Últimos días en Hogwarts:
Cuando llegó el día en que por fin le dieron el alta a Julieta y asistió de nuevo a clases, se encontró con una buena y una mala noticia. Sus exámenes habían sido pospuestos por su enfermedad una semana más. Lo que le daba la posibilidad de estudiar mejor, o mejor dicho, de ponerse a estudiar. Y la mala noticia era que eso le quitaba tanto tiempo que apenas si veía a sus amigos. En el colegio se había esparcido la noticia de que ya estaba mejor y la gente no dejaba de murmurar cada vez que la veían en los pasillos. Lo que le resultaba sumamente molesto. Nunca le había agradado ser el centro de atención.
Estaba un día en la biblioteca estudiando para el examen de Transformaciones que tenía al otro día, cuando apareció Damián.
_Me alegro que estés mejor, Juli. Casi no te he visto desde que saliste_ le dijo el chico sentándose en la silla vacía que estaba al lado de ella.
_Sí, he estado estudiando para los exámenes_ le dijo la chica con cara agotada y nerviosa.
En la mesa había una montaña bastante alta de libros y apuntes. Julieta se puso tiesa y exclamó de pronto.
_ ¡¿Cómo era el conjuro para transformar una taza en rata?... ¡No puede ser...! Es muy básico... ¡Lo olvidé!.... ¡Olvidé todo!
_ ¡Cálmate! Ya lo recordarás..._ dijo e chico.
_ Pero... ¿Y si repruebo?_ dijo aterrada la chica.
_Te irá bien ya verás_ la animó el muchacho, tratando de que se calmara un poco.
_ ¿Son muy difíciles?_ preguntó mientras se mordía las uñas.
_Eehehhh....... No_ dijo Damián no queriendo preocuparla más y agregó con una sonrisa_ ¡Falta poco para que volvamos a casa!
Julieta asintió, estaba feliz y un poco nostálgica porque se había encariñado con el lugar y ya no volvería más a Hogwarts. Obviamente si salía bien en los exámenes. Por otro lado Severus le había prometido en su última charla de que iría a buscarla y eso le daba ánimos. No habían tenido mucho tiempo de hablar a solas pero los pocos minutos los aprovecharon como nunca.
_ ¿Qué harás al final, cuando salgamos del colegio?_ le preguntó Julieta a su amigo.
_ Mi mamá quiere que ingrese al Ministerio de Magia pero yo quiero ser Auror_ dijo tímidamente Damián.
_ ¡Eso es muy lindo! Yo también decidí ir al curso de Aurores, pero me han dicho que es muy difícil y que aceptan a muy pocos._ dijo Julieta.
_Si yo también escuché eso...
_Aunque estudiar Pociones no me desagradaría..._ dijo pensativa Julieta.
_Yo prefiero ser Auror_ opinó Damián con firmeza que, aunque compartía con su amiga la pasión por las pociones, le parecía más interesante combatir contra magos tenebrosos.
Después que los mortífagos atacaran su pueblo natal a principio de año, Julieta, Leanne y Damián habían discutido muchas horas la posibilidad de estudiar para ser Auror y habían decidido que era lo mejor que podían hacer. No iban a permitir nunca más que más de esos magos tenebrosos ataquen y maten a gente que aman. De pronto apareció una chica rubia ante su vista.
_Damián, está estudiando. ¡No la distraigas!_ dijo Leanne que acababa de entrar a la biblioteca y al verlos se acercó a ellos. Agarró a su amigo de un brazo y se fue con él fuera de la biblioteca, dejando a Julieta sola.
El examen de Transformaciones del día siguiente, aunque lo encontró difícil, le pareció que le había ido bien. Toda esa semana estuvo muy estresada con exámenes y una a una fue rindiendo todas las materias. Al finalizarlos pensó que en general había hecho las cosas bien, pero sólo una vez estuvo totalmente segura de que había sacado una buena nota. En el examen de Pociones, a pesar que al entrar estaba muy nerviosa, le salió cada uno de los brebajes que le pidieron preparar y en el examen escrito no olvidó ningún ingrediente. Todo el día anterior el profesor Snape la había estado "ayudando" como él decía pero en realidad había logrado ponerla más nerviosa de lo que ya estaba, sin embargo varios de sus concejos le ayudaron mucho a la hora de rendir. Al final le dijeron que le iban a avisar de las notas en las vacaciones. Algo que no le agradó mucho ya que estaba muy nerviosa porque según su calificación iba a ver si podía entrar o no al curso de Aurores. Necesitaba muy buenas notas y no quería pasarse las vacaciones esperando la lechuza.
Le había comentado varias veces al profesor Snape de que quería ser Auror, y muy divertida le había insinuado que iba a resultar muy gracioso que estuvieran en pareja cuando él había sido un mortífago. Un mortífago y una Auror, era muy cómico. A Snape por su parte no le causó mucha gracia la noticia, todo lo contrario, se asustó y lo tomó mal. Trató de hacerle entender en qué se iba a meter y todos los problemas que iban a tener si estaban juntos, pero ella apenas si lo escuchó. Trató también de convencerla de que estudiara Pociones como él pero lo único que consiguió fue un.... "Bueno, si no entro al curso de Auror me meto en pociones".
El último día de clases lo tuvieron libre y junto con su amiga Leanne se dedicaron a recorrer el lugar... dejaban en Hogwarts tantos recuerdos. No había ningún lugar en el castillo que no les trajera alguna nostalgia. Tampoco verían tan a menudo a sus otras amigas, cada una tenía sus planes y volverse a ver tan a menudo parecía imposible. Susan estaba desconsolada porque se iría a vivir a Francia ya que su padre, que era muggle, había trasladado su compañía allí por asuntos de negocios. No vería a sus amigas por mucho tiempo. Rose por su parte estudiaría artes y le prometió a Leanne, a Julieta y a Belle que se verían pronto aquel verano.
_ ¿Qué harás cuando salgas, Belle?_ le preguntó Rose.
Las cinco chicas estaban sentadas en su árbol favorito, disfrutando del buen tiempo y observando al calamar gigante cómo tomaba sol en la arena de la orilla. Unos alumnos pequeños lo estaban molestando pero el animal ni cuenta se daba.
_No sé... Mis padres quieren que trabaje en el Ministerio de Magia, pero es difícil de entrar. Espero que me haya ido bien en los exámenes_ respondió Belle, que no era tan buen estudiante. Siempre le había costado mucho pasar los exámenes en el colegio.
_ ¡Oh!... ¡No me hables de exámenes!_ se quejó Susan.
_ ¿Y tú Leanne?_ dijo Rose.
_ ¡Quiero se Auror!_ dijo la chica con aire de importancia_ Julieta y yo iremos al curso el año que viene.
_ ¡Vaya! Eso es muy difícil..._ dijo Belle sorprendida.
_ Y muy peligroso..._ agregó Susan también sorprendida.
_Necesitarán muy buenas notas_ agregó Belle.
Luego de un rato volvieron al colegio. Les habían avisado que habían organizado una pequeña fiesta de despedida para los chicos del último año y volvían a su sala común para ver de qué se trataba. Al entrar en el colegio, en el vestíbulo, se toparon con Malfoy y Zabini que iban saliendo. Los chicos que parecían decaídos de ánimo, al verlas les sonrieron y ellas le devolvieron la sonrisa. Leanne había comprendido que no tenía justificación estar enojada con Malfoy por culpa de los pecados del padre y se mostraba más amable con él. Y Julieta por su parte, luego de la charla que había tenido con Zabini, le agradaba más el muchacho y, si bien casi no hablaban, se mostraba más simpática con él.
_Vaya... ¿Qué les pasa a los tontos esos?_ dijo antipáticamente y en voz alta Susan. Los muchachos la miraron con desprecio.
_Déjalos_ le advirtió Leanne y luego subieron las escaleras de mármol.
_ ¿Ahora los defiendes?_ se sorprendió Susan.
_ No... pero no quiero pelear con nadie._ dijo Leanne.
Susan siguió discutiendo con Leanne y sólo dejaron de hacerlo cuando entraron en la sala común de Gryffindor ya que las recibió una lluvia de papel picado en la cara.
Al final de aquel año Gryffindor no ganó la copa de Quiddich pero si la de las Casas, así que los últimos días fueron de fiesta para todos sus alumnos. La pequeña fiestita de despedida que les habían preparado sus compañeros, luego del banquete de despedida que hacía el colegio, fue muy divertida y emotiva. Rieron y bailaron tanto que como a la una de la madrugada se apareció la profesora McGonagall para acabar con aquella locura colectiva. Los mandó a la cama muy molesta y con la redecilla a punto de caerse de su cabello.
_ ¡¿Qué está pasando aquí?! ¡A la cama! ¡Vamos, vamos!_ gritó la mujer.
Todos los alumnos balbucearon un: "sí, sí, profesora", y cada uno subió a su dormitorio. Antes de irse a dormir, las chicas se despidieron de todos sus nuevos amigos con la promesa de encontrarse pronto. Aunque no sabían cuándo. Hubo muchas lágrimas y abrazos.
Al otro día junto con su equipaje partieron para la estación del tren. Cuando llegaron a la estación las estaban esperando sus padres y juntos partieron hacia su querido pueblo que hacía como un año que no visitaban, con la cabeza llena de proyectos y esperanzas para el futuro.
El diario del príncipe:
Mientras más se acercaba el final del año escolar más triste me sentía, iba a separarme de ella por sólo Dios sabe cuánto tiempo. La necesitaba más que nunca y le prometí que iría a verla pero la verdad es que no sabía cuándo podría ser ya que las cosas en la Orden del Fénix estaban cada vez más tensas. Había una sospecha de que el Señor Tenebroso estaba enterado de que allí se guardaba la receta y no sólo eso sino que sabía cuáles eran los encantamientos protectores que habían puesto. Estaba cada vez más preocupado porque él ya no confiaba en mí como antes. Sospechaba... me había encargado una misión horrenda que, por supuesto no había llevado a cabo. Dumbledore me apuraba para que la ejecutara lo antes posible, el hombre estaba muy enfermo y había sobrevivido al año con mucha dificultad. Pero llevar a cabo esa misión me separaría definitivamente de Julieta, al igual que de muchos otros. Tenía que tomar una decisión rápido.
Me esforzaba como nunca para averiguar que tramaban mis colegas mortífagos pero sin resultados, ni siquiera Malfoy hablaba conmigo, lo cual era extraño y muy probable de que hubiera recibido una orden de no hacerlo. Estaba muy preocupado por eso. Esto unido al dolor de perderla a ella me tenía mal. No sé si se dio cuenta de mi creciente preocupación, las pocas veces que la vi a solas traté de disimular lo más posible mi estado de ánimo. No quería preocuparla más... había sido un año difícil para ambos.
Sólo un incidente apartó mi mente de esos asuntos y fue que unas horas antes de que los alumnos se fueran en el tren vino al colegio la madre de Procer para llevárselo con ella, ya que no podía pasarlo a buscar por la estación. La recibí en mi despacho y debo admitir que al verla estuve muy seguro de que jamás la había visto en mi vida. Ella en cambio se sorprendió tanto de verme que se quedó estática y con los ojos muy abiertos, luego corrió hacia mí y me abrazó. No tenía idea de que pasaba y estaba totalmente desconcertado, hasta que me explicó que había conocido a mi padre hace mucho tiempo y que yo me parecía mucho a él. No quise preguntarle más y ella no me dio más explicaciones. Me imaginaba todo, mi padre era un asqueroso alcohólico que odiaba la magia y muy infeliz con mi pobre madre que trató por todos los medios de compensarlo por haberle mentido y nunca haberle dicho que era una bruja hasta que se casaron, pero sin éxito. Seguramente la debió de haber conocido en una de las tantas tabernas o bares que visitaba. Así que Damián, al fin y al cabo, si era familiar mío. Me despedí de ella y el chico con nostalgia, después de todo le había tomado cariño aunque no puedo decir lo mismo de él, que me saludó de manera muy cortante y formal.
El último día en el colegio al terminar de empacar traté de hablar con Julieta para despedirme pero no tuve suerte. Así que me tuve que contentar con hacerle una seña con la mano cuando salían todos los alumnos. Ella me sonrió y aquel gesto quedó grabado en mi memoria hasta el día de hoy.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top