Capitulo 15: Encuentros
Me encontraba tan sumida en mis pensamientos, repasando una y otra vez lo que Snape me había contado, que perdí la noción del tiempo. Sin darme cuenta, las horas pasaron, y el cansancio acumulado terminó por vencerme, obligándome a cerrar los ojos. Me quedé profundamente dormida, envuelta en una mezcla de preocupaciones y dudas que seguían pesando sobre mí incluso en sueños.
Días después
Una mañana tranquila, decidí salir a despejarme. Sentada en la orilla del lago Negro, con las piernas abrazadas contra mi pecho, contemplaba el paisaje sereno frente a mí. El reflejo del cielo se desdibujaba en el agua, y el murmullo del viento entre los árboles creaba una atmósfera relajante. De pronto, escuché unos pasos acercándose detrás de mí.
Al girarme, mis ojos se encontraron con un chico que no había visto antes. Tenía el cabello castaño, ojos azules y una tez pálida. Su estatura era mediana, y vestía el uniforme de Slytherin. Me sorprendió, ya que no recordaba haberlo visto en la casa antes. Cuando notó que lo miraba, me sonrió y se acercó con una expresión amistosa.
—Hola, ¿cómo te llamas? —preguntó con un tono cálido.
Por un momento, dudé, pero su sonrisa era tan genuina que decidí responderle del mismo modo.
—Soy Helena, Helena Black, ¿y tú? —dije, devolviéndole la sonrisa y manteniendo la mirada en sus ojos azules.
—Un placer, Helena. Mi nombre es Álvaro Lupin. ¿Te importa si me siento a observar el lago contigo? —preguntó con cortesía.
El nombre Lupin hizo que levantara una ceja, sorprendida. No tenía idea de que un Lupin estudiara en Hogwarts. Sin embargo, su tono amable disipó cualquier desconfianza inicial.
—Claro, siéntate. No hay nadie más por aquí.
Álvaro asintió con la cabeza y tomó asiento a mi lado. Pasaron unos minutos en los que ambos mirábamos en silencio el lago. Sentí su mirada fija en mí y, al volverme, nuestras miradas se cruzaron.
—¿Sabes? Nunca te había visto por aquí. ¿Eres nueva? —preguntó con curiosidad, volviendo a dirigir su atención al lago después de hablar.
—No, no soy nueva. Yo tampoco te había visto antes… Y, por lo que veo, eres de Slytherin —respondí con tranquilidad.
Álvaro dejó escapar una risa suave y respondió:
—Sí, soy de Slytherin. Y dime, ¿qué hacías aquí sola?
Me miró de nuevo, sonriendo de manera amigable.
—Estaba aburrida y pensé que venir aquí sería una buena forma de despejarme —dije mientras colocaba un mechón de cabello detrás de mi oreja y esbozaba una pequeña sonrisa—. ¿Y tú?
—Pues estaba cansado de estar encerrado en mi habitación estudiando, así que decidí salir a dar un paseo… Y aquí estoy —respondió encogiéndose de hombros y dejando escapar una risita breve.
La conversación fluyó de manera natural. Hablamos de muchas cosas: el colegio, las clases, los profesores e incluso de nuestras familias. Me sorprendió lo fácil que era hablar con él, como si nos conociéramos de antes. El tiempo pasó rápidamente, y solo nos dimos cuenta de que ya era hora de almorzar cuando el sol comenzó a elevarse más alto en el cielo.
—Creo que deberíamos ir al Gran Comedor antes de que se enfríe la comida —dijo Álvaro, levantándose y estirándose un poco.
—Tienes razón —respondí mientras me ponía de pie—. No quisiera perderme el almuerzo.
Comenzamos a caminar juntos hacia el castillo, continuando la conversación con la misma ligereza. No podía evitar pensar en lo curioso que era haber conocido a alguien nuevo justo en este momento, cuando mi mente estaba llena de tantas preocupaciones. Quizás, después de todo, este encuentro no había sido tan casual como parecía.
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