Circulo final y el guardián ciego.

"Sög"

Cuando pensamos en nuestro viaje que el ultimo circulo tendría la entrada más ostentosa y más espeluznante, pensamos incluso que llevaría por estandarte la cabeza de los pecadores, pero no fue así, aquí, aquella entrada nos recibió con lo que era el cementerio de titanes y muchos de ellos se podrían lentamente sollozando y suplicando que tanto el frio y la podredumbre cesaran, sus lágrimas llenaban aquel foso casi infinito.

Cuando nos acercamos a uno de esos titanes empezó a hablar con su voz que nos evocaba un aire de temor y olvido, pero también de nostalgia pues nos contó su historia y sus hazañas que, aunque oscuras él las recordaba con honor pese a reconocer cuanto daño cometió.

Aseguró aquel titan no recordar su nombre pues los infinitos milenios lo han hecho olvidarse de su nombre tanto por el dolor de su cuerpo como por el recuerdo de aquella gloria que logró presenciar en su época a manos de los mortales y de sus hijos, en mis palabras estimado lector, ver a un ser colosal que debió de tener miles de historias por contar reducido a un moribundo ser que ahora apenas puede discernir que es real y que no y aún se esfuerza con todo su ser para hablar con nitidez y lógica es algo que te deja sin palabras ante la magnificencia perdida de lo que antaño fue un ser que pudo haber gobernado con puño de acero.

—¿Quién es el que se acerca? Dime por favor que eres Virgilio, ya que él es el único que nos recuerda y sabe de nuestras hazañas, pesares y victorias antes de que el Rey del Olimpo nos desterrara tras su segunda caída.

—No, Efialtes, me temo que él no volverá a pasar por aquí, cuanto lo siento.

—Al menos dime si él está bien, si él yace allá en el primer recinto. Por tu voz sé que eres un ángel del señor, dime, cuándo llegará el día en que dejemos de podrirnos aquí, cuando nuestras muertes podrán ser dadas sin destrozar nuestra mente, cuando podremos dar el último aliento sin sufrir el dolor de una agonía insaciable que no para de consumir nuestros cuerpos.

—Me temo que no será pronto, tus pecados y los de los tuyos son inconmensurables, y son tantos horrores los que hicieron que no se les dará descanso, pero si tu conciencia quieres silenciar puedes ayudarnos, pues estos mortales están en medio de una cruzada para salvar su hogar y al mundo entero.

—Estoy seguro que no será la última vez que uno de nosotros ayude a un mortal a llegar a este último recinto, pero esperaba nuestro dolor pudiera ser aminorado, si tan solo pudiéramos conservar aquellas memorias que se nos han sido arrebatadas por este mísero reino, es de suponer que esto era necesario, pues este es el castigo de aquellos que traición llevan y traen, de aquellos que dolor sirven a sus allegados por simple poder y placer.

—Tristemente así es, no podemos ni se te será dado un remedio para tu castigo pues eres tú quien se arrastró a este averno.

Con la tristeza marcada en su rostro extendió su mano para llevarnos a lo más profundo del noveno anillo, cuando entramos al oscuro reino del traidor original pedimos a Azrael saber quién era aquel cuyo nombre era Cronos, pero con dolor respondió.

—Si ustedes hubieran visto como él traicionó a al Olimpo por haber secuestrado a Ares casi dejándolo morir de hambre, fueron sus dioses quienes al final de sus vidas lo arrojaron aquí, los diversos crímenes de gran magnitud cometidos contra los dioses olímpicos merecen un castigo al final, uno que sea ejemplar para todo ser, sea oscuro o de luz.

Mientras más bajábamos él frío se hacía más intenso al punto de que casi moríamos al sentir como nuestros pulmones se hacían duros como piedra y nuestra sangre se volvía como el cristal, tuvimos que acercarnos los tres para ser cubiertos por las alas de Azrael que nos brindaron de calor para vivir en lo que llegábamos a la superficie de este lugar.

Solo ese calor era suficiente para calmar nuestras ya perturbadas almas y darnos un buen descanso, pese a que sus alas fuesen grises su luz nos hizo sentir seguros, su amistad era más que sincera y aun cuando en ocasiones nos pasábamos él siempre estuvo cerca para ayudar, algo que agradezco honestamente pues ver como nuestro viaje se había tornado en algo tan horripilante simplemente quisimos algo de ayuda y siempre que él pudo nos la dio.

Sentimos sueño por el calor reconfortante de las alas de Azrael, pude soñar con mi esposa y mi hija una vez más, en nuestro hogar, fue algo bello ver a mi hija presumir de su habilidad con su cuchillo, a Ansel sentado junto a nosotros feliz de ver que su ayuda supuso un festín, vi a mi bella esposa beber tanta hidromiel que casi se agarraba al elfo a golpes por un descuido al servir la carne de venado.

Fue un sueño tan agradable que cuando desperté y vi que ya habíamos llegado y tocamos el suelo me puse a llorar, pues aún quedaba más de esta pesadilla, y lo demás que faltaba para ese tal Molock solo me hizo sentir peor, Ansel e Isildalf me ayudaron a recobrar mis fuerzas, pero lo único que deseaba era volver a casa, con mi bella esposa y mi hija.

Avanzamos sin temor por todo el anillo, Isildalf preguntó a aquella lampara y a esa voz dentro que era lo que debíamos de buscar, y sin dilación respondió:

—Buscan a la madre, a aquella que adora a Molock con su poder, y que al imperio que ahora es un pantano venenoso quiso vender al dios taurino. Ella no está lejos, vean que su humanidad ha muerto, pero ella no tiene fuerza suficiente como para que su demonisidad la salve para resucitarla.

—Entonces a ella es a quien habremos de dar caza, ¿pero por cual razón? —Preguntó Isildalf a su lámpara.

—Ella hizo un trato, para aliarse con los más poderosos de los 72 lideres infernales, matarlos ha provocado que ella pierda su magia y con ello gran parte de su fuerza, yo fui quien la ayudó en el pasado creando esta línea, todo por unos manuscritos y la sangre de quienes engañé, este destino ha costado mi vida, pero preferí esto a ser esclavizada. No me arrepiento de nada. —Contestó eso lo que estuviera en su lampara, que sonaba como la pecadora loca que vimos Ansel y yo en el anillo de la herejía.

—Entiendo, por ello las llamas abrazaran tu alma. Las brasas serán tu herencia para el futuro. —Antes de que Isildalf pudiera aumentar las llamas Azrael intervino.

—Recuerda que esa alma está ligada a ti hasta el final de este viaje, matarla producirá el mismo destino en tu cuerpo.

Isildalf molesto y ya cansado como todos no respondió, solo siguió adelante en busca de salir de aquí cuanto antes, seguimos adelante donde la oscuridad era inmensa y solo teníamos la compañía de aquellas silenciosas almas que yacían bajo nuestros pies en este lago helado donde los rostros de aquellos hombres y mujeres yacían gritando en agonía eterna sin cambiar su expresión.

Era como un mural maligno de distorsionado dolor y sufrimiento que aunque inmóvil te hacía sentir lastima y de algún modo lograba hacerte entrever como aquellos pecadores deseaban salir a cualquier costo incluso cuando todo ha terminado y ya no hay escape, sus movimientos eran muy lentos que parecían totalmente inmóviles.

En nuestro camino en búsqueda de la exaltada arconte nuestros pasos hicieron que nos encontráramos a un hombre que cuyo cuerpo estaba siendo consumido por el hielo, lágrimas de sangre escurrían por que el frio había cristalizado sus ojos, con tristeza habló y preguntó por nosotros con un temor:

—¿Quiénes son ustedes que pisan estas gélidas tierras? Sus pisadas no parecen pesuñas, tampoco cantan melodías blasfemas en alabanzas a un tal Molock. —Vimos su rostro, no veía directo a nosotros, estaba ciego aquel hombre, pero nos pusimos de frente a él por respeto de todos modos.

—Estamos aquí para matar a una Arconte. ¿Sabes dónde está según lo que tus oídos te indican? —Pregunté mientras una extraña sensación se hacía presente.

—Su voz aparece del oeste y desaparece en el este, cuidado al ir ahí en ese último ya que sus melodías blasfemas pueden sembrar tanto temor que te deja paralizado, yo que ustedes me iría ya, no vale la pena enfrentarse a un ser cuya voz estridente infringe en el corazón amargos terrores de arcanos días donde la humanidad era consumida por un halo de ignorancia blasfema.

Con semejante falta de detalles de aquella arconte supusimos lo peor y el miedo solo acrecentó más un llama de superstición que al día de hoy solo recordamos con desprecio como una parte oscura de un sueño febril, aquel temor que guío a unos tres castigados y traumatizados aventureros a perder todo ápice realidad.

Esta sensación de paranoia logró que una parte de nuestra mente despertara, veíamos una barrera que un mortal no debería de ver, conocimientos que ni el mago más desquiciado pudo hacerse a la idea, traición es este anillo y en nuestras almas el pesar era enorme como para poder ignorar aquellas voces que nos gritan y susurran culpas de nuestro tormentoso pasado.

Recuerdo a mi tío, recuerdo haberlo visto morir por mi imprudencia, aquel día en la batalla del cerro ensangrentado, recuerdo las torres de asedio y el cómo se desplomaban por la magia élfica, mi tío murió en la muralla matando tantos elfos pudo y mi padre estando dentro de la ciudad estaba demasiado lejos como para ayudarle.

Recuerdo cuando la torre en la que estaba llegó a tocar la fortaleza élfica me dirigí corriendo a ayudar a mi tío, pero no paraban de llegar las fuerzas élficas cada vez más hábiles y diestros en la espada, eran tantos, muchas eran mis heridas pero quería ayudarlo a como diera lugar, mi hacha cortaba y decapitaba a tantos elfos como podía permitírmelo, pero al final y con todas mis fuerzas fallé. 

Tardé tanto matando a aquellos guardias élficos que cuando encontré a mi tío el yacía ensangrentado en el suelo, de tanta ira maté a aquel elfo de armadura blanca y roja, su espada y él se movían a gran velocidad, recuerdo como estuve a punto de desfallecer solo porque el elfo se detuvo para asestar pude aprovechar para abalanzarme sobre él y matarlo.

Lo golpeé en la cara una y otra vez, sus ojos quedaron ciegos luego de tantos golpes, estampé su cabeza contra el suelo tantas veces posibles estaba tan triste de ver así a mi tío, al final me llevé su martillo, y como honra he alimentado al martillo con la sangre de mis enemigos desde entonces.

La cara de aquel elfo era más que de tristeza era de felicidad, pues cuando me vio empuñar el martillo cerró sus ojos, aún me siento responsable de su muerte, al no haber llegado a tiempo a salvarlo, eran tantos elfos, tanto ruido, el humo de la ciudad que estaba mejor en llamas pues un buen elfo es que está muerto, casi todos son unos malditos traidores, casi todos son unos malditos cobardes.

Aquellos susurros en este anillo no dejaban de recordarme esa batalla, eran claras imitaciones de los gritos y de las voces, eran tan perfectamente exactas que apenas podía diferenciar mis recuerdos de la realidad era tan horrible, era Ansel o era un soldado de la guardia Estagliana.

No sabía que creer solo recuerdo haber atacado a Isildalf confundiéndolo con aquel elfo, pero algo sabía que era imposible, aquel elfo estaba muerto yo mismo lo maté a golpes, le arrebaté el arma a Ansel y apunté a todas direcciones buscando algo, Ansel e Isildalf me creyeron loco, Azrael intervino pero ambos aún desconfiaban de mí.

Ansel e Isildalf solo me veían apuntar a lo loco a direcciones al azar pero sabía que habían risas moviéndose para todos lados, podía escucharlas claramente, disparé tres veces esperando haber derribado a algún diablillo o algún ser de aun más baja estirpe pero sabíamos que en este círculo no había nada más que aquel maligno regente de todo el infierno.

Encontré a aquella risa irritante pero cada vez se hacía más y más cerca, intenté no pensar, pues no pensar haría que mi plan se llevará a cabo perfectamente, sin pensamiento alguno mi mente era más susceptible a ser atacada por aquel tipo de magia, hasta que por suerte y cosa del azar pude golpear algo con mi martillo estaba delante de mí.

Su forma era extraña pero se movió rápido hasta desaparecer de nuestra vista, no vimos bien donde se fue pero gracias a ese golpe supe que no estaba loco aún, Isildalf y Ansel vieron a ese ser y Azrael nos dio su bendición en esta pelea que se avecinaba. No nos separamos en ningún momento, los tres estábamos listos para lo que fuera ese ser, escuchamos chillidos, el elfo aumentó la luz de su linterna, el fuego lastimó más a lo que fuera que estuviera dentro de esa cosa.

Sentimos miedo, terror, desesperación, el frío consumía nuestra piel pues no teníamos nada con que abrigarnos, pero este era el final de este infierno, este iba ser el final matar al ser que estaba en este anillo la oscuridad era espesa y nuestros ojos batallaban por ver algo, pero no nos dejamos vencer ante el temor a lo desconocido sabiendo que ya habíamos llegado tan lejos y que aun sin ganar dinero o reconocimiento la gloria sería la satisfacción de haber sobrevivido y habernos antepuesto a la tribulación que se nos venía en frente, una aventura oscura a punto de llegar a un fin si bien nos iba, súplicas y alabanzas escuchamos pero no era de ese ser demoniaco, era de la superficie pidiendo ayuda y salvación por ver una vez más aquella luz del sol.

Escuchamos el crujir del hielo, rasguños y rugidos y respiros pesados, Ansel adolorido y cansado desenvaino su espada, y al blandirla ocasionó una herida a la creatura que nos acechaba, pues vi como saltó directo a Ansel, los reflejos del chico eran buenos, pero no tanto como para matar a un monstruo como este, el chico tardó en poder levantarse.

Pudimos ver a la Arconte de cerca, cabellos largos y negros, brazos llenos de escamas y protuberancias quitinosas que cada poco se retorcían levemente, su cara era horrible y parecía un rostro a medio cuajar entre la cruza de un humano y una serpiente, su vestido estaba unido a la piel y este era de color bronce, su tiara mostraba cuernos rojos como si estuviera mudando de ellos recientemente, a nuestro parecer encontramos a la arconte.

Estuve a punto de dar el último golpe hasta que de pronto ella habló:

—No. Sus almas son oscuras, Molock es quien dará veredicto a pecadores como ustedes, lo he visto y el futuro es glorioso, por fin nos desharemos de estas cadenas que se nos ha impuesto desde nuestro nacimiento.

—Al final de tu vida te cobijas en tu macabra fe para darle sentido a tus sangrientos actos, ¿cuántos no habrás sacrificado en aquellas ceremonias oscuras?

—Solo es cuestión de perspectiva, tú no estás limpio, tus manos están manchadas de sangre, no lo vez pues tu alma está ciega y has perdido tu oportunidad de ser salvo ante Molock.

—Dile a él que mi salvación será el martillo que le proveerá su condena. —Antes de golpear su cabeza un rasguño apareció en mi pecho, no había visto sus garras, se había levantado en un parpadeo, Ansel y el elfo estaban confundidos pues tampoco vieron que ella se hubiese levantado en lo que alcé el martillo.

Mi herida era muy dolorosa y él frío empeoraba todo dolor, mi sangre se cristalizaba, Ansel disparó una vez se acercó aquella Arconte, dos disparos fueron los que él pudo asestarle al monstruo que nos atacaba, se movía tan rápido, cuando tomé en cuenta que está es la forma más débil me aterré de pensar cómo sería la más fuere con su magia e inmortalidad.

Isildalf intentó abrir el desfogadero, pero de un momento a otro un zarpazo bastó para derribarlo, pues en su pierna la herida parecía profunda, soltó su lampara y aquella Arconte se fue encima de Ansel rasguñándolo demasiadas veces, corrí en búsqueda de ayudar a Ansel, el golpe de mi martillo rompió uno de esos extraños huesos que salían de sus codos e incluso parece que le disloqué la cadera, pero aún con el dolor y con sus heridas se movía velozmente, aunque de forma más serpentina y antinatural.

Ansel apenas se movía, su cuerpo lleno de arañazos apenas se sostenía y al parecer eran demasiadas sus heridas en brazos y piernas, sostuve mi martillo con temor, pero también con fuerza, estaba listo para atacar a ese ser, respiré profundo para relajarme, hasta que escuché sus pasos, y ahí es cuando me preparé para asestarle un golpe, sus garras hirieron mi brazo, pero por muy poco supe que mi martillo logró dar en las costillas, aún la Arconte se resistía a parar, pese a que sus heridas eran más que las mías. En mi pecho la sangre se empezó a cristalizar tanto que el moverme de forma brusca me hacía sentir más dolor. Y esa cosa viéndome desde lejos volvió a hablar, Isildalf cojeando me dio su farol, un acto que regañé pues por su imprudencia lo podrían matar.

—Ustedes tres han causado muchos problemas, ¿Qué ganan ustedes con arruinar la llegada de aquel que traicionaron? He sacrificado a miles de héroes a lo largo de la historia para así lograr mi ascensión a la corte de Molock, he aquí en esta invasión donde mis súbditos han derramado aún más sangre con lo que "él" me ha dado su sangre para convertirme en aquella versión perfecta de mí misma.

—Hablas de nosotros como si fuéramos traidores, quien eres tú para hablar de nosotros si tu no estas libre de culpa. Mírate y dime, que has ganado con convertirte en lo que eres, solo has ganado que te rompiera los huesos y si acaso que nos hicieras perder tiempo hablando. —Intenté concentrarme de nuevo pese al dolor de mi pecho.

—No lo entienden, yo misma he sido quien eligió este futuro, yo misma con aquel que tomé como mi esposo tomamos control del mundo en secreto, muerte y salvajismo trajimos como regalo, pero era solo el primer paso, pues luego la libertad llegaría una vez Molock fuera liberado, ya es tiempo de ver su renacimiento, es tiempo de ver como rompe sus cadenas hijos míos. —Entonces de nuevo sus pasos se hicieron escuchar eran un poco más lentos sus piernas y brazos se resbalaban a cada tanto, quise aprovechar para correr hacía la Arconte, pero dejar a Isildalf solo era peligroso.

Entre proteger a Isildalf y a Ansel o rematar a la exaltada Arconte eran decisiones que me carcomían de una forma voraz y tormentosa, mis pensamientos eran nomás que un cúmulo de posibilidades que podían pasar, sabiendo que el no hacer nada podría ser peor que lanzarme al ataque arremetí con furia a la Arconte, sus garras hirieron mi brazo izquierdo y el corte era tan profundo que solté el martillo, el dolor era horrible y la sangre no paraba de salir era demasiado tarde solo pude ver como se acercaba a Isildalf atacándolo ensartando sus garras con fuerza en el abdomen.

Corrí para salvar a Isildalf, fue inútil, como respuesta a mi intento de atacarla a puño limpio me hirió en el ojo, el dolor fe severo y no pude abrirlo.

Aquella cosa se acercó a Ansel para matarlo, pero él respondió disparándole en la garganta, lo cual provocó que esa cosa lentamente empezara a asfixiarse, yo me levanté y con mi brazo derecho le golpeé y le rompí las piernas pisándolas con todas mis fuerzas, también le rompí los brazos y como muestra de que había vencido la sostuve del cuello y en lo más profundo de la neblina la llevé para mostrarle la verdadera cara de su fe, aproveché que su estado era casi moribundo ya que tenía un plan en mente, pero era demasiado arriesgado.

Tardé algo de tiempo, pero al final se lo mostré, le mostré al traidor, aquel que yacía congelado en un lago devorando a Judas, a Bruto y a Cayo Casio, vio los rostros despellejados, aquellos tres horrendos rostros de este malévolo ser, sus ojos empezaron a sangrar y a derretirse, chillaba de forma agónica pues aún quedaba parte de humanidad en ella, y aquellos pecados que cometió eran tan graves que al ver de frente su castigo su mente fue llevada a la locura.

—Presencia al ángel caído, aquel que tu amo te ha enviado a conocer, esto es lo que has admirado, y es él quien se burlará de ti y de tus faltas, tú querías sembrar más dolor y aquí está él, listo para castigarte devolviéndote el favor y haciéndote padecer mil veces más por cada buen hombre, mujer y niño que usaste en tus malditos rituales. ¡ARREPIENTETE! —Sus escamas se caían sus cuernos se convirtieron en clavos que poco a poco se hundían para hacerle gritar, aquellos huesos o extremidades quitinosas empezaron a caerse bruscamente, sus gritos eran inhumanamente horribles, su forma humana se hizo visible y la edad la empezó a consumir hasta dejarla casi hasta los huesos.

Para este punto la hubiera dejado aquí como castigo, pero eso era un peligro, ante un gesto humano que ella no merecía acabé con su dolor, pues hacerla sufrir más no me haría diferenciarme de ella, al final en muerte obtendrá su castigo y será severo, al menos este es un escalafón menos para nosotros en este viaje tortuoso.

Fui a buscar a Ansel y a Isildalf, pero ellos ya no estaban no había manchas de sangre, ni pisadas, ni una sola nota, estaba muerto de miedo y desesperación que solo Azrael pudo calmar tras una pequeña conversación la cual me dejó aún más confundido y nervioso.

—Tranquilo, en breve los verás, ellos están en otros lugares, se los ha llevado el guardián ciego, déjame llevarte con él, pero ten cuidado, pues a donde vamos se conecta con diversos reinos y lugares donde la pisque de todo mortal se reúne. Confío en que sabrás tratar con alguien como él, pues no se ha mostrado ante alguien como ustedes desde hace siglos.

—¿Tengo otra opción? Ya no sé si quiero seguir viajando, mis huesos están adoloridos, estoy confundido de todo cuanto he hecho y visto, y el ver tanto en un solo viaje, solo porque tú nos has guiado hemos podido sobrepasar una locura inminente, pero a que costo si aquello cuanto hemos visto en este lugar nos ha dejado perplejos, no sé cuánto pueda resistir, Ansel es joven y su curiosidad es fuente de su valentía, y aquel elfo es un loco cultista, solo mírame a mí, solo soy un guerrero que niega su linaje queriendo actuar como un comerciante, solo soy una deshonra para mi tribu.

—Estoy seguro que no. No es así como lo vez, ven conmigo y lo entenderás pues te mostraré aquello que a tu alma puede agradar.

Fui llevado al final de esta cueva y pude ver de nuevo la luz, era extraño ver un sol tan brillante después de tanto tiempo, a lo lejos vi una montaña enorme allá por el oeste que se extendía hasta el cielo, era espectacular ver algo como esto, era como un sueño tan onírico y a su vez era como presenciar un paisaje tan perfectamente creado que parecía poesía, podía observar muchos reinos de antiguas mitologías.

Tristemente el gusto duró poco pues no pude observar más del paisaje, pues sentí como todo se volvía negro y como violentamente me desmayé de inmediato sin apenas poder decir algo al respecto, lo poco de lo que estaba consciente de haber escuchado fue a la voz y dijo algo extraño, "No es lo mejor llevármelo sin explicación, pero es preferible que él y sus decisiones sean sinceras". 

Como hubiera deseado ver más de ese lugar y los alrededores.

Después de tanto tiempo en oscuras y sin soñar nada o sentir algo lo único que me trajo de vuelta a mis sentidos fue el sonido de las gotas de agua que caían en la lejanía, siempre que me desmayo la boca me sabe a rayos, sé que no soy muy descriptivo con decir eso pero decir que me sabe demasiado amarga tampoco es algo digno de mencionarse cuando todo lo que vez a tu alrededor puede ser algo más interesante como paredes repletas de musgo y hierbajos, eso me recuerda a un amigo de Ansel, recuerdo cuando de niños ellos comían musgo de los árboles y decían que lo hacían como entrenamiento, eso me hacía reír.

Recogí mi martillo y la mochila, agarré algo de las provisiones, tome un poco de vino y algo de carne cruda, mientras a esos humanitos como Ansel o no sé, casi todos los humanos en general, supongo, les afecta comerse la carne cruda a nosotros no, de hecho la comemos así en caso de emergencia pero de ser posible intentamos comerla cocinada, no por higiene o por idioteces de humanos quejicas, lo hacemos así porque en realidad una carne con sazón es la mejor que puede haber, ¿y cómo se puede comer algo crudo con una sazón sin que eso no se vea como algo extraño? Por ello es que nuestros esclavos los gnomos cocinan para nosotros, aunque por cuestiones de supervivencia hemos aprendido también a cocinar pues no todos los orcos tienen esclavos y uno solo te cuesta varias monedas de oro.

Ya me sentía algo más relajado al saber que no estaba en un lugar en penumbras y con monstruos malignos que juegan con mi mente, al menos solo eran malignos pero caían de dos a tres golpes, como sea la entrada en donde yo estaba era más o menos interesante había un letrero que se llamaba fortaleza de Dédalo y viendo como esta cosa tenía de nombre fortaleza pero se desarrollaba como laberinto se me hacía algo curioso a medida que avanzaba por sus pasillos que cuyas paredes eran solo ladrillos desgastados con grietas enormes, cada poco escuchaba el derrumbe de paredes a lo lejos, y supongo yo de las paredes por el sonido rocoso y las criaturas gritando adoloridas, así que eso no deja mucho a la imaginación si me preguntas.

Es raro no estar cerca de Azrael pues el no tener su luz y su presencia me hacía sentir un tanto solo, pues ofrecía buena plática, el llevar una antorcha era bueno, pero no vas a pedirle consejos a un palo o vas a hablar de tus inquietudes a un trozo de carbón en llamas menos vas a decirle un chiste al fuego, el cargar una antorcha obviamente traía sus pequeñas ventajas como poder matar algunos seres de formas un poco más "originales como quemarles vivos o cosas así.

Algunos pasos más delante de mí me encontré con una puerta cerrada, y con un acertijo absurdo que para mí no tenía sentido, y creo que decía algo como esto:

"Siempre acompaño al dios de la guerra romano en el firmamento, allí cuento con mi hermano que siembra terror en el corazón de los hombres, mientras que yo traigo el pánico mi hermano siembra el temor junto a nuestro padre.

No es extraño para mí hacer caso omiso a problemas cuyas soluciones deban de ser más imaginativas como acertijos, esas cosas son para Ansel, el chico es un mago y fuera de sus quejas de "Uy no soy mago soy nigromante, ñe, ñe, ñe", el chico se las arregla con esas cosas ya que por lo general lee mucho de esas cosas mágicas, yo prefiero literatura de calidad.

De hecho ante puertas con acertijos que eran necesarios para abrirse paso yo me las arreglaba bien con el martillo, verás un orco tiene que tener fuerza suficiente para cualquier ocasión y este tipo de casos no son excepciones y con lo mucho que detesto los laberintos desde ese sexto anillo infernal, el usar mi cerebro para contestar algo y saber dónde ir en un laberinto no pueden carburar al mismo tiempo, por ello uso soluciones más prácticas para este tipo de problemas.

Este tipo de cosas se han hecho en mi familia durante siglos y así se hará durante aún más tiempo, por esa razón derribé esa puerta, era de piedra y su acertijo era una pregunta que no me molesté en responder. Recuerdo bien el consejo de mi abuelo Fungord Sögenheimer, "Cuando haya una puerta cerrada derríbala pues una oportunidad buena no pasa dos veces en la vida", esas sabías palabras hicieron eco en mí cuando era niño, qué tiempos aquellos.

Continué avanzando directo al oeste sin rumbo determinado y las paredes y sus musgos ya eran solo una molestia visual, pensé en derribar las paredes hasta llegar a algún lugar en concreto, y dime tú si no era una buena idea. ¡Claro que lo era!

Es más lo habría hecho solo que me daba flojera, mira, en primer lugar estoy viejo y el usar mi fuerza cada cinco minutos es malo para mi espalda, y segundo encontré una pared un tanto particular, de esta salían unos rayos de luz que me daban curiosidad, las paredes estaban tan desgastadas que habían pequeñas aberturas que me permitieron ver a través, y ahí encontré a una chica con una toga blanca y llevaba bellas alhajas de oro con diamantes tan brillantes que me hicieron babear de pensar en que ocurriría si me los llevara "prestados", me pasé tanteando la pared para buscar como entrar ahí.

Estuve como cuarenta minutos, o eso creo, golpeando en cada punto de la pared mientras me movía de izquierda a derecha, y rodee toda la estructura y me percataba si aún podía ver a aquella tipa, afortunadamente si, el problema es que no encontraba una puerta para acceder a ese cuarto.

Y lo que me molestaba es que aquella tipa estaba dormida cerca de las paredes para cuando ya me había rendido, volví al punto de inicio, y dentro de mí me puse a pensar y que pasaría si busco un ladrillo que pueda quitar, y encontré a un ladrillo que carecía de yeso, lo jalé hacía mi con cuidado de no hacer ruido, y luego empecé a quitar uno tras otro hasta que di con una pequeña entrada improvisada.

Me acerqué a ella, aquella chica estaba dormida, sentada aquella en su mesa adornada con un manto morado, encontré cartas con dibujitos raros y números en ellos, no les hice mucho caso estaba tan cerca de ella que ya podía oler el delicioso aroma dulce de su perfume, y su aroma sería con lo que se quedaría pues esas joyas se verían mejor en mi bella esposa. De inmediato vi cómo se despertó como si nada, empezó a estirarse y ante mi presencia ni se inmutó.

—Llegaste más temprano de lo que esperaba, bueno. ¿Qué estamos esperando, Sög? Siéntate y te leeré tu suerte en lo que él llega. —Dijo aquella joven tras dar un largo bostezo.

—¿De quién hablas y como no estas asustada? ¿Cuál es tu nombre?

—Mi nombre es Casandra, y me lo dijeron las cartas, puedo ver el futuro, pero casi siempre predigo con más exactitud con mis cartas, así supe que vendrías y te querrías llevar mis joyas. —Me asombra la exactitud, pero aún tengo mis dudas al respecto, soy un orco de ciencias y solo le creo a mis dioses, a los orcos artesanos y al chaman de mi pueblo, ya que ellos saben de cosas que un orco normal no.

Me digné a tomar asiento y me quité mi pañoleta, y dejé caer mi cabello un poco, no era muy largo, pero pues era mejor sentirse cómodo en algún momento, ella y yo empezamos a hablar de la cicatriz de mi ojo y le conté de como Ansel, el elfo debilucho y yo hicimos una cruzada en contra de los regentes infernales que se aliaron con Molock, le conté de mis heridas y desventuras con esos dos, le conté de Azrael nuestro guía y su paciencia para con nosotros. Así hasta que ya me sentía más cómodo en querer escuchar sus dicharacheras de lo del futuro por medio de sus barajas esas.

Empezó a revolver las cartas a una velocidad de ensueño que parecía que ella hacía malabares, su habilidad era perfecta y las barajaba con una precisión tal que sentí que por un momento que se le caerían en pleno espectáculo, me recordaba mucho a ese juego que mis amigos del bar juegan, el póker.

—Bien, dime. ¿Qué debo de hacer? —Pregunté apenas pude recobrar el conocimiento después de aquellas maromas que hizo la chica.

—Elige una por el momento y te la quedarás, así hasta que tengas cinco, entre eso deberé de volver a revolver el mazo para que la que elijas sea al azar. Espero haber sido clara.

—De acuerdo, pero me explicarás que hacer apenas vayamos avanzando. —Respondí.

Ante tres hileras de siete cartas elegí la cuarta carta de la segunda línea, lo primero que había preguntado fue como nos iría en la aventura, y aquella baraja que abrió mostró a un hombre con una balanza en mano y una espada en la otra, seguidamente me dijo su significado tras detenerme de seguir eligiendo.

—Veo a la justicia como tu primera aliada, tu pasado es tormentoso y tus acciones son muy dispares, veo en ti rabia, resentimiento y avaricia, pero también veo gentileza, afecto y comprensión, algo raro para los de tu tipo.

—Y eso que significa. —Pregunté con una voz que fingía desinterés, pero por dentro solo podía sentir como el ambiente se sentía más ominoso a medida que el tiempo pasaba.

—Espera orco, todavía falta el futuro que propone la carta.

—Lo veo, deberás de ser justo e integro, pues lo que te espera a continuación puede desatar el fin del mundo como lo conoces o darle un nuevo mañana, queda en ti y en tus elecciones.

—Haz una pregunta, veo que estás intranquilo. —Me sentía incomodo más bien, nunca había estado

—¿Cómo está Ansel, que está haciendo el chico? —Se mantuvo en silencio ante mi pregunta, empecé a desesperarme al no recibir respuesta alguna y volví a preguntarle enojado.

—Silencio pues tengo visiones, su carta es la estrella invertida un mal augurio se aproxima, simboliza enfermedad y abandono, pero también simboliza reestructuración, veo algo en el futuro, a un chico, su túnica está rasgada y su cuerpo yace roto como la porcelana, de aquellas roturas se ven vapores rojos, es su maná, su miedo es la raíz de todo mal, espinas y sangre veo en los alrededores dentro de un estadio muy concurrido y sombrío, él está privado de sí, no puedo ver más de aquel chico.

—¡¿Está bien?! ¡¿dime si está bien, que está pasando?! Dime más.

—No puedo, su alma no me permite ver más, es un futuro que no puedo ver del todo bien, es como si estuviera en un extraño trance inducido.

Viéndome desesperado e impotente, intenté salir por la pared por la que entré, pero está estaba pegada y mis manos se sentían pesadas y demasiado suaves como si fueran de goma.

No podía quedarme aquí y dejar que el chico muriera o se lastimara, tal como describió el destino de Ansel me preocupa que él no sepa manejar su curiosidad o lo terminen capturando, no paraba de golpear y arañar a la pared para intentar salir y buscar a Isildalf y al chico.

—Tranquilízate, este futuro se puede evitar si tomas las decisiones correctas, ¿Qué prefieres hacer, irte ahora y no prepararte a lo que se aproxima o quedarte y hacer las preguntas correctas?

Volví a sentarme e intenté calmarme y pensar bien mis preguntas, pero me sentía demasiado nervioso como para pensar en algo con claridad, respiré profundo y exhalé ruidosamente según Casandra, algo que a ella no le permitía concentrarse en analizar sus visiones correctamente, empecé a respirar algo más calmado pero no por ello me sentía mejor, la siguiente pregunta nació cuando para relajarme empecé a recordar la vez en que conocimos el nombre de Isildalf y lo que significa su nombre, de ahí pregunté finalmente.

—¿Será olvidado Isildalf o se le recordará con odio, podrá él reformarse ya definitivamente? —Señalé otra carta y abrió una que tenía la imagen de un hombre anciano y una lampara alumbrando su camino, era curioso ver esto, era el .

—Se avecinan buenos cambios, habrá un avance espiritual así mismo una semilla de prudencia y balance lo marcarán, parece que todo esto será por una inspiración de corte divina, las visiones son extrañas pues lo veo junto al chico, pero ambos están en una mansión, hablando, la luz del sol ilumina el rostro de ambos, solo para que al final el chico vuelto un anciano cierre sus ojos en medio del atardecer.

—Siento no poder explicar que quiere decir este futuro, pero me temo que a veces algunas visiones no son exactas sino metafóricas y pueden representar una o más cosas, eventos interconectados después de años, incluso querer decir algo mediante reflexiones, lo siento.

—De acuerdo. Creo que ya tengo otra pregunta, es algo arriesgada, pero vale la pena. ¿Qué le depara a Aldrem después de la guerra? —No se sentía inmutada, cerró sus ojos por un rato, y respondió abrumada, se sentía algo cansada, pero también temerosa.

—No estoy segura de querer responder eso, es demasiado largo lo que te tendría que contar y me da algo de flojera el explicar cosas muy complejas como el futuro de naciones, por los miles de situaciones y variantes que podrían llegar a suceder.

—Solo dime las más cercanas a nuestros años, tal vez un pequeño resumen. —Respondió indiferente a mi petición para luego volver toda su energía en una espesa niebla y sus ojos se volvieron tan brillantes como el fuego, las cartas eran visibles, pero todo el cuarto se había vuelto oscuro y borroso, elegí mi carta la primera de la segunda línea. No quiero admitirlo, pero ya era evidente mi miedo en este momento, aún más por cómo se había vuelto ella y la habitación misma.

La carta mostró a un hombre cuyos pies estaban colgando de un árbol, pero estaba boca arriba, me sentía algo nervioso. ¿Qué tan malo sería el porvenir sería algo tan grave que sumiría a Aldrem o era algo que se podría evitar?

—El colgado invertido, la arrogancia y el materialismo invadirán el corazón del hombre, algunos pocos vivirán temerosos y con bondad, otros acudirán a su fe como un amuleto, puedo ver a los cultos sembrando falsas profecías, para algunos otros habrá una falta de límites. 

Las visiones que me llegan no son mejores, puedo ver monstruos, varios de ellos abrigados bajo un manto de secretismo y la bendición de fanáticos que realizan rezos oscuros para controlar a las bestias hambrientas de sangre que han creado.

Así mismo veo a cazadores incendiando ciudades y pueblos, ahí a lo lejos en un futuro incierto cuando torres de cristal se alcen como antaño, el mundo verá el ocaso por segunda vez, pero no por los amaneceres sino por la calma en si misma. La paz prevalecerá poco, como lo siento.

—Descuida, creo que esta es la última pregunta, ¿no? Como sea... ¿Qué será de nosotros tras vencer a Molock? —La última pregunta me hizo sudar, fue extraño como sucedió todo, elegí mi carta de la tercera fila, la carta mostraba un ángel sosteniendo dos copas y de las cuales transcurría el agua.

—Y al final encuentras a la templanza como la última carta, buen augurio se te ha brindado, según las cartas se encontrarán con moderación y compostura en su futuro, se les brindará armonía y paciencia. No veo nada más que a ustedes en un camino largo, listo para ser recorrido.

—Supongo que eso es la parte buena, estoy confundido, todo cuanto escuche es extraño y apenas lo comprendo, y solo Ansel comprendería esto, de todos modos, gracias jovencita. ¿Cuánto es lo que te debo? —Pregunté buscando en mi bolsa unas monedas de oro por su ayuda, no sabía si darle unas cincuenta o sesenta monedas, aunque viendo como ella y su magia era muy psicodélica pensaba en darle un extra tal vez unas ochenta y créeme que me estaba doliendo pagar así de mucho.

—Unas ochenta monedas estarían bien. ¿O es que crees que mis dolores de cabeza se van por medio de los abrazos? Necesito de un buen vino para sanar esas dolencias. —Oyendo ese precio casi me da un infarto, ahora sé lo que se siente dar algo caro, y empezar a regatear con los humanejos.

—Aquí tienes, espero ese vino esté hecho con las mejores uvas de finos viñedos. —Dije mientras me revolcaba por dentro del dolor.

—¿Bromeas? Es vino hecho por Dionisio. Esa cosa es lo mejor que existe, tengo un poco aún prueba un poco, pero ten cuidado dicen que a los mortales les puede embriagar muy rápido o matar.

—Ay vamos es vino, ni que me fueras a dar ron mal destilado. —Me dio una copa y después de un trago apenas sentía mis manos y no recuerdo de la la segunda copa pues había perdido la conciencia.

Después de beber ese vino apenas y recordaba algo, sentía una resaca horrible y mis únicos recuerdos eran de haber bebido con aquella chica ese vino, y hasta ahí, pero eso sí, ese sabor era tan dulce y suave el aroma era tan cautivador y perfecto, algo tan bueno que no me podía creer, ahora si me preguntas donde estaba pues solo sé que estaba cerca de una puerta que al estar abierta el otro lado dejaba ver una luz brillante, de la cual salió un tipo con un atuendo muy viejo que se asemejaba a una armadura, su color era rojo y negro y por el patrón de diseño era de placas de un metal bastante ligero y flexible dada la libertad de sus movimientos.

Incluso para estar despertando de una resaca el tipo era bastante notorio lo bien diseñado de lo que llevaba puesto, pero mis dolores de cabeza apenas me dejaban hacer algo lógico o decir cosas coherentes.

—Hola Sög, mucho gusto, soy el guardián ciego, como vez carezco de naturaleza divina, pero estoy inmortalizado para seguir limpiando mi alma de un error que cometí. —Su voz se escuchaba distorsionada y mi cabeza me daba tantas vueltas que creí que seguía soñando.

—Mi nombre... Sög... Respira despacio... mi cabeza... duele... humanejo... Fino.

—Emm si, ¿Cómo sea puedes levantarte, necesitas agua? —No recuerdo que respondí, pero mientras me levantaba me vomité y me sentí con la boca muy seca, esa luz me lastimaba muy horrible.

—Dios mío, esto irá para largo, toma, bebe esto y apenas estés listo me dices, me sentaré un rato a leer en lo que tu resaca salvaje se calma. —De aquella botellita había un líquido dorado que bebí como loco, recobré la compostura en apenas minutos y no recuerdo si me la quede o la tiré, pero de lo que estoy seguro es que fue una aventura muy loca porque encontré un cadáver de un monstruo bien feo, era de pelaje blanco y su cara era como la de un mono, así mismo encontré mi mochila y esta estaba llena de alhajas como también de piedras preciosa, por lo visto me encontré dos cartas una de Casandra y la otra de una tipa "Annie" quejándose de que por segunda vez la dejé sin hogar.

No tenía tiempo para leerlas en el momento así que fui con el sujeto ese, el guardián ciego si no escuche mal ya sin vómitos y sin mi boca seca, ni dolores de cabeza que me hicieran sentir que me estuviera muriendo, me acerqué a él, y con voz campante y alegre le hice saber que estaba listo, mi mochila pesaba y saber que esto podría gustarle a mi esposa era algo bueno, pues ella es muy exigente con estas piezas de oro, ella le encanta adornar su armadura de objetos caros para demostrar su clase y para mi eso es algo lindo de ella.

—Bueno Sög, será bueno que me cuentes un poco de ti, pues a donde vamos habrá un largo camino que nos espera, Incluso Azrael me contó de ustedes, pero no mucho, dice él que ustedes son agradables cuando los dejas descansar lo suficiente como para escucharlos hablar de sus sentimientos e inquietudes, así que mientras él destruye las almas impuras de la superficie yo estaré aquí para ayudarlos a matar a Molock, pero antes tengo que reunirlos, un trabajo difícil pues ustedes no son el tipo de personas que puedas encontrar por su alma noble y caritativa.

—Heh, apuesto a que te tardaste en encontrarme, humanejo. Como sea. ¿A dónde vamos?

—¿Has oído del Hel?

—No. —Contesté con una sonrisa algo tonta he de admitir.

—Entonces esto será nuevo para ti.

Y así es como conocí a otro humanejo que me agradó, ahora Ansel no es el único humano que puedo soportar, solo que este tiene una armadura tan vieja y tan geométrica que me deja pensando de donde es, como sea, mi parte de la aventura por fin se había tornado un poco menos pesada y hasta diría que hasta divertida.

Espero encontrar a Ansel y al elfo pronto, antes de que algo malo les pase. 

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