Los sacrificios.

La niña siempre pensó que fue un sueño, que conoció a su padre.

Al contrario de Kenji, ella quería conocerlo ¿Por qué los abandonó?

Su hermano mayor arrastró a su otro hermano a su mismo lado, lo logró convencer de que su padre no merecía saber de ellos, ni ellos de él.

Hitoshi apoyaba en todo a su hermana menos en algo que tenga que ver con su padre.

Kenji tenía algo en contra de ella y esta no sabía qué era.

Siempre fue así.

Rompiendo sus juguetes, cuando ella solo tenía dos, le jalaba el cabello y le decía.

- ¡Monstruo! - gritó molesto Kenji.

- ¡No lo soy! - le respondió molesta.

- ¡Sí! ¡Porque no te pareces a Mamá! - lo único que heredó de su madre fue su calmada, paciente y amable actitud, sólo esperaba no sacar también lo bipolar.

- ¿Y qué tiene? ¡Si no me quieres por parecerme a papá pues mátame! - gritó enojada para ir a su habitación.

Pasó el resto del día en su habitación y cuando salió evitaba a Kenji.

Así pasaron unos años, Kenji parecía no retractarse y le seguía diciendo así.

Fueron dos años antes de la tortura qué iba a vivir.

Un día su madre se fue a trabajar y les dijo que tal vez iba a salir temprano de su trabajo para estar con ellos más tiempo, ellos se quedaron entrenando y Kenji aprovechó para insultar a su hermana.

Ella siempre lo ignoraba pero lo escuchaba, le dieron ganas de darle un golpe.

La puerta se abrió y ellos fueron a recibir a su madre, pero un chico con el cabello azul y ojos amarillos avellana estaba en su lugar.

- Kurai, ella me había dicho que vivía sola. - dijo enojado, el chico quería una noche con su compañera de trabajo, pero esta tenía pequeños errores en su casa - Pero puedo deshacerme de ellos.

Kenji se puso al frente de forma protectora, no dejaría que sus hermanos fueran heridos.

- ¡No te permitiré dañarlos! - dijo molesto, él amaba a sus hermanos, pero molestaba a Annaisha porque era muy consentida por su madre y le dió envidia.

- Así que tú te atreves a enfrentarme ¿Eh? A ver cuánto duras. - le lanzó un kunai que este esquivó, pero tan sólo fue distracción para entrerrarle otro en su pecho - No durante nada, ¿Quién sigue?

Kenji miraba la sangre y sentía que algo se iba, se dió cuenta que era su vida, estaba muriendo.

- ¡Kenji! - gritó Hitoshi, su hermana fue con su hermano mayor y él se quedó sólo.

- Lo siento... Annaisha... P-Por...T-Tod-Todo... - dijo con su último aliento.

La ira lo inundó, fue a atacar a el causante de sus problemas pero este fue rápido y lo esquivó y lo agarró del cuello y lo empezó a ahorcar.

- ¡¿Qué hacés?! - el hombre soltó al niño al notar a la mujer.

- No sabía que tenías errores en tu casa. - dijo descaradamente.

- ¡No son errores! ¡Tú eres el error! - el hombre se enojó con Kurai y la tomó desprevenida.

- Vamos a tener una noche sí o sí. - le dijo en el oído y ella trataba de zafarse, pero era inútil.

- ¡¡Annaisha!! ¡¡Corre!! - gritó antes de que el hombre la dejara inconsciente.

Este soltó a la mujer y le lanzó un kunai a la niña, está esperaba el impacto pero nunca llegó.

- Vive tu vida.... - le dijo antes de cerrar sus ojos por última vez.

La pequeña estaba paralizada, todavía en shock le salieron las lágrimas.

- Qué lindo... Pero tonto. - tras escuchar eso miró al sujeto que estaba en frente suyo.

De la nada unas llamas negras lo empezaron a quemar, el sujeto mientras gritaba de dolor agarró un kunai y se lo enterró a la mujer.

- ¡¡¡Ahhh!!! ¡¡¡Sufre Error!!! - las llamas aumentaron y no duró ni 3 minutos.

Después las llamas se apagaron y la niña sólo sollozaba, su familia muerta, y no pudo hacer nada.

- A-Annaisha.... - habló la débil voz de la mayor, la niña se acercó al instante - Llegó la hora de irme con tus hermanos y Conejo.... No vayas con tu padre, ve con tu tía... Ella es... Mito Uzumaki.... La esposa... D-Del pr-primer Hoka-Hokage.... - tosió sangre.

- Mamá... - pronunció la niña entre lágrimas.

- Tienes los ojos de tu padre.... - con eso sonrió y cerró los ojos por última vez.

- ¡Mamá! - gritó la niña desesperada - ¡Mamá! ¡¡MAMÁ!!

Puso a su madre sentada contra la pared y a sus hermanos en sus piernas, sacó las flores del florero y le puso a cada uno una.

Para finalizar su despedida oró por ellos, (tipo Naruto a Jiraya).

Al ir a su armario miró sus ojos, eran rojos pero con una figura extraña, tenía sangre y lágrima saliendo de ellos, pero no le preocupó.

Cerró sus ojos y volvieron a ser sus ojos negros de siempre, con los que no pudo hacer nada.

Con una mochila guardó ropa y dinero, todo el dinero que había en esa casa.

Con una mirada vacía salió de su casa, pero si su madre estuviera a su lado le diría que no estuviera triste.

Ahora esa mirada sin sentimientos cambió a una de determinación, y tan sólo se enfocaba en buscar a su tía.

Caminó para alejarse de su casa y evitar malos recuerdos, pero preferiría recordar.

- Disculpe, ¿Sabe dónde puedo encontrar al Hokage? - preguntó a un adolescente.

- Búscalo tú misma, niña tonta. - se fué a hacer sus quehaceres.

La chica no se rindió siguió preguntando hasta que alguien le respondió.

Agradeció por las indicaciones y se dirigió allí, entró caminó un rato y se encontró con una puerta que tenía tallada la palabra "HOKAGE".

Tocó la puerta.

- Pase. - respondió alguien adentro, sin más entró.

El hokage que tenía la mirada en unos papeles alzó su cabeza para ver quién entró.

Instantáneamente entró en shock.

- T-Tú... - susurró mirando a la niña, un poco pálida natural, cabello azabache, y rebelde, ojos negros, que le acordaban tanto a su amigo.

La chica trató de explicar por un rato su situación, pero al notar que el mayor no le prestaba atención y se encontraba en shock.

- Hokage-Sama... ¡Hokage-Sama! - lo sacó de su estado de shock - Soy la sobrina de su esposa. - dijo resignada.

- ¿Qué? Ella no tuvo hermanos. - dijo mirándola con desconfianza.

- No, tuvo una hermana. - dijo suspirando.

- Nunca la mencionó.

- Ella tampoco mencionó a mi tía. - susurró para sí misma pero fue escuchada.

- Ya casi termino, acompáñame a casa si mi esposa te reconoce veremos qué hacer. - le sugirió y ella asintió.

Un largo tiempo de espera, pero la niña aprovechó ese tiempo para pensar en cómo decirle a su tía que su madre había muerto.

Ambos entraron a la casa, la hora de la verdad.

- No te muevas. - le advirtió el mayor.

Mito estaba cocinando esperando a su esposo.

- Mito-Chan. - dijo el pelicastaño serio, la pelirroja se sorprendió porque él casi nunca estaba serio.

- ¿Qué sucede, Hashirama? - el mencionado procedió a decirle lo que pasaba - Kurai.... - dijo enojada.

- ¿Sí tienes una hermana? - le preguntó Hashirama.

- Sí... - admitió - Kurai suele ser bipolar, extraña en cierta forma, en mi hogar yo era la única que la comprendía y toleraba, después de que sus amigos... Y mamá... murieran ella... Se alejó de todos por temor a sentir ese mismo dolor.... - tomó un respiro y suspiró - Al venir a Konoha para nuestro matrimonio, ella iba a ser nuestra dama de honor pero no quería dar mala impresión así que le dije que se fuera, no volví a saber de ella hasta...

- ¿Hasta? - preguntó.

- Hasta que vino a nuestra casa, año y medio después de que nacieran nuestros hijos, creo que quería decirme algo... Algo aparte de lo que hablamos... - dijo algo triste.

- ¿Qué estaba embarazada? - Mito sintió sintiéndose culpable - ¿De qué hablaron?

- Ella llegó y la recibí, me contó que había encontrado a un extraño y lo había ayudado. - miró a su marido a los ojos - Creo que ya sabes quién fué.

- Entonces Madara está vivo.... - dijo preocupado, pero en el fondo feliz de saber que su amigo no había muerto.

- Me dices que esa niña es hija de mi hermanita... - frunció el ceño, si alguien iba a matar a Madara era ella y su padre - ¿Porqué está aquí? ¿No debería estar con...? No...

Fue rápidamente con la niña la cuál se encontraba tarareando una canción.

- ¿Qué le pasó a tu madre? - preguntó mirando a la niña con seriedad.

- Murió. - los ojos de mito se llenaron de lágrimas - Lo lamento, Tía, no pude ayudarla.

En la noche la niña se durmió y Mito la llevó a un cuarto.

- Hashirama, esa niña de verdad es la Hija de Madara y él la buscará. - dijo seria.

- ¿Sabe quién es su padre? - le preguntó a su esposa.

- Dijo que no lo conocía y que pensó haberlo visto en un sueño, que le dijo que él la iba a buscar. - Hashirama apretó los puños.

- ¿Algo más?

- Tiene el Mangekyu Sharingan. - el mayor abrió los ojos con sorpresa.

- No parece tener más de siete años. - le dijo sorprendido a su esposa.

- Ese es el problema, tiene siete años. - habían decidido cuidarla, evitar que Madara se la llevara.

Mientras pasaba eso un humanoide miraba los cuerpos sin vida de una mujer y dos niños y uno blanco de los suyos.

- Bien hecho, blanco. - se llevó el cuerpo del Zetsu blanco y dejó los otros allí - A Madara le afectará esto.

Zetsu le daría la noticia a Madara y allí tendría otra excusa para que este no cambiara de opinión sobre el Tsukuyomi.

¿Qué será ahora de la niña?

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