Pociones:


Las dos inseparables amigas llevaban tan sólo unos días en el colegio y ya las habían castigado sacándoles puntos a su Casa Gryffindor, cosa que no les hiso ninguna gracia, eran muy buenas alumnas y nunca las habían castigado en su anterior colegio. Para colmo la profesora McGonagall, que enseñaba Transformaciones, les había advertido que se pusieran las pilas con el trabajo porque si no iban a estar meses con clases particulares de su materia. La última vez que la vieron las había sermoneado más que nunca. Así que las dos chicas habían tomado de asalto la biblioteca y apenas salían de allí para el horario de las comidas y de las clases.

_ ¡¿Cuando quiere que durmamos?! ¡Para hacer todo esto tendremos que saltarnos todas las comidas de una semana y las noches también!_ Se quejaba Leanne al mirar la montaña de libros que tenían en una mesa de la biblioteca.

_Y todavía no tenemos las clases extra de Pociones_ dijo Julieta con un suspiro_ Menos mal que el profesor de Encantamientos no nos dio tanto trabajo.

_Espero que el de Pociones sea como él_ dijo Leanne apenas animada.

_Yo no tendría tantas esperanzas. ¿Cuándo nos toca pociones?_ preguntó entonces Julieta.

_ Esta tarde_ dijo Leanne comenzando un largo trabajo extra de Transformaciones que Julieta ya escribía a toda velocidad.

Estuvieron allí en la biblioteca hasta la hora del almuerzo en que las vino a buscar Anise, la hermanita pequeña de Leanne, sacándolas de su actividad para recordarles que debían alimentarse. Luego bajaron al gran comedor.

_ No me gusta Hogwarts_ dijo Anise y agregó con un pucherito_ todos los profesores me han dado tantos deberes que estoy muyyyyyy cansada. ¿No puedes ayudarme? ¡Por fi!

_ No, Anise. Yo también tengo mucho que hacer y no puedo estar haciendo tus tareas siempre.

_ ¡Pero yo te dije que me ayudes, no que hagas mis tareas!_ dijo aparentando inocencia la pequeña.

_ Eso siempre dices pero al final soy yo la que termina completando tus trabajos_ la sermoneó Leanne.

_ Es que a ti te gusta el colegio... a mí en cambio nunca me gustó_ se excusó débilmente Anise.

_ Sería más conveniente entonces que empezara a gustarte. Si no te pasarás toda tu vida aquí._ dijo Leanne.

Anise la miró horrorizada y prefirió no seguir con la discusión. Siempre había sido perezosa con sus obligaciones y sabía que su hermana la sacaba de apuros, con horror vio que ese año sería muy diferente. Entonces enojada con su hermana entró al gran comedor y le dio la espalda. Julieta no intervino en la conversación, ya sabía que con la pequeña Pratt no podía discutir porque siempre quería terminar ganando.

Las dos chicas poco disfrutaron la comida porque ambas estaban algo desanimadas y contrariadas, además que cada vez que querían hablar con sus otras compañeras las interrumpía algún muchacho con alguna excusa. Leanne totalmente sorprendida no comprendía qué era lo que les pasaba en cambio Julieta se reía sin parar del asunto, parecía como si la mayoría de los muchachos del último año de Hogwarts estuvieran peleando por quién se quedaba con la rubia. Pero a Leanne parecía no interesarle ninguno en particular y más bien le fastidiaba tal conducta.

Más tarde cuando terminaron de comer, salieron del gran comedor y se quedaron cerca de las escaleras que estaban a un costado del vestíbulo y que bajaban a las mazmorras donde se dictaba Pociones. No querían arriesgarse a llegar tarde, habían escuchado que el profesor era jefe de la Casa de Slytherin y siempre buscaba excusas para quitarle puntos a los de Gryffindor.

Cuando se hizo la hora de la clase se les unieron Rose y un chico más de Gryffindor, Paul Jordan. Eran los únicos de la Casa Gryffindor que cursaban los Éxtasis de Pociones ya que el profesor sólo recibía a alumnos que habían obtenido la más alta calificación en sus Timos. Por suerte las dos alumnas nuevas también habían sido aceptadas por su alta calificación que obtuvieron en su anterior colegio excepto Belle Baker que tenía una menor, aunque ella no se había quejado mucho de no tener que estudiar pociones ya que la detestaba y más bien se había alegrado. En el colegio anterior la materia Pociones era obligatoria en todos los años. Al llegar a la puerta del aula Julieta se sorprendió al ver muy pocos alumnos allí ya que sólo eran 12 los que cursaban pociones ese año. Eran cuatro de Gryffindor, tres de Ravenclaw, uno de Hufflepuff y cuatro de Slytherin. Al parecer el profesor era más estricto y exigente de lo que les habían dicho. De pronto se escuchó un ruido.

_Pasen... En silencio._ dijo el profesor de pociones al abrir la puerta del aula. Todos entonces comenzaron a entrar.

Julieta al verlo pensó que se parecía mucho a un vampiro, era alto, de piel cetrina, con dos largas cortinas de negro pelo grasiento y unos ojos oscuros como témpanos de hielo. Vestía una larga túnica negra y tenía una expresión impenetrable. Hablaba en susurros pero se le entendía perfectamente. Hasta parecía que no respiraba como todos, su aspecto general daba miedo. El aula que era helada y oscura trasmitía a las claras su personalidad, las paredes de piedra tenían una antorcha cada tanto y estanterías con frascos que contenían pociones de colores. Las chicas se sentaron junto a Rose y Paul en una de las tres mesas redondas que habían allí y sacaron el material para trabajar y los calderos. Leanne parecía nerviosa y asustada, le tenía miedo a los vampiros y no estaba segura si debía considerar a ese hombre como uno de ellos. ¿Le permitirían a un vampiro dar clases?... pensaba la chica.

_ ¿Lo viste? ¿Será un vampiro?_ le susurró aterrada a su amiga.

_ No lo creo... Además que estamos de día._ susurró por lo bajo Julieta.

_Pero está tan oscuro aquí..._ dijo Leanne observando el aula.

Julieta no pudo contestarle ya que Rose le dio un codazo para que se callara y advirtió que el profesor acababa de cerrar la puerta del aula tras él. Leanne sintió como si fuera encarcelada. El hombre comenzó con un breve discurso de cómo serían las cosas en su materia ese año, habló de libros y luego empezó con la clase.

_Hoy vamos a ver una poción para confundir_ empezó el profesor Snape mientras caminaba por el aula._ Tengan mucho cuidado en prepararla porque si se equivocan puede llegar a ser mortal. Debe madurar una semana, así que la clase que viene cada uno de ustedes probara su poción para ver si la hicieron bien o no.

Esto causó muchos murmullos de preocupación entre los alumnos, que se veían bastante asustados, pero el hombre siguió hablando como si les hubiera anunciado que debían tomar una taza de té.

_ ¡Silencio! Como iba diciendo, tienen que ser muy cuidadosos. Las instrucciones están en el pizarrón y los ingredientes en el armario. ¡Empiecen!_ ordenó agitando su varita mientras aparecían las indicaciones.

¡No podía haber otra poción tan complicada como esa! Pensaron con desaliento la mayoría de los alumnos, pero a Julieta como le gustaban los desafíos se entusiasmó con la clase. Pociones era su materia favorita, al menos hasta ahora, y le gustaba hacer experimentos. Se concentró al máximo para que fuera perfecta. En cambio sus otros compañeros parecieron nerviosos y desanimados ante aquella receta tan complicada.

El profesor Snape se paseaba por el aula metiendo de vez en cuando su ganchuda nariz en algún caldero y criticando a los alumnos, situación que puso más que nerviosas a las chicas nuevas que no lo conocían hasta entonces pero por suerte no se acercó a ellas sino hasta casi el final de la clase. Cuando lo hiso al ver la poción de Julieta no dijo nada pero al mirar las de Leanne y Rose puso una mueca despectiva.

_ Esto está mal..._ dijo de mal humor. Leanne que no comprendía en qué se había equivocado se puso mal pero Rose que ya estaba acostumbrada al modo de hacer las cosas que tenía el profesor no le dio importancia.

A Paul le fue peor, el profesor miró su caldero y le quitó puntos a Gryffindor casi de inmediato porque la poción olía mal. Una total injusticia ya que uno de los chicos de Slytherin la había hecho peor, no solo olía mal sino que largaba chispas de color naranja y a él no le quito ningún punto, ni le dijo nada. Cuando terminó de quitar puntos miró su reloj de pulsera y fue hacia el escritorio.

_Ya deberían estar terminando. Dejen la poción enfriar y colóquenla en un frasco con su nombre, luego me la traen acá_ dijo entonces el profesor Snape con tono indolente mientras se sentaba en su escritorio.

Las chicas se apresuraron a hacer lo que les decían poniendo mucha atención y cuidado. No querían equivocarse en su primera clase y que el hombre les quitara puntos a ellas también. Luego mientras todos salían del aula las llamó aparte y también a Damian Procer uno de los chicos de Slytherin que venía de su mismo colegio.

_ Mañana a las siete los quiero acá. Vamos a comenzar con las clases extra_ les dijo el profesor Snape de manera un tanto antipática._ Deben saber que yo no doy clases particulares a nadie, esto lo hago porque el director me lo pidió, así que quiero que se esfuercen al máximo y espero que no sean como los inútiles a los que normalmente tengo que enseñar.

Dicho esto les señaló la puerta para que se fueran. Tenían muchas preguntas para hacerle pero ninguno se atrevió a abrir la boca y rápidamente salieron del aula, no vaya a ser que se le ocurriera quitarles puntos por no obedecer. El profesor no le cayó bien a ninguno de los tres chicos, como siempre ocurría con sus alumnos. Él podría haberlos tratado de manera diferente pero esa era su forma de imponer su autoridad y de mantener la disciplina.

_ ¡Por Dios! No me gusta este profesor._ dijo Leanne con un escalofrío cuando estuvieron apartados del aula, y Julieta estuvo de acuerdo.

_ A mí tampoco..._ dijo la otra chica pero el muchacho la interrumpió.

_Tienen suerte de no tenerlo como Jefe de Casa. Todas las noches pasa lista a ver si estamos ahí _ dijo Damian malhumorado_ y nos revisa los baúles... no sé qué piensa que escondemos. ¡Parece que vine a parar al ejército!

_ La profesora McGonagall no hace nada de eso. Por suerte nos deja bastante tranquilos_ dijo Julieta pensativa.

_Quiero volver al otro colegio..._dijo Damian con un suspiro_ Este no me gusta nada... Hace días que no duermo bien porque el viejo horrible ese se aparece a las cuatro de la mañana a espiar si estamos dormidos o no.

Las chicas lo miraron sorprendidas y se rieron con ganas.

_ ¡No es gracioso! Ya las quiero ver a ustedes despertarse con el murciélago ese mirándolas en la oscuridad.

_Paciencia Damian, ya las cosas mejoraran_ le dijo Julieta dándole una palmadita en el hombro como consuelo.

_Eso espero_ dijo el chico y se alejó hacia su sala común, cabizbajo y triste.

Las chicas subieron las escaleras que daban al vestíbulo, de allí subieron con paso apurado por las de mármol y se dirigieron a su próxima clase un poco desanimadas. Aquel profesor no les había gustado nada.

El diario del príncipe:

No esperaba que tres de los alumnos nuevos estuvieran en mi clase de Éxtasis así que tuve que sacrificar parte de mi tiempo libre para darles clases particulares y ponerlos al día. No quería hacerlo pero Dumbledore se puso pesado y tuve que aceptar. Me sorprendió mucho lo reconozco que una de las alumnas nuevas fuera ella, la mujer que me había llamado la atención en el desayuno el primer día de clases... Julieta Rosier. La observé durante toda la clase con disimulo porque no llegaba a comprender qué me atraía tanto de ella y quería averiguarlo, y debo agregar que no tuve éxito. Apenas la había visto en el gran comedor pero me había obligado a no mirarla. De todos modos no me atreví a acercarme a ella hasta casi el final de la clase y pude comprobar admirado que era muy buena en pociones. Su poción era perfecta pero no le dije nada, no pensaba darle puntos a Gryffindor por nada del mundo, ni siquiera por ella. Recuerdo que cuando me acerqué me miró a los ojos con esa mirada penetrante y luminosa que la caracteriza, tenía un tenue olor a frutillas y para mi disgusto me puse nervioso. Ella conseguía de alguna manera despertar en mí sensaciones que no tenía desde la adolescencia cuando estaba cerca de Lily. Comprendí en ese entonces que tendría que tener cuidado de ahora en más con mi conducta, esto no podía continuar. Las clases particulares podrían acercarme más a ella y eso era peligroso. En ese momento no le di más importancia al asunto... fue un gran error. Con la idea de aplastarlos en las clases particulares estaba, cuando reparé en la carpeta de Procer que me había traído la profesora McGonagall y que estaba encima del escritorio. Decía que era hijo de una madre soltera, para mi sorpresa, pero el apellido seguía sin sonarme conocido y no recordaba a nadie que lo tuviera. El fin de semana vería a unos antiguos amigos, entre ellos Lucius Malfoy, y me enteraría si ellos la conocían o se acordaban de alguien que hubiera llevado aquel apellido. No me juntaba con ellos por diversión sino en calidad de espía, llevaba este trabajo desde hace años pero lo detestaba, arriesgaba demasiado el pellejo. Algunos de ellos eran los mortífagos que habían atacado el pueblo de aquellos chicos. En el pasado me uní a los mortífagos cuando era muy joven y no tenía idea de lo que significaba aquello, fue unas de las peores decisiones que he tomado y las consecuencias las he estado pagando toda la vida. Dumbledore quería saber qué se proponían hacer y yo tenía que averiguarlo, fingiendo que todavía pertenecía a su maldito grupo, pero ya hace tiempo lo confieso que no comparto sus ridículas ideas y mi lealtad esta con ese viejo chiflado que me tendió una mano cuando nadie más lo hizo, me dio trabajo y respeto. Me ayudó a esconder a Lily del Señor Tenebroso cuando su vida corría peligro y, aunque al final todo salió mal, le debo ese gran favor y por eso me convertí en su espía. Un gran mago el profesor Dumbledore. Aunque ese año ya estaba con la idea de retirarme, el trabajo cada vez era más peligroso, y aunque soy bueno en oclumancia y puedo mentirle al Señor Tenebroso descaradamente, cada vez me resulta más difícil mantenerme impasible ante ciertas actividades francamente horribles en las que me obligan a participar. Debía hablar con él pronto y decirle que ese era mi último año de espía pero no sabía cómo iba a tomarlo, no quería defraudarlo y justo ahora que las cosas en la comunidad de magos se están poniendo cada vez más tensas, el Señor Tenebroso buscaba intensamente una receta de una poción extraordinaria y si sale victorioso estamos fritos. Aparte que también fingía ser espía del Señor Tenebroso en Hogwarts... Sí, soy un doble espía. Le daba información que parecía importante pero no lo era, así que debía andar con mucho cuidado y planear muy bien lo que hacía y hasta cada una de las palabras que iba a decirle. Ya estaba cansado de todo ello y ese año se me complicarían más las cosas aunque yo aún no lo sabía. 

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