9. Viaje a Transilvania

Aurora explicó a su pareja y a su amiga los motivos por los cuales quería ir a Transilvania, ninguno de los dos dudó un segundo en apuntarse, y como ya se estaba empezando a hacer costumbre, Aria obligó a Diego a ir, pues él no quería ir, aunque no se lo había dicho a su pareja, su segunda mate era de ese país, y también murió allí, por lo que ese lugar le traía recuerdos desagradables, más no le dijo nada.

Esa tarde prepararon las maletas para irse de viaje, y Andrew dejó al cargo de la manada a Marius. Por la noche tuvieron un pequeño maratón de películas, palomitas y chuches, a Aurora se le había antojado, y los chicos se apuntaron para poder estar con sus parejas, a pesar de que la idea de ellas era estar solas, más no lo consiguieron.

A la mañana siguiente, ellos cuatro más los miembros del consejo, tomaron un avión con destino a Transilvania. Por petición de las chicas, ellas se sentaron juntas, y los chicos por separado, algo que no le hizo mucha gracia a Andrew, pero que a Diego no le importó, es más, pidió un asiento lejos de las chicas y de Andrew, necesitaba un tiempo a solas, y el viaje en avión era perfecto.

-¿Qué idioma se habla en Transilvania? - le preguntó Aria a Aurora.

-Rumano, húngaro y alemán, ¿por?

-Porque no tengo ni puta idea de ninguno de ellos, ¿cómo se supone que nos vamos a comunicar?

-Vamos a estar en un bosque, dudo mucho que haya alguien ahí, en todo caso algún hada o ninfa, y con ellos no tendrás ningún problema - le respondió sin apartar su mirada del libro de botánica que tenía entre las manos.

Hacía siglos atrás, cuando las brujas no eran el enemigo sino una fuerza neutral, hicieron un hechizo sobre todos los habitantes del mundo sobrenatural, para que así se pudieran entender aunque no hablasen el mismo idioma, pero solo funcionaba entre sobrenaturales, si cualquier sobrenatural hablaba con un humano, entonces sí tendría que hablar el mismo idioma, pues el hechizo no era aplicable a los humanos.

Por otro lado, Andrew se la pasaba mirando papeles de la manada por el móvil, a pesar de estar fuera de la manada, se mantenía al corriente y seguía con sus deberes, no iba a dejárselo todo a Marius, el cual ya tenía sus propios problemas, pues de un tiempo hasta entonces, cada vez se sentía más solo, añoraba con encontrar al menos a una de sus mates, pues él no había conocido a ninguna.

En otra zona del avión, Diego miraba ausente por la ventanilla, se sentía melancólico, en cierta forma, echaba de menos a Dilaila, su segunda mate, ella había sido muy amorosa con él, incluso había estado dispuesto a dejar la manada y su puesto como beta para poder estar con ella, pero desgraciadamente murió en un ataque de brujas antes de hacer oficial su decisión.

Amaba a Aria, de eso estaba seguro, pero su miedo al rechazo por su parte le aterraba, aún le quedaba su tercer mate, y lo que era peor, era un licántropo como ella, ¿qué pasaría si ella decidiera marcharse con él?, él ya no tenía más mates, no creía poder volver a enamorarse, se quedaría solo el resto de su vida, si es que no se suicidaba por el camino.

-¿Puedo sentarme? - Diego giró la cabeza a la persona que le había preguntado, se trataba de Liseth.

-Claro - dijo no muy seguro, y volvió a mirar por la ventana.

-¿Puedo hacerte una pregunta?

-¿De qué se trata?

-¿Por qué no estás con tu pareja o con tu amigo? - Diego volvió a mirar a la mujer a su lado, solo que esa vez con el ceño fruncido.

-Quería estar solo y pensar unas cosas - dijo intentando no parecer borde.

-¿De qué se trata?, tal vez pueda ayudarte.

-No quiero hablar de ello - dijo tajante y volvió a mirar el paisaje.

Liseth suspiró, estaba intentando ser amable, pero no estaba funcionando, Diego seguía encerrado en su mundo, no quería hablar con nadie, solo suspirar, y tal vez llorar, hasta que todas sus penas se fueran, no quería llegar a Transilvania, y tampoco quería hablar a Aria sobre Dilaila.

-Si algo he aprendido a lo largo de la vida, es que las penas se pasan mejor en compañía - siguió intentándolo Liseth, a lo cual él la miró de reojo - estoy dispuesta a escuchar sin juzgar - Diego soltó un profundo suspiro, tal vez no era tan malo hablar del tema con alguien.

-Antes de Aria, tuve dos mates como podrás imaginar - empezó contando, y ella lo escuchó atentamente - mi segunda mate era una ninfa, era muy hermosa, la amaba mucho, y ella a mí.

Le dolía recordar esos momentos, aquellos tan buenos en su día, pero que se habían convertido en algo gris, como una nube de tormenta, dispuesta a soltar todo el agua que contenía, así se sentía Diego, solo que intentaba que nadie más saliera salpicado, aunque sabía que lo único que estaba consiguiendo era hundirse.

-Ella vivía en Transilvania, estuve a punto de dejar mi puesto de beta y la manada por ella, para estar con ella, pero antes de eso ella murió, volver, no solo a su país, sino también a la región donde vivía, me trae muchos recuerdos.

Perdido, tocado, hundido, así se sentía, un amor tan puro como había sido el suyo, se le había arrebatado, solo le quedaban los recursos, y estos le dañaban, no quería recordarla. Aria, en ella debía pensar, era su pareja, su mujer, su esposa, no debía estar pensando en otra, mucho menos en una que ya estaba muerta.

-A veces es duro olvidar tu primer amor, y más con un final tan trágico como el que tuvieron ustedes, pero ahora tienes otra mujer, una que amas y ella te ama, no pienses en nada más.

Liseth tenía razón, lo sabía, a pesar de todo, Aria le amaba, lo había demostrado muchas veces, y él haría lo que fuera por ella, aunque últimamente era más obligado que otra cosa, pero en el fondo, lo hacía para contentarla, para no hacerla enfadar, no podría soportar otra perdida.

-Gracias - le agradeció Diego con una sonrisa.

-No hay por qué darlas, si alguna vez vuelves a necesitar desahogarte, aquí me tendrás.

Diego la abrazó, en parte por gratitud, en parte porque lo necesitaba, agradecía ese contacto, desde hacía un tiempo, las cosas se estaban tornando complicadas, no recordaba la última vez que ella le abrazó, aunque también era consciente de que su pareja no era muy fan de dar abrazos.

Ya quedaba poco para el aterrizaje, Aria había decidido ir a ver a Diego para ver cómo estaba, lo había notado muy decaído desde antes de subir al avión, temía que le pasase algo, su relación había sufrido algunos altibajos desde hacía un tiempo, su actitud sumisa le resultaba algo molesta, no quería una pareja que fuera detrás suyo, sino a su lado.

Lo último que esperó ver en el momento de localizarlo fue verle así, sonriente y abrazando a Liseth, esa chica no le caía nada bien, tuvo sospechas sobre ella desde el primer momento, y además ahora tenía que añadirle el hecho de que estaba abrazando a su pareja, tenía ganas de ir allí y arrancarle la cabeza a esa tipeja, pero se contuvo y volvió a su asiento.

-¿Qué tal te ha ido? - preguntó Aurora sin despegar su vista del libro, no lo había soltado en todo el viaje a Transilvania.

-No quiero hablar del tema - dijo muy molesta y cabreada.

Aurora pensó en preguntarle por su enfado, pero le bastó un vistazo a su amiga para saber que no sería buena idea preguntar en ese momento, por suerte para ella, la voz de la azafata pidiendo que se pusieran los cinturones para el descenso le libró del dilema, ya le preguntaría cuando estuvieran instalados en el hotel.

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Hola, espero que os haya gustado el capítulo. Sé que la canción que he puesto al principio no tiene mucho que ver con el capítulo, pero cuando escribí lo de Diego, lo hice pensando en algunas partes de esa canción, por eso la puse.

Bueno, ¿qué os parece lo que está pasando entre Diego, Aria y Liseth?, ¿alguna hipótesis de lo que va a pasar?

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