Amycus Carrow:
Julieta pensaba que ya nada podía ser peor, pero se equivocaba y lo descubriría aquel funesto y largo día. Se despertó tarde y le costó levantarse ya que Rose era peor que ella para arrancar en las mañanas y ya no tenían a Leanne o a Susan que las despertaran y las apuraran para que se levantaran.
_ ¡Rose despierta! ¡Nos perdimos el desayuno y llegaremos tarde a clase si no bajamos ya!_ le dijo Julieta mientras metía los útiles en la mochila a toda velocidad y de cualquier forma. Estaba descalza y con todo el pelo revuelto.
_ ¡Hay, no puede ser!_ saltó de la cama su amiga.
Rose se cambió a toda velocidad y se ató el cabello sin peinarse. Cuando ya estaban por bajar Julieta miró a su amiga con atención por primera vez y se empezó a reír.
_ ¿Qué?_ dijo sorprendida.
_ ¡Te pusiste la túnica al revés!_ le dijo a Rose que se miró la ropa totalmente sorprendida. Mientras se cambiaba Rose, la chica ya bastante impaciente bajó a la sala común para averiguar dónde tenían clases de ese día.
Por suerte se topó con Paul Jordan que regresaba de desayunar porque se había olvidado los libros en la sala común y él sabía dónde era la clase. La profesora McGonagall había pasado repartiendo los horarios. Esperaron a Rose y los tres bajaron corriendo a toda carrera hasta el aula donde se dictaba Defensa contra las artes oscuras que quedaba en el segundo piso. En la puerta se detuvieron para recuperar el aliento y entraron.
_Llegan tarde_ les dijo fríamente el nuevo profesor Amycus Carrow, era un hombre rechoncho de ojos diminutos y mirada cruel._ ¡Siéntense!
Los tres chicos casi volaron por el aula hacia los últimos asientos desocupados que había al final del aula. Un poco asustados por la actitud del hombre.
_ ¿De dónde son ustedes? ¿Qué Casa?_ les preguntó con mirada seria el profesor.
Julieta no sabía por qué preguntaba algo tan obvio ya que vestían con el escudo de su casa y sus colores. Sus amigos pensaron lo mismo.
_Somos de Gryffindor_ dijo Paul también sorprendido.
_ ¡Oh! 50 puntos menos para Gryffindor entonces... _dijo el profesor mientras que los tres chicos no podían creerlo. Sólo habían llegado un par de minutos tarde y pensaban que no era para tanto. Normalmente cuando llegaban tarde a una clase, los profesores sólo les quitaban 10 puntos.
_Pero profesor..._ alcanzó a quejarse Paul cuando el hombre se dio vuelta y con un rápido movimiento de varita le lanzó un hechizo. En la mano del muchacho apareció un profundo corte.
Paul sin poder creerlo y con mucho dolor se envolvió la mano rápidamente en un pañuelo que se tiño de sangre. Nadie podía creer lo que había pasado, la clase quedó silenciosa y estupefacta.
_ ¿Alguien más tiene algo que decir?_ dijo el asqueroso hombre con una malvada sonrisa. Mirando especialmente a los chicos de rojo.
La clase lo miró con miedo y temblando como si fuera una sola persona. Nadie dijo nada ni se atrevió ni a respirar. Las cosas en Hogwarts habían cambiado. ¿Quién se atrevería a denunciarlo? Nadie...
_Como les iba diciendo antes que interrumpieran, este año los entrenaremos en combate y artes oscuras, también les enseñaremos a defenderse_ dijo el profesor Carrow mirando a la clase como si nada hubiera perturbado su existencia_ y si son algo más que los imbéciles que estoy observando... llegarán lejos. Quizás puedan unirse al ejército del Señor Tenebroso.
El hombre hablaba con un orgullo supremo como si pertenecer a los mortífagos fuera lo mejor que podría pasarle a alguien en el mundo. Esa idea sin embargo parecía ser lo último que querían aquellos chicos, excepto algunos de Slytherin claro, que se emocionaron visiblemente.
En ese preciso momento se abrió la puerta del aula y entró Malfoy, con cara de haber dormido poco pero tan altivo como siempre.
_ Llegas tarde_ le susurró irritado Carrow.
_ ¿Qué pretendías? No vivo aquí, tengo que trasladarme_ susurró Malfoy con enojo pero su colega no lo escuchaba.
_ El profesor Malfoy dará las clases teóricas y yo las prácticas_ explicó brevemente a la clase Carrow.
La clase saludó al profesor Malfoy educadamente pero éste sólo se limitó a ser una mueca y se sentó en el escritorio con cara de aburrido. Luego se dedicó a mirar distraídamente por la ventana. Todos estaban sorprendidos por su silencio, parecía tan fuera de lugar como las aves que contemplaba.
_ ¡Saquen los libros!_ ordenó Carrow gritando sin motivo y haciendo que la clase saltara asustada.
_ Sí, sí, eso... Saquen los libros_ dijo desde el escritorio el otro supuesto profesor pero no se levantó ni hizo amago alguno por dar la clase ya que se quedó mudo. Carrow lo miraba sorprendido y furioso.
_ Empezaremos con maleficios básicos y mañana tal vez los probemos en alguien._ dijo Carrow luego de un prolongado silencio. Al darse cuenta de que Malfoy no pensaba hablar en toda la clase que se suponía que debía dar él.
Todos se miraron asustados, ninguno dudaba de que fuera capaz de hacerlo. El profesor Carrow miró con malicia a Paul Jordan y este se encogió en su asiento, muy asustado. Estaba muy enojado con su colega y decidió descargar su furia en los alumnos. Éstos sacaron los libros en el mayor silencio posible y se pusieron a leer mientras que el profesor Carrow se paseaba por el lugar mirando con furia a Malfoy que lo ignoraba a propósito. Paul se había atado el pañuelo a la herida y parecía sufrir mucho pero no iba a darle el gusto al hombre de volverle a quitar puntos si pedía ir a la enfermería.
La clase duró tres infinitas horas y fue de mal en peor, el profesor Carrow no sólo era dictatorial, cruel y malvado sino que parecía que disfrutaba cuando le causaba dolor a los demás. Quitó varios puntos más a otros alumnos, y a veces sin motivo, como le dijo a un chico de Hufflepuff que no le agradaba la cara que tenía así que le quitó 10 puntos por eso.
Julieta no podía creer que eso estuviera pasando, Severus le había dicho que la disciplina ese año sería muy estricta pero nunca se le pasó por la cabeza que pudiera llegar a ese extremo. Eso iba más allá de mantener el orden, ¡era cruel e injusto! Por otro lado estaba Malfoy, que ahora había que llamarlo profesor Malfoy, pero sin embargo se había quedado dormido con la cabeza apoyada en el escritorio y no hacía nada para demostrar que merecía el nuevo título. Carrow estaba que echaba chispas por eso y cuando se dio cuenta le pegó una patada a la silla en donde estaba produciendo que este diera un bastante audible ronquido y luego siguiera durmiendo como si nada.
Cuando sonó el timbre que daba por finalizada la clase, Malfoy al fin se despertó y comenzó a desperezarse bajo la mirada estupefacta de todos y la ira de Carrow. Los alumnos quisieron salir lo más rápido posible del aula antes que Carrow estallara pero el hombre con un rápido movimiento se interpuso entre los chicos y la puerta.
_ ¿Quién es Julieta Rosier?_ dijo Carrow en voz alta.
Julieta se asustó realmente y levantó una mano temblorosa. Todos sus compañeros la miraban con sorpresa y temor. Se separaron rápidamente de ella como si tuviera una peste.
_Bien, venga aquí... Los demás se pueden ir_ dijo el profesor mientras se dirigía al escritorio en donde ya se estaba parando Malfoy para irse. Carrow le hizo una mueca y esperó a que todos los alumnos hubieran salido del aula para hablarle a Julieta.
_El director nos ha pedido que le demos clases particulares durante todo el año_ le explicó calmadamente y con indolencia. Julieta de pronto furiosa pensó que cuando viera a Severus iba a matarlo._ Serán los sábados a las 10 de la mañana, aquí mismo.
_ Un momento... ¿Qué? Yo no sabía nada. Severus sabe muy bien que no tengo tiempo para tonterías_ dijo molesto Malfoy.
_ Eres un caradura, ¡se suponía que debías dar esta clase!_ dijo furioso Carrow mientras golpeaba con un puño el escritorio.
_ No me pagan lo suficiente_ dijo Malfoy con burla y luego les dio la espalda saliendo del aula.
Carrow estaba que echaba chispas, agarró la varita y a punto estuvo de largarle un maleficio. Julieta se apartó de ellos asustada.
_ La espero el sábado_ repitió el hombre.
_Bueno..._ balbuceó la chica sin atreverse a decir nada más... ni a respirar.
_Ahora vete._ le ordenó Carrow haciendo un gesto con la mano y agregó_ ¡Ah espera un segundo!
Se acercó a ella y con una mano fuerte la tomó del cuello, la chica sintió que se ahogaba y trató de que la soltara pero el hombre tenía mucha fuerza.
_Si le dices algo a Snape de lo que yo hago en mi salón de clases la vas a pasar muy mal_ la amenazó el hombre con la cara rechoncha muy cerca de la suya y rociándola de saliva. Julieta asintió con la cabeza, desesperada por el miedo y la falta de aire. El hombre la soltó y la chica salió corriendo del aula, mientras escuchaba como reía.
En el pasillo chocó con Damián que se había quedado esperándola. Se asustó mucho al verle la cara de pánico y las horribles marcas de dedos en su cuello. Respiraba agitadamente como si hubiera corrido una carrera.
_ ¡Por Dios, Juli! ¿Qué pasó?_ le dijo tomándola de la barbilla para verle mejor el cuello. La chica se hizo para atrás para zafarse.
_Aquí no... ¡vamos, vamos!_ lo apuró Julieta todavía asustada y, cuando estuvieron un piso por debajo del aula, al fin le dijo_ me dijo que iba a darme clases particulares...
_ ¡No puede ser! ¿Para qué?_ se horrorizó el muchacho.
_Ni idea..._ dijo Julieta sobándose el cuello adolorido
_ ¿Pero por qué te atacó? ¿Le contestaste mal?_ dijo Damián preocupado.
_No... me amenazó... me dijo que si le decía a Snape lo que él hacía en su salón de clases la iba a pasar muy mal_ se explicó Julieta desanimada.
_ ¡Maldito, cruel y asqueroso...!_ se enfureció Damián_ Tienes que decirle a alguien... ¡No puedes dejar que te lastime!
_No...
_Si no se lo dices tú a Snape o a McGonagall se lo diré yo_ dijo Damián con vehemencia.
_ ¡No por favor! ¡Me meterás en problemas!_ se asustó Julieta y le rogó_ ¡Por favor no le digas a nadie!
_Está bien... ¡Cálmate...! Vamos._ le dijo el chico enojado todavía, y no muy decidido.
Bajaron y fueron al gran comedor a almorzar, una vez allí se sentaron juntos en la mesa de Gryffindor, sin prestar atención a los murmullos. Julieta se subió el cuello de la túnica para que no se vieran las marcas. Poco después se les unieron Rose y Paul.
_ ¿Cómo estás, Paul?_ le preguntó Julieta.
_Mejor, venimos de la enfermería._ dijo el chico mostrando su mano toda vendada.
_No se imaginan lo que es la enfermería... ¡Está llena de chicos! Madame Pomfrey estaba histérica, nunca la había visto así._ dijo Rose mientras se servía papas.
_Todos en una sola mañana y nadie quiere contar qué pasó. La mayoría eran chicos de segundo que habían estado con Alecto Carrow... creo que los ha amenazado._ dijo Paul con el ceño fruncido.
_Parece que es tan cruel y malvada como su hermano_ dijo Rose y agregó_ ¿De dónde los habrá sacado el profesor Snape? ¿Y ese Malfoy...? ¡Se la pasó durmiendo toda la clase!
_Son mortífagos_ dijo Damián y los dos chicos se le quedaron mirando con la boca abierta.
_Pero... pero... no puede ser...
_Sí, estamos seguros_ intervino Julieta_ tu sabes quien tiene sus espías aquí.
_ ¡Por Dios!_ exclamó Rose soltando los cubiertos y se llevó las manos a la cabeza. Ya había perdido el apetito.
_Ya me parecía que algo raro estaba pasando... _ dijo Paul con un suspiro desanimado.
No hablaron más, era tan horrible la mañana que habían pasado y pensar que tenían muchas mañanas como esa durante todo el año. Julieta estaba más decaída ya que ella tendría clases hasta los sábados. Miró a Severus y no pudo creer que estuviera tan tranquilo almorzando.
Cuando terminaron, Damián le hizo una seña para que salieran así podían hablar más tranquilos, tenían toda la tarde libre. Severus que los vio salir juntos se sintió de pronto muy triste, la chica no lo había ido a ver en ese día y ni siquiera lo había saludado. Y también, para que negarlo, un poco celoso.
Los dos adolescentes salieron fuera del colegio y se dirigieron al lago, allí cerca del gran árbol había unos arbustos un poco espesos y se sentaron allí, donde se sentían menos expuestos a la curiosidad de sus compañeros.
_ ¿Qué sabes de Leanne y los Pratt, Damián?_ dijo Julieta preocupada.
_Nada. No he sabido nada de ellos desde que me liberaron_ dijo el chico desanimado_ pensé que a lo mejor tu sabías algo.
_No... _ dijo la chica con tristeza_ Cuéntame cómo te liberaron, ¿qué pasó desde que me fui?
_Todo siguió igual, soló que estábamos... bueno... mal por ti. No nos enteramos que el murciélago te había sacado de allí hasta que un día apareció Draco y nos contó que seguías viva y que te había visto salir junto a Snape. Después de eso, creo que unos días o semanas no se es difícil precisarlo pero comenzamos a escuchar conversaciones un poco alarmantes. Hablaba una mujer con tu sabes quién y le decía que si no había cambios iba a tomar medidas extremas, también hablaban de que no podían encontrar a Potter y algo sobre una varita que no le funcionaba. Es todo muy confuso... luego un día bajó Colagusano y subí, creía que era para torturarme o matarme, pero al ir al salón estaba Snape y después entró Malfoy. Me dijo que me iba a liberar y que tenía que llevar un mensaje al pueblo, que debían darle la receta completa y liberaría a la familia Pratt.
_ ¿La receta completa?_ se sorprendió Julieta.
_Sí, la han perfeccionado. Luego le dijo a Malfoy que me acompañara y me liberara cerca y allí me enteré cómo fueron los negocios de Snape con tú sabes quién con respecto a ti. ¿Te pidió para que fueras su esclava?_ dijo Damián con una expresión de asco e ira.
_Sí... pero no... después te cuento, sígueme diciendo que pasó después_ le dijo Julieta apurándolo.
_Pero... bueno... Cuando llegué allí todos me recibieron bien ¡y mi madre gracias a Dios estaba bien!_ dijo Damián sonriendo y agregó_ les di el mensaje claro y unos días después me enteré... bueno espié a mi madre por una ventana_ dijo algo avergonzado y mirando de reojo a la chica_ estaba con la señora Olive, decían que ellos no tiene toda la receta completa porque sólo los padres de Lee, que fueron los que la perfeccionaron, la saben. Así que nadie sabe qué hacer...
_O sea...... ¿O sea que la única manera de que los liberen es si hablan ellos?_ se horrorizó Julieta.
_Sí y no lo harán... No se han quebrado. _ dio Damián tristemente._ De todos modos creo que si hablan, luego los matará igual.
_ ¡Oh no, por Dios!_ exclamó Julieta muy asombrada y triste.
Estuvieron un tiempo en silencio hasta que el chico habló.
_Ahora cuéntame tu que pasó cuando te liberaron_ le dijo Damián mirándola con curiosidad.
_Bueno, emmm cuando llegué al salón estaba Greyback y Snape, me dijo que me entregaba al hombre lobo pero me opuse entonces comenzó a torturarme y ahí fue cuando Snape saltó y le dijo que me entregara a él en vez de a Greyback. Le dijo que necesitaba a alguien, que era un hombre solo, etc. Entonces él me entregó a Snape_ dijo Julieta mientras que Damián la miraba horrorizado_ luego salimos de la mansión de Malfoy y nos aparecimos en casa de Snape y allí estuve hasta que llegamos aquí.
_Tú tuviste que... ammm él te hizo algo... ¿qué tuviste que hacer?_ dijo furioso Damián sin saber cómo expresarlo pero Julieta entendió bien.
_No Damián, él nunca me obligó a hacer nada que no quisiera. Sólo fue una excusa para sacarme viva de esa casa. Fue muy amable conmigo_ se explicó la chica mientras que Damián respiraba aliviado. _ Aparte él me contó que tú sabes quién pensaba matar a uno de ustedes para que hablaran los demás y... se le ocurrió esa idea de hacerte llevar el mensaje para que te liberaran y darles más tiempo a los demás.
_ ¡Ah! ¿O sea que le debo eso a Snape?_ se sorprendió Damián, que se había pasado todo el tiempo que estuvo en el pueblo odiando al profesor y rogando que no le hiciera nada a su amiga, ahora sus sentimientos por el hombre cambiaron drásticamente.
_Los dos le debemos la vida a Snape_ le dijo Julieta con orgullo, pensó en ese momento confesarle a su amigo sus sentimientos por el hombre pero se arrepintió, intuía que Damián no la iba a entender como Leanne.
_Pero si es un mortífago como los otros y todos saben de sus antecedentes... ¿Por qué me ayudó a mí? No lo entiendo..._ dijo Damián con el ceño fruncido.
_Porque yo se lo pedí_ dijo Julieta sin ponerse a pensar lo que decía. Damián entendió de golpe y puso una expresión extraña.
_Yo sabía que le gustabas..._ dijo mirando de reojo a Julieta que se sorprendió por la revelación._ lo sospechaba desde el baile de navidad... después Draco me dijo que él también lo creía...
_ ¿Por qué nunca me lo dijiste?_ pregunto la chica que se había puesto colorada.
_Ammmm no se... yo..._ comenzó a decir algo incómodo pero se arrepintió por que cambió bruscamente de tema_ Podrías pedirle que libere a Leanne también...
_ ¿Y crees que no lo he hecho ya? Me dijo que tú sabes quien la liberaría para que viniera al colegio pero... eso no pasó_ le reveló Julieta sin querer contarle como habían sido realmente las cosas._ y no sé por qué... No sé qué ha pasado...
_ ¿No le has preguntado? _dijo Damián sorprendido.
_No, no he podido todavía pero no creo que sepa nada sino me diría_ dijo Julieta.
Se quedaron pensativos un rato, hasta que una fría brisa los hizo devolverse al castillo. Pronto descubrieron el mutuo deseo de presentarse para el club de pociones que se presentaría en las competiciones interescolares y decidieron que iban a dedicar las horas libres que tenían a estudiar pociones, así que subieron a la biblioteca. Además que ocupar la mente en algo les aliviaría un poco la ansiedad y la preocupación por saber que había sido de Leanne.
Poco tiempo estaban en la biblioteca cuando se les unieron Paul y Rose que también querían entrar al club de pociones. Como podían participar chicos desde el sexto año había mucha gente que se preparaba para los exámenes de los diferentes clubes así que la competencia era feroz, y en el equipo de Quiddich era peor porque no había edad para presentarse y parecía que todo el colegio quería formar parte del equipo de Hogwarts.
El diario del príncipe:
El primer día de clases estuve más ocupado que nunca pero no voy a aburrir a nadie contándoles mis obligaciones del colegio. Estaba triste, no vi a Julieta en el desayuno y esperaba que viniera a saludarme luego pero no lo hizo... No sé por qué... pienso que a lo mejor fui demasiado optimista al pensar que nuestra relación seguiría como antes. De todos modos, a la tarde cuando tuve un tiempo libre, la busqué casi por todas partes sin dar con ella, quería hablarle sobre Pratt. Me preocupaba mucho el hecho de que no hubiera aparecido, no sabía si escribirle al Señor Tenebroso para preguntarle, nos había ordenado que no lo molestáramos por nada si no era para decirle que habíamos atrapado a Potter, y yo no estaba tan loco como para ello... no todavía. Así que había decidido escribirle a Lucius en busca de respuestas, no tengo idea si sabe algo pero temo que a esa gente le haya pasado algo y necesitaba saberlo. No sabía cómo iba a comunicarle a Julieta si algo le había pasado a su amiga... espero que no tener que hacerlo nunca.
Quería preguntarle también que tal le había ido en su primera clase, seguro que estaba molesta porque le pedí a Carrow que le diera clases particulares porque yo no iba a poder con todo el trabajo que tengo y recordaba claramente que el Señor Tenebroso me dijo que me asegurara que era entrenada adecuadamente. Y ahora que lo pienso... capaz que esté tan enojada que por eso no me ha venido a ver.
Estaba por entrar en el gran comedor cuando me acordé que le había dicho que estudiara para entrar al club de pociones y al no ver a sus amigos en la mesa de Gryffindor me dirigí a la biblioteca, y sí allí estaba... Pero lamentablemente en la puerta se me acercó Pince con quejas sobre un pedido de libros para el nuevo año que no habían llegado, ¡maldita mujer!... me tuvo media hora discutiendo porque parecía que no entendía que iban a llegar al otro día. Cuando quise acordar, Julieta había desaparecido y bajé al gran comedor casi corriendo antes de que se acabara la cena y tuviera que comer solo en las cocinas... Aunque pensándolo bien eso era mejor que estar en el gran comedor donde todos los profesores me miraban con rencor o me molestaban los Carrow con sus preguntas indiscretas. Sin nombrar a Malfoy que me acosaba todo el tiempo para que convenciera al Señor Tenebroso de desligarlo de la responsabilidad de profesor.
Me acosté muy tarde aquella noche pensando en ella, como siempre, no había podido hablarle en todo el día y eso me tenía muy mal. No tenía idea en ese momento que como ese día vendrían muchos más.
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