Problemas.

Me desperté antes que todos, lo cual fue genial, ya que pude bañarme con toda libertad. Me vestí con las ropas negras, pensando en que tal vez debiera hacerme un tatuaje o dos, quizás varios. Todos seguían durmiendo, y es que apenas eran las seis de la mañana. Con mis fuerzas renovadas, fui al comedor para comer, Eric y Max estaban al frente. Cuatro seguía en la mesa de ayer, le puse una mano al hombro y de nuevo su cuchillo asaltó mi cuello. Frunzo el ceño, y le doy un golpe en la cabeza, no hay nadie fuera de Max y Eric así que no me preocupa demostrar mi sinceridad con Tobías. 

— Pude matarte. —dice Cuatro, a modo de reproche, cuando paso una pierna por encima del asiento. Ruedo los ojos, ignorándolo y tomo del menú un rico hot dog.

— No lo harías de igual forma. —le respondo, con un guiño.

Comimos en silencio, me lleva al area de entrenamiento y estuvimos preparando las cosas para los demás iniciados. Desventajas de madrugar, te ponen a hacer el trabajo pesado, pero con Cuatro nunca parece malo. Luego de hablar, nos quedamos apreciando el lugar y suspiramos. Sé que el, de algún modo, también los extrañaba como yo. Luego él va por el resto, y yo voy con Eric. Me sorprende que este me reciba con cautela y suavidad, me pregunto porque habrán salido anoche. Pero no digo nada, no quiero delatarme estúpidamente.

Dos horas después. 

— La primer cosa que vamos a aprender hoy es cómo disparar un arma de fuego. La segunda es la manera de ganar una lucha. —Cuatro presiona el arma en la mano de Tris sin mirarla y caminando.— Afortunadamente, si ustedes están aquí, ya saben como subir y bajar de un tren en movimiento, por lo que no es necesario  que se les enseñe eso.

Estoy más que despierta, a diferencia de la maraña de niños que hay a mi lado que casi se mueren de sueño y hasta babean. Me pregunto si el arma en mi mano está cargada, pero me digo a mí misma que eso es obvio. Ruedo los ojos.

— La iniciación se divide en tres etapas. Vamos a medir su progreso y ponerles el rango de acuerdo a su desempeño en cada etapa. Las etapas no pesan igual para determinar su posición final, por lo que es posible, aunque dificil, mejorar drásticamente su rango con el tiempo. 

Miro el arma en mi mano, nuevamente, y sonrío. Unas ganas extrañas de dispararla y herir a alguien se apoderan de mis entrañas, y renuevo pensando en que eso está mal, en que es peligroso y que no es para anda cordial. 

— Creemos que la preparación erradica la cobardía, que se define como la falta de acción en medio del temor. —explica Cuatro—. Por lo tanto, cada etapa de la Iniciación tiene la intención de prepararlos de una manera diferente. La primera fisícamente. La segunda, emocionalmente. Y la tercera, principalmente mental. 

— ¿Pero qué...? —Peter bosteza, vaya y yo que dormí menos que ellos, tsk.— ¿Qué tiene que ver disparar un arma con la valentía?

Cuatro lanza y atrapa el arma en una mano, presiona el  cañón en la frente de Peter, y las balas hacen clic. Peter se queda congelado a medio bostezo, río entre dientes. Que inteligente, y me dicen que es un Verdad, já.

— Despierta. Arriba. —le grita Cuatro en la cara—. Tienes en tus manos un arma cargada, idiota. Actúa como tal. 

Una vez la amenaza desaparece, los ojos de Peter se endurecen y me sorprende que sepa cuando callar, luego de ser un maldito Verdad. 

— Y para responder tu pregunta...es mucho menos probable que te ensucies los pantalones y llores por tu madre, si estás preparado para defenderte. —Cuatro deja de caminar al final de la fila y se da la vuelta sobre su talón—. Esto también es información que pueden necesitar más adelante en la primera etapa. Así que mirenme. —lo medita unos minutos y luego niega, se gira y su vista se queda en mí. Frunzo el ceño, anticipando lo que dirá.— Házlo tú.

— ¿Ella? —pregunta Peter—. Pero si es usted el instructor.

— Él idiota que amenazaron con el arma tiene razón. —le digo, escuchando como Peter se queja en silencio y sonrío con sorna—. Vamos, Cuatro, no tengo que obedecerte, no eres un líder.

Sus ojos azules oscuros me perforan, me apunta con el arma y gira la cabeza señalándome que vaya a la pared con el objetivo, mientras avanzo no baja el arma, incluso cuando me paro frente a el objetivo. Me pongo de pie.

— Abre las piernas, sostén el arma con ambas manos para retener el impacto, y dispara. —dice Cuatro, sosteniendo mis hombros hacia atrás. Asiento, mirando de reojo a los demás que me miran fijos. Veo que Tris dobla un poco el cuello para ver mejor. 

¡Pum! Disparo ¡Pum! ¡Pum!. Agacho la mirada, en Erudición aprendí muchas cosas, pero disparar un arma no fue una de ellas. Sin embargo, se creía que usar un arma en defensa propia era válido totalmente. Cuando era pequeña, unos ladrones sin facción entraron a nuestra casa en el Boulevard y papá me hizo empuñar un arma calibre 22 con la que casi no podía y tuve que disparar cuando intentaron matarme.

— Vaya, un tiro perfecto. 

Erudición se caracteriza por la sed de poder e inteligencia, también son muy controladores y manipuladores. Mi madre se convirtió en líder gracias a su alto nivel de coeficiente intelectual. 

— Ahora todos, dirijánse a sus objetivos y hagan lo mismo. —alzo la mirada, Tris, Christina van a sus cubiculos con objetivos y empuñan sus armas. Escucho los disparos, y trago con fuerza. Luego veo mi objetivo, uno en la cabeza, y dos en el pecho. Cuatro se acerca y sostiene mis hombros.— ¿Estás bien?

No puedo asentir, sólo veo al maleante que entró a mi casa, y su cuerpo esparramarse mientras su cabeza y pecho sangran, cierro los ojos. Cuatro sigue hablándome, pero me doy la vuelta sobre mis talones y camino hacia afuera.

— Estadisticamente hablando deberías haberle dado en el blanco al menos una vez a estas alturas, aunque fuera por accidente. —le dice Will a Tris, con una sonrisa blanquecina. 

— Sí. —le responde, inflexiva. Me cruzo de brazos y me sostengo en una columna, sonriendo burlonamente.

— Estás desafiando la naturaleza, Tris, intenta separarte un poco. —le digo, palmeando el hombro de Will y mirándola.— «Tú puedes.» —le digo moviendo la boca, pero sin que alguien me escuche. Ella asiente y hace lo que yo le digo. 

Un agujero en el borde, y le levanta una ceja a Will. Le doy un leve codazo.

— ¿Ves? Las estadisticas no mienten. —sonríe.

Hay cierto poder en el control de algo que puede hacer daño, en controlar algo, y punto. Eso es lo que dice mi madre, me parece que ese poder podría corromper a Tris, sólo espero que no lo haga. 

Tomamos un descanso para almorzar, comienzo a mover mis manos y a hacer puñitos, necesito recuperar la actividad motriz. Uriah nos señala la mesa, donde está Christina sentada y devorando su comida. Río y me siento, Uriah se levanta y besa mi mejilla, me cede el puesto al lado suyo. Tris se hace junto a Christina y comienzan a vernos raro, y a reírse. Las ignoro, mientras entablo una conversación divertida con el Osado.

— Oh, vamos. ¿No te acuerdas de mí? —escucho a Christina, hablándole a Al.— Estabámos juntos en matemáticas hace sólo unos días y no soy una persona tranquila.

— Dormí en matemáticas la mayoría del tiempo. —responde Al—. ¡Era la primera hora!

Comienzo a reír, negando con la cabeza, pero le apoyo al instante. Yo también lo hacía. 

— Tris. —llama Christina, me giro a verla, chasquea los dedos frente a ella—. ¿Estás ahí?

— ¿Qué? ¿Qué es?

— Te pregunté si te acuerdas de tomar alguna clase conmigo —dice—. Quiero decir, sin ofenderte, pero probablemente me acordaría de ti si así fuera. Todos en abnegación se ven igual para mí, todavía lo hacen, pero ahora que no eres una de ellos. 

Tris parpadea y le mira, noto que algo extraño le sucede y no puedo evitar tratar de hacerla reaccionar.

— Lo siento, ¿estoy siendo grosera? —pregunta, me mira de reojo—. Estoy acostumbrada a decir simplemente lo que está en mi mente. Mamá solía decir que la cortesía solo es el engaño en un envase bonito.

Miro a Uriah con preocupación, este pasa su brazo por encima de mis hombros y me apega hacia sí. Me recuesto en su pecho, jugando con mis guisantes y miro a Tris. Esta parece reaccionar.

— Creo que por eso nuestras facciones nunca se llevaron bien. —dice Tris, y ambas comienzan a carcajear. 

— ¿Me puedo sentar con ustedes? —pregunta Will, tanteando la mesa con sus dedos. Alzo la mirada, él me la devuelve. Le sonrío.

— ¿Qué, no quieres pasar el rato con tus amigos de Erudición? —inquiere Christina, haciendo que le tire a su cara un guisante en señal de queja, ella ríe.

— Ellos no son mis amigos. —Will frunce el ceño, notando como Uriah me abraza—. El hecho de que estabamos en la misma facción no quiere decir que sean mis amigos. Además, Edward y Myra están saliendo. Prefiero no ser  la tercera rueda...—hace una pausa—. Ahora que lo pienso, ustedes deben estar saliendo también, mejor busco otra mesa.

Río.— No es así, si quieres, puedes sentarte aquí. No somos como ellos. —le digo.  

— ¿Tienen que ser tan públicos? —interrumpe Tris, frunciendo el ceño, al igual que Al.

— Ella sólo le dio un beso. No es como si se estuvieran desnudando. —dice Al. 

— Un beso no es algo que se haga en público. 

Todos nos quedamos pensativos y nos giramos a verla, esbozo una sonrisa. 

— ¿Qué? —pregunta.

— Tu abnegación se está saliendo. —dice Christina—. El resto de facciones estamos bien con un poco de afecto en público. 

— Oh...Creo que tendré que superarlo entonces. —se encoge de hombros.

— O te puedes quedar toda frígida. —le dice Will con sus ojos verdes brillando maliciosos—. Sabes, si lo quieres. 

Christina le lanza un rollo, y él lo trapa y lo muerde, al tiempo que se sienta al frente. Dejo de escuchar sus parloteos y mi vista repara en Eric, noto que ve como Uriah me abraza con furia y estoy segura de que hará lo que sea para perjudicarlo, así que agacho la cabeza. Los chicos siguen discutiendo.

Todos, incluyéndolo, ríen ante lo que dijo la chica. No puedo evitar sentirme mal por no saber que se ríen, Uriah al parecer lo nota y voltea a verme, sus ojos carbones me observan con cautela y siento que estoy cayendo. 

— Se va a desmayar, sostenla. —escucho a Christina, pero no puedo verla, solo veo oscuridad.

 Cuando vuelvo a parpadear estamos en una nueva habitación, con un piso de madera roto y chirriante, un gran circulo pintado en el centro. Nuestros nombres están grabados en orden alfabético sobre el tablero. Colgando a unos lados, había negros sacos de boxeo, como los que usaba cuando mamá me metió a artes marciales para patear. Nos alineamos detrás de ellos, veo que Christina y Will me sostienen de los dos lados. Una vez me siento estabilizada de nuevo, me suelto de ellos y asiento. 

— Como dije esta mañana, lo próximo que aprenderán es a pelear. El propósito de esto es prepararse para actuar, preparar su cuerpo para responder a las amenazas y a los desafíos. Lo necesitarán, si van a sobrevivir a la vida como Osadía. —dice Cuatro—. Vamos a ir sobre la técnica, así que les recomiendo prestar atención. Mañana comenzarán a luchas unos contra otros.

Cuatro dice los nombres de los golpes más fáciles a la vez que los practica en forma de enseñanza, nos elegimos los sacos para entrenar y no necesito mucho tiempo para que ellos vean que puedo ser una buena luchadora. Siento que el saco de arena se descuelga y voy hacia atrás, sé que le estoy pegando demasiado fuerte, un golpe más y caerá. Cuatro se está paseando por la multitud, para observarnos, pero se queda con Tris. Veo que le pone una mano en el estomago y arqueo la ceja. Luego de decirle algo, la deja y sigue con los demás, hasta que se detiene en mí.

— Vuelve a golpear con esa fuerza, y matarás a tu objetivo de un sólo golpe. —me regaña, Christina lo escucha y se queda boquiabierta—. Lía, debes tener cuidado, ¿quieres? No será agradable si tu mamá se entera que tu talento innato es mal utilizado.

Asiento.— Como quieras, número. —me burlo, me extiende una sonrisa sarcástica y sigue con Christina y los demás iniciados. 

Una vez que acabamos, cuando vamos por la Fosa Al nos dice—. Quiero hacerme un tatuaje. —Y no puedo evitar que aquellas ganas casi extintas vuelvan a mí, asentimos.

— ¿Un tatuaje de qué? —le pregunta Will. 

— No lo sé, sólo quiero sentir que dejé mi vieja facción de verdad, dejar de llorar por eso. —se queda en silencio—. Sé que me han escuchado. 

— Sí, aprende a calmarte. ¿Quieres? —Christina le agarra el brazo a Al—. Creo que él tiene razón, ya estamos mitad adentro, mitad fuera. Si queremos estar todo el camino, debemos buscar la parte.

— Yo lo haré, necesito un corte de cabello nuevo, quizás un pircing no me haría daño. —alzo la mirada al techo, todos tienen su mirada en mí—. Quiero un tatuaje, oh sí. Está decidido.

Christina y yo miramos a Tris, esta se niega al instante.

— Ah no, no voy a cortarme el pelo ni a teñirme de un color raro, o a perforarme la cara. —dice. 

— ¿Qué te parece tu ombligo? —le pregunta Christina.

— O el pezón. —Will bufa. Suelto una carcajada. 

Ahora que es tarde y el entrenamiento está terminado, podemos hacer lo que queramos. Christina anuncia que ella y Tris irán a la sección de ropa, y que nos encontraremos todos en el salón de los tatuajes unas horas más tarde. Yo camino hacia el lugar que más me calma.

— ¿Por qué te gusta tanto estar aquí? Algún día de estos te caerás. —sonrío.

— O lo harás tú. —le replico, dándome la vuelta a mirarle.— ¿Estás bien?

— Perfectamente. ¿Qué hay de ti? Me preocupaste esta tarde. —dice, pensativo—. Eres muy buena en todo, ¿no?

Río, negando.— Te sorprendería lo que se aprende leyendo. —le comento.

— Comenzaré a leer más entonces. —alza las manos y sonríe—. ¿A dónde irás ahora?

— Cortaré mi cabello, quizás me haga un pircing, y luego los chicos y yo nos reuniremos en el salón de tatuajes. —respondo—. ¿Quieres acompañarme?

— Será todo un placer. —me dice, haciendo un arco con su brazo. Que caballeroso, me bufo en su cara, antes de tomarlo y caminar hacia el lugar. 

Una vez allí, elegí el corte que quería hacerme, y temí por mi hermoso cabello. Muerdo mi labio. Uriah se ríe en mi cara dos o tres veces más. Termino por teñirmelo de blanco completamente y raparme de lado, dejando un tono curioso. La estilista me dice que necesito resaltar esos bonitos ojos azules que tengo, me pone delineador y algo de pushup. Cuando al fin me suelta y puedo salir, Uriah me mira.

— Vaya, yo que pensaba que ya no se podía ser más bonita. —se queja—. Estás preciosa.

Le sonrío con gracia, me hago poner un pircing justo en el labio inferior, y me miro al espejo. Vaya que soy hermosa, já. Uriah toma mi mano para que vayamos a encontrarnos con la chicas, Will y Al. Luego de pasar el estrecho, veo que Tris viene también cambiada y que Christina nos ve y sonríe.

— ¿Ya están saliendo? —pregunta, mirando nuestras manos, ruedo los ojos y lo suelto para mostrarle mi pircing.— Wow, chica, que salvaje. —ríe—. Tu cabello es blanco, corto y rapado...Me gusta. 

— Jamás creí que cambiarías tanto. —comenta Tris, sonriendo. 

— Tú también te ves bien. —le alago, entonces decidimos entrar y vemos a Al junto a un viejo tatuado hasta la conciencia que le está dibujando una araña en el brazo. Tris y yo nos damos toda una vuelta por el lugar, apreaciando el arte, entonces veo un hermoso dragón rojo con negro. Y lo observo entre mis manos.

— ¿Es bonito, verdad? —dice una voz detrás de mí—. Un bonito dragón. 

Me doy vuelta, encontrándome con la anciana que me atendió en los examenes y trago fuerte, el recuerdo sigue impreso en mi mente. Eres divergente, es dificil serlo, es peligroso. Tú eres peligrosa, nadie debe saberlo. Correrías gran peligro en el sistema. Me mira con una sonrisa triste.

— Amelía, que gusto verte de nuevo. —me dice, con una sonrisa agraciada.

— Soy Lía, de hecho. —le corrijo—. ¿Usted trabaja aquí? 

— Sí, en mis tiempos libres vengo a tatuar, solía hacerlo cuando era más joven. —se golpea la barbilla—. Reconozco ese nombre, fuiste la segunda en saltar, ¿no? Escuché a Eric decir que le cediste el puesto a una tal Tris. 

Asiento. 

— Quiero que hablemos, pero no aquí. —observo a Uriah, Christina, Will y Al. Tris está hablando con Tori, la otra chica de las pruebas, ella también me ayudó mucho.— ¿Tienes tiempo?

Arquea las cejas—. No creo que sea prudente. —me dice en voz baja.— ¿Quieres un tatuaje? No puedo perder mi tiempo, niña. 

— Sí. —le digo. Sé que ella tiene las respuestas que yo necesito, y le sonrío como puedo—. Quiero este dragón, en el brazo que se enrolle. Y...—le doy un vistazo al lugar—. Esa rosa en el cuello. 

Mire mi brazo, imaginándome el dragón enrollarse alrededor, como las ganas de huir de casa todos estos años, representando el problema que mis padres crearon cuando nací, me habían preparado para esto siempre y yo lo había hecho. Y la rosa era mi padre, la razón de la que estuviera sintiéndome así, y mi impulso a saber a donde ir. 

    

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top