Colisión entre el pasado y el presente
Como si el cielo supiera de lo que se tratase el asunto, en ese mismo momento comenzó a arreciar la lluvia. Las enormes gotas golpeaban el suelo y las cabezas de casi todas las personas ahí presentes incluyendo parte del cuerpo inerte del Emperador Heng y también de los dragones oscuros que imperaban en todos los lugares de la ciudad.
El que hace unos segundos era el príncipe heredero elevó la frente miró para todos lados, evitando ver a los ojos a su hermano Yun, no deseaba ver la expresión que su rostro tuviera. Suficiente tenía con todo el conflicto que se le había venido como una avalancha desde el interior de su alma.
El silencio sepulcral decía más que mil palabras, aquella era una tragedia tras otra, como si no hubiera un fin para estas. Las personas ya no sabían hace cuánto tiempo atrás habían sentido paz. Era como si esa sensación ya no fuera a volver nunca más y como si estuvieran privados de ella.
Sin decir una sola palabra, Shun, desde lo bajo observó al imponente Dí, quien tenía un rostro de satisfacción y triunfo. Su corazón se oprimió aun más de tristeza y de vergüenza por lo que iba a acontecer después de eso.
—Ahora todo está hecho —espetó Dí, entre dientes y mostrando todo su desprecio hacia el hombre que una vez fue el Príncipe Heredero de toda China.
Desde ese preciso momento, ese hombre de mirada fría como el hielo e intenciones extremistas y malévolas, comenzó a proclamarse gobernador de Ciudad Prohibida el siguiente Emperador por voluntad del quien minutos antes fuera alguien de renombre, a quién por una vez más humilló, dándole un puntapié para tirarlo al suelo lodoso, como si se tratara de una escoria sin valor. Allí en el suelo se veía tan vulnerable, tan... pequeño.
Jin y Yun, no podían creerlo. No podían pensar cómo era posible que eso hubiera estado sucediendo. Su hermano los había dejado a merced de aquel monstruo, que desde el principio escondió todas sus malas intenciones, para contraatacarlos con todas las armas posibles, los había dejado sin nada.
《Ojalá esto solo fuera un mal sueño... Díganme que solo estoy soñando, por favor —pensaba Yun—. Ojalá despertar de él ahora mismo y mis padres no estuvieran muertos ni la mujer a la que amo. Los motivos para vivir se han esfumado en mi vida qué me queda absolutamente nada》.
El labio inferior de Yun temblaba de impotencia. Jin, a lo lejos no estaba en diferentes condiciones, de tan solo pensar que su hermano mayor los hubiera traicionado de esa manera. Que se hubiera vendido y haberle servido en bandeja de plata todo lo que les quedaba. No podía asimilarlo, se regodeaba en la penumbra de sus emociones.
—No te quiero ver aquí ni a tu plebe de familia. Ya no son nada en este lugar pueden marcharse les doy el beneficio de la misericordia para que se larguen lo más lejos posible de este lugar —ordenó Dí a Shun, quien con la mirada gacha no se atrevía objetar nada, simplemente, allí frente a todos se despojó de su armadura carmesí dejándola a los pies de Dí, se puso de pie mirando al vacío y con la misma se dio la vuelta y emprendió una larga carrera de entre las personas, para perderse entre ellas.
Aparte de sus dos hermanos, que habían estirado su brazo, mientras exclamaban su nombre, para intentar detenerlo , nadie más lo intentó. Todos estaban demasiado consternados como para siquiera reaccionar un poco.
—Y ustedes dos... ¿Qué están esperando? Ya pueden largarse junto con él y su inmundicia, es más, desde este preciso momento ignoraré su presencia, ya no es necesario. Pero, pueden quedarse a observar si así lo desean, para que vean lo generoso que puedo ser —espetó el hombre aún con el pálido colgante de Siu en la mano.
Jin, con el corazón a mil por hora, le pidió al comandante Qiao que se hiciera cargo de custodiar a su padre fallecido y él no puso ninguna objeción, sino que acató las órdenes, porque para él seguía siendo su príncipe.
El comandante y Jenny, tomaron con delicadeza aquí en vida fue el Emperador de China y junto con varios guerreros de los que quedaban, se hicieron cargo de protegerlo hasta nuevo aviso.
—Eres un maldito infeliz —espetó Yun entre dientes— ¡¿Qué es lo que ganas con todo esto?!
Sus preguntas no fueron respondidas. Por enésima vez lo había ignorado y para Yun esa había sido la gota que derramó el vaso. Sus ojos se encendieron como dos bolas de fuego.
Jin, en un tris había llegado justo al lado de su hermano menor y los dos se vieron con la rabia y la tristeza que sentían en su interior para luego dirigir sus miradas de odio hacia Dí, quién en ese momento estaba volteado haciendo unas recitaciones extrañas casi susurrantes, ignorando nuevamente al mundo y a sus semejantes.
Una silenciosa sombra oscura, veloz como un rayo, pasó cerca de donde Shun se había despojado de su armadura y se la llevó hacia algún lugar desconocido. Fue tan hábil, que ni los dos hermanos Qing, ni nadie más notó aquel acontecimiento.
(...)
Shun corrió hasta el cansancio, alejándose de Ciudad Prohibida hasta que la falta de aliento le impidió dar un paso más. Se recostó en el tronco de un frondoso árbol y vio a su alrededor con extrañeza.
En realidad, él jamas había salido de ese lugar, más que en carruajes lujosos y era demasiado esporádico, así que no tenía idea de dónde se encontraba. Todo le pareció tan desconocido, sobre todo porque había dado con el claro de un bosque.
El centro de su pecho dolía más de lo que podía imaginar y las gotas de lluvia se deslizaban por todo su cabello hasta sus ojos, nublando su vista parcialmente, pero eso no le importaba del todo. Pensó que, así al menos podría ocultar aquellas lágrimas de dolor, vergüenza y miseria.
Caminó por un tramo oscuro de árboles y maleza, pensando en que sólo deseaba desaparecer. Ya no era nadie, su vida ya no valía nada y todo había perdido sentido y cauce.
No pudo pensar, porque sin avisar, su pie se resbaló en el musgo del suelo, sintió como algo se había quebrado en su pierna izquierda. Apretó los ojos, pero pensó que aquel dolor no significaba nada comparado a lo que ya le apuñalaba el alma.
Se levantó con mucha dificultad y con un gruñido de impotencia y dolor agudo, para seguir adentrándose en las profundidades de la naturaleza que parecía llamarlo a cada segundo. No sabía cuanto tiempo había estado andando, ni tampoco si iba en círculos o no, pero al final de tantas vueltas, algo de luz divisó y apresuró el paso.
Al llegar notó que no había nada más que un árbol seco a la orilla de un barranco enorme que parecía no tener fondo, o quizá era la oscuridad de la tenue luz que brindaba el ocaso. Examinó aquello y notó una liana colgando de una de las ramas medias de aquella planta muerta, tanto como su alma en esos momentos.
《A lo mejor esto sea lo único que tenga sentido para mí ahora》, se dijo mientras observaba con determinación y sin chistar, aferró sus manos al tronco seco, comenzó a escalar un poco mientras recordaba los rostros de su madre, su padre, hermanos y el dulce rostro de... "Ella", ni siquiera se atrevía a pensar en su nombre.
Ni siquiera tuvo tiempo para seguir pensando. El ruido de unos pasos ligeros lo sacó abruptamente de su ensimismamiento y cuando volteó a ver, no podía creer lo que veía. De entre la espesura de los árboles, notó unos grandes orbes azules en un rostro draconiano femenino que le gruñía gentil, mientras dejaba caer frente a ella su armadura carmesí y frente a él transformó su anatomía a la mujer que por último había recordado.
Shun estaba boquiabierto y se dejó deslizar hacia abajo para poner sus pies sobre la tierra, confundido y con el corazón a mil.
—¿Q-qué diablos haces aquí? Eres un engaño, una falacia, como todo en mi vida —fue lo que logró pronunciar, mientras aquella armadura volvía al cuerpo de él, su dueño.
Shun observó todo su cuerpo y luego dirigió su mirada hacia Li Wen, quien lo miraba con anhelo, con algo indescifrable para él. Pronto el sentimiento mezclado de rabia, tristeza y demás se apoderó de él.
—¡Ya, déjame en paz! —exclamó Shun y le dio la espalda para proseguir con lo que ya había decidido comenzar.
—¡No! —gritó Wen.
Y transformándose en aquella bestia azabache, y con toda la velocidad que pudo, tomó a Shun por los hombros cubiertos por la armadura y se elevó por los aires, para abrir una especie de portal y desaparecer con él hacia algún lugar desconocido.
-_-_-_-_-_-_-_-_-_-
Continuará...
-_-_-_-_-_-_-_-_-_-
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top