Castigos y tareas:
Al otro día las dos amigas estaban en la biblioteca terminando un largo trabajo de Encantamientos, aprovechando la hora que tenían libre antes de las clases particulares de Pociones, cuando se les unieron Harry Potter y Ron Weasley para pedirles si les podían explicar un complicado trabajo de Pociones porque Hermione Granger, que se había peleado con Ron, se negaba a ayudarlos. Sabían que Leanne y Julieta eran tan buenas en Pociones como Hermione así que habían salido a buscarlas por todo el colegio. Estaban desesperados...
Ellos iban a un año menos que las chicas. Estaban preocupados porque debían entregarlo al día siguiente sino el profesor Snape iba a castigarlos y no comprendían nada de lo que tenían que hacer. Tampoco habían hecho mucho para tenerlo a tiempo pero éste se agotaba y algo tenían que entregarle al profesor. Como siempre habían dejado todo para último momento.
En un momento, poco después de que llegaron los dos muchachos, se les unió Ginny, la hermanita pequeña de Ron, con cara de aburrida y se sentó a la misma mesa que ellos. Leanne y Julieta casi desaparecían de la vista detrás de la montaña de libros y Ron y Harry las miraban tan aburridos como Ginny.
_Ron, recién vi a Hermione sola... ¿Cuándo se reconciliarán?_ dijo Ginny exasperada. A veces no entendía a su hermano... Bueno, casi nunca.
_ ¡Nunca! ¡Hasta que me pida disculpas!_ le respondió Ron con molestia.
Estaba ofendido con su amiga y exigía aquello sin ponerse a pensar si las merecía o no. Pensaba que Hermione había sido muy desconsiderada con él en la clase de Herbología. Se había negado a pasarle los deberes que él no había copiado por estar jugando con unas bayas saltarinas, y por eso la profesora lo había castigado. Entonces Ron se había molestado mucho con su amiga.
_ ¡Pero tú eres el que...!_ dijo Ginny.
_ ¡Ni pienso!_ la cortó su hermano mientras sus orejas enrojecían.
Harry lo miró de reojo, aunque estaba tan harto como Ginny de que los dos amigos se pelearan continuamente, prefirió ignorarlos.
_ ¿Y qué dicen chicas, nos ayudarán con la tarea?_ les preguntó Harry a Leanne y Julieta que no habían dado muestras de participar en la discusión.
_Bueno, pero mañana a primera hora si quieren porque ahora no podemos._ dijo Leanne escribiendo a toda prisa, con la nariz pegada al pergamino y apenas prestándoles atención. De la discusión no escuchó nada.
_Tenemos que terminar este trabajo urgente porque si no seremos nosotras las castigadas_ dijo Julieta suspirando de cansancio_ Y tenemos muy poco tiempo...
_ ¿Por qué si ya terminaron las clases del día?_ dijo Harry mirándolas sorprendido, al mismo tiempo que observaba su reloj de pulsera. Ron se mostró tan sorprendido como él.
Ginny por su parte no podía creer que otra vez su hermano anduviera pidiendo ayuda con los deberes por no hacerlos a tiempo. Pensaba que el día anterior podrían haberlos hecho pero no, era más divertido salir con la escoba al campo de quiddich. Concluyó que Hermione tenía razón en no pasarles la tarea, si Harry y Ron no se ponían las pilas iban a salir reprobados en todas las materias.
_Tenemos clases particulares con el profesor Snape_ explicó Julieta sin dejar de escribir.
_ ¡Vaya! ¿Y qué hicieron para merecer semejante castigo?_ Intervino Ron con sorpresa.
_Nada... Ser las alumnas nuevas supongo..._dijo con tristeza Leanne mientras se encogía de hombros.
_Yo tuve clases particulares con Snape el año pasado y les juro que si este año tengo que repetirlas me suicido_ dijo Harry dramáticamente.
_ ¡Harry, eso no es gracioso!_ intervino Ginny con expresión de reproche.
_Harry tiene razón... ¡Snape es un maldito murciélago! Los otros días nos pilló en un pasillo cuando sólo habían pasado 15 minutos del toque de queda. Nos quitó 50 puntos, ¡¿pueden creerlo?!... Seguro que deambula de noche por los corredores para ver si puede colarse en alguna Casa para chuparle la sangre a los alumnos.
Todos estallaron en carcajadas, llamando la atención de la señora Pince que los miraba de reojo y con el entrecejo fruncido. Ninguno advirtió que el profesor Snape que casualmente pasaba por ahí y los escuchó, se había colocado detrás de ellos y los observaba atento y enojado. Muy enojado...
_ ¡Es un maldito imbécil!... Basta ver cómo nos trata..._continúo Ron insultando y despotricando contra el profesor sin darse cuenta que lo tenía parado detrás de él.
Los demás no tardaron en notar ese detalle y casi les da un infarto al ver al profesor Snape allí. Comenzaron a hacerle caras y señas disimuladamente a Ron para que se callara la boca pero este seguía con su monólogo insultando al profesor Snape que cada vez tenía la cara más contraída de rabia. Harry le dio una patada por debajo de la mesa pero no se dio por aludido y siguió hablando hasta que Leanne desesperada le dijo que se callara la boca de forma bastante abierta. Ron se dio vuelta y se quedó helado al ver a Snape ahí.
_Vaya, vaya... Me parece que se merecen 20 puntos menos por cada uno_ dijo el hombre mirándolos con profundo odio_ y también un castigo... ¿Qué les parece?
Daba la impresión de que le salían chispas de los ojos cargados de rabia y que estaba a punto de explotar. Ninguno se atrevió a abrir la boca.
_ Mañana a las diez irán a limpiar los sanitarios de la enfermería, sin magia.
Y dicho esto el hombre se fue con su capa negra ondeando detrás de él y los puños apretados. Los chicos entonces se quedaron allí quejándose y despotricando contra el profesor. ¡Habían perdido 100 puntos! ¡Cuando se enteraran sus compañeros iban a matarlos!
Luego de un rato Leanne y Julieta se apresuraron a juntar sus cosas para ir a la clase extra de pociones, ya que no querían darle otra excusa al profesor para quitarles más puntos si llegaban tarde. Dejaron a los tres chicos que todavía se quejaban de Snape y en la puerta de la biblioteca se encontraron con Damián que había presenciado la escena desde otra mesa y se reía divertido y burlón de las chicas.
_ ¡No te imagino limpiando los orinales, Lee! ¿Qué harás? ¡Corres peligro de romperte una uña!_ dijo Damian lanzando una carcajada.
_ ¡No me molestes! ¡Y cuidado que te hecho una maldición!_ le respondió Leanne con fastidio.
Damián no le contestó pero tuvieron que soportar sus burlas hasta llegar a la puerta de la mazmorra donde tendrían la clase. Luego de unos minutos el profesor Snape les abrió la puerta del aula y entraron. Se veía que estaba de muy mal humor y las chicas intuyeron que estaban por pagar aquella grosería de la biblioteca. Y así fue. La clase resultó ser una de las peores que habían tenido en sus vidas, no les salió nada a ninguno de los tres, lo que causó que el hombre se pusiera de peor humor y más molesto de lo que ya estaba. Los retó y les dio tanto trabajo como para un mes, pero que debían entregar en una semana. Al final ninguno daba más de cansancio y estaban hartos de las críticas burlonas del profesor que les dijo que jamás había tenido que enseñarle a semejantes idiotas. Que eran los peores alumnos que había tenido y hasta insinuó que se merecían un castigo por ello.
Al fin terminó la clase de pociones de casi dos horas y los chicos escaparon de allí con el autoestima por el suelo, de muy mal humor y Julieta con lágrimas en los ojos ya que el hombre se había ensañado con ella más que con los otros y le había tomado miedo.
_Cálmate Juli, la próxima vez nos irá mejor, recién empezamos_ la consoló Leanne.
_Nunca me había salido tan mal una poción_ dijo Julieta triste secándose las lágrimas_ Además creo que me odia... ¿Viste cómo me trató?
_No te preocupes, el murciélago ese odia a todo el mundo_ intervino Damián que ya no se burlaba de ellas y agregó_ Me voy antes que me vea por aquí fuera de horario.
El muchacho se fue casi corriendo, con un humor de perros, habían comenzado a molestarlo porque se parecía un poco al jefe de su casa y eso no le hacía ni pisca de gracia. Aparte que el hombre lo trataba como si fuera una asquerosa cucaracha especialmente crecida. Las chicas fueron directamente a su sala común y, aunque tenía mucho trabajo por hacer todavía, se fueron a dormir exhaustas. Había sido un largo y complicado día.
Ese fin de semana fue pesado, horrible y no descansaron nada. Entre deberes y castigos nada de tiempo libre les quedó e incluso tuvieron que saltearse la cena del domingo por que el castigo de Snape les había quitado un tiempo precioso para hacer sus tareas.
El diario del príncipe:
Preparé la clase extra para los nuevos alumnos con mucho esmero, mucho más del habitual. Tenía la intención de pasar unas horas compartiendo mis conocimientos con la intención secreta de provocar su admiración. Estaba nervioso porque iba a verla pero no lo quería reconocer y como tenía una media hora libre antes de comenzar me dirigí a la biblioteca a devolver un libro, ocupado en algo al menos me olvidaba del asunto. No tendría que haberlo hecho... En la biblioteca estaba ella y su amiga junto con el idiota de Potter y sus amigos burlándose y riéndose de mí muy abiertamente. ¡No podía creerlo! Confieso que me entró una basurita al alma y que me puse furioso, los castigué y me fui de allí antes de perder el control y lanzarles una maldición. ¡Se reía de mí! ¡Junto a Potter!... Me sentí muy humillado... Llegué furioso al aula donde doy pociones, ¡me las iban a pagar! Cambié toda la clase que ya había preparado a propósito y más tarde me dediqué a torturarlos con difíciles pociones durante esas dos horas. Especialmente a ella porque... Bueno, no sé por qué. No me di cuenta al principio que me molestó más verla con Potter que la burla. Los tres chicos por poco no salieron corriendo cuando acabó la clase y me sentí feliz por eso... Aunque después me arrepentí, la había visto salir con los ojos acuosos a punto de llorar. No era mi intención que me tomara miedo y porque soy un maldito imbécil había perdido el control y logrado que me detestara. No debía tratarla de esa manera nunca más, no quería que pensara mal de mí.
Y ese fin de semana nada mejoró. Estuve en la casa de campo de Lucius Malfoy "trabajando", si es que puedo usar esa palabra para definir una noche de póker y alcohol. Me quedé allí y al otro día volví al colegio, había averiguado varias cosas preocupantes que debía informar a Dumbledore lo más pronto posible. De todos modos antes de irme les pregunté a mis compañeros con disimulo si conocían o se acordaban de una mujer apellidada Procer pero sin éxito, ninguno tenía idea de nadie con ese nombre. Pero fue un error porque despertó su curiosidad y a pesar que les di unas buenas razones no me creyeron. Desde entonces no dejaron de molestarme hasta que me fui.
Unos días después me enteré de que Draco Malfoy le había mencionado a su padre que Damián se parecía físicamente mucho a mí y tuve que soportar las burlas picantes de Lucius, aunque me prometió que no le comentaría del asunto a nadie, pero tratándose de él no era de confiarse mucho. Por lo general siempre suele hablar de más... Lo único que me faltaba era que todo el mundo comenzara a juzgarme por un supuesto hijo que no había querido reconocer como propio. Cuando acababa de enterarme que existía. Suficiente tengo con las burlas diarias de mis colegas profesores.
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