Mito y sus hijos llegaron con su padre cómo media hora después de la desaparición de la sobrina de la mayor, petición del niño para que a la niña no le doliera tanto su falsa herida.

- ¿Mito-Chan? ¿Qué haces aquí? - preguntó Hashirama, sabía que si ella estaba allí algo malo pasó.

- Se la llevó. - dijo la mujer preocupada - Lo lamento Hashirama... Era ella o nuestros hijos...

En ese momento se partió el lápiz que estaba usando.

- ¿Hace cuánto? - preguntó parándose de su escritorio.

- Más de media hora. - dijo pensando en la cara de Kurai enojada y su reacción - Nuestra hija se lastimó la pierna y...

- No es excusa Mito... - le dijo serio - Gracias a eso la vida... No sólo de nuestros hijos.... Si no de toda Konoha está en riesgo. - con media hora la niña ya debía estar muy lejos.

La puerta sonó y Mito la abrió, pasó Tobirama con más papeleo.

- ¿Pasó algo? - dejó los papeles en el piso mirándolos.

- Tobirama, Madara tiene a la niña. - dijo sorprendiendo a su hermano - Necesito que la vallas a buscar. - el albino asintió.

Estaba despertando, se sentía aturdida y perdida alzó la cabeza para ver dónde estaba pero se encontró con un hombre pelinegro que tenía los ojos rojos cómo los de ella, que la miraba serio.

- ¿Quién es usted? - preguntó la niña tratando de verlo bien.

- Creo que ya te lo dije una vez. - la niña recordó su sueño en dónde se encontró con él.

- ¿Tú eres mi padre? - dijo cuando por fin logró verlo.

- Muéstrame tus ojos. - le exigió, la niña no sabía si se refería a sus ojos rojos.

- ¿Se refiere a mis ojos rojos? No sé cómo ponerlos de ese color, me pasa a veces involuntariamente. - le explicó.

- Dije que vengas. - la niña se acercó temerosa con sus brazos atados.

Miró sus ojos y estos tenían el Mangekyou Sharingan.

- ¿Puedo hacerte unas preguntas? - dejó de mirar sus ojos y la alejó.

¿Preguntas? ¿A qué le sonaba eso? Claro a Kurai.

- No. - la niña hizo un puchero.

- Porfavooor... - le suplicó - Porfavor
porfavorporfavorporfavorporfavorporfavorporfavorporfavorporfavorporfavor... - hablaba tan rápido que apenas entendía lo que decía.

- Sólo una. - si no le aceptaba iba a suplicarle todo el tiempo y no quería matarla.

- ¿Amabas a mamá? - se sentó en frente de él.

¿Amarla? ¿Era broma? Él, Uchiha Madara en su vida nunca amó a nadie... ¿Verdad...?

- Sólo fué atracción física... - su lindo cabello rojo, sus ojos azules cautivadores y esa sonrisa que enamo... Qué le gustaría a cualquiera...

Cuando se dió cuenta la niña ya no estaba en frente suyo si no sentada en sus piernas dándole un abrazo.

- Me alegra. - rápidamente la alejó de él, le incomodaba el contacto físico. Pero.... ¿A esa niña le daba alegría saber que su padre no amaba a su madre? - Pensé que no la habías querido.

- No la quiero, no la amo. - específico, la niña seguía sonriendo.

- Eso mismo dije cuando ví a ese niño guapo y mis hermanos me lo preguntaron. - dijo pensativa - Jugamos en el parque y me pidió matrimonio y yo acepté. - Madara estaba que echaba humo.

- ¿Cómo se llama ese...? - iba a ir personalmente a matar a ese desgraciado.

- C-Cálmate, sólo era una broma... - la había tomado de los hombros y la estaba sacudiendo - Sólo quería ver si te preocupas por mí... Mamá no nos dejaba salir de casa...

Típico de.... Kurai...

Tobirama seguía buscando pistas o a la niña, pero se estaba haciendo de noche.

Mientras regresaba, ya que era peligroso porque podría salir un enemigo de otra aldea, se encontró con un humanoide que estaba encerrado en una jaula roja carmesí.

- Veintinueve mil trescientos ochenta y cuatro, Veintinueve mil trescientos ochenta y cinco, veintinueve mil trescientos ochenta y seis... - contaba según los segundos que pasaban.

- Ocho horas... - susurró para sí mismo, estuvo buscando casi la misma cantidad de tiempo a esa niña así que él tenía que ver.

Volvió rápido a la aldea e informó a su hermano y a Mito lo que halló.

- ¿De verdad? ¿Piensas que puede estar implicado? - preguntó Hashirama.

- Según la descripción de lo que atacó a tus hijos, lo que estaba encerrado era idéntico. - dijo analizando la situación - Si hay dos, hay más. - el Hokage asintió.

- Mito, necesito que esa cosa nos diga algo importante para encontrar a Madara o a la niña. - dijo - Usa un sello de tortura, si no dice nada. - ella asintió - Mañana en la mañana iremos.

- Hai/Hai. - dijeron al mismo tiempo la pelirroja y el albino.

En el amanecer pondrán su plan en marcha, pobre el Zetsu Blanco, tan sólo quería jugar.

- Treinta mil, treinta mil uno, treinta mil dos treinta mil tres.... - seguía contando.

Especial (Extra)

(Primera vez que les traigo uno)

- ¡¿Quién se cree ese para decir que no me ama?! - gritó una pelirroja enojada - ¡¡Y de a paso me culpa de algo qué no he hecho por qué estoy M-U-E-R-T-A!!

- Mamá cálmate, si ese hombre no te quiere es su problema. - dijo Kenji.

- No es que esté mintiendo del todo... - susurró Hitoshi sin ser escuchado, cómo se alegraba de eso.

- ¡Mitoo! - sacó un pañuelo - ¿Porqué abandonaste a mi hijaaa? - lloraba a ríos mientras los niños la miraban con una gota de sudor - Aunque yo hubiera hecho lo mismo. - dijo calmada los niños retrocedían.

- Mejor comamos las galletas antes de que se de cuenta... - le susurró Kenji a su hermano.

- Hai. - se comieron las galletas.

- ¡Tú si me amas estúpido, lo gritaste esa noche! - Hitoshi se sonrojó y Kenji le pegó.

- ¡Sáquese.... - le dió un Zape - ....Esos pensamientos pervertidos hermano!

- Ay... ¡No me pegues! - se gritó y devolvió el golpe sin querer - P-Perdón no quería...

- ¡No me pegues! - le pegó y así se devolvían golpes.

- Ustedes... - la voz suave y calmada de su madre que volteaba lentamente con una sonrisa y Dios sabrá dónde sacó esa espátula - ¿Están peleando.... Después de comerse mis galletas...?

- Un gusto conocerte, Nii-San. - se despidió Hitoshi.

- Lo mismo dijo, Ototo-San. - se despidió de igual forma Kenji.

- ¡¡¡AHHHHH!!! - gritaron los dos a la vez tras recibir el doloroso castigo de su madre.

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Fin del Especial...

¿Qué les pareció?

¿Les gustó el especial?

¿Alguien más siente lástima por los hijos varones de Kurai?

Creo que fui muy cruel con ellos. (:v).