25. Una niña, una hija

La noche fue algo incómoda para Aurora, dormir en la misma cama que Aitor, quien a pesar de ser su marido, ella no sabía casi nada de él, agradecía el hecho de que él no se hubiera acercado a ella por estar molesto, le había ahorrado una noche mucho más incómoda, pues la sola idea de dormir abrazada a un hombre que realmente no conocía, le provocaba en ella una mueca de desagrado.

La despedida también fue algo fría, él casi no le dirigió la palabra y solo la miró una vez, a diferencia de a Amelia que se despidió de ella muy cariñosamente. Por suerte para Aurora, su enfado le había salvado de varias situaciones incómodas y de tener que darle un beso en los labios, hecho que solo pensarlo le hacía poner una cara como si hubiera chupado un limón.

Dave se fue con Aitor completamente aliviado de que Aria se quedara en ese lugar, aliviado de alejarse de ella y de no tenerla cerca en el trabajo, al menos por un tiempo, el suficiente para que ella se centrara en otras personas en quien matar y se olvidara de él, o eso esperaba, por no decir que rezaba a Dios para que así fuera.

Amelia estaba un poco triste porque su padre se fuera, pero esa tristeza quedaba eclipsada por la emoción de quedarse allí, estar rodeada de licántropos y poder ver a su madre haciendo pociones y hechizos. Debía hablar con ella para saber si ella también podía hacer esas cosas, pedía internamente que así fuera, además de pedirlo en voz en grito mientras daba saltitos de emoción por ello.

La noticia de la presencia de Aurora y Aria se extendió por toda la manada a una velocidad impresionante, todos estaban encantados, no solo porque ellas ayudarían a terminar con esa horrible guerra, sino que podría significar el fin de los mandatos de Zoe y Tamara, las cuales ya se consideraban luna y pareja del beta y, por tanto, se daban el lujo de mandar sobre el resto, y no de una manera amable precisamente.

El hecho de que la posible futura luna fuera híbrida, casada y tuviera una hija, descolocó a la mayoría, principalmente lo segundo, lo primero realmente era una ventaja y no una desventaja, y lo tercero no parecía molestar al alpha, además de que todas las personas que conocían a Amelia quedaban encantados con ella, era pura energía y alegría, justo lo que la manada necesitaba.

Justo después de que Aitor y Dave se fueran, Andrew enseñó a Aurora el lugar donde podría preparar sus pociones, era el mismo lugar que en su línea temporal, y tuvo que sacudir la cabeza para no pensar en ello, no le hacía bien, esa era su nueva vida, y quisiera o no, no había vuelto atrás, no sabía cómo terminó allí, y por ende no sabía volver.

Mientras, Diego guió a Aria al lugar donde los guerreros entrenaban, algo un poco innecesario, ella ya había estado allí el día anterior, pero era cierto que no se acordaba exactamente por dónde se iba, por eso se dejó guiar por el beta, pero por más que él intentó entablar una conversación con ella, Aria no hizo el menor intento de hablar con él, lo cual decepcionó un poco a Diego, pero no lo hizo notar.

Amelia por su parte quiso ir a ver la manada, y nadie se lo impidió, por lo que ella lo hizo felizmente, saludando a todas las personas que la veían, y a tramos más que andar, saltaba sin poder contener toda su emoción y alegría, ese lugar y esas personas eran iguales que los libros de su madre, los cuales ella también había leído al adorar también el género de hombres lobo.

Más de una pareja adoraron a la pequeña, y más de uno le pidió a su pareja tener una niña, incluso hombres y mujeres que ya tenían una, pero querían tener otra, una como Amelia, la pequeña niña se estaba robando los corazones de los miembros de la manada a una velocidad vertiginosa, lo cual suponía un punto a favor de Aurora sin que ella lo supiera, y que Zoe y Tamara estuvieran más molestas, sobre todo la primera.

-Amorcito, ¿qué te parece si tenemos una hija?, esa niña humana hija de la híbrida parece agradar a la manada, estoy segura que una hija nuestra la adorarían - le dijo Zoe a Andrew con una voz que pretendía ser cariñosa, pero que en verdad era chillona y desagradable.

-Puede ser, pero aún no es tiempo de tener un hijo o una hija, no quiero que mi cachorro o cachorra nazca y se críe en medio de una guerra.

Zoe estaba molesta y enfurruñada, Andrew siempre le daba esa escusa para no tener hijos con ella, y se estaba cansando de ello, ella quería asegurar su puesto de luna, y tener al primogénito del alpha era una clara garantía, pero él no quería y siempre ponía medios en sus encuentros sexuales, los cuales tampoco eran muy frecuentes, a Andrew no le agradaba mucho el hecho de tocarla, mucho menos tener algo íntimo con ella, pero si no aceptaba eso de vez en cuando, ella estaría más insoportable que de costumbre, la verdad esperaba no tener que convertirla en luna. Zoe no llegaba ni a plato de segunda mesa.

Mientras Zoe salía del despacho con una inmensa furia y dando un portazo, Andrew realmente se planteaba tener una hija, pero claramente no con Zoe, sino con Aurora, aunque no le importaría adoptar a Amelia, la idea de dejar a Aurora embarazada y tener cachorros con ella le causaba una gran sonrisa, esperaba que la guerra terminara pronto y poder convertir su sueño en realidad, pues realmente no le agradaba demasiado la idea de tener un hijo en medio de la guerra.

Tamara al igual que Zoe había intentado engatusar a Diego para tener hijos, pero él al igual que Andrew se había negado, tampoco deseaba tener hijos con ella, e igualmente ponía la escusa de la guerra, aunque a él realmente no le preocupaba tanto, no le importaría tener un hijo en ese momento, pero estaba casi seguro de que Aria no aceptaría así como así, así que no tenía otra opción que esperar.

En un cuarto en el sótano, Aurora acomodaba algunos libros de hechicería y pociones, además de preparar un par de ellas que serían de gran utilidad en la guerra. Aunque su cuerpo se encargaba de hacer sus tareas, su mente daba vueltas acerca de Amelia, ella siempre quiso tener una hija, y su pequeña era todo y más de lo que había deseado, debía descubrir si era humana, híbrida o qué, pero en general estaba contenta y orgullosa de ella, además de preocupada por su seguridad.

Aria por su parte no se lo había planteado ni una sola vez, no se veía como una madre, sí como una tía consentidora y muy protectora, tal como era con Amelia, a la cual consideraba su sobrina, pero no como una madre, realmente consideraba que nunca lo sería, no tenía instinto maternal, tampoco había encontrado a un chico que le hiciera cambiar de parecer, en su cabeza se veía virgen y soltera de por vida.

Cada hombre y mujer de la manada tenía una visión de familia, con más o menos hijos, niñas o niños, aunque en ese momento la idea de tener una niña se estaba volviendo popular gracias a la pequeña nueva integrante de la manada. Algunos ya habían conseguido su familia soñada, otros aún esperaban pacientemente a su mate para lograrlo, pero en general, en todos era lo mismo: marido, mujer, y de un niño o niña hacia arriba, llegando a tener algunos hasta seis hijos, aunque eso no era lo común.

La vida de la manada era agitada debido a la guerra, pero eso no era impedimento para que el amor y el deseo de formar una familia no estuvieran ahí, pues sin eso, la gente no tendría fuerza para levantarse por las mañanas, era necesario la energía que producía esa alegría, y gracias a esa pequeña niña, esa energía había aumentado, y con ella la fuerza de la manada.

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Hola, lamento no haber actualizado la semana pasada, ando un poco bloqueada en este punto de la historia, pero intentaré que no vuelva a pasar.

También intentaré publicar otro capítulo esta semana para compensar, pero no prometo nada.

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