Tiempos de olvido.
"Ansel"
Estaba solo, salí del noveno circulo por fortuna, pero las heridas que me propició aquella arconte maldita eran graves, era difícil ver en aquel circulo cuando todo está oscuro y en una tormenta invernal perpetua creada por las alas del maligno.
Encontré para mi buena suerte una salida en la que su luz era potente, me llevó a un bosque tan bello que era digno de volverlo un cuadro, caminé hasta encontrar un árbol donde descansar y sanar mis heridas a costa de debilitarme más, estaba a punto de morir. ¿Qué más podría sucederme?
Mis manos temblaban, aún sentía el frío de aquel circulo grotesco, y el perder sangre no ayudaba, pude cerrar un poco la herida, la sangre coaguló lo suficiente como para dejar de ser un problema a corto plazo, intenté caminar, solo necesitaba unos pasos más, para este punto estaba intentando buscar un lugar más cómodo en donde descansar y esconderme, pero viendo que estaba en medio de un bosque en un lugar donde no conozco nada ni nadie lo único que podía hacer es esperar lo mejor y evitar morir pronto.
No pude evitar caer, el dolor era punzante e intenté cuanto pude para sanar mis heridas, la sangre no paraba de brotar, y mi magia consumía más mi cuerpo, mis brazos empezaron a agrietarse, supuse que era mejor descansar, desde aquel viaje al infierno no parado de usar mi magia. Era momento de dormir y esperar algo mejor, esperar a que mis heridas sanaran y encontrar a Azrael, a Sög o a Isildalf.
El sueño invadió mi mente y mi cuerpo se hizo ligero, aquellas paredes tan ondulantes y frágiles que cuyos colores caóticos se arremolinaban sobresalían de forma vistosa para dar paso a una extraña conversación entre aquel extraño monstruo hecho de la oscuridad de la noche y que cuya piel parecía el vacío de las estrellas, tan oscura y tan brillante, de igual forma estaba ahí aquella alma, sus brazos estaban cubiertos de sangre y uno de sus ojos se había vuelto rojo y con una apariencia más felina. Sentados discutían apacibles acerca del destino del mundo, y como las consecuencias de un solo afectan a miles o incluso millones de vidas simultáneamente, también discutían de forma acalorada acerca de la posibilidad del destino.
"Sea como el tiempo dicte y como las fuerzas del hombre lo cometan, es la libertad lo que damnifica a la realidad y lo que la hace bella, desangra al hombre y lo nutre, y al tiempo lo tergiversa y lo desgarra. Miles de vidas más y miles de vidas menos. ¿Qué más da para la laboriosa eternidad y los ciclos sin fin de la vida y la muerte? Tú hablas de libertad y mira donde estamos, en el lugar donde todo lo que el tiempo ha visto yace aquí, no hay nada que no haya existido o exista después, todo está en este lugar."
"Recuerda siempre para lo que has existido Klauth, es la eternidad y la libertad del hombre, sí. Pero nada debe de interponerse ante el destino de miles de vidas y decidir que es correcto y lo que no, aún más cuando esa fuerza ya se le ha negado y sus fuerzas moribundas son las que desangran al orden elemental de las cosas. ¿Qué es el humano si no el esclavo del tiempo, pero un guerrero constante en la adversidad? Es la falta del destino lo que hace al hombre lo que es, y es la libertad de sus acciones lo que lo separan de una máquina, solo es cuestión de tiempo para que los mortales entiendan su propósito aun cuando no hay nada escrito. Sabes bien que nada está dado por sentado, por más que lo niegues."
"Es que ya todo es y todo será escrito, hay quienes saben el futuro y no lo niegan, siempre inalterable, no hay quien pare al tiempo ni quien pare al destino, las acciones no pueden ser alteradas, las profecías terminarán por ser ciertas al final. Solo es cuestión de tiempo, no hay escape, no hay solución, solo resignación, nada más."
"¿Y qué harás si al final gano yo? Ya hemos visto aquellas paradojas, aquellos hombres, aquellas matronas y aquellos señores de la magia construir y destruir aquello que los mantenía a raya."
"Lo mismo de siempre, observar, reír y volver a iniciar, no hay nada que me haga cambiar de opinión, incluso si pierdo una vez más solo habrá sido una excepción a la regla, no porque uno o dos mortales hayan salido de la tangente quiere decir que yo no vea el futuro."
Discutían muy jubilosos mientras parecían desconocer de mi presencia en ese lugar en medio de la nada. El cielo de este lugar arrojaba luz y oscuridad a tiempos dispares, moverse era muy suave y rápido, supuse que levitaba por la sensación de no sentir suelo bajo mis pies. A pesar del tiempo carente de sentido aquellas palabras se quedaron conmigo bastante tiempo, e incluso me confundieron.
El escuchar a ambos discutir fue un ejemplo de las rarezas que aquí me encontré, fueron miles de pasos más en un rumbo desconocido donde mi cansancio me llevo a atestiguar a un viejo anciano con un extraño traje, parecía bien vestido, pero de una forma muy moderna, a decir verdad.
"Sigue al mítico guardián, aquel que negó al caos y al orden corrupto, lleva milenios rondando en el mundo y ahora presencia los frutos de sus acciones"
¿Por qué habría de buscar a un guardián?
La "noche" consumió la luz en este mundo de aleatoriedad infinita, colores fríos y más ordenados se hicieron presentes, seguían patrones geométricos muy estilizados, la forma de este mundo cambió también, ahora era más grande pareciéndose más a una extraña planicie de una extensión gargantuesca que mostraba antiguas ruinas, por las estructuras y sus arquitecturas tan ciclópeas, que parecían precursoras de varías de las leyendas de algunas civilizaciones que hoy día se conocen o se están redescubriendo.
Había templos, tan grandes como solo las antiguas leyendas podían contar, las luces de los colores que en el ambiente se movían mostraban de forma más grotesca un lugar que era fascinante de explorar, pero también más deprimente conforme las irregulares luces parecían generar sombras que parecían siluetas de aquellos quienes aquí se asentaron.
Miles de hogares de todos los tamaños parecían alojar pequeños retazos de información, solo hablaban de un cataclismo por venir, por alguna razón pude escuchar miles de voces sollozando y gritando, a la mente me vinieron imágenes de un masivo exilio se dio en este lugar, la muerte alcanzó a aquellos quienes decidieron quedarse. Solo bastó de un solo día para desaparecer al mundo perfecto.
Veo las calles de este lugar con claridad y tan descuidadas se encuentran las plantas consumen a todo lo que alguna vez llegó a albergar a miles de familias, varios jardines quedaron descuidados y la maleza se ha apoderado de las flores, parasitandolas y matándolas lentamente, volviéndolas un cadáver de una civilización que nadie jamás volverá a presenciar. Un contraste al recinto más cercano al centro donde algunas veces encontraba belleza natural adornando calles, parques y edificios. Era como una bella imitación de Arcadia, todo en perfecta armonía porque todo parecía encajar con la naturaleza desde la arquitectura hasta el diseño de las calles.
Desde curiosos ríos, hasta bellos coliseos, la arquitectura difería con el de la bella Roma o la de la mítica Grecia, aquel diseño que aquí imperaba era un diseño tan imaginativo de lejos, pero de cerca era estéril y la sensación que daban era el de una mole de acero en bruto que, aun carente de error tanto en diseño arquitectónico parecía frío y no me hacía sentirme bienvenido, no me hacía imaginarme ver un espectáculo de gladio o una obra, solo era un edificio vacío tanto literalmente como en espíritu.
Solo el silbido lóbrego del viento me hacía compañía en este lugar y era algo de agradecer pues me hizo sentir algo después de ver tan poco de un lugar que en su tiempo debió de haber presenciado tan increíbles actos y contiendas entre rivales bien entrenados.
Este lugar se encontraba dividido en recintos, todo se volvía más y más bello conforme uno se acercaba al centro, y las construcciones tomaban formas a la arquitectura tradicional, abandonando el brutal diseño ciclópeo del tercer recinto el cual estaba asemejado a las entrañas metálicas de una bestia, más que una ciudad se asemejaba a un criadero o una prisión. También más acercado al centro los edificios se mostraban menos consumidos por la vegetación, en contraste del recinto más lejano que era el tercero, hogar de enredaderas y lianas ruinoso y demacrado.
El segundo era como si estuviera cuidado con lujo de detalle para así recordar a aquellos días de gloria de la victoria de la raza humana en el mundo, me veía asombrado de ver cuántos edificios tenían formas intrincadas que solo las bellas fábulas podrían imitar.
Había tantos anfiteatros mejor diseñados con pilares de mármol que tomaban forma de héroes griegos, desde Teseo hasta Odiseo y algunos otros como Aquiles y Polydeuces. Bellos estanques adornaban a los enormes templos de dioses como Hermes o Zeus, incluso Deméter tenía un templo donde su estatua se encontraba rodeada de flores tan coloridas, y sus manos sostenían un gran cuenco con fruta variada, uvas, manzanos y algunas bayas de aroma tan encantador. A lo lejos vi una biblioteca con sus puertas abiertas y no perdí el tiempo en curiosear un poco ahí.
Medité por un pequeño tiempo en este lugar acerca de lo que pudo haber ocurrido para que se encontrara desierto, en que época fue construido este antiguo baluarte de la historia, tanta belleza arquitectónica desperdiciada y cerca de mí había una biblioteca con conocimiento arcano muy vasto, tanto como para cambiar el destino a lo que uno deseara, también estaban tomos de nigromancia e incluso grimorios de invocación de seres como los Rakshasas.
También habían tomos de sanación tan avanzados pero todo en este plano era intangible para mi forma, solo era una conciencia con forma de cuerpo de luz. El no poder tocar las cosas me molestó, pero de pronto me di cuenta de algo al respecto. ¿Qué hacían estos conocimientos en una parte tan rica? Mucho de lo que estaba aquí escrito era magia negra de alto valor, algo que puede que me de una pista del tipo de cosas que hicieron los que aquí habitaron.
El primer recinto tenía hermosos hogares tan acogedores, que rodeaban a aquel edifico el cual opté por llamarlo palacio, todos estos hogares se veían tan únicos por sus decoraciones ya que tenían estatuas de gente que supongo eran los patriarcas de la familia, algunos estaban en poses heroicas otros en gestos modestos y otros con un porte que inspiraba sabiduría y confianza.
Incluso las fachadas tenían adornos tan bellos como relieves de en forma de escenas épicas de la historia griega. Pero aún con todo el esplendor de estos hogares, yo quería entrar al palacio que se encontraba en el centro y estaba tan cerca que mi único pensamiento era entrar a como diera lugar, investigar y quedarme con lo que hubiera.
Una muralla enorme bloqueaba mi entrada, pero el sonido de unas puertas antiguas y maltratadas me hizo saber que una entrada se había abierto, esta se hallaba en el sur, cuando entré el palacio con su muy singular altura parecía que iba a tocar las nubes, algo que otros edificios en los anteriores recintos no lograban, el palacio me invitaba a explorarlo por diversas razones.
Primero dentro los jardines eran un encanto vivo y exquisito tan colorido y bello como si de una obra de arte se tratara, parecía un hermoso cuadro que poco tenía que envidiar a aquellos paisajes de los maestros pintores de hoy día como los de hace cien o doscientos años, épocas en las que apenas se empezaba aponer pie en el nuevo mundo.
Los hermosos vitrales tomaban harta inspiración en escenas de las leyendas griegas y con una verticalidad que era muy geométrica y poco parecida estructuralmente a la bella acrópolis del segundo anillo que le rodeaba, el camino que dirigía a la entrada tenía a cada lado un estanque con fuentes tan divinas rodeadas de estatuas de bellas ninfas cuya forma estaba tan bien cincelada que pareciera fueran ellas de verdad.
Y dentro todo cuanto veía era tan bellamente adornado por diversas habitaciones que estaban bien cuidadas, con suelos de fina madera y paredes recubiertas con hermosos relieves que jugaban con las luces del lugar para dejar ver diversas imágenes, una oda a la imaginación y la matemática. Deseaba subir para conocer y comprender más de este bello santuario, pero una voz me llamaba, me pedía bajar hasta el corazón de este lugar.
Tras una puerta adornada con un marco dorado ostentoso de enorme tamaño sentía que la curiosidad me llevaba por este lugar, peldaño tras peldaño acompañado por luminarias escuchaba una voz con severo cansancio, después de un tiempo las paredes empezaban a tener adornos muy horrendos de corte maligna, escenas de como a niños se les llevaba a un ídolo de bronce horrendo, opté por ver los escalones para ignorar tan horrendo mural.
Cuando llegué al final de estas largas escaleras me topé con una puerta que se empezó a abrir sola, era de un metal tan duro y pesado que me asombra que con el pasar del tiempo aun funcionara correctamente. Detrás de las puertas en el cuarto un frío tan perverso caló en lo más profundo de mí, provocando en un ligero temor, en medio de aquella habitación había cuatro tronos, los cuales me acerqué para ver.
Este, oeste y norte, eran las direcciones en las que veían aquellos tronos, y quienes lo ocupaban estaban casi hasta los huesos, dos agonizaban mientras dejaban salir un leve sonido de aguda desesperación, pero el del norte cuya corona estaba conectada al techo como los otros dos, solo que este estaba afligido en el dolor, sus ojos estaban vacíos, apenas se movía y por medio de la habitación hablaba, el eco hacía que todo retumbase.
—Ha llegado alguien por fin, sálvanos de nuestro castigo, pues sostener esta ciudad nos duele y han sido muy violentos los milenios con nosotros, sin piedad vimos aquel día en que la bella Atlantis cayó en desgracia. —Luces del techo aparecieron mostrando miles de imágenes muy borrosas del pasado, aquellos cuadros mostraban a una chica guiando a un pueblo al exilio, antes de que súbitamente las luces de esos cuadros parpadearan enloquecidamente en lo que el monarca se ahogaba en dolor por la edad.
—No se si pueda salvarlos, solo veo que ustedes hablaban del pasado mientas el dolor consume lo que les queda de cordura. Tal vez preguntarles quienes son y el porqué de su destino les ayude, es lo mejor que puedo hacer.
—No pienses mal por aquello que pudieras ver afuera o en las escaleras, aquello escondido en la ciudad sirvió como nuestro ejemplo de poderío, no tanto las construcciones con hermosa geometría, ni el arte pintado en los templos que usábamos como museos de la vida antes de aquella catástrofe de los cien amaneceres, ahora mira que yace debajo del mar.
—¿Estamos debajo del mar? No es posible que ustedes estén vivos debajo del mar, mucho menos después de miles de años. Cuantos milenios en su haber cargado una maldición. Cuéntenme más de aquel pecado de esta ciudad, pues un reino tan prospero con una exquisita leyenda en su haber debe tener una razón detrás de su desaparición tan dolorosa. —Con curiosidad me senté a escuchar al moribundo monarca cuya corona oxidada sacaba chispas y un poco de sangre cada que aquellos cuadros sacaban sus imágenes en movimiento.
—Por tus preguntas se nota que eres un forastero, pero no uno convencional. Sí, estamos en lo más profundo del mar, padeciendo más y más dolor sin recibir muerte, pues nosotros nos sacrificamos para dejar que ellos se fueran, aquellos que ahora son llamados hijos de Arendel. Aquella que fue llamada matrona los guío con dirección a Britania, y... —Toda la habitación empezó a iluminarse violentamente hasta que el dolor de aquel monarca se calmó un poco, su grito fue nada más que un aullido sofocado por su voz ya tan consumida por la edad.
—En esta ciudad pesa el pecado de la adoración a un ente maldito, que con sus falsas promesas guío a los débiles al poder y a la riqueza, me temo que nosotros somos los inocentes ya que nos sacrificamos para darles tiempo a los exiliados, activamos los pilares centrales, y la naturaleza ayudó a condenar a los que se quedaron e ignoraron las advertencias. —Respiró profundamente, y llevó su esquelético brazo a su rostro, sintió como de su nariz brotaba sangre por intentar hacer fuerza al recordar el pasado que marcó el destino de Atlantis.
—Yo, Ares... Apolo... y... —Pausadamente hablaba, pero se vía más cansado y adolorido aquel rey.
—No menciones al cuarto, pues su dolor nos arrastra, y del tercero lo hemos usado para vivir acosta de su... martirio.
—Vimos al ángel de alas oscuras y de espada como las sombras dictando nuestra sentencia, nosotros estábamos aún muy corruptos como para que se nos diera la muerte. Nos quedamos en la ciudad para presenciar su destrucción a pesar de que también salvamos miles de vidas. nos quedamos a salvo por las puertas y su acero, varios quisieron atacarnos por ser traidores, pero al final. ¿Quién traicionó a quién? ¿Fuimos nosotros que con esperanza de evitar ver el mundo sumergido en la oscuridad mataron el legado de una ciudad, o fueron ellos quienes nos condenaron desde un principio adorando a un ser que pedía aberrantes actos?
Respiró hondo, y con dificultad, su voz se quebró un poco al empezar a hablar, la sala empezó a mostrar cuadro o espejos mostrando lo que una vez fue este lugar y aquello que nos contó, como miles de personas murieron ese día:
—Ya no aguantamos más, ellos han sucumbido, sus mentes ya no sienten, los escribas que yacen debajo de nosotros rugen de dolor pidiendo un final, mátanos, se lo hemos suplicado al señor y al ángel que nos hizo saber nuestro castigo. Mátanos, los milenios ya han atormentado bastante nuestras almas y cuerpos, suplicamos el perdón desde que nuestra piel y huesos se volvieron quebradizos.
Cuando me acerqué a ellos para darles palabras de consuelo la habitación empezaba a desaparecer, ellos estaban conscientes de que esto significaría otro milenio más de un dolor agónico, tal vez su destino venga el día en que la última estrella se apague.
—¡Mátanos! ¡Mátanos! ¡Mátanos! —La habitación hizo ecos de varias voces al mismo tiempo, incluso aquellos otros tres monarcas que yacían silentes empezaron a gritar incoherentemente suplicando por su fin.
Tras deshacerse el cuarto aparecí en medio de la nada, un cuarto en blanco cuyas paredes tenían escritos en letras antiguas, estas adquirieron sentido cuando me acerqué a leerlas.
"Los hombres buscarán la muerte y no la hallarán; y ansiarán morir, y la muerte huirá de ellos."
Un ángel se acercó, su apariencia era igual a la se refirieron aquellos monarcas. Se tomó su tiempo para hablar, vestía una armadura de color gris y sus alas eran tan oscuras que tragaban toda luz, pero su sonrisa era lo que sobresaltaba a pesar de su lúgubre aspecto que recordaba al de un caballero negro a punto de dictar sentencia.
—Recuerdo aquellos días de gloria del ser humano, corruptos hasta la medula, dejándose moldear por la banalidad y el desenfreno, creyendo hacer justicia pero condenando a los inocentes también, matando y quemando toda belleza y todo esplendor que hubiera, y cuando tocaron fondo yo estuve ahí.
Recuerdo como todos corrían y clamaban con fervor su fe. ¿Y donde terminaron? Es algo que tú sabrás, pues acabas de salir de ahí. Muchos de esos inmundos pecadores que viste yo los conocí, y los hice padecer desde hace mucho, inferiores e imperfectos.
Los humanos son débiles, la carne los corrompe, el oro los ciega y las palabras de un charlatán es lo que basta para desviarlos del buen camino, y aquellos sofistas que vi, ahora han sido olvidados mientras arden. Escucha nigromante, tú que portas el oficio maldito, me hace sentir curiosidad que hayas elegido no aprender más al respecto de aquellos mórbidos lugares y paisajes. —Hablaba inquisitivo, sus palabras eran cortantes y muy precisas.
—¿Qué viste que te hizo cambiar de opinión, que fue lo que hizo que un impuro como tú se cuestionara sus propias acciones? ¿No era la riqueza lo que los movía? —Preguntó el ángel.
—Sí, lo era, pero la gente que nos importa estaba en riesgo. —Empezó a reír debido a mi respuesta, antes de contestarme lentamente empezó a desenvainar una espada de filo oscuro.
—No mientas ante un ángel, sabes bien que ese era el motivo del orco y parcialmente del elfo, tú en cambio, lo único que eres es un cobarde, sientes miedo de morir, y ahora que tú vida peligra crees que la magia será lo que te salve, te aferras a ella con miedo, dime. ¿Qué harás cuando la domines por completo? Tú no tienes lo que los reyes nigromantes tuvieron. —Toda la sala empezó a mostrar miles de horrores de interminables personas al mismo tiempo, diferentes épocas, milenios, civilizaciones, muchas de ellas hoy perdidas.
Cuando vi todo ello, aquellas desgarradoras escenas de destrucción que el mismo humano creaba estuve por enloquecer, intenté no sucumbir, hice cuanto pude para resistir, pero todo era horrible, gente siendo usada como moneda de cambio, niños siendo usados en trabajos forzados, todos ellos con peores destinos, muchos de ellos en minas o en lugares peores, hombres usados en insano entretenimiento para morir de la forma más deshonrosa posible, y solo para divertir a las elites, el destino de las mujeres no era mejor, por un minuto casi sentí como mis ojos iban a sangrar, pero aquel ángel detuvo aquellas visiones.
—Dime la verdad, no creo que aguantes ver más. —Dijo aquel ángel de oscuras alas.
—Lo hice por miedo, mi alma está en juego, y si muero, sé que no me esperará el mejor de los destinos, por ello es mi deber seguir esta cruzada, incluso si la locura está presente y es nuestro final, somos los condenados, aquellos quienes comenzaron este profano fin del mundo.
—Incluso eso, careces de cierta información, y es natural, pues yo te lo haré saber, tú alma está ligada a Ofir, un joven mandadero, y tu maldición la arrastras desde ese entonces, algo que no comparten los demás retazos.
—¿Cómo que retazos? ¿Qué fue de Ofir? —Preguntaba con miedo, aquel ángel tomo su tiempo para responderme, solo me mostró en mi mente un recuerdo de aquel Ofir.
Fue en el desierto, donde aquel grotesco ídolo lo encontró, en una horrible ceremonia su alma fue presa de aquel monstruo taurino, víctima de sus planes retorcidos, nadie supo de lo que vio aquel día, tampoco es que haya recordado mucho después de lo que ocurrió, ya que el miedo solo se hizo presente en sus últimos años, lo que vio antes de morir terminó siendo su mayor secreto.
—Te he mostrado todo lo que debes de saber, quedará de ti el que hacer desde ahora.
—No entiendo por que he sido traído aquí. ¿Por qué me has mostrado esto, que es lo que me has de mostrar con estas explicaciones y preguntas?
Rápido contestó a mis dudas, y como era de esperar lo hizo en su propia forma de ver a los humanos.
—La curiosidad innata de ustedes los llevó a su ruina, los hizo padecer durante siglos hasta el punto de ver de nuevo los horrores que ustedes tanto temieron. Como puedes ver, solo hay una forma de parar este impía guerra, si deseas salvar tu alma de momento, deben ustedes de sellar a Molok. Aunque eso tú ya debes de saberlo, dime Ansel, cuando eso ocurra.
¿Qué harás para no caer en manos oscuras? Tienes una plétora de caminos y muchos son los peligros que te esperan, ahí donde el hombre común caería presa de la locura, ahí es donde está tú deber. Recorre los senderos oscuros, pero no te vanaglories de ellos ni de aquello que veas ahí, usa tus conocimientos para doblegar al caos por cualquier medio que creas necesario, pero así mismo deberás de brindarles a los inocentes paz, pues ahora serás tú un cazador en las sombras.
El peso de la balanza elegirá el destino de millones de vidas. —Cuando deseé preguntar cual era su nombre ahora me encontraba en medio de la nada, un desierto helado, un cielo oscuro que se arremolinaba era lo único que me cubría, sentí miedo de nuevo, imploré por ayuda y no se me era dada. ¿Era esto una prueba?
Llegué a parajes horridos, de indecible horror, ahí donde toda vida era consumida, ahí residían viejos dioses, susurrando con voces tristes por ayuda, ahí por donde las montañas se alzaban, debajo estaban los dioses más antiguos que cuya existencia es tan antigua que el humano había olvidado sus nombres, consumidos casi por completo, quise acercarme más, pero un antiguo guardián me detuvo, Horus era su nombre, se acercó a mí, y me advirtió que seguir mi camino al sur estando solo me llevaría a aquel cuyo fuego impuro trae dolor, y miseria.
Pregunté quien era Ofir, y del porque Molok deseaba invadir la tierra, su respuesta se tornó reflexiva, y muy clara.
"Aquél que yace enjaulado en aquel ídolo de bronce cometió graves faltas, sus peticiones y su hambre eran insaciables, aquello que llamaba bendiciones eran mediocres para tan horridos rituales de baja naturaleza.
Los griegos fueron los primeros en presenciar su asquerosa naturaleza, lo que llamó la atención del Olimpo.
Viendo las depravaciones más horridas realizadas a los primogénitos, no dudaron en llamar a cuanto dios pudieran, incluso recuerdo que el Alfa y el Omega asistió con toda la orden celestial.
Yo mismo presencié las acaloradas discusiones, castigos varios se hablaron, incluso una guerra santa se barajó, pero aquél ser era de una naturaleza caótica, más corrupta que la de cualquier demonio de ese entonces.
Fue así que el Alfa y el Omega tomó su decisión, hizo de aquel que alguna vez llamado Molok un ser moribundo y oscuro que viviría en un ídolo oxidado y horrido, así mismo sería llevado a un reino donde sus poderes serían consumidos, pero aquél culto, resistió, y empezó a ser adorado por aquellos que tomaron cargos de poder atraves de la historia.
Y que por ellos la humanidad pagó bastante caro, siendo así que hizo falta la mano de unos pocos que aún eran puros para así liberar el fuego y el veneno que purificó al mundo, pero al costo de millones de vidas incluido a inocentes.
Y así en tres días y tres noches la humanidad volvió a alzarse.
Pero aquél que yace aquí espera paciente por reclamar a las almas justas solo para devorarlas."
Y así comprendí el caos que nos esperaba, un monstruo que aún débil no descansará hasta consumir toda vida en un deseo de venganza, sea este sueño el único que me ha enseñado aquello se esconde tras el velo de la vida, una obra cuyas proporciones superan nuestra consciencia misma, no quedaba más que despertar, fue Horus que dijo que tomara dirección al noroeste y que me detuviera hasta que viera en el cielo la luz del sol, y que mientras tanto no volteara atrás, me dijo que para salir de aquí era necesario juntar cuerpo y mente.
Cuando tomé mi caminata hasta el noroeste y me percaté del amanecer en este mundo onírico me senté para cerrar mis ojos en este plano, meditando hasta poder volver a ser uno con mi cuerpo físico, y una vez entrelazados de nuevo abrí los ojos, percatándome de que mis heridas y mi dolor habían aminorado, quedarme en el bosque no era seguro, así que debí de seguir con mi viaje en este bosque, así hasta dar con el paradero de nuestro ángel guía o el de mi mentor.
Desde ahora, después de ver todo lo sucedido en mis sueños, empecé a andar con más cautela, vigilando mis acciones en cada momento, algo que me perseguirá el resto de mi vida.
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