Cazador en Hel.
"Sög"
He estado viajando con este guardián, aquel sujeto era callado, su actitud era algo seria, pero cuando atacaba de un brazalete emanaban bestias más horridas que las de Ansel, nos había tocado enfrentarnos contra demonios camino a Hel, algunos eran monstruos errantes, despojos apenas con forma, matarlos era complicado, pero no tanto después de tener que atravesar el reino de los caídos.
Sus monstruos reptaban vorazmente a los engendros del infierno, aquellos seres tenían una apariencia semejante a la de un muñeco roto moviéndose en una velocidad vertiginosa y cuyos golpes eran pesados y precisos, otro aliado que tenía era un antiguo caballero cuya arma era la lanza y que ferozmente se aventaba a la batalla, con ora ciega mataba a los demonios que se acercaban cada vez más, era tal su habilidad que con un corte del filo de aquella lanza podía matar a tres demonios sin esfuerzo.
A pesar de estar combatiendo contra aquellas bestias intentábamos lo más posible llegar a Hel, pero cada vez más llegaban más, estando en medio de un bosque lo que se me ocurrió hacer fue quemarlo, dispersando estos bastardos infernales, pero para que ellos murieran bien eché agua bendita al árbol donde inicié el fuego y aquellas llamas empezaron a esparcirse con velocidad, aprovechamos aquella distracción para entrar a la entrada de Hel, ahí donde los que con deshonor murieron según los antiguos nórdicos.
Apenas entramos por este reino aquellos demonios del infierno se dispersaron, escapando despavoridos, pero según el Guardián, eso no era una buena noticia, que si deseaba salir de aquí lo mejor era llegar al palacio profundo, lugar donde vive Hela, hija del dios Loki.
Si el noveno circulo era horrible aquí era peor pues el frío era tan abismal que sentía como mis propias manos dejaron de responder, lo que no sufrí en el noveno circulo lo sufrí aquí, fue tanto dolor y tanto estrés para llegar al palacio, hubo una ocasión donde incluso sentí mis piernas iban a romperse, aquel Guardián me ayudó a avanzar en algunas ocasiones, y en otras me ofrecía un brebaje que me mantenía en calor, fueron estos actos los que me ayudaron a seguir, a pesar de todo seguí adelante, permanecí y seguí únicamente para parar esta guerra, incluso si eso nos cuesta la vida.
Aquí los gritos de los encadenados eran fuertes y aún más profundos el metal helado los laceraba bastante, deslizándose poco a poco entre su piel angustiosos eran aquellos que residían pues sollozaban a Odín salvación y una segunda oportunidad, me acerqué a uno de estos hombres y recuerdo como no sintió miedo pues creyó que yo era Thor por mis pasos y su sonido pesado.
—Alma condenada, cuéntame que sientes y como has parado aquí. ¿Por qué Odín te ha dejado aquí, no era él que a sus hijos aceptaba en su banquete?
—Tú voz... ¿Eres Thor o uno de sus camaradas? —Sus ojos estaban cristalizados, para aminorar el dolor de su alma decidí mentir piadosamente.
—Mi nombre es Utgarda o al menos un fragmento de su alma en pena, cuéntame lo que desees, pues tú y yo estamos en las mismas condiciones.
—Antaño vivía como guerrero, conocí miles de lugares y obtuve riquezas, pero Hela no tuvo piedad, arrebató mi vida entrada la vejez, no tuve la dicha de probar la muerte en la batalla, morir con honor con mis hermanos. Perdí mi honor por culpa de mi cobardía, y ahora desconozco de lo que le haya ocurrido a mis hijos.
—Hijo del hombre, apuesto que fuiste valiente en vida, sobreviviste en el campo de batalla lo que no todos pueden hacer, sufriste los más fieros horrores, y aun así estás aquí, toma mis palabras, a pesar de que tu error menor es.
Toma con orgullo el haber sobrevivido a las batallas más fieras y ríete de tu destino, pues es el guerrero veterano él que representa el peligro en cada combate, y a su vez el que llega a ser más respetado. —Mis palabras aminoraron su dolor, una leve sonrisa en su rostro se formó, a pesar de mentirle de mi identidad, le fui sincero respecto a su suerte, ya que he visto a tantos de mi tribu morir jóvenes, algo que antes de este viaje me daba igual, pero ahora que he visto estos horrores prefiero pensar que mi destino será mejor que lo que sea que encuentre al final.
En las puertas de las afueras del palacio encontramos a un sabueso de enorme tamaño, descarnado y cuyos ojos eran blancos como la misma nieve, su nombre era Garm, él exclamó que su deber es evitar que nosotros los mortales entráramos en el palacio y que de querer entrar uno de nosotros debía de beber del río Slid.
Yo me ofrecí a pesar de la advertencia del Guardián ciego de que el rio era venenoso, bebí de las aguas y a pesar de saber como el agua, sentirse y de oler como tal, beber un poco se sintió amargo y tras pocos minutos sentía como mi sangre hervía, incluso caí adolorido, apunto de vomitar mi propia sangre, en pleno dolor tuve visiones, vi a Azrael, y me dijo.
—No hay porque temer, tu destino es la grandeza al igual que tu padre y tu tío. —Luego de eso vi a los héroes de miles de leyendas todos ellos riendo y bebiendo, varios hablaban de las hazañas que se avecinaban.
—¡Vamos estúpido, levántate! ¡No ves que aún hay mucha sangre que derramar y cráneos que ofrecer a los dioses! —Comentó mi padre dándome ánimos a su peculiar forma.
—¡Mata, mutila y quema en honor a los dioses primordiales! ¡Ofréceles un espectáculo, y de paso báñate en sangre! —Se acercó el caudillo Rimgrutz mi mentor, su voz de borracho seguía dándome risa a pesar de todo cuanto me está pasando.
De último vi a mi tío acercarse, y con su forma fiestera me habló:
—Parece que mi sobrino está en problemas, no te preocupes por nosotros, al final de la vida lo único que cuenta es el cómo matas a esos bastardos, ¿recuerdas lo que te comenté ese día en que morí? —Respondí que no, intentando no vomitar mis entrañas, estaba tan pálido y sentía todo muy frío.
Empezó a reír un poco mientras posaba su mano en mi hombro, y con alegría y junto a mi padre y mi mentor me dijo:
—Mírate, sientes confusión. Una vez te dije que para un orco el morir no supone nada, no hay castigo tan grande como lo es la deshonra, no hay sacrificio que no valga, yo viví bien, y te transmití mis conocimientos por una razón.
—¿Para ser fuerte...?
—Y astuto, sobre todo astuto, no me sirve un sobrino cobarde, que piense como un bufón y golpeé como gnomo, haz que tus ancestros, tú padre, y yo nos sintamos orgullosos de ti, animal. Ya eres fuerte, no nos decepciones. —Contestó mientras me ayudaba a levantarme.
Entonces despertando de aquel trance me levanté con ira, y me aventé contra aquel sabueso sin pensármelo dos veces, arrebaté la lanza de aquel mentor que invoco el Guardia.
Le corté una de las patas a ese maldito can, a pesar de estar herido corría contra mí con rabia, con odio en mi sangre lo reté a embestirme, aquel can cuyos ojos se hicieron dorados se preparaba para morderme y partirme en dos, lo podía ver en su mirada, ambos teníamos ganas de ver sangre.
Así pues, cuando corrió hacía mi salté para entrar en su hocico, y una vez dentro empecé a apuñalarlo, corté su garganta para poder salir de él, aproveché que Garm estaba moribundo y adolorido para apuñalar su corazón una y otra vez, bañándome en su sangre, tomando sus huesos para crear una espada. Había terminado así una prueba para entrar al castillo de Hela, sentía algo en mí, eran mis ánimos completamente recuperados, listos para lo que se avecinara. Y ahora listo estaba para cualquier prueba. Y claro le devolví la lanza al mentor ese cuyo nombre no recuerdo ahora.
En nuestra caminata al palacio el cielo pálido y la nieve me cobijaban, el jardín estaba resguardado por guerreros enloquecidos, aquellos cuyo castigo se debió a la traición, sus pasos sonaban como cadenas y sus espadas estaban oxidadas y carcomidas, acompañado del Guardian ciego combatí con facilidad contra ellos, pues a pesar de sus números ellos peleaban unos contra otros apenas veían a los más fuertes morir, todos ellos muertos por mi martillo.
Su sangre era negra y lodosa, llevarme sus cráneos no valía la pena, no eran dignos de tal honor.
A pesar de haber acabado don estos supe que había más tras ver algunas expediciones de estos tipos rondar las cercanías lo que no me hizo sentirme del todo seguro permanecer en un mismo camino, de alguna manera me las apañé para que cambiáramos un poco más la dirección de nuestros pasos, pues de tomar directo el norte sería más probable un enfrentamiento constante contra estos tipos, mientras que ir por el noroeste podría ser mejor.
Tan grandes eran los jardines que el Guardian ciego me aconsejó acampar por esta noche, aunque dudé al respecto, al final terminé aceptando pues me sentía algo cansado de correr, caminar, y pelear, eso por la edad más que por esas alucinaciones que padecimos nosotros en el viaje por el infierno, algo que deseo no volver a pasar ni volver a ver jamás, demasiadas visiones y horrores pueden dejar a un hombre, orco o elfo enloquecido.
No me relajé del todo, en esta acampada, no podía dejar de pensar en los peligros que nos podían acechar e incluso en las creaturas desconocidas que aquí podrían resguardarse, así que para intentar bajar la tensión me puse conversar con el Guardian, a pesar de su seriedad la plática con él a veces era cuanto menos interesante.
—Oye Guardian, ¿Cómo obtuviste tu habilidad esa de invocar monstruos? A mi aprendiz le tomó un buen tiempo para eso, y aún se tarda un poco para invocar seres mientras que tú lo haces rápido.
—Tengo la tecnología de antiguos días, muchos milenios antes de lo que puedas imaginar, en aquella época que ustedes conocen como el día de los cien amaneceres, este brazalete se me fue dado como una forma de sobrevivir, así que ves me ayuda a invocar a cualquier ser y crear pactos con ellos, pero por juramento no puedo pactar con cualquier monstruo, héroe o campeón milenario. —Un brazalete que invoca seres me parece interesante, me pregunto porque no habrán más de esos, y si los hay, ¿por qué no se han hecho más? Como sea quería saber más de esas épocas que de su juramento.
—¿Viviste en la época del día de los cien amaneceres? Cuéntame cómo era antes el mundo, ¿Cómo era todo en esa época? ¿Cómo era la magia? ¿Las bestias que habitaban en ese entonces eran igual de letales a comparación de ahora? —Soltó una ligera risa y contestó amigablemente a mi pregunta, me contó todo como si fuera yo su amigo de toda la vida.
—no, la verdad es que muchas cosas cambiaron, y de todas ellas me temo que de las que menos me pude acostumbrar es de las malditas arañas y ciempiés gigantes. Pero ojalá la humanidad hubiera cambiado a mejor después de que las semillas de ajenjo cayeran a la tierra.
—¿Qué fueron aquellas semillas y como pudieron destruir todo?
—En antiguos textos sagrados se decía que caería del cielo una estrella que envenenaría al mundo y traería muerte a miles de personas, la diferencia es que las semillas que cayeron lo hicieron en las grandes ciudades y trajeron enfermedades que tardaron años en desaparecer. Gran parte de lo que pasó se escribió en libros y se hicieron historias al respecto incluso se dijo de que liberó a una gran serpiente que exhaló un gran veneno en el norte, de ahí que ahora las tierras del norte sea un yermo peligroso.
—¡¿qué tanto hicieron para eso?! ¡Ya ni en estos tiempos hemos sido tan castigados como ustedes! —Pregunté consternado al escuchar que unas semillas destruyeron todo y que una serpiente envenenó a todo un imperio entero.
—Créeme que es una larga historia e involucra demasiados sucesos que ni yo recuerdo bien o de plano desconozco, es más algunas cosas deben de quedarse en el pasado por el bien de uno. —Su respuesta serena no me satisfizo, incluso me hizo sentirme más confuso y curioso al respecto.
La noche era oscura y la fogata era algo débil, apenas cumplía con brindarnos calor en este lugar. Después de conversar un rato con él ya no me sentía tan tenso y horrorizado como en el infierno cuya aura amenazadora podía doblegar al más fuerte, incluso a veces pienso, todo cuanto pensamos ahí.
¿fueron pensamientos nuestros realmente? ¿Como sé que no era algún truco de aquél horrible lugar para deshacerse de nosotros? Prefiero no pensar otra vez en aquél maldito sitio, desearía poder olvidar aquel lugar, lo único que tengo de valor de ese sitio son las cabezas de esos cultistas que maté.
Estar aquí lo único que me daba de sensación era pena por los que murieron deshonrados pues sus muertes fueron arbitrarias, incluso nosotros los orcos no creemos que morir por una enfermedad sea algo malo, ya que al menos usamos a nuestros enfermos como armas para infectar a nuestros enemigos, algo que incluso los mismos enfermos de nuestras tribus prefieren a estar en cama muriendo sin nada que hacer.
Lo que uno piensa cuando está viendo el fuego, te sería difícil entender a este viejo, la verdad.
Muchos eran mis pensamientos en ese momento y viendo que nuestro viaje sería algo largo me puse a hablar con ese tal mentor, pregunté por su nombre, era un tal Setanta, o al menos ese era su nombre antes de morir, me mencionó su nombre actual pero no me lo podía aprender, era algo extraño para mí no lo podía pronunciar bien. Pero él al menos era más jovial que su aprendiz. Recuerdo bastante bien como me contó cómo era el Guardian antes, hace bastante tiempo, él solía ser más noble y conversador, incluso era un idealista, pero en algún punto, él simplemente dejó eso de lado.
—Oh mi estimado orco. Él no siempre fue así de serio y evasivo, últimamente esa invasión demoniaca ha traído muchas divisiones entre los dioses al punto de que las milicias celestiales han tenido que intervenir, si tan solo vieras que las grietas ahora se están extendiendo ya no solo en tus tierras, sino que ahora están abriéndose en todo lugar donde el humano ha llegado a pisar. Por ello que él esté así, no quiere ver más de los suyos morir como hace milenios.
—Me imagino. ¿Crees que el que hizo esto sea condenado eternamente? —El destino de Isildalf me preocupaba en cierta forma, supongo que ya me estaba empezando a agradar ese orejas picudas, no sé tú pero verlo tan mal entre el sexto y séptimo anillo fue un poco preocupante.
—Eso depende del juicio divino, si por mi fuera, le daría muerte pues eso que él creo es un acto imperdonable, la muerte es lo menos que merece. ¿puede aún salvarse? No lo sé, por mí que se le haga un juicio justo, aunque tú y yo sabemos que aquél que lo haya hecho morirá dolorosamente.
La oscuridad de la noche se hizo más y más espesa que corté la corteza del árbol para mantener viva la fogata, aunque supe que eso no bastaría para mantener el fuego por más tiempo, si Isildalf estuviera aquí para alumbrar con su lampara mágica esa, pero me temo que esto era una prueba para mí solo, no tendría sentido que Isildalf estuviera aquí, aunque hablar con el chico y con el elfo hubiera sido divertido.
No hablamos mucho durante la aventura pero recuerdo bastante bien como nos la pasábamos bien molestando al elfo o hablando de otras cosas, era agradable en esos pocos momentos de paz, y como olvidar de cuando hablamos de los torneos de gladiadores o de que hacer después de esta pesadilla.
De salir vivo de esta misión, deseo irme a mi casa con mi amada esposa y mi hija, espero que ambas estén bien, ambas son adultas y muy hábiles, pero aun así me preocupa que algo le pase a mi hija o a mi mujer ya que son muy especiales para mí, sobre todo mi hija porque recuerdo bien cuando ella era una niña.
Recuerdo el día que ella fue mordida por una serpiente para que luego mi pequeña se pusiera a cazarla solamente con un palo puntiagudo, la trajo para la cena y se la comió cruda con un poco de sal, desde ese día supe que mi niña sería una gran cazadora.
Pero de mi esposa hablando, si te dijera que ella es tan fuerte como mi hermano que es un caudillo lo más probable es que no me lo creerías, un humano no sabe que las mujeres orco son más letales que nosotros los varones, pero sí.
Imagínate como de letales pueden llegar a ser, mientras que en una batalla normal dejamos vivir a algunos humanos para que vuelvan a tomar venganza contra nosotros, las mujeres orco pueden llegar a arrasar una aldea en una noche y no dejar superviviente alguno, y eso es porque ellas disfrutan más de la bendición del señor de la guerra, algo que solo los caudillos más selectos pueden tener.
Pensar en mi amada me hizo sentir algo nostálgico y pensativo, emociones humanas, debería de estar matando algo en lugar de estar pensando tanto en el pasado, pero supongo que no está demás sentirlo de vez en cuando, al menos para recordar porque estoy peleando.
Ahora que lo pienso ese sentimiento de preocupación por la vida podría ser por eso que Ansel está tan obsesionado con ser un rey nigromante, por un deseo de no ver morir a nadie de los que él quiere, o solo porque está algo chalado.
Como sea, él podrá ser algo raro a veces e incluso algo necio pero me alegro de que él sea más centrado que su amigo y "primo" Kenny o mejor conocido por los humanos de la tribu como Kenward, ese chico se anda lastimando de maneras cada vez más originales, para mí que lo hace solo para ver a la hija de la curandera humaneja.
Ese chico es todo un problema y menos mal no hecho que Ansel se haya ido por los malos pasos, sería un problema para mí que mi único aprendiz terminase como un vagabundo que se la pasa de casanova en lugar de trabajar en algo de provecho, por eso que el que practique magia me parece bien, ya que al menos la magia me lo distrae con algo sano, aun cuando esos pasatiempos sean raros.
Por otro lado, hablar de Kenward me hizo acordarme de Carlos, un joven cuyo acento estagliano me da risa, siempre tan bien portado y bien vestido, con un vocabulario con palabras rimbombantes "Disculpe usted señor, pero a su señoría el caudillo Morduk le es menester..." esas palabras tan pijas y correctas que me hacían reír, ojalá esté bien el chico, me parece irónico que mi hermano tenga como amigo y aprendiz a ese jovencito tan correcto y educado.
Ese tal Carlos, a pesar de sus quince años es bueno saber que aún le queda esperanza en ver un mundo mejor, ya con ver como vivimos debería de estar en un miedo constante y con deseos de escapar, o haberse vuelto un chico ocioso y lleno de curiosidad por algún pasatiempo extraño como la magia oscura, robar o ponerse a pelear, las cosas normales de chicos humanos de su edad, supongo.
Para este viejo orco, un viaje así, más que suponer una aventura o trabajo parece más un suplicio, solo lee mis memorias, no me ves jactándome del todo de mis hazañas o hablando solo de matar y ya, a veces me pongo a reflexionar como unas líneas atrás, y pensar en este viaje me pone algo tenso, saber que un carcamal como yo es clave para el futuro del mundo me da dolor de espalda, un viaje así le hubiera agradado a mi padre o a mi tío.
Y ahora que lo pienso en ese sueño les hubiera pedido que me dieran esa receta de té de la que tanto se jactaban, decían ellos que quitaba cualquier dolor pero en lo que canta un gallo, pero al parecer ellos se llevaron ese secreto a la tumba, tanto que esperan que haga este viaje con una espalda adolorida, me hace desear desmayarme de nuevo y sacarles la receta como me sea posible.
Si mis dolores de espalda no me matan primero estoy seguro que este abominable frío si lo hará, y como desearía estar golpeando a Isildalf por meternos en este problema, ojalá esté sufriendo el doble que yo, y si es posible el triple para que se lo piense dos veces antes de meternos en alguna de sus estupideces de loco, ahora por él voy a dejar de venderle a los cultistas mis productos selectos. Será menos clientela, pero ya que.
Deseaba dormir un poco, desperté al Guardian para que hiciera su ronda por aquí y pudiera echarme una siestita, estoy algo viejo para estas cosas, así que un descanso de vez en cuando nunca viene mal.
Incluso Setanta estuvo de acuerdo en que me pusiera a descansar mientras él y su pupilo se ponían a vigilar que no se acercara nadie. Así que como podrás imaginar me dormí como no había podido. ¿Hace cuánto, horas, días, meses? Como sea, un descanso me vino de perlas ya que por extraño que parezca aquí era más tranquilo que afuera en ese mundo, el mundo de las ideas, creo que así lo llamó Azrael.
Soñé con que le daba un buen golpe a una horda de soldados de la corona, y que me quedaba con el oro del fuerte, es más recuerdo que en ese sueño Isildalf vestía como un bufón y tocaba muy feo así que como castigo mandé a Ansel a darle de bastonazos para que dejara de fastidiar el orejas picudas.
Al despertar me sentí tan renovado que mi dolor de espalda no estaba, pero de lo que no estaba preparado es que mi compañero el Guardian se había dormido, como una broma le tape la nariz para que dejara de respirar, algunas veces se lo hacía a Ansel pero ahora como sabe mis trucos su oído está más atento y se despierta enseguida, cuando le tapé la nariz empezó a despertarse, pero estaba tan asustado que agarró un cuchillo para defenderse pero al ver que era yo quien se lo hizo se molestó tanto que empezó a regañarme.
—¡¿Estás loco!? ¡Te pude haber matado! —Gritó viéndome seriamente, su rostro era divertido, verlo así de asustado me hizo reír, no sé exactamente porqué, pero era divertido de veras.
—¿Cómo esperas ser un Guardián si te duermes y dejas tu guardia baja? ¿Cuantos años tienes como para no saber algo tan básico? De ser otro te habría rajado el cuello. —Comenté en un tono sarcástico, aunque era verdad lo que le dije, era un error grave lo que hizo, no importa si su mentor Setanta estuviera aquí un solo guerrero por más fuerte que fuera puede ceder si no hay alguien ahí para pelear junto a él.
—Bah. Tienes razón. Aún sigo cometiendo errores, debo de mejorar aún más, miles de vidas dependen no solo de ustedes, también de mí y de aquellos que pelean en el mundo de los vivos.
Nos pusimos en marcha y tras horas de tanto caminar pudimos ver el palacio, es increíble el tiempo que nos demoró llegar hasta acá, así pues, cuando llegamos, las puertas se abrieron mostrando el interior, tan oscuro y abandonado deprimente, como si hubiera visto mejores días, las cortinas desgastadas apenas dejaban pasar la luz, y los pocos seres que vivían ahí susurraban con desprecio ante nuestra presencia, algunos seres parecían muertos y otros gozar de buena salud.
El pasillo de la entrada se veía tan bien para ser un reino donde los muertos por la deshonra eran castigados, era muy limpio y muy vistoso, había pinturas algo desgarradoras de la mitología nórdica, como Thor siendo devorado por Jörmungandr o de Baldr siendo asesinado por la flecha con muérdago, en dicha pintura aparecía Loki oculto entre las sombras, riéndose con una cara de malsano placer.
Se nos hizo extraño estar aquí, algo nos hizo sentir un frío nos heló la sangre de forma repentina, era como un toque de un cadáver, algo de ese toque también nos hizo sentir cansados y enfermos casi con nauseas.
Las luces y las sombras se deformaban haciendo parecer que el pasillo fuera más largo, al entrar al cuarto que lo sucedía había un techo destrozado con unas escaleras descuidadas tanto arriba como abajo llevaba a habitaciones que no llevaban a ningún lado, buscamos en todo lugar, y no encontramos a Hela en ningún lado.
Volvimos a subir y el segundo piso había cambiado de forma, era demasiado diferente, con tres cuartos ahí que estaban cerrados con llave y el resto llevaban a habitaciones que estaban envueltas en una oscuridad infinita.
El Guardian me hizo entrar, y él sabía bien que no confiaba en absoluto de dichas habitaciones, caminamos por poco rato para mi fortuna, ya que dentro encontramos a un moribundo y desnutrido hombre, de piel rasgada y de pecho quemado, en sus brazos y piernas tenía cadenas y sus ropas estaban hechas tiras una túnica de colores despintados y rota y unos botines casi consumidos por el mismo tiempo.
Su nombre era Loki, tosía a cada rato y se retorcía de dolor, pero aun así se reía a cada rato de sus acciones.
—Mortales, no esperaba verlos aquí. honestamente. Liberad mi alma y os recompensaré con magnificente poder y riquezas varias, conocimientos que jamás podrían haber soñado y mucho más, no dejen que este pobre mendigo siga sufriendo, por favor.
—Conozco tus acciones Loki, Heimdall hizo bien en arrastrarte a este mundo consigo.
—Mi único pecado fue mi diversión, tamaño pecado, como si ustedes los malditos mortales no tuvieran sus manos manchadas. —Contestó sagazmente y con burla a mi comentario, intentó pararse, pero fue inútil al final tuvo que sentarse ya que sus piernas estaban demasiado heridas como para sostenerlo.
—Una diversión que costó miles de vidas en el viejo mundo, dime, barbudo, ¿Dónde está Hela? —Pregunté ahorcándolo mientras lo alzaba.
—Un dios del engaño, diciendo la verdad, eres muy ingenuo, orquito. —Apreté con más fuerza, me daba igual si no podía morir el bastardo al final causarle dolor me daba algo de risa.
—Te...Lo diré...Suéltame—Lo dejé caer a propósito.
—Hecho, ahora dime donde está tu hija, y sin mentira alguna, o te volverás mi escudo, y no creo que tu cuerpo debilucho soporte la misión que se nos ha encargado.
—Orco, si a mi hija deseas ver con una sola pista te va a bastar.
"Ahí donde al filósofo recurre, ahí donde burro no pasa, allí donde el tiempo no existe, encontrarás el caer de los dioses y si eres listo darás con ella."
—De acuerdo, entonces ahí es donde habré de ir, pero tú te quedarás cerca de mi, nada de bromas, oíste, tú nos guiaras. —Con una cuerda até su cuello apretando lo suficiente la cuerda para que no pudiera el escapar tan fácilmente, e incluso viendo lo débil que se encontraba le resultaría difícil escapar o hacer sus trucos, pero uno nunca sabe, ahora estaba atado en mi mochila.
Salimos de la habitación y ahí vimos que todo había cambiado a la apariencia de una mazmorra lúgubre, oscura, vieja y abandonada de todo ser y la única salida era una puerta que nos llevaba las jaulas de los prisioneros, según Loki debíamos de ir al noroeste, como no me fiaba de él tenía que sacarle la información a golpes y a punta de diversas torturas, la mayoría de las veces funcionaban, las otras veces nos las ingeniábamos para decidir dónde ir.
Cuando fuimos a las jaulas un silencio profundo se hizo presente, aún más que la puerta anterior, en cada celda y jaula solo había seres ya muertos y consumidos hasta los huesos, muchos de ellos parecían haber sido usados para experimentos, algunos de ellos tenían las partes de otros seres costuradas toscamente, mientras que otros parecían dóciles por el trauma.
Había algunos trolls y dwergos pero estos eran más grandes que los que habitaban en nuestro mundo, ninguno habló, todos quienes estaban vivos en este lugar evitaban hablar. Cuando estuve a punto de hablar Loki en voz baja me advirtió de no hablar tan alto pues el arconte de aquí tenía en sus filas adeptos que servían como guardianes, la más peligrosa era La Sacerdotisa de la noche eterna, la cual se paseaba en toda la mazmorra sin dejar de acechar a sus presas, era ella quien llevaba a cabo los experimentos en este lugar.
En nuestro camino la oscuridad era profunda y lúgubre el frío era un toque siniestro para nuestra cruzada, con señas Loki nos indicó el camino, tras haber agarrado una antorcha algunos pasos atrás los pasadizos intrincados se nos hicieron un poco más fáciles, pero también nos mostraba el horror de los guardianes, algunos de ellos eran seres demasiados retorcidos, aquel ser llamado el guardián en la oscuridad era una entidad apenas corpórea oculto en las sombras se movía de un lado a otro de maneras erráticas.
Tras vernos se nos echó encima rasguñándonos con garras que eran alargadas como hoces, de entre esa forma neblinosa adquirió una forma parecida a la de un humano que levitaba y se movía de formas cuyos patrones eras zigzagueantes. Intenté darle un golpe con mi martillo, pero a duras penas logré hacer algo de daño en él. Intenté embestirlo, pero al tocarlo me empecé a sentir sofocado, apenas me llegaba el aire a mis pulmones.
Cuando ese ser me intentó atacar con la antorcha le di un golpe que pareció disipar un poco el cuerpo que había formado, intenté acercarme al guardín de la oscuridad, pero el entorno le favorecía, se ocultaba rápido y me atacaba a mí o al guardián ciego causándonos diversas heridas en los brazos o piernas, con una idea en mente mi compañero me pidió que alzara la antorcha y la mantuviera así por unos segundos, entre las sombras escuché a ese ser preparándose para atacar, pero mi compañero empezó a recitar un hechizo.
"Lux in tenebris, incendium in obscurum.
Flammae vigorem, lumen magnum.
Ignis fac illuminare noctem,
Et in tenebris, splendorem lux afferre."
Cuando terminó de recitarlo aquél ser se encontraba cerca de nosotros, y apunto de asestar un golpe en mi cuello, pero aquella luz se propagó por todo el pasillo casi sin dejar algún escondite para aquel ser que empezó a gritar silenciosamente en agonía, intentó escapar, pero con mi martillo pude aplastar un objeto que se encontraba en su centro, era un extraño cristal, parecía un amuleto. Al romperse aquél ser se disipó, entonces pude ver como un alma se acercó y pronunció un poema extraño, el cual pudo entender mejor mi compañero.
"Esclavos en la oscuridad,
encadenados a la mazmorra infernal,
los guardianes de Hela protegen su hogar,
sin temor alguno a lo sobrenatural.
En la profundidad de la cueva yace su hogar,
un lugar temible y siniestro como el mar,
pero si deseas llegar a la biblioteca,
escucha atentamente esta suplica indiscreta:
En su juventud, los guardianes eran libres,
hasta que el arconte oscuro llegó a sus vidas,
les enseñó la verdad sobre el mundo que creían,
y así, por la oscuridad, se dejaron guiar.
Pero en el fondo de sus almas aún queda luz,
una pequeña llama que puede ser reavivada,
y si sigues ese brillo, llegarás a la biblioteca,
donde Hela espera, para ser liberada.
Así que avanza con coraje, valiente viajero,
y no temas a los guardianes de la oscuridad,
porque si encuentras la luz en su interior,
podrás alcanzar la biblioteca con seguridad."
De repente un alma de una valquiria salió de una llama purpura que hasta entonces se quedó cerca de donde estaba ese espectro. Aquella alma nos guío no a la salida sino al siguiente guardián a derrotar, no fue fácil llegar a él, pues después de recorrer pasadizos más derruidos y oscuros fuimos llevados a una parte donde todo yacía inundado, por alguna razón sentía que habíamos bajado bastante a pesar de que a duras penas y hubo algún relievo o inclinación.
Entre un susurro casi cantado así volvió a darme una cantata bella, para este punto iba a gritar por tanta rima. ¿Qué no ven estos seres que soy más de leer cosas épicas de mis ancestros?
"Con espada y escudo en mano
Luché contra el demonio carcelero
Sus cadenas no pudieron detenerme
Pero una canción lo hizo temblar.
La música lo abatió
Desvelando su verdadera debilidad
Su poder se desvaneció
Y a la luz volvió su maldad.
No subestimes el poder de la canción
Pues hasta los más fuertes caen ante su son.
Recuerda siempre esta lección
No cometas mis errores
Y no te dejes atrapar por la tentación."
Entonces su punto débil se nos hizo ver, saqué mi laúd, y viendo que dicho ser se encontraba devorando a lo que parecía un troll que sacó de una de las celdas, hice que el guardián ciego y Loki se quedaran atrás por seguridad.
Pensé en qué tipo de música le podría gustar a un monstruo tan horrendo como esta cosa, cuya apariencia era a medio camino entre un lobo y un dragón en una malsana unión que salió mal, tenía brazos de humano, pero también las patas de un dragón y su mandíbula era la de un can pero de resto era difícil de describir sin caer en un horrido uso de la imaginación y que podría acabar con mi poca cordura que me queda hasta el momento.
—¡Oye feo! ¡Escucha esto! —Exclamé a esa bestia.
—Has cometido un error en aparecer ante mí orco, se rápido o te mataré aquí mismo.
Empecé a cantar una canción de guerra de nuestros hermanos del viejo mundo, era más cantada por nuestros hermanos de Bretalia y escrita por los hermanos del "Obituario" en tiempos demasiado distantes, era una canción demasiado violenta y fuerte, perfecta para nosotros, aunque admito que ya lleva algunos cambios por haberse vuelto un himno para nuestros héroes y caudillos.
"I am the tyrant from the previous life
As I'm living outside of this hell
Prophets they sing for the loose fitting ring
As the violence it just does me right
Violence, it speaks to me now
Violence, it screams through the night
Violence, it beckons me now
Violence, it breathes through the night"
Tuve que hacer más pesada y más violenta mi voz, y pausar más algunos ritmos, pero la canción fue un éxito de entre todos lo guardianes este fue el más fácil ya que se durmió, pero se nos presentó un problema, y ese era su piel, y poco pudimos atravesarla ni con golpes, ni cortes, ni magia. Así que usamos la "sabiduría" de Loki para este asunto.
—Tienes dos segndos para decirnos como matar esta cosa, y no nos hagas esperar. —Empujé a Loki hacia la bestia esa, y con su voz desgastada empezó a entonar su hechizo.
—Eitt stund Loki flakka í eldjötna dýpi, varma rökr fái, rjúka brenni austan sundr, jötnar brenni snúiðr ok viðurkistil veðr né þolir. Af kaldi þeim koma mun blautir hjarnar varir, bláar íldir. —Acercándome a la bestia parecía aún dormida, así que hice a un lado a Loki y con un cuchillo corté su pecho, pero no fue tan profunda la herida ya que de repente me salpicó un poco de su sangre, y me ardió como no había forma, su sangre era ácida.
Vi como esa cosa se empezaba a despertar así que para evitar su despertar le pedí al guardián ciego que tocara algo para hacer que esta cosa siguiera dormida, pero su canción fue patética.
"Gritos y golpes que me hacen sentir vivo
Esta rabia que llevo dentro me consume
Pero tu amor es mi droga
Tu ternura me ahoga
No te preocupes si a veces te persigo
Sólo es mi manera de demostrar mi amor
En este mundo oscuro y violento
Eres mi luz, mi paz, mi todo
por ello te seguiré al final mi cazadora."
Viendo que esta cosa se levantó rápido y con ira nos echamos a correr, en un intento de escondernos tuvimos que irnos detrás de unos pilares caídos para ocultarnos, pero esta bestia tenía un olfato increíble, y verlo acercarse cada vez más a nosotros era aterrador. Él no nos estaba cazando en este momento, solo estaba jugando con sus víctimas.
—La próxima vez que cantes algo que no sea una balada de niños enamorados, idiota. —Susurré enojado.
—Es lo más violento que se me vino a la cabeza, dientón, hace mucho que no escucho canciones como la que cantaste. —¿De que cuna es este para creer que esa cosa que cantó era violenta?
—No es por nada chicos, pero creo que sería bueno que siguiéramos moviéndonos. —Dijo Loki tras ver como esa cosa se acercaba más a nosotros, el único escondite que quedaba era detrás de una estatua del Jörmundgander, y la cual no nos ofrecía mucha protección en caso de un posible ataque.
Tuve que idear un plan, pero no se me venía nada a la mente, volver a cantar dicha canción no serviría de nuevo, y no estoy seguro si el hechizo de Loki aún servía en esa cosa. Así que solo quedaba en confiar en lo que diría aquél mitómano.
—Si no quieres morir con nosotros dirás la verdad. ¿Ese hechizo aún sirve a pesar de que esta cosa esté despierta?
—Depende, hay algunas cosas que habré dicho que podrían o no darte una pista, solo piensa fríamente y dime si aún sangra. —Me asomé un poco de entre el escondite para ver si esa cosa aún sangraba, y sí, de aquél corte aún emanaba sangre.
De esta forma ideé un plan, pero era complicado, yo me acercaría al monstruo ese y lo distraería buscándole pelea, mientras tanto Loki y el Guardián ciego subirían por las escaleras y con un hechizo de fuego a los ojos cegarían al guardián demoniaco, así que debía de darme y prisa y salir, cuanto antes, le hice saber a ambos mi plan y aceptaron ambos de buena gana.
Tomé la espada del Guardián ciego, y me atreví a llamar la atención de esa cosa, entre burlas y bravatas logré que me embistiera, y vaya que sus golpes eran duros, con su mano intentó aporrearme, pero le empecé a acuchillar con la espada, del dolor me soltó.
Pero pronto se prepararía para embestirme de nuevo, y esta vez me tenía atrapado sosteniendo mis brazos con cada una de sus manos, y estando listo para matarme empezó jalar.
Probando que tan fuerte eran mis huesos y piel se preparó para tirar una vez más y esta vez para arrancarme los brazos, listo para dejar de jugar y devorarme, una bola de fuego cayó sobre el ojo de esta bestia, cayó otro sobre su brazo y este empezó a arder.
Pude usar dicha distracción para liberarme casi de suerte ya que una de sus manos dejó de apretarme tanto, así que intentando balancearme en el aire en lo que este ser se movía enloquecido por el dolor logré cortar uno de sus dedos para liberar mi brazo izquierdo.
Escalé desde su espalda para clavar la espada en su cuello, y esquivando sus manos me agarré de uno de sus ropajes raídos que tenía, pero no creas que fue tan fácil ya que esta cosa se movía mucho y apenas podía sostenerme y buscar un lugar donde dejarme caer para no ser aplastado por sus patotas.
Ya debajo de él logré abrir más la herida de su pecho, haciendo que de él brotara más sangre negra y viscosa.
Ya estaba apunto de matarlo y prisa tenía que darme antes de que este ser llamara la atención con sus gritos, así que corté sus piernas, cuando se vio imposibilitado de moverse empezó a golpear al suelo fuese donde fuese incluso si golpeaba lejos el temblor del suelo no dejaba que uno se moviera tan rápido.
Así que con rapidez corrí hacia él, empuñando mi espada, listo para bañarme en gloria, pero no en dicha sangre.
Con un corte profundo en vertical le saqué el corazón. El veneno quemó mi brazo y me hizo sentir uno de los peores dolores que he sentido, todavía igual o peor que el que todos mis huesos se rompieran al mismo tiempo.
Así que fui rápido y cuando sentí el palpitar en mi mano arranqué su corazón de forma rápida y por el dolor lo lancé al suelo, su sangre dejó marca en mi brazo izquierdo una gran cicatriz que recordaré con orgullo y algo de dolor
Muerta esta cosa su cadáver se volvió ceniza, un alma me habló, el alma de un maestro de bestias, con tristeza y dolor en su voz pronunció su historia y me dio algo de lastima.
—Yo no quería que nada de esto sucediera, recuerdo bien mi misión, con mi sabueso me embarqué en búsqueda del alma de mi esposa, lo logré, pero a un gran precio, libéranos. Libera nuestras almas y te guiaremos a la biblioteca, pero no creas en sus mentiras, él solo busca la forma de escapar una vez más. —Tomé aquel consejo, como agradecimiento intenté aliviar el dolor de aquella alma liberada.
—Alma condenada, ahora siéntete en tranquilidad, pues tu liberación anda cerca, llévame al otro guardián, y así lograré salvarlos de estas crueles pesadillas.
—Así sea, sigue el rastro de nuestras almas te llevaremos con el Juez de los condenados.
Poniéndonos en marcha seguimos a dichas almas, pero estábamos aún lejos de terminar nuestra misión de llegar a Hela y matar al arconte, solo el destino sabrá que Arconte puede estar manipulando su poder, solo quedaba confiar en estas almas y hasta cierto punto en Loki.
Siguiendo el alma del maestro de las bestias, tomamos un rumbo al sur para matar al siguiente guardián del palacio de Hela, algo en mi mente me ponía de nervios y era como Loki no había intentado hacer nada para liberarse de nosotros, era como si solo estuviera esperando algo.
Su silencio era extraño, era demasiado como si estuviera calculado, como una pieza de alguna maquinación, el cómo aceptó su destino de llevarnos a Hela, casi sin rechistar, estaré viejo pero no soy un estúpido y sé cuándo hay algo detrás.
Aun cuando estas almas nos lleven a ella y Loki parezca demás, él juega un papel fundamental en todo esto, y es que en realidad más que nuestro guía en sí él es la llave para algo mayor en esta lucha, y si quiero vivir por más tiempo me es menester no tratarlo más mal o podría tomar represalias.
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