Capítulo 6: La Cabaña

Se quedó asombrada ante tal hallazgo, pues no sabía de la existencia de la cabaña, ya que el tiempo que vivió allí no había tal cosa, puesto que de niña se metía de seguido a explorar el bosque. Lo hacia todos los días después de llegar de la escuela, era su entretenimiento preferido hasta que un día en una de sus aventuras termino resbalando y cayendo en un pequeño pozo, la caída termino dislocándole el hombro por lo que su padre le prohibió de manera definitiva ingresar a ese bosque.

Se quedó allí mirando por unos instantes la estructura, hasta que dio unos pasos acercándose más, rodeo la casa mirando cuidadosamente, por las ventas de vidrio, aunque no se podía ver nada por el inmenso polvo que cubría el cristal.

Por el estado de la cabaña dedujo que llevaba un buen rato abandonada. Se paró frente a la puerta principal e intento abrirla, la puerta hizo un fuerte ruido, pero aun así pudo abrirla hasta la mitad. Los rayos del sol lograron iluminar levemente la habitación.

Con cuidado cruzo el umbral y se adentró en la cabaña. El interior estaba polvoriento, a medida que sus ojos se acostumbraban a la penumbra pudo apreciar muebles viejos y algunos objetos abandonados allí.

Mientras exploraba por el interior de la cabaña pudo encontrar, una habitación, ingreso para encontrarse con una mesa en el centro, en la mesa pudo observar algunas libretas, algunos papeles, una botella de whisky vacía junto algunos vasos y una fotografía, removió el polvo para poder divisar a cinco hombres en la fotografía, uno de ellos era Ricardo, su padre, otro era Arthur Black, mientras que los otros tres eran totalmente desconocidos para ella.

También había una pequeña caja de madera, en su interior pudo hallar lo que parecería ser un mapa del bosque, después encontró una llave, junto a un papel que tenía escrito lo siguiente:

23 de junio 1993. Muelle.

Aquello sorprendió a Sofía, inmediatamente comenzó a preguntarse de que trataba todo esto, que significado tendría esa fecha más el muelle y la llave.

Sin dudas esto es algo que tendría que investigar para tratar de entender el contexto de lo que aquello significaba. Guardo el papel y la foto junto con la llave en el bolsillo de su pantalón para seguir explorando el resto de la cabaña, ingreso a otra habitación donde no pudo encontrar mucho más que una cama vieja junto a algunos muebles. No había mucho que ver en esa habitación por lo que decidió salir nuevamente, siguió por un pequeño pasillo hasta llegar a otra puerta la cual tenía consigo la llave, cuidadosamente pudo abrir la puerta haciendo un fuerte estruendo debido a lo oxidada que estaba, aquella puerta era la salida de la parte trasera de la cabaña.

A las afueras había mucha vegetación, sin embargo, pudo visualizar un camino de tierra, no estaba segura de seguir o no, no conocía nada de donde se andaba atravesando, pero de todas formas lo siguió. Luego de un buen rato caminando pudo llegar al final del camino de tierra, este tenía una salida en un camino asfaltico. Sofía miro en ambas direcciones y no pudo ver mucho, solo árboles.

No tardó mucho en suponer que esa era la vía por donde ingresaban los hombres para llegar a la cabaña a tener reuniones con su padre, ya que según la foto que encontró es eso lo que hacían, probablemente se juntaban a jugar póker y beber.

Mientras caminaba de vuelta no pudo evitar tener esa sensación de angustia, miedo de que tal vez había un par de cosas que su difunto padre había ocultado, primero lo del testamento, ahora lo de la cabaña.

¿Sera que hay más de lo que había creído saber?

Esa pregunta comenzó a rondar por su mente mientras regresaba a casa.

En la parte trasera de la casa, Martha se encontraba mirando fijamente por donde se había marchado Sofía, miraba constantemente su reloj, ya habían pasado más de dos horas y ella no regresaba. La preocupación comenzó a invadirla de a poco.

María se acercó lentamente hacia ella.

—¿Se encuentra bien señora? —pregunto la empleada.

—Estoy bien, solo ando un poco preocupada por Sofía, la vi partir hacia el bosque y no regresa.

—Oh es eso.

—Así es, empiezo a temer.

—No hay nada que temer señora—dijo María—. Allí no hay nada, solo árboles, y vegetación no tan espesa.

Martha dejo caer un suspiro pegando la mirada al suelo.

—Igual temo que se pierda o algo así.

—Eso no va a pasar.

—¿Cómo es que estas tan segura de eso? —pregunto Martha girándose hacia la empleada.

—Porque allí viene la señorita Sofía—contesto María.

Martha vio a su ahijada caminando lentamente hacia ellas, al verla sintió un gran alivio.

—Hola—saludo Sofía al llegar junto a ellas—¿Qué hay de nuevo?

—¿Por qué tardaste tanto? —inquirió Martha.

—Había mucho que pensar y el lugar es el indicado para hacerlo.

Martha solo asintió la cabeza. Sofía dirigió la mirada hacia María quien seguía parada allí.

—¿Sucede algo María? —pregunto al notar una inquietud en ella.

—Nada señorita, es solo que los empleados llevan un buen rato esperándola—contesto—. Usted dijo que hablaría con ellos.

—Es verdad.

—Pero solo si usted está dispuesta, ellos la entenderán si no puede.

—¿Dónde están?

—En la sala—contesto la empleada.

—Pues vamos, no puedo seguir alargando esto.

Sofía camino a la casa seguida por Martha y María. Al ingresar pudo escuchar algunos murmullos de los empleados que cesaron rápidamente cuanto ella llego a la sala.

Todos se quedaron mirándola fijamente.

—Bien creo que la mayoría me conoce—comenzó diciendo—. No daré muchas vueltas al asunto.

Todos los empleados estaban mirando atentamente.

—Mi padre desgraciadamente fue asesinado en esta casa, por lo que he tenido que regresar para ocuparme de sus asuntos entre los cuales también se encuentran ustedes.

→Ahora, tengo entendido que varios están consternados, dudando de que va a pasar de ahora en adelante, y les entiendo. Digo es normal, tu jefe es asesinado, viene su hija a ocupar su lugar y no tienes idea de cómo va actuar. Que acciones va a tomar y cosas así.

Todos seguían en completo silencio.

—Créame una cosa, yo tampoco sé cómo actuar—espeto—. Lo único que es que tengo que hacerme cargo de un centenar de cosas, así que no daré otra vuelta más.

→Aquel que quiera seguir trabajando aquí, podrá hacerlo sin problema alguno—mustio Sofía mirando fijamente al grupo el cual era alrededor de veinticinco personas—Y aquel que quiera marcharse, es libre de hacerlos. Si no se sientes seguros o cómodos con mi presencia, tiene la total libertad de irse a buscar otro rumbo en su vida.

Un pleno silencio de apodero de la sala. Sofía se quedó allí esperando que alguien diga algo, sin embargo, ninguno de los presentes se atrevió a decir nada.

—Les hare la cuestión más fácil—dijo entonces—. Levanten la mano los que o quieran seguir sirviendo a esta casa.

En segundos la mayoría comenzó a levantar la mano. Tan solo cuatro personas, incluyendo a María no levantaron la mano.

—Bien, eso es todo—dijo—. El abogado se contactará con ustedes para darles sus respectivas indemnizaciones.

Todos asintieron con la cabeza.

—Les deseo lo mejor a todos, gracias por haber servido durante tanto tiempo a mi padre.

Los empleados comenzaron a salir de la casa, algunos se iban a sus habitaciones a retirar sus pertenencias, otros se salían directamente de la casa.

—Los que quedan, me acompañan al estudio por favor.

Dicho eso se dirigió al estudio y tomo asiento, los empleados restantes ingresaron detrás de ella.

—Bien, quedan cuatro eh—dijo con una sonrisa—. Díganme ¿porque se quedaron?

—Llevo más de quince años trabajando aquí—contesto primeramente María—. Le debo mucho a esta familia, además tengo una hija en la universidad.

—¿Es enserio?

—Sí, estudia psicología.

—¿Vive sola en tu casa? —pregunto Sofía.

—Así es—asintió la empleada—. Suelo visitarla los fines de semana.

—Me parece muy admirable eso—asintió—. Desde ahora podrás ir a visitarla con más frecuencia. Todas las veces que quiera.

—¿Señorita usted está hablando enserio? —pregunto María Emocionada.

—Claro que sí.

—Gracias

Dicho eso dirigió su mirada a otras dos mujeres que encontraban en el estudio.

—¿Ustedes son?

—Elsa—contesto una de ellas, una mujer alta, cabello castaño, de unos treinta y cinco años.

—Helena—contesto la otra, una mujer bastante joven.

Sofía les pregunto porque decidieron quedarse. Elsa le contesto diciendo que lleva trabajando cuatro años en la casa y que es muy difícil conseguir otro empleo.

Helena contesto diciendo que necesita el trabajo para seguir estudiando por las noches.

—Bien, Elsa y Helena. Me alegra mucho que hayan decidido continuar trabajando aquí—espeto—. Si necesitan algo, no duden en decírmelo a mí o mi madrina Martha.

Las chicas asintieron con la cabeza.

—¿Y tú quién eres? —le pregunto a un muchacho que se encontraba allí.

—Me llamo Anthony y soy parte del personal de seguridad.

—¿Qué edad tienes?

—Veintidós.

Sofía no pudo evitar la sorpresa.

—No crees que eres muy joven para ser parte del personal de seguridad.

El muchacho rio levemente.

—Todos me dicen eso, pero no lo creo—contesto—. Me uní muy joven a la academia militar. Así que no se preocupe, tengo preparación.

—Eso me tranquiliza mucho, pues en tu caso Anthony tendré que buscar a alguien más que coopere contigo, ya que no podrás tu solo.

Anthony asintió.

—Bien, de ahora en más solo seremos nosotros en esta casa.

Todos asintieron con la cabeza.

—Pueden retirarse—dijo entonces—. Menos tu María, debo hablar algo contigo.

Espero a que los demás salieran para decir:

—¿Qué sabes del mayordomo?

—Nada, no lo he visto desde el día que paso todo—contesto la empleada—. Lo he llamado toda la mañana, pero no me contesta.

—Entiendo.

—Me es muy raro que no se haya presentado a trabajar—comento María.

—Lo mismo digo—asintió Sofía—. Puedes retirarte María, si no sabemos nada de el por el esto del día, mañana mismo iré a buscarlo.

María salió del estudio.

—No te parece muy extraño—comenzó diciendo Martha—. Que el noventa por ciento de los empleados hayan decidido marcharse.

—Por supuesto que sí, esto me parece muy extraño—afirmo Sofía—. Algo está pasando, y no me gusta.

—¿Qué piensas hacer ahora?

—Pues enviare la lista a Luke, estoy segura de que más de uno sabe cosas.

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