La Batalla Final (primera parte):
(No es la intención de esta autora describir la batalla final que todos conocemos, sólo me limitaré a escribir los pequeños pero importantes acontecimientos que rodean a mis personajes, quizás y con algo de suerte puedan cambiar algunos destinos.)
Es preciso tener en cuenta que la más mínima variación en los hechos podría dar motivo a grandes consecuencias al tomar los eventos distintas direcciones. En un hecho en concreto una variación en sí misma es insignificante pero desencadena tantas consecuencias que al ser sumadas el resultado es completamente diferente al que sería si esa pequeña variación no hubiese ocurrido.
En el gran comedor se cocinaban a fuego lento importantes acontecimientos y grandes decisiones eran tomadas. Las cuatro mesas se iban vaciando de alumnos poco a poco pero muchos se quedaron y hasta algunos menores de edad, entonces la profesora McGonagall tuvo que bajar de la plataforma y ordenarles que se vayan.
_Damián se fue..._ dijo Leanne mirando la mesa de Slytherin que estaba vacía.
_Mmmmmmmmm_ Julieta preocupada miró a todos lados pero el chico no estaba.
_Ni siquiera se ha despedido... ¡No puedo creerlo!_ susurró Leanne.
_No sé de qué te sorprendes, Lee. Nunca hizo nada por nadie cuando nos atacaban los Carrow y menos lo hará ahora_ dijo Julieta con el ceño fruncido y algo decepcionada de su amigo.
Un hombre se acercó a la plataforma y se dirigió a los que habían quedado, interrumpiendo la conversación de las chicas.
_ Sólo tenemos media hora hasta la medianoche, así que hay que actuar con rapidez. Tenemos un plan de batalla entre los profesores de Hogwarts y la
Orden del Fénix. Los profesores Flitwick, Sprout y McGonagall van a llevar a grupos de personas a las tres torres más altas. Ravenclaw, Astronomía y Gryffindor_ comunicó el hombre, que se llamaba Kingsley, y agregó señalando a unos hombres que tenía al lado _ Mientras tanto Remus, Arthur y yo, llevaremos personas a los terrenos. Necesitaremos a alguien que se encargue de defender las entradas y los pasadizos del colegio.
_Ese trabajo lo hacemos nosotros _ gritó Fred Weasley señalándose a él y a su hermano George. Los dos gemelos estaban cerca de las chicas y esta decisión provocó que Leanne lo mirara con respeto y admiración.
_Bien, ¡que vengan aquí los líderes!_ concluyó Kingsley e inmediatamente varias persona se acercaron.
Las chicas se miraron y Rose se les acercó. También se había quedado a luchar.
_ ¿A qué grupo nos unimos?_ les dijo a las chicas con decisión.
_ Creo que con la profesora McGonagall a la torre Gryffindor_ propuso Julieta_. Tendremos buena vista desde allí.
_ ¡Sí! Tendremos la mejor vista para lanzar los hechizos y será muy difícil que nos ataquen_ dijo Leanne entusiasmada. Todavía no tomaba conciencia del peligro que les esperaba, en realidad ninguna de ellas.
Julieta la miró y asintió con la cabeza. No había pensado en eso sino en que tendría la mejor vista para ver dónde estaba Severus cuando entrara al colegio junto con todos los mortífagos. Estaba segura que volvería y la buscaría pero le preocupaba mucho lo que pudiera pasarle.
Pronto la profesora McGonagall llamó a su grupo y las chicas se pusieron de pié. Al ver a Julieta allí la mujer se sorprendió mucho, pensó que se iría con los otros alumnos y escaparía junto al profesor Snape. Pero aunque confundida con su conducta no le preguntó nada, ya tenía suficientes problemas.
_Bien, ¿ya están todos? ¡Síganme!_ dijo la profesora mirándolos y salió apresuradamente del gran comedor hacia la torre Gryffindor.
En el camino todavía quedaban alumnos que se dirigían al punto de evacuación y fue un poco difícil abrirse camino entre ellos. En el séptimo piso Luna Lovegood se unió a ellos, iba distraída y no sabía muy bien donde estaba o al menos eso aparentaba.
_ ¡Luna!_ la saludó contenta Julieta y Leanne la abrazó emocionada. Nunca se imaginaron que la volverían a ver.
_ ¡Vamos chicas!_ las apuró la profesora McGonagall al ver que se quedaban rezagadas.
Corriendo y en el medio de la locura, Luna le contó a Leanne que ella había escapado junto con sus padres, gracias a Harry y a un Elfo doméstico que los había sacado de allí. Estaban en una casa de seguridad junto a unos miembros de la Orden del Fénix que no estaban allí o al menos no los había visto, no iban a ir a la batalla ya que estaban tan débiles que apenas podían caminar.
Los señores Pratt, a pesar de las reiteradas y prolongadas torturas, jamás se quebraron y Voldemort nunca supo la receta final de la poción. Aunque últimamente estaba más concentrado en perseguir otros fines que en el de la poción y ya harto estuvo a punto de matarlos por no entregarle lo que les pidió. La ejecución de los Pratt estaba planeada para un día después del de su huida. Se salvaron de milagro.
Pronto llegaron a la Torre Gryffindor y se ubicaron a lo largo de la pared que daba hacia el frente del colegio. La vista de los terrenos era impresionante.
_ ¡Saquen la varita y estén atentos a mi orden!_ dijo la profesora McGonagall con un suspiro.
Fuera del colegio y rodeando sus puertas estaba congregada una multitud de personas vestidas de negro con máscaras. Parecían buitres a punto de atacar a su presa moribunda e indefensa. Julieta desanimada y algo desesperada se dio cuenta que desde allí no podía distinguir a nadie por sus máscaras y parecía una masa compacta de capas oscuras.
Del otro lado de las puertas del colegio había tres pequeños grupos en los jardines tomando sus posiciones. Todos advirtieron que, comparados con la multitud que esperaba fuera, eran un pequeñísimo grupo. De todos modos parecían más organizados...
_Ese... ¿Ese no es...?_ dijo Leanne señalando hacia abajo al ver que desde la puerta principal salía corriendo un chico de pelo largo oscuro y con una capa de la casa Slytherin.
_ ¡Damián!_ gritó Julieta sin poder creerlo.
Damián Procer había ido junto al resto de sus compañeros de Casa hacia el punto de evacuación. No pensaba arriesgar su pellejo por el estúpido de Potter. Sin embargo al llegar allí escuchó a Parkinson y unas chicas de Slytherin decir muertas de risa que Pratt se había quedado y calculaban cuánto duraría viva. Ya que el regreso de la chica le había causado mucho enojo a Pansy a causa de Draco y había vuelto a provocar sus celos enfermizos. Damián asustado dedujo que seguro que Julieta también se había quedado por lo que retrocedió sin que nadie lo notara y bajó corriendo las escaleras hasta el Gran comedor donde pensaba encontrar a las chicas. ¡Tenía que convencerlas de que se fueran junto a él!
Al llegar allí sin embargo no pudo hallarlas y sólo se encontró con el pequeño grupo que dirigía Remus Lupin que en ese momento iban caminando hacia los jardines. Los demás ya habían salido. El hombre amablemente le dijo que se les uniera en el combate pero Damián aterrado retrocedió y salió corriendo por las escaleras de mármol con la intención de buscar a las chicas y si no lo lograba iba a salir detrás de los demás. Estuvo un rato dando vueltas y preguntándole al que se topaba con él si había visto a sus amigas hasta que en el tercer piso sintiéndose derrotado se dejó caer sentado en una plataforma de mármol donde había habido una estatua.
Con las manos tapándose el rostro para ocultar unas lágrimas recordó la escena del profesor Snape y su querida amiga. Después de ello muerto de celos y furioso se había enojado con la chica y no había vuelto a hablarle. La había tratado mal y se había reído de ella en su cara cuando algún chico de Slytherin se le burlaba, tal como había hecho antes. Recordó la cara de dolor de la chica e incluso algunas lágrimas que la vio derramar y que prefirió ignorar. Sintió repugnancia de sí mismo y de su horrible conducta, ella no tenía la culpa de querer a otro y muchas veces en los pasillos le había demostrado que lo extrañaba, ya sea con expresiones tristes al verlo o tratando de hablarle. Ella era su primer amor y había tomado su rechazo como una ofensa. Creyó que jamás iba a poder querer a nadie más y que toda su vida iba a pasarla solo pensando en ella. Estuvo a punto de sentenciarse a sí mismo a una vida de recuerdos y de dolor, tal como había hecho Severus en su pasado. Dicen que los acontecimientos que se dan en un grupo familiar vuelven a repetirse en sus nuevas generaciones... cierto o no, no lo sabremos todavía.
Sentado allí decidió que al menos iba a demostrarle que él sí se preocupaba por ella y que no era un cobarde como Snape que había huido. Se quedaría y pelearía, cuando encontrara a su amiga la protegería costara lo que costara y si veía al asqueroso murciélago se batiría a duelo con él. Con esta decisión se levantó y bajó corriendo las escaleras hasta llegar a la puerta principal, allí miró hacia donde había ido el grupo de Lupin y corriendo se unió a ellos. Lupin lo recibió e, intrigado y admirado del único chico de Slytherin que se había quedado de su lado, le sonrió satisfecho.
Al concluir la hora y ver que Potter no aparecía, Voldemort algo defraudado ya que esperaba lo contrario, decidió actuar. Dio la orden a sus mortífagos de atacar y la tierra tembló. El profesor Snape se colocó en el primer grupo frente a las puertas y levantando su varita al igual que sus colegas empezó a atacar las defensas del colegio. Caerían en tan sólo unos minutos. Mientras que dentro lo esperaban grupos de personas listos para pelear. Severus no podía distinguir a esa distancia y por lo irregular del terreno si Julieta estaba entre ellos pero determinado a encontrada le dio el valor que necesitaba en esos momentos. También debía encontrar a Potter antes que nadie, debía darle información muy importante y protegerlo lo más que pudiera. Esta doble tarea impuesta parecía desde el principio imposible.
Al caer las defensas y ver que los mortífagos entraban al colegio, Voldemort con un suspiro de rabia y desilusión, se dio media vuelta junto con su serpiente y se fue caminando despacio hasta Hogsmeade. Tenía planeado ocultarse en la Casa de los Gritos. No era tan estúpido como para arriesgar su vida en una batalla que consideraba ya desde el principio ganada. Lo único que pretendía con ello era obligar a Potter a ir tras él y entregarse. Si lo conocía tan bien como pensaba, el chico no iba a permitir que lastimara a sus amigos por mucho tiempo.
En lo alto de la torre Gryffindor se oyó a la profesora McGonagall dar la orden de ataque al advertir que las defensas habían caído y que los mortífagos corrían hacia ellos.
_Bueno... llegó la hora_ susurró Leanne apuntando su varita hacia los jardines.
_Cualquier cosa que pase, no nos separemos_ dijo Rose nerviosa, su varita temblaba en sus manos.
Julieta dirigió su varita hacia abajo pero no atacaba como sus amigas. Estaba aterrada de darle a Severus si es que estaba abajo. Se oían gritos y múltiples destellos de luz en los jardines. Ambos grupos se habían unido para evitar que los mortífagos entraran en el colegio. La chica rogó que Damián estuviera bien.
_ ¡Miren eso!_ gritó Seammus señalando hacia su derecha, en la otra torre estaba la profesora Sprout y en ese momento tiraba junto a sus alumnos unas plantas horribles que gritaban agudamente, eran mandrágoras.
_ ¡Tápense los oídos todos!_ gritó la profesora McGonagall poniendo sus manos al costado de su cabeza y todos la imitaron.
Debajo de ellos en los jardines se produjeron las primeras bajas. Un grupo de mortífagos que intentaban ingresar al colegio por una ventana rota cayeron desmayados. Los chicos que estaban en la torre vitorearon aquella pequeña victoria. Pero su felicidad no duraría mucho, como una ráfaga de fuego pasó por la cabeza de todos los que estaban en la torre Gryffindor un maleficio muy poderoso. Todos se agacharon pero un chico no tuvo tanta suerte, fue alcanzado por el maleficio y lanzado desde lo alto de la torre. Aquellas personas gritaron horrorizadas y se levantaron para atacar furiosos pero, antes que pudieran hacerlo, cayeron de nuevo al suelo. El castillo se sacudió de forma tan violenta como si fuera de papel y crujió con un sonido grave y espantoso como si de pronto hubiera tomado vida y se estuviera quejando. Como un quejido de muerte. Julieta supo que era por la presión de encantamientos oscuros, muy diferentes a los que usaban ellos en ese momento.
Había polvillo por todos lados y Julieta escuchó, mientras un chico la apartaba de un empujón, que gritaba furioso. Era Leo Colin de Ravenclaw.
_ ¡¿Quieren jugar sucio?! ¡Entonces jugaremos sucio!_ gritó el chico mientras dirigía su varita hacia abajo. Todos lo imitaron.
Lord Voldemort con su idea de su curso de preparación para ser mortífagos tuvo como resultado todo lo contrario a lo que deseaba, ya que la mayoría de los chicos de ese último año usaron las tácticas de duelo y las artes oscuras en su contra. Lucharon incansablemente contra él y sus mortífagos de una manera asombrosa, realmente había logrado buenos duelistas que a la hora de la verdad todos estuvieron en su contra. Abajo se producían varias bajas debidas a ellos.
_ ¡Nunca debieron enseñarnos esos maleficios malditos hijos de p#&a!_ gritó Paul haciendo una seña grosera con el dedo. Pero al mirar a su izquierda y ver a la profesora McGonagall allí se disculpó_ lo siento profesora.
La mujer sin embargo no lo escuchaba ya que estaba gritando con un puño en alto. Su rígido moño se había soltado y gritando furiosa como el resto de sus alumnos atacaba con una puntería increíble. Por su parte Julieta también atacaba, muchos mortífagos habían perdido la capucha y era fácil distinguirlos. Su puntería mejoraba a cada momento. De pronto... lo vio. El profesor Snape que había perdido la capucha luchaba para acercarse al castillo y estaba casi bajo la torre donde estaban ellos. Lamentablemente alguien de allí también lo vio.
_ ¡¿Ese no es el profesor Snape?!_ gritó Lavender señalando al hombre.
Todos lo miraron y con un grito de furia colectivo empezaron a atacar. Julieta gritó "no" aterrada pero nadie la escuchó excepto Leanne que no supo qué hacer. Leo Colin que era uno de los mejores tiradores, estuvo a punto de matarlo con un potente y bien apuntado maleficio pero Julieta lo desvió con otro. Cuando ambos maleficios chocaron en el aire se produjo un potente ruido y una lluvia de chispas doradas que llovieron sobre la cabeza de todas las personas que estaban debajo.
_ ¡¡Rosier!! ¡Iba a darle!_ le gritó furioso Leo que por suerte creyó que la chica se había equivocado al desviar su hechizo.
Su voz llegó hasta abajo a la vez que Severus levantaba la vista y miraba hacia la torre, mientras las estrellas doradas producidas en la colisión caían sobre él. Al ver a Julieta su expresión de concentración cambió a una de pánico. Quiso gritarle que se quedara allí pero al bajar la vista y ver que lo atacaban se distrajo desviando el maleficio. Fue suficiente para perderla de vista, al volver a mirar hacia arriba la chica no estaba.
_ ¡¡No, Juli!! ¡Vuelve!_ gritó Leanne ya que al darse vuelta vio a su amiga correr hacia la puerta de la torre. En pánico corrió detrás de ella.
_ ¡¡Vuelvan chicas!!_ Les gritó la profesora McGonagall al verlas irse. Les había ordenado permanecer allí bajo su protección a todos los alumnos hasta que ella decidiera que era seguro bajar.
Dentro en el castillo todo era un caos, había tanto polvo que era casi imposible respirar y temblaba tanto haciendo que se deteriorara rápidamente. Julieta pasó a varias personas que corrían y gritaban, sin detenerse a ver quiénes eran o si estaban de su lado. Hasta que Leanne la alcanzó y la obligó a detenerse empujándola contra la pared.
_ ¡¿Qué haces?! ¡¡Debemos volver!!_ le gritó desesperada y tomándola de los hombros._ ¡Es muy peligroso!
_ ¡No puedo, Lee, tengo que ver a Severus!_ le dijo Julieta tratando de soltarse de sus manos.
_ ¡No puedes hacer nada por él!_ le gritó Leanne y su amiga iba a discutir cuando de pronto tembló todo violetamente y cayeron al suelo.
Julieta se incorporó rápidamente y vio que los mortífagos habían traído a varios gigantes que pisoteaban todo lo que estaba a sus pies. Varios de ellos estaban tan cerca que pronto entrarían al colegio. No vio al profesor Snape y aterrada empezó a correr por el pasillo. Leanne le gritó que la esperara, quería volver a la torre pero no iba a abandonar a Julieta. Bajaron las escaleras casi volando y en un corredor más abajo oyeron inconfundibles gritos de pelea y duelo. Los mortífagos finalmente habían logrado entrar al castillo...
_ ¡Espera! ¡Por acá!_ le dijo Leanne agarrándola del brazo y conduciéndola por un pasillo lateral que estaba desierto. Sin embargo al pasar por una puerta que conducía a un corredor bastante grande se encontraron con dos mortífagos batiéndose a duelo con Fred y Percy Weasley. Detrás de ellos y más alejados vieron a Harry, Ron y Hermione que se acercaban a ellos para ayudarlos. Tuvieron que tirarse al piso para que los maleficios no las alcanzaran. Muchas ventanas a su alrededor estaban rotas y llovía vidrio.
Pronto los dos hombres inconscientes cayeron al piso y al oír un grito de júbilo de los otros chicos, las chicas se levantaron y corrieron hasta ellos casi sin aliento. Con tanto polvo en el aire ninguno las había visto. Al llegar hasta los chicos y antes de que alguno de ellos pudiera decirles algo, Leanne que vio de reojo por una ventana cercana una gran bola de luz roja acercarse a ellos gritó desesperada.
_ ¡¡Al suelo!!_ dijo y sin pensarlo tomó del brazo al chico pelirrojo más cercano a ella. Sin poder evitarlo cayó sobre él.
Todo alrededor de ellos explotó de manera impresionante y Julieta que no había tenido tiempo de tirarse al suelo voló por los aires. Escuchó los gritos de sus compañeros y sin poder evitarlo cayó en la inconciencia al golpearse la cabeza fuertemente contra la pared.
Lo primero que oyó cuando volvió en sí fueron gritos aterrorizados y al sentir que la palmeaban en la cara para que despertara abrió los ojos y vio a Leanne que lloraba a su lado y con un corte en su mejilla.
_ ¡Gracias a Dios que estas bien!_ le dijo fuera de sí.
_ ¿Qué pasó?_ susurró Julieta viendo que estaba semienterrada entre escombros y al tocarse la cabeza descubrió una herida que sangraba mucho.
_Parece que volaron toda esta parte del castillo_ le dijo ayudándola a pararse_ ¡Vamos! ¡Tenemos que salir de aquí!
Sin embargo apenas Julieta se paró, maldiciones dirigidas a ellos empezaron a golpear en las paredes y escucharon en algún lugar a Harry gritar que se tiraran al suelo. Volvieron al suelo y gateando intentaron salir de allí lo más rápido que pudieron casi sin ver por el polvillo y sorteando escombros que habían esparcidos por todos lados. Pero de pronto y al sentir un fuerte grito de sus compañeros vieron con horror que por los agujeros que habían dejado los maleficios entraban arañas del tamaño de caballos.
_ ¡¡HAAAAHHAAAAA!!_ empezó a gritar aterrorizada Leanne al ser alcanzada por uno de esos asquerosos bichos.
Julieta se dio vuelta para quitársela de encima pero el chico pelirrojo que su amiga había tirado al suelo fue más rápido que ella y con un maleficio la envió hacia el otro lado del pasillo cayendo sobre sus compañeras que subían por las paredes destruidas.
_ ¿Estás bien?_ le dijo preocupado, era Fred Weasley.
_Sí, gracias_ le dijo Leanne con una sonrisa.
Sin que jamás lo supiera había logrado salvar y cambiar el destino de Fred Weasley produciendo sin saberlo una larga serie de consecuencias que al final contribuirían en su propia felicidad.
_ ¡Vamos, hay que salir de aquí!_ les gritó Julieta a ambos mientras se cubría la cabeza de nuevos maleficios que pasaban a su lado.
Por una enorme montaña de escombros habían quedado separados de los demás y los tres, sin poder hacer nada más por los otros, salieron corriendo de ese lugar. Fred bajaba escaleras aterrado por sus hermanos y sus padres sin saber su situación.
El diario del príncipe:
No me equivoqué al pensar que Potter jamás vendría ni que tampoco lo entregarían. Al concluir el plazo nadie apareció entonces el Señor Tenebroso dio la orden de entrar y atacar. Éramos tantos que las defensas caerían pronto, sin embargo noté asqueado y muy sorprendido que el hombre se iba dejándonos a los demás hacer "el trabajo sucio", no es que fuera la primera vez que lo hacía sino que había pensado que aprovecharía ese momento para buscar a Potter. Mejor... una cosa menos de que preocuparme. Si estuviera allí la cosa se pondría fea.
Al ingresar al colegio junto con los demás lo primero que me propuse fue encontrar a Julieta pero al darle un vistazo general a los jardines me di cuenta que se nos iba a complicar la entrada al colegio. Por suerte Julieta no estaba en ese grupo de personas... ¡Ba! No sé si fue suerte o no pero al menos en ese momento fue lo que me pareció. Más tarde en un momento del enfrentamiento con esa gente vi un hueco que había entre ellos y aproveché la oportunidad para colarme por ahí e ingresar al colegio. Pero me vi obligado a desviar un maleficio y perdí la oportunidad. Al mirar hacia mi derecha vi que había provenido de Procer y me quedé helado al ver que me atacaba y no sólo eso sino que me gritaba cobarde y traidor. Me hizo enfurecer tanto que perdí el control y lo ataqué, y hubiera sido efectivo el ataque sino se interponía Lupin y lo salvaba. Me batí a duelo con Lupin pero uno de los tontos gigantes se puso entre medio y lo perdí de vista. Busqué a Procer por todos lados para obligarlo a decirme donde estaba Julieta pero no tuve éxito. El chico había desaparecido... No debía haber perdido el control y sin perder tiempo tendría que haberle preguntado.
Si tengo que describir mi participación en los jardines sólo podría decir que más que atacar, me defendía. No podía atacar a aquellos alumnos a los que había enseñado personalmente y a veces hasta los ayudé con un escudo protector. Menos a mis colegas que al verme me atacaron ya que obviamente me odiaban, en ese momento no sentí rencor por ello, lo único que me importaba era entrar en el colegio y encontrar a Julieta. Costara lo que me costara, no me perdonaba el haber huido dejándola a ella atrás.
En un momento y al temblar el suelo por unos cuantos maleficios tropecé con la cabeza de una estatua que había en el piso y que me miró desconsolada. Caí hacia atrás y perdí la capucha... igual ya no me importaba. Sin embargo oí que alguien a lo lejos gritaba mi nombre y varios maleficios me atacaron a la vez. Me puse de pié rápidamente y creé un escudo pero no pude ver quienes me habían atacado ya que alrededor mío todos parecían ignorarme. O al menos al principio...
Luego... todo sucedió tan rápido que de poco pude darme cuenta. Sobre mi cabeza oí una explosión y cayeron sobre mí chispas doradas, mientras que unos segundos después escuchaba a un chico gritar el apellido de Julieta y algo sobre un hechizo desviado. Luego más adelante me enteré que ella me había salvado la vida. Al verla arriba de una de las torres intenté gritarle que se quedara allí pero con tanto caos y gritos no me escuchó. Al menos había descubierto quienes me atacaban, eran todos los chicos de la torre. Me cubrí la cabeza y avancé hacia una de las paredes del colegio para quitarme de en medio de la zona de tiro.
Tuve suerte, en un descuido de un grupo dejaron una ventana desprotegida y pude colarme dentro del colegio. Llovían vidrios junto con escombros y poco se veía pero rogando que Julieta no se hubiera movido de donde estaba poco a poco pude avanzar por los corredores atestados de personas.
Nota de la Autora: Al describir los acontecimientos de la Batalla Final me he basado en los libros. (La Batalla descripta en la película es muy diferente).
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