19. ¿Qué es esto?
Aurora despertó en una cama, en una habitación, no recordaba cuándo se había quedado dormida, tampoco reconocía el lugar, esa no era la habitación del hotel donde se estaban quedando, mucho menos era su habitación en la manada, y Andrew tampoco estaba ahí, estaba sola en la cama, pero se notaba que ahí habían dormido dos personas.
Se levantó totalmente confundida, pero decidida a pedir explicaciones a su marido, por lo que se levantó, se vistió con lo primero que vio, y salió del cuarto. Al salir tampoco reconoció el lugar, ¿otro hotel?, lo dudaba, más bien parecía una casa de dos plantas. Oyó risas en la planta de abajo y rápidamente bajó las escaleras para ir hacia las risas.
-Mamá, mira la que está liando papá.
Aurora se quedó congelada en el marco de la puerta de la cocina, una linda niña, muy parecida a ella y probablemente de la edad de cuatro o cinco años, le había llamado mamá, y se había referido al hombre cubierto de harina como papá, el cual no era Andrew, no le gustaba lo que estaba pasando.
-Lo siento cariño, intenté hacer unas tortitas, pero nuestra pequeña traviesa me distrajo cuando estaba con la batidora y, bueno, ya ves lo que ha pasado - dijo el hombre y le dió un beso, Aurora estaba completamente petrificada.
-Eso no es cierto, yo quería ayudar, pero papá no me dejó, y como resultado se ha vuelto fantasma - dijo la pequeña haciendo un puchero.
-Cariño, ¿estás bien?, mira que yo estoy blanco por la harina, pero tú realmente te ves pálida, ¿te encuentras mal?
Aurora estaba al borde del cortocircuito, no sabía lo que estaba pasando, solo sabía que, por alguna extraña razón, se encontraba en una realidad diferente donde ese chico era su marido, y la pequeña era su hija. No sabía qué hacer, tal vez todo era un sueño, por lo que se pellizcó la mejilla para estar segura, desgraciadamente, no era un sueño, por lo que no le quedaba otro remedio que improvisar.
-Pues no, esto no es un sueño, con lo bien que me había levantado yo esta mañana - dijo intentando parecer natural, y debió de conseguirlo, ya que la pequeña se rió de la acción y palabras de su madre.
-Descuida, yo me encargo de limpiar - dijo el que debía ser su marido.
-Más te vale, y tú también, jovencita.
-Jo, pero mamá - se quejó la niña.
-Nada de peros, yo también ayudaré y así terminamos primero.
Ambos sonrieron y los tres se pusieron a limpiar el desastre de la cocina, mientras, Aurora tuvo algo de tiempo para pensar, pero no veía una causa factible de lo que podía haber causado todo eso, ahora tenía un marido completamente diferente al que tenía, además de una niña pequeña, aunque por el poco tiempo que llevaba en esa realidad, su vida no se la veía mal, al contrario, era como el ideal de vida que creía que tendría.
-¿A qué día de la semana estamos? - preguntó Aurora mientras comía una tortita, al final sí las habían hecho.
-Hoy te has levantado con la cabeza en las nubes - dijo su marido de forma burlesca, pero no por ello se libró de una mala mirada - estamos a domingo, hoy es la cita en el bosque con Aria y Dave.
-¿Qué cita? - él se rió.
-Sí que andas mal hoy - se burló - hemos quedado con Aria y Dave en el bosque hoy a las seis para una cita encubierta, ya sabes que Dave está enamorado de ella, solo hay que darle un empujoncito a Aria.
-A Aria no le va a gustar cuando se entere - pensó en voz alta.
-Lo sé, pero Dave es un buen chico, además de que así Aria no estará sola.
La charla siguió por un rato, por lo que Aurora pudo conseguir más información sobre esa nueva vida que tenía, al parecer era maestra de infantil en la escuela donde estaba su hija, la cual se llamaba Amelia y tenía cuatro años. El nombre de su marido era aún un misterio, pero también había logrado saber que Aria era inspectora de policía y que el tal Dave también era policía y de la misma comisaría, además de un amigo de su marido.
Al menos ya tenía los conocimientos básicos, salvo por el nombre del chico a su lado, pero un apodo cariñoso como hacía él sería más que suficiente por el momento, el problema sería a la hora de ponerse cariñosa con él, abrazarlo, besarlo, incluso cuando durmieran juntos, debía fingir que todo estaba normal, que lo amaba y no era para nada un desconocido.
Debía encontrar la forma de volver a su vida normal, ese fue su primer pensamiento, pero luego lo pensó mejor, esa vida era todo lo que ella había querido, ser una humana normal, con una vida normal, incluso ya tenía familia, un nada feo marido y una hija encantadora, ¿por qué renunciar a eso?, ¿por qué volver al caos cuando allí tenía todo lo que deseaba?
No iba a volver, al menos no por el momento, quería disfrutar un poco de esa paz, ver cómo se desarrollaban las cosas, y tal vez, quedarse allí para siempre, o más bien lo que durase su vida, si era humana, no viviría más de los cien años, pero no le importaba, la vida media de una humana era suficiente para ella, no necesitaba más.
Las horas fueron pasando, los tres se divertían en familia, jugando a juegos de mesa, y terminando un puzzle que había empezado, tanto su marido como su hija, les gustaban los puzzles como a ellas, ¿quién era el que había diseñado esa realidad?, pues parecía que la había hecho especialmente para ella, adaptada a todos sus gustos, preferencias y sueños.
Casi se sentía en una nube, ya no le importaba cómo había sucedido, sencillamente daba las gracias por semejante regalo, podría acostumbrarse a vivir esa vida, claro, tendría problemas a la hora de recordar las cosas del pasado, ya que no conocía su pasado en esa realidad, pero ya se iría informando de apoco, y si no, un falso buen golpe en la cabeza y amnesia serían su solución.
-Amelia, prepara las cosas que quieras llevar, iremos al bosque en un rato - avisó Aurora a su hija, hasta disfrutaba en pensar en la pequeña como su hija, siempre quiso tener una niña.
-Voy - avisó Amelia.
Aurora no tenía un buen presentimiento sobre la cita en el bosque, y así mismo se lo dijo a su marido, pero él le quitó importancia diciendo que serían los nervios por la reacción de Aria ante su pequeña trampa. Aurora asintió no muy convencida, aunque ese era un factor a tener en cuenta, conocía el mal genio de su amiga, aunque a lo mejor ella era diferente en esa realidad, pero lo dudaba enormemente.
Al final llegó la hora y partieron al punto de encuentro, su casa quedaba a las afueras de un pueblo muy cerca del bosque, por lo que no tenían vecinos y necesitan el coche para ir a cualquier lado, pero eso no les preocupaba, nada se podía comparar con la tranquilidad que se respiraba en ese lugar. No les llevó ni cinco minutos llegar al lugar, y apenas estaban bajando cuando vieron los coches de Dave y Aria.
-Dave, me alegra que hayas venido - dijo el marido de Aurora.
-Aitor, gracias por invitarme - dijo el tal Dave saludando a su amigo, Aurora tuvo que aguantar las ganas de reírse, ya conocía el nombre de su marido, pero nunca pensó que se llamaría así.
-¿Y este qué hace aquí? - preguntó molesta Aria a Aurora.
-Lo siento, no fue idea mía, ya sabes que esos dos son amigos - respondió Aurora, a lo cual Aria hizo una mueca.
-Tía Aria - el grito alegre de Amelia sacó una pequeña sonrisa a Aria.
-Hola pequeña.
Aurora y Aria eran como hermanas, no solo en la otra dimensión sino también en esa, por lo que Aria era como una tía para Amelia, además de ser su madrina, esa niña y su alegría era lo único capaz de aplacar mínimamente su enfado porque Dave estuviera ahí.
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Hola, ¿qué os ha parecido el capítulo?, ¿os esperabais este giro en la trama?
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