Capítulo 12: Bajo el peso de los sentimientos

Después de terminar mi comida, decidí darme un baño. Una vez que estuve lista, vestida y peinada, me acerqué a la enfermera Pomfrey, quien me observó con expresión preocupada.

—Señorita Black, necesita reposo —me advirtió con seriedad.

—Estoy bien, si lo desea, puede examinarme —le respondí con calma.

La enfermera asintió y procedió a revisarme. Luego de unos minutos, confirmó que no tenía ninguna herida ni secuela del hechizo que Moreau me había lanzado. Al ver esto, llamó al profesor Dumbledore, a la profesora McGonagall y al profesor Snape para informarles de mi estado.

—¿Qué hacemos, señor director? —preguntó la enfermera Pomfrey.

—Señor director, profesores, señora Pomfrey, de verdad me siento bien. Solo quiero regresar a las clases, pasar tiempo con mis amigos y con mi hermana, ir al lago negro, estar en la biblioteca, en la sala común... y finalmente descansar en mi habitación.

Los profesores intercambiaron miradas. Finalmente, Dumbledore habló.

—Profesor Snape, la señorita Black quedará bajo su supervisión.

—¿Entonces puedo irme? —pregunté con esperanza.

Los tres asintieron, y sin esperar más, salí de la enfermería y me dirigí a la biblioteca. Algo me decía que Hermione estaría allí.

Al llegar, efectivamente, la vi sentada en una de las mesas, concentrada en un grueso libro.

—Hermione, quiero preguntarte algo —dije, acercándome.

—Helena, claro, dime —respondió, levantando la mirada.

—¿Tú y Viktor son novios? ¿Te gusta Viktor? ¿Tú le gustas a él? —pregunté rápidamente, sin rodeos.

Hermione parpadeó, sorprendida por mis preguntas, pero respondió con tranquilidad.

—Viktor y yo solo somos amigos, nada más. No sé si le guste, pero a mí solo me parece lindo. Sin embargo, creo que tú sientes algo por él.

—Hermione, no lo voy a negar... creo que sí siento algo por Viktor —admití con un suspiro.

—Entonces, ¿por qué no se lo dices? —me animó.

—Porque no sé si él siente lo mismo y no quiero arriesgarme a salir lastimada —respondí, evitando su mirada.

—Si quieres, puedo hablar con él y averiguarlo —sugirió Hermione con una sonrisa.

—Está bien —acepté, algo nerviosa.

—Por cierto, ¿qué vas a hacer respecto a Draco? Él dijo que se arrepiente de todo el daño que te causó, que te ama y que tenía miedo de perderte —me dijo Hermione, cambiando el tema.

—Hermione, Draco me perdió el día que lo vi besándose con Moreau. Desde ese momento, dejó de ser importante para mí. Además, no puedo confiar en él. Es cierto que me salvó la vida y ya se lo agradecí, pero él me rompió el corazón. Viktor, en cambio, siempre estuvo allí para apoyarme —Suspiré.

—¿Recuerdas cuando Moreau me retó y casi me mata con el hechizo Avada Kedavra? Viktor fue quien me defendió, diciéndoles a todos que no estaba sola, que tenía amigos y que si alguien me hacía daño, se las vería con ustedes. No sé si ustedes le creen a Draco, pero yo no confío en él —hablé con seguridad.

—Tienes razón. Hablaré con Viktor antes de la cena y te diré lo que me diga —prometió Hermione.

—De acuerdo, gracias —le dije, agradecida.

Salí de la biblioteca, dejando a Hermione concentrada en su lectura, y me dirigí al lago negro. Me senté en la orilla, observando el agua oscura y sintiendo una extraña paz. Desde allí podía ver el bosque prohibido, y no pude evitar sentir curiosidad por lo que se ocultaría entre sus árboles.

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