Nadando en el lago:
Un día muy caluroso de fin de semana, después del almuerzo, las dos amigas junto con Susan, Rose y Belle se fueron a caminar al lago. Hacía varios días que no salían fuera del castillo debido a la creciente montaña de tareas que tenían.
_Voy a meter los pies, ¡hace mucho calor!_ dijo Belle mientras se levantaba un poco la túnica para no mojarse. Habían caminado mucho y le dolían los pies.
_ ¿Los pies? Yo voy a bañarme_ dijo Susan corriendo y tirándose al lago vestida y todo. Empapando a Belle con las salpicaduras.
_ ¡Espera! ¡Está prohibido! ¡Nos retarán y tendremos problemas!_ dijo Leanne acercándose un poco a ellas pero sin tocar el agua.
_No hay nadie cerca, Lee_ dijo Rose que se metió también vestida con su túnica azul, sin importarle mucho.
Estaban en un sector del lago rodeado de altos arbustos y bastante solitario donde nadie solía ir por allí. Julieta miró para todos lados para estar segura de que no eran observadas y también se metió al lago junto a las otras tres chicas. Leanne trató de agarrarla para impedírselo pero Julieta la tironeó y se cayeron al agua empapándose las dos.
_Vamos Lee, nadie nos verá._ le dijo Julieta divertida y riendo.
Leanne que estaba molesta y muy empapada se levantó con dificultad, la túnica rosa que llevaba se le hizo muy pesada.
_No, yo me salgo_ dijo fastidiada mientras salía del agua. Luego hizo un encantamiento para secarse la túnica y se fue yendo hacia el colegio. No sabía nadar y le daba miedo el lago.
Julieta, Belle, Susan y Rose se quedaron toda la tarde bañándose en el lago y divirtiéndose mucho, en una zona que estaba algo oculta por unos altos matorrales y árboles. Detalle que les dio la seguridad de que no serían descubiertas. Hasta que empezó a oscurecer y decidieron salir.
_ ¡Nosotras nos vamos!_ le gritó Susan a Julieta desde la orilla. Ya había salido, al igual que las otras dos chicas, y se estaba secando con el mismo encantamiento que usó Leanne.
_Susan, ayúdame. Hazlo tú que no me sale_ dijo Belle que no podía con el encantamiento para secarse.
_Bueno, ¡yo ya voy enseguida!_ les gritó a su vez Julieta que no tenía muchas ganas de salir todavía del agua y se quedó un ratito más sola nadando. O eso pensó ella, pero era tanta la tranquilidad y la paz que sentía allí que en realidad no calculó bien el tiempo.
El profesor Snape casualmente venía caminando rodeando el lago desde el bosque prohibido con un frasco en la mano. Más temprano había ido a recoger unas plantas extrañas y muy difíciles de conseguir que crecían cerca de allí, y que él usaba para pociones. Ya que se le habían terminado así que esa tarde decidió salir a buscarlas. Venía muy tranquilo y pensativo caminando cuando escuchó la conversación de las chicas y se paró en seco. No las había visto porque estaba oculto en los matorrales y todavía un poco alejado del sitio en dónde estaban. Se acercó a paso rápido hacia el lago y miró como tres chicas salían caminando hacia el castillo y como una de ellas se quedaba nadando en el lago. Estaba prohibido y, con fastidio, se acercó aún más para darle un reto cuando se dio cuenta que era Julieta. Se ocultó rápidamente tras un árbol y se quedó mirando el espectáculo como petrificado.
La chica tenía una túnica blanca larga y se veía como una aparición en aquella luz grisácea del anochecer. Severus vio como la tela mojada se le adhería a sus formas de mujer y se quedó como hipnotizado mirándola, con tal intenso deseo como nunca antes lo había sentido. Se avergonzó en ese momento de tener ciertos pensamientos y de sentir aquellas cosas por ella, cuando siempre la había mirado con un sentimiento más bien puro e infantil.
Al verla salir se acercó a ella. Julieta por su parte no lo vio y cuando intentó salir del lago trepando una pequeña pendiente mientras tomaba la rama de un arbusto, resbaló hacia atrás embarrándose el bajo de la túnica. El profesor le tendió la mano para ayudarla a salir y ahí fue cuando ella se dio cuenta de su presencia.
Se sorprendió y se asustó de verlo allí, y más aún cuando la miraba tan serio, pero tomó su mano para poder salir de una vez por todas del agua. Después de todo lo que había pasado había cierta incomodidad entre ellos.
_Dándote un baño en el lago, a pesar de que está prohibido, de noche encima y semidesnuda..._ le dijo el hombre serio y mirándole el cuerpo descaradamente. Pensó que la chica no tenía nada que envidiarle a Ruth y que se veía mucho mejor. Avergonzado por estos pensamientos desvió su mirada.
Julieta que no se había dado cuenta cuanto dejaba ver aquella tela semi transparente, se dio vuelta avergonzada y cubriéndose. El profesor Snape la cubrió colocándole su capa en los hombros.
_Sígueme_ le ordenó mientras que se daba vuelta para dirigirse al castillo.
Julieta temblaba entera, había bajado la temperatura de repente y ella, aparte de estar mojada, estaba descalza. Había perdido sus zapatos en la oscuridad.
Entraron al colegio, donde por una casualidad no se toparon con nadie en el vestíbulo, y bajaron hacia las mazmorras entrando luego al despacho del profesor. Estaba oscuro y helado, hacía mucho más frío allí abajo. Julieta comenzó a temblar aún más que antes.
El profesor Snape encendió unas velas y prendió con su varita el fuego de la chimenea. La chica se acercó al calor del fuego totalmente helada.
_Toma, sécate con esto_ le dijo Snape pasándole una toalla. Julieta le devolvió su capa algo mojada y se tapó con la toalla, mientras se sacaba con una punta el largo cabello.
El profesor desapareció tras una puerta que estaba oculta en una pared llena de libros. Al rato volvió con un pequeño vaso y una botella. La colocó en su escritorio y sirvió en el vaso un líquido ámbar.
_Bebe esto_ le ordenó el hombre alcanzándoselo.
_ ¿Qué es?_ preguntó Julieta, no parecía una poción.
_Whisky de fuego... Te hará entrar en calor_ explicó Snape_ no debería darte esto pero te sentirás mucho mejor.
Julieta tomó un trago que le quemó todos los órganos internos pero hizo que se sintiera mucho mejor, como había dicho el hombre.
_No debes volver a hacer eso Julieta, es peligroso_ la retó el profesor mirándola fijo mientras tomaba el vaso vacío que ella le pasó.
Dejó el vaso junto a la botella en su escritorio y se dio vuelta para mirarla.
_No sólo es peligroso por el calamar gigante entre otras criaturas, sino porque algún muchacho puede verte y...... y no todos los hombre son como deberían ser.... ¿Comprendes? Pensé que tendrías mucho más cuidado después de lo de Zabini.
La chica no le contestó. Estaba molesta con él desde hacía mucho tiempo y no quería ni hablarle. Además que le parecía que el hombre estaba exagerando.
Siguió secándose y le hizo un gesto para darle a entender que ella lo incluía a él en la misma categoría que a Zabini, luego le dio la espalda.
_Ya sé que estás enojada conmigo..._ le dijo el profesor Snape al observar su actitud.
Ella siguió como si nada como si nunca lo hubiera escuchado, mientras que el hombre se acercó a ella y la tomó de los hombros para que se diera vuelta. Dolido por la conducta de la chica intentó decirle algo mientras la abrazaba pero Julieta reaccionó mal. Lo empujó con todas sus fuerzas haciendo que el profesor se golpeara con el escritorio.
_ ¡Suélteme! ¡Y no vuelva a tocarme nunca más! ¡¿Entendió?!_ le gritó furiosa y totalmente fuera de sí. Se dio media vuelta y salió corriendo del despacho. Todavía envuelta en la toalla.
En la puerta casi choca con la profesora McGonagall que pegó un grito del susto.
No dejó de correr hasta que llegó a su dormitorio que por suerte estaba vacío. Se desvistió y se encerró en el baño.
Por su parte el profesor Snape se quedó sorprendido por lo que había pasado y totalmente devastado. Había tenido la intención de explicarle toda la verdad sobre Ruth y lo que había observado, y de terminar con aquella separación ridícula que lo tenía muy mal desde que se había producido. El hombre quería que recobraran aquella confianza mutua que siempre habían tenido y así al menos tener el consuelo de poder hablar con ella hasta que saliera del colegio.
Cuando escuchó a la profesora McGonagall fuera de su despacho se sintió morir. Seguro que pensaría mal de él e iba a tener graves problemas, muy graves problemas. Sin embargo la mujer por un milagro no escuchó lo que le gritó Julieta y no se dio cuenta de que estaba mojada y semidesnuda. Aun así enojada y escandalizada le pidió explicaciones y armó tal barullo que terminó visitándolo Dumbledore. El director, como es obvio, sabía que el hombre no había hecho nada malo. Aun así tuvo que escuchar sus retos que lo hacían sentir como si tuviera once años otra vez. Hasta que al fin decidió darle un respiro a Snape y se retiró.
El profesor estuvo un tiempo dando vueltas en su despacho para decidir qué hacer hasta que subió a cenar esperando encontrarla allí en el gran comedor y obligarla a escucharlo. Aunque fuera a costa de que todo el mundo se enterara. Pero no la encontró, estaban todas sus amigas pero ella nunca apareció.
La verdad es que Julieta apenas salió del baño, se acostó y cerró todas las cortinas. No quería hablar ni con Leanne. Recién al otro día le contó todo lo que había pasado.
_Mejor, se lo merecía_ fue su comentario mientras bajaban a desayunar.
A llegar al comedor Damián que estaba solo se les unió y retuvo a Julieta. Leanne fue a sentarse con Rose.
_Me mandó el murciélago. Dice que tienes que cumplir el castigo esta tarde a las siete y que te espera en el aula. ¿Qué hiciste?_ le dijo a Julieta el chico.
_Me pillo bañándome en el lago._ Julieta estaba sorprendida y muy molesta. Nunca le dijo de ningún castigo y se dio cuenta que era una excusa más para verla y hablarle.
_ ¡Está prohibido! _ se le burló Damián.
_No me digas_ le dijo Julieta con sarcasmo._ Voy a desayunar...
_ ¿Puedo sentarme contigo?_ le preguntó el chico incómodo.
_ ¡Oh! Claro que sí, Damián.
Luego se sentaron juntos en la mesa de Gryffindor. Muchos de sus compañeros empezaron a hablar en voz baja con la vista fija en ellos pero los dos amigos los ignoraron. La chica supuso que ahora todo el mundo creería que se había peleado con Potter por Damián. Con un suspiro de fastidio pensó por qué la gente no la dejaba en paz. Se había pasado todo el tiempo diciendo que no andaba con Potter y ya estaba cansada. El profesor Snape los observaba tenso desde la mesa de profesores.
A la tarde Julieta fue a cumplir con su castigo. No quería verlo y fue de mala gana pero al entrar al aula se encontró con la profesora McGonagall sentada en una esquina y el profesor Snape que estaba preparando un caldero se dio la vuelta al oír la puerta.
_Señorita Rosier, siéntese por favor_ le dijo el profesor serio mientras le indicaba una silla al medio del salón._ Separará los escarabajos buenos de los podridos, ya puede comenzar.
Julieta miró con asco los escarabajos que hasta olían mal, y con un suspiro se puso a hacer lo que le habían indicado. Al cabo de unos quince minutos miró a la profesora de reojo que seguía allí sentada sin hacer nada y hasta parecía aburrida. No se explicaba que hacía allí. Snape por su parte estaba preparando una poción, que Julieta adivinó por su color y aroma que era para combatir la gripe, seguro que madame Pomfrey se la había pedido. El silencio siguió hasta una hora después.
_Ya está la poción, Minerva, ¿se la entregas a madame Pomfrey?_le dijo el hombre a la profesora que seguía sentada en el mismo lugar.
_Sí, cuando la señorita Rosier termine su castigo_ dijo la mujer mientras tomaba el frasco que el hombre le pasaba.
_Sabes que no hace falta que estés presente, Minerva_ le dijo el profesor entre dientes y muy molesto.
_Son órdenes, como sabes muy bien, Severus_ le dijo la mujer con el ceño fruncido.
Snape pareció enojarse más aún, se dio vuelta y se fue a sentar a su escritorio, había varios papeles allí y se puso a escribir. Parecían exámenes.
Al cabo de un rato Julieta anunció que había terminado. La profesora McGonagall se levantó con un suspiro y el profesor Snape se acercó a ella y, haciendo como que examinaba su trabajo, le pasó rápidamente un papel doblado que la chica escondió en su abrigo. La mujer no se dio cuenta de nada. Luego Julieta se fue del aula siguiendo a la profesora no sin antes mirar al hombre de reojo que la observaba de manera extraña.
Se fue caminando hasta su sala común donde la esperaba su amiga que al verla se le acercó y le preguntó cómo le había ido.
_Bien, estaba la profesora McGonagall._ le dijo Julieta y le contó la conversación que había escuchado entre los profesores.
_McGonagall lo estaba vigilando, ¡seguro!
_Dijo que eran órdenes y el profesor Snape parecía muy molesto. Creo que nos vigilan a los dos, para variar_ dijo Julieta con un suspiro._ Cuando me iba me dio este papel sin que ella lo viera.
Julieta sacó el papel doblado de su abrigo.
_ ¿Qué dice?_ dijo Leanne curiosa.
_No sé...
_ ¿No lo has leído? ¡Qué esperas!_ se sorprendió su amiga.
_No creo que tenga que decir nada bueno, Lee. Es obvio que me castigó sólo para obligarme a escucharlo y la profesora McGonagall le arruinó todo. No quiero leerlo...
_ ¡Estás loca! Dame, si quieres lo hago yo_ le dijo Leanne arrebatándole el papel y sin dejar que contestara.
Luego se puso a leerlo dándole la espalda a Julieta.
_ "Julieta: necesito que me escuches, por favor ven mañana a las 7 donde tú sabes. ¡Por favor!"_ leyó Leanne y agregó_ ¿Qué quiere decir donde tú sabes?
_Supongo que se refiere a su cueva_ dijo Julieta con un suspiro.
_ ¿Qué cueva?
_ Es un lugar dónde me llevo una vez. Está en el séptimo piso._ le explicó.
_ ¿Iras?_ dijo Leanne.
_No._ dijo Julieta.
_ ¿Por qué? ¿Qué pierdes con escucharlo?_ le dijo Leanne sorprendida. No entendía su actitud.
_Simplemente no quiero._ dijo Julieta de mal humor y Leanne no discutió más.
El diario del príncipe:
El incidente del lago vino a complicarlo todo aún más y nacieron en mi nuevas y fuertes sensaciones. Me da mucha vergüenza confesar que después de verla con aquella túnica blanca mojada no podía quitarme su imagen de la cabeza. Tenía aquellos íntimos pensamientos cada vez más seguido que, si bien al principio pude controlarlos, luego se me hizo más difícil. La deseaba tanto que no podía calmarme con nada, ¡nunca antes me había sentido así! ¡Me daba asco de mí mismo! Recurrí a diferentes cosas que no pienso detallar aquí, me daba duchas bien heladas a toda hora, hasta que llegó a un punto donde no me calmaba nada y me sorprendía a mí mismo en mitad de la clase con aquellos pensamientos degradantes. Dije basta... me preparé bien el sábado y me fui caminando hacia el pueblo a ver si encontraba a alguna mujer que me hiciera el favor.
En el bar "Cabeza de Puerco", me encontré con Hagrid y Dumbledore que se sorprendieron de verme. Estaban tomando una copa mientras discutían sobre asuntos del colegio. Estuve con ellos tomando hasta más allá del límite, mucho más allá. No era costumbre mía tomar tanto alcohol, me recordaba a mi repugnante padre y siempre sabía cuándo parar, pero aquella vez me ayudó a no pensar en Julieta. Estaba muy mal. Dumbledore se fue en algún momento y me dejó con Hagrid que se reía de todo. Luego de un tiempo él también se fue y yo me quedé allí solo. Se me acercó entonces una mujer, de la cual ni el nombre recuerdo, y cedí pero ya en la habitación, la cara de Julieta me venía a la mente haciéndome sentir culpable y no pude seguir adelante. Le pagué y me fui sin siquiera haberme desvestido.
En el camino alcancé a Hagrid que silbaba contento. Venía tan borracho que tropecé y caí al suelo a sus pies mientras le manchaba de vómito sus gigantescas botas. El pobre hombre se asustó, ya que nunca me había visto así, e intentó llamar al director pero no se lo permití. Limpiándome con la túnica me senté en el suelo a llorar como un niño. Tan triste por Julieta como nunca antes.
Dumbledore apareció en algún momento, no sé qué haría por allí pero era lo último que deseaba. Después de todo los problemas que había tenido con él ahora me encontraba como un asqueroso borracho, todo vomitado, tirado en el piso y encima llorando como un adolescente. El viejo se preocupó de verme así y creo que hasta le di lástima. Mandó a Hagrid al colegio para que me trajera una poción, contra mi voluntad claro, pero no me dejó discutir.
Cuando nos quedamos solos se sentó en el piso a mi lado y me preguntó qué era lo que me pasaba. Le confesé todo, y cuando digo todo, es todo. Le dije que amaba a Julieta como nunca a nadie, que sin ella mi vida ya no tenía sentido y que ya no funcionaba como ante. Que al separarme de ella había logrado que me odiara, y que si tenía que pasar lo que me quedaba de vida sin ella prefería morirme. El hombre pareció comprenderme, me consoló como un padre a su hijo, nunca en mi vida había tenido un trato así y logró conmoverme aún más. Después de todo Dumbledore es un anciano bondadoso y parece comprenderme mejor que nadie.
Pronto volvió Hagrid, me tomé la poción que me devolvió algo de dignidad y nos fuimos al colegio. Me acosté aun pensando en ella y al otro día, si bien tenía un dolor de cabeza terrible, me sentía mejor, más relajado. Confesarle a alguien lo que me pasaba había sido como si me sacara un gran peso de encima. Había obtenido el permiso del director para hablarle y eso me hacía muy feliz.
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