Nico se presentó en mi casa un día. El juicio ya había finalizado, los agresores habían terminado en prisión, Helena dejó el luto y yo me dejé sumergir en una profunda e insana depresión.

   Aquel día, Nico me dijo que ya era suficiente. Dijo que ya no era la Eliza que él solía conocer, que ahora solo era Elizabeth Conaughey, la hija de un millonario miembro del senado; había vuelto a convertirme en tan solo aquella heredera que solía querer ser… solo que ahora sí me había transformado en la heredera legítima de la mayor parte de la fortuna de mis padres al convertirme en la hija mayor.

   Mi estado influyó mucho en la vida de Nico, lo que a veces hacía que me sintiera culpable. Por mí, Nico se demoró más en superar y aceptar la muerte de John.

   Al tenerlo frente a mí hablando de que Byron y yo debíamos acabar con nuestra relación, de que ya debía asumir los hechos y seguir adelante… al decir que actuaba justo como a John no le gustaría que hiciera; al decir todo eso se me hacía muy duro poder enfrentarlo.

   Pero bien sabía que eso último era la irrefutable verdad; John había sido de esas personas que le hubiera gustado que, cuando pensaran en él, los demás fueran felices y no tristes.

   Y, ¿por qué debería ser infeliz, después de todo? Debía de ser feliz por poder mantener tan bellos recuerdos con mi maravilloso hermano durante el tiempo en el cual él estuvo en este mundo entre nosotros. Ojalá hubiese podido verlo así entonces, justo como lo veía ahora.

   Pero, volviendo a lo anterior, el escuchar a Nico hablar de todo eso hizo que despertara algo en mi interior. Ahí fue cuando me di cuenta de que me había ido enamorando de a poco de Nico a través de los años por los cuales se había extendido muestra amistad, más bien terminé de convencerme a mí misma de lo que en verdad sentía por él. Albergaba la esperanza de que él correspondiera, aunque sea, una parte de mis sentimientos.

   Ahí fue cuando Nico me dio su ultimátum, sin que yo fuera capaz de decir algo: O terminaba con Byron, o él daba un paso atrás en nuestra amistad. Tenía tres días.