Frente al Señor Oscuro:

Julieta estaba durmiendo en el suelo helado cuando alguien la despertó de golpe mientras la agarraba de un brazo y la arrastraba por el piso. Comprendió aterrada que había llegado su turno y resignada afrontó su destino. Tanto tiempo llevaba allí encerrada que le había otorgado una gran fortaleza. Sintió a Leanne gritar y a Damián forcejear con el hombre para que la soltara pero fue en vano. Con otro hechizo los apartó lejos, mientras reía casi a carcajadas. La condujeron por unas oscuras escaleras de piedra, luego atravesó un pequeño vestíbulo y de ahí entró en un salón inmenso que estaba muy iluminado. Entrecerró los ojos hasta que se acostumbró a la luz. Entonces pudo distinguir una larga mesa en una punta y en la otra frente a una gran chimenea toda ornamentada había un juego de sillones. El salón poseía un lujo extraordinario.

Allí sentado en un amplio sillón, con una inmensa serpiente enroscada a sus pies, estaba Lord Voldemort. Parecía aburrido y cuando los vio entrar se le iluminaron los ojos de malicia. Colagusano, que la tenía agarrada de un brazo, la condujo hasta la chimenea frente al hombre.

Voldemort la miró con curiosidad y atención. Luego de observarla un rato a su antojo se levantó del sillón.

_ ¿Cómo te llamas?_ le preguntó el hombre, fingiendo amabilidad, mientras se acercaba a ella.

_Julieta Rosier_ dijo la chica con valentía y mirándolo de frente.

_ ¿Qué saben de ella?_ le dijo a Colagusano pero sin desviar su mirada de los ojos de Julieta.

_Poco, mi señor... Sus padres pertenecían a la Orden del Fénix pero ya están muertos. La encontramos en el sótano junto a los Pratt_ dijo Colagusano con su aguda voz de rata y temblando entero.

_Mmmmm...._ el hombre la tomó de la barbilla clavándole las uñas en el rostro y acercando a ella su horrible cara. Julieta pudo oler su asqueroso aliento y asqueada dio un paso hacia atrás para separarse de él. Voldemort le agarró el pelo bruscamente y la obligó a mirarlo a la cara.

_Dime lo que sabes de la Poción de la Vida_ le dijo de pronto Voldemort.

Ella no tenía idea de qué era la Poción de la Vida pero supuso que se refería a la receta de la poción que habían robado.

_No sé nada_ dijo con firmeza y valentía, sin dejar de mirarlo, como desafiándolo. El hombre pareció ponerse furioso y no le creyó. No le gustaba nada como la chica lo miraba.

_Quizás necesites un poco de ayuda para recordar_ dijo soltándola y, con una malvada sonrisa, levantó su varita_ ¡Crucio!

Nunca en su vida había sentido tanto dolor, cayó al piso gritando, hasta que luego de varios y eternos minutos acabó. Voldemort le preguntó lo mismo una y otra vez pero la chica no sabía nada y temblaba tanto que sólo atinaba a balbucear..." no sé" "no sé" "no sé". Entonces el hombre oscuro seguía con la tortura. Ya casi al final de sus fuerzas se desmayó.

Mucho más tarde despertó en la oscuridad del sótano, sintiendo que le dolía todo el cuerpo, con la señora Pratt y Leanne a su lado. Le decían algo pero ella no entendía nada, sentía que su cerebro tenía una nube espesa y algodonosa que no la dejaba pensar, hasta que de pronto se aclaró.

_Ya vas a estar mejor, Juli, descansa_ le dijo su amiga con tristeza.

_No te muevas... quédate quieta cariño. Ya pasará_ la reconfortó la señora Pratt.

Se oían gritos desde el techo y a Voldemort que reía. Julieta levantó la cabeza con dificultad y miró alrededor.

_ ¿Damián...?_ susurró la chica asustada.

_Se... se lo han llevado..._ balbuceó Leanne con la voz tomada por el llanto.

_ ¡No!_ gritó Julieta débilmente. El chico la había salvado la noche del ataque, si ella hubiera seguido deambulando en la calle ya estaría muerta. En ese momento se dio cuenta del profundo cariño que sentía por el muchacho. Escucharlo gritar fue más de lo que podía soportar.

A Damián lo trajeron cuando ninguno de ellos podía más con la situación. Llegó inconsciente y no lo pudieron despertar hasta mucho tiempo después. Por suerte, ese día no se llevaron a nadie más. Pero los días siguientes se repetía sin tregua aquella pesadilla que los envolvía como una mortaja. Sumado a esto, estaban hambrientos y sedientos ya que Draco, por alguna razón, no había vuelto a aparecer. Supusieron que su padre se lo había prohibido ya que Voldemort estaba allí y podría descubrirlo.

Un día escucharon ruidos en el salón de arriba, parecían al menos tres personas hablando y se escuchaban pasos y el movimiento de sillas. Se quedaron inmóviles escuchando atentos. Resignados a otra sesión de torturas...

_No he avanzado mucho esta semana_ se escuchó decir claramente a Lord Voldemort.

_Posee métodos muy eficaces para averiguar la verdad, mi señor, con tiempo la sabrá_ dijo una voz muy conocida para todos.

_ ¡Snape!_ dijeron Damián, Leanne y Julieta casi al mismo tiempo. El señor Pratt los hizo callar con un gesto.

_Estoy seguro que ambos Pratt saben algo... pero los adolescentes no. Aunque no estoy muy seguro del muchacho. Puedo seguir utilizando a su hija para lograr que confiesen pero la otra chica ya no me sirve para nada. Voy a deshacerme de ella.

Julieta, al escuchar esto, se quedó de piedra. Todos sabían allí que si seguían con vida era porque Voldemort aún los necesitaba, pero si ella ya no era útil sus horas estaban contadas.

_Sus padres fueron de la Orden y..._ comenzó diciendo el profesor Snape pero Voldemort lo interrumpió molesto y con fastidio.

_ Sí... sí... Igual ya no me sirve de nada retenerla aquí. Sin embargo, Greyback me la ha pedido para él... Se la voy a entregar, me conviene mantener calmada a esa repugnante bestia.

Hubo un silencio, Julieta que conocía la reputación del hombre lobo, prefería morir antes de ver qué era lo que le tenía preparado el hombre. Comenzó a llorar por el terrible destino que le esperaba y perdió el valor que le quedaba. Leanne la abrazó conmovida.

_Lucius, ve y dile a Greyback que mañana venga a verme_ dijo Voldemort y agregó_ Ya pueden retirarse.

Dicho esto se escucharon ruidos de sillas, pasos y luego silencio. En el sótano todos quedaron devastados. El señor Pratt se enojó cuando Damián no le quiso decir que era lo que sabía del asunto de la poción y que Voldemort había descubierto. Todo para Julieta era terrible e incierto, había entrado en un oscuro y solitario túnel donde no podía ver la luz al final.

Al otro día la chica se asustaba cada vez que oía el más mínimo ruido. No sólo ella estaba alterada, los demás también lo estaban pero trataban de disimularlo así no la asustaban más. El tiempo, por primera vez desde que estaba allí, pareció que transcurrió muy rápido. Pronto, demasiado pronto, volvieron a oír ruidos en el salón de arriba y alguien que bajaba por las escaleras.

No era Colagusano como siempre sino el padre de Draco, Lucius Malfoy. Julieta abrazó a todos, sabía que no los iba a ver más, y salió caminando con una valentía que tomó de sorpresa al hombre rubio que se la quedó mirando asombrado. Fue más amable que Colagusano, no la empujó ni la insultó ni nada de eso, sólo la acompañó hasta el salón en medio de un forzado silencio.

Entraron al salón que se encontraba en penumbras, allí estaba lord Voldemort sentado en su sillón de siempre pero sin la serpiente cerca. De pié un poco retirado estaba Greyback, el hombre lobo, que se relamió los labios al ver entrar a la muchacha. La había visto en una ocasión cuando Voldemort la torturaba y le había gustado por eso le pidió que se la entregara a él.

Frente a Lord Voldemort, para sorpresa de Julieta, estaba sentado Severus Snape, con su habitual expresión inescrutable, que al verla se puso de pié.

Voldemort siguió en su lugar, aparentemente aburrido, y apenas prestándole atención a la chica le dijo al hombre lobo:

_Ahí la tienes. ¡Llévatela!_ le ordenó haciendo un gesto con la mano.

_ ¡Oh, gracias, mi señor!_ dijo el hombre lobo sorprendido y complacido. Avanzó un paso hacia ella.

_ ¡No! _ exclamó Julieta con firmeza_ ¡No iré con nadie! ¡Déjeme ir!

Lord Voldemort la escuchó sorprendido y la miró con esos ojos que eran como témpanos de hielo, mientras que los otros hombres se pusieron tensos. Nadie se había atrevido a contradecirlo en mucho tiempo. Se paró con la cara contraída de furia y Julieta pensó que estaba a punto de morir pero no le importó. Prefería que él la matara antes de caer en las manos del sucio hombre lobo.

_ ¡Harás lo que yo te ordeno!_ gritó furioso y levantó la varita.

La chica cayó al suelo retorciéndose de dolor y gritando. Alcanzó a ver como Snape se ponía blanco como tiza y daba un paso hacia delante pero Malfoy lo sujetó del brazo. Voldemort les daba la espalda y no lo advirtió.

Al cabo de un rato cedió el dolor. La chica tirada de cara en el suelo, toda transpirada y adolorida, se dio vuelta y miró a Voldemort a los ojos.

_ ¡Asqueroso cobarde! ¡Ojalá Harry termine pronto con usted!_ le gritó con profundo odio. Inconscientemente quería que el hombre la matara y acabar de una vez por toda aquella tortura. Físicamente no soportaba más y no iba a caer en manos del hombre lobo así tuviera que sacrificar su vida.

Voldemort estupefacto y destilando ira volvió a atacarla pero esta vez el dolor fue peor y duro mucho más. Cuando acabó, la chica sintió que su cerebro ya no le funcionaba muy bien, estaba como perdida.

_ ¡Llévatela lejos de mi vista antes de que me arrepienta!_ le ordenó con rabia contenida a Greyback. El hombre lobo se acercó a la chica.

_Gracias, mi señor, gracias..._ dijo mirándola con apetito.

_Mi señor, quisiera hacerle una petición antes_ intervino el profesor Snape dando un paso adelante. Voldemort, aunque sorprendido por la nueva interrupción, con un gesto lo animó a que continuase. Desde que ese hombre había matado a Dumbledore su respeto por él había ido creciendo.

_No he tenido tiempo de hablarle al respecto_ comenzó a decir educadamente Snape y agregó_ pero quería pedirle si podía entregarme a mí a la chica.

Greyback se molestó mucho y gruñó furioso, quiso discutir pero al mirar a Voldemort se lo pensó mejor y no abrió la boca. Voldemort, por su parte, se había sorprendido mucho ya que no comprendía por qué dos hombres adultos se peleaban por aquella insignificante mujer y que encima era muy joven, pero no dijo nada.

_Usted sabe que vivo algo aislado, necesito a alguien que hagas las tareas de mi casa, cocine, etc. Además que al ser un hombre solo tengo otras necesidades... ¿comprende? Claro, hasta que consiga algo mejor y más adecuado a mi estatus_ continuó Snape de manera impasible.

Julieta que estaba adolorida pero no sorda, lo miró con repugnancia, todo el supuesto amor que le había declarado el hombre reducido a eso. Su petición le pareció asquerosa y lo odió aún más por aquellas palabras. La quería como su esclava... era degradante.

Lord Voldemort, que se había vuelto a sentar en su sillón, estuvo pensativo un rato. El ambiente estaba tan tenso que habría podido cortarse con un cuchillo. Los tres hombres parecían esperar la decisión de su señor con educada impaciencia. Greyback miraba con odio a Snape pero éste lo ignoró totalmente. Malfoy estaba tan tenso como ellos y parecía a punto de intervenir si Snape metía la pata.

_Bien... sé que te debo una por tus recientes acciones, Severus_ dijo el hombre mirando a Snape atentamente_ puedes llevártela.

El profesor Snape inclinó su cabeza en forma de agradecimiento y de respeto.

_Pero.... Pero, mi señor... _ comenzó diciendo Greyback pero al ver a Voldemort, que había adoptado una expresión asesina, salió corriendo lo más rápido que pudo de la habitación. Había olvidado que no debía contradecirlo.

Snape en cambio no se apuró, tomó del brazo a Julieta y la levantó del suelo de forma poco amable. Ella se tambaleó un poco ya que le dolía todo el cuerpo y sus pies poco la sostenían. La sostuvo con firmeza y casi la arrastró fuera de la habitación mientras que Malfoy, a un gesto de su señor, lo siguió.

En el vestíbulo estaba muy nerviosa y asustada Narcisa Malfoy que al ver a su esposo lo abrazó, estaba feliz de que siguiera con vida al menos por un día más. Draco estaba apartado y un poco oculto en un rincón, miró a Julieta con tristeza y le sonrió para animarla. La chica deseó con todo su corazón que el muchacho cuidara de todos los que quedaban prisioneros.

El profesor Snape, sin soltar a la chica ni decir nada, salió de la mansión por la puerta principal. Ni la familia Malfoy ni Greyback le hablaron o intentaron detenerlo. Caminaron por un extenso césped muy pulcro y cuidado, y luego a través de una puerta de hierro que parecía de humo. Siguieron por un largo camino con setos a un costado y al doblar en una curva Severus se detuvo.

_Agárrame bien y no te sueltes. Vamos a desaparecernos_ le dijo a Julieta sujetándola aún más firmemente. La chica no le respondió, sentía que la cabeza aún no le funcionaba bien y no comprendía cómo podía seguir viva. No sabía si debía alegrarse por su suerte o no. Luego desaparecieron.

El diario del príncipe:

Cada día que ella pasó en esa casa fue una tortura para mí. Me moría de dolor por dentro. Casi vivía en casa de los Malfoy pero Lucius no me permitió nunca que la viera, el Señor Tenebroso se hospedaba allí y, si bien por lo general salía por largos períodos, había que tener mucho cuidado porque aparecía en el momento menos pensado.

Descubrí que Draco desobedecía a su padre y lograba burlar su vigilancia para llevarle cosas a los prisioneros, yo lo alenté debo admitir sin que su padre supiera, pero era la única forma que yo podía obtener noticias de ella y ayudarlos a todos. Les llevaba comida caliente, agua, mantas y una vez le di una bolsa de caramelos que compré a Draco para que se las llevara.

El pobre muchacho lloraba cada vez que oía gritar a Leanne Pratt, parecía perdido y desesperado. Narcisa sabía lo que le ocurría a su hijo y lo excusaba y lo tapaba frente a su padre para que no se diera cuenta pero con el tiempo Lucius lo supo. Al ver que su hijo se había enamorado de aquella niña enfureció mucho. Supongo que vio sus planes hechos trisas y se las tomó con el pobre muchacho. Me enojé mucho con él y le recordé varios matrimonios arreglados que no habían funcionado, Me molestaba mucho que tomara al chico para hacer negocios con su vida. El tema lo habíamos discutido infinidad de veces y ya estaba cansado. Le dije que lo mejor que podía hacer era pedirle al señor oscuro clemencia por la vida de la chica, por Draco. Para que el chico fuera feliz. No le gustó nada lo que le dije, se enfureció conmigo y no me habló por un tiempo.

Cuando me enteré que Julieta ya no era útil para él, entré en pánico, sabía muy bien lo que significaba ello. Iba a matarla... sin embargo me dijo que el asqueroso de Greyback se la había reclamado para él y eso me dio la excusa perfecta que había estado buscando durante mucho tiempo para sacarla de allí. Le iba a pedir que me entregara a la chica y estaba seguro de que así la conseguiría. Me debía un gran favor, ya que había llevado la misión que me había encargado con total éxito. Así que así se lo plantee y logré de ese modo salvarle la vida. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top