CAPITULO 2

La anciana avanzaba con pasos lentos hacia ellos, "mierda, mierda, mierda" pensó en su mente la muchacha. Asa empujaba a Maddie detrás de el para protegerla de las intenciones de la anciana, aunque si había más como ella o (más específicamente) hombres de dos metros con músculos de proporciones desorbitantes en cada una de las partes de su cuerpo, Asa y ella no tenían absolutamente ninguna oportunidad. La anciana camino con pasos suaves y una débil sonrisa hacia ambos chicos, - ¿Qué quiere de nosotros? - gritó Maddie por detrás de Asa, pero la anciana se limitó a seguir sonriendo, ella avanzaba, ellos retrocedían, pudo haber durado una eternidad si no fuera porque, había paredes. Ambos quedaron acorralados entre la pared y la anciana, sin salida, pues ambas puertas habían sido cerradas por ella y además estaba cubriendo con su cuerpo todas las salidas posibles, - ¿Quién es usted? - gritó el ojiazul por segunda vez, la mujer observo a Asa curiosamente, como un niño observa un insecto particularmente interesante. Empezó a examinarlo desde sus humildes tennis, pasando por su torso y sus brazos, pero al llegar a su cara se detuvo, lo miró por unos instantes y jadeó sorprendida, luego levantó su mano en dirección a la mejilla izquierda de Asa, el cerró los ojos esperando un golpe; pero la anciana en cambio le dio una suave caricia. – oh, pequeño- dijo sonriendo - ¿Por qué te lastimas así? – Maddie y Asa la miraron completamente confundidos. La anciana metió su mano en su pequeño monedero y de ahí sacó una pequeña bandita para las heridas y la colocó tiernamente sobre un pequeño corte que el muchacho se había hecho mientras golpeaban la pared para después acariciar su mejilla nuevamente, luego miró curiosamente a Maddie con una gran sonrisa, - ¿pero a quien tenemos aquí? - la muchacha puso los ojos como platos y se apegó aún más a la pared, -vamos, no seas tímida- Asa se recorrió un poco y Maddie salió como una niña tímida que se descubre de detrás de su madre para saludar a un invitado. La mujer la examinó de una manera similar que, a Asa, pero le sonrió aún más y se tomó más tiempo, esto le dio tiempo a Maddie para observar a la anciana, sorpresivamente no era la anciana del bosque, ella era robusta sin llegar a ser rechoncha, a diferencia de la anciana de los árboles quien era prácticamente esquelética. Esta anciana tenía cabellos muy largos y plateados recogidos en un desordenado moño alto que causaba que algunos mechones escaparan y se colaran por su frente, tenía ojos grises y grandes, una cara no muy arrugada y algo redonda, nariz respingona y labios delgados, también era más alta que Maddie por un par de centímetros "¡Que novedad!" pensó Maddie sarcásticamente. La anciana portaba un vestido de manga larga, cuya falda le llegaba a los tobillos y era de colores llamativos como naranja y rosa.

- ¡Eres preciosa! – exclamó la anciana mientras le acomodaba un mechón rebelde detrás de la oreja, luego miró a Asa. -De verdad lamento no haberme presentado antes- dijo con una sonrisa de disculpa -Mi nombre es Margot- dijo dándole la mano a Asa, -Pero ustedes pueden llamarme nana Margo- Asa y Madeline no cabían en sus niveles de confusión, ¿habían sido arrastrados hasta ahí por un hombre de casi dos metros, drogados y puestos en bolsas de cadáveres para encontrarse con una amable anciana? ¿Qué seguía guisos caseros y chocolate calien...? -les traje algo por si están hambrientos- la señora Margo se acercó a la puerta y del piso recogió un par de charolas, "oh por supuesto" pensó Maddie, la mujer les entregó una charola, que contenía un plato con un guiso que despedía un olor delicioso y un humilde vaso de plástico rojo lleno de agua, como aquellos en los que los adolescentes fiesteros se servían ponches repletos de alcohol solo para despertar la mañana siguiente con un horrible dolor de cabeza en la cama de un desconocido. La muchacha y el chico observaron sus charolas con curiosidad y luego a la anciana, quien les sonrió amablemente. - ¿Qué tienen? ¿Acaso les comió la lengua el gato? ¡coman! - Asa miró a Maddie con una mirada seria, sin pensarlo supo que ambos estaban seguros de algo; definitivamente no podían comer de la charola, ni beber. Mas pronto que tarde Asa abrió la boca, -lo lamento señora- la mujer le dedico una mirada seria, Asa corrigió con un resoplido –"Nana Margo"-la anciana sonrió y siguió escuchando – pero ni mi amiga ni yo tenemos hambre- la sonrisa de la señora desapareció por completo y frunció el ceño -¿A-amiga?- dijo tartamudeando con una cara de profunda decepción bastante marcada, ahora sí estaban confundidos, la señora sacudió la cabeza para luego sonreír y agregó- Oh no te creo para nada muchacho, han hecho un largo viaje y deben de estar cansados- agregó felizmente la mujer. "¿viaje?" pensó Maddie "¡¿VIAJE?!" la muchacha tomó una bocanada de aire y comenzó a hablar. -disculpe "Nana Margo"- dijo esto último haciendo comillas con sus dedos y continuó – pero ¿acaso no se ha dado cuenta de que estamos en un lugar que no conocemos en contra de nuestra voluntad? – la mujer miró al techo con una sonrisa burlesca y una cara de "dios dame paciencia", esto provocó en la muchacha una ola de enojo tan grande que no cabía en su cuerpo; pero aún así de milagro pudo controlarse y continuó -Así que, a menos de que obtengamos respuestas a nuestras preguntas de manera honesta no comeremos ni una cucharada de estas charolas- después de pensarlo la mujer negó suavemente – No jovencita, la comida se sirve sin conversaciones innecesarias, además (como había dicho antes) deben de estar cansados de su largo viaje y probablemente muertos de hambre también ¿o no?- oficialmente la señora había cruzado la línea, Maddie estaba completamente enfurecida y a punto de dar un discurso completo, pero, antes de que pudiera su estómago habló por ella, soltando un gruñido largo de protesta, parecido al cántico agudo de una ballena. La mujer rió por unos instantes para luego exclamar entre risas -¡Se los dije!- dijo señalando el estómago de Maddie -Podrán tratar de mentirme a mí pero no le pueden mentir a su estómago- Maddie quedó completamente roja de vergüenza y furia, sin embargo sabía que con esta señora no podría llegar a nada intentando de hablar, así que después de pensarlo por unos instantes se sentó en el piso como lo haría una niña de tres años siendo castigada para luego mirar a su compañero quien la miraba entre asustado y curioso, le indicó de manera un poco agresiva que se sentara con ella, golpeando el piso con la palma de su mano, él siendo un obediente amigo lo hizo. Aquella mujer quería por alguna razón que comieran, así que no le daría tan fácilmente lo que quería si ella no lo obtenía primero, en pocas palabras, haría lo que miles de activistas y famosos hicieron antes que ella: una huelga de hambre.

La anciana los miró a ambos curiosamente y se sentó con ellos en el piso, quedaron ahí por un par de minutos, (que de hecho parecieron horas) sumidos en un silencio bastante incómodo. La chica ojiverde le dedicaba una permanente mirada de odio con los brazos y piernas fuertemente cruzados a la amable anciana, quien la veía con una mezcla de tristeza y nerviosismo, y en cuanto al muchacho, él simplemente hacia que sus ojos de zafiro revolotearan nerviosamente entre la muchacha y la anciana, haciendo especial énfasis en la primera, quien no movería ni un musculo hasta obtener lo que quería. Al final pasaron alrededor de quince minutos hasta que la anciana se aclaró la garganta y dijo -supongo que de verdad no moverás ni un musculo hasta que responda sus dudas, ¿no es así? – Madeline afirmó con su cabeza, enfurecida, la anciana simplemente suspiró -de acuerdo señorita- dijo completamente derrotada -pero, yo también podré preguntar, – dijo recuperando su estúpida sonrisa – Y por cada respuesta comerán una cucharada, ¿de acuerdo?- Madeline miró desconfiada la charola de comida que tenían a un lado suyo -No se preocupen, no tienen veneno ni drogas- ambos arquearon una ceja con desconfianza – lo prometo por mi nombre- ambos se miraron uno al otro. La muchacha no estaba para nada convencida, pero, de todas formas ¿Qué otra opción les quedaba? -De acuerdo Nana Margo – dijo Asa con una voz bastante simpática y amigable, aguantándose las miradas asesinas que le lanzaba su compañera de vez en cuando. La anciana mujer sonrió finalmente y ambos muchachos tomaron sus charolas para empezar a comer, sentados en el suelo, -okey, así es como lo haremos- dijo la señora Margo – Ustedes hacen una pregunta, yo la respondo, ustedes toman una cucharada, yo hago una pregunta y el ciclo comienza nuevamente, ¿de acuerdo? - Maddie estaba a punto de replicar pero el peso de la mano de Asa sirvió para acallar las palabras agresivas que estaban a punto de surgir de sus labios -aceptamos sus condiciones con gusto Nana Margo – La anciana sonrió feliz y agregó – Me parece que tú eres con creces el inteligente en su relación- dijo entre risas. Asa sonrió complacido hasta que se cruzó con la mirada asesina de la muchacha "estás muerto para mi Asa" pensó la chica hecha una furia, esto solo hizo que la mujer riera más fuerte,- disculpe pero ¿podríamos hacer la primera pregunta?- dijo la ojiverde claramente irritada, las carcajadas de la anciana se fueron apagando para negar rápidamente con la cabeza – creo que sería prudente que yo hiciera primero las preguntas- dijo la mujer, Maddie respondió enojada – ¡Por supuesto que no, nosotros somos los secuestrados en esta situación, no usted! – la mujer suspiró con cansancio, - Bien, supongo que no quieres tus preciadas respuestas, - la mujer comenzó a pararse – así que yo tan sólo me iré y... - ¡NO!- respondieron ambos a coro, la anciana se sentó nuevamente y Asa tomó la palabra – Por supuesto que puede hacer las preguntas que quiera señora,- dijo el muchacho con cansancio, - Le prometo que mi "amiga" – dijo matando a Madeline con la mirada – no volverá a ser tan molesta y grosera como lo está siendo, usted podrá hacernos las preguntas que quiera y usted contestará las nuestras ¿Verdad? – dijo viendo seriamente a la ojiverde, Madeline se resignó a asentir con la mirada y a seguir sentada, la anciana sonrió amablemente y se aclaró la garganta- ok, para empezar ¿Cuál es tu nombre jovencita gruñona?- dijo sonriéndole a la ojiverde, ella suspiró molesta. Si no fuera porque necesitaba las respuestas de la mujer con mucho gusto le hubiera enseñado cierto dedo para demostrar su desacuerdo, pero, por ahora tendría que contestar lo mejor posible y calmarse. - Madeline, - dijo lo más amablemente posible – Madeline Wildheart – la mujer sonrió con autosuficiencia- Bello nombre para una bella chica- luego volteó a ver al ojiazul - ¿y tú muchacho? ¿Cuál es tu nombre? – el chico carraspeó y dijo – Asa Finnick Moonbird- la mujer abrió los ojos con sorpresa -Vaya muchacho, tienes un nombre bastante rimbombante- dijo con una humilde sonrisa, luego tomó su mano para estrecharla- Encantada de conocerlo Asa... – luego se quedó reflexionando- ¿Cómo te gusta más, Asa o Finn? – él sonrió y dijo – Asa está bien – luego se aproximó a la ojiverde, ella enarcó una ceja desconfiada, pero la anciana la abrazó -Encantada de conocerte Madeline -la muchacha puso los ojos como platos mientras la anciana se colgaba de ella. Después de abrazar a la muchacha la anciana se alejó y miró el par de charolas, - Ejem – dijo la anciana, tanto Asa como Maddie dieron un suspiro para luego tomar una cucharada del guiso humeante que tenían en las charolas de aluminio, y llevarlo a su boca. Sabía salado y picante al mismo tiempo, tenía trozos de pollo y otras especias que la chica no lograba reconocer, sabía a lo que una adorable abuela le prepararía a sus nietos, sabía a casa, sabía a gloria, era una lástima que no tuvieran ninguno de los dos en ese momento. -Bien- dijo el muchacho - ¿cree que podamos hacer las preguntas ahora? – Nana Margo negó con la cabeza -Todavía no acabo con las mías muchacho, tendrán que esperar unos momentos más- El muchacho se resignó claramente enfadado a seguir respondiendo las preguntas de la anciana, Nana Margo en cambio se puso a reflexionar antes de arrojar su siguiente pregunta - ¿Cuál es la edad de ambos? – Asa suspiró y tomó la palabra rápidamente -Maddie tiene 16 y yo 17 – después de la respuesta ambos se llevaron otra cucharada del guiso de pollo a sus bocas. Mientras masticaban la anciana soltó otra pregunta - ¿Cuáles son los nombres de sus padres? – esta vez fue Maddie quien tomó la palabra primero - ¿para qué quiere saber eso exactamente? – la mujer suspiró – Le aseguró jovencita que es por mera curiosidad, no les haremos daño a ellos – esa respuesta solo logró asustarla más, "¿no les haremos daño A ELLOS?" ¿eso significaba que si les harían daño a Asa y a ella? Sus pensamientos fueron interrumpidos violentamente por la voz de Asa -Mi madre se llama Sarah Moonbird y mi padre se llamaba Alexander Moonbird- la ojiverde le dedicó una mirada de desesperación a él ojiazul, ¿Cómo se le ocurría decirle información personal a alguien que ni siquiera conocían? Y más en una situación como esta. Nana Margo lo miró confundida, - perdón, pero ¿dijiste, que tu padre se "llamaba"? – Maddie puso los ojos como platos, para mirar a su compañero. El muchacho lució claramente herido, "¿¡no se le pudo haber ocurrido otra pregunta!?" -Preferiría no contestar esa pregunta señora Margo – dijo el ojiazul con voz baja. Maddie sentía destrozada por él, se sentía terrible pues en el fondo sabía que una parte de él siempre permanecería rota, siempre, no importa cuántas veces le dijeran que estaría bien, que lo olvidaría, Asa lo sentiría todas las mañanas, estuvo condenado desde el momento en que se quebró y derramó un rio de lágrimas a sufrir hasta el día en el que la tierra cubriera sus huesos. Porque Asa tenía un espacio vacío, y nada ni nadie podía llenarlo.

Maddie se abstuvo de dedicarle una mirada asesina a la anciana por su comentario anterior y prefirió responder la pregunta – Mi padre se llama John Wildheart y mi madre se llama Elizabeth Wildheart – la mujer sonrió olvidándose del corazón roto de Asa - ¿alguno de los dos tiene hermanos o hermanas? – Maddie suspiró y tomó la palabra – tengo un hermano, es mayor que yo por un año, su nombre es Noah Wildheart – después de ella habló Asa un poco más animado – Yo tengo otros dos hermanos uno mayor y otro menor, el mayor es Nicholas y el menor Thomas- ambos repitieron es proceso de antes y tomaron una cucharada más para masticarla enfadados de las preguntas de la anciana , mientras la anciana reflexionaba acerca de la siguiente pregunta que les iba a hacer a los chicos la muchacha aprovechó para adelantarse a la mujer y antes de que Asa pudiera callarla Madeline decidió tomar la palabra.

– Disculpe señora, pero ¿cree que podamos comenzar a hacer preguntas de una buena vez? – la mujer suspiró exasperada y dijo -Creo que estaría bien, de todas maneras no se me ocurre nada más que preguntarles- la ojiverde sonrió victoriosa y soltó-, ¿Por qué estamos aquí exactamente?- La sonrisa de la mujer desapareció por completo para darle paso a un claro ceño fruncido, Asa y Madeline se quedaron viendo ansiosos como la mujer reflexionaba por unos instantes, después de unos momentos eternos y tensos la anciana dijo -Me temo que no puedo responder esa pregunta señorita – la mente de ambos explotó por completo -¡¿Qué?! – dijeron a coro, la mujer solo los miró con tristeza, - No puedo, simplemente no puedo – Asa se acercó a la mujer un poco esperanzado -Pero, debe de haber una razón, se lo suplicamos Nana Margo. – La mujer simplemente negó y miró al ojiazul con profunda tristeza -Lo lamento, tengo prohibido responder eso- ambos observaron a la mujer - pero ¿quién se lo ha prohibido? – preguntó la ojiverde un poco desconcertada, la mujer los miró a ambos y tomó las manos de cada uno entre las suyas -Me temo que tampoco puedo responder eso – luego de un suspiro agregó – Aunque se los quisiera decir no estoy completamente segura de porque están aquí – Ambos estaban asustados a muerte, miedo de lo desconocido o en el peor de los casos de lo conocido, de que las antiguas anécdotas que solía leer acerca de los crímenes más bajos de la humanidad de repente dejaran de ser algo para lo que asustarse para luego recordar que estas en casa, a salvo y se convirtieran en algo verídico vivido en carne propia. Les aterraba la idea de tener que gritar por auxilio para que sólo se volviera un eco en la distancia que nadie nunca escucharía, de ser obligados a perder su dignidad de las maneras más denigrantes de todas o de acabar en las manos del peor de los verdugos, obligados a sentir dolor en cada una de las delicadas fibras de sus cuerpos por el resto de sus días.

La anciana acarició el dorso de las manos de ambos y les habló con una suave voz -No se angustien, si hay algo que les puedo garantizar es que son muy amados – Maddie y Asa se miraron a ver uno al otro extrañados - Estamos felices de tenerlos aquí, no lo duden, son lo mejor que nos ha pasado y lo que más anhelábamos en el universo entero, con ustedes aquí estamos completos- ella se acercó y besó tiernamente la frente de ambos y les hablo suavemente al oído -Sólo quiero que sepan que todo lo que sucederá es por su bien, porque los amamos y porque necesitan ser salvados- luego bajó su mirada a el torso de Maddie para luego sonreír, sonreír de manera estridente y psicótica, la cara de la amable anciana fue reemplazada por la de un psicópata. La mujer estiró su brazo para palpar el estómago de la ojiverde y relamerse mientras lo hacía, ante la mirada asustada de Asa, y la aún más aterrorizada cara de la ojiverde. La mujer se acercó al oído izquierdo de Maddie y susurró extasiada -Los queremos demasiado para dejarlos ir-. Luego acarició su mejilla, beso su frente y dejó de tocar su vientre para luego recoger las charolas y marcharse cerrando la puerta con un estruendo, mientras un par de lágrimas cargadas con terror se deslizaban por las mejillas de la muchacha.


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