#43: Perdón

Un día Nico se presentó en la puerta de mi casa. Iba solo, con las manos metidas en los bolsillos de su largo abrigo y su mirada se mostraba arrepentida, inquieta y ansiosa. Era un día de nieve, justo como aquel en el que falleció su padre, como en el que lo adoptaron, como en el que murió su madre. Los días nevados eran de gran relevancia dentro de la historia de Nico y este no sería la excepción.

   Nos sentamos a la mesa con dos tazas de café, viéndonos los ojos con expectación, cada uno esperando a que el otro dijera la primera palabra. Finalmente, Nico suspiró y se decidió a hablar.

   Todo fue muy sencillo y rápido. Pocas palabras, grandes resultados.

   Hay ciertas palabras que pueden despertar un mundo de consecuencias con tan sólo invocarlas por el acto del habla, el secreto está en aprender sus verdaderos significados y en identificar las circunstancias en donde las necesitas.

   Perdón. Eso fue todo lo que dijo. Con una significativa palabra lo dijo todo, absolutamente todo. Una palabra, una mirada y una acción; eso es todo lo que necesitas para poder alcanzar el corazón de alguien más.

   La palabra fue “perdón”; la mirada fue la más expresiva que haya llegado ver desde los ojos de Nico; y la acción fue tan simple como tomar mis manos por sobre la mesa.

   Con un “perdón” se disculpó por haberme dejado marchar, por no haberme acompañado, por no poder darme una respuesta en ese momento antes de que llegara Helena, por haberme puesto en la situación que estuve, por haberse alejado sin decir nada antes, por tratarme de alejar de Byron, por que su miedo a perderme a mí y a Byron acabó con perderme a mí definitivamente, por no haber venido antes, por demorarse en disculparse, por ser un idiota. Palabras no le faltaron para expresarse con mayor claridad.

   Palabra: Gracias. Mirada: Sincera. Acción: Una lágrima solitaria cayendo por mi mejilla.

   Ya no necesitamos decirnos nada más. Nos dijimos el mundo entero en dos palabras porque ambos habíamos aprendido a usar la magia de las palabras. No; la magia de los significados.

   Nunca volveríamos a ser los amigos inseparables que solíamos ser, lo sabíamos bastante bien, pero habíamos logrado recuperarnos el uno al otro. Nunca sobra una vieja amistad en momentos difíciles y, conociendo nuestra historia, nos sobrarían momentos así.

   Hablamos de todo un poco ya reconciliados, se sentía bien escapar por un breve momento al pasado para así poder pararte y decir “valió la pena todo el sufrimiento, todas las sonrisas y todos los recuerdos para poder llegar a esto”, porque si decías eso, significaba que eras feliz, que habías logrado alcanzar la felicidad en la vida sin importar todos los duros obstáculos que se te presentaron entremedio.

   Nico me contó que ya había decidido seguir el estilo de vida de su padre. No era lo que más le gustaba, pero sí era lo que necesitaba. Prefería ser un buen jefe a un hombre arrogante que solo posee sin conocer. Me gustó su decisión a pesar de los problemas que podría acarrearle a él y a Helena.

   Me enteré de que mi hermana ya estaba esperando a su primer retoño de felicidad. Iba a ser tía y no pude ser más feliz por mi hermana y por mi amigo.

   Confiaba en que lograrían arreglar los baches en su vida e hicieran funcionar a su familia, tal y como había logrado funcionar nuestra amistad a lo largo de todos los años.

   La felicidad era algo que todos anhelaban y todos alcanzaban. Más bien, la felicidad era algo que todos teníamos a nuestro alcance y pocos se atrevían a alcanzarla.

   Nosotros nos habíamos ganado nuestro lugar en la cima de la vida, en aquel lugar en el que domina la felicidad y sólo puedes llegar a través del perdón.

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