De vuelta en Hogwarts:

El día del viaje a Hogwarts despertaron muy temprano para poder terminar algunas cosas de último momento, ya que la llegada de Voldemort los había retrasado en sus tareas. Julieta pronto estuvo lista cuando comprobó que Severus era más vueltero que cualquier persona que hubiera conocido. Cuando al fin los dos estuvieron listos, tomaron sus cosas y partieron. Claro que al caminar unos metros el hombre recordó un documento muy importante que había olvidado guardar y entró de nuevo a la casa dejando a la chica en la calle sentada en el baúl y con varias maletas alrededor, mientras que las vecinas de al lado, que se habían asomado a la ventana, la miraban como si fuera alguna especie de animal de circo. Al fin y luego de esperar casi media hora regresó Severus con el cuento de que había olvidado dónde lo había dejado y estuvo buscándolo hasta que se le ocurrió usar la varita y simplemente convocarlo con un hechizo. Julieta a esas alturas ya estaba harta y quería salir de allí lo más pronto posible así que le dijo al hombre que quería desaparecerse pero Snape no estuvo de acuerdo y le dijo que sería muy complicado con todas las maletas y el baúl, así que decidieron tomar el autobús noctámbulo. Julieta que nunca había viajado en él, ni lo había escuchado nombrar, se entusiasmó con la idea pero Severus parecía bastante molesto y preocupado ya que no le gustaba para nada. Arrastraron el equipaje hacia una callejuela desierta y el profesor Snape levantó su varita, casi de inmediato apareció un autobús de doble piso.

_Bienvenidos al autobús noctámbulo, me llamo Stan Shunpike. Estaré a su disposición y..._ comenzó a decir un muchacho con la cara llena de granos.

_Sí, sí... ya sé _lo interrumpió con impaciencia el profesor Snape.

Stan lo miró y se quedó con la boca abierta. La cara del profesor había salido en los primeros diarios del comienzo del verano y estaba al tanto de todo.

_No te quedes parado ahí... Ven a ayudarnos_ le ordenó Snape apurándolo. Stan cerró la boca y los ayudó a subir las maletas y el baúl, pensando en que era mejor no preguntar nada. Y estaba en lo cierto.

Como no había lugar abajo subieron al piso de arriba donde encontraron dos asientos desocupados en la parte de adelante. Allí, un poco incómodos por el equipaje, se acomodaron como pudieron.

_Te pago el doble del pasaje si nos llevas primero a nosotros_ negoció el profesor Snape pasándole dinero a Stan. Éste lo miró y sus ojos brillaron.

_Bueno, ¿dónde...?_ dijo Stan con codicia.

_A Hogwarts_ lo interrumpió el profesor.

El chico de los granos bajó al primer piso y el autobús se puso en movimiento. El viaje pronto se convirtió en una verdadera pesadilla. Julieta se cayó de la silla apenas se puso en movimiento y se golpeó con el cristal de enfrente como una docena de veces. Sin contar las ocasiones en que se le cayeron las maletas y cuando, al doblar una esquina, una de ellas salió volando y se abrió en mitad del pasillo esparciendo su contenido por todo el autobús. La chica roja de la vergüenza recogió sus cosas personales pero el colmo fue cuando un mago joven y bastante guapo le pasó un calzón que había volado hasta su asiento ubicado en el otro extremo. Severus bastante verde de las náuseas, aunque estaba agarrado a un candelabro que había cerca se cayó un par de veces. Con el baúl entre las piernas y dos maletas encima no podía agarrar a Julieta para que no se cayera pero la salvó de ser aplastada por la señora que se sentaba detrás de ella y que voló hacia el vidrio cuando frenaron de golpe.

_Pasajeros, espero que hayan tenido un muy buen viaje. Hemos llegado a Hogsmeade_ dijo con verdadero entusiasmo Stan.

_Sí, hemos tenido un muy buen viaje... ¡Maldito Shunpike!_ murmuró sarcásticamente el profesor Snape, estaba de muy mal humor. Por todos lados se escucharon varios murmullos por el estilo.

_Uffff menos mal que falta poco..._ suspiró aliviada Julieta, le dolía todo el cuerpo de tanto caer del asiento.

El autobús se puso en movimiento y en menos de dos minutos volvió a frenar de golpe, lanzando a casi todos sus pasajeros al suelo otra vez. La gente murmuraba molesta y algunos parecían adoloridos. Stan se ganó unos cuantos insultos.

_Hemos llegado a Hogwarts... y nuestra próxima parada será..._decía Stan ignorando los comentarios de fastidio de varias personas. Y también varios insultos...

El profesor Snape y Julieta se levantaron con cuidado y, ayudados por Stan que por fin se había callado la boca, bajaron del autobús con todo su equipaje. Presentaban un aspecto lamentable, Severus estaba más pálido que de costumbre y de peor humor, mientras que Julieta toda despeinada y con algunos rasguños en los brazos dijo:

_Nunca más volvamos a subir ahí... por favor.

Severus sólo gruñó como respuesta, sacó su varita e hizo un complicado movimiento con ella apuntando a las rejas del colegio que se abrieron para dejarles el paso. Luego apuntó a la montaña de cosas que traían y desaparecieron.

_ ¿Dónde...?_ preguntó Julieta.

_Dentro, no podemos cargar todo los dos solos_ se explicó Snape.

Cuando ingresaron al colegio Julieta se sintió de pronto como en casa, le gustaba tanto ese lugar que con el sólo hecho de estar allí la hacía sentirse feliz. Aunque pensó que ese año todo sería muy diferente. Severus venía callado, pensando en cómo sería recibido y en todo lo que tenía que hacer, se sintió triste al pensar en la última vez que estuvo allí. Todavía no le confirmaban el puesto de director desde el Ministerio de Magia pero pronto lo harían, ese mismo día, o eso al menos le había dicho Lord Voldemort.

Al pasar cerca de la cabaña de Hagrid vieron como salía humo de la chimenea, seguramente el hombre estaba cocinando algo. Julieta al pasar por allí arrugó la nariz, el olor que salía de esa cabaña era muy feo.

_ ¿Qué estará haciendo?_ dijo la chica.

_ No sé..._ suspiró el hombre y Julieta lo miró con atención. Se veía decaído y poco le importaba en qué cosas raras andaba Hagrid.

_ ¿Estás bien?

_Los profesores ya debería haber llegado_ dijo Snape con un suspiro de tristeza, ignorando su pregunta.

_Todo irá mejor de lo esperado... Ya verás_ le sonrió Julieta para darle ánimos.

_Eso espero._ dijo Severus, pero la verdad es que no lo creía.

Siguió caminando junto a ella hasta que pronto llegaron a la puerta principal del castillo y entraron. Dentro del colegio, el gran vestíbulo estaba desierto con la única diferencia de que sus cosas estaban acumuladas en un rincón cercano a la escalera de mármol. No se escuchaba ningún sonido.

_Bueno, parece que somos los primeros_ dijo el profesor Snape con un suspiro.

_Sí... que raro._ le respondió Julieta mientras miraba su reloj.

_ Ven, ayúdame a cargar con esto, sólo Dios sabe dónde estará Filch_ le dijo el profesor mientras tomaba su baúl.

Julieta se acercó a él para ayudarlo pero de pronto se escucharon unos pasos apurados y se abrió la puerta del gran comedor. Aparecieron en el umbral la profesora Sprout y la profesora McGonagall, al ver a Julieta se quedaron heladas y estáticas en el lugar pero pronto se recobraron y casi corrieron a abrazarla, tomando por sorpresa a la chica.

_ ¡Por Merlin! ¡Señorita Rosier, está bien! Pensamos... Pensamos... Bueno, ha habido rumores de lo más extraños_ dijo precipitadamente la profesora McGonagall tomándola de los hombros.

_ ¡Es extraordinario!_ exclamó la profesora Sprout con cariño dándole un beso en la frente.

El recibimiento que le tenían preparado a Severus, por otro lado, no podía haber sido más distinto, ni más frío.

_Profesor Snape_ le dijo la profesora McGonagall con un movimiento de cabeza.

La profesora Sprout hizo exactamente lo mismo y acompañó el saludo con una mueca de desprecio.

_Profesoras_ saludó fríamente Snape, se esperaba todo aquello, nada le sorprendió._ ¿Ya han llegado todos los profesores?

_No lo sé, creo que sí_ titubeó McGonagall.

_Avise a los demás que en media hora los veré en la sala de profesores para comenzar nuestra reunión anual_ le ordenó Snape mientras que con un movimiento de su varita hacía desaparecer su equipaje, quedando en el vestíbulo sólo el de Julieta.

_Bien, avisaré_ le respondió McGonagall con expresión muy seria.

Luego Severus se acercó a Julieta y se inclinó para darle un beso. La chica tomada por sorpresa pensó que iba besarla delante de las dos mujeres, y quizás esa era la intención de Snape pero se lo pensó mejor y el beso fue a caer sobre su frente.

_Nos vemos más tarde_ le dijo con cariño, se dio media vuelta y se fue, sin mirar a ninguna de las dos mujeres que se habían quedado de piedra ante ese gesto. Julieta por su parte no supo que hacer o decir.

Era tan inusual ver un gesto de cariño en el profesor Snape que la profesora Sprout se quedó totalmente desconcertada y no supo qué conclusiones sacar de la situación. En cambio la profesora McGonagall, que estaba mejor informada y había escuchado los rumores que Damián había esparcido en el pueblo apenas llegó, se puso furiosa y confundió el cariño con la burla.

_ ¿Dónde quieres que instalemos a la señorita Rosier?_ le preguntó la profesora McGonagall con un rictus de enojo en el rostro.

Snape se paró en la mitad de la escalera de mármol desconcertado ante la pregunta, mientras que Julieta también sorprendida no entendió tampoco por qué la mujer preguntaba eso y se preguntó si los alumnos del nuevo y último año dormirían en otro lado.

_En la torre Gryffindor, en su habitación de siempre obviamente_ le contestó el nuevo director sorprendido y agregó_ ¿Dónde más?

_Bueno... ha habido rumores que..._ se explicó McGonagall tratando de ocultar su enojo.

_No todo lo que se dice es cierto, Minerva._ la cortó Snape con tal expresión en su delgado rostro que la profesora no se atrevió a seguir hablando. Luego se dio vuelta y siguió subiendo las escaleras muy molesto.

Julieta entendió de pronto y muy preocupada pensó que iba a hacer ahora si todo el mundo creía que el profesor Snape la había sacado de ese calabozo para que fuera su "compañera". Iba a pasarla muy mal si alguno de sus compañeros de colegio se enteraba, y ni pensar de las preguntas incómodas que la mujer le tendría preparadas.

_ Avísales de la reunión a los demás, Pomona, yo llevaré a la señorita Rosier a su habitación._ le dijo McGonagall a la profesora Sprout, que asintió con la cabeza y volvió a entrar al gran comedor. Sin preguntar nada sobre esos rumores que a ella no le habían llegado.

Julieta pensó que era muy innecesario ya que conocía el camino de memoria pero intuyó que la mujer le tenía preparado un bonito e incómodo interrogatorio. La profesora McGonagall sacó la varita de su túnica e hizo desaparecer su equipaje.

_Vamos, señorita Rosier, debe estar muy cansada_ le dijo la profesora con gesto altivo, poniéndose en movimiento.

Todo el camino hasta la torre Gryffindor la mujer estuvo en silencio pero al llegar al retrato de la señora gorda la profesora se atrevió a preguntarle lo que le venía carcomiendo el alma desde que lo escuchó.

_Espere, señorita Rosier, antes que entre quería preguntarle algo_ comenzó diciendo la mujer. Julieta se puso nerviosa._ Escuché que el profesor Snape logró sacarla de manos de... usted sabe quién, ¿es así?

_Sí..._ respondió simplemente la chica.

_Y escuché también que... usted sabe quién se la entregó al profesor Snape para que fuera su... ya sabe, su mujer... Por no decir otra palabra._ le dijo la mujer algo incómoda y agregó_ ¿Es verdad?

Julieta sorprendida de lo directo de la pregunta se lo pensó unos segundos. Severus le había dicho que por nada del mundo dijera la verdad sobre ese asunto que sólo les atañía a ellos.

_ ¿Sabe guardar un secreto, profesora?_ le dijo Julieta.

_ ¡Oh! ¡Por supuesto!_ dijo la mujer con ansiedad.

_Yo también_ le dijo Julieta y luego entró por el retrato, dejando a la profesora McGonagall totalmente desconcertada y mirándola con la boca abierta.

Dentro ya en la sala común de Gryffindor Julieta subió a su habitación. Estaba desierta, fría, oscura y le faltaba algo, quizás las risas de sus amigas. Se sintió de pronto muy triste, nada estaba saliendo bien. Esa tarde luego de instalarse con sus cosas y de aburrirse sola en la sala común, salió fuera y estuvo dando vueltas por el colegio sin nada que hacer. Hablando de vez en cuando con Nick-Casi decapitado y huyendo de Peeves que la pilló desprevenida en una escalera del tercer piso y comenzó a seguirla mientras cantaba una canción desagradable. Severus Snape estuvo reunido con todos los profesores durante horas y no lo vio hasta la cena, bueno, a ninguno de ellos.

Cuando bajó al gran comedor para la hora de la cena estaban allí reunidos la mayoría de los profesores de ese año, Filch y madame Pomfrey. La única que faltaba era la profesora de adivinación ya que, como de costumbre, estaba en su propio planeta. Había cuatro profesores nuevos, los hermanos Carrow y Malfoy que enseñarían artes oscuras, por otro lado estaba Slughorn que daría pociones. Todos fueron amables con ella y Hagrid le dio un abrazo de bienvenida que hizo que la chica se sintiera un poco más cómoda y contenta. Los hermanos Carrow la ignoraron y se veían tan desagradables como Snape le había dicho. Malfoy por su lado estaba solo en un rincón sintiéndose tan fuera de lugar que su rostro denotaba a las claras su fastidio.

Julieta miró de reojo al profesor Snape y vio que estaba muy cansado y parecía bastante triste pero al ver que lo miraba la chica, le sonrió. Cuando terminó y se levantó para ir a dormir no pudo despedirse de Severus como siempre porque este había sido acaparado por los profesores. Suspiró con tristeza y algo de molestia, ya se imaginaba cómo iba a ser sus días allí en el colegio. Y eso que los alumnos todavía no llegaban. Vio como Malfoy discutía en voz baja con Snape, aparentemente deseaba que éste hablara con el Señor Tenebroso para zafarse del compromiso de ejercer como profesor. Como había pronosticado Snape, Lucius Malfoy no quería saber nada con estar allí en Hogwarts.

_ Ya hablamos de ello recién... Es una orden que no puedo desobedecer_ le dijo entre dientes el nuevo director.

_ Te lo suplico, Severus... mi esposa..._ decía Malfoy desesperado. Pero Julieta no prestó más atención a la conversación, con tristeza se dirigió fuera del gran comedor.

Se dirigía lentamente y desganada a la sala común de Gryffindor cuando en el quinto piso la alcanzó el profesor Snape, que venía corriendo agitado.

_ ¡Al fin pude librarme de esa gente molesta!_ le dijo con fastidio y agregó cambiando su expresión con una sonrisa_ Quería desearte buenas noches.

Julieta le sonrió y colgándose a su cuello lo besó, sin ponerse a pensar si venía alguien. Severus, que sí lo pensó, sin dejar de besarla y abrazándola la arrastró detrás de un tapiz que había cerca. Estuvieron así un rato hasta que escucharon pasos que se acercaban por el pasillo. El hombre abrió un poco el tapiz y vio pasar a la profesora McGonagall que se dirigía a la torre Gryffindor, evidentemente para ver si Julieta estaba allí.

_Agggg, ¡qué mujer más molesta!_ exclamó en susurros Snape.

_ ¡No puede ser! ¡Llegará antes que yo!_ dijo preocupada la chica.

_No, ve por esa escalera y..._ comenzó a explicarle Severus. Julieta nunca había tomado ese camino pero lo siguió al pié de la letra y así logró llegar antes que la profesora.

Se sentó en un cómodo sillón que había frente a un fuego y trató de calmar su respiración y actuar con normalidad. La mujer entró muy poco después que se sentara, le dijo que iba a ver si estaba cómoda y si necesitaba algo. Julieta le dijo que sí y que no necesitaba nada, y eso fue todo. Cuando se fue la profesora McGonagall subió a su habitación y se acostó.

En medio de la noche se despertó asustada con un ruido extraño, se dio vuelta en la cama y alcanzó a ver a la profesora McGonagall que salía precipitadamente de la habitación al saberse descubierta. Julieta medio adormilada no entendía qué hacía ahí, hasta que cayó en la cuenta de que seguro que la mujer había ido allí a ver si estaba con Severus. Pensó muy molesta que iban a tener que andar con mayor cuidado del que creían gracias a la infinita curiosidad de la profesora.

El diario del príncipe:

Cuando llegué a Hogwarts todo sucedió como esperaba y pensaba lamentablemente. El recibimiento de los profesores, la frialdad y el desprecio que emanaba de cada persona que estaba en la reunión anual. El ambiente estaba tan tenso que hasta me costaba respirar. Esa gente me odia y cómo culparlos por eso... Creen que soy un asesino, un mortífago, un maldito hijo de #&#&... De todos modos la reunión salió más o menos bien, o al menos mejor de lo que preví. Nadie se atrevió a contradecirme en nada y no porque estuvieran de acuerdo conmigo sino porque creo que hasta me tiene miedo, y eso que he aplicado reformas un poco drásticas. Que son, más o menos, lo que me ordenó que hiciera el señor tenebroso, y de las cuales poco pude discutir. En fin... si no fuera por la compañía de Julieta este año me sentiría completamente infeliz. Era el primer día y yo ya estoy estresado, molesto, enojado y triste. Aunque hasta su compañía me hace falta ya que no puedo verla como antes, no puedo escuchar sus palabras amables, ni ver su sonrisa que siempre me da ánimos. No puedo creer que sólo unas horas sin ella me hagan sentir tan miserable, ¿qué voy a hacer este año? Si el año anterior fue tan duro y este promete ser peor...

Al llegar al colegio también me enteré que Damián o al menos alguien del pueblo había hecho correr el rumor de lo que le dijo el imbécil de Lucius. ¡Maldito Malfoy! No sabe la cantidad de problemas que me ha traído con su indiscreción. Encima verlo allí queriéndose escapar me daba el placer de la venganza. Por suerte no todo los profesores los conocían pero eso no durará mucho, ya McGonagall se encargará de que todo el mundo se entere, maldita mujer metida. Estaba furiosa cuando me vio... De todos modos nadie se ha atrevido a preguntarme directamente del asunto y ni siquiera se han atrevido a averiguar por qué regresé al colegio con una alumna. Mientras todo siga así mejor. Me molesta tanto que se metan en mis asuntos privados que soy capaz de maldecir al primero que se atreva a hacerlo. A lo mejor creen que los puedo echar... mmmm mucho mejor, eso es algo bueno.

Por otro lado me preocupa que la molesten y la acosen a Julieta, la pobre chica no tiene la culpa de nada, yo tengo la culpa de todo y por empezar nunca debí enamorarme de ella. Pero pensándolo mejor, si nunca me hubiera enamorado de ella mi vida sería tan insípida como siempre, tan vacía y triste. Ahora tengo un motivo por el que luchar...


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