CHURROS

Sus pasos resonaban en el frío concreto, sus ojos brillaban con intensidad, tenia una media sonrisa y el ceño levemente fruncido.

-Esto es tan facil...- susurro para si mismo.

-Es que usted es tan grandioso, Señor Levi-Hablaba uno de sus ayudantes.

-¿Acaso pedí tu opinión?-lo miró de soslayo.

-¿Eh? No, jeje-sonrió-Ya esta todo listo-

-Esta bien-asintió. Unos cuantos segundos pasaron y lo miró nuevamente- ¿Y que esperas, idiota?-

-Su orden-sonreía mientras que con su dedo índice acariciaba levemente un botón rojo del interruptor.

-¡Idiota!¡Sólo hazlo!-

-¡Ah!¡Si!-presionó el botón.

Una gran explosión derribo la muralla del banco central.

Los ayudantes entraban para poner más dispositivos explosivos. Nuevas explosiones resonaron en esa área.

El azabache miraba como sus ayudantes dejaban el dinero obtenidos de ese gran robo en su camioneta.  

Cruzó sus brazos, la alarma era molesta, pero quería diversión con la policía.

-¡Señor!¡La policía ya va a llegar!-gritó al huir del banco.

-Lo sé. Robar bancos ya es muy fácil, me aburre mucho y la verdad es que quisiera divertirme con estos idiotas- se dirigió al medio de la calle.
 
La oscuridad reinaba en Paradise, las alarmas y luces de los carros policiales se acercaban.

-Aahh-Bostezó- se demoran mucho, que policía tan incompetente-rascó su cabeza.

-¡Señor!¡Ya tenemos las municiones y bombas!-se acercó al azabache- Vamos a crear un caos a esos idiotas- sonrió.

-Si, pronto esta ciudad será mía... Haré que cada uno de sus habitantes sean mis malditos esclavos. Haré que construyan una gran estatua de mi- hizo tronar los huesos de su cuello.

-Usted lo lograra, señor...-decía con unas lagrimas en sus ojos por la emoción de servir a tal tipo.

Mientras que en otra parte de la ciudad, un par de policías novatos iban rápidamente sobre sus bicicletas.

-¡Detente!-gritaba, tratando de alcanzar a su colega-¡No podemos ir hacia allá!¡Somos novatos y no nos han dado la orden de ir!¡Eren!-

-...-El castaño fruncio el ceño-¡Cállate!¡Debemos apoyar a los demás!¡Somos policías y nuestro trabajo es ayudar a cada uno de los ciudadanos de esta ciudad!-

-¡Si, pero ahí no vamos a lograr nada!¡Nos mataran!-

-Jean, no seas un cobarde-Se detuvo en seco.

-¡Aahh!-chocó contra un contenedor de basura.

-¿Qué es eso?-Sonrió.

-¡Churros!¡Churros!¡Compren churros!-un hombre vendía como si nada sucediera.

-Hace mucho que no como churros, los necesito-Se acercó-Me da una docena-dejó un billete.

-Mi-mierda...-Se quejaba-¡¿Es en serio?!¡¿Donde quedó tu espíritu de la justicia?!-

-Jean... ¡Son churros!-dio su respuesta.

Eren comenzó a comer tranquilamente sus churros, mientras se acercaban a el lugar.

-Mira, están llegando los policías y...-una gran explosión hizo caer a los jóvenes de sus bicicletas-¡¿Eso fue una bazuca?!-Jean se escondió nervioso- ¿Eh?- vio a Eren en el piso-¡Idiota!¡Levantate!-

-Mhg...-Su cuerpo temblaba-No... no es posible... por favor, no...-acercó sus manos temblorosas a el paquete churros que cayó al suelo por la explosión.

-Este estupido...-Susurró Jean-¡E...-cubrió su boca-¿Qué? No puede ser...-vio a una de las personas mas peligrosas de la ciudad.

-Estos policias de mierda, cada vez dan mas verguenza... ¡JAJAJAJA!-se reía de forma exagerada-Debo practicar mi risa malvada-susurró.

-¡Su risa es genial, señor!-

El azabache sonrió. Su ego estaba por los aires.

-¿Mmh?-Ladeó su cabeza-¿Que tenemos aquí?-

Se acercó lentamente a un chico que estaba de rodillas en el suelo. Se fijó en el uniforme que llevaba.

-No tienen ni presupuesto para contratar a policías de verdad... ahora solo dejan a mocosos flacuchos, que pena...-alzó su mano.

-¡Tome, señor!-Le dejó un revolver dorado.

-Adiós, mocoso...-lo apuntó.

-Maldito...-susurró.

-¿Mmh?-Bajó el arma-¿Quieres jugar?-

-¡MALDITO!-alzó su rostro.

-¿Eh?-vio el rostro de ese muchacho.

Dum Dum Dum, escuchaba en su interior. Su corazón latía con fuerza.

-Eres... hermoso...-susurró, sus mejillas estaban rojizas.

¿El ser mas malvado de la ciudad, se había enamorado?

  

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