Sola en casa:


Julieta despertó muy incómoda en el sillón, la noche anterior se había quedado dormida allí sin darse cuenta. Esperaba que Severus llegara o se comunicara con ella de alguna forma pero no pasó nada de esto.

Le dolía todo el cuerpo por la mala posición y se paró para estirarse como los gatos, recordó a su madre que siempre le decía muerta de risa que en "su vida anterior" debía de haber sido un gato. Julieta, que no creía en esas cosas simplemente se reía. Recordar a su madre la llenó de tristeza.

Miró ansiosa la bolita de vidrio que seguía en la mesa y la tomó, estaba tan fría y clara como la noche anterior. Con un suspiro la volvió a dejar allí y subió las escaleras hasta el baño. En el espejo vio que lucía igual o peor que la noche que había llegado a aquella casa, su primera noche allí. Sus pensamientos se desviaron hacia Severus, el hombre le había salvado la vida... Pensar en él también la llenó de tristeza.

Se miró otra vez y vio que estaba pálida como un fantasma y tenía profundas ojeras, su cabello normalmente peinado y perfumado lucía sin vida y estaba tan enredado que le costó más tiempo del habitual peinarlo.

Abrió el agua caliente de la bañera y, luego de desvestirse, se introdujo dentro. Estaba muy cómoda y reconfortada descansando sumergida en el agua cuando escuchó un fuerte golpe en algún lado de la casa. Saltó aterrorizada golpeándose la cabeza con una estantería que estaba cerca.

_AAAhhhhuuuu... No, no puede ser..._ dijo como para sí misma.

Apresuradamente salió de la bañera y se envolvió en una toalla. Salió del baño todavía mojada y con el cabello que caía por sus hombros chorreando agua.

Dentro de la casa no se oían ruidos, bajó por la escalera con cuidado y cuidadosamente sin hacer ruido abrió la puerta. No había nadie, la bolita seguía en su lugar y el bolso en el sillón junto con la varita. Tomó esta última y se sintió más segura. Luego entró a la cocina que también estaba desierta. Fue hasta la puerta de entrada y se asomó fuera. Se veía el mismo movimiento de siempre, no había nada raro.

Volvió a subir las escaleras, ya pensando que se estaba imaginando cosas, revisó las habitaciones y tampoco encontró nada fuera de lo común. Entró de vuelta a la de Severus y miró por la ventana. Entonces vio como la vecina de al lado salía con una alfombra que apoyaba en el marco de la ventana y la golpeaba para sacarle el polvo. Un hombre que iba pasando por debajo cuando caía la tierra largó una exclamación de fastidio y se puso a discutir con la mujer a los gritos. Ese era el ruido que había escuchado y que creyó que era en esa casa.

Ya mucho más aliviada se sentó en la cama de Severus. Allí tirada encima de la cama había dejado una camisa blanca, la tomó en sus brazos y sintió su olor. Sumamente dolida comenzó a llorar, tenía el presentimiento de que algo había pasado y no podía sacárselo de la cabeza. Pensó en sus padres que ya no volvería a ver, pensó en sus amigos que seguían prisioneros y en los señores Pratt. Se descargó de tantas penas un rato largo hasta que sus piernas decidieron levantarse y moverse hacia la puerta.

Cuando se levantó tropezó con un zapato que había allí y miró hacia el piso para no pisar el otro cuando vio de reojo hacia la papelera que había en un rincón y le pareció distinguir algo extraño. Se acercó más a la papelera y miró dentro, allí entre otros papeles arrugados había una foto de una mujer. Totalmente sorprendida la sacó. Era una foto vieja y gastada por el uso de una bonita mujer pelirroja de ojos verdes, algo mayor que Julieta. Sonreía saludando.

No recordaba que Severus alguna vez le hubiera contado de ninguna mujer de su pasado, con excepción de Ruth. Su cara le era familiar, como si la hubiera visto antes en algún lado... pero no lograba acordarse dónde ni en qué circunstancias. No supo que pensar de aquello así que se la llevó con ella para tenerla a mano y así averiguar quién era. Pensó que si Severus volvía iba a preguntarle, no podía creer que el hombre aún le escondiera cosas y tuviera secretos con ella.

Regresó al baño para terminar de secarse bien y ya en su habitación se cambió con ropa muggle y se terminó de secar el cabello. Luego bajó hasta el comedor y dejó en el bolso la misteriosa foto, en uno de sus bolsillos. Miró distraídamente a la bolita... seguía fría y del mismo color. Fue hasta la cocina y comió parada lo que encontró en la heladera, tenía hambre y el cuerpo le pedía que se alimentase, si no se hubiera salteado el almuerzo también. Estaba tan sumergida en sus pensamientos que hacía todo automáticamente, sin darse cuenta de nada.

Tenía que tomar una decisión pronto. Ya había pasado un día desde que Severus se fue y le había prometido al hombre que huiría. No quería irse pero no ganaba nada con quedarse allí, si algo le había pasado al hombre pronto vendrían a buscarla los mortífagos. Luego de dar unas vueltas pensando qué hacer y perdiendo el tiempo, tomó una decisión. Recitó mentalmente la dirección, controló que todo estuviera en el bolso y se lo colgó a la espalda, tomó la varita y ya en la puerta a punto de salir se acordó de que había dejado la bolita de vidrio en la mesa, así que volvió por ella.

Fue una suerte porque cuando volvió a entrar al salón, allí sobre la mesa estaba brillando de color rojo. Se paró en seco estupefacta y luego corriendo la agarró y comenzó a llorar histéricamente mientras caía sobre una silla. Severus estaba bien... se repetía a sí misma. Fue un gran alivio pero este alivio le trajo un nuevo dilema. ¿Qué hacía ahora? ¿Se iba o se quedaba a esperarlo?

Dejó el bolso en el sillón otra vez. No sabía que hacer... no podía decidirse. Cuando dejó de brillar ella la tomó en su mano y la apretó con fuerza para que el hombre supiera que ella estaba bien. Luego de un rato seguía allí sentada sin haber podido tomar una decisión.

Pronto oscureció y ella seguía allí sin moverse. Había decidido quedarse en poco más pero el tiempo se le pasó mientras estaba absorta en sus pensamientos y al llegar la oscuridad le dio miedo ir a la ciudad sola. No conocía bien el camino así que se quedó. Estaba atenta a cualquier ruido y se alteraba mucho si oía algo, como normalmente pasaba ya que en la casa de al lado vivían unos muggles muy ruidosos y escandalosos.

De pronto oyó como se abría la puerta y unos pasos en el corredor. Totalmente alterada y aterrada, se paró de golpe y levantó la varita. Entró al salón un hombre envuelto en una capa negra que al verla se paró de golpe.

_ ¿Julieta? ¡Todavía estás aquí!_ era Severus.

_ ¿Severus?

La chica muy aliviada y feliz, bajó la varita y corrió hacia él colgándose de su cuello. Lloraba como una loca desatada y lo apretaba tan fuerte que casi lo ahorcaba.

_Espera, me haces daño... No me dejas respirar_ le dijo el hombre.

_ ¡Ohhhh! Lo siento...

_ ¿Por qué estás aquí?... Me prometiste que huirías._ dijo enojado.

_No pude hacerlo, Severus, tenía que esperarte..._ le dijo Julieta sollozando_ No pude... lo siento.

El hombre la abrazó con fuerza emocionado. No esperaba encontrarla allí y, aunque enojado porque no había cumplido con su palabra, estaba aliviado de verla y saber que estaba bien y a salvo. La apartó un poco de él y la besó en la boca dulcemente. La había extrañado mucho.

Julieta lo ayudó a sacarse la pesada capa y Severus exhausto se dejó caer en el sillón. Había pasado todas esas horas con mucha tensión.

_ ¿Estás bien?_ le preguntó Julieta preocupada al verlo muy demacrado.

_ Más o menos... me duele mucho la cabeza.

La chica se paró y, abriendo el armario que contenía las pociones privadas del profesor, comenzó a prepararle una para el dolor de cabeza. Había practicado tanto el año anterior con pociones curativas que ahora las podía hacer hasta con los ojos cerrados. Snape la miró mientras la hacía, confiaba en la chica y en su capacidad para preparar esas complicadas pociones. Cuando terminó, le pasó un vaso y el hombre la tomó, pronto se sintió mucho mejor.

_ ¿Qué pasó, Severus?_ le dijo ella a continuación.

_Perdóname por no comunicarme contigo más seguido, estuve rodeado de gente todo el tiempo._ le dijo.

_Está bien.

_Te traigo buenas y malas noticias... ¿Cuál quieres primero?_ le dijo el hombre con un suspiro de cansancio.

Julieta lo miró aterrada... no quería escuchar que algo malo le hubiera pasado a sus amigos. Comenzó a temblar entera y Severus se dio cuenta de su miedo.

_Todos están bien... No te preocupes_ le dijo con una sonrisa y atrayéndola hacia sí la abrazó.

_ ¡Oh! ¡Gracias a Dios...!_ dijo Julieta con un gran alivio.

Severus decidió contarle todo desde el principio.

_Cuando llegué a la casa de Lucius había una reunión, estaban todos los mortífagos y el Señor Tenebroso... Ellos planean secuestrar a Potter... Espero que la gente de la Orden lo ponga a salvo, yo ya hice todo lo que estaba a mi alcance._ explicó el profesor.

_Pe... ¿pero para qué?_ dijo horrorizada la chica.

_Para matarlo.

La chica lo miró sorprendida y asustada. El hombre le contó todo lo que pensaban hacer y todo lo que había hecho él para evitarlo pero ahora todo quedaba en manos de los miembros de la Orden del Fénix para lograr que estuviera a salvo. Le contó que lo más sensato era que Potter no volviera al colegio aquel año y tampoco sus amigos más cercanos. Pronto tomarían los mortífagos el control total del Ministerio de Magia y habría profundos cambios.

_Cuando llegué allí habían capturado a la profesora de Estudios Muggles y... y él terminó matándola..._ concluyó con tristeza Snape mientras se agarraba la cabeza en un gesto de impotencia.

Julieta abrió los ojos horrorizada, se acordaba de aquella mujer... era una de las profesoras más buenas, siempre llevaba una sonrisa en su rostro.

_Pero... ¿pero por qué?_ dijo furiosa.

_Por el simple hecho de que apoya la mezcla de sangre entre magos y muggles, algo que a ellos les repugna..._ dijo Severus. Estaba devastado, la profesora además de haber sido su colega desde que llegó al colegio, era su amiga. Uno de los pocos seres en ese mundo que lo aceptó tal cual era sin recelar de su pasado. Era una mujer amable y comprensiva. No haber podido hacer nada por ella lo llenaba de impotencia.

_ ¿O sea que cualquiera que no piense como ellos está en peligro?_ dijo Julieta.

_Sí... así es...

La chica no podía creerlo, si hombres así tomaban el poder de la comunidad mágica todo cambiaría y muchos morirían. Sería horrible.

_Cuando todos se fueron tuve una reunión privada con él... Me ha otorgado la dirección del colegio Hogwarts_ continuó el profesor Snape.

_ ¡Oh! Eso es bueno...

_Sí, pero... bajo sus reglas y con condiciones._ dijo el hombre con disgusto.

_ ¿Qué quieres decir con eso?

_Bueno... me acompañarán dos mortífagos y enseñaran en el colegio. Además estarán a cargo de la disciplina... No me gustan, son malditos e incultos... De todos modos no puedo zafarme de esta. Además será obligatorio asistir y habrá estatus de sangre...

_ ¿Qué significa eso?_ lo interrumpió Julieta.

_Que los hijos de muggles no podrán asistir...

Julieta se escandalizó, pensó en Susan que era hija de muggles y en le injusticia que eso significaba para un montón de niños que nunca podrían estudiar magia. Pensó en que era una suerte que ella y sus amigas ya hubieran terminado el colegio... pero Snape le tenía otra noticia más.

_ Este año tendrás que venir conmigo...

_ ¿Pero, qué haré en el colegio? Yo ya terminé._ se sorprendió la chica.

_ Implementaron un nuevo año que es obligatorio. Todos los chicos que hicieron el último año, el año anterior, tienen que volver.

_ ¿Pero para qué?

_Bueno, los entrenarán para ser mortífagos y los mejores serán seleccionados para formar una especie de ejército de elite del Señor Tenebroso. Aprenderán artes oscuras y a combatir, entre otras cosas.

_ ¡Yo no quiero ser una mortífaga!_ gritó escandalizada Julieta.

_Calma... Ya lo sé... pero no tienes otra opción que asistir porque es obligatorio._ suspiró Snape.

Julieta estaba molesta y horrorizada. ¡No podía creerlo! ¡¿Un curso de mortífagos?! Era lo que menos deseaba hacer en su vida.

_ ¿No querías ser Auror? Tómalo como un entrenamiento para tu futuro...en realidad no es muy diferente en algunos aspectos._ dijo Severus tratando de reconciliarla con la horrorosa idea.

_ ¿Y que se supone que enseñan?

_Muchas cosas, todo es práctico... transformaciones, artes oscuras, estudios muggles, etc... Te enseñarán a combatir en un enfrentamiento real._ dijo Snape y Julieta se dio cuenta que la idea le desagradaba tanto como a ella.

La chica largó un suspiro de fastidio. Dijera lo que dijera Severus no le gustaba tener que volver al colegio para ser entrenada como mortífaga. No le hacía ninguna gracia.

_De todos modos tendrás que venir conmigo te guste o no, recuerda que te entregaron a mí.... _ dijo Snape y agregó mirándola de reojo_ El señor Tenebroso me preguntó por ti.

Julieta lo miró asustada.

_ ¿Qué le dijiste?...

_ Que estaba todo bien. Que tu conducta era mejor de lo que cabría esperar en semejante situación. Que cumplías con lo que te ordenaba y que satisfacías muy bien mis necesidades._ dijo el hombre.

_O sea que le mentiste_ le dijo Julieta irónicamente. Severus sonrió.

_Sí... en cierto sentido...

Luego hubo un breve silencio que la chica volvió a interrumpir.

_ ¿Y qué pasó con el gato?... Digo, con el señor Moore.

_ ¡Ah! Él no me dijo nada pero averigüé por Malfoy que el Señor Tenebroso lo había enviado para espiar cómo me iba contigo y al parecer le dio un informe satisfactorio. _ dijo Snape aliviado.

_Menos mal...

Se quedaron un rato en silencio pensativos. Julieta pensaba en todos los cambios que tendría que asimilar y Severus en todas sus nuevas obligaciones. De pronto el hombre se paró y se dirigió hacia las escaleras.

_ ¡Espera! ¡No me has contado que noticias traes de mis amigos y de los señores Pratt!

_Ven arriba conmigo y te contaré... estoy muy cansado. No he dormido nada anoche._ dijo Severus distraído.

_O sea que me contaras de mis amigos si... ¿si me acuesto contigo?_ le dijo la chica con el ceño fruncido.

Severus, que no había tenido esa intención, cambió de opinión y con una sonrisa le dijo:

_ ¡Exacto! Sígueme.

Luego desapareció escaleras arriba, la chica sorprendida y algo molesta se quedó pensando un rato y luego decidió subir. Pero no fue hacia la habitación del hombre sino a la suya propia. Se desvistió y se puso el camisón. Luego sentada en la cama se soltó el cabello pensando... y ahora, ¿qué hacía? ¿Iba o no?

El diario del príncipe:

Fue un día de profundos cambios, nuevas obligaciones y otras preocupaciones que se sumaron a las que ya tenía. Me demoré más de lo que pensaba y poco me pude comunicar con Julieta porque siempre estaba rodeado de personas que parecían vigilarme. El mismo Señor Tenebroso me hacía preguntas sobre la chica que me había entregado y tenía que andar con mucho cuidado para no delatar mis sentimientos por ella y quedar vulnerable a merced de sus caprichos. Y eso que las preguntas eran cada vez más incómodas y hasta pedía ciertos detalles que prefiero no escribir pero supe, por suerte más que por destreza, evadir unas cuantas. De todos modos me "aconsejó" que la llevara al colegio y que la mezclara con otros alumnos mientras que en la intimidad siguiera disfrutando de ella, pero que tuviera mucho cuidado porque no quería escándalos en Hogwarts. La reputación del colegio y la mía debía ser intachable. Me dijo que sabía que yo era un hombre sensato y que iba a saber manejarla para que no hablara con nadie de lo que pasaba.

Me entregó la obligación del colegio, juntos con sus reglas, condiciones y algunos importantes cambios pero no exigió más de lo que ya Dumbledore y yo habíamos previsto. Excepto esa idea del curso para preparar mortífagos, una locura más. Incluso esperaba más cambios profundos, pero él no estaba muy interesado, supongo que su mente estaba más concentrada en obtener la poción que en otra cosa. Me dijo, aunque ya lo sabía, que no tendría más problemas con los profesores después que se hubieran enterado de lo que le pasó a la profesora de estudios muggles. Aunque yo debía fingir, claro, que no sabía nada de ella y que había renunciado. Tampoco tendría problemas con el Ministerio de Magia y sus Aurores porque habían desviado la investigación de la muerte de Dumbledore hacia Potter tratando de culparlo a él. Otra locura más que pocos creerían, pero el poder lo consigue todo. El miedo se había esparcido por todos lados.

En fin... sería un largo año con profundos cambios. Sólo esperaba sobrevivir a él y a tanta tensión. 

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