Capítulo 4: Adiós Padre
La mañana estaba nublada, una brisa fría envolvía el ambiente en el que ya se encontraban centenares de personas que asistían al funeral del señor Ricardo Martínez, todo tipo de figuras se encontraban allí.
Sofía estaba sentada al frente, escuchando las palabras del sacerdote quien estaba llevando a cabo la ceremonia. Una lagrima se deslizaba por su mejilla mientras el ataúd era depositado en la tumba, el señor Martínez estaba siento enterrado en un sitio privado perteneciente a la familia Martínez, allí yacían varios miembros de la familia Martínez.
Muchas personas se acercaban a ella para darle el pésame, sin embargo, nadie llamo tanto su atención hasta que vio acercarse a dos hombres, ambos iban vestidos con trajes más que elegantes, uno era de avanzada edad, de unos 60 años para arriba, estaba calvo en su totalidad. El otro era mucho más joven de unos cuarenta y cinco más o menos.
—Sofía Martínez—dijo el mayor—. Mis más sinceros pésames por la muerte de tu padre.
Este le extendió la mano y ella la tomo.
—Gracias.
—Mis pésames para ti—dijo el otro.
—Gracias.
Sofía se mostraba bastante reservada con la gente.
—Tal vez no me conoces, pero yo soy...
—Arthur Black—interrumpió Sofía—Socio de mi padre en los negocios.
El hombre mayor de nombre Arthur sonrió levemente.
—Y tú eres Josep García—dijo señalando al más joven.
Los dos quedaron levemente asombrados ante el hecho.
—Vaya, a pesar de estar fuera. Estas al tanto de algunas cosas—indico Arthur.
—Bueno, digamos que tenía una buena comunicación con mi padre.
El hombre se limitó a asentir con la cabeza.
—Era un buen hombre—musito Josep—. Una pena que haya terminado asi.
—Estoy totalmente de acuerdo con eso—espeto Arthur—. Ricardo fue un gran amigo, aparte de ser un genio en los negocios. Era muy buen amigo, alguien que estaba en las buenas y en las malas.
—Lo sé, mi padre era una buena persona. Tenía un carácter duro, pero un buen corazón.
Los dos asintieron con la cabeza.
Sofía observo el lugar encontrándose con muchas personas, no conocía a casi ninguna, excepto a los dos hombres que estaban frente a ella, pues su padre le había contado en más de una ocasión sobre negociaciones que llevaba con ellos, aunque no sabía con exactitud de que trataban dichos negocios.
—¿Y qué piensas hacer ahora Sofía? —Pregunto de repente Arthur—. Digo, es un difícil momento, pero tu padre dejo muchas cosas por resolver.
—Es verdad, no te quiero asustar, pero tendrás mucho que hacer—comento Josep.
Sofía hizo una mueca antes de contestar:
—Pues les soy sincera, no que hare. Lo primero será reunirme con su abogado personal, ya después tendré las cosas más claras—los dos hombres asintieron con la cabeza.
—Te deseo, toda la suerte del mundo—dijo Arthur—. Y ya ni hace falta decirte que cuentas conmigo para lo que necesites.
Este le entrego una tarjeta y ella lo tomo.
—Lo mismo te digo—espeto Josep.
—Gracias.
—Una pena contigo, pero ya nos tenemos que retirar. Los negocios no se detienen a pesar de todo—comento Josep.
—No se preocupen, no volveremos a ver—Arthur asintió con una sonrisa de boca cerrada—. Supongo que tendremos que hablar sobre los negocios que tenían con mi difunto padre.
La expresión de ambos señores repentinamente.
—No te preocupes por eso, será más adelante—comento Arthur antes de retirarse del lugar.
Sofía vio como ambos señores caminaban a paso lento entre la multitud de personas. No hizo falta hablar más de la cuenta para que ella se diera cuenta de que no son confiables. Tenía la intuición de que debía andar con mucho cuidado.
El resto de la mañana paso de la misma manera, Sofía se la paso conversando con los conocidos de su padre, aunque no le gustaba para nada, debió disimular de buena manera.
—¿Ya no queda nadie? —le pregunto a su madrina.
—Absolutamente nadie, solo nosotras y Anthony el chofer—le contesto Martha.
—Puedes volver a la casa con el chofer.
—¿Y tú?
—Yo iré a darle el último adiós a mi padre. Luego volveré caminando a la casa.
—¿Estas segura?
—No te preocupes, es muy cerca. Cuando llegues dile a todos los empleados que se reúnan que quiero hablar con ellos.
Martha asintió con la cabeza y se retiró. Sofía espero que se subiera al auto, para caminar hasta la tumba de su padre, metió las manos en su abrigo y camino lentamente hasta llegar al lugar donde se encontraba enterrado el cuerpo de su padre.
Una mezcla de sentimientos extraños se apodero de ella al ver el nombre de su padre inscripto en la lápida. Miro al cielo mientras una lagrima de deslizaba por su mejilla, fueron muchos años lejos de su progenitor, siempre se imaginó que volverían a reunirse con un abrazo en el aeropuerto o en la casa, pero no fue así.
A pesar de estar alejada de él y no estar muchas veces de acuerdo con sus decisiones con respecto a ella, nunca le tuvo resentimiento, odio ni rencor. Siempre tuvo un gran cariño por su padre.
—Nunca imagine que esta sería la manera en que nos reuniríamos de vuelta—comenzó diciendo mientras dejaba salir las lágrimas—. Fueron diecisiete años lejos de ti y aun así te he amado padre, a pesar de no entender tus decisiones o acciones, siempre te apoye en todo, cumpliendo todas tus ordenes sin cuestionar nada. Absolutamente nada.
Sofía cerro brevemente los ojos.
—Ahora, solo me queda descubrir quien fue la persona que acabo con tu vida—apretó el puño—. Juro sobre tu tumba que lo voy a encontrar y lo hare pagar por lo que hizo. Aunque se lo último que haga.
Se froto levemente los ojos para secar las lágrimas, levanto la mirada y lo vio. A lo lejos pudo ver una figura masculina de pie, con ambas manos en los bolsillos de su abrigo.
Sofía suspiro fuertemente antes de empezar a caminar hacia donde se hallaba el hombre, camino a un ritmo lento por el pastizal mientras una fría brisa acariciaba su rostro.
Instantes después ya se encontraba frente a frente con aquel hombre que la estaba observando. Sofía se detuvo frente a él diciendo:
—Luke Anderson—el hombre sonrió levente—. Siempre tan puntual.
—Me gusta llegar un poco antes.
—¿Cómo estás?
—Relativamente bien—contesto—. No podría decir lo mismo de ti y lo entiendo. Lamento lo de tu padre.
—Gracias
—Sofía tú me conoces, sabes que no me gusta dar vuelta—dijo Luke—. Así que dime ¿para qué me citaste aquí?
—Tu sabes para que estas aquí—espeto Sofía—. Quiero que investigues sobre la muerte de mi padre.
Luke no dijo nada, solo la miro atentamente.
—Estoy seguro de que hay muchas cosas detrás de esto, y quiero saber que exactamente ha pasado para que mi padre ahora este tres metros bajo tierra.
El hombre asintió levemente con la cabeza.
—No confió en nadie de este pueblo, excepto en ti Luke.
—Haces bien—dijo este—. Este pueblo ya no es lo que era antes.
—Eso me queda muy claro.
—Este lugar está lleno de personas con mucho poder, peligrosas. Ten en cuenta que ahora las cosas estarán en calma, pero no por mucho tiempo—Sofía asintió con la cabeza—. Tenemos que actuar.
—¿Eso significa que me vas a ayudar?
—Claro que si—respondió con determinación.
Sofía sonrió al escuchar la respuesta.
—Esto será complicado lo sabes ¿no?
—Claro que sí—contesto el hombre—. Esto será peligroso, no solo para mí, para ti también lo será.
Luke le hizo una seña para comenzar a caminar.
—Eliminaron a tu padre, probablemente te querrán eliminar a ti también.
Sofía solo asintió ante la fuerte declaración de Luke.
—Tendremos que trabajar muy juntos para resolver esto—dijo Luke.
—Así va a ser.
Ambos caminaban por el pastizal hasta salir en un pequeño camino de tierra.
—Toma esto—Luke le extendió un pequeño papel.
—¿Qué es esto?
—Es un correo donde puedes algunos datos que necesitare—explico—. También un número de teléfono que solo sirve para llamadas.
Sofía asintió con la cabeza.
—Arthur Black y Josep García—Luke detuvo el paso—. ¿Los conoces?
—Más o menos—contesto—. Solo sé que son unos millonarios involucrados en múltiples negocios en todo el pueblo.
—Eran socios de papa, en un algún negocio que él nunca menciono. No sé mucho de ellos.
Luke solo asintió con la cabeza.
—Empezare a indagar sobre eso—espeto—. Lo que necesitamos saber es que estaba haciendo tu padre antes de morir.
—Lo que dijeron los empleados es que el sábado, mi padre les dio día libre a todos.
—¿A todos?
—A todos, incluyendo los guardias que siempre andaban con él.
—Vaya.
Luke saco una pequeña libreta y comenzó a anotar.
—Según dicen, mi padre se reuniría con alguien esa noche—comento Sofía.
—Probablemente fue la misma persona que lo mando al otro mundo.
—Pienso exactamente lo mismo.
Siguieron caminando hasta que llegaron hasta donde se encontraba estacionado un auto.
—Bien hasta aquí llegamos, si encuentras algo házmelo saber.
—Claro que sí, estoy segura de que me encontrare con muchas cosas.
Luke se subió a su auto y se marchó, Sofía lo observo alejarse hasta que decidió que era hora de volver a la casa.
En el camino pudo escuchar unos truenos que anunciaban la llegada de una fuerte tormenta. Miro al cielo, suspiro y siguió caminando teniendo en cuenta que se avecinaban muchas cosas.
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