La llegada de Malevolus.

"Sög"

Ya estaba saliendo el sol, no había pasado nada interesante en lo que preparaba la carga y no tenía noticias de Ansel, el puesto estaba igual que como lo deje ayer, pasaron algunas horas y ya había preparado toda la mercancía, ya eran casi las ocho de la mañana y los primeros que llegaron fueron solo dos humanos malhablados, aunque también bastante carismáticos, algo peculiar de ellos era que tenían una actitud bastante psicodélica y fiestera por llamarle de algún modo, sus prendas eran como la de los nobles solo que la característica más notoria es que estaban muy descuidadas y sucias, como si hubieran peleado contra alguna bestia de la isla.

—¡Buen día amigo de piel verde queremos la bebida más fuerte que tengas! —Dijeron con unas risas sonoras y una felicidad bastante extraña de ver en un lugar tan triste como este.

—Eso suena a que quieren el fuego de Monseil que está elaborado con frutos de la montaña como las bayas heladas de Gismehk y las zarzamoras picantes de For'rtei, la característica principal de la bebida es el sabor fuertemente dulce por la larga etapa de fermentación. —Con la botella en mano solo pude ver como los dos tipos seriamente observaban la botella con miradas tales que un crítico desearía poseer, en pocas palabras se notaba que ellos eran fanáticos de las bebidas.

—¡No entendimos un demonio de lo que dijiste amigo dientón, pero suena a que es un buen vino!, ¿no tendrás algo más fuerte, algo como para dejarnos con una resaca mortal que nos haga sentir indispuestos como para evitar trabajar al siguiente día? —Su petición denotaba que estaban interesados, pero no convencidos, se notaba que ellos iban en serio por la bebida más fuerte que hubiera en mi carga, tras buscar una bebida en mi carruaje que pudiese satisfacerles encontré una que parecía lo suficientemente fuerte como para dormirlos profundamente por 3 días si es que no los mataba.

—Bueno caballeros aquí tengo algo que les puede interesar, este es el ron de Ruök hecho con cosechas de origen orco mezclado con ingredientes del viejo mundo es tan fuerte que tumbó al más fuerte de los enanos y mató al más suavecito de los elfos, lo sé por experiencia propia. —Vi que ellos estuvieron pensativos un rato, como si en silencio evaluaran la calidad del ron, supongo que veían la etiqueta para ver si no mentía, afortunadamente no tardaron mucho en pensarlo y me dieron una respuesta positiva bastante sonora.

—¡Señor verde denos ese ron!, eso deberá de saciar nuestra ansia de alcohol, esta apestosa ciudad no vende alcohol de calidad y sus mercaderes locales son unos embusteros miserables que diluyen el alcohol de la forma más descarada posible, por eso y más creemos que esto puede ser una buena señal, tal vez una posible amistad. —Dijeron con alegría y emotividad, como si hubieran encontrado un tesoro, se nota que ellos son muy exigentes con el alcohol, como sea un cliente es un cliente.

—¿A qué se refieren con amistad?, solo estoy haciendo mi labor.

—Es que no lo ve amigo orco, si no fuese por usted estaríamos sufriendo otro día más soportando tener que beber la maldita basura rebajada con agua de río, y usted nos ofrece algo que por fin puede saciar nuestra sed. —En este punto ya no sabía si estos tipos eran humanos, nadie es tan feliz en un lugar como este y no lo digo por la ciudad sino por toda la isla, todos aquí en cualquier reino son miserables a su respectivo modo.

—¿Cuánto sería el precio a pagar amigo nuestro?

—Doscientas cincuenta monedas de oro.

—Tenga señor verde, sus doscientas cincuenta monedas, bueno es hora de irnos, por cierto, ¿cuál es su nombre estimado señor orco?

—Sög, ¿por qué?

—Nada más, ¿cuántos días estará aquí?

—Solo dos días más y me voy de esta basura de pueblo, si es que el granuja de mi aprendiz no se tarda en hacer sus tonterías mágicas. —Contesté alegre, al menos se los debía por haber sido los primeros clientes en este pueblucho glorificado en comprar algo, y también los primeros en no intentar regatear con el precio.

—Bueno estimado amigo Sög, creo que es hora de irse, debes de estar ocupado y no queremos hacerte perder el tiempo, que pases un buen día y que Arendel te bendiga desde su reino con los clientes.

Seré sincero la presencia de estos tipos, aunque rara en cuanto a comportamiento y actitud me agrada, es raro ver humanos realmente felices en esta isla, la presencia de estos dos me hizo sentir algo menos de odio a este lugar, al menos supongo que para una ciudad como esta está bien, no voy a quejarme de un cliente como ellos con actitudes raras, pero, porque no puede haber más tipos que paguen el precio sin regatear, ¡¿Por qué Sörgohk, por qué?!

"Cambium Personarum"

Mientras tanto en el barrio pobre de la ciudad, Ansel estando dentro de una casa abandonada se la pasa atando a su cuarta víctima, quien no es nada más que es el capitán Diego De Valencis que aunque ya cuenta con bastante edad tras de él aún conserva bastante agilidad y fuerza para la edad que tiene, un rasgo muy notorio aparte de su gran estatura y de su cabello gris es su piel bastante blanca casi de absoluta enfermedad que el tanto niega tener, pues alegaba que esta era un castigo para aquellos que no mostraban una fe absoluta al dios Arendel, el señor de la misericordia.

"Ansel"

—¡¿Puedes quedarte quieto estúpido anciano?! —Grité con bastante frustración, para ser un anciano de ochenta y un años literalmente forcejea como alguien de treinta y dos o yo qué sé, aun así, el debería de estar cansado y en un asilo.

—¿Eres Ansel no es así?, no me sorprende que alguien como tú se haya aliado a esos seres oscuros, ¡malditos cultistas ustedes arruinaron esta ciudad, apuesto lo que sea a que tu trajiste esta enfermedad! —Contestó el capitán matusalén mientras insistía con el forcejeo, yo ya cansado de tener que soportarlo con sus tonterías y por llamarme cultista le golpeé en el estómago para calmarlo un poco.

—Soy un nigromante capitán, ¿y Quién lo hubiera dicho?, usted no ha cambiado nada, es casi como esta ciudad actualmente, moribundo, decrepito, enfermo y ambos han visto días mejores, incluso es igual de ignorante que este infierno a pesar de ocupar un gran puesto, pero no importa, usted está enfermo y yo no. —Me pareció adecuado darle un segundo golpe por si acaso, nada de falsos positivos. 

—¿Cuál habrá sido su pecado, o más bien pecados?, esto no les pasa a los creyentes de nuestro todo poderoso señor Arendel. —Dije de manera burlesca, mientras el anciano me veía con una cara que mostraba una furia incontrolable.

—Mi único pecado es no haberles entregado tu cabeza a los sacerdotes, maldito demonio nigromante. Tú y tus seguidores esparcieron la plaga para erradicar nuestra fe, pero salió mal porque nuestra creencia nos salvará, tu enfermedad solo ataca a los pecadores sin voluntad y que reniegan de nuestro padre Arendel, que me haya infectado es solo un mensaje del mismo Arendel de que este pecado debe de ser limpiado de mi cuerpo y así será. El rey y los sacerdotes te quemaran en la plaza, tu muerte y la muerte de tus compañeros será un espectáculo para nuestro dios, mientras que tu alma será brutalmente castigada por los demonios más abominables que existen. —Contestó adolorido el carcamal y casi sin fuerza alguna, por fin, el pobre necesitaba calmarse un poco o le iba a dar un infarto de tanta rabia.

—¡Listo! —Exclame apenas terminé de atarlo y robarle algunas monedas —Disfrute estar amarrado y sin oportunidad de salir a contar su historia de fantasía de mí a esos imbéciles corruptos de su iglesia de Arendel, pero que se puede esperar de un anciano fanático como usted, ¿en serio no se ha puesto a pensar que sienten sus esclavos?, ¿no se ha puesto a pensar en que ellos piensan, sienten y razonan?, no es de esperar de un monstruo como usted que empezó a explotar a un jovencito apenas cumplidos sus 9 años. —Tras terminar de decirle esto al capitán agarré su espada y me la quedé como un premio.

—Esta espada fue fabricada por el acero de trabajadores explotados, de hombres, mujeres y niños que dieron sus vidas en minas insalubres, para que con su ayuda uno de ellos escapara y tomara venganza contra el tirano, necesito su sangre capitán, tranquilo solo será un poco. —Deslicé el filo de la espada contra la palma de la mano del capitán y mientras empezaba a brotar unas gotas de sangre saqué un frasco de los bolsillos de mi túnica y dejé que aquel liquido escarlata cayera dentro del recipiente, el cual después de tapar lo envolví cuidadosamente, iba a ser un regalo y una paga al mismo tiempo para un "amigo".

Salí de la casa para dar un pequeño paseo por la parte pobre de la ciudad, la cual era un lugar idóneo para que Og-doroth reinase, podía sentir el olor a putrefacción de los cadáveres que yacen en el suelo como si nada, como también podía ver a las pocas personas que quedaban con vida ocultándose en sus casas rezando a su dios Arendel por la salvación de sus almas mientras poco a poco iban debilitándose cediendo ante la enfermedad, mientras ignoran que su salvación está ante sus narices, siento tristeza presenciar esto pero no puedo ni quiero hacer nada para una ciudad que tanto detesto y que lo único bueno que ha logrado es poder dividirse a la mitad con una muralla que solo representa el odio que la clase "alta" le tiene a sus "esclavos", no comparto ese sentimiento de bondad que muchas personas tienen al ver la corrupción y decadencia de un lugar que antaño representaba la cúspide de una colonización que a duras penas aún logra sostenerse, que puedo decir estas calles sucias llenas de basura y plagas, no hacen más que servir como criadero para los futuros sirvientes del dador de la enfermedad inefable.

Puede sonar como un dios tiránico pero solo él conoce el porqué de la inevitable destrucción de los hijos de sus hermanos, su deber es terrible pero justo, él controla de manera eficaz el número de habitantes de este mundo, desconozco que opinaran otras deidades de su labor, pero viendo como a veces el humano, elfos, enanos u orcos tratan a su iguales, me doy cuenta de que es mejor dar un castigo y muerte a aquellos quienes tanto se jactaban de su riqueza y poder a base del dolor y sufrimiento de los débiles, así como me doy cuenta de que es un final digno para aquellos que ya no soportan el castigo mismo de una vida llena de penurias.

Ver calles como estas difieren mucho de otros pueblos y ciudades que he visitado con Sög, en las partes sur de la isla tanto algunos indígenas como habitantes coexisten al mismo tiempo, tal vez no de forma justa pero al menos hay un cierto tipo de relación entre ellos, aquellos lugares poseyendo sus problemas propios al menos lograban un balance que traía paz y tranquilidad, tenían algún rasgo cultural que los distinguía del otro, no hay nada aquí que pueda ser rescatable, y he ahí donde radico yo, una vez que llegue a mi destino pediré un favor que podría acercarme a mi sueño de ser un rey nigromante, pero con la ayuda de un intercesor.

Llegué a mi destino después de despejar mi mente pensando en mis planes para esta noche y como me las arreglaría para secuestrar más víctimas para el ritual, un callejón oscuro y desierto era el punto ideal para llamar a Malduim el intercesor que me representa, acercándome a la pared de lo que antaño fue un palacio y a la vez un monumento a guerreros del viejo mundo, en la pared de este palacio dibuje el símbolo arcano de Malduim, su símbolo era una mano con un ojo en cada dedo una boca con colmillos en la palma, recité arrodillado lo siguiente.

—"Intercesor de la plaga que yaces escondidos detrás del galeno charlatán, permiso te otorgo de mostrarte en esta realidad en este instante, que los llantos del enfermo no sean olvidados como el deseo de tu amo". —Habiendo terminado de pronunciar el conjuro del intercesor de la plaga la pared en la que se dibujó el símbolo salió un hombre delgado y grande, vestido con vendas y harapos por todo el cuerpo, su cara estaba oculta por una máscara sonriente con un color plata oxidado, en sus ojos había un inmenso vacío, algunas partes de su cuerpo que no estaban cubiertas por las vendas mostraban llagas y pústulas, las cuales al parecer a él no le importaban.

—¿Qué es lo que osas pedir a tu "ángel"?, es otro favor, ¿no es así Ansel? —Dijo aquel ser con una voz que ronca y cansada asemejada a la de un hombre moribundo.

—Deseo la bendición de Og-doroth, he aquí la sangre del capitán Diego, esperaba que sangrase un poco más, pero supongo que es lo suficiente para ti.

—¿Cómo sé que no es sangre de alguna otra persona o de algún animal?

—Pruébala. —Tan pronto desenvolví el frasco de la sangre el espectro procedió a arrebatar el recipiente de mis manos, vi como él acercó el frasco después de abrirlo desesperadamente. Inhaló el débil olor que emitía la sangre y una vez terminado de olerla el procedió a probarla, con su dedo necrótico tomó un poco de sangre del frasco untándolos en las manchas del líquido.

Una vez teniendo la suficiente sangre con la otra mano se quitó la máscara, evitando ver la cara de Malduim agaché mi cabeza, pues no quería caer en la locura absoluta por ver el rostro de aquel pestilente ser.

—Deliciosa, sabe a una vida de lujuria y avaricia, es él, ¿Cuál es la bendición que deseas? —Pronunció con su voz espectral que aún denotaba lo extasiado que estaba al probar la sangre del capitán Diego.

—A veces pienso que eres un demonio, ahora hablando de la bendición del padre de la virulencia, deseo el dominio absoluto de los muertos. —Comenté algo expectante y con cierto temor pues Malduim, aunque es conocido por ser un buen negociador suele también crear algunos castigos para aquél ingrato que lo tuviera como intercesor así que el temor que yo poseía era muy real y grande.

—De acuerdo, tienes solamente unas cuatro personas de las cuales el libro ordena que sacrifiques a ocho, como la sangre esta manchada con corrupción dejaré que sacrifiques a seis solamente, si así lo deseas, pero incluso así cargarás con el castigo de que cada luna llena tus poderes, invocaciones y conjuros desaparecerán por lo que deberás de recurrir a tus habilidades físicas y mentales, claro está que pase lo que pase yo me divertiré mucho.

—¿Por qué debo de portar esta maldición?, ¿no te he entregado ya la sangre que superó tus expectativas?, ¿Por qué osas arrebatarme el don que tanto he estado practicando durante mucho tiempo? —Pregunté con ira a Malduim pues este castigo era exagerado nunca ningún intercesor le ha arrebatado el poder a su orador.

—No podemos arriesgarnos con otro hijo caído, aparte no te los estoy quitando solo te los estoy limitando un poco. —Comentó Malduim de forma burlesca.

—¡Adiós Ansel, disfruta tu nuevo poder como nigromante! —Exclamó el intercesor mientras se desvanecía entre las sombras del callejón.

—Eres un bastardo Malduim. —Susurré enojado.

Después de conseguir la bendición de Og-doroth, salí del callejón y me dirigí al puesto de Sög que estaba al este de la ciudad en la parte rica, la cual no hay gran diferencia la parte pobre salvo que la parte rica es solo habitada por uno que otro ricachón y sus sirvientes mientras que la parte pobre es solo habitada por los ciudadanos con menos recursos y por uno que otro noble falsamente acusado por haber contraído esta enfermedad, las diferencia notables son solo que la parte rica tiene más luz y huele menos a sumidero que la parte pobre.

Desconozco que enfermedad es esta, incluso dentro de mis limitados conocimiento de los tipos de enfermedades que existen en estas tierras sé que esta enfermedad no es como cualquier otra, los cuerpos enfermos no emanan un mal olor como los que sueltan los cadáveres en descomposición, los pocos libros de medicina que he leído anteriormente en mis viajes con Sög explican los tipos de enfermedades, sus formas de propagación, así como algunas hierbas y remedios que pueden curarlas o debilitarlas.

Como sea, no debería de cuestionar la obra de arte de Og-dorth si es que quiero lograr obtener esa bendición.

Avancé algunas esquinas, para ser exacto como unas tres antes de llegar a la muralla divisora que divide el sur del norte, siendo el norte la parte rica y el sur la pobre, la protección de los guardias es algo fuerte, pero con un buen soborno te permiten pasar.

Mi soborno con los guardias por lo general suele ser invocar algunos seres que los lugareños indígenas llaman "Kaskabales" que son seres hechos de órganos y carne de criaturas muertas y que cuyos ojos tenían la habilidad de matar a los hombres que se atreviesen a verlos fijamente durante mucho tiempo, el soborno radica en que si no me dejan pasar ellos terminaran siendo devorados por aquella bestia, la cual por cada animal o persona devorada le salen más piernas y manos.

Así que ellos saben si morir horripilantemente o no por un ser que devora sádicamente a sus víctimas por medio de unas de las tantas cabezas que puede tener, y es un truco que siempre funciona, pero, aunque termina siendo útil me deja siempre muy cansado cada que lo invoco, por eso intento usarlo sabiamente ya sea solo utilizándolo como un ser de intimidación o como un ser de ataque ya siendo que mi adversario me tuviese la ventaja.

Al acercarme a la muralla divisoria no encontré a ningún guardia, estaba prácticamente desprotegida, decidí mejor ir por medio del alcantarillado, me dispuse a entrar ahí pues no quería arriesgarme a ver si se estaba realizando un cambio de guardia o no, que por cierto no es primera vez que hago esto.

Parte de mis viajes con Sög siempre terminan conmigo entrando a una alcantarilla inclusive si era por una razón estúpida, pero al menos debo de admitirlo algunas cosas que me he encontrado ahí abajo suelen ser bizarramente fascinantes, por ejemplo, una vez me encontré con una acumulación de gusanos que al parecer estaban haciendo una colonia dentro del cadáver de alguien. Que recuerdo más interesante, si mal no recuerdo creo eso que paso en la ciudad de Leandra en el puerto de Malus en el suroeste de Aldrem.

Bueno que te puedo contar que no te puedas imaginar que hay en una alcantarilla, bueno supongo que te preguntaras lo siguiente: ¿Cómo estuvo el paseo por la alcantarilla?, bien dentro de lo que cabe esperar con algunas ratas haciéndome compañía junto con el abrasivo olor que desprenden los desperdicios humanos tales como el excremento y la orina, oh dios mío me da ganas de vomitar estando aquí, pero es la única forma de pasar sin que use magia o ataque a alguien. 

Sé que tu esperas ver algo de acción pero debes saber que no puedo arriesgarme a molestar a alguien aún, pues si eso pasa el ritual será destruido y me terminarán matando por los idiotas corruptos de la iglesia de Arendel, que no hace falta decir que matan a cualquiera solo por la leve sospecha de hacer magia, cosa estúpida porque la magia no es intrínsecamente mala, pues estamos tomando en cuenta que el portador puede hacer lo que sea con ella, así que el matar a alguien solo por usar magia inclusive si es sanadora me resulta algo idiota, y adivina quienes se la pasan matando a magos curanderos cada que pueden.

Volviendo al tema de las alcantarillas me guiaba en las alcantarillas por medio de dos cosas las ratas y el azar, sí, el azar, pues no llevaba un mapa del alcantarillado, así que tienes el derecho a decir que soy un idiota por no llevar un mapa cuando me voy a dar un paseo por este tipo de lugares, pero si hiciera eso no encontraría maravillas en mis viajes como aquel cadáver lleno de gusanos que te conté.

Como sea, ya viendo donde se dirigían las ratas me di cuenta que cerca había una tapa de alcantarillado que podía servirme como salida, es curioso pero las ratas me resultan unos animales interesantes por varias razones, en los libros que he leído mencionan a las ratas como seres inteligentes, y puedo afirmar de cierta forma eso, pues cada que las sigo ellas me terminan guiando a una salida, que aunque me deje más lejos de mi destino, al menos me hace dar un respiro de aire fresco cada que vuelvo a la superficie.

Bueno, supongo que habré caminado por unas cuatro cuadras porque me encontraba cerca de la calle donde se encontraba el puesto de Sög, solo me quedaba a unas dos cuadras más, así que imagínate cuanto recorrí hoy, bajo el abrumador sol del verano, cosa que parece exagerado pero quiero que recuerdes que yo fui un esclavo minero y que si esto no me cansa mucho es porque cada uno de mis días en la mina era un infierno, pues el picar las piedras sin descanso, el empujar un carro de mina y soportar el calor insufrible una vez estando en lo más profundo de la excavación comparado con esto es para mí era solo un juego de niños el caminar diez cuadras a pie en un día caluroso dos veces.

Al acercarme a la fuente que hay en esta parte de la ciudad me pareció haber visto a uno de esos raros cultistas en un puesto, su armadura viéndola de cerca causaba escalofríos pero el dorado de esta no hacía más que reafirmar más lo grotesco de los decorados que poseía viendo más de cerca los relieves era casi como ver una escena grotesca de eventos impíos que no mostraban más que un ritual a un demonio antiguo, eran ese tipo de detalles en sus armaduras los que me hacían admirar con cierto miedo y respeto a estos tipos, no puedo describir a la perfección lo que siento al ver a uno de ellos y siento que me faltarían palabras para hacerlo, supongo que debería de seguir mi camino, no creo que quedarme cerca de ese tipo sea una buena idea.

Llegando al puesto de Sög vi que él estaba sentado afuera en un banquito, eso quiere decir que la venta esta baja o que el acaba de pelear.

—Hey Sög, ¿qué pasó por aquí? —Pregunté intentando fingir algo de calma.

—¿Tú que crees que acaba de pasar?, aparte de que la venta esta baja estos idiotas cultistas quieren verte y llevarse mis cosas gratis, así que toma a estos imbéciles como mi regalo para ese demonio que quieres llamar.

—No es un demonio, es un dios de la magia cuyo deber es...

—No me importan tus estupideces mágicas, date prisa porque estos idiotas no van a tardar en darse cuenta en que les hace falta unos cuantos, de sus amigos, así que lo que sea que vengas a buscar pídelo y lárgate a hacer tu sacrificio mágico o lo que sea. —Comentó Sög con un tono de ira y preocupación, y ver a Sög preocupado es señal de malos augurios.

—¡Quiero hacer un trueque! —Comenté de forma acentuada. —Te ofrezco esta espada de plata con grabados por el veneno más exótico que poseas.

—Veamos, te ofrezco la esencia Furni, es el más exótico y raro que poseo, pero ten fe en que es el más fuerte, no sé de qué esté hecho, pero sea para lo que sea que lo quieras llévatelo ya. —Respondió Sög.

Luego me jaló del brazo y me murmuró lo siguiente:

—Ansel, más te vale acabar esta noche con tu cosa esa, no creo que ellos nos vayan dejar tranquilos si nos seguimos quedando más tiempo.

—Está bien Sög, hay que irnos ya de aquí, saca a esos tipos y déjalos junto a mí. —Sacó a tres cultistas quienes no dejaban de quejarse del dolor.

Invoqué a un pequeño grupo de mantícoras, las suficientes para llevarme a estos tres tipos a la casa donde estaba mi altar, aunque tenía mis dudas de usarlas, me temo que no había tiempo así que sin pensarlo les di las ordenes de llevarse a los cultistas una vez que ellas llegaron a materializarse en este plano.

Tan pronto terminé de despedirme de Sög me fui directo y sin detenerme hacia la muralla divisoria, pensé en volver a usar el alcantarillado pero iba a tardar mucho, lo único que podía hacer era matar a los guardias, te preguntaras porque no monté a una de las mantícoras, la verdad es que no lo había pensado, y no intentes culparme estaba nervioso y preocupado, pues dime como actuarías si un montón de cultistas intentan atacar a tu amigo únicamente para llegar a ti y solo por la increíble razón de cumplir un oscuro y horrible capricho para uno de sus dioses, y sea cual sea el resultado que termine ocurriendo no será para nada bueno para el resto de nosotros cerca.

Ya habiendo llegado a la muralla encontré poca resistencia, lo único que debo comentar es que ya sentía bastante cansancio pues las mantícoras tienden a ser bastante demandantes en cuanto a magia se refiere, pues debes de concentrarte mucho para invocarlas correctamente, ahora imagínate tener que hacer uso de un maldito demonio vetala, esos seres son casi incontrolables en varios aspectos, incluso siendo uno solo da bastante trabajo el poder controlarlo y traerlo a nuestro mundo si no tienes un contrato con él.

Así que una vez el espantajo ese mató a los guardias intenté purgarlo haciendo una oración lo cual solo dejaría inmóvil, la verdadera forma de purgar un demonio de otro lugar que no sea el tuyo donde resides es atravesando su corazón con una espada, agarré del suelo la primera espada que encontré de un guardia mientras repetía la oración.

"Padre celestial que guía mi camino, llévame sano y salvo a tu reino de paz en este sendero de odio y maldad, que tu luz sea dada a todos los hombres, así como nosotros te damos nuestra fe y lealtad, oh gran padre Arendel, libérame de mis pecados antes que la muerte lo haga."

Repitiendo ese rezo lograba facilitar el proceso de purga, pues, aunque el vetala estaba parcialmente inmóvil seguía siendo un peligro, un demonio así de fuerte como este no es fácil de controlar y menos el purgar, que estuviera dejándolo casi inmóvil era una bendición por así decirlo, sus manos se dirigían hacia mi cuello, se arrastraba de forma rápida hacia mí, un cansado yo intentaba mantenerse de pie para atravesar el corazón de la bestia con una estocada.

Corrí directo hacia él, sus garras lograron hacerme una leve herida en el brazo, mientras que mi espada dio un golpe certero en el corazón del monstruo que yo mismo invoqué, su cuerpo humanoide quedó tendido en el piso mientras su sangre adornaba al suelo de una forma tan característica que parecía que estos hombres murieron de forma majestuosa para matar a este vetala que en realidad fue asesinado por un joven e inexperto nigromante que le rezó a un dios al cual no adora.

Ignorando el dolor de la herida seguí mi camino hasta llegar a la casa, preparé el ritual y coloqué a las víctimas en su lugar, apresurándome para hacer los preparativos tuve que dibujar un círculo de invocación rodeado de ojos dentro del espacio de cada lado de la estrella de ocho puntos pues, cada lado tiene un significado, fuego, aire, tierra, agua, espíritu, y significados así.

Cada uno simboliza a un dios de la magia distinto, en el centro de la estrella debía de ir aquel sacrificado que el nigromante tomase como un ser despreciable u odiado en esta tierra.

Las demás personas deben de ir en las puntas, como son cinco guardias, tres cultistas y el capitán Diego hacen justamente ocho personas. por lo general en el centro deben de ir tres personas y cinco en las puntas, pero el libro admite esta forma también, aunque es más complicada porque se debe de tener una gran precisión al momento de colocar a cada persona en la respectiva punta.

En pleno ritual con el circulo de invocación de ocho puntas hecho con sal en un suelo de tierra empecé a hacer los primeros pasos que era recitar mi petición en la antigua lengua perdida de la magia, un oscuro lenguaje que era desarticulado y afónico, también recité el nombre de los usados como sacrificio y empecé con los guardias, pues la población de este mísero lugar los ve como una amenaza y justas razones tienen para odiarlos, pues estos tipos se comportan como salvajes y no dudan de hacer cualquier cosa para recibir un soborno, incluso la brutalidad que tienen contra los enfermos me es bastante desagradable.

Todo estaba listo, el sacrificio principal está en el centro, y los cinco guardias en cada punta al igual que los tres cultistas creando perfectamente un círculo perfecto. El libro de sacrificios estaba en la página correspondiente, el cuchillo que guardaba dentro de la estola de mi túnica que usaba como un cinturón aguardaba sediento de sangre, solo debía de envenenar su hoja con el veneno que le pedí a Sög, el aroma del veneno era dulce como el de una naranja, supongo que fue hecho de algún hongo como el trephasmatim Fungilidae o alguna planta exótica, la expresión del capitán era una obra de arte en su máxima expresión pues su cara denotaba un severo miedo a la muerte en este momento, no parecía que el siquiera tuviese previsto algo como esto, el veneno resbalaba por mi cuchillo lentamente, estaba algo espeso, esperaba que funcione, aunque con algo de prisa estaba disfrutando este momento.

El ritual comenzó con el rezo hacia los dioses:

"Nafhel padre del pensamiento y sabiduría, Hasra'thi madre de la naturaleza, Og-doroth padre de la plaga, Strion hijo ilegitimo y dador de la magia y Bolphex vástago de la impía guerra, creadores del mundo que los ha olvidado bendecid mi hoja y escuchad mi rezo".

Acercándome al capitán Diego lentamente y teniendo cuidado de no arruinar el círculo procedí a rezarle a Og-doroth, el capitán teniendo la boca tapada solo podía soltar quejidos de terror, esta era mi venganza, la venganza de mi maestro, la venganza de los esclavos mineros, el cántico resonó en la sala durante ese momento:

"Tras la enfermedad viene la cura, tras la muerte la paz, tras la luz del día viene la noche con la fría oscuridad, que el hombre del centro sea castigado en muerte con la dolencia y la frialdad, que su alma afligida sea olvidada, padre de la plaga, pido a ti la bendición de llevar la pestilencia por medio de los muertos, y perdona mi alma como perdonas a tus hijos infectos. Sea escuchado este cántico para ti".

El cuchillo estaba listo, sentía frío, mi piel quedó pálida cual cadáver, era mi recompensa junto con su bendición, ahora era el momento de darle a Og-doroth su premio, apuñalé en el corazón al capitán, su dolor era inmenso, dentro de él se formaban bultos que parecían hacerle daño, eran raíces que se dirigían a los guardias de las puntas, de ellas emanaba un hedor a putrefacción, y de ellas salían espinos rojos como la sangre, al llegar con los guardias estos fueron envueltos y consumidos en su totalidad quedando así solo polvo de lo que anteriormente fue un hombre, todo esto simbolizando a los dioses.

Al final el cuerpo del Capitán Diego quedo marchito y con él las raíces, fue un bello espectáculo de nigromancia, ahora era el momento de irse de esta pocilga de ciudad pues Og-doroth lo terminaría reclamando como suyo en cualquier momento, y no hay que olvidarse de nuestros amigos los cultistas raros.

No había tiempo que perder, tan pronto terminé de agarrar todas mis cosas como mi libro, mi cuchillo y algunas monedas que tenían estos tipos las cuales le quité antes de empezar el ritual, me largué a toda prisa, el cielo se estaba oscureciendo y las nubes eran espesas, lo cual denotaba que la noche iba a ser oscura y espesa, mucho más que otras ocasiones.

Algo malo se acercaba, ya estaba por la muralla y vi a todos esos cultistas y a su líder, él era más grande que todos sus súbditos, su armadura era más amenazadora su casco tenía la forma de una cabra deforme, en el peto él había grabada una escena sangrienta de como una abominación del inframundo se devoraba a un guerrero.

Se acercó lentamente a mí, y aunque su voz era tranquila y melodiosa, era el contraste entre su voz y su apariencia lo que creaba un ambiente tétrico, estaba muy débil como para intentar atacarlo con alguna criatura como para que lo distrajera, no tenía otra opción que escuchar lo que él quería decirme, sentí miedo, demasiado.

—Buenas noches jovencito, me siento honrado de poder encontrar a alguien como tú aquí y ahora, como verás se mucho sobre ti y tu amigo el piel verde, mis hombres los han seguido en estos últimos días y he quedado estupefacto ante el poder que conllevas para ser un simple humano, ¿qué me dirías si te pido que te unas a mi causa?, todos nosotros los hijos del inframundo reinaremos y trascenderemos a un nivel cuasi divino esclavizando a los débiles de mente que tanto nos han hecho sufrir. —Comentó aquel siniestro tipo, su manejo de palabras era increíble, pero el plan era demasiado estúpido, por lo tanto, decidí preguntar para escuchar de nuevo sus intenciones, pues no creo haber escuchado bien algo.

—¿Qué es lo que deseas hacer?, ¿para qué me necesitas? —Pregunté nuevamente, esperando a que me explicara mejor lo que él deseaba, supongo que algo más pensaba este tipo.

—Ya te lo he dicho, despertaremos a los antiguos seres del averno y con ello dominaremos a este mundo, tu papel será crucial en esta cruzada pues está escrito que despertarás la ira de los dioses impuros, una última vez, ¿deseas unirte?

—¡¿Y tú quién eres para intentar controlar una legión de seres impíos?!, ¡no has de ser más que un charlatán quien busca atención, si supieras de magia, nigromancia o de conjuro sabrías lo difícil que es invocar demonio, no digamos ya a todo el infierno! —Decepcionado y molesto al percatarme nuevamente que este tipo habla seriamente con lo de desatar la ira infernal le grité esto, no me importa el riesgo que esto conlleve, el idiota jamás podrá comprender lo que es invocar un ser como esos, sé que me estoy exponiendo a que él me mate, pero es que lo que pide no lo puede decir en serio sin que él sea un idiota declarado.

—¡Niño idiota! ¡Nadie insulta a Malevolus y sale con vida! Se ve que desperdicias tu tiempo en esta insignificante tierra, todo que puedes lograr con nosotros y prefieres perderlo. ¿Es que no ves que te desatarías de las reglas de tus inútiles dioses? Si no puedo hacer que lo hagas de buena manera entonces lo harás por las malas. —No sé qué era peor, morir a manos de idiotas fanáticos o que no tuviese otra opción que abrir las puertas al apocalipsis inminente.

—¡Traigan al orco! —Ordenó el líder cultista.

—¡Maldito imbécil!, ¡apenas me suelte los mataré y aplastaré sus cabezas con mis botas!, ¡será mejor que no le hagan daño a Ansel o yo mismo me haré un festín con los órganos de ustedes! —Gritó Sög a Malevolus y a sus hombres.

—¿Y bien que eliges?, ¿la vida de tu amigo o cumplir tu destino? —Preguntó Malevolus.

—¡Lo haré, pero déjenlo ir! —supliqué a aquel hombre.

—¡Maldita sea Ansel!, olvídate de mí, no lo hagas. —Agarré el libro, no tenía otra opción.

—¿Esto es lo que deseas?, pues que tristeza ver tu sueño arder. —Quemé el libro, no se consumió totalmente, pero dudo que fuese legible alguna parte de ese pedazo de basura.

—Si no lo vas a hacer lo haré yo. —Me apuñaló el líder sectario, aunque no en un punto grave.

—¡No lo haga padre Malevolus! —Gritaron sus hombres y aprovechando la distracción de ellos Sög los empezó a atacar.

—¡Debieron de hacer más fuertes los nudos inútiles paganos! —Gritó Sög mientras golpeaba brutalmente a los cultistas.

—Inframundos desoladores y crueles, desato su ira, que aquellos que se negaron a sus palabras sean consumidas. —Tras terminar de leer lo poco legible en el libro una grieta se formó en el suelo, se oyeron gritos en todas direcciones, era el apocalipsis despertando, la señal impía de nuestro fin.

Varios de los seguidores de Malevolus se fueron corriendo, los pocos que quedaron fueron arrastrados por garras de seres oscuros, todos ellos siendo despedazados en el proceso, su líder expectante al ver su creación huyó lo más rápido que pudo, en toda la ciudad los ciudadanos salieron de sus casas tras escuchar los ruidos, siendo ellos también arrastrados, siendo unos pocos los que lograron sobrevivir.

Sög y yo no dudamos en escapar lo más rápido que pudimos, aunque en realidad tuve que ser cargado por él, la grieta no paraba de expandirse y con ella seres deformes salían de esta, el olor a azufre predominaba.

las pocas personas que quedaban con vida en la ciudad y que sufrieron la mala suerte de quedarse ahí empezaron a sufrir deformaciones brutales, muchos de ellos se volvían en bestias sin ojos y sanguinolentas extremidades brotaban de ellos, sus manos se volvieron en pinzas y de sus bocas salía un líquido oscuro, sus cuerpos se empezaban a expandir grotescamente a veces matando a las personas en el proceso, gritos y alaridos de dolor reinaban en las calles.

Apenas llegamos al carruaje no dudamos irnos, no importaba el lugar, solo importaba estar lejos de aquí a cualquier costo.

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