Vacaciones encerrada:

El primer día de vacaciones Julieta se despertó aturdida, había un zumbido molesto que no la dejaba en paz. Abrió los ojos y vio a Leanne todavía en pijama sentada en su cama y mirando por la ventana, apenas había luz, al parecer recién amanecía. Su amiga la miró y al verla despierta le dijo:

_Hay una lechuza del otro lado de la ventana.

La chica se levantó y abrió la ventana, el animal entró zumbando como loco y dejó una notita en los pies de Julieta. Luego se fue por donde había entrado.

La chica se sentó en la cama, abrió la notita ansiosa y leyó en voz alta:

"Espero que te haya gustado la pulsera que te envié por navidad. Estabas muy linda en el baile. Lamento lo que pasó, no quise molestarte. Que pases unas lindas vacaciones."

No estaba firmada. Las chicas se miraron extrañadas...

_ ¡Vaya!... ¿No será de Snape?_ dijo Leanne sorprendida.

_No sé... pero me parece conocida la letra_ dijo Julieta frunciendo el entrecejo_ la he visto antes.

Ambas se lanzaron a los baúles para ver si encontraban algún trabajo de pociones que les hubiera corregido el profesor Snape para ver su letra y compararla. Leanne encontró uno.

_Mmmmm, no se parece mucho_ dijo Leanne pasándole el trabajo a Julieta.

La letra de la nota era redonda, pequeña y apretada. En cambio la letra del trabajo de pociones corregido era apenas legible, como escrito a las apuradas, y de finos trazos largos.

_No... ¿De quién será?.... Dice: lamento lo que pasó. ¿Qué querrá decir?_ dijo Julieta extrañada, no se le ocurría nadie. Era todo muy raro.

_Ni idea, no tuviste algún problema con nadie más, ¿no?_ dijo Leanne.

_No... no sé, hubo un chico que quiso bailar conmigo y le dije que no... ¡ah! Y pise a alguien pero no creo que por eso me manden una nota_ dijo Julieta pensativa.

_ ¿Quién era el chico?_ dijo con curiosidad Leanne.

_Ni idea. Lo he visto en la mesa de Ravenclaw, pero no se su nombre. Era rubio.

_Bueno, parece que le interesas mucho a alguien más_ le dijo guiñándole el ojo y riendo. Julieta le contestó con un almohadazo y se levantaron para bajar a desayunar.

El día anterior Julieta apenas había querido salir de la sala común de Gryffindor. No quería encontrarse con el profesor Snape por nada del mundo y se salteó dos comidas a propósito pero como a la noche no pudo más del hambre bajó a cenar. El hombre no estaba presente y se sintió aliviada. Leanne le había dicho, con mucha razón, que no podía pasarse escondida todas las vacaciones y que algún día tendría que enfrentarlo. Julieta se imaginó que el profesor la mandaría a llamar pero eso no pasó.

Aquel día bajó tranquila porque era tan temprano que pensó que nadie se habría levantado aun. Así fue, cuando llegaron al comedor sólo vieron una sola mesa vacía en el centro, al parecer se quedaba muy poca gente esas vacaciones. Más tarde cuando ya estaban terminando de desayunar apareció la profesora McGonagall.

_ ¡Oh! Buenos días señoritas_ les dijo al verlas_ veo que ya terminaron...

_ ¿Quiere que la acompañemos profesora? Así no desayuna sola._ le dijo amablemente Julieta.

_No, no se molesten. Acabo de cruzarme al profesor Snape en el vestíbulo que bajaba a su despacho y ya viene para acá_ les dijo la mujer sentándose.

Julieta se puso blanca como el papel y se levantó de golpe.

_Tengo que ir al baño_ dijo y por poco no salió corriendo de allí.

Leanne balbuceó unas disculpas y la siguió, la alcanzó al pie de las escaleras de mármol y la arrastró hacia el otro lado, afuera del castillo. En el jardín, no hacia tanto frio y ya la nieve se había disuelto. No quedaban ni rastro de los hermosos setos del baile de navidad.

_No seas tonta, Juli. ¡No podrás evitarlo todo el tiempo! Tendrás que enfrentarlo alguna vez._ le dijo Leanne exasperada con su amiga.

_Lo sé... sólo que mientras menos lo vea mejor_ dijo Julieta deprimida_ Vamos a sentarnos al Haya, hace mucho que no lo hacemos.

Las chicas se sentaron bajo el árbol, el lugar estaba protegido del viento lo que lo hacía muy reconfortante y allí podrían charlar mejor que en la sala común sin que nadie las oyera.

_ ¿Qué harás cuando él te hable Juli?_ dijo Leanne _ ¿Le dirás lo que sientes...?

_ ¡No! Las cosas no son tan simples, además creo que no me hablará del tema nunca, si no lo hizo antes ya me parece que no lo hará más.

_Alguna explicación tiene que darte. Además eso no lo sabes, quizás esté esperando el momento oportuno.

_Me gustaría saber porque lo hizo, Lee, y... y lo que siente por mi_ dijo Julieta apenada_ pero no lo hará, estoy segura.

_ ¡Entonces pídele explicaciones!_ dijo Leanne_ Además, ¿por qué estás tan segura?

_No, Lee, no es tan simple. Él podría perder su trabajo, por eso creo que no me lo dirá nunca.

_Mmmm bien, en eso tienes razón... Pero sigo pensando que debería darte explicaciones Juli._ suspiró Leanne

Julieta estaba muy triste, no era una chica romántica, como Leanne, que no comprendía bien la situación. Era realista con los pies bien parados en la tierra, por eso veía muy claro todo y podía deducir con exactitud la verdad de su situación. Jamás podría pasar lo que su corazón anhelaba. Y eso era un hecho. También podía asegurar que el profesor Snape lo sabía tan bien como ella y por eso se había mantenido apartado de ella.

Estuvieron allí un rato más hablando de lo mismo, hasta que advirtieron que el hombre en cuestión las observaba desde la galería, como de costumbre. Se sintieron muy incómodas y salieron a caminar por los terrenos del colegio alejándose de ahí hasta la hora del almuerzo en que regresaron.

Fueron las últimas en llegar, en la mesa estaban sentados Dumbledore, Sprout, McGonagall y Snape de los profesores, y entre los alumnos estaban Parvati, Lavender, Hermione, un niño llamado Walter y un chico osco de quinto de Slytherin. Las chicas se sentaron.

_Bueno, ya que estamos todos... ¡A comer!_ dijo Dumbledore sonriendo.

Aparecieron las fuentes con comida y todos comenzaron a servirse. Julieta estaba muy nerviosa, era la primera vez que estaba cerca de Snape desde el incidente y no se atrevía ni a levantar la vista del plato. En cambio el profesor la miraba de reojo, estaba seguro que la chica lo evitaba y se maldecía así mismo por todo lo que había causado. Cuando terminaron de almorzar subieron junto con las otras chicas hacia su sala común.

Lavender y Parvati se apartaron a un sillón a conversar y Leanne, Julieta y Hermione se quedaron cerca del fuego.

_ ¿Se quedan todas las vacaciones aquí?_ preguntó Hermione.

_Si...lamentablemente_ dijo Julieta con un suspiro_ ¿y tú?

_No, me voy en un par de días, mis padres no podían pasar por mi antes. Parvati y Lavender se irán el mismo día.

_Que suerte, Hermione_ dijo Leanne deprimida.

Las chicas pensaban que iban a ser unas vacaciones muy aburridas. Luego se acercó Parvati y les propuso salir fuera del castillo. Todas aceptaron y salieron, excepto Julieta que se quedó en la sala común. Luego de un rato subió a su dormitorio y se encerró allí.

Sabía que su actitud era insostenible y que tenía que enfrentarse a él tarde o temprano. No lo había mirado en todo el almuerzo y estaba segura que a esas alturas el profesor se había dado cuenta que lo evitaba. Aparte que estaba molesta por la actitud del hombre que ni siquiera se había acercado a pedirle disculpas. Luego sus pensamientos se desviaron hacia la nota y la pulsera, ¿de quién sería aquello?... No tenía idea. Había pensado que era Snape pero su letra no coincidía y sin embargo a Julieta le parecía muy conocida aquella letra pero no podía acordarse dónde la había visto.

De pronto se le vino a la cabeza un pensamiento extraño, recordaba a la lechuza y estaba segura que era una del colegio pero aquel día había sido el primero de las vacaciones y allí en el colegio no había alumnos, sólo las chicas, el niño de segundo y el chico de Slytherin. Con ninguno de los dos chicos jamás había tenido trato por lo que descartó a los alumnos. Todo era muy extraño, ¿quién más se la podría haber enviado? ¿Algún otro profesor? Eso era imposible.

Decidió ir a la lechucería a comprobar si aquella lechuza estaba allí y de paso enviarle una carta a Damián pidiéndole disculpas por su comportamiento en el baile, ya que lo dejó plantado, y preguntando si tenía noticias. Resolver aquel misterio era más importante que su miedo a encontrarse con el profesor Snape y, luego de darle vueltas al asunto, salió de la sala común de Gryffindor. .

Al cruzar todo el castillo no se encontró con nadie. Los pasillos estaban tan helados como solitarios. Cuando llegó a la lechucería pudo comprobar que en efecto aquella lechuza estaba allí, era una de las del colegio. Mandó la carta y se quedó un rato en compañía de las aves pensando. Todo era muy raro, la única explicación que podía darle era que la persona de la nota fuera el profesor Snape. Pero quedaba el misterio de que su letra no coincidía con la de la nota.

En un momento apareció la gata de Filch, la señora Norris, tuvo la tentación de darle una patada pero prefirió salir corriendo de allí antes que apareciera Filch y le inventara un castigo como hacía de vez en cuando con alguno que otro alumno.

Iba caminando rápido alejándose de allí y tan ensimismada pensando en la nota que no notó que el profesor Snape la había visto al pasar por la puerta de la biblioteca. Al doblar por el siguiente pasillo recordó un libro que le gustaría leer y decidió que ya que estaba allí lo sacaría de la biblioteca, se dio vuelta tan rápido que no se dio cuenta que el hombre que venía detrás de ella había doblado por el pasillo y chocó con él cayendo al suelo estrepitosamente y doblándose la muñeca con un terrible dolor.

_ ¡Fíjese por dónde camina, señorita Rosier!_ le dijo el profesor Snape.

_Disculpe, yo..._dijo Julieta pero se le escapó un gemido de dolor al mover la muñeca para levantarse.

_ ¿Qué le pasó? Déjeme ver_ dijo el hombre arrodillándose junto a ella y tomándole el brazo_ No se ve bien, vamos a la enfermería.

La ayudó a levantarse y se fueron a ver a la enfermera.

_No me vio, ¿acaso esta ciega? Se merece lo que le pasó por andar corriendo por los pasillos como una loca. _ le dijo el hombre de manera antipática, estaba enojado con ella porque se podría haber fracturado la muñeca.

A Julieta le volvió de golpe toda la valentía que había perdido desde el baile de Navidad y lo enfrentó furiosa como nunca antes lo había hecho con persona alguna.

_ ¡Y yo podría preguntarle a usted que hacia siguiéndome!_ le gritó enojada.

El profesor Snape se paró en seco mirándola sorprendido y tenso. En el medio del corredor.

_ ¡Sí! ¡Me ha estado siguiendo durante todo el año!_ le gritó acusándolo_ ¡Y luego me atacó en el baile! ¡Encima ni siquiera ha tenido el coraje para pedirme disculpas! Y para colmo me dice que me merezco lo que acaba de pasar cuando sabe muy bien que ¡fue culpa suya por andarme siguiendo! ¡Estoy harta de usted! ¡¿Quién se ha creído que es?! ¡No tiene ningún derecho! Si sigue molestándome le diré todo a la profesora McGonagall.

La chica lo miraba furiosa y con lágrimas en los ojos mientras que Snape se había quedado helado y con los ojos como platos, totalmente sorprendido y sin saber que decirle. Julieta no esperó que le contestara, se dio media vuelta, y lo dejó plantado allí en el medio del corredor, entrando luego en la enfermería sola.

A madame Pomfrey le llevo tres minutos componerle la muñeca y luego le dio una pócima que acabo de curarla y desapareció el dolor. Cuando terminó la mandó a la sala común de Gryffindor así descansaba un rato. El profesor Snape no entró a la enfermería y cuando salió no lo vio en el corredor pero al correr un tapiz que cubría una escalera para volver a su sala común lo encontró allí sentado, con el pelo revuelto y los ojos rojos, como si hubiera llorado.

_Bien... vamos a hablar. A mi despacho_ le dijo parándose y sin mirarla a la cara. La chica lo siguió algo avergonzada, había tenido tiempo de reflexionar sobre su actitud y ya estaba arrepentida de haberle dicho todo eso. Aparte de que se sentía muy incómoda y no sabía cómo tratarlo.

Cuando llegaron allí y el profesor cerró la puerta le indicó que se sentara pero él se quedó de pie. Estaba claramente muy nervioso y caminaba de un lado a otro.

_Lamento lo de tu muñeca. No creí que te lo merecieras en realidad, no debí decirlo sólo estaba preocupado, y en mi defensa debes saber que no te estaba siguiendo, acababa de salir de la biblioteca. Tampoco me imaginé que supieras que te seguía, no tengo excusas para ello más que la verdad.... Ammm, me preocupas porque... porque eres muy importante para mí.

Snape no la miraba a la cara y parecía como si le costara explicarse. La chica poniéndose colorada lo miró sorprendida al escuchar sus últimas palabras.

_ Y lo otro... Lo que pasó en el baile. Quiero que sepas que nunca quise, mejor dicho, nunca debí haberlo hecho. No sé qué fue lo que me pasó. No quiero que pienses mal de mí, que soy un enfermo, un degenerado o algo así. Sé que debí pedirte disculpas pero no sabía que decirte y... realmente lo siento mucho... Perdóname, por favor_ le suplicó Snape mirándola terriblemente angustiado. Estaba colorado y muy avergonzado.

_Está bien, pero... ¿pero por qué lo hizo?_ acabó por decir Julieta luego de un silencio incómodo.

_Creo que no hace falta que te lo diga, Julieta, ya te debes de haber dado cuenta de la verdad_ le dijo el hombre mirándola con tan intenso cariño que si la chica tenía dudas con aquella mirada se aclararon.

De pronto hubo un par de golpes en la puerta que los hicieron saltar asustados mirando hacia allí. El profesor Snape se sentó en la silla detrás del escritorio.

_Pase_ dijo con voz neutra.

_Severus quería pedirte... ¡Oh! Señorita Rosier ¿cómo está?_ dijo Dumbledore al verlos. Luego miró al profesor Snape como pidiéndole explicaciones de qué hacía la chica allí pero el profesor no se dio por aludido y lo ignoró.

_Ya puede retirarse, señorita Rosier_ le dijo el profesor con una voz fría e indiferente, muy distinta a la que había empleado antes con ella.

Julieta se levantó y salió del despacho cerrando la puerta tras ella. Al llegar a su sala común las otras chicas ya estaban allí. Se estaban preparando para bajar a cenar, la chica miró a Leanne y con la cabeza le indicó que subieran al dormitorio.

Cuando estuvieron solas le contó todo lo que había pasado. Así estuvieron conversando hasta muy entrada la noche en que se quedaron dormidas.

El diario del príncipe:

Al otro día del baile cuando al fin empezaron mis anheladas vacaciones no me sentí aliviado y contento como pensaba sino todo lo contrario. Nada estaba saliendo como quería. Estaba aterrado de la reacción que hubiera tenido la chica y esperaba sentado en mi despacho a que se abriera la puerta y apareciera en el umbral Minerva McGonagall para matarme a maleficios. Si esa mujer se enteraba de lo que había hecho no iba a parar hasta verme encerrado en Azkaban. Con sólo pensarlo estaba tan alterado que no me podía ocupar en nada. Mi concentración era pésima. Sin embargo, con el correr de las horas nada pasó, no apareció y cuando me la encontré de casualidad en el vestíbulo del castillo me trató como de costumbre. Deduje que la chica no le había dicho nada y le agradecí al cielo por ello. Al menos había tenido suerte en eso.

Necesitaba verla, aunque no sabía que iba a decirle, pero por más que la busqué no logré dar con ella. Estaba seguro que me estaba evitando y me sentí muy mal, como si con esa actitud me hubiera rechazado. Sin embargo sólo era tiempo que me la encontrara por los pasillos del castillo y cuando al fin la vi mis sentimientos no cambiaron para bien sino que me sentí peor aún.

Se lastimó la mano y me sentí tan preocupado que terminé retándola. No debí hacerlo... Pero a veces no puedo controlar mi genio. ¡Se podría haber quebrado! En fin... ella reaccionó mal. Me reprochó varias actitudes mías y reconozco que tenía razón, al fin y al cabo terminé pidiéndole disculpas y creo que me perdonó. También le insinué la verdad sobre mis sentimientos hacia ella aunque deduje que ya era obvio, no sé si debí hacerlo o no pero fue lo que me salió en ese momento. Debía justificar mi conducta y no quería que pensara que me estaba aprovechando de ella. Pero de todos modos me sentí peor luego de decirlo ya que no pude cerrar los ojos ante lo que me pareció evidente... ella no siente lo mismo que yo. Me sentí perdido, destrozado, herido. No comprendo cómo pude pensar que ella reaccionaría de otro modo, nunca fui gran cosa para las mujeres... nunca. Sin embargo no pareció ofenderse y eso es algo que delata su infinita bondad. Quizás le haya dado lástima, no lo sé. De todos modos terminé pensando que aquellas vacaciones tan esperadas, en vez de compartir mucho tiempo con ella como tenía planeado, serían las peores de mi vida.

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