28. El comienzo de una bruja
Cinco días tardó Amelia en despertar, lo cual para la pequeña solo fue una pequeña siesta, pero para Zoe y Tamara fue un mundo, más cuando Aurora preguntaba por su hija, ya que entre ellas y Mari Trini se inventaron más de cien excusas por las que la híbrida no pudiera ver a su hija, lo cual ya le estaba hartando y pensaba hacer un hechizo para ver dónde y qué estaba haciendo Amelia, solo Andrew conseguía que se relajase y lo dejara estar, y este hecho ponía cada vez más furiosa a Zoe.
Al despertar, Amelia tenía mucha hambre, además de estar aún cansada, pero aún así estaba feliz, lo había conseguido, era una bruja, podía sentirlo, la magia fluyendo por ella, ¿o eran los nervios?, la pequeña no podía saberlo, pero esperaba que fuera lo primero, o al menos una mezcla de ambas.
Se levantó y bajó a la cocina de esa casa. Allí se encontró con Mari Trini y su hija desayunando, por lo que al verla, la señora le preparó otro desayuno, debía de tener hambre, pensó Mari Trini mientras preparaba unos cereales con ColaCao a Amelia, la cual los aceptó encantada, le encantaba los cereales, también le gustaba el ColaCao, pero prefería los zumos de frutas.
Al terminar, Bianca, la hija de Mari Trini, y Amelia se fueron a jugar al jardín. Mientras, la madre de Bianca avisaba a Zoe y Tamara del despertar de la brujita. Ambas se alegraban enormemente de ese hecho, sobre todo Zoe, la cual no veía el momento de deshacerse de Aurora, ya que la relación de ella y su mate cada vez era más cercana, a diferencia de la de Aria y Diego, la cual seguía siendo bastante distante, para desgracia de Diego, pero aún así Tamara no se iba a arriesgar, la quería totalmente fuera de la vida de su mate.
Al cabo de una hora ya estaban allí, y Amelia al verlas se alegró, imaginaba que su visita significaba el inicio de su entrenamiento como bruja, y no se equivocaba. Zoe y Tamara llevaban consigo una mochila con todo lo necesario para que la pequeña empezara a hacer magia, entre ellos una varita y un libro de hechizos, esperaban que Aurora no se diera cuenta de su ausencia, pero dado todos los libros que tenía y que no usaba varita, esperaban que no los echara de menos, además de que los últimos días había estado más tiempo fuera que dentro del cuarto, lo cual en esa situación era beneficioso.
-¿Preparada para convertirte en toda una bruja? - preguntó Tamara con una sonrisa a Amelia.
-Sí, sí, sí - no paraba de repetir la pequeña.
-Entonces te encantará lo que te hemos traído - dijo descolgando la mochila de su espalda y balanceándola delante de ella.
-A ver, a ver - dijo mientras cogía la mochila y veía lo que había dentro - ¡SÍ! - exclamó al ver la varita y el libro de hechizos.
-Me alegra que te guste - dijo Tamara con una sonrisa que pretendía ser cálida, pero que en verdad ocultaba su alegría porque el plan estaba saliendo a la perfección.
Amelia estaba muy emocionada, no veía el momento de ponerse la túnica que había, una túnica marrón que Zoe y Tamara habían comprado para que la pequeña se metiera más en su papel de bruja, además de coger la varita y el libro y empezar a hacer hechizos, quería sorprender a su madre, quería aprender magia básica para impresionarla y lograr que ella la entrenara, pues era consciente de que la brujería abarcaba muchas cosas y necesitaría ayuda para aprenderla todas, y quería que fuera su madre quién la enseñara.
La tarde pasó sin ocurrir gran cosa, aunque Amelia quería aprender a hacer hechizos, era consciente que primero tendría que saber las bases, y a pesar de que Zoe y Tamara la alentaban a que se las saltase, ella siempre les dijo la frase que tantas veces le había dicho su madre: “Las cosas hay que hacerlas bien desde un principio, si no, cada vez irá todo a peor y terminará muy mal”. Ella era capaz de entender la frase de Aurora, y sabía que en ese caso era más importante que nunca seguirlo.
Al final de la tarde, Amelia se despidió de Mari Trini y de Bianca, pues decidió volver a casa y ver a su madre, pues a pesar de que para ella solo habían sido unas horas, para Aurora habían sido más de cinco días, y no era cuestión de preocupar o molestar a su madre. También se despidió de Zoe y Tamara, ya que estas se despidieron de ella diciendo que tenían que hacer un par de cosas antes de volver a la casa principal, por lo que la pequeña volvió sola.
Aurora se encontraba en su cuarto de brujería, buscando en los libros un hechizo y poción concretos, pero no los encontraba, y eso le molestaba, maldecía el momento en que encantó ese libro para que nadie lo encontrara, ya que ese libro contenía algunos de los hechizos y pociones más poderosos que existían, y precisamente por eso decidió encantarlo, para que nadie pudiera rastrearlo, pero ahora por esa misma razón no podía usar la magia para encontrarlo, lo cual la exasperaba.
-¡Ah! - grito Aurora completamente molesta y frustrada.
-Tranquila, sea lo que sea lo que te pasa, estoy seguro que lo solucionarás - dijo Andrew entrando, ya que la escuchó gritar mientras abría.
-Yo no estaría tan seguro - dijo la híbrida mientras seguía con su búsqueda.
Andrew suspiró, su relación había mejorado, pero para el alpha no era suficiente, quería tener una relación formal con ella, así podría marcarla y deshacerse de Zoe, la cual había estado más pesada de lo normal, todo porque, según ella y en parte era verdad, Andrew pasaba más tiempo con Aurora que con ella y la estaba dejando de lado cuando ella era su luna y no era justo, lo cual el alpha reconocía, ya que era plenamente consciente de ese distanciamiento, pero también le decía a Zoe una y otra vez que no era la luna de la manada, a lo cual Zoe siempre decía que ella era la más apta, cosa que Andrew y la mayoría estaban en desacuerdo.
Por otra parte, Aria estaba en el campo de entrenamiento practicando con los guerreros, Diego de vez en cuando se unía, pero la mayor parte del tiempo estaba ocupado, pues recientes ataques de brujas a manadas y clanes de la zona les habían puesto alerta, y Diego junto a Marius se encargaban de asegurar la zona junto a un grupo de guerreros; algunas veces iba Andrew, pero principalmente eran Diego y Marius, más Marius al ser el único sin tener mate.
Al llegar a la casa principal, Amelia subió a toda prisa a su cuarto, llevaba con ella la mochila que usó para fingir que se llevaba unas ropas al irse con una amiga, y allí tenía la túnica, la varita y el libro de hechizos, ya que a ella le hacía mucha ilusión, y Zoe y Tamara también le dijeron que aprovechara para leer un poco antes de irse a dormir, así adelantarían, cosa que estaba de acuerdo la pequeña, además de estar muy emocionada.
Nada más llegar a su cuarto escondió la túnica entre su ropa, el libro entre los libros que tenía, ya que le habían traído algunos de su casa y había cogido algunos de la biblioteca, claro está, con permiso, y después de unos minutos sin saber dónde esconder la varita, finalmente optó por esconderla en un jarrón con flores de papel que tenía en una mesita, y para asegurar que estaría camuflada, cogió una pequeña cuerda y unió la varita con una flor, así sería más difícil que la vieran.
Una vez estuvo satisfecha con los escondites, bajó felizmente hacia el comedor, ya era casi la hora de la cena, quería ver y abrazar a su madre, además de comer, tenía hambre, había cogido el apetito de sus padres, y también su constitución, por lo que la pequeña no engordaba nada a pesar de comer bastante, lo cual agradecía, le encantaba ser como era, y en ese momento que ya era bruja, estaba más contenta consigo misma.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top