Prologo


El hospital de heridas mágicas llamado San Mungo siempre suele estar abarrotado de gente. Por alguna razón (a excepción del personal), siempre está lleno.

Ese día de otoño no era la excepción. Por todos los pasillos se veía a gente corriendo de un lado a otro, otros caminando tranquilamente, y si se miraba hacía el suelo incluso se veía a algunos duendes. Pero, sin duda, la zona más ruidosa del edificio era la que estaba asignada a la maternidad. Había pocas mujeres de parto, pero sus gritos inhundaban toda la planta. Pero ese no era el caso de unos padres primerizos, los cuales estaban listos para irse del hospital. Ya habían recogido todo de la habitación en la que estaban asignados, y si no fuera por algún papeleo, se habrían ido desde hacía horas hacia su casa.
La madre estaba sentada en la cama, con su bebé en brazos. La miraba con infinito amor, mientras que le acariciaba su pequeña cabecita. La niña dormía, pero se removía algo inquieta, hasta que finalmente abrió los ojos. Una pequeña y adorable sonrisa apareció en el rostro de la bebé al mirar a su madre, y ésta le devolvió la sonrisa de vuelta, totalmente maravillada al recordar que esa pequeña había crecido en su interior, y de que era su madre. Apenas había cumplido la mayoría de edad hacía unos años, y ya ostentaba ese título.

La puerta de la habitación se abrió, y por ella pasó un chico joven, que sonreía satisfecho con unos papeles en la mano. Cerró la puerta con suavidad, se acercó a su esposa y le dio un beso en los labios. Se acachó un poco y le dio un ligero beso a la sien de su hija.

- ¿Ya está todo?

- Sí. ¿Quieres verlo?- la chica asintió, y su marido sacó de un sobre un papel reluciente. Ambos sonrieron al leer las palabras escritas en la hoja.

Nombre:
___ Elizabeth Black Fox.

Fecha de nacimiento:
4 de Noviembre de 1979.

Padre biológico:
Sirius Orión Black.

Madre Biológica:
Adler Amelie Fox.

Clínica San Mungo; Maternidad.

- Nunca he pensado que me emocionaría tanto viendo su acta de nacimiento.- Adler se secó una lágrima, y besó la cabecita de su hija. Sirius agarró a la bebé, y se sentó con ella al lado se su esposa.

- Cariño, ¿ves a esa chica? Es tu mami, y me ha hecho el mejor regalo de todos los tiempos. Y yo soy tu papi, y te voy a proteger de todo siempre. Nunca lo olvides.

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