoria de una velada encantadora.
Isildalf.
Era tan hermoso el día, trabajar y hablar con Wendy, barrer la sala de invitados, limpiar el gran librero de la habitación, ya me sentía uno con el lugar, era hermoso cada minuto y no quería irme, me sentía apreciado aquí, por fin, había vuelto a empezar, nadie más que el dueño sabía lo que hice, ya no quería salir, merecía quedarme aquí y que el mundo se olvidase de quien fui y de la calamidad que desaté.
Estaba a dos días de que llegara ese evento, esa reunión que tanto se hablaba, tanta gente de alta alcurnia iba a asistir, me recordó a aquella fiesta, aquella en la que quemé a todos los invitados y aquellos dueños de la mansión, allí donde liberé a mis madres, sentí como si los recuerdos mismos de esos días volvieran.
Solo así después de recordar pude sentir el dolor, algo de mi pasado, una sensación poco agradable y demasiado abrasadora que enserio me dolía.
Pude sentir el olor a cenizas, la cúspide de todos mis pecados, me quedé inmóvil por los recuerdos en mi mente, tan cercanos y tan vivos.
Wendy se acercó percatándose de lo que me sucedía, preocupada tomó mi mano, y con cuidado se acercó para acariciar mi mejilla, intentando tranquilizarme con ese gesto, esa forma de acariciarme y la suavidad de su mano se me hicieron conocidas, era un sentimiento dulce algo que no sabría describir, más allá de nostalgia.
—Perdón, me distraje, no volverá a pasar... —Intenté no preocuparla, incluso seguí limpiando para aparentar que todo iba bien, simplemente no quería que esto llegara a más esta conversación.
—Tranquilo, no tienes que temer, cuéntame lo que te sucede. —No quería hacerlo, pero le conté lo poco que era real de mi deber, no quería que ella sintiera miedo.
—Yo, estoy en una cruzada para matar a un ejército de demonios, pero... no quiero seguir, he tenido una vida horrible y cometí muchos errores, aquí simplemente siento que puedo obtener mi expiación y el olvido, solo quiero paz, algo que no tuve de niño al sufrir ver a mis madres, solo eso quiero, solo siento eso... Lo siento.
Con un solo abrazó bastó para comentarme todo, ella no estaba asustada, incluso parecía saber más de lo que aparentaba, yo correspondí el abrazo, pues no quería irme, y no sé si seguiría aquí o me iría, y conocer por fin a gente tan noble y maravillosa me hizo pensar en mis acciones, yo por fin me sentía bienvenido en algo y no por el miedo o por haber hecho daño.
—Gracias... —Respondí con cierto alivio, temía hablar más, pero deseaba decir la verdad, algo me decía que era lo correcto, pero preferí ignorarlo.
—¿Por qué sientes miedo? Te vez como alguien noble, alguien decidido. ¿Qué es lo que alberga tu corazón como para temer de esta forma? —Su inocencia, su bondad, no merecía saber mi pasado, no debía de saberlo, ni siquiera yo deseo recordarlo, ahora mi pasado es mi tormento, lo que me enorgullecía es mi lastre.
—Cosas del pasado... —Continué un poco más, sin gusto o motivación. —Errores que le hicieron daño a otros, errores que me alejaron de quienes amé alguna vez, no quiero hablar más, té suplico solamente el perdón a este inapropiado comportamiento, pero me es triste y el recordar esos momentos, pues muchos de ellos me generan dolor.
—No temas por ello, te comprendo, y quiero creer que me estás siendo sincero, pero si deseas perdón, entonces aceptarás tu lugar en dicha cruzada, es el destino de todos el que está en riesgo, hazlo por nosotros si no lo harás por ti, y si no, hazlo solo para buscar algo de paz en ti aún si al final no vuelves de esa misión. —No supe que responder a eso, solo asentí pensando en lo que he hecho, yo recuerdo que en ese día me sentí culpable por primera vez por haber quemado esa mansión, incluso si liberé a mis madres, tal vez haya sido el método o incluso por qué lo hice, pues fue en mis días en aquel abyecto culto, pero solo sé, que debo de retomar mi lugar en la cruzada.
Apenas terminé esta tarea me quise ocultar, me fui afuera en los jardines, revisé que no hubiera nadie, quería un poco de tiempo para mí solo, caminé hacia una fuente y fue su agua clara lo que me hizo verme, a pesar de no ser mal parecido, no me gustó lo que veía, un cobarde y un traidor, un cultista manchado por la oscuridad misma, un alma que está condenada una vez llegue al final de su vida, y todo por un deseo de "vivir bien y rápido".
Unos pasos se hicieron presentes, creí que era Wendy o incluso o incluso la "Belle dame" pero al lado de mi estaba Azrael, y con tristeza en mi voz hablé con él, yo solo le conté lo que ocurría, y del dolor que sentía en el alma y por alguna razón él simplemente no respondió hasta que le hice una sola pregunta:
—Yo los condené a todos, yo desaté a estas abominaciones, y soy yo quien tiene miedo ahora de lo que hizo, de lo que creó, y de lo que estuvo orgulloso en su pasado, y ahora mírame. Ahora solo deseo obtener el perdón, pero... ¿Por qué? ¿Por qué alguien que se condenó mortalmente desea el perdón?
Dentro de mi sentí un vacío alimentado por confusión era para mí uno de esos momentos donde el peso de mis acciones me impactaba, me pregunté por el peso de mis acciones, y recordé a aquellos que murieron por mi culpa, mucha gente inocente ese día, y yo, yo solamente corrí como un cobarde esperando a que mis problemas desaparecieran, y aun así con esta oportunidad en manos, yo... solo quiero desaparecer por todo lo que hice, pero también, nada cambiará si no hago esto, nada cambiará si no hablo con Azrael, pues es tanto mi tormento que en mi corazón yace.
—Isildalf... Para obtener tu redención no basta con matar demonios en el exterior, hace falta curar las heridas desde adentro. No basta con solo matar a aquello que mora en la oscuridad si tu alma yace atrapada ahí, incluso si tu alma se sumergió en ella aún tienes salvación.
Es un acto de valentía el desear enmendar tus errores, más un camino arduo es lo que te espera, y deberás de estar listo si deseas que tu alma sea salvada, no es solo el perdón, es también el deseo de servir, es el deseo de proteger y el deseo de salvar a aquellos indefensos, aún tienes tiempo de volver a la luz.
—No sé que pensar de mí, no soy ni siquiera tan valiente como Sög o Ansel, solo mírame, casi todo donde he llegado, lo que he hecho, y me ha pasado es por suerte, incluso en el sexto anillo, fue Ansel quien me salvo, no yo a ellos como debería de haber sido.
—La cruzada que enfrentarás será tu prueba, pero también tu oportunidad de reparar el tejido del destino que has desgarrado. —Entonces Azrael me contó una vez la leyenda del caballero Uriel.
Me mostró por medio de imágenes en mi mente el como su legado inspiró a incontables caballeros y en aquel entonces paladines de gran porte, me contó que uno de sus aprendices también fue un descarriado y que gracias a la nobleza y determinación de aquel joven guerrero pudo enmendar su camino.
"Fue una vez un Joven soñador en su día, pero en una noche de tragedia su vida cambió por completo, lo echaron del pueblo donde vivía, y por casi nada lo matan, su armadura estaba oxidada y solo sus libros y aquellas historias de grandes caballeros lo inspiraban a querer ser más.
Cuando la cruzada allá en Valencia acabó, Un Uriel más maduro encontró en un condenado a la horca algo de honor y bondad, con su voz y porte hizo saber a todos los presentes en la ejecución que aquél ladrón de poca monta se volvería su aprendiz, ya que aquél descarriado joven tuvo como crímenes el robo a caravanas.
Tomó años en poder rectificar el camino de aquél condenado y enseñarle el deber de un caballero, pero sin el deseo de cambiar, poco habría que contar, pues de sus leyendas y proezas hay tela de donde cortar.
Isildalf, si deseas ser perdonado y ser recordado un héroe abandona tus vicios y la oscuridad en tu interior y abraza el calor de una nueva vida llena dicha y honor, es poco lo que se te pide, pero la recompensa por tu esfuerzo será vasta, pues si un caballero como Uriel Alcázar Ventri pudo salvar a un ladrón de caravanas y hacer de él un caballero, nada te impide volverte en un cruzado del orden y la luz."
No fue difícil tomar mi elección, pero aun así sentía confusión al respecto de lo que se aproximaba, pero aún con confusión acepté mi destino, sin temer a lo que sucedería, le conté a Azrael de mi decisión con voz firme.
Aunque muy en el fondo, sabía algo que el peso de dichas vidas de aquellas personas en Kolenheim, incluso de aquellas personas que maté en mis días como asesino de aquella secta, todo, todas mis acciones pesaban más que mi sangre y todo aquello que amé, todo cuanto hice, solo siento confusión por este deseo, porqué sé que me perseguirán por siempre estas visiones de las almas inocentes.
—Volveré a la cruzada, acepto lo que hice, no huiré cobardemente, tras esto yo renaceré como Isildalf Aranthion aquel elfo que debí de ser, y desde ahora mi deber es salvar los inocentes de las garras de la oscuridad que yo mismo liberé. —Con una sonrisa agradable y suave me vio y con su voz respondió a mi juramento.
—Isildalf Aranthion, recuerda esto por siempre, desde este momento, desde este instante donde dejas atrás tu vida anterior, será perseguido por aquellos que llamaste aliados, será entonces cuando tu moralidad será puesta a prueba, sigue adelante con honor y rescata al inocente, hasta entonces recuerda que quien desea la redención eres tú.
Es con un suave caer de un pétalo de una flor en la fuente en la que vi mi reflejo de nuevo, lo vi pensando en mi juramento, pues sabía que solo tenía una oportunidad de salir de ese mundo en el que yo mismo entré, y aunque con dudas, lo único que me interesaba era arreglar mis errores como fuera posible, porqué sé que al final, si llego lograrlo por fin podré alejarme de todo.
Tras esto con un solo parpadeo Azrael desapareció, solo de nuevo, me pregunté por qué siento tanto miedo de mi propia redención. Desde el tercer anillo, desde ese anillo pensé en redimirme, pero, estar aquí es acogedor, es agradable, y familiar, familiar porque esto era lo que deseaba de niño, recuerdo leer de la historia de un niño rico y familia, y como él tenía aventuras varias.
Pero yo en ese entonces solo veía dolor, y sufría viendo a mis madres humilladas por los dueños de la mansión recuerdo como golpearon a la más joven de mis madres, me dijeron que no interviniera, pero desobedecí, a pesar de que salí demasiado adolorido y con moretones pude evitar que ella pasara por algo peor.
Apenas me alejé un poco de la fuente me encontré con la "Belle dame", me dijo que me necesitaba para catar un poco de vino, con su mirada vio mi preocupación y mis dudas casi como si leyera dentro de mi mente cada pensamiento.
—Estas preocupado por algo, ¿no es así? Debe de ser muy importante. Recuerda que siempre habrá alguien que crea en ti, y ese serás tú, vamos Isildalf, ven, no quieres que nos tachen de flojos, ¿verdad?
—No, no pasa nada. Ahorita te alcanzo. —Contesté rápido, con una bocanada de aire, simplemente intenté despreocuparme, tan poco tiempo para la fiesta, tan poco solo un día y ya casi todo estaba listo, casi todo, tenía que darme prisa.
La seguí hasta el sótano que estaba cerca de la cocina, allí se encontraban los barriles de vino, y había tantos y tan variados, eran tantos que hacían ver que me recordó las distintas botellas de Sög y que también bebí una sin pagar, el caso es que el olor de una copa que bebí era tan delicado.
Me dijo que era un "Douleur de ne pas trouver un nom parfait." era suave y sedoso, un bello sabor de canela y ciruela, tal vez un poco de pimienta en su mezcla. Era tan exquisito en el paladar y su sabor no se iba tan fácilmente, era un poco ácido, pero nada insoportable, de hecho, invitaba a beber otro trago, era exquisito. Aún faltaban otros por probar.
El segundo se llamaba bueno... Dame un momento esta cosa es larga como solo su creador podía ocurrírsele un nombre tan extravagante. Veamos era un "Je n'arrive pas à croire que le méchant lapin soit entendu s'il est un chanteur aussi merdique."
En este el olor era más fuerte como un perfume, embriagador diría. Con un solo trago sentí que era una acidez muy moderada, de hecho, sus especias estaban ahí, pero no lograba identificar bien algunas, eran pimienta, uvas y romero, ¿o era tomillo? Si debiera dar mi opinión, diría dejarlo añejar más para que su sabor madure más.
El tercero fue una pesadilla hecha realidad, su sabor era terrible y el olor casi me mata. Su nombre era tan largo y pendejamente extraño que solo lo resumiré en "L'histoire de 'complètement à toi' était si mauvaise qu'elle m'a fait pleurer du sang à cause de ses caractères plats comme du putain de papier non écrit."
Esta cosa sabía tan mal que parecía que estaba bebiendo metal y su textura era plana y desabrida, su olor era tan horrendo como vinagre y del que alguien dejó al aire por días.
El sabor era tan pésimo que sentía como si bebiera alcohol sin destilar, no sentía ningún ingrediente o siquiera una sola especia, y para rematar su persistencia era tan larga que casi quería cortarme la lengua y dársela a un perro, estoy seguro que si esta mierda se hubiera usado para sanar la herida de Ansel ese chico hubiera preferido morir desangrado a volver a sentir algo de tan pésima calidad. ¡Y ojalá que quien lea esto no le toque la desgracia de beber el vino de este mísero barril de mierda!
Seguimos con algunos barriles más, y entre tanto se me hizo difícil decidir, había vino del bueno, y también los había algunos malos, y otros eran joyas como el primer barril que probé, y vaya que de verdad fue reñida mi decisión, pero elegí el primero y uno con un nombre curioso. Creo que era un "Le jour où sortira "Demi-vie trois" sera une fête nationale pour le monde entier, au point que Gaben deviendra un héros de la terre entière."
Una tarea menos, diría yo. Como ya había terminado la cata de vinos que era una de las tareas más importantes del día, leí cual sería la siguiente en el papel que me dio Wendy, y vaya que las tareas fueron menos pesadas que otras ocasiones, estas fueron un poco más tranquilas y la siguiente para mi gusto fue solo un poco, desgastante, no por lo exigente de la tarea, sino por mis compañeros.
Me tocaba ir a hacer algunos arreglos a las plantas de la entrada y decía que Tarik y Wendy necesitan ayuda con retocar las plantas, esos dos gemelos, tanto Tarik como su hermana se las arreglan para sacarme de quicio por no saber bien que es lo que se supone lo que tienen que hacer.
Me dirigí a la entrada rápidamente, hablé con Wendy y le pregunté si esta vez también los habían puesto para hacer un trabajo falso para no estorbar, y resulta que no, si estaban haciendo labores de jardinería, y curiosamente yo era el único que podía hacerlos trabajar bien. Si supiera ella que mi paciencia con ellos es simplemente inexistente desde lo de las cartas.
Y de nuevo, para acabar mi desgracia me demostraron una vez más que no sabían hacer sus tareas bien, no podían ni arrancar las hojas muertas de un arbusto sin arrancar las que estaban aún bien. Y ni más ni menos que yo, Isildalf, debe de darles de nuevo una correcta enseñanza a estos dos tontos para hacer sus tareas correctamente.
Primero empecé por decirles que hojas y ramas cortar, les enseñé a reconocer hojas muertas, sé un poco de esto por mis días de la niñez en aquella mansión que quemé, aunque tampoco era tan bueno, primero les enseñé que una hoja seca se veía arrugada y café esa es la que se debía de cortar y si había una rama entera con las hojas marchitas esa era la que se tenía que cortar.
Supervisé por unos veinte o treinta minutos que ellos se mantuvieran en sus labores, pero luego me harté y empecé a podar las plantas que me tocaban, eran las del arriate izquierdo, por lo tanto, tenía que permanecer de espaldas, completamente ignorante de las idioteces que ellos hicieran. De hecho, por fin al no saber de ellos me sentía con ganas de silbar una canción que me encantaba mucho de niño, era basada de una leyenda de un chico guerrero que salvaba al reino de las garras de la oscuridad.
Me encantaban las melodías rápidas, y recuerdo cuando mi madre, la más joven de ellas, solía tocar piezas en el piano de aquella familia cuya mansión quemé. Ojalá pudiera verla de nuevo, ha sido tanto en estos días que pienso en ella, quizás sea por algo, quiero creer que por algo bueno.
Recordaba cómo me cantaba las historias de un valiente aventurero, un héroe que salvaba al reino con una espada única, una espada imbuida de un poder místico, oculta en los recónditos bosques. A veces, imaginaba ser ese héroe, aunque al mirar en lo que me he convertido, me doy cuenta de que quizás habría terminado siendo el villano en su relato, y uno muy malo, a decir verdad.
Estaba tan concentrado en mi trabajo que había descuidado a esos dos, y para mi sorpresa no lo hicieron mal, faltaba el ponerle abono, echarles agua, y buscar todo eso me daba flojera, y esos dos lo sabía, así que ellos me hicieron un trato, yo buscaba las bolsas de abono y ellos hacían el resto.
Realmente era algo tentador, no hacer nada y que ellos hicieran el trabajo duro, en serio era muy bueno para ser cierto, incluso el tonto más tonto dudaría de eso, así que como si nada pregunté a esos granujas a que se debía, el trato, no caería fácil ante algo como una broma, menos si es por estos granujas que apenas aprendieron a escribir mejor por mi hace unos días.
—¿Por qué tantas ganas de que yo vaya por los sacos de abono? ¿Acaso planean algo que yo no sé? —Pregunté con curiosidad y un rostro que reflejaba el conocimiento a una posible broma, desafortunadamente no era una broma, solo estaban de flojo.
—No, simplemente no queremos ir, y aparte usted señor Isildalf es un elfo, grande y fuerte, nosotros solo somos unos humanos jóvenes, no haríamos bien el trabajo como usted. —Como si no supiera la treta y el sarcasmo, al igual que ellos les seguí el juego y los tres nos pusimos a "convencer" al otro de que hiciera su trabajo.
—Pero ustedes son dos jóvenes saludables y muy trabajadores y pueden hacer esto solos, siendo Alicia la más inteligente pudiéndote guiar en la labor de traer esos sacos. No como yo un simple elfo que solo es grácil y rápido. —No tardaron en responderme y ahora con sus ojitos de perrito llorón me suplicaron de nuevo a que yo trajera los sacos.
—Pero un elfo trabajador se ve más bello que unos un par de hermanos trabajando y es que solamente tenemos catorce años y usted tiene... emm... los que sea.
La verdad es que nada perdía con ir, pero después de que me dijeron que hiciera el trabajo me enfrasqué infantilmente en ese tonto juego de ellos, estuve literalmente perdiendo con ellos por casi diez minutos y solo me detuve por el rasguño de una rama que se me olvido cortar. Y si lo sé bastante anticlimático, pero así es la vida, no puedes guiarla, menos escribirla.
—Muy bien chicos ya que ninguno de ustedes quiere hacer el trabajo, y yo menos he pensado en algo, que tal si jugamos un juego que definirá el destino... —Comenté buscando unas ramas, tiradas en el arriate, agarré tres, y las sostuve con mi mano, y las tres se veían del mismo tamaño, así que les di a elegir.
—¿Qué? ¿Nos vas a dar ramitas nada más? —Preguntó Alicia escéptica de mis métodos educativos para jóvenes con la inteligencia de una papa.
—No, no solo son bobos, también estúpidos por no saber este clásico juego, quien le toque la ramita más corta hará todo el trabajo, es simple y sencillo. —Comenté con una seguridad tal que quiero suponer los terminé por convencer.
—¿En serio cree que estamos dispuestos a caer en ese juego? —Preguntó Tarik con una cara que me denotaba que no solo no estaba convencido, sino que su escepticismo no le dejaba ver la genialidad de mi plan sin fisuras.
—¿Algún problema? No he visto que los hermanitos me hayan propuesto algo mejor.
Con mi tono retador les quedó más que claro que iba en serio con mi plan, y no les quedó de otra más que aceptar, ya listos cada uno agarró una ramita, y pudimos ver ese hermoso resultado final, o eso diría si esos mocosos no hubieran sacado las ramitas más grandes, siendo yo el que se quedó con la chica.
A veces odio mi suerte, pero que más se le va a hacer, ni que les fuera a reclamar por tener mejor fortuna.
Mientras me preparaba para llevar el primer saco, los cuales, aunque pesaban bastantito no eran tan grandes, y que bueno.
Eran unos ocho sacos, solamente llevé unos cuatro antes de cansarme, ellos descansando en la sombra me comentaron con sus vocecitas chillonas que me pusiera a chambear y no perdiera mi tiempo distrayéndome, y lo dicen ellos que gracias a mí están descansando. Intentaba llevar de todas las formas los sacos, pero cada una era una idea terrible, por algo esas sabandijas se andaban riendo de mis travesías al mover esas cosas.
Fue en el sexto saco donde caí rendido, me quedé exhausto y tendido en el suelo, me quedé inerte como un costal de papas, pero sin papas, no estoy seguro cuanto tiempo pasó, pero igual y no fue tanto, al despertar sentí como me picaban con ramas, no fue el mejor momento de mi vida, ya que me sentí humillado tal vez no tanto como con Ansel y el orco, pero sería bueno aclarar que no fue el mejor momento de mi vida de todos modos.
—Tienen menos de 10 segundos para alejarse, pequeños granujas... —Intenté ponerme de pie, y digo intenté porque era en realidad tremendo el cansancio que tenía y solo deseaba algo de agua, el calor del día de hoy era tremendo, y los sacos si estaban pesados y lejos del jardín donde estábamos trabajando. ¿Cómo rayos se esperaban que ellos y yo hiciéramos esto?
No se alejaron, ni siquiera me ayudaron, de hecho, empezaron a hacer apuestas sobre si me levantaría o no, no los culpo, yo haría lo mismo, y lo peor es que ellos me recuerdan en cierto modo a mí, pero en mi época de adolescente. Como recuerdo con amargura mi estupidez de esa época, así que para no aburrirte con esos detalles poco interesantes de mi vida solo te contaré que cometí errores debido a mi cerebro de mantequilla de esa edad.
Así que para continuar con este extenso relato de mi vida diré que me levanté a duras penas porque sentía mis brazos como si fueran de chicle, y es que no eran sacos tan grandes, no sé cómo rayos eran así de pesados, así que como pude llevé los otros dos, y los llevé arrastrándolos porque mis brazos ya estaban demasiado cansados.
Terminamos de abonar las plantas, nos tomó algo de tiempo, pero logramos terminar a tiempo para el almuerzo, ya con esto quería darme un baño, me sentía exhausto, quizás esta sensación era por cuanto consumí de vino que no fueron pocos vasos, aunque no lo creo, he tenido experiencias más fuertes con el alcohol.
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