13. Esto se acabó
Después de terminar todo lo que tenían que hacer y hablar con las hadas, los chicos se encaminaron al punto de encuentro, aún les quedaba bastante tiempo, habían terminado antes de tiempo, lo cual alegraba a Aria, ese hada se le había insinuado demasiadas veces durante su estancia ahí, y para colmo de males, Diego no había hecho nada ni una sola vez, tenía que hablar con él con urgencia.
-Andrew, ¿te importa adelantarte?, necesito hablar con Diego en privado - dijo Aria en algún punto del camino.
-Claro, os espero allí - respondió Andrew y se fue.
-¿Qué pasa? - preguntó Diego nervioso.
Aria suspiró, no sabía cómo comenzar, no quería terminar con él como tal, sino hacerle reaccionar, debía buscar la forma de que él se diera cuenta de lo que pasaba y cambiara, no deseaba asustarlo, pero no encontraba ningún otro modo de que empezara a actuar, no aguantaba más su actitud sumisa y ausente.
-Diego - dijo y carraspeó, sería difícil - eres un chico muy lindo - dudó en sus palabras, nunca había tenido que tener una charla como esa - pero tu actitud me tiene harta - intentaba ser lo más suave posible.
-¿Qué actitud? - Aria lo miró con cara de ¿en serio?, a lo cual Diego se puso aún más nervioso.
-No sé, ¿tal vez tu actitud sumisa insufrible? - después de decirlo se dió cuenta que no se había podido controlar, sería difícil.
-¿Y qué quieres que haga? - preguntó Diego, otra vez, en plan sumiso.
-¿Lo ves?, lo estás volviendo a hacer, nunca haces nada por tu cuenta, siempre es lo que yo te digo, ten un poco de iniciativa.
Aria ya estaba gruñendo de la frustración, su modo de actuar, incluso en esa conversación, era sumisa, y odiaba eso. Diego por su parte tenía miedo, hacía mucho tiempo que empezó a comportarse así por miedo a que lo dejara, después de la última discusión que tuvieron acerca de tener un hijo, donde ella le amenazó con dejarlo y que se buscara a una mujer con la que tener hijos, él cambió por completo.
Reconocía que era muy sumiso, pero no entendía cuál era el problema, desde que cambió de actitud habían tenido menos discusiones, antes él era más celoso, posesivo y decidido, y ellos siempre estaban discutiendo, si no era por el tema de su descendencia, era por cualquier otro tema. Él cambió por ella, para que su relación mejorase.
Aria en cierta forma echaba de menos esas discusiones, no por el hecho de discutir en sí, sino de ver a Diego peleando por lo que deseaba, aunque solo fuera verbalmente, eso le gustaba a Aria, que su pareja fuera valiente y decidida, capaz de plantarle cara. Ese no era el Diego del cual se enamoró, solo era una mala replica.
-Mira Diego, yo necesito a un hombre que vaya a mi lado, no por detrás.
Eso lo entendía, eso y más merecía su mate, pero no veía cómo congeniar ambos aspectos, no llegaba a entender que Aria prefería mil veces al Diego de antes, cabezota y decidido, al sumiso y ausente que era en ese momento; no aguantaba más, o lo solucionaba, o lo mejor era terminar.
-Esto es así, o cambias, o esto se acabó.
-No sé muy bien cómo cambiar - reconoció Diego.
-Entonces adiós - sentenció Aria.
Aria empezó a alejarse de él por el camino hacia el punto acordado. Diego se quedó ahí, era como si su cuerpo se hubiera vuelto de piedra, era incapaz de dar un paso, de decir una sola palabra, la había perdido, después de todo la había perdido, se había quedado solo.
Aria seguía caminando, de vez en cuando miraba para atrás esperando que él fuera por ella para decirle que cambiaría, que volvería a ser como antes, que volverían a ser la pareja que fueron, pero no apareció, no había rastro de él, la había dejado marchar, había sido tan tonto como para no intentar detenerla.
¿Ese idiota no viene o qué?, ¿cómo pude fijarme en él?
No eres la única molesta, Rafael también está muy molesto con él.
No entiendo cómo él y su lobo pueden ser tan distintos.
Misterios de la vida, aunque tú y yo tampoco somos muy parecidas que digamos.
Cierto.
Iba tan distraída pensando en Diego y hablando con su loba, que no se dió cuenta del ligero movimiento que había en los árboles de su alrededor, por lo que no fue capaz de evitar que le dieran con un dardo sedante en el cuello, cuyo somnífero era tan potente que cayó inconsciente a los pocos segundos.
El misterioso hombre que le disparó salió de su escondite, cogió el cuerpo dormido de Aria, y se fue, no correría el riesgo de que alguien le pillara, no quería encontrarse ni con la pareja de la chica en sus brazos, ni mucho menos con su amiga híbrida, no quería terminar convertido en sapo.
Diego después de varios minutos, consiguió que su cuerpo reaccionara, se sentía triste, cansado, sin fuerzas para seguir adelante, Aria era su todo, y la había perdido, su lobo tenía razón en llamarle todo eso, cobarde, miedica, calzonazos, blandurreo, y muchas otras cosas más le llamaba, se lo merecía, era un idiota.
Como pudo empezó a andar, a ir al punto acordado, iba despacio, no tenía prisa, no quería ver a la mujer que amaba ignorándolo completamente, porque eso se esperaba cuando llegara allí, por no hablar de la cara de decepción de sus amigos, no creía poder aguantarlo, pero tarde o temprano debía afrontarlo.
El camino fue pesadumbroso, sin necesidad de su lobo, su propia conciencia le estaba recriminando su forma de actuar con Aria, se culpaba por lo sucedido, la había perdido por idiota, por imbécil, nunca se lo perdonaría, porque conocía a su pareja, o eso creía, y pensaba que ella nunca cambiaría de parecer.
El trayecto se terminó, podía ver el punto de encuentro aunque estuviera con la cabeza gacha, no quería ver a los ojos a ninguno, no podría sin hundirse aún más, a esas alturas, lo más seguro era que Aria les hubiera contado lo sucedido, solo esperaba que tuvieran un poco consideración y no mencionaran el tema.
-¿Y Aria?
La pregunta de Aurora lo confundió, ella se había ido de su lado hacía rato, ya debería haber llegado, tal vez estaba malinterpretando la pregunta, pero no creía que fuera eso, tampoco es que se animara a levantar la cabeza para mirar a Aurora o para buscar a la que, hasta hace unos minutos, era su pareja, por lo que decidió preguntar.
-¿No está con vosotros? - respondió Diego sin levantar la cabeza.
El silencio de la híbrida ya era una respuesta en sí, además de que buscó su olor, aunque ella había cortado con él, no lo había rechazado, su olor de mates seguía siendo el mismo, pero aún así no sintió su olor. Asustado, levantó la cabeza para buscarla, confirmando que no estaba allí, ¿a dónde se había ido?, se preguntaba.
Su preocupación ante la ausencia de Aria se vio interrumpida cuando Aurora, hecha una furia, lo estampó contra el tronco de un árbol, agarrándolo de la camisa y elevándolo en el aire. La híbrida tenía los ojos negros, eso era mala señal, significaba que estaba a punto de perder el control, por lo que Diego se asustó.
-Escúchame bien, como le haya pasado algo a mi mejor amiga por tu incompetencia, juro que no volverás a ver la luz del día, ¿entendiste?
Diego solo asintió, estaba muy asustado, su luna no era de las que amenazaba en balde, y era muy capaz de cumplir esa promesa, y tal vez ni Andrew podría impedirlo. Pero no solo temía por su vida, sino también por la de su mate, no quería que la pasase algo, debía encontrarla y rescatarla, por el bien de Aria, y el suyo propio.
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