15.- Me servirá en un futuro.

Quedaban dos días para regresar de vuelta a la ciudad y el cuarteto no se veía muy contento con ésto.

En especial el cabello chocolate; si algo le gustaba era andar libre por ahí en cualquier descuido que tuvieran sus padres o bajo otra circunstancias.

—¿No podemos quedarnos un poco más?- Pregunta en súplica el menor mientras seguía a su madre de un lado a otro.

—Tienen que volver a la escuela, podremos volver las próximas vacaciones.- Le responde sonriendo la mayor.

El niño iba a hablar pero fue interrupido al sentir cómo su madre le daba un par de palmaditas en la cabeza, que aceptó con gusto.

Salió afuera, Rodrigo y Gaby estaban jugando dentro de la cabaña, cosa que no le interesaba mucho. Revisó por los alrededores para luego encontrarse con su hermano de lentes.

Se acercó un poco más, notó que el pequeño castaño estaba sentado con la mirada pérdida mientras arrancaba uno que otro pasto aburrido.

—¿Me acompañas a pasear por ahí?- Pregunta agachándose para captar la atención del contrario.

Su hermano sólo le observó y volvió a bajar la mirada pensativo.

—Hmm, no...- Responde sin mucho ánimo para seguir en lo suyo.

El cabello chocolate bufó y se sentó en modo de puchero.

—Estás muy alejado.- Dice bajando levemente sus orejas.- ¿Te sientes mal?- Pregunta un tanto triste a su hermano.

El de lentes sólo niega con la cabeza sin mirarle.

—¿Es por qué ya nos vamos pronto?

—Supongo.- Responde encogiéndose de hombros.

El menor de ambos sólo baja la cabeza un tanto pensativo para luego ponerse de pie.

—¿Y si vienes conmigo a andar por ahí para animarte?- Propone, en modo de insistencia extendiendole la mano al potro.

El pequeño de lentes sólo observa a su alrededor con aburrimiento.

—La verdad no tengo ganas ahora...- Responde para luego seguir arrancando pasto. —Ya te dije.- Dice frunciendo un poco el ceño.

El canino frunce los labios algo molesto cruzándose de brazos.

—Vamos...- Súplica. —A Rodrigo no me lo puedo llevar porque mamá no se lo permite y Gaby me recuerda por centesima vez los riesgos.

El potro ríe levemente.

—Para que te la pienses dos veces.- Menciona con cierta burla y el contrario gruñe.

—Ya he ido y venido.- Dice apuntando a la vegetación del lugar. —Y he regresado completito.

-En fin, no te acompaño está vez.- Dice y se levanta.- Estaré con mamá o con papá, cualquiera que no esté ocupado.- Agrega para luego mirar al cabello chocolate.

-Entonces, ¿Es un no?- Pregunta haciendo ojitos.

El castaño sólo le observó aburrido para luego negar.

-Sólo no te pierdas.

El can sólo asiente un tanto desanimado para luego retirarse.

Pasaron aproximadamente una hora y el niño de cabello chocolate seguía vagando y jugueteando por los alrededores.

El pequeño tenía la costumbre de ponerse a cavar en cualquier lugar y posteriormente llevarse lo que encontrara. Y esta vez no sería la excepción.

-Ojalá está sea la buena.- Dice para sí mismo esperanzado para luego cavar en ese sitio.

El pequeño no tardó mucho en encontrar algo.

Más específicamente una pequeña caja, de esas que usaría uno para regalar joyería. Está se veía un tanto maltratada pero no le dió importa alguna.

La abrió dejando al descubierto un collar, un tanto sencillo, cadena de plata y una piedra con un pico de mental de dónde se colgaba.

Al observarla se percató de algo; la dejó a un lado para buscar el libro que se había guardado en su mochila; el mejor lugar por ahora.

Lo sacó para luego empezarlo a hojear, ninguna página en específico, buscaba cualquiera, la primera página que tuviera alguna imagen de aquel ojo que tanto llamaba su atención.

-Son idénticos.- Dice observando la piedra del collar y la imagen de la página.

Sonríe para sí mismo y guarda de vuelta el libro; coloca el collar dentro de su caja para guardarla en su mochila. Se sacudió la manos y parte de su ropa para luego seguir vagando.

Llegó la noche, otra vez, él era el único despierto. Espero a qué todos se durmieran para él salir afuera; se sentía más cómodo y de pasó veía mejor sin necesidad de usar la linterna que llamaba más la atención; según su lógica.

-¿Entonces está cosa tiene dueño?- Dice para sí mismo un tanto sorprendido mientras leía el libro.- Carajo...

Siguió leyendo otro buen rato hasta que sentía que el sueño le ganaba. Bostezo y se fue de nuevo dentro de la cabaña.

Sonrió para sí mismo algo adormilado, ya tendría quehacer en las vacaciones; aunque sentía cierta culpa por llevarse el collar sabiendo que aún tenía dueño pero no se se arrepentía del todo de llevársela.

Sí la enterró seguramente ya no la quería.

Dijo pensando en voz alta para luego arroparse y dormir.

Pasaron los días, de vuelta a la ciudad; el niño de cabello chocolate estaba de nuevo en su habitación terminando de acomodar las cosas antes de que alguno de sus hermanos subiese a ésta.

Ya quedaban tres días para volver a clases, cosa que no quería del todo le aburrían la mayoría de clases; suspira para luego terminar de acomodar su cajón.

—Esto debería bastar por lo menos hasta que tenga cuarto propio.- Dice para sí mismo orgulloso mirando el pequeño escondite del collar dentro del mismo cajón.

—¡A comer!- Se escucha la voz de su padre desde el piso de abajo asustandole un poco.

—¡Ya voy!- Responde asomando la cabeza de la habitación para luego ver cómo su hermano sin lentes corría por el pasillo.

Sólo ríe levemente para luego volver a cerrar la puerta y subir la mochila a su cama.

—Sólo espero que la escuela me dé tiempo para investigar o me voy a terminar olvidando de su existencia.- Dice bufando para luego observar la puerta.- Igual tengo toda la vida si quiero.- Dice divertido.

Para luego bajar a las escaleras y ver hambriento la comida servida.

~~~

Pasadas unas semanas, en el colegio estaba el pequeño canino sentado en una banca solitaria leyendo distintos libros y apuntando en su libreta lo que considerará importante.

Aunque no estaba del todo sólo, a unos cuántos pasos lejos estaba su hermano de lentes junto a la cebra rayada quién se les había unido al verlo un tanto alejados.

Y tanto cómo la única niña del cuarteto y su hermano sin lentes había decidido estar en otra parte en dónde no todo estaba callado.

—¿Sabes jugar a la rayuela tan si quiera?- Dijo la pequeña pelinegra mirando al de mechones claros frente suyo.

—He visto cómo se juega pero no la he jugado yo.- Responde el castaño levantando su vista a la contraria.- No es qué me llamé mucho la atención...- Agrega encogiéndose de hombros.

La cebra sólo se le queda mirando por buen rato un tanto juzgante mientras que el potro le mira desinteresado.

—Zizzy no es mi culpa...- Dice bajito.- Si quieres jugar busca a alguien más.- Menciona ciertamente tímido.

La pelinegra sólo niega y el castaño le mira analítico pero con timidez.

—Por lo menos inténtalo.- Dice haciendo ojitos y el de lentes le mira curioso.- Por favor.- Dice insistente.

El potro sólo suspira para luego mirar a la cebra con la cuál de vez en cuándo se juntaba sólo por qué le caía ligeramente bien.

—Está bien.- Dice y la cebra sonríe emocionada.- ¿No quieres jugar?- Pregunta mirando al canino.

—No, la verdad no.- Dice mirando a ambos niños frente suyo.- Estoy más entretenido acá.- Dice sonriendo levemente.

La cebra se gira a ver al equino quién se encoge de hombros.

—Está así desde que volvimos de vacaciones.- Dice sin mucho interés el castaño.

—¿Ustedes salieron de la ciudad?- Menciona la pelinegra y él contrario sólo asiente.- ¿Y si mejor me platicas?- Propone acercándose al equino.

El de lentes dudó un poco para luego asentir ligeramente.

—Bien...- Contesta tímidamente y la contraria sonríe emocionada.

~~~

—Suena entretenido.- Dice la cebra en cuánto el niño de lentes dejó de hablar.

—Pues sí.- Menciona el equino.- Fue entretenido.- Dice sonriendo levemente.

La pequeña cebra también sonríe pero luego mira confundida a su amigo cuándo esté desvía la mirada.

—¿Pasa algo?- Pregunta la pelinegra algo preocupada por su repentina seriedad.

—Zizzy.- Dice el de gorro volviendo a mirar a la susodicha.- ¿En serio me consideras tu amigo?- Pregunta con cierta timidez inclinando levemente su cabeza a un lado.

La pequeña de mechas blancas sólo le observa para luego sonreír.

—¡Sí!- Contesta para inclinarse hacia él.- Aunque seas muy callado de vez en cuándo.- Dice divertida.

—Ya veo.- Dice el pequeño castaño sonriendo levemente.

La pequeña cebra sonríe y se abalanza para abrazarlo cosa que el potro no rechazó pero tampoco correspondió como tal, y sólo le dio una par de palmadas para corresponder.

—Pero dame chance.- Dice y la contraria le mira.- Me aprietas un poco.- Agrega por lo bajo.

—Lo siento.- Dice sonriendo algo apenada y separándose del castaño quién sonríe.- ¿Ya podemos jugar a la rayuela?- Pregunta mirando expectante al contrario.

—Pero...- Dice el pequeño de lentes para luego suspirar.- Bien, pero si no me gusta lo dejo.- Dice resignado y la cebra asiente.

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Y Weno

Ya se acabó el libro

A pesar de q no sabía con exactitud cómo terminarlo pero siento q es lo mejor al chile 😔☝️

En unos minutos nos vemos en la carta final 🦙

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