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Antes de la oscuridad, había luz.
Antes de la guerra, había paz.
Antes del sacrificio, había amor.
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La historia que están por leer... es mi historia.
Todo esto se remonta hace varios siglos, cuando la armonía aún gobernaba un solo reino. Andalucía.
En aquel tiempo, aquellos de sangre real tenían una enorme conexión con la naturaleza.
No la controlaba. No...
Ellos eran parte de la naturaleza misma, y la naturaleza de ellos.
La reina Tara, su esposo Ronin y el príncipe Nod gobernaban las ocho naciones; Corona, Berk, Dumbroch, Floyen, Arendelle, Motunui, Islas del Sur y el Bosque Encantado.
Hasta la Noche del Olvido, donde todos los integrantes de la familia real murieron a manos de un ser desconocido.
Las naciones cayeron en discordia, y la guerra surgió en una constante pelea por saber quién fue el que había asesinado a sangre fría a su reina.
Después de años, el reino fue en decadencia. No había un gobernante, no había leyes, no había orden.
Y cuando parecía que no tendrían salvación, el gobernante de Floyen dicto que cada nación se dividiera en un reino y gobernara a su preferencia. Dejando el trono de Andalucía vacío.
El resto de los gobernantes accedieron, y la guerra se detuvo... solo por un momento.
Pasaron décadas, cada reino adquirió su propia cultura y dejaron atrás las disputas.
Para mantener la paz, concordaron que cada cinco años se reunirían en alguno de los reinos para un baile conmemorativo.
Todo parecía ir bien, hasta que en el décimo quinto baile el heredero al trono de Floyen escapo junto a la princesa de Corona.
La gente temió lo peor. Pensando que entre esos dos reinos había un enfrenamiento, o incluso que conspiraban contra el resto.
El lugar entero se sumergió en caos. El reino de Motunui, que los recibía en aquella ocasión, ordeno que toda la isla cerrara sus puertas y no dejara a nadie salir hasta la aparición de los príncipes.
Los próximos días la gente se encontraba desconfiada, más los reyes exteriores, quienes aseguraban que los reyes de Motunui eran los responsables.
Una semana después, los cuerpos de ambos fueron encontrados cerca de la Cascada del Amor.
Los reyes de Corona y Floyen estaban devastados por la pérdida de sus hijos, pero sabían de qué se trataba. Ambos estaban enamorados e intentaron escapar. Un guardia de Floyen (por órdenes secretas de su rey) terminó con la vida de ambos, pues era riesgoso que supieran la verdad.
Aquel secreto permaneció únicamente entre los reyes de Corona y Floyen, creando la historia de que ambos se encontraban cerca de un río y algún espía los atacó.
Desde ese momento todo se volvió más sombrío, la gente era desconfiada y la mayoría de los pueblerinos se negaba a asistir a los siguientes bailes.
Los años continuaron, y el temor aumentaba en la gente.
La siguiente catástrofe inició tiempo después; nadie vio venir la caída de Floyen. Y tampoco la muerte de toda su familia.
Los rumores decían que de nuevo se repetía la historia de la reina Tara, también decían que los gemelos Floyen habían sido capturados por algún reino enemigo o, incluso, que seguían vivos y ocultos en algún otro lugar.
A causa de eso, los actuales reyes volvieron a reunirse ante el temor que sucediera lo mismo.
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- Reina Arianna, es un placer volver a verla.
Un hombre pelirrojo de porte elegante se inclinó ante la mujer, quien sonrió y realizó una reverencia.
- Igualmente, Alfred. ¿Cómo se encuentran las Islas del Sur?
- Espléndidas. Mi mujer espera a nuestro doceavo niño. - El hombre extendió la mano hacia una mujer hermosa, quien saludó a la reina Arianna. - Ella es Harinne.
- Un placer conocerte, Harinne.
- El placer es mío. - Sonrió la reina de las Islas del Sur, quien volteo hacia su esposo y sostuvo su enorme vientre. - Alfred, ¿podrías traerme algo de beber? Hans patea como loco.
Alfred se inclinó en despedida, acercándose a una mesa donde los demás reyes hablaban mutuamente.
Eleonor se despidió de su esposo, acercándose con Arianna y Harinne.
- Tanto tiempo. - Saludo Eleonor, quien llegaba junto a Valka.
- Terrible acontecimiento.
Valka bajo la mirada hacia el bebe en sus brazos, a quien le ofrecía una mano para que el pequeño pudiera jugar con su dedo.
- Y pensar que los niños Floyen tenían apenas dos años. - Harinne acaricio su vientre con temor. - Tan triste... ¡Caleb, saca a tu hermano de esa fuente! Dios, ya vuelvo... ¡CALEB!
Las demás mujeres vieron como Harinne se retiraba, al mismo tiempo que las reinas de Motunui y de Arendelle llegaba con ellas.
- Moana, qué grande estás. - Arianna se inclinó hacia la pequeña.
La niña de dos años se resguardó tras su madre, sonriendo tímidamente y saludando con su manita.
Iduna bajó a su pequeña Anna, quien rió para empezar a gatear hacia Moana y ofrecerle su juguete lleno de baba. Mientras sostenía la mano de su hijo mayor, Jackson.
- ¿Y quiénes son estos encantos? - Valka vio detrás de Iduna, un niño de tres años mantenía su dedo entre sus labios y una niña de cuatro bajaba la mirada hacia sus pies.
- Él es Merlín y ella es Raya. - Los presento Iduna. - Mi esposo los encontró al sur del reino hace un año, no tuvimos el corazón de dejarlos solos.
- Tan divinos, qué amables fueron.
La reina del Bosque Encantado no tardo en llegar con ellas, saludando a todas con una enorme sonrisa y cargando una niña.
- Crecen tan rápido. - Eleonor sonrió, pasando la mano por su vientre, volteando hacia Arianna. - Me dijeron que esperabas una niña.
- No puedo estar más feliz. - Arianna sonrió, volteando con su esposo. - Adrián será un gran hermano mayor.
Las mujeres continuaron hablando, alegres de reunirse después de casi dos años apartadas. Se podría decir, que eran quienes menos conflicto tenían con otros reinos.
Minutos después, cada gobernante se acercó a su respectivo asiento junto a su esposa, creando un círculo donde pudieran verse mutuamente.
El rey del Bosque Encantado, Hilori, se puso de pie, llevando una mano a su pecho.
- Todos mantendremos en nuestra memoria al rey Gerd y la reina Kerstin, junto a sus dos pequeños Ingrid y Eran. - Los demás gobernantes llevaron una mano a su pecho. - Ante la caída del reino Floyen, envié cartas a los reyes Estoico y Fergus hace unos meses.
Eleonor y Valka vieron a sus respectivos esposos, sin saber a qué se refería el rey Hilori.
Estoico se puso de pie ante la mirada de todos, mientras que el rey del Bosque tomaba asiento.
- Hilori, Fergus y yo hablamos en secreto. - Confeso Estoico. - Creemos que lo mejor es unir los ocho reinos en Nueva Andalucía.
Los demás reyes se alzaron en alto, incluyendo las reinas que no estaban enteradas sobre aquello.
- Tranquilos, por favor. - Pidió Fergus, poniéndose de pie.
- ¡Es una locura! - Valka se exaltó. - Hablamos de siete reinos actuales... Siete historias, siete culturas.
- No necesariamente debemos exterminar el resto. - Arianna se puso de pie. - Si consideramos su idea, podemos remontarnos a siglos atrás. La reina Tara gobernaba un reino, dividido en ocho naciones.
- Podemos hacerlo. - Estableció el rey Agnarr. - Evitaríamos confrontaciones futuras, evitaríamos guerras.
- Cada reino volvería a ser una nación. - Eleonor considero, con una mano en su vientre. - Entonces solo habría un gobernante superior.
- Un solo rey. - Alfred dijo.
- ¿Y como decidiremos?
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Fueron más que un par de horas, fueron semanas de reconsideración y planeación.
Terminaron acordando que todos ellos prepararían a sus hijos en todas las formas posibles hasta que cumplieran la mayoría de edad, y en su momento, se enfrentarían pacíficamente para dictar quién sería el rey de Nueva Andalucía.
Pero mientras eso sucedería, ellos no deberían tener contacto con ninguno de los otros reinos. Pero aquella desconexión con otros reinos traería consecuencias.
No había más Bailes de la Paz.
No existía socialización entre reyes, reinas y príncipes.
Aquello causaba de nuevo una intensa separación y furia, pues cada uno quería que uno de sus descendientes fuera el Elegido.
La gente empezaba a caer ante sus tentaciones.
Y sin que los reyes se dieran cuenta, sus propios pueblos mostraban furia y repulsión por los otros reinos, considerando cualquier contacto con ellos como una traición.
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- Esto no es correcto, Agnarr.
Iduna se abrazaba a sí misma, absorta en el fuego de la chimenea y cubriéndose con una manta lila.
El hombre rubio apartó su mirada del enorme ventanal por el que la nieve caía, caminando en dirección a su amada para darle un beso en la frente y acariciar su brazo.
- Todos acordamos que sería lo mejor.
- Los usamos como piezas de ajedrez. - Ella volteó hacia su esposo con los ojos cristalizados. - Veo a Anna y Jackson con tanta presión sobre ellos, me duele...
- Amor mío...
- Estoy aliviada que Merlín y Raya no tengan esa presión sobre ellos, no lo soportaría.
El rey bajo la mirada al suelo, era cierto, sus hijos adoptivos no podían estar dentro de la confrontación, pues no tenían sangre real en sus venas.
- Tienen diez años, Agnarr.
- Iduna, ellos estarán bien.
Ella asintió, acariciando las manos de su esposo y alzando la mirada en su dirección con una sonrisa.
Fueron unos segundos cuando volteo hacia la puerta cerrada de la sala de estar, negando con la cabeza mientras una reluciente sonrisa se formaba en sus labios.
- ¡Vengan, niños!
La puerta fue abierta con lentitud, mientras cuatro pequeños se asomaban tímidamente con las pijamas puestos y envueltos en cobijas.
Raya era la mayor con 12 años, luego Merlín con 11, Jackson con 10 y finalmente Anna con 9.
Los cuatro sonrieron al ver que sus padres los veían con amor, corriendo hacia ellos para saltar sobre el sofá y ser abrazados por los reyes.
- ¿De qué hablaban, mamá? - Anna jugaba con la trenza de su madre.
- De la confortación. - Jack dijo, sentada a un lado de su madre.
- Confrontación. - Raya le corrigió, sentada entre sus dos padres, mientras su cabeza era acariciaba por su padre.
- No seas grosera, Raya. - Reprendió Merlín, sobre la pierna de su padre.
- ¡No lo soy!
- ¡Lo eres!
- Niños, tranquilos. - Iduna rio, dándole un beso en la frente a su hija mayor.
- O... - Agnarr empezó a decir.
- ¡No, papá! - Merlín intentó escapar, pero su padre lo alcanzó entre brazos.
- ¡El monstruo de las cosquillas!
El rey Agnarr sostuvo a Merlín, empezando a hacerle cosquillas, y Jack saltó en el sofá hacia la espalda de su padre.
- ¡Ataque! - Anna salto hacia su padre igualmente.
Raya fue la única que se mantuvo junto a su madre, e Iduna le abrazo con dulzura.
Pronto Agnarr se encontraba a metros de distancia, atacado por sus tres hijos menores.
- Mamá. - Raya volteo hacia su madre. - Te veo angustiada.
- No es nada, corazón. Solo estoy algo ansiosa.
- Estará todo bien.
Raya sostuvo las manos de su madre, quien le dio un beso en la frente y se quitó su manta para ponerla sobre los hombros de la asiática.
- Estará todo bien. - Repitió la mujer.
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Fue así como la vida continuaba, cada uno de los jóvenes se encontraba bajo muchísima presión. Eran entrenados para la Confrontación de la Paz, un nombre irónico tomando en consideración todo lo que ocurría.
Habían pasado quince años desde el acuerdo de los reyes, aún faltaban tres años hasta que la más pequeña de los descendientes cumpliera la mayoría de edad.
Rapunzel y Aiden Corona.
Hiccup Haddock.
Mérida Dumbroch.
Anna y Jackson Arendelle.
Hans y Caleb de las Islas del Sur.
Elsa del Bosque Encantado.
Moana Motunui.
10 jóvenes que se enfrentarían por el poder de Nueva Andalucía, sabiendo desde una corta edad que no tendrían otra opción.
Cada uno tenía su destino escrito, y no podían hacer nada para cambiarlo.
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Antes había luz, ahora oscuridad.
Antes había paz, ahora guerra.
Antes había amor, ahora... Destrucción.
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