Fuego de Dite.
"Isildalf"
Tomé un rato para despedirme de nuestro barquero que nos ayudó a cruzar al sexto circulo.
—Gracias Flegias, supongo que es hora, ¿No? Como sea, mira siento que mis compañeros sean un poco...
—No pasa nada con ellos fue una aventura interesante, no había visto a un buen combatiente desde hacía milenios, ese orco y ese chico son grandes compañeros, cuídalos bien, se ve que tienen esa extraña chispa que hace que la vida sea vista como una comedia, al menos eso me imagino. —Dijo Flegias con alegría, antes de zarpar al horizonte.
—Tal vez, aún me siento con dudas con lo que debo de hacer, hay algo en ellos que me agrada, incluso ese orco, aunque me diga apodos estúpidos, ese orco me agrada de algún modo. Pero mi lealtad fue para estos seres infernales, también lo fue para aquellos como Hades o Kali, me siento muy confundido Flegias.
—Ay, elfo estúpido, si no estuviera tan alegre en este momento te estaría dando una increíble golpiza para que dejes de pensar en idioteces, en ellos está la respuesta, ¿Oíste Isladalf?
—Mi nombre es Isildalf. —Contesté seriamente corrigiéndolo al confundir de la forma más tonta mi nombre.
—Como sea, es parecido, ahora para dejar de hacer tiempo, recuerda, si quieres seguir cargando con tu dolor el resto de tu vida ya sabes a quienes obedecer, pero si por otro lado deseas ver una nueva vida y encontrar una nueva razón para vivir, es entonces con ellos dos con quien debes de estar, te lo dice este pecador, no ganarás nada al servir a dioses y seres caídos y de conseguir algo será únicamente será dolor eterno y cadenas que te arderán eternamente, queda de ti si hacerme caso o morir como el esclavo que fuiste y eres. —Su respuesta me tocó. ¿Cómo sabía eso? Nunca hablé con él de mis penas.
—¿Cómo sabes que fui un esclavo?
—Vamos sabes con quien he estado hablando, mientras tú y el niño paseaban por aquel extraño palacio de cristal yo hablaba con el orco, y me contó de ti, él se puso algo sentimental, a veces hablaba un poco cortado, pero creo que es por su edad, si eso mismo me pasa a veces. —Dijo Flegias riéndose un poco, no supe que responder, así que decidí darle de nuevo las gracias al barquero, y me fui con Sög y Ansel.
A lo lejos Flegias se despidió de nosotros.
—¡Adiós mortales! ¡Reclamad más cabezas, pues en este hoyo nos hace falta más acción y unos guerreros como ustedes son un regalo divino! —Todos nos despedimos de él, Sög sería el que más le deseó más buena suerte en su partida mientras que Ansel se despedía animosamente con cortado, buenos deseos hacia el barquero.
—¡Cuídate Flegias! ¡Que tus penas sean menores a tus cantidades de trabajo! —No supe que más decir, pero creo que se lo tomó a bien, creo que dijo algo de mí.
—Es... Elfo...Id...Chin...Ma... —Si creo que algo me quiso decir espero le vaya bien
Bien estuvimos en la costa un rato y a unos pasos la puerta de Dite se encontraba tan grande y titilante como solo el maestro Dante la pudo describir en aquellas épocas perdidas.
Azrael me conversó por unos minutos de aquella puerta y de aquellos dos aventureros que vinieron, y como los siguientes también continuaron con la búsqueda de la luz y la sanación en su interior, y todo por una persona importante en la vida de cada.
El primero el antiguo cruzado que arrasó a todo ser aquí habido solo para salvar el alama de su amada y la de él mismo, y luego me contó de la travesía de un poeta cuyo dolor y confusión lo hicieron seguir las palabras de su muy bella amada y alabada musa, algo que pude tomar de toda la conversación es que debería de enamorarme de nuevo supongo, solo así podría salvarme, eso o de que me convierta en poeta, la verdad es que creo que me vendría bien hablar del amor en un libro, eso o hablar de las delicias que he probado, ambos son temas muy tentadores.
Yo seguí viendo dicha puerta, sentía desolación al imaginarme lo que sea que pudiera estar ahí, se sentía cansado pensar cuanto ya caminamos a través de estas tierras malditas y sombrías donde el pecador y el injusto exhalan su último aliento. Cuanto más piensas en ello más nervio te entra, más desmotivación sientes, algo me hace sentir culpable supongo, el chico y el orco se encuentran bien, yo por mi parte solo espero lograr salir de este viaje sano y salvo, no me importa ya lo que pase, solo quiero salir de aquí, sea como sea.
—Isildalf, sé que estas desesperado, pero mira el lado amable de todo esto, mientras tu y ellos están aquí sus acciones están ayudando a los de la superficie, cuando esto acabe verás el bello resplandor del sol y su calor de nuevo, podrás sentir el cálido abrazo de un nuevo tú que con valor se enfrentará a los peligros del futuro, no lo verás hoy pero son los esfuerzos los que determinan nuestro destino, no hay nada escrito salvo la muerte, desde el hombre más justo hasta el rey más déspota comparten el camino al final, la diferencias son las acciones, ellas hablaran por ellos en el más alto tribunal.
—Me haces sentir aún peor al imaginarme eso, ¿Y si no tengo salvación? ¿Qué tal si lo que estoy haciendo es solo porque no quiero morir? —Pregunté muy decaído mientras me sentaba en el suelo.
—Vamos Isildalf, sabes bien que no eres esto, sabes que lo que deseas es salir de esos lares, si lo que deseas es redención entonces tu vida larga te ayudará a encontrarla, solo es cuestión de aprender, mira a los humanos. ¿Por qué crees que Ansel es nigromante?
Me quedé pensando un buen rato, no sabía que contestar, solo quería que esta sensación pasase pronto, no me he sentido bien desde que toqué tierra.
—Es porque es humano. —Contestó Azrael viendo que no sabía la respuesta y por mi poca participación.
—¿A qué te refieres con eso? —Respondí confundido a Azrael que manifestó un banquito de madera muy fina y bien tallada.
—Me da gracia la naturaleza de los humanos simplemente, pero también me preocupan ellos, son tan indefensos en un mundo que es peligroso e indiferente a sus vidas, mírate nada más eres un elfo, naciste con una belleza inigualable, con un carisma que pocos tienen, y una suerte que muchos matarían por conseguir.
—¿Suerte? —Pregunté entre risas.
—Claro, cualquier otro orco te habría matado, en otras condiciones los hijos del Leviatán te habrían matado ignorando la supuesta profecía que solo unas pocas ordenes siguen con fervor, si no has muerto es porque tu suerte y alguien más te quiere bien, yo sé que en el valle de las sombras uno puede observar aquellos males del hombre, pero... ¿Estás seguro que es así para todos y cada uno?
—Supongo que no. ¿A qué se debe tu pregunta en todo caso?
—Aunque ande en Valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno. Eso fue escrito miles de años atrás en épocas donde la oscuridad asolaba al pueblo de Israel, nuestro trabajo era más pesado y más inmiscuido con la vida de los humanos.
Condenábamos a los reyes que a la idolatría se sumían, Mastema fue uno de los ángeles que trajo destrucción, fue él quien hizo que un imperio cayera presa de su propia ambición de mostrar su grandeza; los humanos siempre desean dejar un rastro donde sea que se pueda, da igual si es en pintura o en construcciones ostentosas.
Es el miedo a la muerte lo que a ellos los suele azotar, yo he visto a varios humanos recurrir a superchería barata para extender su vida de formas inimaginables, desde el uso de amuletos con letras en idiomas inexistentes hasta la promesa del alma a seres oscuros. —Cuanto más me hablaba de ello Azrael menos entendía su punto.
—¿Entonces me dices que tengo salvación aún? —Pregunté para ir directo al grano.
—Todos tienen el tiempo, todos tienen la oportunidad, aquel que diga que no es porque no ha visto las maravillas que el mundo tiene, maravillas que mi padre creo, maravillas que se ocultan en cada paso, tú, Isildalf eres parte esencial en aquella profecía profana, incluso si es cierta o no. ¿No valdría la pena salir solo para saber qué pasó con aquellas mujeres que te cuidaron, o al menos con la más joven? Si estos demonios ganan, si Molock saliese a la superficie, ella, y las que quedan podrían morir, piénsalo Isildalf.
Supongo que Azrael tiene un punto, como sea creo que voy a ver a esos dos ya se tardaron ahí sentados, aunque, ¿de qué hablo yo en primer lugar?
Me acerqué un rato para tener un poco de conversación con ellos, para ignorar esa sensación que tenía, era culpa creo, no sé qué era exactamente.
Vi que esos dos tenían un cuchillo y con eso hacían dibujos y diagramas de la muralla, así como de las posibles defensas que la ciudad puede albergar, pensaron en diferentes ideas por lo que pude ver ya que había diferentes dibujos de la muralla.
La idea actual trataba de que Azrael abriera la puerta con su hoz por medio de diversos cortes, no parecía una buena idea sinceramente, de hecho, me parecía un poco llamativa en un mal sentido.
—Creo que esa no es una buena idea, Dite es una ciudad grande y los demonios son muy fuertes, mejor sería irnos a buscar una entrada por el alcantarillado, podríamos ir más rápido al séptimo circulo de esa manera. —Comenté mientras me agachaba para ver más de cerca los diversos planes.
—Ansel tú eres el experto en estos temas habla con él.
—Bien, veamos Sög, creo que tiene un punto a favor, de hecho, esa misma táctica se usó en la guerra de Mas 'tasar en la invasión del reino Fruven a manos del imperio de Aquilonia, el problema es que estamos en alcantarillas infernales, los peligros aquí son más severos y constantes, no sé cómo haremos para que no nos toque encontrarnos con seres más grandes que nosotros mismos. —Comentó Ansel mientras consultaba uno de sus libros de que tenía en su túnica.
—Ahí Azrael puede ayudarnos, si el hace lo mismo de mantenernos cerca de sus alas podríamos pasar desapercibidos por los diversos entes que se puedan acumular ahí.
—Tal vez eso funcione, pero donde habremos de ir para salir a un lugar que no sea un eterno precipicio, suponiendo que lo que separa el sexto anillo del séptimo es aquel cañón casi infinito. —Reconozco que esa es una muy buena pregunta.
—Entonces deberemos de salir a la superficie antes de llegar al fin del anillo. —Comenté buscando una forma de salir que se adaptase fácilmente en caso de ataque alguno.
De pronto vimos una legión de demonios volar, no nos buscaban pues nos ignoraron apenas lograron tomar vuelo, parecían huir de algo y algo muy fuerte.
—¡Huid insensatos, aquel innombrable yace enloquecido y los busca! —Grito un demonio de baja calaña.
—¡Moveros inútiles, moveros, pues de encontrarnos él nos atormentará por siempre! —Gritó el jefe de la legión quien parecía estar más alarmado que el resto.
A lo lejos en Dite se escuchó un rebuznar feroz, con una lujuria y locura extraña, una risa psicótica salió de la ciudad y de pronto una lluvia de fuego empezó a manifestarse dentro de la ciudad purgando a los mismos demonios que seguían ahí. Escuchamos gritos ahogados y desgarradores chillidos de aquellas alimañas que aún tenían el infortunio de seguir adentro.
—Matar, matar a los cobardes, matar a los débiles, todo aquello que me recuerde a él lo habré de matar, ni él consejo podrá detenerme ahora que yo reino en este lugar. —Gritó un ser cuya voz estaba en un éxtasis malsano y a veces entre palabra había en rebuznos que sonaban asquerosos.
A través de las desgastadas murallas de un color grisáceo con acabados insanos como púas y cadenas con espinas mantenían a cadáveres colgando como premio de caza, nos heló la sangre la idea de tener que enfrentarnos a un maligno regente de este anillo cuyo poder nos pudiera sobrepasar de maneras insanas.
Solo podíamos esperar lo mejor estando bajo el cuidado de Azrael y nuestras maquinaciones muy intrincadas, pues si algo he aprendido de estos dos es que apostar en su contra suele acabar en situaciones de peligro desmedido.
Sabes alguien como tú entenderá que un elfo como yo tomaría como fruslerías el plan de cualquier especie no élfica y de funcionar tomaría todo el crédito para más recompensa en mis manos, pero con ellos creo que mejor no.
Al menos, en lo que a mi seguridad respecta, pues viendo cuantas cosas ya he vivido con ellos mejor me aguanto a preguntar y doy por hecho que su plan funcionará, por más estúpidamente espontaneo y a la vez sobrepensado que sea.
Incluso si eso es paradójico para ti, verlos a esos dos son ya de por si es y sería una paradoja, y no puedo agradecer más por ello, ya que para eliminar un error a veces necesitas de uno más grande según dicen los humanos estúpidos.
Como sea nos acercamos a las puertas de Dite, a simple vista pudimos darnos cuenta de lo gruesas que eran las puertas en sí, intentar cortarlas haría efecto, pero tardaríamos mucho y a la final llamaríamos la atención de aquel regente, lo mejor era ser cautos y sorpresivos un ataque sorpresa podría ayudarnos considerando que no sea una masa de músculos también.
De acuerdo a unos pasajes de los varios libros de Ansel pudimos ver ciertas estrategias que podríamos adoptar en los que nuestra infiltración se llevaba a cabo, nos percatamos de que la ciudad de dite tiene pasadizos subterráneos los cuales funcionaban como vías de suministro de gas para hacer arder a los pecadores.
Encontramos una forma de entrar directos a esas vías como explicaba ahí los demonios llevaban los tanques para hacer funcionar dichas torturas, pero dado al ataque y al ver que aquella legión escapaba supusimos que la resistencia podría ser baja pero tuvimos que estar preparados por si habría más resistencia a la pensada.
Nos armamos de valor y nos equipamos con lo que ya habíamos obtenido, Sög se puso su nueva hombrera que había conseguido de Ansel, yo agarré la daga debido a mi experiencia como asesino y Ansel se quedó con el cañón de mano y viendo su belleza lo llamó de un modo singular. Llamó a aquel cañón con el nombre de "Piedad y Clemencia". Le pregunté de ese nombre y contestó con suma seriedad una frase muy extraña.
"Muestra piedad a tu enemigo y algún día buscará venganza por cualquier desaire insignificante."
Entramos por aquella ruta de suministros que estaba fortificada por unas barras de acero las cuales Azrael pudo derretir con sus manos, entonces desde ahí es como llegamos a la vía ya muy mencionada.
No era de esperarse el encontrar algunos demonios de baja estirpe en este lugar, los matamos a todos sin esperar a que uno atacara, era mejor golpear primero y preguntar después, el esperar a que uno de ellos suplicara por su vida era una mala idea y ahora comprendo lo que quiso decir Ansel, no había forma de dejar a estos seres con vida incluso se ellos temían al regente ese sus chillidos o cualquier reacción podría alertar a ese ser, por ello todos nos dispusimos a hacer ataques cuerpo a cuerpo rápidos y sin piedad de por medio.
Las paredes mohosas y resquebrajadas adornaban este lugar tan caluroso, unos pasos más dimos y dejando atrás los cadáveres de aquellos diablos de menor rango estando dentro de una trifurcación tuvimos que usar los poderes mágicos de Ansel y ver que había en cada camino, por medio de unos fuegos fatuos pudimos saber que en el camino de la izquierda habían muchas bestias retorcidas, según veía Ansel el camino de en medio era el más seguro pero largo, solo habían esqueletos y cadáveres a medio comer, sin ningún rastro demoniaco por ningún lado, el derecho era el más rápido pero lleno de trampas llegados a una puerta de roca solida cuyo acertijo era muy extraño e incongruente.
Apagando los fuegos fatuos regresaron unas fracciones con forma de un espeso humo que el buen Ansel aspiro con mucha fuerza, según dice el muchachito este es parte de su alma la que tuvo que usar, créeme que no entiendo la magia al igual que su amigo orco así que no esperes una gran explicación de mi parte acerca de cosas como estas, pero si hablar de algo quieres podríamos conversar de lo que hicimos después de llegar a un acuerdo de que camino tomar.
—¿Y si tomamos el camino corto mejor? —Preguntó Azrael mientras cubría parte de su rostro entre las sombras a excepción de sus ojos los cuales resplandecían muy fuertemente.
—Como quieras Azrael, si quieres ir ahí pues ahí vamos. —Contestó el Sög con despreocupación digna de un orco que parece no pensar más allá de sí mismo y de los interminables peligros de su alrededor.
—Wow, creí que tendría que obligarlos o tener que debatir al respecto de eso con ustedes.
—La verdad es que ya damos por hecho de que si o si terminaremos eligiendo el camino más peligroso y que nada que hagamos evitará que terminemos con algún hueso roto o una nueva cicatriz. —Contestó Ansel mientras leía algunos hechizos de nigromancia en uno de sus libros que tiene en esa túnica. ¿Dónde los guardará? ¿Donde?
—Oigan yo pienso que deberíamos de... —De pronto todos me voltearon a ver con los ánimos ya por el suelo solo en que abrí la boca, mendigos amargados, deberían de tenerme más respeto pues soy yo quien les he salvado la vida con mi lampara.
—Mira orejas picudas, damos por hecho que tú nos odias, así como también te odiamos recíprocamente, pero si fueras amable de callarte unos minutos más te lo agradeceríamos. —Dijo el orco ya avanzando al camino derecho en compañía del Azrael y el chico.
Caminé con ellos en ese camino que al igual que todo lo que había en este anillo la vía subterránea parecía estar en pésimas condiciones y me preguntó como estará arriba, no mucho después encontramos a una pecadora que estaba encadenada en la pared y que en ocasiones empezaba a ser consumida por las llamas de forma muy espontanea, su apariencia famélica nos entristecía así que pasamos a preguntarle que penas le acontecieron para ser digna de estar sufriendo en este pozo de miseria y oscuridad.
—Oh mira a quienes me encontraría padre para sanar mi dolor. ¿Es acaso el de allá el ángel Gabriel? —Preguntó con felicidad aquella mujer que no nos tomó en cuenta a este hermoso elfo y al par de mal vestidos estos.
—No señora, él es nuestro guía... — Susurrando Azrael en la oreja de Sög el grandote guardo silencio de forma brusca.
—Bueno entiendo que no quiera decirlo, una pecadora como yo no debería ser capaz de verlo. —Comentó aquella señora entre risas mientras su rostro vendado en los ojos se consumía por el fuego.
Ansel confundido preguntó a nuestro guía porque de pronto a la prisionera su cuerpo era consumido por las llamas si ella no estaba enterrada como los pecadores que yacen en la superficie lo cual fue respondido a secas por Azrael, pero no por ello de forma grosera.
—Por sus faltas graves, solo por eso.
—Ya veo. —Tomando unos segundos para pensar en algo tanto el orco y el chico buscaron en cosas que decir o preguntar a la condenada, en mi lugar me daría igual lo que tengan que decir estos impuros al final de cuentas ya bastante tengo conmigo mismo y que se me sea recordado mi error.
Bien cabe aclarar que la tipa era una "Cuentista", con una extraña prosa muy llena de desconocimiento y vanidad hablaba con seguridad de falacias que creía saber acerca de teología y cosas así al menos por lo que ella aseguraba.
En sus cadenas el brillo dorado corroído se hacía presente de una forma casi discreta que para ojos como los del orco y el chico era imperceptible, pero algo quería denotar ese brillo era parte del castigo que ella sufría y un recordatorio constante de lo que en vida anheló más que el alimentar el espíritu artístico.
—Díganos señora que pudo hacer una escritora como usted como para caer en este foso. ¿Qué tanta herejía pudo usted espetar en aquellos tiempos perdidos por el incesante pasar de la eternidad? —Ansel con ingenuidad preguntó algo que le trajo una extraña plática con una mujer desequilibrada por un dolor basado en su propia ignorancia, el orco solo la tomaba como una loquita más, una cultista del montón según el verdoso, aunque vi algo entre sus palabras algo que me sonaba conocido.
—Yo recuerdo en mi vida la libertad de mi tierra y cómo masas adoraban mi trabajo, como un sequito de nínfulas se peleaban por leer de las aventuras de mi amada hija literaria y su acompañante angelical, oh mi bello Raphe, tu mi guerrero ideal. —Azrael intervino viéndola con cierto grado de molestia.
—Más razón por la que usted yace en el pozo de la condenación si es que de esa forma piensa en un ángel, nuestro trabajo no fue el de destructores, si destruimos algún lugar es porque nosotros vimos la crueldad del ser humano en su mayor expresión, ahí donde usted peca no es en herejía solamente sino en la ignorancia, resultado de la tierra donde vivió, una cosecha de siglos como castigo de su naturaleza violenta.
Como sea. ¿puede decirnos que sufre usted estando aquí? —Solo verla arder me trae un poco de incomodidad, su sonrisa es muy digamos, emm... Pintoresca.
—Sin mentir ante el ángel tan puro, yo solo veo el pasado y futuro ir y venir a mi mente como una fuerte tormenta que me hace pensar sobre las ruinas de aquel hermoso país que ayude a decimar, ellos me prometieron oro, placer y juventud, y ahora me ven aquí y ahora solo quiero que el ángel vea mi arrepentimiento como prueba fidedigna de mi fe.
—Oye Sög, creo que la señora ya quedó muy "estrambótica", mejor sería irnos a ver si ya puso la marrana ahí por donde está la puerta.
Dejé que ellos se fueran, yo me quedé con ella a hablar con la pecadora, sabía que ella ocultaba más de lo que decía, algo me sabía mal desde el principio.
—Dígame mi estimada. ¿Alguna vez le han herido con una espada bendita? —Pregunté rompiendo el hielo, siempre había querido actuar amenazador y que no fuera ensayado.
—Sé que es lo que deseas amor, no soy tonta, quieres información de mí, quieres que te cuente la historia que me tocó, y el cómo con la suprema madre impía yo descanse mi alma y carne. Te diré cuanto quieras, pero no será gratis.
—Sé que actuaste como consumida ante la locura, pero yo no caeré tan fácil ante tus artimañas, al final de cuentas un cultista no engaña a otro.
—Cariño, ustedes perdieron antes de llegar, Isildalf, tu patrono es de una estirpe que proviene de mi sangre, yo, y la madre impía y aquél astrologo condenado fue quien nos elevó al conocimiento parcial del futuro, mi linaje trabajo de cerca con tu raza, los moldeamos para ser perfectos y puros, así cuando llegase el gran Molock nos daría su calor y amor imperecedero.
—Así que eres una más, eso es obvio se te ve en la cara y en tu éxtasis. ¿Pero qué era lo que hacías, en que papel te desempeñaste?
—Yo era la que invitaba a las chicas para la gran fiesta, ellas venían en busca del oro y ahí es donde ellas quedaban eternamente envueltas dentro de la gran fuente, la matrona daba los rezos, los flagelantes daban la ofrenda y con ello ganábamos el favor del Taurino.
Previmos la llegada de un cataclismo de alto rango, retrasó varios de nuestros planes y recurrimos a una adoración más cabalística basando nuestras escrituras enteramente de aquellos en quienes sembramos nuestra semilla en la fila más baja y cercana al pueblo, pues así ganábamos más adeptos y presas.
Isildalf tú crees que tu culto y los hijos de Arendel son diferentes, pero la verdad es que ustedes tienen el mismo origen, y fui yo quien creó todos los cultos, y soy la que canta para sus hijos amados al son de las llamas ardientes que alimentan a los hijos de Arendel. —Viéndola escuchándola me aterraba la idea el lograr discernir que tanto de eso podía ser verdad y que no, aún así intenté asumir lo peor pero intentando no imaginarme lo que ella hizo.
—Hmm, por algo la prosa purpura, así que eras la que se hacía las pajas mentales para los cultos, y vaya que te tomaste el tiempo, cuéntame más de Molock, ¿Por qué ahora ha decidido atacar y no antes?
—Cariño yo ví al culto como una forma de crecer en el rubro, lo que hacían, lo que decían de él me daba igual, todo lo que yo sé ha muerto conmigo. —Subiendo la llama de mi lampara abrí la rejilla para meter el filo de mi espada hasta que alcanzara el rojo vivo.
—Una vez más. ¿Qué desea Molock, porque atacar ahora?
Un temblor azotó la ciudad y los gritos de miles de pecadores y demonios se hicieron presentes, ella soltó carcajadas y mostró temeridad y soberbia al ver que no me podía permitir hacer mucho ruido.
Tapando su boca y pegando el filo ardiente de mi espada la hice retorcerse, puedes estar en contra de mis métodos, pero era eso o condenar el mundo a la destrucción, al final mis manos ya están manchadas de sangre, y ella ya no está viva, así que ambos pagamos y ambos estamos condenados por diferentes razones, pero casi seguramente estaremos compartiendo el mismo dolor.
Una vez pasó el temblor y ella se cansó quité mis manos de ella, y seguidamente pregunté de nuevo mientras calentaba el filo de mi espada, pero con brazas más ardientes.
—Isildalf, ya que quieres saber tanto te diré lo poco que sé, él yace desterrado no como demonio sino como un dios olvidado, los principales señores de la tierra lo arrojaron injustamente por su petición de sacrificio, aquello primeros nacidos debían de ser su fuente, pero los dioses vieron como él crecía y lo condenaron. ¿Y dónde está? Claramente está en aquellas paramos del olvido ahí donde yacen los que han sido dejados a un lado, los que habrán de morir pronto de la mente humana, pero créeme que ni así podrán matarlo.
—Ya veremos, solo reza a tu bovino para que no lo convirtamos en carne asada. —Seguido de eso y contando con que no era visto por nadie metí su alma a la lampara, por la ignominiosa razón de enseñarle un poco de mi molestia al saber que ella es la causante indirecta de mi desgracia de estar aquí con estos dos chiflados.
Como adivinaras el viaje que nos prosigue es aún algo largo, pero confío en que este anillo no será tan agotador como el tercero o el anterior, y todavía me falta caminar más con dos tipos extraños que siento que a la más mínima provocación me van a despellejar, como quiero salir ya de este estúpido lugar e irme a tomar un baño en la casa de un ricachón asesinado por mis habilidades, espero vivir el tiempo suficiente para eso.
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