La montaña embrujada

Esta historia comienza en una nación perdida al interior del inmenso océano, desde tiempos en que los hombres surcaban los mares conquistando tierras en nombre de sus líderes, reyes, emperadores, desapareciendo y matando culturas a su paso pero quienes sobrevivieron crearon su propio país sin un orden que pudiera dirigir, todo simplemente todo se basó en la ley del más fuerte y de eso ya varias décadas.

-"Abuela, es verdad que en la montaña más alta de la isla existe un dios que puede salvarnos a todos?"- preguntó una niña acostada en una humilde cama que alguna vez tuvo tiempos mejores pero que aún cumplía con darle algo de comodidad, junto a la cama se encontraba una anciana que miraba a su nieta con una tierna sonrisa, esa historia era clásica entre las familias que se les contaba a los niños antes de dormir incluso sus padres se la contaron en su infancia pero si era sincera nunca creyó aquella historia pero servía para permitirle a los niños tener algo de esperanza.

-"La historia dice que así es pero hasta hoy nadie a podido comprobarlo que si es verdad pero tampoco si es falsa por lo que hay esperanzas"- la niña asintió y se acomodó para dormir, la abuela acarició su cabello y apagó la vela que iluminaba el cuarto, antes de retirarse se acercó a la ventana y observó una gran montaña a la distancia que era iluminada por la luna -"Si esa historia es real, necesitamos la ayuda de aquella deidad de manera urgente"- pensó la mujer mayor para retirarse del cuarto.

Moviéndose entre los árboles se puede observar una sombra que avanza rumbo a la cima de la montaña, los animales solo miran su paso sin alejarse como si estuvieran acostumbrados a su presencia, cercano a la cima se puede observar una cueva que es iluminada por la luna, en su interior se encuentra una laguna de agua cristalina y al fondo un ser que se puede describir como celestial, un ciervo de color blanco que parecía brillar, sus cuernos eran similares a las ramas de un árbol y su mirada eran de color amarillo casi dorado, el animal centró su atención a la entrada de la cueva  donde apareció una sombra que era similar a un animal cuadrúpedo peor de a poco se comenzó a levantar para revelar un humano, a lo que ingresó más en la cueva pudo observar con claridad las características del individuo.

-"Hola padre eh regresado"- saludó el niño, el ciervo hizo un leve movimiento de cabeza  como si hubiera entendido las palabras del joven.

-"Yamato, si bien me alegro que hayas regresado sano y salvo sabes lo que pienso sobre que regreses tan entrada la noche, los humanos son muy peligrosos, esta montaña es el lugar más seguro"- la voz del ciervo sonaba grave y que inspiraba respeto, Yamato sonrió nervioso.

-"Lo siento padre pero sabes que me gusta recorrer el bosque, además sirve para poder vigilar el avance de los humanos, el bosque se ha visto reducido gracias a ellos y muchos animales se están alejando de la montaña"- el ciervo asintió.

-"Equilibrio es una palabra que los humanos no conocen hijo mío, mientras que nosotros comemos para vivir, ellos viven para comer y consumir todo lo que los rodea, la avaricia, la envidia, el odio, el hambre de poder es algo que dirige sus vidas convirtiéndolos en seres destinados a destruir lo que los rodea, incluso a sus pares"- Yamato rodeó el lago y se ubicó al lado del siervo, así ambos miraron el agua, el siervo se recostó en el suelo y en peliblanco se recostó en el.

-"Y que soy yo padre?"- preguntó el peliblanco.

-"Tu eres mi hijo, hijo de esta montaña, si bien fuiste concebido por humanos tu vida está unida a esta montaña y a cada ser que en ella habita, no eres igual al resto de los humanos y por eso es que permití que aprendieras a pelear, tu deber como mi hijo es velar por la vida y el equilibrio, solo deseo que nunca debas manchar tus manos con sangre"- Yamato  asintió y se acomodó para dormir, el ciervo observó hacia la salida de la cueva y sus ojos brillaron por un instante, rápidamente imágenes llegaron a su mente, humo, personas gritando y otro siendo asesinados, mujeres siendo abusadas así como a las niñas, y el responsable, personas cubierta de uniformes negro con máscaras de demonios -"Falta poco para que la maldad llegue a esta zona"- el ciervo miró por un instante al peliblanco que dormía a su costado  y preocupación expresaba su mirada, el había criado a ese niño desde que sus padres murieron a los pies de la montaña, era un ser puro e inocente que no merecía morir ahí, así que decidió mantenerlo con vida y no se había arrepentido pero lo que estaba por morir afectaría la visión del mundo de su hijo, pero era inevitable -"Debes ser fuerte hijo mío"- pensó el ciervo para cerrar los ojos para poder dormir.

A las afueras  de la aldea que era cubierta por fuego se puede observar un gran campamento llena de soldados de bebía y celebraban haber conquistado otro pueblo y en el centro del campamento se levantaba la carpa más grande que era utilizaba por el líder Ishi junto a su esposa y sus hijos, un niño de carácter similar sus padres y una niña que contra todo pronóstico estaba en contra de las atrocidades cometidas por su padre.

-"Felicidades por tu nueva conquista querido, pronto todo este país estará a tus pies"- comentó la mujer bebiendo te mientras que Ishi y su hijo estaban practicando con espadas.

-"En realidad fue bastante sencillo, no sé como a nadie más se le ocurrió conquistar estar tierras, digo, son personas insignificantes sin ningún valor, si viven o mueres no son interés para nadie"- comentó Ishi bloqueando el corte de su hijo.

-"Mi padre tiene razón, estas tierras así como los esclavos que consigamos nos serán de mucha ayuda en nuestro hogar"- comentó el niño.

-"Así es Koga"- respondió el hombre -" Akane, sírvenos agua"- ordenó Ishi mirando a su hija que mantenía distancia de ellos, aún no sabía como es que su hija era tan débil, todo le asustaba y respetaba a los esclavos como iguales, en parte culpaba a los maestros que contrato para que enseñaran a sus hijos pero terminaron ser pacifistas que metieron ideas extrañas en su hija, menos mal que su hijo era más como el,  la muerte fue su pago por revoltosos, Akane asintió y fue por una jarra y dos vasos.

-"Qué haremos mañana padre?"- preguntó Koga  tomando el vaso que le ofrecía su hermana, lo mismo Ishi.

-"Mañana avanzaremos cerca de la montaña ya que cerca de su base hay otro poblado que debemos conquistar, hasta donde se, es el lugar más lejano que ha llegado un soldado y si quiero gobernar por sobre todo este país debo ir hasta el lugar más alejado"- Koga asintió, Akane solo escuchaba a su padre.

-"Padre"- habló Akane un tanto nerviosa, estado que empeoró al sentir las miradas de toda la familia.

-"Qué quieres?"- preguntó Ishi.

-"Es necesario que mates a las personas?"- aquella pregunta fue más un murmuro que nada por lo cual fue difícil de entender por Ishi pero comprendió.

-"hay hija, me decepciona que aún no entiendas esto pero en parte es mi culpa pero se que más temprano que tarde podré corregir lo sucedido con tu educación y serás una digna hija mía"- comentó Ishi, Koga sonrió en dirección de su hermana, si bien no le gustaba su actitud la quería.

-"Ya lo comprenderás Akane, solo esfuérzate para ser más fuerte"- habló koga, en cuanto a la madre de ambos solo sonrió, su nombre era Momo.

A la mañana siguiente antes de que el sol se revelara en el horizonte el campamento fue desarmado y los soldados avanzaban rumbo al próximo poblado , en medio de la gran cantidad de soldados se puede observar dos carruajes donde se trasladaba el líder y su familia, Akane se encontraba mirando al exterior mientras que su hermano y su madre dormían, en cuento a su padre, la chica miró al frente del carruaje viendo a su padre leyendo un pergamino, información solo apta para sus ojos, nadie más podía leer aquella información.

-"Sucede algo Akane?"- preguntó Ishi.

-"No padre"- respondió Akane bajando la mirada, Ishi suspiró y siguió leyendo, la chica centró su mirada al exterior viendo como  los animales se alejaban de la caravana como si sintieran que ellos dejaban muerte a su paso, ella no quería eso pero al parecer el olor a sangre estaba impregnado a ella.

Yamato comenzó a despertar, al mirar la cueva notó que se encontraba solo  y su padre se había marchado, siempre era lo mismo con el aunque entendía que lo hacía debido a su responsabilidad con la montaña, debía velar porque todo funcionara con normalidad.

-"mmm que haré hoy?"- preguntó el peliblanco para seguidamente mojar su rostro con el agua del lago, pero fue interrumpido por el aullido de los lobos, Yamato sonrió, se desvistió para saltar al lago  para después vestirse y desaparecer.

La gente del poblado se encontraba realizando sus actividades cuando comenzaron a sentir muchas pisadas que se acercaban al pueblo, todos se acercaron a la entrada y vieron a muchos soldados a la distancia que detuvieron su andar llamando la atención de todos los lugareños.

-"Abuela, quienes son ellos?"- preguntó una niña a la mujer que le tomaba la mano centrando la mirada en los soldados, el sudor se comenzaba a acumular en su frente -"Abuela"- insistió la niña.

-"Es hora de irnos"- comentó la anciana encaminándose a su casa, pero su caminar fue interrumpido por un grito a la distancia.

-"Arqueros al frente"- todos los pobladores abrieron sus ojos impactados por lo que significaba, así todos comenzaron a correr a sus casas -"Apunten"- la desesperación solo aumentaba.

Ishi se encontraba con su espada en lo alto para dar la orden y comenzar con la conquista de un nuevo poblado, miró por última vez el poblado y bajó su arma dando la última orden.

-"Fuego"- y una gran cantidad de flechas despegaron al aire como una nube de tormenta  que solo llevaba muerte y destrucción.

Yamato se encontraba cocinando su parte de la presa que atrapó junto a la manada, de repente sintió un olor desagradable que venía desde el poblado así que apagó el fuego y emitió un leve aullido, a los segundos apareció la manada, Yamato tomó su carne y se la ofreció para salir corriendo, nunca había ido tan cerca de los humanos pero sospechaba que algo grave estaba aconteciendo.

La aldea así como las anteriores estaba cubierta de humo y el olor a sangre se sentía a la distancia, los soldados se encontraron que habían pocas mujeres jóvenes en este lugar por lo que todos caían bajo el filo de sus espadas con excepción con las mujeres que aún se encontraban en estado fértil  así como las menores de edad.

Oculto en los árboles se encontraba Yamato mirando impactado lo que sucedía en el poblado, no entendía porqué los humanos podían ser tan malvados, pero algo más llamó su atención, una pequeña que se escondía entre unos maderos, sangre había sobre su ropa pero no pertenecía a ella.

-"Ey aquí hay una sobreviviente"- gritó un soldado al encontrar a la niña, solo temblaba de miedo , Yamato estaba por moverse pero la tierra comenzó a temblar con fuerza, Yamato buscó al responsable y sobre una colina vio a su padre mirando todo lo que sucedía, ver el poder de su padre era algo increíble, aún no comprendía la extensión de su fuerza pero este temblor no era nada, pero regresó su mirada a la niña para verla correr con dificultad y esconderse  en el bosque pero siendo seguida por varios soldados, así que sin esperar  nada el peliblanco les siguió, rápidamente los alcanzó pero para no revelar su posición aulló, cosa que llamó la atención de los soldados, la niña que estaba acorralada contra un árbol miró asustada en todas las direcciones, los aullidos se multiplicaron, de entre los matorrales salieron varios lobos que rodearon a todo el grupo, pero todos sentían una presencia aún más potente que de los lobos que les observaban sin emitir ningún ruido.

-"Márchense del bosque"- se escuchó una voz  desde lo profundo del bosque .

-"Revelate cobarde"- gritó uno de los soldados mientras que los demás sacaban sus espadas, acción que hizo enojar a los lobos.

-"márchense o mueran"- se escuchó nuevamente la voz.

-"No nos intimidas"- respondió nuevamente el soldado, Yamato tomó la Tsuka de su espada y se preparó para atacar, pero un movimiento de tierra distrajo a todos, frente a los soldados apareció un ciervo de color blanco que pisó con fuerza el suelo, debajo de los soldados el suelo se abrió y se los tragó para que seguidamente el suelo se cerrara.

-"Yamato"- el siervo habló ignorando como la niña se desmayaba, el peliblanco aterrizó frente a su padre que se levantaba majestuoso -"Qué pensabas hacer?"- preguntó seriamente, Yamato bajó la mirada, el ciervo se giró y miró a la niña desmayada.

-"Qué sucederá con ella padre?"- preguntó el peliblanco.

-"Ella no sobrevivirá sola, lo mejor será que vuelva a su origen"- respondió el ciervo viendo a la niña mientras Yamato levantaba la mirada a su padre, acaso el......

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