8. Poción Sfimiurs
Eran las siete de la mañana, llevaba casi cuatro horas buscando el libro, pero era comprensible, la biblioteca era enorme, y aunque había un libro donde aparecían todos los ejemplares de la biblioteca ordenados por categorías, había una sección entera dedicada a pociones, y dado que no sabía qué tipo de libro de pociones era, le tocaba buscar.
Era un milagro que no estuviera dormida, ni siquiera cansada, no había dormido nada, pero aún así estaba despejada, ni el hambre había hecho acto de presencia, su mente solo podía pensar en ese libro, en lo cerca que estaba de poder encontrar esa manada, debía encontrarlo, si no fuera porque le daba pena despertar a alguien, hacía tiempo que habría llamado a algún miembro del consejo para que le recordara el hechizo de invocación de objetos, se maldecía internamente por no haberlo pensado esa tarde.
Al final se hicieron las diez antes de poder encontrarlo, pero lo hizo, le llevó más de siete horas hacerlo, pero pudo, y tan pronto tuvo el libro en sus manos, fue corriendo a su despacho donde se encerró a leerlo. La poción que estaba buscando era la Poción Sfimiurs, una poción de ocultación muy compleja y poderosa. Aurora tenía ganas de darse un puñetazo, era obvio que sería una poción de ocultación, se sentía tonta.
Eso te pasa por obsesionarte con algo, siempre que haces eso te trabas - la regañó Atenea.
Lo sé, pero debía encontrarlo cuanto antes.
Y al final tardaste más, enhorabuena.
Hazme un favor y vete con Erik, seguro él encantado.
Atenea cerró el link molesta, aunque en parte era verdad, tanto Aurora como Andrew habían perdido casi todo el contacto con sus lobos, al principio no se llevaban bien, o más bien Atenea no quería saber nada de Erik, pero con el tiempo se fueron acercando, hasta el punto de que casi no hablaban con sus portadores, preferían estar ellos solos en su mundo, y los humanos no tenían ningún problema con ello.
Aurora estuvo toda la mañana encerrada en su despacho, que además de tener un escritorio, sillas, un ordenador y una biblioteca con libros, como la mayoría de despachos, también tenía su zona de pociones, con un caldero e ingredientes para preparar las pociones, algo típico entre las brujas, pero no entre el resto de especies.
-Adelante - dijo Aurora al escuchar que alguien llamaba a la puerta.
-Aurora, el resto del consejo y yo nos vamos a comer, ¿te gustaría venir? - le ofreció Mike, era consciente de que llevaba ahí desde primera hora, y no creía conveniente que siguiera encerrada.
Aurora miró el reloj que había en la habitación, ya eran las dos, era normal que se fueran a comer. Se miró de arriba a abajo, dándose cuenta que aún llevaba el pijama, lo cual le hizo sentir vergüenza, agradecía que su pijama fuera un pantalón rosa claro y una camioneta blanca, si no se fijaba mucho uno, podría pasar por ropa cómoda en lugar de un pijama.
-Claro, en un minuto voy - le respondió.
Mike asintió y se fue. Aurora rápidamente usó la magia para invocar su toga y que nadie se diera cuenta de lo que llevaba, a un mismo tiempo pedía en silencio que Mike no se hubiera dado cuenta, y también que Andrew no se enterara, lo conocía y no quería un arrebato de celos por su parte, bastante con lo suyo tenía.
Bajó a la cafetería del edificio, allí ya estaban todos comiendo y conversando amenamente, viendo la escena, se dió cuenta que nunca había comido ahí, sus visitas al consejo siempre fueron después de comer, y antes de la hora de la cena ya estaba en la manada, realmente no tenía muchas cosas que hacer como líder del consejo, casi todo lo hacían ellos, era cierto que si había algún problema, ella lo solucionaba, pero más allá de eso y la revisión semanal, no pasaba más tiempo ahí.
-Aurora - la llamaron.
Ella se giró hacia la voz que la había llamado, en una mesa se encontraba Mike agitando la mano para llamar su atención, en esa mesa también estaban Johnson, Meison, Liseth y Madison, los miembros del consejo que aún estaban con el caso. Aurora no dudó en ir allí, así podría hablar con ellos sobre los avances que había hecho, y tal vez pudieran ayudarla con la Poción Sfimiurs.
-Hola - saludó Aurora.
-Hola - saludaron todos.
-¿No te has cogido comida? - le preguntó Mike.
-No - ni había pensado en ella.
-Ahora te traigo algo, hoy es jueves, hoy hay chuleta con patatas.
-Me encanta la carne - comentó con sinceridad, siempre le había gustado, incluso cuando era una humana normal.
-Pues te encantará la carne preparada por Mina.
No tardó nada en volver con un plato de chuleta con patatas, plato que desapareció en cuestión de instantes, Aurora no sabía lo hambrienta que estaba hasta que empezó a comer, sería capaz de repetir y aún seguir con hambre, pero tenía cosas que hacer, ya comería después, tenía planeado hacer una sesión de pelis con palomitas y chuches esa misma noche con Aria, nunca se era muy mayor para hacerlas, más si estás estresada.
Al terminar de comer y llevar el plato, empezó a contar al resto lo que sabía, también su idea de intentar revertir esa poción, pero que aún no había conseguido lograrlo, y lo que era peor, le quedaban pocas hierbas con las que seguir intentándolo, por lo que tendría que ir a por más, todo eso les contó, y todos se pusieron a pensar.
-¿Y si vamos a Transilvania? - propuso Mike.
-¿Para? - cuestionó Liseth.
-Para ir a por más hierbas, además, esas brujas fueron allí, tal vez consigamos alguna información - respondió Mike.
-Es una buena idea - opinó Aurora.
Lo que decía Mike era muy cierto, y Aurora era consciente de ello, en primer lugar necesitaba reponer las hierbas, y en Transilvania podría encontrarlas sin problemas, además, si lo que había dicho el hada Silvist era cierto, unas brujas habían ido allí, y probablemente fueran las de esa manada fantasma.
-¿Y cómo sabes que las brujas de la manada fantasma fueron a Transilvania? - cuestionó Liseth, Aurora no había caído en eso.
-Conozco la Poción Sfimiurs, muchos de los ingredientes que la componen son muy difíciles de encontrar, a menos que vayas a Transilvania, allí sí es fácil obtenerlas.
Tenía lógica, pero algo le chirriaba a Aurora, no quería pensar mal de Mike, era un chico encantador que siempre estaba ayudando al resto, tuvo claro desde el mismo momento que lo conoció que lo elegiría para ser miembro del consejo, además, él era quien la había metido en el caso, a parte de que era el más motivado y quien daba ánimos al resto cuando no tenían nada, no quería sospechar de él.
En ese momento alguien entró de golpe en la cafetería, eran Andrew y Aria, ambos se habían preocupado cuando no apareció a la hora de la comida, por la mañana entendieron que ella estaría aún obsesionada en lo que fuese que estuviera, y por eso se había levantado y desayunado temprano, pero en la comida decidieron ir a su guarida a buscarla.
Al ver que no estaba allí, la llamaron al móvil, pero ella se lo había dejado en la habitación, por lo que decidieron ir al edificio del consejo a buscarla, y se llevaron a rastras a Diego, el cual no quería ir y lo obligaron, y que en lugar de ir a la cafetería con ellos dos, se fue directamente a la enfermería, otra vez le había sentado mal el viaje, incluso estaba empezando a pensar que su pareja y amigo querían matarlo.
-¿Algo que decir? - preguntó Andrew a Aurora con los brazos cruzados y una expresión molesta.
-Nos vamos a Transilvania - le respondió con una sonrisa de niña pequeña, a lo cual Andrew frunció el ceño.
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