Cazador en Hel: ronda dos.

"Sög"

Tras horas de extensa caminata encontramos una puerta una más adornada que antes con un marco muy adornado para mi gusto, entramos para ver como todo el palacio volvía a parecer un muy bello lugar que, a una mazmorra olvidada, muy parecida a como llegamos, tantas habitaciones perfectamente habitables pero sin ninguna puerta, todas muy bien decoradas con las camas hechas y las ventanas bien pulidas, los pasillos estaban limpios y nuestras pisadas hacían eco más por el rechinar que por otra razón.

Todo estaba bien iluminado, tan tranquilo y normal, mi curiosidad me hizo querer buscar algo en una de las habitaciones, algo como algún tesoro o comida, aunque a quien se le ocurriría guardar comida en una habitación común y corriente, no es como que en un ropero vayas a guardar una rebanada de pastel o algo así, y mucho menos en un lugar como este.

—Oye Loki, ¿Por qué hay tantas habitaciones vacías y para que servían? —Pregunté con interés por el gran número de recamaras y como de grandes eran estas.

—Eso tiene mucho tiempo, recuerdo como llevé a todos al ragnarok, aquí vivían los seguidores de mi hija Hela y quienes ayudaron en mi lucha contra los dioses del Valhalla, que buenos recuerdos, todavía debe de estar por aquí el buen Thor, si viera él que al final tuve razón en matar a Baldr, y ni le pasó nada al final. Tanto espectáculo por poca cosa.

—¿Es probable que aún haya algo de valor aquí? —Mi deseo de encontrarme con algún tesoro hizo acto de presencia de nuevo, y alguna que otra moneda que pueda haber sería más que bienvenida, creo mi mochila tiene algo de espacio todavía y si no aun cuento con los bolsillos de mi chaleco.

—¿En serio te pones a pensar en ello en este momento? Ni siquiera sabemos dónde estamos exactamente y que puede haber en el siguiente paso que damos, ¿y lo primero que quieres hacer es robar? —No me sentí mal por el reproche del Guardián ciego. Yo hago esto más por un beneficio familiar que por gusto.

—Bueno si lo pones así lo que estoy haciendo está mal, pero si lo vez desde mi perspectiva no hay nada de malo, ya que si no hay nadie que nos vea no estoy haciendo nada salvo llevarme un recuerdito. —Contesté entrando casi sin pensar en la habitación aledaña,

—Ni siquiera lo pienses Sög. No dejé al Guardián ciego junto a ti para que lo desobedezcas, sus almas aún deben de ser purificadas de sus pecados, por lo que robar de nuevo será castigado. —De repente escuché la voz de Azrael, dándome esta advertencia con una voz de profunda ira, con resignación seguí adelante. Honestamente, quiero ese dinero. No voy a arriesgar mi pellejo por mera caridad, ni que fuera monje para ello.

Salí de la habitación sin nada, y seguir adelante es casi todo lo que he hecho desde que llegué a estas tierras de muertos, no hay nada que pueda llevarme, ningún tesoro, ¿qué va a pasar con mis ganancias en el carruaje mientras no estoy? Pues que es probable que me roben mi dinero y yo no quiero eso, pero es lo más probable y si no quiero que mi familia muera de hambre pues algo tengo que hacer. Y esto, aunque deshonroso en mayor medida es mejor a dejar a mi familia sin comer.

Ver las mismas paredes me hacía sentir mal, eran de un color amarillo brillante, era extraño verlas por tanto tiempo, pero es que tampoco había otro lugar en donde mirar, me empecé a sentir mareado y por un momento casi vomito, y de hecho lo hice, aunque no quiero hablar mucho de ello. Y a decir verdad volví a sentir un extraño escalofrío como si algo me hubiera tocado en mi hombro y ese frío me estuviera consumiendo y haciendo sentir mal por muchas razones.

El Guardián ciego me ayudó a recostarme, pero dichas almas pararon en seco, la del cazador me hizo una advertencia, agradezco que esta vez no haya sido en rimas ni poesía, pero el dolor apenas me hacía pensar en un plan. Y apenas pude escuchar la advertencia.

"A las visiones y al juez de los inmisericordes no habrás de temer si tu conciencia no debe nada, suelta el..."

El cuarto se hizo oscuro y empecé a sudar frio cuando supe que todo se iba a poner peor desde aquí, de pronto de paredes finamente pintadas de retratos de antiguas leyendas nórdicas y bellas lámparas de parafina alumbrando pasamos a ver como un espectro corría hacia nosotros fundiéndose entre las sombras y reapareciendo cada poco tiempo y se acercaba cada vez más rápido casi comiéndose nuestros talones, hubo un momento en el que desistí de que Loki anduviera con su correa para tener que llevarlo en mis hombros, no podía dejar que al loquito le pasara algo, pues yo era el único que sabía de algo muy importante y necesario si deseo llegar vivo a mi enfrentamiento contra Molock.

A pesar de entra a otro cuarto, no parecía que eso detuviera al bastardo ese, y maldita sea mi suerte sino me cansé de estar corriendo cargando a Loki, ya estoy muy viejo como para llevar a alguien, así como así, otra vez el cuarto se volvió a oscurecer y correr no era opción, tuve que alejar a Loki de la pelea, aunque él no parecía quejarse mucho de ver cómo hacemos el trabajo sucio y de paso quedarse como espectador viendo en primera fila como barren el suelo con nosotros.

El Guardian Ciego y yo nos quedamos juntos para atacar cuando de repente vi como todo se convirtió, en un bosque oscuro, mi cuerpo era más pequeño y mi martillo ahora era una espada gladios, era de noche y una aldea a lo lejos estaba en llamas, era la aldea del sur, pero de hace sesenta y seis años, era de cuando tenía catorce sino recuerdo mal, un grupo de soldados habían invadido nuestra aldea, yo estaba oculto entre los arboles viendo todo con horror, era horripilante, los gritos de mis amigos, mis padres defendiendo a las caravanas que huían de la ciudad, algo no iba bien, no recuerdo bien, pero no sé qué era.

Solo escuchar entre las copas bastó para darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor fue aquel día en que nuestra gente murió por culpa de un solo orco, un traidor que vendió nuestra aldea, creyendo así que sus sueños idealistas podrían llevarse a cabo, nuestra aldea ardía por la "bondad" de un solo orco, miles de vidas a cambio de sus "ideales justos". Cuando volteé para escapar de aquella horrible escena me encontré con un Jaëger.

Dicho cazador llevaba un mosquete desgastado en apariencia, y su espada era una tizona, vestido solo con una camisa y el chaleco abierto, toda su indumentaria era roja como la sangre y sus adornos eran de una plata desgastada, sus ojos estaban fijos en mí, y con un acento marcado me dijo que mi juicio ya había sido dado.

En dicha visión o vivencia, o lo que haya hecho ese tal juez, intenté pelear contra aquel cazador Hessiano pero mi gladio no era rival contra mi contrincante, pues esquivaba mis golpes con rapidez como si él supiera todo lo que fuera a hacer, incluso cuando pude conectar un solo golpe en su brazo derecho parecía no surtirle efecto alguno.

Solo uno de sus golpes bastó para tirarme al suelo, por primera vez sentí el miedo, no era así como recordaba aquel día, nada de esto, entonces algo vino a mi mente, aquello que sucedió en ese día, a pesar de pelear, no había ganado, aún era muy débil, pero aun así recuerdo que antes de que aquel bastardo me arrinconara le tiré una piedra a su ojo. Dándome la ventaja de apuñalarlo y agarrar su mosquete, para así dispararle y huir, pero en este recuerdo en lugar de sentir miedo solamente acepté ese día, fue el día en que empecé a pelear contra enemigos más fuertes y fieros.

En pocos segundos vi como todo cambió a la habitación donde estábamos, por el desorden y de tantos libros tirados pude ver que era por la misma pelea, pero pronto sería asaltado por otro de mis recuerdos, fue en mis días en la guerra en la invasión de Veritas Curze, maldito lugar miserable.

Ahí vi a mis compañeros Gorr, Urd y Norg, morir a manos de hechiceros de un antiguo y peligroso Sabbath, muertos por las peores plagas, asesinados brutalmente por magia negra y retorcida fuera de mi comprensión.

 Estuve oculto, temiendo por mi vida, en este momento recuerdo no haber hecho nada, apenas recuerdo algo de aquel día, las ruinas, comencé a hurgar entre mis bolsillos, viendo que entre los cuatro se habían separado para buscarme, aproveché para idear un plan, viendo que esos encapuchados andaban separados, debía de camuflarme entre el entorno, no era difícil considerando que casi todo este lugar estaba infestado de árboles y vegetación.

No era del todo fácil recordar, pero sé que, para acabar con el primer idiota, trepé un árbol para ocultarme en lo más alto de una torre casi caída y desgastada, solo me quedaba una bala para mi arcabuz así que debía de apuntar bien para evitar llamar la atención.

Debía de esperar con mucha paciencia y con silencio, mi puntería no era la mejor así que tenía que apuntar bien y estar preparado para todo, en mis bolsillos tenía mi encendedor y unas hierbas medicinales ya mordidas, era cuestión de ver cuando llegaría mi primera víctima, la vista a las ruinas era maravillosa desde esta torre, pero con toda la presión de estar siendo buscado, y el tener que acechar sin llamar la atención poco pude de disfrutar el momento y ver todo el terreno atentamente. Era mejor estar alerta de la victima más cercana a morir dolorosamente por ver el paisaje.

Mi mano temblaba, y dudaba de jalar el gatillo, un arma tan potente en mis manos era lo único que necesitaba para así desmoralizarlos poco a poco. 

Solo necesitaba dar un tiro, sea donde sea al final bastaría para ver desangrar al primer desgraciado que se acerara, y al oír el disparo limpio vi caer al primero de ellos, un maldito chaparro, se veía mejor muerto con un agujero en sus pulmones, cayó al suelo como un costal de papas y por lo visto se arrastró un poco antes de que la tierra lo reclamara.

Los demás seguían buscándome, pero ahora que los otros tres invocaron llamas abismales supe en donde estaban porque se movían lento para inspirar temor, pero ahora, quien sería la pesadilla en vida sería yo. 

Con un cuchillo y con árboles ayudándome a moverme les tendía emboscadas, solo quiero recordarte a ti que este orco a quien lees no es un cazador, ni en ese entonces sabía gran cosa de camuflaje y cacería, por lo que solo me dispuse a seguir uno a uno, esperando matar al más débil y dejar al más fuerte de último.

Dicho plan terminó siendo basura, si bien maté a los otros dos hechiceros, debo de decir que no fue tanto por el sigilo, fue más por tirarles piedras en la nuca cuando no estaban atentos, atontándolos de esta forma y luego apuñalarlos varias veces, aunque el penúltimo dio su lucha ya que de vez en cuando me golpeaba y daba puñetazos como si fueran balas de cañón, después de unos intercambios de puñetazos con él tuve que darle puñaladas en la garganta para que se calmara definitivamente.

De lo poco que aprendí con Ansel es que para ser un buen mago o lo que sea es que debes de ser fuerte, no por nada el chico se defiende bien con la espada y tarda bastante en cansarse en el trabajo, por lo que estos bastardos eran duros por eso mismo, aunque viendo lo fácil que fue distraerlos igual y los más listos no eran, contrariamente al chico.

Pronto comprendí una cosa, este recuerdo era otra de mis memorias reprimidas, una de cuando vi morir a mis compañeros de guerra, obtuve ayuda al final por parte de mi hermano, pero no pude dejar de cargar con que no pude salvarlos a ellos, ahora era claro este bastardo quiere juzgar mis errores pero de una forma sucia, pero viendo que esto no es más que un espejismo hecho para torturarme me dispuse a pensar, ¿Cómo puedo acabar con sus hechizos que me retienen peleando con copias baratas de mis memorias?

Llegué a una sola conclusión matar a aquellos seres que me pusiera en frente y aceptar mi pasado, eso último admito que era algo de debiluchos, pero era parte del plan y lo más lógico contra un imbécil que usa mi cerebro contra mí. No tardaría en encontrarme contra el jefe de estos idiotas. Solo que la cosa está en que lo encontré de la peor forma posible, cuando ya estaba preparado para salir de mi escondite y embestirle con todas mis fuerzas. 

De pronto su mirada se quedó fija en mi escondite como si me hubiera encontrado antes que yo a él, al punto que de asombro me fui para atrás, y vi como de rápido apareció de la nada misma. Salió de un extraño desgarro de la realidad, como si de un lugar fuera del tiempo estuviera saliendo algo que no pude comprender, pues fue solo cosa de segundos cuanto llegué a ver.

Me repuse nuevamente para no ser presa fácil de este loco, con un simple cuchillo y nada más que determinación hice lo más lógico que haría un orco de mi clase, exacto, echarle tierra en los ojos al bastardo ese. Aunque creo que no funcionó.

—¿Ese fue todo tu plan? —Preguntó aquel mago.

—No. De hecho, hubiera sido mejor si te hubieras dejado atacar. —Parece que mi chiste no le gustó porqué termino lanzándome a un árbol por medio de un glifo arcano que desató un pequeño tornado.

Cuando me levanté me encontré siendo azotado por una nubarrada de moscas que revoloteaba buscando devorar mi carne, cada una mordiendo mis brazos y piernas, no supe donde correr, así que hice lo más lógico contra insecto.

Agarré una rama de árbol y le prendí fuego, la agité por todos lados en busca de ahuyentar a tanta mosca se pudiera, poco a poco se dispersaban, pero no lo suficiente.

 Tuve que cubrir mi nariz para evitar que entraran esas malditas pestes en mí, de pronto y con bastante dificultad pude sentir el olor a incienso en la lejanía, de ahí me guíe para buscar al mago y darle su golpiza. Tomando dirección al sur el olor a incienso se acrecentaba, de entre tantas moscas pude ver al bastardo asustado, no contaba con que terminaría sintiendo el olor de sus polvitos mágicos.

Así pues y preparando mi cuchillo lo embestí y le apuñalé varias veces el maldito brazo izquierdo, gocé ver como sus nubarrones se dispersaban.

—¿Qué pasa maguito, acaso tus mascotas se han ido? ¡Qué pena, pues ahora tendrás de compañera eterna a la muerte! —Soltó una risa antes de saltar hacía esa extraña grieta que lo transportaba a varios lados.

Ahora no era tan fuerte, pero si veloz, salía y entraba repetidas veces después de cada ataque, lanzándome bolas de fuego que me eran difícil de esquivar o soltaba mandobles que, aunque pesados se veían potenciados por la velocidad que ganaba entrando y saliendo de dicha grieta mágica.

Mi cuchillo no era rival contra su magia, ese bastardo podía salir de cualquier lado, apareciendo incluso detrás de mí, no supe donde fijar mi atención, el único plan que tenía era el esperar donde saldría el bastardo y atacar. Pero que probabilidad había de que siquiera lo pudiera ver antes de su ataque si aquel mago se movía a velocidades absurdas.

—Mira bien orco y dime ¿Quién será el primero en conocer la muerte y quien vivirá? Será tu boca la que te haga pagar. —Escuché la voz, su eco provenía del este, estaba a punto de entrar al portal, era una corazonada, pero tenía que ser cierta.

Pronto vi que el portal se abrió a mi derecha y sin pensármelo corrí directo a esa cosa y me agarré a golpes al idiota dentro de su grieta, entonces lo comprendí, el no ganaba velocidad, al correr, ganaba velocidad al caer dentro de esa grieta.

Mientras caía con él me las arreglé para darle unos buenos golpes y un corte en la cara, abrió otro portal con esperanza de atacarme afuera de esta grieta.

Apenas salimos expulsados no tardamos en seguir nuestra lucha. Al parecer se dejó de juegos el maguito y empezó a invocar a seres extraños, los cuales eran como criaturas mitad ciervo y mitad hombre que iban armados con espadas oxidadas y viejas.

Matarlos no fue difícil lo difícil fue abrirse camino de tantos de ellos, así que tomé una de sus espadas y repartí tajadas a diestra y siniestra, cuando vio que me acerqué empezó a desesperarse y en un duelo de espadas. 

Pude ver que a pesar de no tener tanta fuerza en la mano derecha cubría bien sus flancos por lo que tuve que jugar más sucio.

Con un escupitajo en su rostro logré distraerlo y le clavé la espada en su hombro, aunque me di cuenta que empezó a recitar algo en antiguo romano.

"Veni, che huininc, veni ex abyssus! Vasti umbrae et terrores, accipe vim et erige te a pugna! Obscurum nomen tuum in aeternum resonet, et potentia tua pugnem dirige!"

—Ahora prepárate orco, pues habré de ser bendecido por la fuerza del Che huinic. —Su cuerpo empezó a hincharse horriblemente y a vomitar sangre. Saqué mi espada de su hombro, estaba confundido al respecto.

—¿Esto es parte de tu plan o es que quieres...? —Pregunté algo preocupado por el tipo este, su túnica roja ahora se rasgaba por su hinchazón

—Maldito orco, es tu culpa, ahora voy a morir por tu estupidez yo te maldi...—Antes de terminar su maldición lo decapité, ya se me hizo costumbre matar a los que intentan maldecirme, pero me temo que aquel monstruo se empezó a deshacer para cuando maté a este bastardo. Lo que consecuentemente deshizo el recuerdo o ilusión, justo cuando me estoy preparando para el más grande.

De lo que pude sacar en claro de este recuerdo es que a veces es mejor ser cauto, al menos eso es lo que entendí, aunque es Ansel el que entiende mejor de estas cosas de moralejas. Solo te puedo decir que ya estoy cansado de pelear, estar peleando contra este bastardo me está dejando demasiado cansado, ya casi no puedo más.

Ya recuperando la lucidez vi como mi compañero el Guardián estaba peleando contra la influencia de ese ser, no tardó en liberarse, y aunque atacó al juez de los condenados falló por muy poco, en uno de sus brazos empezó a soltar un poco de sangre, ahí fue cuando corrí y agarrando mi martillo del suelo, me enfoqué en poder golpear su pecho de esa cosa, debía darme prisa antes que el juez buscara entre nuestras memorias y las usara contra nosotros.

Sentía mi mente más despejada y vacía, con un golpe bastó para hacerlo volar hasta el otro lado de la habitación, con una sonrisa en mi rostro comprendí que por cada recuerdo traumático que uno supere el bastardo empieza a hacerse débil.

Antes de que recobrara sus fuerzas le rompí las costillas a este ser, en señal de desafío lo empecé a patear varias veces, era relajante por alguna razón y tomando su cuello a punto de hundir mis dedos esa cosa empezó a reírse y con una voz macabra soltó una pregunta.

—¿Crees que por haber superado solo unos pocos traumas puedes escapar de mi juicio Sög? Aún no has visto el último que queda.

—Sög aléjate, no veas sus ojos. —Dijo el Guardian, ahí fue cuando aquél monstruo con sus ojos cuya luz dorada emanaba de forma inexplicable empezaron a mostrarme una serie de recuerdos, pero ahora ya no era a oscuras dentro de mi mente, ahora estaba consciente de mi alrededor, pero el dolor de recordar todos y cada uno de mis recuerdos al mismo tiempo empezó a consumirme.

—Mira cada uno de tus errores, sufre, sufre por tus pecados cometidos, y dime, ¿Cuál crees que es el que más tratas de ocultar? Ahora sé todo sobre ti, mucho mejor de lo que tú mismo te conoces, acabo de ver cada uno de tus secretos y no hay nada que te pueda salvar de la justicia.

Un recuerdo surgió de mi mente, vi como golpeaba al chaman de nuestra aldea, incluso recuerdo como incluso estuve a punto de decapitarlo, yo no recordaba eso, el lugar parecía ser en el santuario del Golem Talos, ahí estaban presentes mi hermano, mi esposa y el ya mencionado Golem Arcano Talos. Debí haber cometido una falta grave, pero... ¿Cuál podría haber sido?

—Sög Sögenheimer has deshonrado a tu chaman y te han sometido a juicio, ¿Qué tienes que decir a tu favor? —Me dolía la cabeza por intentar recordar, todo era confuso, no recuerdo nada de ese día, ni siquiera puedo considerar cual error pude haber cometido, casi nada se me venía a la mente por el cansancio. 

«¿Qué es lo que había hecho?»

Me preguntaba confundido y tambien adolorido, apenas lograba recordar aquella ofensa que había cometido

Entonces recordé el día, no con mucha claridad, pero lo hice, se me acusó de haber rebajado el alcohol de la caja de vino que le di al chaman como regalo para la celebración de la quema del incauto, aquellas botellas estaban encima del altar a modo de evidencia, si yo ganaba entonces yo resultaría inocente de lo contrario mi cabeza sería puesta en una pica.

—Sabes, hay algo curioso imbécil, es bueno juzgar a otros por sus acciones, pero dime. ¿Qué se puede decir de un tramposo y de un falsificador? —Sí, el recuerdo era traumático, pero no por la pelea contra el chamán, sino por quien me había traicionado, y ese fue mi antiguo aprendiz Damián, ese bastardo me hizo desconfiar de los humanos, y una vez terminé de pelear con el chaman lo llevé al bosque, dejándolo en lo más profundo y ahí mismo le rompí las piernas, suplicó perdón, pero no volví por él a pesar de sus suplicas y chillidos agudos como los de un cerdo.

Aquél estúpido sabía que ya no había nada en lo que culparme, así que lo que quedaba para él era sufrir en silencio.

—Dime idiota. ¿viste el recuerdo completo o solo lo que te gustó? —Intenté mover mis dedos, pero su magia me lo impedía.

Aun cuando el bastardo rebuscaba en mi mente él sabía que era inútil, ya nada después de esos espejismos me llegó a hacer daño alguno. Incluso me río de algunos de ellos. No pensaba en rendirse el juez, y justo cuando recobré momentáneamente la movilidad de mi cuerpo lo primero que hice fue dejarlo ciego, empecé a hundir mis pulgares en sus ojos y de un golpe lo derribé.

El Guardián ciego y yo conversamos para ver quien terminaría matando al bastardo ese, lo terminamos discutiendo con una partida de piedra papel o tijeras, y la suerte favoreció al Guardian, mejor para mí, ya estoy muy viejo para hacer el trabajo yo solo.

En lo que el Guardian se encargaba del bastardo me fui a sentar en un sillón que no estaba dañado, ahí estaba Loki sentado, en el que era el más cómodo, e incluso empezó a jactarse de ello varias veces en lo que yo me acomodaba para descansar.

—¿Así que estás cómodo en tu sillón? ¿eh? —Mordaz fui, pero no con mala intención, solo para calmar un poco el ambiente en lo que nuestro guardián apuñalaba al Juez, parecía que se divertía de tanto que le clavaba la espada en el cuello, aunque tú podrías decir que tenía que cerciorarse de que ese bastardo en realidad estuviera muerto, pero me gusta pensar en que él se estaba divirtiendo.

—No, estaría cómodo estando en cualquier lugar excepto aquí. Pero al menos estoy con mi hija, la única persona que me queda después de tantas desventuras. Como sea, dime orco, ¿Para que me quieres si ni siquiera me preguntas dónde ir? Dijiste querer mi guía y ni la hora me pides.

—Tú tienes algo que yo quiero, y yo algo que a ti te podría beneficiar. —Me empezó a ver con cierta fanfarronería, su rostro burlesco era menos molesto que el de Isildalf, pero no te mentiré, me quedé de buen humor, por fin tenía algunos traumas sanados, el de la muerte de mi tío ya quedó solucionado, supongo.

—¿Qué podría tener un orco que yo, Loki, necesite? Solo mírate, no pareces el orco que cae en un frenesí profundo, pues de los guerreros eres muy normal, tampoco eres el más joven y más habilidoso. Incluso me atrevo a decir que tampoco eres el más malo de tu especie, o inclusive de tu tribu.

—No me refiero a eso. Tu hija está siendo usada como fuente de poder para un cultista de Molock, yo sé cómo matarlos, pero tiene un costo, no es algo grande, pero considero que una ayuda podría ser buena al final.

—Déjame ver, vienes a ayudar con un costo, resulta que es eso, eres un estafador, me encanta. —Respondió con molestia, viendo que la situación no mejoraría.

—Tranquilo, soy un comerciante, no un estafador, al menos no apropósito. Te ayudaré a liberar a tu hija, la verás sin ningún rasguño eso es seguro, y además no volveré a estar aquí si eso te hace sentir mejor, pero para eso, me debes de brindar algo de ayuda contra un dios caído. —Se puso a pensarlo, empezó a acariciar su larga blanca rojiza mientras tanto, tardó un poco en contestar a mi petición.

—Bueno, no me queda otra opción, te haré una armadura, sé que las odias y es mi forma de desquitarme por tus tratos hacia mí, pero tranquilo te aseguro que no te matará ni te hará daño, al menos no físico. Incluso puede que a la larga te guste. —Su tono de voz se puso algo juguetón, casi como la voz de Isildalf, y digamos que cuando alguien usa esa voz nunca se trae algo bueno entre manos.

—¿Cuál es el truco? —Pregunté bastante serio.

—Tranquilo, no hay trampa, y si temes por cómo se verá entonces menos debes de temer, te haré una que les hiele la sangre a los demonios y al bastardo taurino ese. Pero cumple tu palabra, al menos con la de mi hija, ya que ni de broma me creo que tú cumplas con la parte de no volver a pisar este lugar.

—Entonces es un trato, pero antes, jura que no me harás alguna trampa de por medio, una cosa es que me lo digas y otra es que me lo jures.

—No sé, me lo pensaré, así como me lo pides con esa seriedad ya me dio un poco de pereza. —Se quedó viendo a la nada por unos segundos, al principio tenía su sonrisa plena y digna de abofetear, pero observó fijamente a la pared por un largo rato.

Pensé en hacerlo despertar por una bofetada, hasta que terminó por responder después de borrar de golpe esa mueca burlesca, me prometió no hacer ninguna treta, pero su comportamiento era más raro de lo usual, parecía nervioso por haber visto algo o alguien.

—¿Qué pasa Loki? Parece que estas más loco que una cabra.

—Nada, es un trato, no habrá trampa alguna. Solamente vámonos de aquí, debemos de irnos ya, no me agrada estar tanto tiempo en un mismo lugar. —Su tono a pesar de aparentar ser normal aún lo percibía como temeroso. Que loco es el pobre Loki, como sea, espero, cumpla su trato.

Pensé en decir que sí, pero ya van varios golpes y heridas de los que puedo aguantar, no es que quiera quedarme aquí mucho tiempo, pero primero debo de atender nuestras afecciones primero, tanto el guardián como yo hemos una larga travesía en intentar matar a estos bastardos y con larga me refiero a que sería todo más fácil si estos tipos que cuidan de este palacio fueran un poco más sencillos de derrotar. 

¿Qué es eso de tocar una canción a un monstruo para dormirlo y matarlo? Solo piénsalo, sería mejor todo si fueran un poco más lentos para este viejo orco, te recuerdo que soy un comerciante, no un caudillo.

Me imagino que a mi hermano le parecería muy vigorizante este viaje y hasta algo desestresante, por mi parte yo me siento como que mi espalda ya necesita acostarse en un lugar cómodo que no sea el fango. No me acostaba en la tierra desde mis días en la guerra del cielo rojo, que recuerdos, los odio y los amo al mismo tiempo.

Desempacando de mi mochila algo de vendas y me puse a cubrir las heridas del Guardian ciego, usé como desinfectante las lágrimas de Loki, no recuerdo bien como nos dimos cuenta de que Loki tenía lagrimas desinfectantes, pero si te puedo decir que nos las dio a cambio de un poco de mi tesoro que llevaba. 

Accedí de mala gana, pero resulta que él solo agarró una pequeña tiara de oro con unos diamantes chiquitos. Cuando iba a quitársela Azrael habló en mi mente y me dijo que se la diera, no tuve de otra sino aceptar.

Entonces comencé a desinfectar las heridas del guardián y le apliqué las vendas, en sus brazos y en el hombro izquierdo. Ahora, cuando fue mi turno eran un poco más las heridas a tratar, y cuando me puse las lágrimas para tratar mis heridas estas eran bastante calientes, lo suficiente como para ayudar con las heridas, me atrevería a decir que eran mejor que el vino en cuanto a eficacia, pero no sé si sea el mejor para esto, a veces ni al galeno le entiendo así que solo diré que es por magia, esa mi respuesta a todo. ¿De acuerdo?

Terminé de vendar mis heridas en mi pierna, antebrazo y si no recuerdo mal creo que también en mi pie, pero pues mejor sigo adelante que este diario no es infinito y estoy seguro que deseas algo para entretenerte que escuchar las memorias de un orco viejo.

A lo que iba es que terminamos de curarnos, pero pedí a Loki unas lágrimas más, en comparación a lo que nos hizo beber Azrael estas lagrimas eran solo para heridas más convencionales como cortes o uno que otro golpe que diera bastantes molestias.

Y en cuanto al alma de ese tal Juez de los condenados, resultó ser un paladín en el pasado, pero tras un giro de la vida sintió deshonor en su corazón y vino a parar aquí a modo de cruzada de expiación. Algo muy extremo si me preguntas, hay mejores formas de morir que matarte solo por deshonrar un juramento de algo como la justicia o algo así.

Y me temo volvemos a las rimas, aprendí a aceptarlas con desgané, dejé que hablara. Pero por cada verso solo deseaba que cerrara el pico.

"Orco escucha bien mi advertencia.

En el palacio de la muerte

donde las sombras son eternas,

y las almas se pierden en el vacío,

allí es donde debes buscarla.

Pero ten cuidado, camina con sigilo

en las profundidades del laberinto

donde los libros son guardados

y la oscuridad reina sin fin.

Busca la biblioteca escondida

en la cual la sacerdotisa habita,

y descubre sus secretos ocultos

para poder derrotarla con astucia.

Susurrando en las sombras

y acechando desde el vacío,

ella te desafiará a cada paso

y tu destino estará en juego.

No temas, camina con valentía

y aférrate a tu propósito,

descubre los secretos más oscuros

y derrota a la muerte con tu coraje.

Así que adelante, toma la espada

y prepárate para luchar,

porque solo así podrás encontrar

el camino hacia la luz."

Con desenfado le respondí al paladín: «¿Quién necesita una espada cuando tienes un martillo?»

Me puse en marcha siguiendo a las almas a la biblioteca, no había tiempo que perder, debíamos parar a quien sea que esté aquí, no cabía duda para mí que en este momento, desde este preciso instante mi Temor era grande, no tanto por la guardiana que quedaba, sino por quien podría estar detrás del plan macabro dentro del reino. 

Pero más que sentir miedo mi deber era seguir adelante, no mirar atrás, solo pensar en llevarme su cabeza e irme. Como todo buen orco haría.

Aquella alma del paladín nos llevó a la puerta de la biblioteca y la sensación que sentimos fue un escalofrío, incluso Loki dudaba de entrar, pero era necesario para acabar de una vez por todas con quien fuera el bastardo que está aquí, no debíamos de dejar que Molock obtuviera poder alguno, sea de quien fuera.

 Apenas toqué la perilla de la puerta pude ver imágenes terribles de un paramo donde yacían marchando almas inocentes a un grotesco ídolo, de aberrantes proporciones era aquel ser de un bronce oxidado y dada su inmensidad su grotesco rostro era tapado por las sombras, pero su sonrisa horripilante era atemorizante, incluso para un orco como yo que ha visto cosas extrañas y horribles tanto en el pasado como en el inicio de esta cruzada.

Cruzando la puerta nos encontramos al cultista de Molock pero su actitud era muy paciente y no se veía transformado en algún modo. Su cuerpo era normal o eso aparentaba, cuando nos acercamos, aquel tipo se levantó del suelo y empezó a pronunciar palabras incoherentes, sin saber que hacer le di un golpe y le aplasté la cabeza con el martillo. 

Es en esta ocasión donde realmente puedo decir que no tenía nada en mente. Ningún plan tenía para el terror que se aproximaba. De su cuerpo se abrió una hendidura mostrando unas extrañas fauces retorcidas, a medio camino entre la mezcla una boca y decenas de ojos que empezaban a encontrar lógica en un cuerpo que cada vez más se hacía más retorcido, sus brazos empezaron a dislocarse volviéndose uno como un látigo y el otro como una cuchilla.

Al levantarse esa cosa empezó a hablar, su voz era como un chillido ahogado y afónico que cuadraba bien ante tal monstruo indecible que desafiaba cualquier forma descripción que pudiera dar.

—Ver es solo una de las formas en que el alma obtiene inspiración para su existencia, y gracias al amo he visto miles de vida que están a punto de ser llevadas a su máxima elevación de lograr matarte. Tal vez hayan podido matar a la madre Gharzlin, nuestra arconte de la tortura, pero yo seré el que sea premiado por nuestro amo. Prepárate orco el arconte de la muerte obtendrá tu alma.

—No me importa que te veas como una masa putrefacta de carne, tú y tu amo taurino morirán como lo que son, no son más que monstruos débiles que necesitan de alimentarse de otros para tener tan siquiera un poco de fuerza, pero adivina que... ¡Estoy aquí para mostrarte como se ve la fuerza de verdad a punta de martillazos y puños! —Preparé mi martillo, estaba listo para este duelo.

—No creas que estoy solo, ya que te falta un guardián más para llegar a Hela.

Trepando de entre las paredes la sacerdotisa hizo acto de presencia, sus piernas y brazos eran largos y extremadamente raquíticos, su rostro estaba cubierto por un velo desgastado y sus ojos eran oscuros como las sombras. Aquella guardiana vestía una antigua túnica negra y roja y portaba en su cabeza una corona plata oxidada, en dicha corona sobresalía una gema sangrante. Al ponerse de pie parecía un abominable títere carente de emoción alguna. Sus movimientos más pequeños e imperceptibles eran antinaturales.

Le di la orden a Loki de que no se moviera del rincón de donde lo dejé. Antes de iniciar el enfrentamiento el Guardián ciego invocó a sus bestias con su brazalete ese, e incluso invocó a su maestro Setanta. Al ser invocado deslumbró al Arconte, la armadura del maestro del Guardian ciego brilló con un como el fuego mismo, sus ojos estaban fijos en la sacerdotisa, con un movimiento limpio, rápido y elegante se puso en posición para atacar. Su armadura cobriza reflejaba con odio a nuestros adversarios, su armadura era cubierta por un manto hecho de piel de un lobo que admito sentí envidia de solo verla.

Acercándome al Guardián ciego le pregunté por qué no había invocado a Setanta y a los demás antes, a lo que me respondió algo avergonzado. "Es que se me desconfiguró el terminal, apenas lo acabo de reiniciar" No sé qué sea esa cosa que mencionó, pero por culpa de ese cacharro casi nos morimos en más de una ocasión.

—Sería bueno que tengas un plan a la mano, porque de una vez te digo que de no tenerlo no pasamos de esta. —Susurré manteniendo mi cara de determinación, aunque por dentro estaba gritando de miedo e ira por la situación.

—Tranquilo tengo un plan, pero primero dime que seguirás al pie de la letra lo que te diga. —Respondió el Guardian ciego.

—Claro tu dime. —Estaba seguro de poder hacerlo, cualquier cosa en este momento es mejor que morir a manos de este estúpido y aquella cosa que dícese es una sacerdotisa, pero nomás no le veo la cara de ello.

Me explicó lo que debía hacer, y era un plan sencillo. Setanta y él se encargarían de la sacerdotisa mientras invocaba al resto de su equipo para ayudarnos. Me dijo que debía mantenerme cerca de Gaálath-Am, una marioneta con la forma de un antiguo caballero, y de Úukum Soots, un monstruo con cabeza y alas de murciélago, mostrando con ímpetu sus garras grandes y puntiagudas apenas fue invocado. No parecía mal inicio, pero me dijo que el resto del plan se basaba en que cada uno fuera por su lado apenas llegaran a enfrentarse cada uno con su oponente.

Entonces fue cuando la tensión de quien sería el primero en dar el golpe se disipó, con Úukum Soots y Gaálath-Am hicieron una carga al arconte. Con un golpe profundo pude derribar la pierna del mencionado arconte de la muerte, pero su brazo izquierdo lo usó como un escudo ante nuestros ataques antes de reincorporarse. Con su brazo derecho que era como un látigo empezó a contraatacar, en un intento de golpearme, el latigazo de aquél monstruoso apéndice falló por unos escasos metros.

Me centré en atacar su flanco derecho mientras Úukum Soots ayudaba a Gaálath-Am con el frente, dejando así al títere en el flanco izquierdo. Con un vozarrón ensordecedor derribó al murciélago dejando así al títere y a mí contra aquél ser, Gaálath-Am se centró en atacar las partes desprotegidas intercalando entre el franco izquierdo y el frente siendo más una distracción que como ataques propiamente dichos. Ahí fue cuando ataqué al arconte en su brazo derecho dejándolo casi inutilizado debido al fuerte golpe que le di en su hombro.

Pronto Gaálath-Am y yo nos dimos cuenta de que fue un error hacer esto. Incluso cuando cojeaba el Arconte se movía bastante rápido y embistiendo a Gaálath-Am lo dejó fuera de combate por un instante, teniendo la ventaja de poder atacarme con su brazo izquierdo.

Por casi acto de suerte pude bloquear por medio del mango que gracias a su longitud me fue fácil concretar dicho bloqueo, ahora parte del plan que tenía era hacerle un puntapié para poder tenerlo como una presa fácil de matar.

Con todo y el puntapié esa cosa solo retrocedió unos pasos antes de intentar asestarme una serie de golpes con la cuchilla de su brazo, apenas y podía dar abasto a dichos golpes y en más de una ocasión me vi forzado a retroceder para evitar heridas graves. 

Úukum Soots se levantó y distrajo al miserable bastardo rasguñandolo en los ojos menores. Estando el murciélago en la espalda del imbécil, me dejó vía libre para atacarlo en su ojo mayor que estaba cercano a sus fauces. Lo que supuso así una gran ventaja al momento de tomar la decisión definitiva, matarlo como el maldito ser que es.

Fui corriendo a tomar la espada de Gaálath-Am, me apresuré para así empezar apuñalar al arconte antes de que pudiera levantarse, fueron tantas las tajadas y las estocadas que le di y aún así no moría, así que a la fuerza le arranqué sus brazos, ¿para que le iban a servir ahora que su muerte estaba próxima y su juicio ya había sido dado?

Allá donde estaba su corazón le di una estocada más debilitándolo gravemente, pero entonces me di cuenta de algo la espada de Gaálath-Am no estaba bendita, por lo que para deshacerme de dudas quise aplastar su corazón con mi martillo.
Un baño de sangre me di, viscosa y era apestosa como el mismo azufre, era tan terrible el hedor de su sangre que casi me hizo vomitar, pero había mejores cosas que hacer que vomitar por el mal olor de la sangre de un papanatas como este.

Ayude a Gaálath-Am y Úukum Soots para ponerse de pie, teníamos que ir por la sacerdotisa, ella por sus movimientos rápidos puso bastante en aprietos al Guardian, pero veía como él se defendía, cubría sus flancos y el frente, pero también descuidaba mucho sus pies siendo ahí un blanco para las espadas de la sacerdotisa. 

El entrechocar de las espadas se hizo presente, Setanta ayudó al Guardian ciego ambos intentaban no retroceder ni que la fuerza de su oponente les desbalanceara, ambos empezaban a ceder ante la descomunal fuerza que la guardiana estaba imponiendo.

Con Gaálath-Am atacamos los empeines de la sacerdotisa dejándola gateando al atacar, ahora con lentitud cargaba contra nosotros, Setanta y el Guardian ciego esquivaron el primer tajo de la espada izquierda pero el derecho impactó contra el hombro derecho del Guardián, con una estocada en el pecho dejó malherido a Setanta lo que me dejaba a mí a cargo.

Seguirle su ritmo era casi imposible apenas podía esquivar, sus mandobles eran muy fuertes, por muy poco y en diversas ocasiones estuve a punto de caer. Uúkum Soots vino a ayudarme sus rasguños eran rápidos, pero no eran rival para la sacerdotisa, de un solo corte dejó fuera de combate al murciélago. Mientras tanto Gaálath-Am y yo tuvimos que enfrentarnos a ella defendía muy bien sus puntos débiles nuestra adversaria, intenté con una finta darle un golpe en las costillas, pero eso me valió un corte profundo en el pecho.

Gaálath-Am no tuvo mejor suerte con una demostración de habilidad y a forma de burla la sacerdotisa lanzó al aire una de sus espadas y durante ese corto tiempo apuñaló a Gaalath-Am en donde estaría el estómago, en un cruel espectáculo final agarró la espada para empalar a Gaalath-Am al suelo.

—Eres lista, eso te lo admito. —Después de escupir algo de sangre, al suelo intenté sostenerme de mi martillo para agarrar fuerzas, estaba perdiendo bastante sangre.

—No has visto nada, orco. Ven, tus pecados pesan más que tu alma, solo yo puedo proveerte el perdón esta noche tan amarga.

—Suenas como esos santurrones de la iglesia de Arendel. ¿Quieres saber algo? No me asustas. No me sorprendería que tu hayas sido una sacerdotisa de esos tipos en tu anterior vida. Siempre los santurrones hacen gala de sus palabras bonitas y alocadas para darle miedo a sus contrincantes, tú no eres la excepción. —Con dificultad sostuve mi martillo, me mantuve parado en un único lugar. Así como lo hizo Farargon, me llevaría a esta tipa como trofeo, no importaba el costo, solo el acabar ya.

Con seriedad me tomé este momento, era demasiado intenso el dolor en mi pecho. Pero no importaba ya, debía de concentrarme, no cedería ante ella, no cedería ante mi dolor, y no cedería ante lo que podría ser la llamada de la muerte, nadie me ganaría ni se llevaría mi vida de esta forma. No mientras siga siendo un orco comerciante, pues mi vida es el negocio, y el negocio es mi guerra y no dejaré que unos bastardos infernales arruinen mi negocio.

—Vamos espanto infernal, muévete, tengo cráneos que coleccionar y el tuyo será el mejor en mi sala. —Con sus brazos empezó a moverse a toda velocidad, lista para matarme. Yo estaba listo para un golpe descendente, era cuestión de esperar para dárselo como regalo.

Cuando lanzó el primer corte interpuse el mango para que así ella atascara su filo, seguidamente de un empujón desarme su mano izquierda y tiré su espada lejos de ella, caminé despacio, iba a rematarla, pero empecé a caerme, lo cual le dio tiempo para reponerse. Lo único que evito que ella me matara en ese instante fue el ruido de un tipo que dijo lo siguiente.

"¡Invocación de Geredeo completada!"

"Surgiendo de las entrañas de la alquimia, este titán imbuido de vida desatará su furia en las guerras más sanguinarias y crueles.

Preparaos para presenciar la inigualable devastación de Geredeo, el guardián supremo de la destrucción. La victoria se inclina a nuestro favor, ¡dominaremos el campo de batalla con su poder imparable!"

Aquel ser parecido a un golem hizo su entrada, así de primera vista lo remarcable de ese golem es que parecía tener en su pecho cuatro símbolos, por los libros raros de Ansel supe que eran símbolos alquímicos, ese coloso era un ligeramente más grande que la Sacerdotisa la cual le calculé unos dos metros setenta.

Con runas y antiguos glifos arcanos alrededor de su cuerpo el golem de cobre se alzó imponente, ante su contrincante, aquel ser era extraño, no era como el de la aldea donde vivo, era contrario a Talos. 

El Geredeo era raro para mí gusto, su cuerpo era casi humano, carente de armadura, sus ojos a pesar de ser cristales estos brillaban en todo momento al contrario que nuestro golem Talos, cuyos ojos parecían ser de fuego cada que la ira lo consumía. Al moverse sus pasos eran pesados y ruidosos, era algo raro y fascinante de ver.

Sus ataques eran brutales y golpeaba con una fuerza despiadada, su carencia de voz lo hizo más atemorizante para mí, cuando era atacado no soltaba alarido alguno y tampoco cambiaba su expresión de indiferencia.

Tras el corto enfrentamiento con la sacerdotisa el golem le rompería el brazo derecho para que así invocando al fuego empezara a quemara a la sacerdotisa convirtiendo a aquel ser de oscuridad en cenizas, sellando su destino finalmente. El Guardián ciego se sentó por ahí en un rincón tras vencer a la sacerdotisa.

—¡Hey grandote! ¡No sé si puedas, pero no vendría mal algo de ayuda! —Grité estando casi echado en el piso ya casi moribundo.

—Tráelo Geredeo, él es un amigo. —Escuche la voz del Guardian ciego, es bueno oír que está bien. Entonces me acordé que le di unas lagrimas de Loki antes de entrar. Tenía algunas aún, pero dos de los frascos que tenía se rompieron. Así que solo atendí la herida de mi pecho, aunque eso solo alivió un poco el desangrado.

—¿Y ahora qué? —Pregunté al Guardian.

—Primero veamos que dice el alma de la sacerdotisa. —Contestó él, estando sentado recostándose en la pared.

Entonces vimos el alma de la Sacerdotisa de la noche eterna, vimos su verdadero ser, era una oráculo, sus palabras eran simples pero dulces, exactas y sin poesía, justo como me gusta que sea una conversación.

"Orco tu búsqueda por Hela termina aquí, ella yace oculta en un libro.

Busca su rastro en un antiguo libro, es en el libro de los reinos del abismo profundo donde encontraras a la diosa, en el canto encontrarás la respuesta."

—Gracias por no decir eso en rimas, ojalá pudiera decir eso de esos bastardos de allá, excepto por el cazador, ese también ayudó mucho.

—¡Loki! ¡Ayúdanos a curar nuestras heridas! —Grité esperando a que viniera pronto.

—Estoy cerca de ustedes, orco baboso. —Respondió Loki que estaba al lado del guardián ciego.

—Apenas nos curemos de estas heridas liberamos a tu hija. —Comenté.

—Tómense su tiempo, hay mucho por donde buscar, Sög. —Respondió a carcajadas Loki, quien chasqueando los dedos mostró el resto de la biblioteca.

Era enorme la biblioteca y había miles de libros y pergaminos, por no decir que podría haber millones y viendo la proporción de esta habitación al inicio con lo que era el resto justamente me quedé estupefacto.

Parecía que mi parte de la aventura sería la más extensa y la más aburrida ahora, mejor a seguir peleando contra fenómenos cada vez más raros.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top