Prólogo
Habían pasado casi siete años desde que la guerra con las brujas terminó, las brujas en su mayoría estaban controladas, el nuevo consejo supremo de las brujas se hacía cargo de ello, y por supuesto con Aurora a la cabeza, la cual no solo se encargaba de dirigir a las brujas, también de ser la luna de su manada.
Aurora mantenía su matrimonio con Andrew a la perfección, él estaba muy orgulloso de ella, además de perdidamente enamorado de ella, e igual le pasaba a Aurora, todavía no habían tenido ningún hijo, pero a ninguno de los dos le importaba, su relación iba bien, y eso era lo único verdaderamente importante.
Con Aria y Diego pasaba lo mismo, con la diferencia de que Diego además de orgullo y amor por su mate, también la tenía miedo, de lo cual Andrew se burlaba, pero Diego bien sabía que a Andrew le pasaba lo mismo cuando Aurora se enfadaba, lo cual hacía mucha gracia a las chicas.
Además, Diego quería tener al menos un hijo con Aria, pero ella no quería tenerlos por el momento, creía que aún era pronto, lo cual ponía triste a Diego, pero no por ello dejaba de insistir, nada le haría más ilusión que ver a Aria embarazada y que tuviera a su cachorro.
-¿Qué tal todo en el consejo? - le preguntó Aria a Aurora.
-Bien - dijo en un suspiro - esto de ser la líder de las brujas y ser luna es agotador, menos mal que tú me ayudas con la manada.
-Para algo tiene que servir ser la pareja del beta ¿no?, te ayudaré en todo lo que pueda - dijo tumbada en la cama.
-¿Y qué tal con Diego? - Aria hizo una mueca que no pasó desapercibida ante Aurora.
-Bien, pero insiste mucho en tener un hijo.
-Es normal, los licántropos tienen un impulso mayor de procreación que el resto de especies.
-Hazme el favor de no soltar datos científicos, además, a ti no te pasa - Aurora se encogió de hombros.
-Tarde o temprano también me pasará, que eso no te quepa duda.
Aurora y Aria siguieron hablando sobre sus parejas y el futuro que les esperaba, más no eran las únicas, en el despacho de Andrew sus parejas también estaban hablando de ese tema, pues Diego estaba muy desanimado con el tema de no tener un cachorro, y Andrew hacía todo lo posible para que éste se animara.
-En verdad que no tengo suerte - se quejaba una y otra vez Diego - nunca tendré cachorros.
-Eso mismo decías antes de conocer a Aria, que nunca encontrarías a tu tercera mate, o que ésta te rechazaría, y mira lo que al final ha pasado, estáis casados, vale sí, ella no quiere tener cachorros, pero es solo temporal, ya verás como dentro de poco cambia de opinión.
-¿Tú crees? - le preguntó Diego a Andrew esperanzado.
-Estoy seguro - le dijo con una amplia sonrisa - antes de que te des cuenta, me estarás anunciando que seré tío.
-¿Y tú qué?
-¿Yo qué de qué? - preguntó Andrew confundido.
-¿Cuándo me anunciarás que seré tío? - Andrew se quedó sin saber que decir por unos segundos, no se había planteado lo de ser padre.
-La verdad es que no me corre prisa, sé lo atareada que está mi luna con el consejo y la manada, no quiero añadirle otra cosa más.
-Ten cuidado, haber si te la quitan - dijo Diego en broma, más Andrew no se lo tomó así.
-Más bien eres tú quien debería tener cuidado, Aurora me ha elegido entre sus 3 mates, pero Aria solo os ha conocido a 2.
La risa que tenía Diego se detuvo de golpe, él era consciente de ello, es más, le aterraba la idea de que un día llegara su tercer mate y se la llevara, la tenía marcada y el vínculo se había cerrado, pero eso no era suficiente, pues un mate puede marcar a su mate y quitar la marca que había anteriormente, y la simple idea aterraba a Diego a tal punto, que más de una noche en la que Aria le mandó dormir a otra habitación había tenido pesadillas sobre ese tema.
-No hace falta que me lo recuerdes, lo tengo muy presente, y lo peor es que el mate que le queda también es licántropo - dijo Diego con voz sombría y con la cabeza gacha.
-Lo siento, no era mi intención hacerte sentir mal - se apresuró a decir Andrew, su intención no era hacer daño a su amigo, más lo hizo.
-No importa, necesito estar solo - dijo levantándose de la silla.
-Diego - no le dió tiempo a decir nada más antes de que el mencionado abandonase el despacho.
Diego daba en su cabeza mil vueltas al asunto, ya lo había pensado, y lo más seguro es que lo volviera a pensar en un futuro; no podía quitarse ese miedo, sencillamente no podía, Aria era fuerte, valiente, decidida, y muchas más cosas, más de 5 e incluso de 10 veces a la semana se cuestionaba su relación con ella, para él ella era una guerrera, y aunque él también lo era, consideraba que no se la merecía, que era mucha mujer para él.
Aria desde luego no lo veía así, estaba al tanto de los pensamientos de su pareja, y lo consideraba una soberana estupidez por su parte; más de una vez se lo había dicho, pero Diego no cedía, o al menos no por mucho tiempo, y la cosa iba empeorando poco a poco, ya que asociaba el no querer cachorros por parte de Aria, a que ella pensaba que no podría protegerlos por ser débil, algo muy alejado de la realidad, ya que era ella quien temía no poder ser una buena madre para ellos.
Mientras, en otro lugar alejado de la manada, había otra con un alpha y un beta muy distintos al resto, mientras que los alphas de las otras manadas buscaban la paz entre todos, el de esta manada solo buscaba su propio beneficio, quería ser el alpha más fuerte con la manada más poderosa, y para ello tenía un plan, un plan que nadie sabía más que él y su beta, ni siquiera el delta de la manada sabía ese plan.
-¿Todo está listo? - preguntó el alpha a su beta sentado en la silla de su despacho mirando por la ventana el bosque.
-Aún no, nos está llevando más tiempo del esperado conseguir todo lo necesario - dijo el beta viendo solo la espalda del alpha.
-No hay tiempo, no sé cómo lo han descubierto, pero saben de nuestra existencia - dijo el alpha sin dignarse a mirar a su beta.
-¿Cómo es posible?, ¿saben la localización de la manada? - preguntó serio y sin rastro de nervios.
-No lo sé, no creo que nadie de la manada sea tan estúpido como para hablar, además de que poco podrían saber, solo tú y yo sabemos el plan al completo, en cuanto a la ubicación, no la saben exactamente, solo saben que estamos en esta zona, pero es imposible que nos localicen.
-¿Desea algo más? - preguntó el beta antes de salir del despacho.
-Solo que hagas bien tu trabajo, no quiero retrasos.
Con esas últimas palabras, el beta abandonó el despacho dejando al alpha solo, el cual divagaba en sus pensamientos, pensamientos de ambición y poder, quería ser el mejor, sin importar a quién tuviera que perjudicar o el precio que tuviera que pagar.
-Oh Aurora, pronto serás mi luna, solo mía - pensó en voz alta el alpha con una sonrisa siniestra y mientras el sol se iba y la noche llegaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top