21. Ironía del destino

No podía creerlo, cuando por fin conseguía librarse de su vida en el mundo sobrenatural, el destino le ponía en esa encrucijada, volvía a estar en medio de la guerra, pero en ese caso era peor, solo era una humana, no tenía magia ni loba, su amiga tampoco era licántropo, y tenía un marido y una hija que proteger, sobre todo la segunda.

Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, uno que iba acompañado de una pequeña descarga eléctrica, era raro, agradable, pero a la vez curioso, no podía asociarlo con nada, no entendía lo que pasaba, tenía un presentimiento, pero a la vez sentimientos encontrados, por un lado era lo mejor, pero por el otro le molestaba.

Hola, me llamo Atenea.

Hola Atenea, me alegro de volver a oírte, justo en el momento adecuado.

Debía reconocerlo, que ella estuviera dentro suyo en ese momento era beneficioso, ya se quejaría más tarde de su suerte. Atenea estaba confundida, no conocía a la humana a la que le habían asignado, imaginó que era una convertida, pero no entendía por qué hablaba con ella como si ya la conociera.

Aurora se separó cuidadosamente de Amelia, ella seguía aterrada y llorando, lo cual partía el corazón de la híbrida, adoraba a los niños pequeños, y esa era su hija, no quería verla en ese estado. Usó su poder para activar la forma lobuna de Aria, si ella pudo volver a ser así sin la intervención de una bruja, su amiga podría volver a ser licántropo sin tener que hacer el hechizo de medianoche.

Así fue, Kiara despertó en el cuerpo de Aria, la cual se sorprendió de escuchar su voz en su cabeza y se sintió confundida en un principio, pero luego lo pensó mejor, si iba a morir, al menos lo haría luchando, por lo que no dudó en transformarse e ir al ataque, su cuerpo rebosaba adrenalina, la sensación de ser loba y acabar con sus enemigos la extasiaba, podría acostumbrarse a ello, el sentimiento de libertad al estar en forma lobuna, y la sensación de fiereza y fuerza que le transmitía desgarrar a sus enemigos con sus garras y colmillos.

Aurora no se quedó atrás, liberó a Atenea, la cual no entendió cómo era posible en un principio, luego al ver los hechizos de Aurora lo tuvo claro, era híbrida, le pareció curioso, pero lo dejó para más tarde, lo primero era matar a los atacantes para garantizar la seguridad del resto, ya que pudo notar que quienes la acompañaban eran importantes para ella, y dado que era su loba, la ayudaría a defenderlos.

A partir de ahí la batalla estuvo ganada, el poder de Aurora no había menguado, tampoco su dominio y conocimientos sobre la magia, quien la viera podría confundirla con una directora de orquesta, los movimientos que hacía eran parecidos, protegiendo a los aliados y acabando con los enemigos, por lo que no hubo ningún problema en conseguir la victoria.

Al terminar, se volvió a unir con Atenea, estaba agotada, sentía como si hubiera vuelto al principio de su entrenamiento con los hechizos, aunque en parte eso era lo que pasaba, su cuerpo no estaba acostumbrado a usar la magia, no era su cuerpo normal de híbrida, sino uno de humana al cual se le forzó a volverse híbrida, tal como en el inicio.

Y no solo ella se encontraba agotada y mal, también Aria, ya que al volver a ser humana y la adrenalina desaparecer, el dolor de la primera transformación y de las heridas que le hicieron junto al cansancio, hicieron que esta se retorciera de dolor en el suelo, maldiciendo a sus rivales, a su loba, al marido de su amiga, al estúpido de Dave y a su maldita suerte.

Los sobrenaturales que habían estado de su lado se sorprendieron y no entendían lo que pasaba, ambas mantenían su aroma de humanas, pero habían sido testigos de la transformación de Aria, de Atenea y de los hechizos de Aurora, así que era claro que no podían ser unas simples humanas, tal vez era cosa de un hechizo, pero eso no explicaba las condiciones en las que se encontraban.

Aitor seguía en su estado de shock, pero aún peor, ya que había visto a su mujer y a su amiga hacer cosas que no creía posibles, ya que a diferencia de ellas, él no era muy seguidor de lo sobrenatural, no le desagradaba, pero tampoco era muy fan, no como ellas y su pequeña hija, la cual había salido a su esposa, tanto en aspecto como en actitud, pero no por ello dudaba de su paternidad, conocía a su mujer y sabía que ella nunca haría algo así.

Por su parte, Amelia había dejado de llorar, estaba maravillada, su madre y tía eran fantásticas, su tía era una licántropo y su madre, realmente no estaba segura, pero sabía que bruja al menos era, solo las brujas podían hacer magia, o eso creía, no conocía el mundo sobrenatural realmente, solo lo que había leído en los libros y ya sabemos que no todo lo que uno lee es verdad.

Al final los licántropos que estaban en el grupo decidieron llevarlos a todos a su manada, a Red Moon, ya que Andrew era uno de los representantes de las especies unidas, y era necesario informar a todos de ese extraño caso, además de que no iban a dejar que el humano y la niña se fueran así como así, sería peligroso, no necesitan a humanos que también les cazasen, así que debían llevárselos y buscar al que se había escapado.

-Hola, mi nombre es Cristian - dijo el licántropo que se acercó a ellas.

Aurora y Aria se miraron, estaban agotadas y en no muy buenas condiciones, y aunque el chico frente a ellas intentaba ser amable, a ninguna de las dos le dió buena espina, debían estar alertas y preparadas para pelear si fuera necesario, aunque dudaban mucho de poder hacer algo en ese momento.

-Aurora - dijo jadeante Aurora mientras se ponía de pie.

-Aria - dijo Aria intentando fingir que no estaba tan cansada, aunque fue obvio cuando Aurora la tuvo que ayudar a levantarse.

-Yo me llamo Amelia - dijo la pequeña sonriente sin ser consciente de lo que pasaba - y ese de ahí es mi padre Aitor.

-Encantado pequeña - Cristian intentó acercarse a Amelia, pero Aurora cubrió a su hija con su cuerpo - supongo que Aurora es tu madre.

-Sí, soy su madre, y no te quiero cerca de mi hija - dijo seriamente Aurora, Cristian la observó y asintió.

-Entiendo - dijo sincero - no es mi intención hacerle ningún daño, pero si no quieres que me acerque a ella, no lo haré - Aurora asintió - aún así, debo pedirles que nos acompañen, el alpha querrá conocerlas.

Ambas se miraron, no tenían muchas probabilidades de vencer si se enfrentaban a ellos, pero si decidían acompañarlos, tal vez consiguieran convencer al alpha para que les dejase marchar, debían pensar en su seguridad, y esa era la solución más inteligente, si al final resultaba ser una trampa, ya se las apañarían para salir ilesas, hasta entonces, debían ser pacientes.

Los licántropos transformados en lobos se ofrecieron para llevarlos, pues era claro que ellas no podrían llegar muy lejos en su estado actual, la pequeña aunque estaba bien, los retrasaría, y el hombre aún no había salido de su estado de shock, por lo que no se movería por sí mismo, así que lo mejor era llevar a todos en sus lomos.

Amelia disfrutaba del paseo, le resultaba curioso y maravilloso esa sensación, el hecho de estar siendo llevada por un licántropo en su forma lobuna. Mientras, las chicas, se preparaban mentalmente para cualquier circunstancia que pudieran encontrar, no sabían a dónde iban, y ambas tenían un mal presentimiento, por lo que debían estar alertas a todo.

Cuando al final llegaron a su destino, Aurora no podía creer su suerte, otra vez había ido a parar a la manada de Andrew, solo que esa vez las circunstancias eran otras, aunque a ella se le hacía bastante parecida, casi le parecía una ironía del destino todo lo que estaba viviendo en ese momento.

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