La balada del segundo anillo.
"Sög"
Estando en el primer círculo el chico, el elfo debilucho y yo nos encontramos con diferentes personajes grandes de nuestras culturas, pude ver al famoso Magalak el devorador de cadáveres, rondando por este lugar, su espíritu parecía quieto o más bien sedado, era como ver a un a un orco muerto totalmente pues estaba completamente expectante al cielo con una mirada que me dejaba ver el odio que sentía en su interior, pero también supuse que él estaba triste, pues según sus leyendas el ronda en los infiernos buscando adversarios a su nivel.
—Disculpe maestro Magalak, es extraño verlo aquí ¿Cuál es el pecado que lo ha llevado a estar atado a este averno aburridamente lúgubre?, es más, ¿no debería usted estar en el mundo mortal vagando sin poder matar a nadie?
—¿Osas preguntarme eso a mí?, como sea, te lo contaré mercader inútil, estoy condenado a vagar eternamente por mi rabia incontrolable, mas lo que no te cuentan es que los dioses no me castigaron así como así, pues rompí mi promesa a ellos cuando en la batalla de los puentes de Molrim maté a nuestros hermanos una vez terminado todo, el placer de la violencia me cegaba, maté a incontables aliados humanos de nuestras tierras, a orcos, nigromantes y a indígenas, todos sin ningún ápice de piedad, recuerda mercader, ¿cuál es la regla orco que nos caracteriza?, ahora entenderás que aquí no puedo matar a nadie, solo vago por este anillo esperando eternamente, pues de nada sirve el embestir o golpear a alguien aquí si termino atravesándolos como si fuera un maldito fantasma. —Dijo Magalak con ira, pero esa ira era extraña pues algo en su rostro mostraba un deseo suicida, esperaba por algo que le sacara de su dolor perpetuo de no poder atacar a alguien.
—No, no es posible que usted haya hecho tal barbarie, usted fue el mejor guerrero, usted dominaba al don de la lluvia de sangre, ¿Cómo usted pudo haber hecho algo como eso?
—Lárgate de aquí maldito y esparce los fuegos de la guerra y sangre en mi nombre, es lo único que te puedo decir, sea así que hagas algo útil al menos, no cometas los errores que yo ejercí, pues ahora ellos en el salón de la sangre sus almas reposan, no como yo que seré libre de aquí cuando nuestra especie viva en el yugo de los mil veces malditos elfos, ellos, a quienes osé asesinar, aquellos hermanos nuestros, en el final de los tiempos descuartizaran a los hombres que hicieron arder a la gran ciudad de Grarr' mientras que solo seré un espectador de aquella gran batalla como castigo adicional a mi traición, no olvides que los dioses estrictos son con la sangre que les regalas.
—Así será maestro, mi aprendiz y yo tenemos que irnos pues, aunque deseáramos poder escucharlo más cierto es que la llama de Arendel se nos ha sido asignada, y detener a estos demonios debemos de hacer antes que nuestra tribu o todas sean eliminadas y con ello nuestras proezas milenarias. –Conté al gran maestro Magalak mostrándole mi respeto.
—Mi bendición te otorgo a ti y a tu aprendiz más cuidado con aquel elfo pues es normal en su naturaleza el ser unos traidores, advertidos están.
Seguimos nuestro camino detrás de nosotros estaba el gran Magalak que a lo lejos nos veía ir, nos veía con cierta fe, espero yo que de renacer su destino no sea tan duro como él nos contó, y lo peor es que en el camino me puse a pensar en cómo nuestra especie sería esclavizada por los elfos, como eso sería posible, espero morir antes que algo como eso llegue pues nunca me arrodillaré ante un elfo.
Azrael nos guío ante estas desoladas tierras planas y áridas como un desierto hasta que a lo lejos pudimos discernir un extraño valle oscuro y retorcido donde las almas gemían de dolor y desasosiego aquí el ruido era más intenso, dentro de ese valle había toda clase de demonios torturando a hombres y mujeres por igual, Azrael entonces nos explicó que penas les afligían a aquellos pecadores de ese horrido lugar.
—Mis estimados, aquí yace la tierra de la perversión y la infidelidad, de los placeres carnales y del adulterio, estas almas sin perdón están por la traición que a sus parejas cometieron, y que a su vez estos condenados arruinaron miles de vidas en pro de satisfacer un deseo que pudieron disfrutar de haber sabido amar correctamente a su persona amada, pero ahora ellos por la eternidad devorados por bestias que reptan por su carne yacen, y para el peor de los casos son obligados a procrear con demonios cuya apariencia y tratos los marcará de por vida, este es el segundo circulo. —Dijo Azrael mientras veía directamente a ese lugar mientras soltaba una lagrima.
—"Honroso sea en todos los matrimonios, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros serán juzgados por ley divina" —Contestó Ansel en voz baja mientras veía con horror aquel lugar.
—¿Dónde oíste eso nigromante? —Preguntó Azrael casi impresionado, pero aun conservando tristeza recordando los viejos tiempos de la creación.
—Es de un texto que tengo leído en un libro antiguo. —Respondió el chico
No perdimos más tiempo y bajamos por una colina escarpada directo al valle, sus aguas provenían de las lágrimas de una montaña, aquella montaña era de un pecador que le fue infiel a su amada por lo que pudo contarnos Azrael, en este valle los espíritus de los pecadores colgaban de las paredes de las montañas y de los árboles, incluso habían varias almas fundidas con el suelo que sollozaban y pedían piedad a gritos, en cierto momento nos topamos con algunos diablillos cuyos cuerpos parecían como el de unos enanos desfigurados, vestían ropa rasgada, al ver sus caras pudimos ver lo monstruosas que eran, sus ojos eran anormalmente grandes y grotescamente oscuros.
Tenían una boca desfigurada con una sonrisa macabra y con varias retahílas de dientes puntiagudos, aquellos seres estaban devorando a un hombre que yacía atrapado en un árbol, y poco a poco empezaron a arrancarle la piel y la carne, los gritos de aquel sujeto eran fuertes y sonoros, al ver aquella escena los tres tuvimos miedo a esos seres. Huimos lo más despacio y silenciosamente posible por temor a que hubieran más. Incluso le Preguntamos a Azrael que eran y que castigo le estaban aplicando a ese ser.
—No es mi deber emitir juicios o siquiera exponer mi opinión ante los hijos de mi señor, aunque hombres como aquel merecen más dolor y castigo por todo el sufirmiento y miseria que le dio a sus víctimas, victimas que no podían defenderse de lo que él les propiciaba, es la sangre derramada de este hombre lo que ensucia este lugar, lástima que Satán está más abajo porque solo así este miserable tendría su castigo digno.
—Nunca creí que escucharía eso de un ángel, ¿Cómo puedes decir eso Azrael? —Pregunté con miedo ante sus palabras.
—Mi padre y su hijo, crearon a los humanos, yo soy un hijo de la luz, pero mi trabajo es caminar entre las sombras y he sido capaz de presenciar cada pecado cometido por hombres y mujeres cada que descienden a este lugar, he sido testigo de cada atrocidad cometida, pero esto debería de ser castigado con más dolor, sigamos adelante, este no es el momento de presenciar a las animas de los malditos.
El agua corría y el cielo era oscuro la poca luz que provenía eran provistas por luces a lo lejos de ciudades infernales, aquellas luces usaban sangre de personas torturadas, tarde como temprano llegamos a ver un altar con una mujer en el centro, estaba encadenada, Ansel fue el primero en acercarse a ella, tan pronto como se acercó a ella él se arrodilló y empezaron a hablar.
—Oh alma maldita que ha osado ensuciarse ¿Cuál es tu pecado que te ha arrastrado a este lugar?, de ser posible cuéntame que haces aquí en este extraño altar. —Preguntó Ansel viendo a aquella damisela, ella desconsoladamente empezó a llorar para poco después hablar.
—Maldita sea mi suerte en vida como yo misma ante la poca inteligencia que tuve, mi lujuria me arrastró ante este horrido averno por ser una rompecorazones, oh dime padre si no es la vida una aventura, yo misma fui una noble de una casa prospera.
En el nuevo mundo nos mudamos y nuestras ganancias se elevaron, mi familia buscaba en mí una digna heredera para la herencia familiar, mas para ganármela debía de aprender y ser buena alumna para el negocio.
Mucho es decir que jamás interesada estuve en la educación pues lo mío era el romance, la emoción de estar enamorada de jóvenes nobles y guapos hasta que mis padres murieron. Me dieron la herencia pero no supe cómo invertir ese dinero correctamente y en vicios como el alcohol y las apuestas yo sucumbí, me arrastré más a la decadencia y fueron tantas las fiestas ostentosas que la familia Shantal jamás volverá a los días de gloria por mi culpa, pido perdón por mi ignorancia y por mis pecados, por favor padre le ruego por el perdón de mis pecados, ayúdeme a ir al edén.
—No soy un eclesiástico, soy un nigromante, sus penas me traen tristeza eso está claro, pero mucho es decir que sus pecados la han traído aquí por justa razón, no es mi deber el perdonarte, pero tu alma como premio a mi labor es un buen regalo. —Contestó mi aprendiz con una sonrisa sádica, al terminar de oír eso aquella mujer intentó correr del altar, pero las cadenas que llevaba se lo impedían, su blanco vestido se empezó a manchar de polvo y terminó cayéndose, poco antes de que Ansel pudiese quitarle su alma Azrael interfirió.
—¡Muy noble de tu parte ha sido el escucharla a ella para poder aliviar sus dolencias, pero el intentar cosechar de su alma está en contra de tu deber, hechicero! —Exclamó Azrael ayudando a la noble a levantarse.
—No soy un hechicero, y si he venido a este horrendo agujero entonces será por una recompensa a cambio, el alma de pecadores, pues son ellos cuyas penas son combustibles para los cuerpos sin mente, ¿pues de que sirven ellos que jamás pensaron ni en sus penas ni en el dolor de los demás a su alrededor? —Respondió con ira Ansel furioso de que Azrael hubiese interferido.
—Eres más pecador que todos ellos por tus acciones que has hecho y por lo que intentaste, supongo también arderías muy bien aquí junto a esos condenados. —Con enojo contestó Azrael por lo que a Ansel le mostraba visiones por medio de luces que lo dejaron asustado, una vez estando libre de aquellas visiones Ansel tardó en poder recuperar la compostura pues en esos breves instantes él estaba tirado en el suelo retorciéndose de dolor mientras gritaba en extrañas lenguas.
—Supongo que tienes razón, solo no me vuelvas a hacer eso. —Respondió un asustado Ansel una vez se pudo levantar del suelo, sus pupilas aún seguían dilatadas por la luz de Azrael.
Rápido nos fuimos de aquel altar donde aquella mujer pasaba sus penas estando encadenada, a lo lejos pude ver aquel castigo que a ella acaecía, y es que ella siempre sería utilizada como sacrificio a la impía reina del segundo círculo, dado a que aquella mujer en el altar siempre en su vida retó a Lilith indirectamente por sus acciones perversas y sus infidelidades abundantes, ella ahora era un juguete para las súcubos recién nacidas que cuyo destino con sangre sellarían por toda la eternidad.
Tomamos el camino del oeste y sin darnos cuenta el cielo tan lenta como sutilmente empezaba a tornarse más errático, las almas que en el cielo de nuestro mundo al parecer provenían de aquí, pues esta se movían de formas tan impredecibles y rápidas por las ráfagas extremadamente violentas que las zarandeaban todas ellas gritaban al unísono por el perdón divino y de formas tan variopintas en cuestiones de lengua, aquí podías escuchar los rezos sin fe de hombres y mujeres de todas las tierras que a Arendel osaban adorar, para un orco como yo esto le impresionaba, pues nunca creí que un lugar así pudiese existir, mientras yo veía esto con bastante asombro y miedo mi aprendiz veía esto con suma curiosidad como con impotencia pues él no veía con buenos ojos el no poder llevarse algunas almas, como puedes intuir, una de esas almas gritaba tanto que Azrael nos detuvo, el elfo idiota como siempre no podía resistirse a hacer una ridiculez.
—¿Qué haces palomita blanca?, ¿es que acaso dicha alma tiene algo de especial entre los demás pecadores? —Dijo Isildalf estando al lado de Azrael, la cara burlesca de aquel despreciable elfo era tan odiosa, pero por alguna razón dicho ser de luz optó por ignorar a aquel elfo idiota.
—Oh alma inocente acércate a mí, no temas ante mi presencia, pues yo sé que tu estancia aquí se ha cumplido. —Con un suave tono de voz atrajo a dicha alma mientras cambiaba de forma, su forma cambio a la de un joven mensajero de túnica negra y pasó a tener un cabello plateado puro y brillante, su cara era tapada por una capucha que estaba rodeada por una aureola de un fulgor puro.
—Tus penas has pagado, pues intentaste enmendar tus pecados en vida y estoy seguro que a Dios suplicaste por piedad, hoy por la luz que te brindo te ayudaré a que encuentres la salvación una vez más, que El Señor y su hijo guíen tus camino hijo perdido. —Azrael con dicha forma se arrodilló a rezar y suplicó por la absolución de aquella alma.
—¿Cuál fue el pecado de aquella alma, Azrael? —Preguntó Ansel con sumo respeto mientras se acercó a Azrael para consolarlo, pues estaba empezando a soltar lagrima tras otra sin cesar.
—Vivió bien, pero se desvió al morir, no debería de estar aquí, lo acabo de guiar a su destino que es el cielo, estas almas lo han arrastrado aquí, mis disculpas si no les digo más, pero es necesario no decir más en situaciones como éstas.
—¿Crees que alguien como él pueda rectificar, palomita negra? —Con ira Azrael se aproximó al elfo estúpido, pero antes de castigarlo contestó con un tono muy serio a aquella pregunta.
—Todos pueden rectificar, todos pueden arrepentirse de sus pecados y pueden enmendar sus errores del pasado, solo los descarriados y los condenados a muerte son aquellos que no pueden hacer nada para enmendarlo, tal vez tu deberías de haber muerto en aquella ciudad que destruiste por tu horripilante y herético deseo.
Tras de eso Azrael volvió a usar dichas luces contra Isildalf, el elfo ahora gritaba de dolor y suplicaba porque se detuviese su castigo, tuve que intervenir pues hubo algo en los gritos de aquel elfo que me hizo sentir mal por él, le pedí a Azrael que no siguiese pues de ignorar mi petición él podría ser considerado como un ángel traidor por aquella acción.
—Sabes tienes razón, debo de relajarme un poco, pues, aunque entre la oscuridad camine aún sigo peleando contra ella, es mi deber ser un digno emisario de mi padre celestial.
No tuvimos mucho tiempo para hablar después de esto, pues ante los gritos de Isildalf tuvimos que movernos rápido ignorando el dolor del elfo para así poder llegar al tercer anillo, el problema es que este anillo era largo pues la lujuria es uno de los pecados más grandes según me explicaba mi aprendiz. Según lo que decía su librito ese, durante toda historia humana muchas han sido las víctimas de este pecado, muchos que han caído ante pecados como el adulterio, o la poligamia, más impresionante era saber cómo la historia del humano estaba repleta de vicios como este, supongo que ellos y su débil raza les encanta ver para otro lado antes que la inevitable verdad, todos algún día vamos a morir, para mi especie, esto no es un problema, pues nuestros dioses nos premian por cada muerte que propiciamos y así como podemos arrebatar una vida así mismo nos la pueden arrebatar, no es una buena filosofía de vida pero al menos con base a ello puedes volverte fuerte y fiero como un lobo o morir como un cobarde sin gloria y honor.
¿Porque seres que tanto ostentan que sus dioses son de amor y paz le temen a tanto a la muerte que han tenido que buscar maneras de ignorar esta realidad por medio de dejar libres sus deseos más inmorales? Como sea. ¿De que puedo hablar si según estos granujas mi especie representa la ira y la violencia? No creo que sea justo comparar mi especie con la suya, los problemas que podamos tener no son los mismos que ellos tienen, pues en primer lugar ellos son los que vienen a fastidiarnos cuando nosotros celebramos nuestras festividades diciendo que son profanas y que por ello nuestras aldeas deben de ser exterminadas, parece ser que ellos mismos se contradicen cuando hablan de nosotros, pero qué más da, si ellos entre sí mismo se matan, entre sí mismos se odian, entre sí mismos se excluyen, ellos son más caóticos que nosotros que adoramos a la guerra como un deporte y como un paso a la asunción a nuestro reino.
"Cambium Personarum"
Tal vez sea más interesante que veamos a la mente más curiosa de Ansel, ya vimos la aventura ante la forma de pensar de Sög, y gracias a él pudimos ver ciertas cosas interesantes, ¿No crees estimado compañero?, es para un ángel como yo una labor grande el tener a personas como estas en un lugar donde la naturaleza oscura y profana se unen con tu ser para provocarte una extraña sensación de miedo e incomodidad.
"Ansel"
Pero si lo piensas bien, a la vez termina provocando una extraña curiosidad de querer explorar y conocer de lo que estos oscuros parajes te pueden ofrecer y de primera mano y por obra mía te digo que es normal en la naturaleza humana la sed de conocimiento y de osar aventurarse en aquellos lugares que rara vez podría observar en su vida diaria, y es que los entiendo, pero no vale la pena el querer mancharse uno mismo como para entrar a este reino donde su únicos pobladores son aquellos que desean su liberación.
He sido designado para poder guiar a los hijos de mi padre a su juicio pero no es raro que internamente sienta yo el dolor de ver almas descender al reino de las tinieblas, no es raro para aquellos quienes me acompañan el verme llorar al ver los juicios de las almas, no es mi intención el negar de mi estatus como merodeador de estas tierras, pero siento algo cada vez que veo a gente como este joven, lo veo y siento tanto pena como tristeza de verlo, es difícil para mí ver como alguien como él siente más intriga y curiosidad por lo profano y como huye y reniega de la muerte, y todo por el hecho de que siente miedo en el interior, algo que él tal vez jamás admitirá.
Bueno mis estimados compañeros de viaje les contaré mi versión en este relato, estaba hasta cierto punto impresionado de este lugar, no es algo como lo que te describen los hijos de Arendel, es hasta cierto punto mucho peor, era grotesco a su propia manera, es cierto que para algunas personas se les haría difícil el encontrar interesante o aterrador a este lugar por algunos tipos de aspectos, pero estando en el anillo de la lujuria opino que es cuanto menos enervante.
Aquí los pecadores sufren de formas particulares pues reviven sus momentos de muerte y luego son usados como "alimento" para algunas clases de demonios, al menos hasta pude observar, aunque con ciertas limitantes como un ángel que te impide pasar mucho tiempo en este sitio para investigar o experimentar con ciertas cosas que aquí acontecen podrás darte cuenta que en realidad mi carencia de explicaciones acerca de algunas actividades demoniacas son muy limitadas y más si tomamos en cuenta que algunos libros de demonología que a duras penas oculté dentro de mi ropaje de celda están desfasados en cuanto a información, aunque que espero de una iglesia cuyos integrantes creen que toda la magia es demoniaca.
En mis años como nigromante he estado en una cuerda floja en cuanto a moralidad pues he usado almas de personas un tanto particulares, como guardias corruptos, ladrones o incluso otros comerciantes embaucadores que rivalizan contra nosotros de forma agresiva en varios sentidos, así que verás, esas almas las uso para algunos sacrificios a mis dioses o para ganarme la simpatía de algún monstruos o ser como algunas mantícoras o algún wendigo, pero en realidad no se me puede culpar del todo como alguien malvado, pues como ya expliqué uso almas de pecadores, y es que en otras palabras solo apresuro el flujo de algunas personas en conocer su lugar de descanso eterno, que emoción que aquí haya tanto que explorar y aprender, pero que tragedia es que nuestro guía Azrael no permita que un nigromante como yo aprenda una forma de cómo usar este lugar a su favor, tal vez hasta cierto punto y considerando mi fuerza actual sea correcta su decisión.
Era este lugar tan oscuro que apenas podíamos ver lo que había más adelante, era como estar en una noche eterna en un espeso bosque cubierto de árboles y es que creo que esta metáfora es insuficiente para describir lo horrible que era ver en este lugar, aunque no creo que sea tan horripilante esa cuestión, lo aterrador de estar aquí es la atmosfera opresiva que te hace sentir este lugar, pues en más de una ocasión escuchábamos los rugidos de seres gigantes custodiando los reinos infernales de algunos grandes señores del segundo abismo como vendrían siendo Lilith o Minos, e incluso creo que entrarían otros como bafometto, pues en los libros que llevo los mencionan como padres de la lujuria, excepto por Minos que es solo el que juzga a los sucios pecadores de este círculo.
En ocasiones se escuchaban sollozos y gemidos y si teníamos mala suerte podíamos presenciar ante nuestros ojos como los demonios de este lugar usaban a los infieles como decoración en las ciudades, pues con magia los hacían sentir dolor en vez de placer cada que ellos eran obligados a procrear, su cuerpo se sentía en un dolor agónico, que en palabras de uno de ellos, nos dijo que lo que sentían era como si un ardor inmenso penetrase a lo largo de espinas todo su cuerpo hasta hacerlos sangrar internamente por el cansancio extremo en el que se encontraban y que este era aumentado hasta límites inhumanos solo para que sus torturadores escuchasen sus gritos.
Aquellos seres que vigilaban a sus señores eran de formas variadas pero casi siempre coincidían en algunos aspectos como la altura o en que sus caras estuviesen ocultas todo el tiempo, su cuerpo en algunos casos eran delgados y llenos cicatrices, vestían armaduras y taparrabos, en sus armaduras tenían el símbolo de su amo en cuestión, desconozco como era su visión o siquiera como era que ellos percibían su alrededor pero si sabía que su comportamiento era totalmente agresivo, cualquier alma o demonio que rondase cerca de ellos era devorado o brutalmente descuartizado y solamente se detenían hasta que aquellas animas quedaban totalmente pulverizadas en un charco de sangre que lentamente sería regenerado y puesto en su lugar por extrañas fuerzas que poco puedo entender más allá de extrañas artes de magia demoniaca.
En todo el camino sentí una extraña sensación de curiosidad, en algunos instantes podía escuchar el sonar de violines y arpas tocando una melodía tan perfectamente ejecutada con una armonía tan fina y una composición tan extravagante como única, era algo insano y poco común para un lugar tan lóbrego y oscuro como éste, donde las almas que lo habitan dejaban atrás el arte y la virtud detrás únicamente para ceder paso a sus ambiciones carnales cometiendo pecados de múltiples y abyectas maneras que por respeto a ti y a tu persona omitiré en esta ocasión.
Ya más acercados al final de este anillo lo peor es donde se encontraba en cuestiones pecaminosas y perversas, era tan asqueroso y aberrante los crímenes cometidos en esta parte que de describírtelos tanto a mi como para ti nos haría retorcer del dolor y nos haría vomitar y es que del menos asqueroso caso de culpa de estos aberrantes se trata de un hombre que sentía un placer al canibalizar personas inocentes mientras les otorgaba el máximo dolor posible, es aquí donde debo de detenerme pues incluso alguien como yo tiene sus límites en cuestiones como estas.
Regresando al asunto de dicha exquisita melodía, sentí el deseo de seguir aquél bello ritmo dulce y difícil de imitar por cualquier ser humano, elfo o inclusive humanoide, era tan perfecta que algo en mí se sintió hipnotizado, y sentía que era mi deber el ir a investigar aquella hermosamente insana melodía que hacía sentir blando y tibio mi corazón casi como si me sintiera enamorado de alguna bella mujer cuya alma es pura e inocente y cuyo cuerpo recuerda al de una ninfa de lago que con una sonrisa radiante hace de mi ser alguien más noble y bondadoso.
Así mismo Azrael debió percatarse de que me separé del grupo para tomar un rumbo hacia al este el cual poco recuerdo como hice para llegar más allá de seguir dicha sonata tan vívida y armoniosa, lo que si recuerdo es que en algún punto de mi excursión hacia la ubicación de aquella canción me encontré con un palacio tan fino y tan decoroso que parecía de un varón tan rico y elegante y mientras más me acercaba aquella melodía que tanto me hacía vibrar de tan fina que era.
Cada vez más que me acercaba dejaba de lado la virtuosidad de los instrumentos para degradarse insanamente, se volvía repetitiva y pasaba a incluir canticos insanos de voces de seres enfermizos con tonos graves y desafinados que parecían coros de condenados que adoraban a lo más bajo de las pasiones y en cada estribillo se repetían palabras de oscura índole ocultista en una lengua primitiva y poco desarrollada.
Entrada a la puertas de la mansión los ritmos de violines y arpas se silenciaron y ruidosos tambores empezaron a tocar aquellas horribles melodías pero ahora aquellos quienes tocaban y cantaban dichos himnos pervertidos se hicieron presentes en la antesala y vestían horrorosas vestimentas dignas de mujeres y hombres cuya naturaleza ignorantemente y descarriada les nublaba el juicio del decoro, sus vestimentas eran simplonas pero enfermizas, dichas eran de colores tan chillantes que lastimaban mis ojos y usaban alhajas doradas que tenían diseños basados en simbología demoniaca provenientes de este anillo lujurioso, sus cabellos estaban descuidados y tenían en sus ojos gemas negras que sollozaban sangre fétida, más dolor ellos no sentían a pesar de los cortes en sus cabezas y las cicatrices en sus flagelados cuerpos, solo obedecían un impuro júbilo basado en el oscuro placer del sexo fetichista y la violencia sin sentido.
Si afuera aquel palacio era hermoso y fino en sus detalles como un jardín muy bien cuidado o incluso algunas estatuas finas de antiguas deidades esculpidas con sumo cuidado, por dentro parecía algo espantoso, toda clase de perversiones se cometían en este este edificio maldito, seres pesadillescos y deformes gemían mientras copulaban en baile macabro donde todo tipo de sacrificios se ejercían en un fuego cuyas luces eran de colores que escapaban de la comprensión humana.
Estos seres copulantes usaban mascaras para evitar que les vieran sus horripilantes rostros deteriorados por la maldición que para ellos era tan relajante y liberador, sus caras debajo de estas mascaras parecían aplastadas y chorreantes por el calor ejercido por el fuego de aquél ritual de calaña orgiástica, aunque para este punto yo deseaba salir de este mísero y repugnante lugar sentía como era arrastrado a una habitación alejado de toda luz.
Pero también alejado de aquellos deformes seres, la puerta de aquella habitación era de ébano tan finamente contorneado, mientras que en la antesala habían cuerpos colgantes y desmembrados el pasillo habían dos estatuas que eran dos pecadores intentando besarse pero siendo heridos por una lanza cada que se acercaban el uno al otro, no había nada más que destacar pues dentro no había nada que diese luz salvo el fuego de dicho aberrante rito, no quería abrir dicha puerta pero había algo que me impulso y era aquella melodía que jugaba con mis pensamientos y por más que luchaba más mi mano se acercaba hasta alcanzar la perilla y entrar a aquella aterradora habitación.
Dentro de esta recamara estaba una bella mujer que con un cuerpo hermoso tan escasamente vestido y con un rostro angelical cuyos pequeños cuernos estaban decorados con una espiral de oro, su piel de color caramelo ligeramente claro me provocaba a acercarme a ella pues tenía una silueta tan bella su cuerpo era tan hermosamente perfecto y susurraba sus palabras las cuales sonaban como un canto hedonista sumergido en un éxtasis infinito, ella era Lilith, la matrona infernal y la impía hija que a la humanidad condenó. Había algo en ella que me hizo sentir relajado de manera sobrenatural su forma de hablar era suave y recatada, muy al contrario de su forma de actuar que era la reina de la lujuria, sentía miedo de morir pero algo de ella me hacía arrastrarme hacía su dirección, tan pronto estuve a unos pasos de ella lascivamente se deslizó sobre de mí cual serpiente a punto de morder a su víctima, algo andaba mal pues ella emanaba un hedor dulce como el de una planta, no era perfume al menos eso es lo que yo pienso era más como un olor al néctar en bruto, ella observaba mi miedo y al parecer disfrutaba de mi presencia de una forma bastante extraña pues en vez de atacarme ella solo me observaba.
—Eres muy joven inquisidor, dime que es lo que estás buscando, ¿Es placer lo que te mueve o es que osas acabar con mis adoradores para que yo pierda mi poder? —Me preguntó la marquesa del segundo anillo con un tono seductor.
—He sido traído aquí por la extraña melodía de esos horribles seres de afuera, aquellos que sin cesar procrean monstruos deformes y asquerosos como ellos mismos. —Respondí con miedo mientras intentaba retroceder de ella.
—No insultes a mis hijos que por su madre se arriesgan a que hombres como tú, que por Arendel profesan palabras hipócritas los empiecen a matar de maneras crueles, mientras de manera inútil intentan pelear aun sabiendo que la lujuria los ha devorado y ya no pueden abandonar los impulsos insanos de reproducirse. —Contestó enojada, pero conservando su tono provocador.
—Es horrible en lo que se han convertido, ¿Cómo es que les has hecho esto?
—Dímelo tú inquisidor, ¿pues no tú también has dejado a gente en un estado deplorable solo para sacar información de supuesta herejía? —Su mirada me daba una extraña sensación de paz, pero algo en mí me decía que no debía estar aquí, que debía atacar, pero no lo hice, ella no me había hecho nada, al menos no parecía querer matarme aún.
—No soy un inquisidor, soy un nigromante, ahora dime porque estoy aquí. ¿Cuál ha sido el propósito de haber visto a esos grotescos seres sin mente y porque estoy en este cuarto contigo?
—¿Cual crees que es? Te necesito para mis crías, más específicamente para alimentarlas esa es la única razón.
Entonces ella se abalanzó sobre mí tirándome y dejándome a su merced, intenté agarrar mi cuchillo para defenderme antes de que ella hundiese sus garras en mi cara o en mi pecho, sentía el tiempo pasar de forma tan rápida que una vez agarré el cuchillo de mi sotana-cinturón se lo clavé en el brazo y se lo raje para ganar algo de tiempo y poder salir, pero algo iba mal.
Y es que no era mi plan en si lo que andaba mal era ella que casi ni soltó una gota de sangre, de hecho de aquella herida que le causé empezaron a salir raíces leñosas de ella, estas soltaban un extraño liquido fétido casi putrefacto, en definitiva era claro que ella no era Lilith.
Era una Mandrágora infernal que se hizo pasar por ella. Aunque me liberó solo lo hizo para quitarse su piel y mostrare su verdadera forma que era parecida a una flor atrapamoscas que babeaba por roer mis huesos y devorar mis entrañas, en el cuarto había unos esqueletos y cadáveres a medio comer que aún estaban hasta cierto punto frescos, ante eso se me ocurrió una idea, aunque no sabía e incluso ahora que redacto esto dudo que haya sido muy buena, pero era llevar a cabo algo y rápido o ser digerido toda la eternidad por una planta demoniaca.
Entonces fue como con un hechizo levanté a los muertos de la habitación, muy al contrario de lo que has podido leer en algunos libros los hechizos de la nigromancia no funcionan por medio de solo aventarle una ráfaga de aire mientras gritas al cadáver y así como así termina despertando, de hecho digamos que en realidad para los esqueletos terminas invocando sus almas por medio de vapores oscuros que hacían brotar hiedras del suelo que cubrían al cuerpo en cuestión hasta que este estuviese bien sujetado, al haber varios huesos creé una monstruo al que llamé legión.
Varios esqueletos se unieron en un extraño amasijo de hiedra que solamente podía moverse por medio de arrastrarse a cuatro patas, lo único bueno es que servía como distracción hasta que pudiese revivir a los cuerpos con carne suficiente como para caminar y atacar de manera óptima, el monstruo legión mordía a la mandrágora en varias partes tales como su tallo el cual derramó una sangre muy espesa mas aún estaba lejos de morir la planta infernal.
Legión arañaba y mordía cuanto le era posible pero aquella planta lo estaba rompiendo poco con cada golpe que le daba, una vez pude levantar a los muertos los envíe a atacar cada una de sus raíces que la sostenían, al haber bastantes cadáveres con carne suficiente como para moverse, todos y cada uno empezaron a cortar sus raíces y aunque la mandrágora les devoraba sus cabezas los zombis en respuesta le daban estocadas en los lóbulos lo que la dañaba seriamente. Ya una vez cortadas las raíces dicha planta cayó y ordené a mis no muertos devorar a la mandrágora, sus chillidos agónicos ahogaban de ruido la habitación, aunque estaba muriendo lentamente aquella planta me permití llevarme parte de su alma conmigo pues siempre había querido experimentar con el alma de seres como estos, rara es la ocasión en la que puede un nigromante el jactarse de tener un alma demoniaca en su inventario para algún experimento.
Pude ver como aquella planta estaba secándose lentamente tras cada mordida de mis no muertos aliados, sus alaridos de dolor cada vez se aminoraban y se convertían en susurros agónicamente apagados mientras yo veía a mis creaciones comer. De repente alguien abrió la puerta, ese alguien era Sög, que bastante furioso la terminó abriendo de una patada y detrás de él estaba Isildalf que gritaba como un idiota cobarde ante los seres horrendos que los estaban persiguiendo.
—Maldita sea ya no tengo más cuchillos para lanzarles. ¿Qué hago verdoso? —Gritó Isildalf mientras entraba al cuarto corriendo despavoridamente.
—¡Pues que más, échales mentadas que también les duele! —Dijo Sög mientras intentaba cerrar la puerta, aunque de forma inútil pues aquellas aberraciones se las arreglaron para tirar la puerta a base de golpes y arañazos.
—Todo esto es tu culpa Ansel, la próxima vez que quieras irte de expedición para morir que no sea mientras un ángel nos esté guiando para que luego como castigo nos arrastre a un palacio lleno de fenómenos horripilantes solo porque al chamaco se le vino en gana querer seguir una melodía estúpida. —Sinceramente le temía más a Sög estando enojado que a la horda de cultistas horribles que nos estaban asediando.
—¿Y qué querías que hiciera? Esa música me hipnotizó, apenas y podía pensar en lo que estaba haciendo, mira dame un segundo para que lo arregle. —Dije esto estando nervioso hasta el tuétano pues cada vez más se acercaban dichas cosas extrañas que apenas puedo describir como seres humanoides, para poder escapar mandé a legión y a los zombis para atacarlos lo que funcionó bastante bien para empezar mi plan.
—¡Sög, rompe la ventana, hazlo o moriremos! —Grité a todo pulmón mientras intentaba hacer que los zombis no se terminaran rompiendo por tantos arañazos, pues, aunque no eran muy fuertes esas aberraciones sí que eran muy rápidas y atacaban en manada.
—Espero tu plan funcione o si no espero te guste ser comida de demonios de baja estirpe.
Tan pronto terminó de golpearle la cabeza a una de esas cosas rompió la ventana con su martillo, los zombis nos ayudaron a ganar algo de tiempo, apenas salimos de aquel extraño palacio corrimos directo a Azrael quien estaba parado pacientemente en la reja de entrada de la mansión.
—Espero te haya gustado aquella aventura con la falsa Lilith, la próxima vez que hagas algo así me encargaré de sedarte lo suficiente como para que ningún ruido o sensación te provoque de nuevo. —La cara de enojo de Azrael lo decía todo, no parecía estar alegre después de lo que me pasó, aunque no lo culpo a él ni a los otros, yo igual me siento algo molesto conmigo mismo por haberme dejado llevar por dicha música.
Después de lo que supongo sería una hora volvimos estar cerca del tercer anillo aunque ya estábamos algo cansados para seguir adelante, ante esto Azrael quien no contento con esto con dificultad nos ayudó a encontrar una cueva cerca del río estigia, tuvimos que acampar por hoy en este lugar si bien usamos un atajo para no tardar mucho en estos valles el mismo tamaño de este anillo era inmenso tal vez menos que el anterior pero aun así, necesitábamos de algo de descanso para seguir adelante, acampar no era una opción en un lugar como este, los demonios siempre rondan en cualquier lugar y el quedarse mucho tiempo en un mismo sitio era una petición de ser devorado por cualquier clase de ser abominable que se te venga a la cabeza.
Por esa misma razón solo pudimos quedarnos un rato en este lugar por cosa de dos horas solo para comer, dormir o incluso solo platicar entre nosotros.
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