Una Uchiha
Zetsu se dirigía con Madara para darle la noticia, cómo siempre, su plan saldría a la perfección.
Después de que Madara se enteró de que era padre siempre le preguntaba por Kurai y sus hijos.
Claramente a Zetsu no le servía que Madara estuviera tan distraído a sí que mandó a un Zetsu blanco y lo hizo pasar por civil, fingió ser amigo de la mujer y después de un tiempo logró su objetivo, matar a la mujer y los niños.
Al parecer la niña fué la única que heredó el Sharingan, y cuando el Zetsu le dijo que le había lanzado el Amaterasu, supo que le serviría.
- ¿Cómo está Kurai? - preguntó al notarlo, ahora ponía su plan en marcha.
- Hace poco... La mujer fue asesinada... - explicó el Zetsu blanco.
- ¿Quién fue? - dijo mirándolo con el Mangekyou Sharingan.
- Su hija mató al asesino de Kurai. - dijo el Zetsu Negro.
- ¿Y sus hermanos? - preguntó enojado, tal vez si hubiera estado... No, eso les serviría para que la niña estuviera de su lado.
- Muertos. - habló otra vez el Zetsu Negro, el Zetsu blanco estaba por huir pero no podía.
- Tráeme a la niña. - le ordenó.
En la casa del primer Hokage, Annaisha conocía a sus primos, sus tíos la dejaron para que los conociera, pero al parecer ellos no la querían.
- Qué quede claro. - dijo una niña con el pelo castaño rojizo - Sí te robas la atención de nuestros padres te la verás con nosotros.
- Sí quieres acusarnos por amenazarte, te las verás con nosotros. - dijo el pelicastaño.
- Sí lloras, te haremos gritar. - dijo la niña mayor.
- Sí intentas darnos tristeza con tu "trágica historia" qué quede claro que no te creemos. - dijo mirándola con odio.
- Tan sólo eres una extraña que se coló en esta familia. - dijo con veneno en sus palabras.
- Está bien... Lo tomaré en cuenta... - dijo restándole importancia a lo que decían sus primos.
Sin más se fue, dejando a sus primos con la boca abierta y un enojo por qué los enfrentó.
Ella ahora estaba en su cuarto pensando en su hermano mayor Kenji.
- Nii-San... Gracias por juzgarme tanto, de algo sirvió. - dijo con una leve sonrisa y una mirada melancólica.
Sin poder evitarlo le salieron dos lágrimas, recordaba los gritos del día anterior y la desesperación, cuando mató a ese hombre, no sintió nada, no se sintió bien la venganza, no sintió nada.
Tan sólo deseaba tener a su madre a su lado, ella solía darle buenos consejos para que Kenji no la molestara.
- Mami, ¿Qué hubiera sido de mi vida si hubiera estado mi padre? - preguntó al aire.
Mito quién pasaba por ahí escuchó la pregunta de la niña, sus ojos se llenaron de lágrimas, no podía superar la muerte de su hermana tan fácilmente.
Estaba feliz de que Madara no estuviera con su hermanita, de seguro el tiempo que estuvieron juntos y cuando se fué ella sufrió.
- Mito-San... - dijo la niña al verla, secó sus lágrimas - ¿Puedo hacerle una pregunta? Respecto a mi padre....
La mujer entró al cuarto dónde se hospedaba su sobrina y se sentó en su cama.
- Dime. - le habló con cariño.
- ¿Usted sabe quién es mi padre? - la mayor hizo una mueca claramente disgustada.
- Tú padre es un hombre malo, por eso Kurai, probablemente no te habló de él. - le explicó pensando enojada en Madara, ese Uchiha se las pagaría caro.
- Mami dijo que alguna vez lo quiso, y que no se arrepintió de ello... - Mito la miró asombrada - Por qué por eso nacimos mis hermanos y yo.
- ¿Tines hermanos? - preguntó Mito confundida.
- Tenía. - aclaró.
- ¿Qué les pasó? - preguntó casi exigiendo una respuesta.
- Alguien llegó a casa, era un extraño, pelo azul, ojos amarillos... Atacó a mis hermanos y a mamá... - le dijo tratando de no llorar - Después de eso... Sólo deseé que sufriera lo que yo estaba sufriendo... No pensé que se haría real... - Mito estaba llorando, aunque estaba llorando prestó atención a esa parte, ¿Será que era una habilidad del Mangekyou? - Unas llamas negras.... quemaron a ese señor, y fuí yo..... No sé qué cómo lo hize pero no quiero que vuelva a pasar.... - la niña se arrepentía de haber matado a él hombre.
Mito se secó las lágrimas y notó que la niña se había dormido, le secó las lágrimas y se fué.
Al día siguiente a la hora del almuerzo estaban los cinco en una mesa, los niños miraban con odio a su prima, ella ignoraba sus miradas y los adultos no sabían qué pasaba.
- Annai-Chan. - llamó el castaño mayor captando la atención de todos - He estado pensando, Mito y yo debemos ayudarte con tus ojos. - la niña bajó la mirada.
- Tienes que controlarlos, son muy poderosos puedes dañar a tus amigos. - le advirtió Mito.
- ¿Qué tienen de especiales sus ojos? - habló molesto el niño.
- No veo nada de especial en ellos. - dijo ahora la hermana.
- Tengan más respeto por su prima. - habló serio Hashirama.
Ambos hermanos rodaron los ojos fastidiados.
- No importa Hokage-Sama, tal vez deberían de entrenarlos a ellos. - sugirió amable. Hashirama trató de recordar si se le olvidaba algo pero al parecer no.
- ¿Nos estás diciendo débiles? Inútil. - dijeron al mismo tiempo los mellizos.
- No me refería a eso... - se defendió la niña.
- Ambos podemos derribarte aquí y ahora. - siguieron hablando al mismo tiempo.
- ¡Basta! - gritó Hashirama - Ustedes a sus cuartos. - le dijo a sus hijos y ellos a regañadientes hicieron caso.
- Lamento los inconvenientes con mis hijos. - pidió perdón.
- No importa Mito-San, Kenji Nii-San era así o más fastidioso. - pequeños recuerdos vinieron a su mente.
"Tonta", "Demonio", "Te pareces a papá, por eso te odio", " Lo... Siento...."...
Sus insultos lograron crear un escudo contra los insultos de otras personas, era la ventaja de ello.
Kenji era fastidioso, ella era muy paciente y esperó, lastimosamente su disculpa fue en una situación crítica.
- ¿Tienes hermanos? - preguntó el único barón en la mesa.
- ¿De verdad? - preguntó Mito ignorando la pregunta de Hashirama, a este sólo le creció un aura de tristeza y murmuraba algo de que era ignorando hasta por su esposa.
- Sí... Para ambos. - respondió sus preguntas.
- ¿Kurai no hacía nada? - preguntó Mito algo indignada.
- Sí, pero Nii-San no cambió. - recordó a su madre jalándole la oreja a su hermano que se quejaba y lloraba por eso.
- ¿Sabes por qué? - Hashirama ya se sentía un poco incómodo con esa charla.
- Me dijo que me tenía envidia, creyó que yo era la favorita de mamá. - sonrió un poco al recordar eso.
- ¿Sólo por eso? - preguntó Mito, ella recordó que Kurai era la favorita de su madre y ella tuvo alguna vez envidia pero no sé dejó llevar por eso y pasó más tiempo con su padre, por eso no le dolió tanto la muerte de su progenitora.
- Sí. - había terminado de comer, era un momento agradable con su tía.
Pero no todo es felicidad.
La puerta sonó y Hashirama estaba agradecido de poder salir de ese momento incómodo ya que él sólo era espectador y no tenía recuerdos con Kurai qué compartir.
Al ver quién era se maldijo internamente, era Tobirama.
- De todas las personas en este mundo, tenía qué ser él. - le abrió la puerta.
- Hola. - saludó.
- ¿Hola? ¿Pasa algo malo? - preguntó un poco angustiado y el albino lo notó fácilmente.
- Sí, vas tarde a tu trabajo. - el mayor recordó su puesto de Hokage ¡Eso se le olvidó!
- ¡Es verdad! - corrió a cambiarse de ropa y ponerse su capa y sombrero de Hokage para ir a su oficina.
Tobirama entró a la casa buscando lo que ocultaba su hermano.
- Hola Tobirama-San. - saludó Mito con una sonrisa.
- Hola... - frunció el seño al ver a la niña rápidamente la tomó del cuello de la camisa, la niña cerró los ojos y la mujer lo jaló, pero eso no lograba alejarlo de su sobrina.
Por el ruido Hashirama fue a ver qué había pasado y los niños salieron de sus cuartos disfrutando el golpe que la niña estaba por recibir.
- ¡Suéltala hermano! - gritó Hashirama deteniendo el puño de su hermano que se dirigía a la niña.
- Esta niña es una Uchiha, y no una cualquiera. - le dijo al castaño.
- ¡Lo sé, pero es mí sobrina! - Tobirama la soltó casi de inmediato.
La niña cayó al piso y rápidamente se alejó del albino.
- Dime de una vez qué es lo que pasa. - le exigió.
- No puedo en frente de los niños. - Tobirama notó que el tema era delicado y fué con Hashirama a su oficina.
Después de eso la mujer revisó a sus hijos y luego fué por su sobrina quién se le partió el labio en la caída.
- Mito-San... - llamó la atención de la adulta y esta le curaba el labio.
- ¿Sí Querida?
- ¿Porqué el tema con mi padre es delicado? - Mito no sabía qué responder, un nudo en la garganta se le formó al pensar que ella tal vez quisiera irse con él, o para matarlo, aunque le agradaba lo último.
- Esto... - ¿Ahora qué le diría? ¿O no lo haría?
De su respuesta dependía una nueva villana o una persona en contra de ellos, un héroe.
¿Cuál de las dos le dará el futuro a el mundo?
¿Madara logrará llevarse a la niña?
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