Ecos del pasado.
"Narratio Azraelis"
Encontré al orco y al elfo, a ellos ya los había curado de toda dolencia, al chico estaba en proceso, el orco me pidió que no lo sanara, aunque lo tuve que hacer en secreto sin que se diera cuenta, me daba miedo que dejara alguna herida sin atender, el mismo desinfectó, suturó y vendó sus heridas con ciertas cosas que tenía en la bolsa de la mochila, la misma mochila que cargaba para la comida, yo lo único que hice fue el aminorar la seriedad de algunas de sus heridas.
Sög no dejaba de ver como curaba a su amigo nigromante, el elfo se acercó a Sög de manera pacífica tanto con curiosidad como con respeto preguntó al orco el por qué se la pasaba viendo con tanta preocupación que curasen a su aprendiz si él decía en repetidas ocasiones que él es solo una herramienta para su negocio y nada más.
Al principio con furia y luego con una avalancha de emociones como la tristeza y la nostalgia Sög contestó a Isildalf con algo de tozudez, pues eran más sus ganas de golpear al elfo por atreverse a preguntar eso, pero al final respondió así a la incógnita del elfo:
—Ya he perdido a bastantes personas en la vida, perdí a mi padre y a mi tío en la guerra, mi padre era un caudillo orco, mi hermano siguió su ejemplo y se volvió en el caudillo de nuestra aldea, y es que lo logró a duras penas. Mi padre aun siendo una bestia de destrucción imparable cuando llegaba a casa él nos traía cosas geniales de los pueblos que él invadía, recuerdo cuando el me regaló estas hombreras de cuero, fue un orco honrado hasta el fin de sus días, fue el único caudillo orco que trajo paz y seguridad a nuestra aldea, y su alabarda fue tomada como símbolo de unificación en mi aldea, mi hermano es el único orco que tiene el permiso por parte del chaman para usar dicha alabarda. —Comentó Sög mientras empezaba a llorar, sacó un pañuelo de una de las bolsas de su pantalón y con ese pañuelo secó sus lágrimas, me trajo algo tristeza verlo llorar, y de alguna manera era primera vez que veía llorar a un orco.
— Ya veo, y que pasó con tu tío, veo que tú te refieres muy bien a tu padre, pero ¿qué hay de tu tío?, ¿él también fue alguien influyente en tu aldea? —Preguntó el elfo mientras intentaba abrazar al orco.
—¡No me toques basura élfica!, mi tío no corrió con la misma suerte, él era el mejor en su trabajo, pero a los dioses él nunca les dio sacrificio digno, y lo peor es que lo intentó en varias ocasiones, pero ninguna era del agrado, nuestro tío nos regaló ropa de aquellos burgueses que habían sido prisioneros o murieron el mismo día de la batalla, trajo a nuestra familia riqueza, y ayudó mucho a que nuestra infancia fuese la mejor con sus ocurrencias pues él era un bardo magnifico también.
Había un canto católico que le enseñé a Ansel y que originalmente mi tío me cantaba para irme a dormir, pero él lo usaba como canto de guerra para sembrar el miedo de sus adversarios, el martillo era su arma, este traje que visto fue usado por un burgués cuyas tierras se eran casi inagotables y prosperas según las leyendas que cuenta la gente de esta colonia estagliana, cuando era un orco de 39 años no sabía que esto sería lo último que me regalaría mi tío antes de que lo viese morir en frente de mí , murió a manos de un elfo cuyo rostro nunca olvidaré así como su nombre.
Aquel desgraciado ser se llamaba Ragnim, su armadura plateada finamente forjada y su espada de color amarillento fueron los instrumentos que lo cegaron de toda vida, y fue de los primeros elfos que logré matar con mis propias manos. —Las ropas de Sög aunque para ti y para Isildalf se pudieran resumir a unos harapos ya muy gastados por diversos parches puestos, para Sög era lo poco que le quedaba de su tío junto con su martillo, puedo entender aquel valor sentimental, creo que es algo respetable de su parte, me gustaría poder ayudarlo y comentarle al respecto algo para aliviar su dolor, pero no sé qué decirle al respecto, su dolor es muy grande como para darle cualquier palabra de apoyo.
—Creo que te entiendo amigo mío, no eres el único que ha perdido a alguien, aunque quiero creer que ellas aún están bien. —Dijo Isildalf mientras suspiró algo triste.
—Escucha maldito apestoso, si resulta que hablas de un harem yo... —Isildalf interrumpió a Sög antes que el ataque de ira del orco siguiera aumentando.
—No, no es así, de niño tuve nueve madres, ellas eran sirvientas de una mansión de una familia de esclavistas, todos ellos estaban envueltos en negocios turbios, clamaban a Arendel devoción, pero su hipocresía era enorme, tenían ellos fiestas grandes y glamurosas, pero adivina quienes sufrían los maltratos diarios de esos malditos. Cada día era sufrimiento tras sufrimiento, yo solo hacía de cuenta que no veía nada para que ellas no sufrieran más. —Sög inhalando con cierta amargura, sintió algo de pena al escuchar aquel recuerdo de Isildalf, el orco no respondió nada en ese instante, Sög no sabía que decir, pero Isildalf se dio cuenta de todos modos de lo que sentía Sög.
—No te molestes orco, tal vez los tres no seamos tan diferentes después de todo, todos sufrimos de algún trauma, estamos rotos por algo que escapó de nuestras manos, tú perdiste a tu padre y a tu tío, yo viví un infierno al ver como trataban a mis madres, ¿Pero que le pasó al chico?, sé que a él le paso algo, lo veo en su mirada, lo veo en la forma en la que se expresa con frecuencia de la iglesia de Arendel y de la misma guardia, ¿Tú sabes que le pasa al pobrecillo? —Preguntó Isildalf, para este punto yo ya había parado de sanar a Ansel, solo lo había acomodado para que durmiera un poco.
—Desgraciadamente si lo sé y es algo que un joven jamás debería de vivir, es larga su historia, ¿por dónde empezamos? —Dijo Sög Mientras se levantaba para estirar un poco sus músculos para evitar que llegaran algunos dolores por su avanzada edad.
—Bueno es algo así la historia del chico, él no siempre fue un adepto a la magia, hubo un tiempo donde las minas de Kolenheim eran hasta cierto punto abundantes, a comparación de hoy día que en esa ciudad proliferan los cadáveres por tu culpa. —Se volvió a sentar el viejo orco y con la misma regresó al tema.
—Ansel fue desde su nacimiento un esclavo, la única diferencia es que lo cuidó un tiempo un tal Diego de Valencis, al menos hasta que Ansel dejó de ser de utilidad, el chico fungió como un sirviente pero por su rebeldía fue llevado a las minas a los diez años, fue hasta los once que él pudo escapar de esas minas, fue una noche donde el frío imperaba, las minas se habían desmoronado, muchos obreros murieron ahí, Ansel fue de los pocos en sobrevivir, en ese momento para él habían dos opciones, la primera era escapar de esas minas sea como sea y jugarse la vida o la segunda que era quedarse en esas minas y eventualmente morir, fue entonces donde corriendo por su vida en un bosque oscuro él se puso a mitad del sendero, salió de la nada, casi creí que iba a asaltarme, no fue hasta que él me pidió ayuda cuando lo dejé entrar al carruaje, entonces él me contó todo lo que había pasado. —Sög viendo a Ansel empezó a recordar aquella noche de forma vivida, mientras seguía contándole a Isildalf de aquellos acontecimientos.
—Ansel era maltratado por el capitán Diego de Valencis el cual gozaba de un gran cargo en la ciudad, cada que Ansel pedía ayuda al padre de la capilla de la hacienda del susodicho capitán el chico era tratado como inferior, como un animal que se había escapado de una jaula, lo peor de todo es que escuchaba los rezos de aquellos hombres de Arendel y de como todos eran hombres libres, pero él veía como la gente de la mina era usada como meras bestias de carga en el mejor de los casos, cuando se derrumbó la mina Ansel se llevó consigo un libro de magia de una mujer ya grande que tenía como amiga, ese libro aunque de magia blanca, siempre lo lleva a un lado para jamás olvidar a aquella señora que lo ayudó a escapar. —Sög se detuvo una vez más, pero esta vez solo para dejar que silenciosamente cayera una lagrima.
—Desde entonces lo adopté, aunque él está como si fuera mi aprendiz y esclavo al mismo tiempo prácticamente, eso y que mi esposa lo ve como un cocinero y buen ayudante, poco es lo que te puedo decir acerca de él y su pasado más allá de lo que me tiene contado, mira, yo solo quiero que él sea un chico duro y responsable, pero poco sé cómo tratar con él pues mi única interacción con humanos es en el comercio, solo mírame solo soy un orco, incluso mi hija la crecí con aquello que caracteriza a un orco, una cultura bélica y el honor así como la pasión desenfrenada por la destrucción, pero a veces siento ser algo hipócrita. Ya no siento lo mismo por la guerra, yo veo en el mercantilismo algo más interesante, sé pelear y no dudaré en romperle las piernas a quien se meta en mi camino, pero pienso que en realidad sería horrible y trágico el perder a alguien más, si es que llegara a haber una otra vez, sería doloroso si una de las personas que llegara a perder fuese mi propia hija, aunque es la mejor guerrera en los entrenamientos dime orejas de cuchillo, ¿cuánto tardaría un novato en una guerra real? —Mientras tanto el joven Ansel estaba despertando ese despertar asombró Sög, esto le levantó un poco los ánimos al orco de un momento para otro, aunque no lo creas me asombró verlo correr para hablar con el chico.
—¿Alguien me puede decir que día es hoy?, siento como si mi cabeza me estuviera dando vueltas. —Tras eso Sög se levantó y yendo directo a Ansel, "el verdoso", así como le llama Isildalf, le dio un ligero golpe a Ansel en el hombro.
—Maldita sea chamaco inmundo, por tu culpa abrí mis sentimientos con ese sucio elfo, al menos estás bien y todo gracias a Azrael. —Comentó Sög con felicidad después del fuerte golpe que le dio a Ansel, me sentía feliz de ver a aquel orco alegre tras ver a su amigo despertar, me daba un poco de tranquilidad.
—La próxima vez que me hagas discutir de mis sentimientos con este sucio elfo te usaré como alimento para los lobos, ¿escuchaste rata inmunda? —Ansel sabía que Sög no hablaba en serio, pero no porque el orco lo dijera en broma sino porque Sög no hablaba en serio cuando le daba palmadas a alguien, Sög estaba demasiado preocupado que estaba aguantándose fuertemente las ganas de llorar, si me lo preguntas creo que esto es de una forma algo tierno, tras lo que han pasado y visto siento que me llena de alegría que ellos se mantengan en pie y con ánimos suficientes, y en parte me daba un poco de risa las cara que Sög para intentar evitar llorar.
Si bien esta habitación no deja de ser peligrosa, me temo que estos aventureros también necesitan de un descanso bien merecido, al contrario que otros grupos ellos solo tardaban un poco en cuanto a permanecer en un mismo lugar, todo eso por las costumbres del orco, debido a sus tiempos en las guerras las que le ayudaron a no quedarse mucho tiempo en un mismo lugar, apenas habían pasado casi tres cuartos de hora, en todo ese tiempo comieron, hablaron y descansaron, fue en ese rato de descanso que entre Sög y Ansel empezarían a molestar un rato a Isildalf, pero esta vez por una razón curiosa.
—¡Vamos sirviente élfico canta algo!, ¿O es que eres demasiado blandito como para saber cantar apropiadamente una saloma o una canción de los antiguos milenios? —Dijo Ansel muy burlesco ante un Isildalf que se mostraba muy en contra de siquiera darle gusto a un orco y a un chico que lo molestaban mucho en diversas oportunidades según sus palabras.
—Déjalo Ansel, el elfo debilucho no cantará nada porque su voz a de sonar como el de un cuervo de mal agüero, por eso tú y yo cantaremos esas bellas canciones de antaño que mi tío me enseñó. —Dijo el orco mientras molestaba a Isildalf por su mal humor y su poca disposición de cantar algo con ellos.
—De acuerdo Sög, ¿Cuál deberíamos de cantar, pecador contempla, la canción del troll o la hidro miel de la guerra? —Preguntó Ansel eufórico, se notaba que tenía ganas de cantar aquellas viejas letras de un mundo pasado que él no conoció, incluso menos que él tío de Sög.
—Yo digo que la canción del troll, espero que hayas mejorado ese antiguo sueco pequeña rata. —Dijo Sög festivo, primero aclaró la garganta y se preparó para pedirme un laúd, lo cual me arrepentí un poco después de escuchar la canción.
—Tranquilo Sög esta vez no me trabaré ni tartamudearé en la canción. —Dijo Ansel mientras tomaba aire suficiente para prepararse.
La canción inició de forma alegre y divertida, las voces del joven Ansel y el viejo Sög se complementaban bien, la voz rasposa y algo gutural del orco y la voz suave del chico hacían que la canción fuera aún más vivida por el estilo de ambos cantando.
"Trollet satt på sten och ropade; ¡HEY!
Vem har spillt mitt mjöd ut?"
El principio de la canción fue muy divertida y pegajosa, tanto fue así que el mismo Isildalf empezó a aplaudir al ritmo de la canción, casi al final que escuche las ultimas estrofas lo que no me gustó para nada, sabiendo que podría llamar la atención de algún demonio.
"Och råttorna svamlade till trollet;
De kristna har spillt ditt mjöd! De kristna har trampat dina svampar! De kristna ha slagit dina bröder!"
A propósito tuve que intervenir, aunque felices el peligro era real en estos senderos, tuve que preguntar por quien o quienes habían creado esta canción para evitar que llegara un demonio atraído por la letra.
—Bueno si no mal recuerdo mi tío dijo que lo hicieron un grupo de bardos de hace mucho tiempo, ellos son de antes del día de los cien amaneceres, se hacían llamar Finntroll, mi tío los vio a través de un sueño provocado por un ritual de sanación de nuestro chaman, y que buena canción le enseñaron. —Ahora era claro quienes eran los que escribieron esa canción, creo recordarlos, pero fue hace mucho tiempo cuando trate con ellos, su sentido del humor destacaba mucho en sus tiempos, aunque para mí era un poco, no sé, retorcido, por decir algo.
—¿Sabiendo en que misión estamos no pudieron tocar otra cosa? —Viéndose un rato las caras estando casi sorprendidos, la respuesta que Sög dio no me satisfizo para nada, creo que malinterpreto mi pregunta.
—Sabía que debíamos cantar pecador contempla, esa levanta los ánimos de cualquier guerrero. —No puedo enojarme del todo con ellos por querer cantar una canción que les gusta, pero sabiendo en qué situación andamos creo que no es buen momento para eso.
—Miren, creo que deberíamos seguir adelante, ¿no?, este no parece ser un momento tan idóneo para descansar. —preocupado comenté esto, pero no porque nos estuvieran observando, que también era otra razón de peso, sino más bien por la gente de la superficie, cada minuto aquí cuenta, y es que el tiempo no pasa de forma igual a la de las anteriores veces en las que una persona viva ha descendido a este lugar, hasta el momento no se sabe que ocasiona esto, pero creemos que es por la magia de estos malignos seres que viven en este pútrido reino.
—Supongo que tienes razón Azrael, no es buena idea quedarse mucho tiempo en un lugar como este, mucho menos si solo lo usamos para descansar únicamente, Ansel, Isildalf, prepárense, tendremos que seguir adelante antes de que algún demonio nos detecte.
Se pararon todos de prisa, Sög otra vez tardó en elegir una puerta, pero esta vez todos entendían el porqué de tardarse, su elección nos llevó a un cuarto un tanto más espantoso, pero menos peligroso hasta cierto punto.
En la habitación que entramos se sentía un frío horrendo, en el cuarto se escuchaban los rugidos de un hombre enloquecido, aquel sujeto yacía colgando del techo por medio de una cuerda espinada que marcaba su piel de manera horrenda, su estómago y su cuello estaban abiertos, y de ellos emergían pequeños seres parecidos a larvas, todos ellos empezaron a juntarse hasta hacer una figura con forma humana, mientras que Sög veía como del hombre que estaba ahorcado se acumulaban esas alimañas, Ansel escribía de este ser con sumo temor y curiosidad, aquel ser se presentó y habló de forma clara y concisa acerca de este cuarto y su naturaleza:
—Buenas tardes mortales, nos da gusto verlos, nosotros somos Gaa'r ak, aquel hombre que ven no es más que nuestro nido, sus pecados son algo interesantes su mente enfermó, hambre, hambre insaciable para aquel cuyo corazón roto jamás volvió a ser el mismo, una gran cantidad de personas lo seguían, su cordura desapareció, algo a su favor es que su cadáver tardó en podrirse nos alimentó durante un tiempo, todos los banquetes que tragó nos nutrió como no tienen idea, su grasa nos dio la vida y nos multiplicó, llegó un tiempo en donde fuimos bastantes que empezamos a romper su piel y es que incluso creíamos que nunca se acabaría su cuerpo, y ahora mírenlo, mientras mostraba a sus mecenas los banquetes que atracaba, nosotros de él tomamos fuerza, su sufrimiento es nuestra felicidad y su sangre es más dulce que el vino, él ya no habla, solo grita porque ya bastante tiempo tiene que le devoramos su cerebro, y esa cosa la regeneramos pero como saben el hambre es brutal en este anillo. —Cada que hablaba este ser el cuerpo se agitaba aquel hombre que yacía colgado, sus gritos eran ahogados y desarticulados, pocas palabras que sin coherencia era lo único que salían de su boca, su estómago se retorcía y cada vez más estos gusanos salían.
—¿Ustedes son Gaa'r ak, eso significa que estamos cerca del trono de Baal' zebub?, de hecho, a todo esto, ¿Porque nos están hablando así sin más? —Preguntó Isildalf con ligera preocupación en su mente.
—Oh Isildalf, ya deberías de saberlo, odiamos a esta maldita mosca por habernos engañado y con más descaro habernos hecho su perro guardián, estamos hartos, queremos devorar la sangre de aquel que nos esclaviza, de aquel que nos retiene como sus mascotas. —Deteniéndose un rato para respirar de manera ruidosa para un ser casi colmena retomaron la palabra de una forma peculiar. —Ustedes parecen ese trio de idiotas lo bastante fuertes como para matar una mosca sin matarse por su propia estupidez, por ello nosotros no tenemos ganas de comer de sus entrañas, al menos aún no, les daremos un consejo y solo uno para que ustedes sobrevivan el tiempo suficiente como para darnos un buen entretenimiento.
—Primero antes que nada un demonio de su poder siempre estará rodeado de algo que le de fuerza, el hambre de Baal' zebub es brutal y necesita de comida para mantener sus fuerzas activas o de lo contrario todo daño podría resultar mortal con las armas adecuadas, si desean cortar esos suministros dense una vuelta por el pasillo de la izquierda, es el sendero más corto y les ayudará a llegar más rápido a la cocina, pero les advierto, la resistencia en ese pasillo es feroz, no tenemos fe en ustedes, ni siquiera parecen ese tipo de guerreros que una iglesia elegiría, pero en tiempos de necesidad cualquier migaja es comida. —El tono de estas criaturas indicaba que no mentían, pero no me creía ni por ningún momento que estos seres no tuvieran algún tipo de intenciones detrás, algo tramaban y yo nunca me fio de estos seres impuros, no creo que Sög, Ansel o siquiera Isildalf le crean en algo a estas cosas, no creo que quieran ver únicamente a Baal' zebub muerto, hay algo detrás y me aterra pensar en que es eso.
—¿Qué tipo de resistencia hay en ese pasillo?, no me creo que solo sea protegido por unos diablillos y cultistas. —Con preocupación Sög se dirigió a dicho ser.
—Buena pregunta mono sobre evolucionado, como verás aquí abundan los cadáveres disueltos de los cultistas muertos, o como los conocen en tu mundo plásmidos, ellos no son más que carne digerida por Baal' zebub como castigo por haber fallado, te sorprendería cuantos de esos hay últimamente, incluso también hay algunos carniceros ahí, si tienen suerte deberían de ver por ahí un mecanismo que está en la cocina, es un gran botón rojo cerca de los hornos, al detenerlo toda comida se quedará atorada y no se moverá de los rieles hasta que alguien vuelva a presionar el botón nuevamente. —Todo aquello que dijo era tan preciso en cuanto a sus instrucciones.
—Oh véanse que suertudos son, les di más ayuda de la que debía, si pudiera meterme en sus cerebros y devorar esa parte en donde ustedes almacenan la memoria lo haría, pero tengo tan poco autocontrol, la verdad es que tampoco me importa mucho, solo quiero ver esa maldita mosca muerta de una vez hasta que sepa que conmigo no hay broma, incluso si eso termina en mi castigo cuando ese insecto vuelva a reaparecer ya sea en cientos o miles de años. —Dijo aquella apestosa colmena mientras la habitación cada vez más le crecía un extraño musgo, a lo cual las paredes de ladrillos ya casi quebrados empezaron a agitarse por un movimiento muy fuerte y pesado.
—Vean a esa maldita mosca, se está muriendo de hambre, vayan de una maldita vez antes de que el techo se derrumbe, ¿o es que esperan morir y yo sufra por ustedes?
—¿Qué haremos después de apagar esos rieles? —Preguntó Sög como una última duda antes de irnos.
—No pienso hablar más, ya dije tanto para lo que ustedes necesitan, es más si ustedes son los héroes usen la cabeza, o es que milenios de evolución les hizo que su cerebro se atrofiara, lárguense, tengo una mosca enorme que devorar en un rato. —Sög no se quedó satisfecho con dicha respuesta, pero no pensaba en molestar a un enjambre entero de seres inteligentes como estas repugnantes criaturas parlantes, era tal su maña la que poseían estas cosas que tanto Ansel, Sög e Isildalf rodearon a ese ser con precaución temiendo porque ninguno de esos pequeños seres se acercara a ellos pues quien sabe que tanto harían dentro de ellos.
Saliendo de aquel cuarto por la puerta indicada por esas pestes, pudimos ver como el pasillo era gigantescamente desproporcionado, sus ángulos cada vez más intricados se volvían teniendo esquinas con una inclinación imposible tanto de forma horizontal como vertical casi pareciendo una figura extrañamente torcida y resquebrajada por una gravedad inestable.
Aquella arquitectura era no euclidiana con toques góticos, ventanales de escenas de como el ángel traidor se enfrentó a San Miguel Arcángel, así como otras escenas de varios de los traidores y sus horrendas hazañas en el mundo de los hombres, pero el vitral central era tan complejo y preciso, tenía una imagen de Baal' zebub sosteniendo la cabeza del ángel traidor, una copa de Sangre con gente dentro, su pose era casi como la de un burda imitación de una imagen de un héroe de guerra, pero de fondo había algo una imagen, un ser extraño, fuera de proporción detrás del fondo donde la imagen del rey de este circulo posaba, tantos detalles en un solo vitral, esto era algo tan horrendo y tan detallado, se nota que este maligno ser ha tenido tiempo de sobra desde que a los pecadores llenó con sus vacías promesas de banquetes para aquellos quienes siguiesen sus profanas leyes.
Deseé que no fuera cierto lo que mis ojos habían visto, algo malo se acercaba.
Era tal la inclinación entre cada pared que parecía en ocasiones que nos movíamos más lento y otras más rápido, pero aquella cocina todavía era lejana.
Pasó tanto tiempo que en el exterior con una imitación pobre de luz nocturna iluminó a los vitrales con un tono anaranjado de febril oscuridad digna de un callejón que presenció un asesinato violento, Isildalf empezó a desesperarse cuando se dio cuenta de había algo siguiéndolos algo extraño con movimientos finos, tanto así como para moverse rápido y pasar inadvertido para un humano y un orco.
Mientras que Sög y Ansel no sentían algún tipo de cambio visible, fue Isildalf el que logró vislumbrar a un ser que se dirigía directo a atacar a Sög.
El rápido movimiento del elfo logró hacer que apenas desenvainada la espada le hiciera un ligero corte al brazo de una criatura humanoide cuyo cuerpo era parecido al de un bailarín dada su complexión, su arma era un cuchillo, su cara tenía una máscara porosa con símbolos referentes al pútrido rey de este anillo, sus vestimentas eran un poco ajustadas y totalmente amarillas con blancas, parecía un arlequín endemoniado buscando el divertimento de un rey profano, aquellas prendas estaban agujereadas y desgastadas por el tiempo en este lugar, su voz era como la de una persona normal pero aquello que decía sonaba como una amenaza a gente que ya había muerto hace demasiado tiempo.
—¡Malditos traidores, ustedes osaron abandonarme, ahora yo mismo los daré como comida a los sabuesos! —gritó aquel arlequín cuya ira y sed por venganza le pedía derramar sangre de quien fuera en ese instante.
—¿Quién eres para intentar matarnos?, ¡No dejaré que un payaso intente matarme, mucho menos si viste como un tonto de hace doscientos o trescientos años! —Gritó Sög sarcásticamente, mientras tanto el bufón dando piruetas y alejándose de nuestros aventureros recitó un poema de un papel muy viejo que tenía guardado de uno de sus guantes.
Witty es mi nombre, aquella gente del señor, aquellos ancianos sabios del pueblo, nada deben de temer al tenor que soy yo.
Mi valentía les salvará de estos abominables seres, y si el padre celestial lo permite apenas muertos estos monstruos una sonata habrá para las mujeres más hermosas y los caballeros de porte hercúlea.
Sin métrica y sin sentido aquél canto algo dejaba en claro, y es que probablemente antaño aquel bufón fue un héroe local de Estaglia. ¿Pero de ser así que le pudo pasar para terminar de esta forma?
—Oh bestias asquerosas, ustedes provocan la ira de mi rey, y el sufrimiento de su inocente gente, si no se alejan de esta ciudad ahora Witty les asegura que lo perros habrán de devorarlos esta noche. —Amenazó así el bufón a los tres aventureros, aunque el raro acento de un español bastante antiguo les confundió aún más.
—A ver risitas, habla en español actual no todos hablamos en lenguaje de cuentos de hadas, ¿Qué dijiste? —Dijo Ansel burlescamente haciendo mofa de que el bufón solo hablara como un personaje sacado de "el Quijote", aunque claro este diario redactado simplificó el lenguaje del bufón para tu comodidad, no tienes por qué agradecerlo, ¡espero lo hayas agradecido, eso es de buena educación, podría abrirte las puertas al cielo donde viven tus familiares o amigos!
—Insolentes bestias de primitivo cerebro, cuando mi hoja les arranque su vida habrán deseado no haberse metido con el gran Witty el prestidigitador. Ja, ja, ja. —La risa del bufón llenó de miedo al elfo que, aunque preparado para atacar, tenía ahora sus dudas al respecto con este bufón pues esa risa no parecía humana.
—¡Prepárate payasito, hoy uno de los dos va bailar con la muerte y ese serás tú! —Gritó Sög con ira esperando que su golpe diera directo a la cara del bufón tan excéntricamente loco de remate.
Mientras Sög abrió con un golpe fuerte el bufón lo esquivó con un desliz tan perfectamente ejecutado y con movimientos tan gráciles que parecía un baile siniestramente preparado y ensayado con una precisión más que única.
El bufón corrió directo a Ansel preparando su cuchillo para dar tantas puñaladas al joven como fuese posible, algo que no contaba es que Isildalf terminaría empujando al chico siendo él que recibió más daño.
En ningún momento soltó su lampara, incluso cuando su dolor en la herida le era demasiado el siguió portándola, sus mandobles se hicieron lentos al tener que usar el brazo derecho, Isildalf sentía una tenacidad y una ira incontrolable ocasionada por el calor del momento.
Los tres aventureros debían de actuar coordinadamente, aquel bufón sentía cada tanto la necesidad de solo esquivar los ataques por medio de danzas tan decorosas pareciéndose a una obra de ballet llena de sangre violencia y un amor a la locura a los más bajos deseos que solo un bufón caído en desgracia sentiría.
Con su cuchillo se aventaba para propiciar diversas heridas a cada uno de los aventureros, amaba el sentir aquella emoción, su máscara empezaba a brillar conforme la luna de la superficie salía y sacaba una luz raquítica y débil, la noche era de luna llena, la predilecta para que los demonios obtuvieran fuerzas para atacar con una fuerza asesina y sed de sangre.
Su máscara porosa brillaba radiante mientras la noche en la superficie avanzaba, en el infierno la noche duraba más y cada que había luna llena los poderes de cada ser eran multiplicados de forma insana como ya les había contado, ahora que nuestros héroes heridos y ya cansados de un solo enemigo sería Ansel que ante la presencia de una brillante idea gritó al bufón mientras este esquivaba de forma ágil los golpes del martillo de Sög:
—¡Oh mil veces celebre bufón Witty, nosotros las bestias que usted osa matar queremos pedirle a usted si podría complacernos con una melodía que a ustedes los humanos les fascina! —Dicha petición detuvo la pelea entre Sög y el bufón.
Ante esa situación Isildalf de manera cobarde quiso clavarle la espada al bufón por la espalda, cosa que le salió mal pues de un giro lanzó un puntapié a Isildalf, el pobre elfo se puso llorar y con dolor y un débil susurro dijo:
—Una mentada dolía menos, maldito tonto sabio. —Dijo Isildalf mientras lloraba en el piso, se revolcaba del dolor y salían quejidos agudos.
—Igual duele menos una rebanadita de sesos para la cena y es que ustedes ya le hicieron perdérsela a Witty. —Respondió el bufón mientras se acercaba a Ansel serenamente y con gesticulaciones que denotaban lo halagado que estaba.
—Eso no tiene sentido, revoltoso y estúpido bufón. —Objetó Isildalf mientras lentamente se levantaba del suelo y sollozaba del dolor.
—¡Tu cara tampoco tiene sentido y Witty no te la he arrancado así que cállate bruja! —Dijo el bufón con una voz risueña y retorcida al mismo tiempo.
—Bueno Witty. ¿Antes de que empiece nuestra purga podría tocar la canción de pecador contempla?, es una canción que los inquisidores tocan mucho hoy día según sabemos. —Dijo Ansel mientras su nerviosismo aumentaba pues parecía que el payaso sospechaba.
—De acuerdo, Witty suplica que alguien le pase un laúd, al menos si es que ustedes conocen la cortesía. —Ansel acercándose a mí me preguntó por el laúd que creé para ellos, no me quedó más remedio que hacerlo de nuevo, si bien ya me imaginaba que iban a hacer no tenía las ganas de escuchar otra canción que tratase de algún tema pecaminoso.
El bufón afinó su voz una vez Ansel entregó el laúd que materialicé, tomó su tiempo para afinar también el instrumento, apenas tocó el instrumento su voz con dolor y arrepentimiento en cada palabra soltaba una lagrima que solo yo podía notar.
El canto fue oscuro y triste por las letras, pero muy cierto en parte, era algo que solía presenciar en mis días en el Edén, un castigo para aquellos cuyos pecados eran más pesados que la sangre, era natural que un orco lo disfrutase pues no comprende lo que en la letra remarca y solo imagina que es una canción de amenazas o guerra.
Un cansado Sög acumulando fuerzas para atacar aprovechó que Ansel hacía un dueto con aquel bufón, Sög se preparó para atacar rápidamente y sin llamar la atención mediante pasos lentos y silenciosos y sin los zapatos de botín que tanto le encantan, solo así evitaría hacer tanto ruido.
Sería en la estrofa más significativa para el bufón en donde Sög asestó el golpe y dicha decía así:
"Llorad vuestras faltas gemid y clamad que si grave es la culpa el infierno es más"
El golpe rompió cada costilla y afectó severamente uno de sus pulmones, evité que Sög matase a este hombre de una forma tan horrible e hice que le quitaran dicha máscara al bufón, el bufón pareció ver todo a su alrededor, vio a los tres aventureros, me vio a mí, vio en el lugar en el que se encontraba, y sus palabras antes de morir estuvieron llenas de dolor y culpa en su corazón, él bufón con su último aliento suspiró:
—Oh ángel del señor misericordioso, perdona las faltas de Witty, te ruego que a Uriel arcángel le digas que Witty lo siente mucho por haberse desviado del buen camino, acerca de él y su destino, que el Señor y su Hijo perdonen el alma de este bufón que fue engañado y utilizado, sea cual sea su lugar en el que termine, solo te pido que castigues a quienes hicieron de Witty un asesino de gente inocente, pues ahora él ve que por el rey equivocado estuvo luchando, Witty se arrepiente de todo lo hecho hasta ahora. —Witty dejó de respirar poco después de esto, me temo que no alcanzó el cielo, aunque no todo fue malo pues su arrepentimiento fue sincero y su mente había sido manipulada todo este tiempo, su destino fue mejor que el de muchos pecadores de este horrendo reino de maldad y miseria.
Si bien los tres aventureros sintieron lastima al escuchar que aquel bufón y su arrepentimiento no pudieron hacer nada por él, no podían dar entierro digno a su cuerpo, sería a través de sus palabras que él joven Ansel sentiría curiosidad acerca de lo que dijo, ¿Quién era Uriel Arcángel?, se empezó a preguntar nuestro joven nigromante.
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