#30: Sucesor

Las trayectorias de Nico y Byron eran inversamente proporcionales, haciendo imposible el poder compartir el prestigio internacional, haciendo imposible el poder volver a ser pares... Aunque, de hecho, nunca fueron pares.

   En el orfanato y en la escuela, Nico era el de gran trayectoria, dejando en las sombras a Byron. Él gozó de su momento de gloria prematuramente, siendo este momento limitado a un rango más superficial y de menor importancia.

   Ahora era el turno de Byron. Él fue a quien le tocó la buena gloria, el auténtico reconocimiento, lo importante. Sus éxitos no dejaban de florecer, dejando a Nico como un artista frustrado y olvidado del mundo del arte... Y del mundo en general.

   Como cabía de esperar, ambos han tenido sus momentos de sobresalir dentro del período de éxito del otro. Como cuando Byron ganó en la competencia de arte de la escuela, en la cual Nico no pudo participar por estar en otra ciudad con el equipo de baseball. O cuando Nico ganó aquel concurso de arte con su figura de la bailarina rota. Lo que estos momentos tienen en común es que nunca obtienen éxito enfrentándose al otro; Byron jamás pudo derrotar a Nico mientras su momento de gloria perduraba y Nico tampoco había logrado superar a Byron desde que este se había catapultado al éxito.

   Ahora prevalecía el éxito de Byron, solo que esta vez había alcanzado una escala mayor debido a que su éxito era conocido a lo largo de todo el continente antiguo.

   Nico ya asumía de buena manera el que su amigo lo hubiera superado y el hecho de que él nunca había llegado a ser un maestro. Pero si algo lo chocó, a parte del artículo en el periódico local, fue cuando dijeron que el mismísimo Byron Allen-Lancômé se estaba convirtiendo en el sucesor de la leyenda del arte Gustafson Flaubert.

   Flaubert era un pintor con un reconocimiento y trayectoria sumamente envidiable, habiendo vendido por una cifra bastante elevada cada una de sus piezas, siendo estas ansiadas en varios museos y aclamadas galerías de arte.

   El famoso artista había estado más retirado del mundo del arte, revelando cada vez menos obras de su autoría. En la actualidad, se dedicaba más a promover a nuevos artistas, ya sean jóvenes o de edad avanzada. Él fue quien le dio el primer empujón a Byron para que pudiera alcanzar el triunfo que lo coronaba actualmente.

   Ambos pintores habían vuelto a coincidir en la inauguración de una nueva sección en un museo, donde no se separaron en toda la noche.

   Fueron las respuestas que dio el casi veterano artista las que removieron al mundo de Nico desde sus cimientos mismos.

   "Byron ha sido como el hijo que nunca pude tener. Es, en definitiva, un jovencito con gran potencial y talento. Me recuerda mucho a mí y me gustaría que algún día pudiera trabajar en mi taller, en la misma atmósfera que me inspiró en mis mejores momentos desembocando en grandes piezas de arte... Y que fueron muy codiciadas, si me permiten alardear un poco."

   Con aquellas declaraciones llevadas al papel para la inmortalidad las escasas, pero existentes, esperanzas de Nico por llegar a conocerle y convertirse él mismo en su protegido se apagaron por la fuerte brisa que convocó Byron. Nico era una vela de cumpleaños, fue utilizado para pedir un deseo y Byron fue quien sopló, obteniendo lo que ansiaba.

   La sorpresa que se llevaría Nico cuando, días después, el puesto de sucesor se viera en duda por su presencia coincidiendo con la de él en un momento de tragedia.

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