Ruth:

Los días en el colegio pasaron sin cambios y pronto llegó el nuevo año. Agregado a esto estaba el hecho de que nunca habían sido tan pocos en el castillo. Los días estaban frescos pero se podía salir a caminar de vez en cuando. Uno de esos días en la mañana la profesora Sprout se encontró a las chicas sentadas en una escalera muy aburridas y les propuso que la acompañaran a pasar el día en Hogsmeade. Así que se pusieron los abrigos y salieron, ya de mucho mejor humor.

Ir al pueblo siempre era divertido a pesar de que en esa época del año no había mucha gente caminando por el lugar, pero igual era lindo ir a las tiendas. Visitaron la tienda de artículos de broma donde rieron un montón y la profesora Sprout tuvo que sacarlas de allí casi a las rastras ya que no querían irse por nada del mundo. Luego fueron a darle un vistazo a la Casa de los Gritos, la mansión más embrujada de aquellos lugares. Iban muy entusiasmadas ya que por fin la conocerían pero se llevaron una desilusión al no poder acercarse todo lo que querían ya que un cartel de "Prohibido el paso" no se los permitía. Sin embargo se divirtieron con las historias que les contó la profesora Sprout. Leyendas de espeluznantes gritos que se oían en las noches por la gente del pueblo fueron su diversión por un momento. Hasta que unos extraños ruidos, provenientes probablemente de algún animal, sacaron a las mujeres de allí bastante asustadas. Sin embargo al llegar a la calle principal la profesora, pasado el susto, comenzó a reírse como nunca.

Fueron también a la tienda de dulces donde por poco no se gastan todo el dinero que llevaban. Leanne compró un chicle volador muy grande para su hermanita Anise que estaba lejos y estaba en la fila para pagarlo cuando Julieta quiso ir a la tienda de mascotas que estaba en frente. Le dijo que la esperaría allí y salió de la tienda.

Al cruzar la calle para ir a la tienda de dulces había visto que se anunciaban unos gatitos recién nacidos de raza muy rara. Crecían el doble que un gato común y eran muy inteligentes y fieles. Eran los animales más caros que había visto en su vida y los más lindos. No estaba a su alcance obtener uno de ellos pero se quedó fuera de la tienda mirando la vidriera donde estaban jugando como hipnotizada. Deseaba una mascota pero al final sus padres no le habían mandado una.

_Son lindos animales para tener como mascota_ le dijo un hombre que venía por la calle y se había parado al verla. La chica se dio vuelta, sorprendida.

_ ¡Profesor Snape! ¡No sabía que había vuelto!_ le dijo Julieta al reconocerlo con una sonrisa que hizo que el hombre se sonriera también.

_Si, esta mañana. ¿No te gustaría tener uno?_ volvió a preguntarle el profesor.

_ ¡Sí, claro! Son muy lindos_ dijo la chica mirando los gatitos y agregó_ pero muy caros...

_ ¡Oh, Severus! ¡No sabía que estabas de regreso!_ dijo la profesora Sprout que venía cruzando la calle junto con Leanne_ Íbamos a ir a Las Tres Escobas a almorzar. ¿Quieres venir con nosotras?

_ ¡Ah! Ehhhhh, bueno..._ titubeó el hombre, pensándolo un momento.

Juntos entonces se pusieron a caminar en dirección de la tienda. Comenzaba a hacer frío y estar parados en la calle no era muy recomendable.

_ ¿Qué tal te ha ido Severus? ¿Te quedaste más de lo que planeabas?_ le dijo de pronto la profesora Sprout.

_Sí, me llevo más tiempo del que suponía. Pero todo ha ido bien, por suerte_ dijo el hombre sin querer dar muchas explicaciones allí. Las chicas lo notaron y la profesora también por lo cual no hizo más preguntas y cambió de tema.

Poco después entraron a Las Tres Escobas. Había mucha gente y el lugar estaba sorprendentemente muy cálido, algo que reconfortó a los que venían de afuera. Allí se encontraron con la profesora McGonagall y con Hagrid, que estaban sentados juntos en una mesa charlando. Al verlos entrar les hicieron señas para que se sentaran con ellos. Estuvieron hablando un rato sobre todo lo que habían hecho hasta que tocaron el tema de los ruidos extraños que habían sentido cerca de la Casa de los Gritos. Hagrid inmediatamente se puso nervioso, balbuceó una excusa absurda y se levantó para irse. Bastante apurado y casi a las corridas salió del lugar.

_ ¿Le pasa algo?_ dijo una muy sorprendida profesora Sprout.

_ Prefiero no enterarme_ le respondió enigmáticamente la profesora McGonagall.

Pronto cambiaron de tema y el asunto de Hagrid no se volvió a mencionar. McGonagall que estaba de muy buen humor se quedó a almorzar con ellos. Luego respondiendo a la indicación de la profesora Sprout se les acercó una de las mujeres que estaba atendiendo para tomar la orden. Julieta conocía a madame Rosmerta pero no a la otra mujer, sin embargo dedujo que debían ser familiares porque eran muy parecidas. La mujer tenía unos impactantes ojos verdes.

_Hola Ruth, ¿cómo estás?_ le dijo McGonagall amablemente, luego se dirigió a su colega_ Pomona, tu no la conoces. Es la hermana de Rosmerta. Hemos venido a comer.

La saludaron con amabilidad y el hombre también, aunque su gesto al verla fue extraño. Al parecer el profesor Snape también la conocía.

_Bien, ya les traigo el menú_ dijo de forma altiva y se alejó.

Era muy atrayente y tenía muy buena figura. A pesar de que su gesto era más altivo que simpático, parecía atraer todas las miradas de los clientes masculinos que se encontraban presentes. Fue hasta la barra y trajo consigo varios menús que le pasó a cada uno.

_ ¿Cómo estas, Ruth? Hace mucho que no te veíamos por aquí_ le dijo la profesora McGonagall con toda familiaridad.

_Bien, Minerva, salí del país por un tiempo pero he vuelto por Rosmerta que necesita ayuda con el negocio. No le ha sido fácil, debido a las medidas que ha tomado el Ministro._ dijo la mujer suspirando.

_ Me imagino..._fue el único comentario de la profesora.

_ ¿Cómo están las cosas por el colegio?_ preguntó Ruth con curiosidad mirando tanto a McGonagall como a Snape.

_Como siempre Ruth, sin cambios_ dijo la profesora amablemente y agregó_ como éramos tan pocos, hoy decidimos quedarnos acá. Ellas son alumnas...

Concluyó la mujer señalándolas a las chicas. Las dos amigas la saludaron con una educada inclinación de cabeza pero Ruth apenas si las miró. No respondió al saludo ni les prestó atención o interés, como si no existieran. Luego adoptando una actitud totalmente distinta, se cruzó de brazos y se inclinó hacia delante apoyándose en la mesa. Y de paso mostrando todos los atributos que dejaba ver el escote de su ajustado vestido.

_Severus, ¿vendrás algunas de estas noches a tomar una copa?_ le dijo mirándolo de manera provocativa_ Antes que comiencen las clases...

La profesora Sprout tomó un sorbo de vino elfo de su vaso para disimular una sonrisa. Las chicas se la quedaron mirando sorprendidas del descaro de la mujer y la profesora McGonagall la miró como si nada.

En cambio el profesor Snape parecía molesto y nervioso. Le había aparecido en las mejillas un desagradable rubor.

_Ya veré..._ le dijo el hombre entre dientes y muy molesto.

En ese preciso momento se escuchó a su hermana.

_Ruth ven aquí que te necesito_ la llamó Rosmerta desde la barra. Los clientes allí habían aumentado en número. La mujer se enderezó y la miró enojada, luego se fue sin decir más nada.

_Vaya, vaya, vaya Severus........_ le dijo la profesora McGonagall mirándolo de reojo.

Snape gruño algo por lo bajo que nadie escuchó, se veía incómodo, avergonzado y realmente enojado. Luego se puso a leer el menú como si no hubiera nada más importante en el mundo. A Julieta le dio un impulso repentino de quitarle el menú y tirárselo por la cabeza a Ruth.

Mientras almorzaban a Julieta el humor se le iba aguando. Cada vez que miraba hacia la barra del bar, estaba esa mujer observando a Snape. No le quitaba los ojos de encima y cuando el hombre levantaba la vista le sonreía o le guiñaba un ojo. El profesor Snape no se daba por aludido, a pesar de tanta alardeante muestra de interés, y a veces parecía como si quisiera huir. Cuando terminaron de comer y pagaron fue el primero en salir de allí.

Todo el camino al castillo fue lento, se había levantado un viento helado y les costaba avanzar. Julieta pensó que el tiempo se acomodaba a su estado de ánimo.

_ ¿Qué les pasa chicas? Vienen muy calladas_ les dijo la profesora Sprout que venía delante.

Ninguna de las chicas le contestó ya que venían distraídas. Leanne venía muy pensativa y Julieta de muy mal humor.

_Adolescentes... un momento andan riendo y hablando como locas y al siguiente de mal humor_ le dijo a la profesora McGonagall suspirando.

Snape se dio vuelta para mirarlas, parecía preocupado. No hablaron hasta que entraron al vestíbulo del colegio y luego subieron a la sala común. Julieta siguió de largo hasta el dormitorio donde se encerró en el baño. Se sentía mal y triste, por primera vez en su vida tenía que lidiar con los celos. Lloró un poco.

_Juli, ¿estás bien?_ dijo Leanne tocando la puerta.

_Si..._ dijo débilmente conteniendo las lágrimas.

_Vamos, sal de ahí, ¡tú eres mucho mejor que esa tonta mujer!_ le dijo Leanne adivinando la causa de su tristeza.

Julieta le contestó con un sollozo.

_Sin tan solo le dijeras lo que sientes por él..._ comenzó diciendo Leanne.

_Lee, ahora no me molestes por favor.... sólo... sólo déjame en paz.

Su amiga suspiró y bajó a la sala común, donde se sentó ante el fuego a esperar que se le pasara. Pero Julieta no bajó y tuvo que ir sola a cenar. Cuando subió al dormitorio a acostarse la vio tirada en la cama.

_ ¿Estás mejor?_ le preguntó sentándose a sus pies.

_Sí......._ dijo Julieta sin mirarla y luego de un corto silencio agregó_ ¿Él estaba cenando?

_ ¿Quién? ¿El profesor Snape? Sí, claro_ dijo Leanne.

_ ¿Y después dónde se fue?_ le preguntó con curiosidad.

_Bueenoooo... no sé... Bajó por la escalera que da a su despacho_ le dijo y agregó con una sonrisa_ No pensarás seguirlo....... ¿no?

_Él le dijo a ella que ya iba a ver si iría_ dijo Julieta pensativa, el tema le preocupaba.

_Juli, no sé por qué te preocupas tanto. No parecía muy interesado en ella._ dijo su amiga y agregó_ más bien parecía molesto.

_No sé.... Es evidente que se conocían desde antes... y si decide ir y...._no terminó la frase, el sólo pensarlo la hacía sentir mucho peor.

Leanne la miró con compasión, no sabía qué decirle, ella también lo había pensado y le pareció que era más que evidente que en el pasado Ruth y Snape se habían tratado de "otra forma", pero estaba muy segura de que al hombre le gustaba mucho su amiga.

De pronto se escuchó un golpe muy fuerte en la ventana que hizo que las chicas saltaran del susto. Era una lechuza vieja que se había estampado contra el vidrio y agitaba las plumas. Leanne le abrió y entró, dejó una carta a los pies de Julieta y se quedó en los pies de la cama, Julieta le dio un caramelo lechuzil y salió.

_ ¿Esa no es la lechuza de la señora Procer?_ dijo Leanne mirando al bicho.

_ ¡Ohhh, Damián! ¡Por fin contestó mi carta!_ dijo Julieta abriendo el sobre a toda prisa_ Le pedí noticias del pueblo.

Era muy corta y la desilusión se notó en el rostro de la chica. Damián le decía que estaba bien, que había visto a sus padres por navidad y que le mandaban saludos y recuerdos, y que en el pueblo todo estaba bien. Y eso era todo... Julieta dio vuelta el papel para ver si había escrito algo más, era tan corta que le resultó sospechosa.

_Es muy corta... No dice casi nada_ se sorprendió Leanne tomándola entre sus dedos. Tan sorprendida como Julieta.

_Sospechosamente corta... Debe saber algo y no lo puede mandar por correo_ dijo Julieta con el ceño fruncido._ Estoy segura, éste no es su estilo.

Leanne asintió. El muchacho nunca les habría escrito algo tan corto, sin ni siquiera darle detalles de nada. Les prometió noticias pero allí no había ninguna. Julieta tiró la carta al baúl molesta. Ni siquiera se tomó el trabajo de contestarla. Luego se acostaron pero no durmieron mucho, preocupadas por lo que pudiera estar pasando en su amado pueblo.

Al día siguiente Julieta despertó con un intenso dolor de cabeza y tuvo que ir a la enfermería a tomarse una poción para calmarlo, por suerte se le pasó rápido. Después de desayunar junto a Leanne, se sentaron bajo el gran haya cerca del lago. Julieta sostenía el diario "El Profeta", estaban ansiosas de noticias y nadie quería dárselas, entonces la chica decidió suscribirse al diario pero no obtuvo los resultados que deseaba. No había noticias relacionadas con su pueblo ni nada de nada en realidad.

_ ¿Algo?_ dijo Leanne perezosamente. Estaba recostada contra el tronco del árbol.

_No..._ le respondió Julieta.

_Tendremos que esperar a que empiecen las clases y secuestrar a Damián hasta que nos cuente todo_ dijo Leanne decidida.

_Si..._ respondió Julieta.

_ ¿Te pasa algo?_ le dijo Leanne al ver que contestaba tan cortante_ es... ¿Es por lo otro?

Julieta largó un gran suspiro. Su humor estaba por el suelo.

_ ¿Y si él fue anoche?_ dijo luego de un silencio, dando a entender que su amiga ya sabía de qué hablaba.

_No sé_ dijo Leanne cansada de la misma pregunta_ ¿Por qué no se lo preguntas?

_ ¡¿Estás loca?!_ se molestó Julieta pero su amiga no le respondió. Luego de un largo silencio cambió de tema para no afligirla más.

Mientras tanto en el castillo el profesor Snape las buscaba, al no verlas en la biblioteca pensó que estaban en la sala común y bajó al vestíbulo. Allí se encontró con la profesora McGonagall que le dijo que estaban afuera. Entonces tomó un pasillo interior que cruzaba todo el castillo y desembocaba en la galería de atrás del colegio. Desde allí las vio sentadas bajo el mismo árbol de siempre y se quedó observándolas pensativo.

Estaba preocupado por lo que había pasado el día anterior y lo que podría pensar Julieta de eso. Tan ensimismado estaba que no se dio cuenta que Dumbledore, que pasaba casualmente por allí, lo había visto y se había acercado a él silenciosamente.

Observó al profesor Snape cómo miraba hacia donde estaban las chicas y pudo comprobar lo que ya había adivinado hace tiempo. Tenía sentimientos encontrados con aquel amor. Suspiró de manera ruidosa, lo que hizo que el profesor Snape se diera vuelta.

_ ¿Tengo que preocuparme por ti, Severus?_ le dijo Dumbledore muy serio, pero no había enojo en su mirada. El profesor se asustó.

_No sé de qué me habla, Dumbledore_ le respondió el hombre, dio la vuelta y se fue dejando al director allí solo.

Dumbledore confiaba en aquel hombre, le tenía aprecio y creía que lo entendía. Pero aquello escapaba a su control y eso era algo que no le agradaba. Era muy estricto con todo lo del colegio y sus normas. Tenía una gran responsabilidad con todos los alumnos y se la tomaba muy en serio. Además que todo aquel asunto no le agradaba mucho y decidió que darle aquella advertencia al profesor sería lo mejor. Sin entrar en conflicto con él.

El profesor Snape en cambio estaba aterrado, se daba cuenta que Dumbledore había descubierto su secreto y le estaba advirtiendo por las posibles consecuencias. Se paseaba por su habitación de un lado a otro pensando qué iba a hacer ahora, debía olvidarse de la chica o perdería el trabajo. Pero sabía muy bien que olvidarla no era posible, tenía que tener mucho mucho cuidado de ahí en más con ella. Decidió que los días que quedaban de vacaciones se alejaría de ella para darle un mensaje claro al director, de que ella no era un problema para él. Claro, que pensarlo y llevarlo a cabo eran asuntos diferentes.

Esa misma noche después de la cena Julieta se quedó sentada en la escalera de mármol, frente a la puerta del colegio. No se había podido quitar el asunto de la cabeza, así que decidió sentarse allí todas las noches que quedaban de vacaciones para ver si el hombre iba al pueblo. A Leanne la idea le pareció un poco desesperada y ridícula pero se quedó con ella un tiempo. Le causaba risa la actitud de su amiga.

_Vamos, Juli, son las 9 y hay toque de queda. Seguro que ya se acostó_ le dijo impaciente al ver que su amiga no se movía.

_Estamos en vacaciones, Lee, ¡nadie va a molestarnos por el maldito horario!_ le dijo de mal humor. Leanne perdió la paciencia.

_ ¿Y qué piensas hacer? ¿Quedarte aquí sentada toda la noche?

_Si es necesario, sí_ dijo testarudamente.

Leanne se levantó y se fue a dormir, estaba harta. Pasó el tiempo y nadie apareció, la mayoría de las luces se apagaron y Julieta seguía allí sentada. No tenía un plan exacto pero estar ahí le daba más seguridad.

Eran como las doce de la noche cuando sintió pasos por la escalera que daba a las mazmorras y apareció el profesor Snape. Venía ensimismado y al ver a la chica de golpe sentada allí en la semioscuridad se asustó mucho y retrocedió unos pasos.

_ ¡¿Julieta?!... Que... ¿Qué haces aquí?_ le dijo mirándola totalmente sorprendido.

_Nada_ le dijo ella de mala manera ya que creyó que el profesor iba a salir.

_ ¡¿Cómo nada?!_ dijo con el ceño fruncido y sorprendido por el tono insolente de su voz. Tono que jamás empleaba.

_ ¿A dónde vas?_ le dijo la muchacha con autoridad. El profesor no salía de su asombro y no entendía nada.

_A las cocinas por un té... ¿Pero qué es lo que pasa?_ le dijo confundido.

Julieta no respondió, se dio cuenta de que se había pasado de la raya. Lo miró y notó por primera vez que iba vestido con el pijama y una capa encima. Era evidente que no iba a salir a ningún lado.

_ ¿Vas a decirme que es lo que haces aquí?_ le dijo Snape que ya empezaba a molestarse por la actitud de la chica.

_Ya se lo dije, no estoy haciendo nada_ le dijo ella con un tono de voz más educado y tratándolo de usted.

_Es muy tarde, ¡ve a tu sala común ahora mismo!_ le ordenó el profesor.

A la chica no le quedó otra que levantarse e irse. El hombre la observó hasta que se perdió de vista, no se explicaba que hacia allí y mucho menos su actitud.

Los demás días hizo exactamente lo mismo, se quedaba en las escaleras hasta más o menos media noche y luego se iba, el hombre no volvió a aparecer.

Poco antes del comienzo de las clases fue el cumpleaños de Snape. Estaban en el dormitorio preparándose para bajar a desayunar, cuando Leanne le recordó la fecha.

_ ¿Le regalaras algo?_ agregó mientras se peinaba

_Si, compré una caja de bombones de licor, una vez escuché a Malfoy decir que le gustaban_ dijo Julieta distraída.

_Pensará que quieres emborracharlo, esos son muy fuertes_ le dijo Leanne en broma tomando la caja que estaba envolviendo Julieta_ ¿Qué le escribirás?

_ Lo corriente Lee, nada más... se lo enviaré por lechuza.

_ ¡No seas tonta dáselo personalmente!_ dijo Leanne.

Julieta se lo pensó un rato y finalmente estuvo de acuerdo.

_ ¿Te has dado cuenta que ya no nos sigue?_ le dijo de pronto Leanne pensativa.

_Si...es muy extraño_ eso le preocupaba a Julieta que había notado el cambio incluso antes que su amiga._ Creo que...ya no tiene tanto interés...

_Mmmmmm no sé....._ se asustó Leanne

Luego de desayunar, Julieta bajó por las escaleras que daban a las mazmorras y tocó la puerta de su despacho pero nadie le respondió. Probó la puerta y estaba abierta, entró y decidió dejar en su escritorio el paquete.

Recién vieron al hombre para la hora del almuerzo, lo saludaron todos.

_ ¿Qué harás esta noche, Severus? ¿No quieres que vamos a tomar una copa al bar con los profesores?_ le dijo Dumbledore sonriendo.

_ ¡Oh! Bueno, me encantaría_ dijo Snape agradecido y entusiasmado.

Julieta se puso blanca como el papel y Leanne se quedó con la boca abierta. ¡Aquello no podía estar pasando! Luego del almuerzo en la sala común...

_ ¡Cálmate Juli, ya verás que nada pasa!_ le dijo Leanne abrazándola.

_ ¿Que nada pasa?... ¡Algo está pasando Lee!... Dejó de seguirnos, ya no me busca tampoco, no me habla, ni siquiera me agradeció el regalo._ decía Julieta alterada.

_Agggg ¡¡Maldito murciélago!!_ lo insultó Leanne pero luego avergonzada miró a su amiga_ ... perdóname Juli...

Julieta sin embargo apenas si la escuchaba. Caminaba de un lado para otro de la habitación un poco alterada y triste. ¿Y si ahora que había aparecido Ruth el interés por la otra bruja estuviera creciendo? ¿Ya no la quería como antes?

_Quizás nos equivoquemos, Juli, quizás no es lo que pensamos_ le dijo su amiga para calmarla.

_No sé... Si esta noche no regresa junto con los demás sabremos la verdad_ dijo Julieta de forma pesimista. Leanne asintió y no dijo nada más.

Luego de la cena se quedaron en las escaleras jugando cartas para disimular un poco y mientras espiar los movimientos de los profesores. Al ser las únicas alumnas en el castillo McGonagall hacia la vista gorda y no las molestaba, y también se habían ganado el cariño de los demás profesores así que sabían que nadie las molestaría allí.

Un rato después de las diez de la noche bajó Filch con Flitwik, el profesor de encantamientos que ya había vuelto, y Dumbledore. Se quedaron en el vestíbulo hasta que se les unió el profesor Snape. Dumbledore miraba a las chicas con curiosidad pero nada les dijo, Snape también las notó pero fiel a su decisión las ignoró. Luego salieron todos ya que Hagrid los esperaba cerca de su cabaña.

_Bien...ya se fueron. Ahora hay que esperar_ dijo Leanne suspirando.

Y allí se quedaron... Se hicieron las doce y seguían allí, en la semioscuridad. Leanne estaba apoyada en la pared casi dormida. Luego como a las dos de la mañana, Julieta la zamarreó despertándola.

_ ¡Creo que ahí vienen! ¡Hay movimientos fuera!_ susurró excitada.

Corrieron a esconderse detrás de una armadura que había allí cerca. No querían que las vieran y ganarse un reto o un castigo.

Los profesores entraron conversando y riendo, Snape estaba con ellos, eso hizo que Julieta se relajara y bajó el brazo rápido con tan mala suerte que golpeó la armadura causando que esta callera de costado con un gran estruendo. Leanne la agarró del brazo y se escondieron detrás de la pared.

_ ¿Quién anda ahí?_ dijo Dumbledore con voz potente apuntando su varita encendida hacia la escalera pero no vio nada. Los otros profesores hicieron lo mismo.

_Quizás sea Peeves, profesor Dumbledore_ dijo Filch_ ¡Te atrapamos Peeves! ¡Sal de ahí o te iremos a buscar!

Las chicas entraron en pánico y comenzaron a correr tratando de ser lo más silenciosas posible y no se detuvieron hasta llegar al cuadro de la señora gorda. Cuando estuvieron a salvo en la sala común, se rieron como locas. Y ya estaban en el dormitorio cuando Julieta se calló de pronto y se puso blanca como el papel.

_ ¿Qué pasa, Juli?_ le dijo Leanne asustada al verla.

_Nos olvidamos las cartas en las escaleras...

No podían creer cómo habían cometido ese descuido. Estaban muertas, las iban a atrapar y lo único que les quedaba por hacer era rogar que no las encontraran. La esperanza era muy débil.

Por supuesto que cuando Dumbledore y los demás profesores subieron para ver si alguien había ahí, encontraron las cartas. Aunque no había nadie.

_La alumnas que estaban acá las deben haber olvidado_ dijo Dumbledore como si tal cosa, pasándoselas a Snape que las miraba con el ceño fruncido. Este último estaba seguro que Julieta había estado otra vez de noche en las escaleras y no se explicaba por qué.

_ ¿No habrán sido ellas recién?_ dijo el profesor Flitwick.

_No sé, pero avísale a Minerva que vaya a ver si duermen_ le dijo Dumbledore.

Luego los profesores se fueron a dormir, Snape se quedó con las cartas. Bajó a su dormitorio y las dejó junto a la caja de bombones a la que ya le faltaban dos. No había tenido ocasión de agradecerle el regalo pero la nota la guardó como el mejor de los dos objetos. La profesora McGonagall comprobó que las chicas dormían y tranquilizó a Dumbledore que se había quedado despierto.

Los días siguientes el profesor Snape se propuso descubrir que pasaba, las vigiló con disimulo durante el día y en la noche decidió quedarse despierto e ir a comprobar las escaleras. Sólo faltaban tres días para que empezaran las clases, tenía que descubrirlo antes o si no se complicaría.

La primera noche se quedó dormido en su despacho y subió muy tarde a revisar, por supuesto que no encontró a nadie allí. La segunda noche tomó tanto café que no pudo volverse a dormir, fue a comprobar varias veces si alguien había allí pero no vio nada, aunque le pareció escuchar ruido en el primer piso. La tercera noche decidió que simplemente había sido una coincidencia y la chica no bajaba. Se puso el pijama y como a media noche fue a buscar un té a las cocinas, al otro día llegarían los alumnos y tendría que levantarse temprano. Cruzó el vestíbulo y bajó por las escaleras del sótano, allí un elfo le pasó una taza de té y volvió a cruzar el vestíbulo. Miró de reojo la escalera de mármol y creyó ver a alguien allí, pegó tal salto del susto que se quemó la mano con el té y se le cayó la taza al piso. Maldijo en voz baja mientras buscaba la varita.

_ ¿Quién anda ahí?_ dijo con voz potente mientras apuntaba con la varita la escalera, llenándola de luz. Allí estaba Julieta que al verse descubierta se había parado para salir corriendo pero no había alcanzado a huir.

_ ¡¡Julieta!! ¿Otra vez ahí? ¿Qué demonios estás haciendo?_ le dijo al reconocerla, la chica se paró en seco y se dio la vuelta. ¿Y ahora qué hacía?

_Ehhhhh, nada._ dijo de forma poco convincente

_ ¿Otra vez nada?_ le dijo Snape con sarcasmo y mirándola con el ceño fruncido_ Ven aquí.

La chica de mala gana bajó las escaleras hasta donde estaba él.

_ ¿Querías salir del colegio?_ le dijo mirándola atentamente a los ojos.

_ ¡No!_ dijo Julieta con sinceridad.

_ ¿Qué estabas haciendo entonces?_ dijo el hombre.

_Nada... ¡Es la verdad!

_No me trates de estúpido, Julieta, nadie se pasa todas las noches sentado frente a la puerta del colegio por ningún motivo_ le dijo Snape enojado y perdiendo la paciencia.

La chica no le respondió lo que hizo que el hombre se enojara en serio.

_ ¿Quieres que te castigue?_ le dijo el profesor_ No habrá salido fuera del colegio Pratt y tú la está esperando, ¿no?

_ ¡Oh, no! Ella está durmiendo arriba_ se asustó Julieta. No quería meter a su amiga en eso pero no tenía idea que decirle al hombre, obvio que no podía decirle la verdad.

_ ¿Entonces? ¿Esperas a alguien todas las noches?_ dijo entonces mirándola fijo a los ojos.

_No......_titubeó Julieta mientras bajaba la mirada, pero el hombre descubrió que mentía. Lo pudo ver en sus ojos.

_Me doy cuenta cuando mientes, dime la verdad_ dijo Snape tomándola de los hombros.

_No puedo, lo siento_ se rindió angustiada. Se soltó bruscamente de él, dio media vuelta y corrió escaleras arriba. El profesor sorprendido por su conducta y totalmente preocupado se quedó allí parado mirándola.

El diario del príncipe:

Las cosas se estaban poniendo complicadas. Cuando llegué a casa de los Mafoy descubrí que los mortífagos se estaban dando cuenta de que algo pasaba con el asunto de la receta de la poción. Sospechaban que había vuelto al pueblo de origen y tuve que quedarme más tiempo para mentir, tratando de convencerlos de lo contrario y así desviar las dudas. Creo que lo logré pero no sé hasta qué punto el Señor Tenebroso me creyó, es un hombre sumamente desconfiado y es muy difícil convencerlo de algo sin pruebas. Las cosas que estaban a punto de explotar, por así decirlo, se calmaron un poco. Intervención divina... dijo Dumbledore. No lo sé. No puedo estar seguro pero creo que el peligro no pasó como todos creen.

En fin, cuando volví al colegio no pude más con la ansiedad de verla y busqué a Julieta por todo el castillo pero no estaba. Me enteré que había salido e imprudentemente me fui a Hogsmeade a buscarla. No lo debería haberlo hecho porque me llevé una sorpresa... Me pregunto, a juzgar por lo que pasó después, si el viejo no habrá tenido que ver con esto, había vuelto Ruth. Ambos fuimos compañeros en el colegio, sólo que ella iba unos años menos. No me agradaba ya que era tonta y cursi, le gustaba salir con varios muchachos y siempre los intercambiaba. Nunca fuimos amigos y apenas nos hablábamos. Incluso se burlaba de mí cuando el idiota de Potter me molestaba. La conocí mejor recién cuando empecé a trabajar en el colegio. Sin embargo no cambió mi forma de pensar de ella, seguía siendo la misma mujer insoportable y vana. Pero un día que fui a tomar unas copas con Malfoy y unos "amigos", me la mandé. Quiero decir, que hice algo que no debía. La única excusa que tengo para ello es que estaba muy perdido, había tomado varias copas de más... demasiadas. Cuando me desperté al otro día comenzó la pesadilla, estaba en un cuarto de hotel acostado con esta mujer y desde entonces no me la he podido sacar de encima. Le dije que aquella noche había sido un error pero ella no quiso escuchar. Estuvo varios años tratando de que estuviésemos juntos, sospecho que la palabra "no" no la conoce. De todos modos y por suerte con el pasar del tiempo se terminó yendo al exterior. Aparentemente conoció a alguien más y lo siguió para torturarlo como hizo conmigo. ¡Pobre hombre!

¡Pero tuvo que volver justo ahora!... ¡Justo cuando me estaba ganando la confianza de Julieta! ¿¡Por qué tengo tanta mala suerte?! Desde entonces todo ha ido en picada. Dumbledore me confirmó con una frase que se había dado cuenta de mi secreto. ¡Casi me da un infarto! ¡Todavía no puedo creerlo! Lo que me dijo fue una advertencia, claramente. Así que por miedo a que me echara del colegio he tenido que alejarme de ella.... Debo dejarle claro al director que no es un problema para mí. Que puedo controlarme, mantener mi honor y los deberes que tengo como profesor. Gracias a Dios o a Merlín o a quién fuese que no se enteró de lo que pasó en el baile de Navidad porque si no... ni siquiera quiero pensarlo.

Pero más que el director me preocupa ella porque por algún motivo me trata diferente, de mala manera, es insolente... Y encima sospecho que se ve con alguien de afuera en las noches, ya que la pillé varias veces deambulando en las escaleras del vestíbulo. Pero no quiero ni escribir sobre eso... con tan sólo pensarlo me siento terrible. Todo, todo, todo va muy mal.

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