Noche de Brujas:

El día de noche de brujas el colegio amaneció todo engalanado, los profesores se habían esmerado en las decoraciones y por todos lados se respiraba un aire festivo. Julieta y sus amigas se tomaron el día libre de estudios y lo pasaron muy divertidas. Habían trabajado incansablemente y se merecían ese descanso. El banquete fue delicioso y hubo un espectáculo organizado por los fantasmas del castillo, donde unos caballeros sin cabeza dieron una impresionante exhibición. La cena duró una hora más que de costumbre y el director tuvo que poner orden y decirles a los alumnos y a algunos profesores que ya era hora de que fueran a dormir.

Al subir hacia los dormitorios en el séptimo piso Leanne comenzó a sentirse mal y se separó de Julieta y sus otras amigas para ir al baño. Ésta continuó hacia la sala común de Gryffindor, subió a su dormitorio y se acostó quedándose dormida casi de inmediato. Soñó que caminaba por oscuros corredores dándose golpes contra las paredes porque no podía ver nada... Entonces se despertó como a las 2 de la mañana con un raro presentimiento y un poco desconcertada por la reciente pesadilla, se acomodó en la cama inquieta y vio que la cama de al lado donde Leanne dormía estaba vacía. Se levantó preocupada y se colocó encima del camisón blanco su bata celeste, pensó en despertar a las otras chicas pero al ver que dormían tan plácidamente cambió de idea. Entonces bajó a la sala común para ver si al volver se había quedado dormida allí pero no había nadie, estaba todo muy oscuro y silencioso.

Ya estaba realmente alarmada, creía que algo le había pasado a su amiga o que había terminado en la enfermería. Pensó en ir a avisarle a la profesora McGonagall por si algo le había ocurrido, y estaba con esa idea rondando en su cabeza cuando escuchó ruidos del otro lado del retrato de la señora gorda, en el corredor de afuera. Creyó que podía ser su amiga y salió afuera. No era Leanne sino Harry y Ron discutiendo con Hermione, Neville y Ginny. Al verla aparecer todos se dieron vuelta.

_ ¿Qué pasa chicos? ¿Qué hacen afuera? Si los pillan..._dijo Julieta susurrando. El corredor se veía oscuro y silencioso.

_Nada_ dijeron Harry y Ron al mismo tiempo y de manera cortante.

_ ¡¿Nada?!_ exclamó con sarcasmo Ginny y agregó_ Van a ir en busca del idiota de Draco Malfoy...

_Los descubrirán y nos sacaran puntos, ¡y no les importa!_ dijo en voz bien fuerte Neville.

_ ¿Malfoy? ¿Qué? ¿Por qué?_ dijo Julieta sorprendida, no entendía nada.

_ Malfoy los retó en el banquete a una carrera de escobas, será a las dos en el estadio de quiddich... Si es que logran salir del colegio_ explicó Hermione molesta señalando la escoba que Harry llevaba en la mano_ y estamos tratando de impedírselos. ¡No deben ir!

_ ¡No se metan en lo que no les importa!_ dijo Ron enojado apuntando con un dedo a Hermione.

Neville y Ginny hicieron un ruidito de fastidio.

_ ¿Una carrera de escobas en plena madrugada?... Me suena a excusa, y si Malfoy solo está tratando de tenderles una emboscada para que los pillen y los expulsen._ dijo Julieta con el ceño fruncido. ¡No podía creer que los dos chicos se arriesgaran así!

_Juli, tiene razón. Malfoy es un cobarde, ¡no ira! Seguro que le ha avisado a Filch y tendrán problemas._ dijo Hermione pero Harry y Ron no quisieron escuchar más.

_ ¡Iremos, no se discute más!_ dijo Harry muy molesto con sus amigos. Ron lo secundó.

_ ¡Son unos... unos...!_ dijo furiosa Ginny sin encontrar una palabra lo suficientemente ofensiva que los describiera.

_ Mejor vete a dormir, Ginny_ le dijo Ron como si fuera una niña pequeña. Su hermana se escandalizó.

_ Sabes, tienes razón, no vale la pena._ dijo Ginny mientras traspasaba el retrato de la señora gorda. Y agregó con malicia_ ¿Qué crees que pensará mamá mañana cuando te expulsen? ¿Y cuándo se enteré de lo que pasó?

_ ¡No te atrevas a decirle!_ le gritó Ron pero la chica ya había desaparecido.

_ Ssshhhh_ lo calló Harry y susurró_ No le hagas caso...

Hermione estuvo a punto de intervenir pero prefirió callarse. De pronto Ron que estaba ya de muy mal humor miró a Julieta.

_ ¿Y tú qué haces a esta hora levantada? _ le dijo Ron a Julieta tratando de desviar la conversación.

Julieta les contó sobre la extraña desaparición de Leanne y su idea de ir a despertar a la profesora McGonagall para avisarle.

_ ¡Noooo! No la despiertes se dará cuenta que no estamos y tendremos problemas._ dijo Harry desesperado.

_ ¿Y si le ha pasado algo a Lee?_ le contestó Julieta molesta.

_No creo, si está descompuesta debe estar en la enfermería_ dijo Ron.

_ ¡Qué insensible eres Ron!_ lo criticó Hermione_ Si Lee ha desaparecido deberíamos decirle a alguien.

Ron no tuvo tiempo de contestarle porque sintieron que alguien se acercaba, asustados de que fuera Filch o un profesor se dieron vuelta corriendo hacia el retrato para entrar a la sala común pero la señora gorda había desaparecido en uno de sus habituales paseos nocturnos. Estaban atrapados ya que no podían entrar hasta que volviera. Se escondieron desesperados en un pasadizo secreto que había cerca de ahí, detrás de un tapiz, y escucharon. Resultó ser la señora Norris, la gata de Filch, que los olió desde el otro lado y comenzó a maullar escandalosamente.

Totalmente desesperados empezaron a correr escaleras abajo antes de que apareciera Filch y los viera. Salieron al corredor inferior que estaba muy oscuro y como escucharon ruidos a sus espaldas siguieron corriendo por más pasillos oscuros, subiendo y bajando escaleras para alejarse lo más que pudieran de Filch. Porque el ruido de pisadas parecía perseguirlos. Al fin cuando se sintieron a salvo se pararon a descansar, totalmente desorientados, estaban en un largo corredor con estatuas de animales a cada lado que nunca habían visto.

_ ¡Nos van a expulsar!... ¡Nos van a expulsar!_ repetía Neville histérico.

_ ¡Cállate, Neville! ¡Nos escucharan!_ susurró Ron.

_ ¿Dónde estamos?_ preguntó Julieta en voz baja.

_Ni idea... Nunca había visto estas estatuas_ susurró Hermione. Estaba sorprendida porque pensaba que con todos esos años viviendo en Hogwarts creía conocer el catillo entero.

_Tenemos que volver a la sala común antes que nos atrapen_ dijo Harry con firmeza, todavía llevaba la escoba en la mano. Entonces decidieron salir a un corredor donde hubiera ventanas y así localizar el lago para orientarse en qué dirección ir.

Caminaron por el largo corredor de las estatuas de los animales, que eran muy grotescos, y estaban a punto de salir de allí cuando, de pronto, en la otra punta se abrió la puerta por la que habían ingresado al corredor. Entro Nick casi-decapitado que venía discutiendo con Peeves, éste último al verlos se le iluminó el rostro con una horrible sonrisa maliciosa.

_¡¡Aaaahhhhh!! ¡¡Alumnitos apestocitos!! ¿Qué hacen fuera a estas horas prohibidas?_ les gritó dando tumbos por el techo totalmente feliz.

Al escucharon los chicos supieron que todo iba a empeorar, y no se equivocaban. El fantasma, aunque sorprendido, no pensó en delatarlos.

_Ssshhhhh, Peeves, ¡cállate!_ le dijo Nick casi-decapitado...... y fue un gran error.

_ ¡¡ALUMNOS FUERA!!... ¡¡ALUMNOS FUERA!!.... ¡¡QUE VENGA ALGUIEN!!

Gritaba Peeves a todo pulmón mientras que Nick casi-decapitado lo amenazaba desesperado con llamar al Barón Sanguinario, el fantasma de Slytherin al que temía. Pero fue en vano porque Peeves no se callaba, al contrario comenzó a gritar más fuerte aún.

Los chicos dieron media vuelta y salieron corriendo a todo lo que daban hacia el otro corredor, cerrando la puerta tras ellos. Apenas lo hicieron escucharon cómo Filch hablaba con Peeves y Nick casi-decapitado detrás de ellos en el corredor que acababan de abandonar. Entonces ya completamente aterrados casi volaron bajando escaleras y luego por oscuros corredores y pasillos tratando de escapar del ruido que parecía que los seguía por todos lados.

Estaban tan asustados y desorientados en aquella oscuridad que no se toparon por un pelo con la profesora McGonagall que venía por un corredor con su bata escocesa, enojada y hablando consigo misma. Se aplastaron detrás de una estatua de un dragón intentando no respirar.

_ ¡.....haciendo un escándalo! .... ¡Despertaran a todo el colegio!_ decía la mujer que continuó con su monólogo mientras se alejaba de allí. Esperaron a que se perdiera de vista y salieron de detrás de la estatua.

_Debemos... volver... a la... sala común... antes de que llegue ella... y nos descubra..._dijo entrecortadamente Hermione con la mano en la cintura tratando de controlar la respiración. Estaba totalmente exhausta.

_ ¡Estamos muertos! ¡Nos van a descubrir!_ dijo Neville aterrado hasta el desmayo.

_ Shhhhh... Habla... más bajo. _dijo Ron respirando agitado.

_Hay que volver ya... pero... ¿dónde estamos?_ preguntó Harry desorientado mirando para todos lados.

_Me parece que en el tercer piso pero del lado este... creo... no sé... sólo una vez pasé por acá_ dijo Julieta tratando de orientarse. Recordaba la enorme estatua del dragón desde una vez en que se perdió con Leanne en su primera semana en Hogwarts.

_Sí, tienes razón, ya me ubico_ dijo Hermione respirando ya más normal, y agregó_ Vamos por aquí.

Los chicos la siguieron a través de una puerta que daba a un pasillo que desembocaba en un largo corredor. Pero al llegar allí se dieron cuenta que al final de ese corredor había alguien, nada más ni nada menos que el profesor Snape. Plantado en el medio del lugar con un pijama y una capa negra encima de los hombros. Estaba de espaldas y no los vio. Se dieron media vuelta y salieron de allí lo más rápido que pudieron sin hacer ruido hasta llegar a la estatua del dragón.

_ ¡Por Merlín, que mala suerte! ¿Qué hace Snape ahí?_ dijo Ron con voz apenas audible.

_Bueno, vamos por otro lado_ susurró Harry.

_No podemos, la única escalera que nos lleva a la torre Gryffindor está al final de ese corredor_ dijo Hermione con voz muy aguda por el pánico.

_ Y si... y si volvemos por nuestros pasos nos toparemos con la profesora McGonagall._ dijo Julieta algo alterada ya.

_ Exacto y probablemente no lleguemos antes que ella. No es muy difícil ubicarse de día normalmente, pero en la total oscuridad resulta casi imposible._ dijo Hermione. Todos se miraron sin saber qué hacer.

_ Entonces hay que esperar a que se vaya Snape..._ susurró Harry nervioso.

_ ¡La profesora McGonagall llegará antes si no nos movemos ya! ¡Estamos atrapados!_ lo interrumpió muy asustada Julieta. La idea de que la expulsaran comenzaba a aterrorizarla.

Neville no podía ni hablar, le tenía terror a ese profesor y parecía a punto de desmayarse. Se miraron aterrados entre ellos tratando de decidir qué hacer.

_Voy a ver si ya se fue. Hay que moverse_ susurró de repente Hermione.

_ ¡No Hermione! Espera... ¡Es muy peligroso!_ trato de detenerla Julieta pero la chica ya había pasado por la puerta.

Luego de unos eternos minutos volvió y dijo con disgusto:

_Sigue ahí... Camina de un lado a otro, no entiendo que está haciendo.

_ ¡¡Maldito murciélago!!_ dijo Ron molesto.

_Hay que distraerlo con algo para que podamos pasar_ dijo Harry de repente_ cómo no me traje mi capa...

_ ¿Algo como qué...?_ dijo Ron pero Harry no respondió. Julieta no entendió de qué hablaban.

_Si pudiéramos hacer ruido así sale de ahí..._comenzó entonces diciendo Julieta

_Es muy riesgoso y atraería a Filch_ la interrumpió Hermione.

Los chicos estaban aterrados, debían salir de allí lo más pronto posible ya que la profesora McGonagall iba a llegar en cualquier momento a la sala común. Se daría cuenta que faltaban varios alumnos y no querían ni pensar en las consecuencias. Hubo un breve silencio...

_Uno de nosotros se tiene que sacrificar e intentar distraerlo, así los demás pueden pasar.... Es la única opción que nos queda_ dijo Julieta decidida.

_Yo también lo pensé pero... No sé..._ titubeó Hermione asustada.

_ ¡Es muy peligroso! Si nos descubre Snape nos va a cortar en pedacitos y se los va a comer en el desayuno_ dijo Harry y Neville soltó un suave grito de terror, estaba blanco como tiza y parecía que fuera a darle un ataque. Ron emitió una rara risa entrecortada y nerviosa, y dijo:

_Pero si no nos movemos, ¡igual nos descubrirá aquí!

Hubo un aplastante silencio...

_Yo lo haré._ dijo Julieta decidida_ Ustedes vayan y...

_ ¡Noooo! Voy a ir yo..._ comenzó diciendo Harry.

_ ¡No, Harry! Snape te odia, si te descubre no descansará hasta verte expulsado_ le dijo Hermione tomándolo del brazo porque el chico ya iba a ir.

_Ella tiene razón Harry, voy a ir yo.... Inventaré algo... alguna excusa. Si pasa algo como soy nueva probablemente sólo me den un castigo y nada más._ dijo Julieta.

_ ¡Espera, Juli! La profesora McGonagall puede ser mejor que Snape pero es muy estricta. Te arriesgas a más de un castigo._ dijo Hermione preocupada.

_ Alguien tiene que ir, Hermione... Si McGonagall llega a la sala común y pregunta dile que soy sonámbula o que estoy en la enfermería... No sé... Inventa cualquier cosa_ dijo Julieta y sin pensarlo más atravesó la puerta, tomando por sorpresa a los otros chicos que no pudieron detenerla.

La siguieron de cerca por el pasillo y antes que llegara al ancho corredor, Ron la tomó del brazo para impedir que hiciera aquella locura pero la chica forcejeó y lo empujó a un lado... pero se tambaleó hacia un costado y tropezó con una armadura que había allí causando un ruido tremendo, como para despertar al castillo entero. El profesor Snape se dio vuelta asustado y la apuntó con la varita encendida. Hermione casi arrastró a Harry y Ron, antes de que el hombre los viera también, de vuelta hacia la estatua del dragón en donde se había quedado Neville esperándolos.

_ ¡Señorita Rosier! ¿Qué hace deambulando por los corredores a esta hora?_ le dijo el hombre sorprendido de verla.

El aspecto del profesor Snape en aquella oscuridad era diez veces más aterrador y amenazante que de costumbre. Julieta se puso blanca como el papel, estaba aterrorizada, se daba cuenta que todo aquello había sido un tremendo error. Abrió la boca para decir algo pero no salió sonido alguno de su garganta. El hombre caminó por el corredor hacia ella, para verla mejor y se le plantó delante con una expresión muy severa en su delgado rostro.

_ ¿Acaso no me escuchó? ¿Qué hace aquí a esta hora?

_Yo... yo... estaba... me perdí..._balbuceó aterrada Julieta sin tener la menor idea de lo que le iba a decir.

_Mmmm se perdió.... ¿Está sola?_ le preguntó mientras que iluminaba el corredor con su varita. El miedo a que descubriera a sus amigos devolvió a Julieta el coraje.

_Sí... yo... me sentí mal y decidí bajar a la enfermería_ mintió descaradamente rogando que no se diera cuenta. El hombre la miró a los ojos, atento.

_ ¿Ah, sí? La enfermería está unos cuantos corredores hacia arriba en el lado oeste del castillo_ dijo el profesor Snape con una mueca irónica_ ¿No le parece que está un poco lejos de aquí?

_No sé... yo... me perdí en la oscuridad_ balbuceó Julieta sin mirarlo a los ojos desesperada tratando de arreglar la metida de pata.

Snape hizo una mueca de incredulidad, se había dado cuenta de que le estaba mintiendo y que algo ocultaba.

_La próxima vez que se sienta mal debe ir con la profesora McGonagall, no está permitido que los alumnos deambulen por los corredores a estas horas....... como bien debe saber_ le dijo el profesor mirándola fijamente.

_ ¡Oh!... Yo...

_ ¿Qué es lo que le pasa?_ la cortó Snape muy serio.

_Emmm nada......

_ ¿Cómo nada? ¿No acaba de decirme que iba a la enfermería?_ dijo el profesor molesto pensando que le estaba tomando el pelo.

_Sí, me sentí mal porque... porque siento dolores_ balbuceó Julieta improvisando_ e iba a pedirle a madame Pomfrey una poción para calmarlos.

_Mmmm con que dolores... ¿Y se puede saber qué es lo que le duele tanto?_ dijo Snape que no le creía nada.

_Emmmm me duele... dolores femeninos_ inventó abochornada sin mirarlo, era una excusa muy débil y no sabía si el hombre se la iba a tragar.

Snape la miró fijamente, se dio cuenta de que le estaba mintiendo descaradamente y tenía curiosidad en saber qué era lo que le ocultaba y qué hacía ahí, o a quienes estaba tapando con sus mentiras, aunque por allí al parecer no había nadie. Luego de un incómodo silencio dijo:

_Bien, sígame. Tengo pociones curativas de reserva en mi despacho que queda más cerca, así no despertaremos a madame Pomfrey.

Se dio media vuelta y Julieta no tuvo otra opción que obedecerle siguiéndolo por una escalera oculta que los iba a dejar varios pisos debajo directamente en el vestíbulo. Luego bajaron hacia las mazmorras donde estaba el despacho del profesor y entraron en él. El lugar estaba helado y oscuro. Snape prendió unas velas que estaban en el escritorio y le señalo la silla del frente para que se sentara. Luego se puso a rebuscar en un armario, que estaba al lado del escritorio, lleno de frascos y pociones de diferentes colores. Tomó un frasquito de color oscuro, hizo aparecer un vaso y diluyó el contenido en agua. Dándole la espalda a Julieta que estaba muy nerviosa, luego se dio vuelta y le tendió el vaso.

_Aquí tiene, señorita Rosier, más vale que no me esté mintiendo porque si toma eso sin necesitarlo le causará dolores insoportables_ le advirtió el profesor Snape mirándola con una expresión inescrutable._ Y ahí sí que terminará en la enfermería.

A Julieta le temblaban las manos y miraba el vaso sin llevárselo a la boca. No podía tragar aquel líquido pero si no lo hacía el profesor Snape descubriría que le mentía, tendría que dar muchas explicaciones y pondría en riesgo a sus amigos. Estaba entre la espada y la pared. Rogó que los chicos ya estuvieran en la sala común de Gryffindor.

El profesor Snape la miraba curioso y divertido pero, obviamente, no dejaba que se le notara en la cara. Se le había ocurrido aquella idea para obligarla a decirle la verdad y estaba saliendo de maravilla. Entonces Julieta hiso algo que él no esperaba, se tomó aquel brebaje asqueroso. El hombre la miró sorprendido.

_Vaya...vaya...es más valiente de lo que pensaba_ murmuró con un tono de voz apenas audible, más como para sí mismo que como para ella.

Julieta le devolvió el vaso aterrada de lo que le pudiera pasar ahora pero había tomado una decisión, no delataría a sus compañeros. Las manos le sudaban y quería salir pronto del despacho para ir a la enfermería. El profesor tomó el vaso y lo dejó en el escritorio mirándola con una sonrisa irónica. Sacarle la verdad iba a ser más difícil de lo que pensaba, así que cambió de estrategia.

_Sé que me está mintiendo, señorita Rosier, y... lamentablemente, no saldrá de aquí hasta que me diga la verdad_ dijo Snape con su voz suave más amenazante y agregó_ aunque se retuerza de dolor...

La chica mantenía la mirada en el suelo, temblando entera, se sentía descompuesta y estaba a punto de desmayarse, no sabía si eran los nervios, la poción o qué, pero se contenía con todas sus fuerzas para no salir corriendo.

_ ¿Sabe lo que es el veritaserum?_ le preguntó de repente Snape.

_ ¿La... la... poción de la verdad?_ balbuceó mirándolo a los ojos muy nerviosa.

_Exacto, y aunque lamentablemente está prohibida usarla en el colegio, la tengo aquí a mano_ dijo señalando el armario_ ¿Quiere que la obligue a probarla?

Julieta lo miró totalmente aterrada y blanca como el papel, si tomaba aquello no podría evitar decirle la verdad al hombre.

_Estamos solos y nadie se enterará_ dijo Snape mirándola atento a su reacción. La chica no dudaba de que fuera capaz pero no le respondió. Temblaba entera. Se produjo un largo silencio que al fin rompió Snape.

_ ¿Y bien...? No tengo toda la noche.

_Yo... yo le dije la verdad_ respondió al fin Julieta tratando de que la voz le sonara calmada, pero sucedió el efecto contrario. El hombre perdió la paciencia.

_ ¡¿Vamos a tener que tomar medidas extremas?! ¡Dígame que estaba haciendo o veremos ahora mismo al director!_ le gritó el profesor Snape enojado_. ¡Y no se atreva a volver a mentirme!

La chica se rindió ante aquella amenaza, no se imaginaba la cara de sus padres cuando volviera antes de tiempo con la noticia de que la habían expulsado del colegio. Respiró hondo para calmarse y decidió hablar y afrontar las consecuencias.

_Luego del banquete me separé de mi amiga Lee... Leanne Pratt, que fue al baño y no la vi más... Esta noche me he despertado y no estaba en el dormitorio entonces bajé y salí de la sala común para ir a ver a la profesora McGonagall porque estaba preocupada por ella pero me arrepentí. Entonces oí ruido y quise volver pero la señora gorda ya no estaba en su cuadro, pensé que era Filch y huí... y estaba todo muy oscuro... y me perdí...... y eso es todo.

Había decidido contarle sólo parte de la verdad para no involucrar a sus compañeros.

_ ¿Eso es todo? ¿Por qué me mintió? ¿Qué oculta?_ dijo Snape sospechando que algo raro había detrás de aquello.

_No quería delatar la falta de mi amiga_ dijo mirando el suelo rogando que el hombre no le hiciera más preguntas. Hubo un corto silencio.

_ Mmmmm. ¿No se habrá juntado con un noviecito?_ dijo el profesor Snape pensativo.

_ ¡No! Claro que no._ contestó Julieta ofendida. Si Lee estuviera saliendo con alguien le habría dicho además que eso no concordaba con su personalidad tampoco.

_No serían los primeros que descubro._ comentó el hombre pensativo y con un suspiro.

_Ella no es así... No haría eso._ dijo Julieta.

Hubo un breve silencio en el cual el profesor la observaba atento.

_Bueno, a pesar de todo yo creo que merece un castigo_ dijo el hombre mirándola fijo_ ¿Usted qué piensa?

La chica no le contestó, miraba el suelo rogando que no fueran con el profesor Dumbledore y la expulsaran. Temblando entera ante esa posibilidad, sabía que el profesor Snape preferiría repartir caramelos antes que dejar que un alumno zafara de un castigo.

El profesor se dio cuenta que estaba aterrada hasta el desmayo y cedió ante un impulso repentino, se acercó a ella, la tomó suavemente de la barbilla obligándola a que lo mirara a los ojos.

_No me tengas miedo_ le dijo tuteándola con un tono de voz que la chica nunca le había oído emplear, incluso le pareció ver en sus ojos un brillo extraño como de cariño, pero descartó la idea pensando que había sido una ilusión óptica.

El hombre notó que ella estaba totalmente sorprendida y confundida por su actitud, se arrepintió de haber dicho eso y soltándola adoptó la misma expresión que de costumbre.

_Vamos, la voy a acompañar a su sala común. Mañana le comunicaré el castigo.

Y dicho esto salieron del despacho y subieron hasta el séptimo piso, a la sala común de Gryffindor. Por suerte ya había regresado la señora gorda a su retrato pero de pronto se abrió el cuadro y salió la profesora McGonagall.

_ ¡Ah! ¡Profesor Snape!... ¡Señorita Rosier! Me tenía preocupada, no estaba en su cama._ dijo la mujer con expresión severa y miró al hombre indagándolo con la mirada. Snape se hizo cargo de la muda pregunta.

_Encontré a la señorita Rosier cerca de la enfermería_ mintió descaradamente Snape_ me dijo que iba a ver si la señorita Pratt estaba allí...

_Ooohhh ¡Sí! Leanne Pratt está un poco enferma y pasará un tiempo allí. No debió salir del dormitorio a esta hora de la madrugada señorita Rosier, debió despertarme.

Julieta no contestó nada, estaba muy sorprendida por la mentira del profesor Snape. Luego la mujer le indicó que entrara y que se acostara inmediatamente. Pasó por el retrato y se dirigía a su habitación cuando se asomó una cabeza, era Hermione que la tomó del brazo y bajaron por las escaleras hasta la sala común. Quería saber cómo le había ido con Snape. Le contó que cuando ella se fue pudieron pasar y llegaron justo unos segundos antes que la profesora McGonagall y que no los descubrió por pura casualidad. Julieta le contó a su vez todo lo que había sufrido con Snape, lo de la poción extraña que le había hecho beber y sobre la increíble mentira que le había dicho a la profesora para que ella no tuviera más problemas.

_ ¿Snape mintió por ti?... ¡¿En serio?! ¡Eso es increíble!_ dijo Hermione estupefacta.

_Sí, me sorprendió a mí también pero igual estoy castigada_ dijo Julieta con un suspiro_ no importa al menos sé que Lee está en la enfermería... lo que no entiendo es por qué esa poción no me hizo efecto.

_Por que la mescló con agua. Hay algunas pociones curativas que no funcionan si se diluyen_ dijo Hermione con voz de sabionda.

_ ¡Oh! ¡Qué tonta, debí recordarlo!_ exclamó Julieta.

Estuvieron hablando unos minutos más y luego subieron a dormir a sus respectivas habitaciones. Al otro día Julieta se caía de sueño por la mala noche y estuvo en las clases de la mañana como sonámbula. Luego del almuerzo fue a la enfermería a visitar a Leanne, que estaba bien pero muy aburrida. Había tenido una descompostura y creía que madame Pomfrey le iba a dar el alta aquella tarde para que acudiera a clases. Julieta le contó la aventura de la noche anterior y se rieron divertidas. En el almuerzo se había acercado a ella Nott, un chico de Slytherin, con un mensaje del profesor Snape. Tenía que ir a cumplir con su castigo al finalizar las clases de aquella tarde y aunque el castigo fue un poco asqueroso y desagradable, ya que tenía que destripar unos sapos rojos, estaba muy aliviada de que no la expulsaran del colegio.

El diario del príncipe:

Debí haberme dado cuenta de que Dumbledore me observaba atento tratando de averiguar qué era lo que me pasaba pero yo estaba tan ensimismado que lo pasé por alto y a la larga fue un tremendo error. Tampoco me di cuenta de que me daba más trabajo a propósito para mantenerme ocupado ya que estaba preocupado de mi creciente amargura. Lo que si descubrí fue que les había dicho a los otros profesores que no me molestaran más por el asunto del chico Procer. Se lo agradecí en silencio, ya que estaba con mucha presión por mi trabajo y mis "tareas extra", y las burlas me sacaban de quicio. Había observado al chico Procer de cerca todo ese tiempo y había averiguado un poco de su pasado. La madre del chico, que se llama Roberta Procer, había llegado al pueblo a punto de dar a luz y se había quedado allí por la insistencia de otros miembros. El joven nada sabía de su padre y, al parecer, poco le importaba. Era evidente que lo cargaban con el parecido que tenía conmigo y que eso le molestaba mucho, como me enteré un día que tuve que castigarlo porque lo descubrí peleando con Zabini.

Cada día que pasaba estaba más seguro que nada tenía que ver con él, la madre era mucho mayor que yo y no recordaba ese nombre. Así que me desentendí del asunto, aunque tengo que confesar que cada vez que lo veía me hacía acordar a mí y le había tomado cariño, claro que no iba a decírselo. Era un chico solitario y huraño, de pocos amigos como yo pero a la vez diferente. También había notado que hablaba mucho con Julieta, al parecer era amigos pero a diferencia de lo que me pasaba cuando la veía con Potter, no me molestaba verlos juntos... no sé por qué, quizás me recordaba a Lily y a mí en el colegio.

En ese tiempo Dumbledore me encargó que rondara los corredores por las noches porque tenía una sospecha de que alguien pudiera entrar a una parte secreta del castillo donde se está guardando la receta de cierta poción peligrosa hasta que pudiera ser trasladada a otro lugar más seguro. Había sido llevada al castillo desde el pueblo de los alumnos nuevos hasta que pudieran encontrar una mejor manera de protegerla ya que el Señor Tenebroso andaba detrás de ella. Sólo serían unos días me prometió y aunque no quería hacerlo acepté para no tener que discutir con el viejo. Y mi recompensa por sacrificar hasta mis horas de sueño llegó una noche cuando encontré a Julieta deambulando por allí. Me sorprendí al verla y aunque me mintió y me hizo enojar aproveché al máximo para retenerla a mi lado lo más que pude. Quería averiguar a toda costa lo que hacia allí, tenía el presentimiento de que tapaba a alguien y tenía miedo de que fuera un muchacho. Reconozco que no la trate muy bien, su mentira y los celos me hicieron perder la paciencia. Pero al final resultó que defendía a su amiga. Me arrepentí por mi comportamiento, la pobre chica estaba aterrada y quise que confiara en mi pero como soy un maldito imbécil metí la pata, me dejé llevar por mis sentimientos y le dije demasiado dulcemente que no tenía por qué tenerme miedo. Ella parecía muy sorprendida por mi cambio de actitud y temo que descubriera algo de mis sentimientos por ella. Eso no debía pasar jamás, ella no debía saber nada. Lo que pasa es que cada vez que la tenía cerca me costaba más esconder mis sentimientos, aun no me había percatado que aquel era un síntoma de que estaba comenzando a perder el control de mí mismo.

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