Parte 8

El regreso a Aznarepse y la carta misteriosa

Al día siguiente, los chicos se despertaron y Jairo tenía la venda ensangrentada. Pidieron un carruaje más de Zul, y fue Jairo, quien junto a el maestro Pedro, volvió a Aznarepse. Ángel, Roge y Hugo se quedaron en la ciudad con Lira y Viktor. Los chicos se levantaron realmente temprano. Los maestros estaban esperarándolos en el vestíbulo de la posada junto con Anna.

-Estamos listos, maestro.- Dijo Roge a Viktor.

-Así me gusta, que madruguéis es bueno para aprovechar bien el tiempo.- Dijo el maestro sonriendo mientras miraba a los tres.

-Eso es, hoy contamos con una sorpresa muy especial para los tres. Seguidnos. - Dijo Lira, y ambos maestros salieron de la posada.

-¡Que os vaya bien!- Dijo Anna mientras les sonreía.

-Gracias.- Respondieron los tres aprendices al mismo tiempo

Los chicos fueron guiados por las calles de Zul, pasando por muchos tipos de establecimientos distintos. Pasando por fruterías, puestos de entrenamiento de soldados, librerías, posadas, pescaderías y carnicerías, distintas tiendas de piedras preciosas o pergaminos valiosos, etc...

Llegaron a una herrería cuya tienda se ubicaba en la fachada, bajo un techado de tela. En su interior, esperando Barney, el herrero real.

Los chicos se quedaron sorprendidos, era un hombre bastante grande y fuerte, pero más aun de su poderosa voz grave.

-Hola de nuevo Barney, ¿Están listas?

- Recién salidas del horno.- Dijo Barney, riéndose.-¿Estos son nuestros sucesores?- Dijo al verles.- Parece que no sois malos con el dominio de la espada.- Dijo de nuevo.

-¿Usted es Barney, el herrero real?- Dijo Hugo.- La maestra Lira me ha hablado mucho de usted.

- El mismo que viste y calza, chaval.- Dijo sonriendo el herrero.- Pareceis fuertes, Viktor ¿Debería darselas ya?-

-Claro.- Respondió Viktor.- En el caso de Roge...- Dijo Viktor mientras le muestra a Barney la gema celeste.

-¡¿La gema del rey Petrus?!- Preguntó Barney sorprendido.-¿Que hace aquí?

-Le fue concedida a Roge por su victoria en el torneo de espadachines jóvenes, la reina cree que Roge puede darle un buen uso.- Dijo Viktor

- Tienes mucha suerte muchacho.- Dijo Barney.- Solo hay 2 piedras tan poderosas en el mundo, y una de ellas la tienes en tus manos. Cuídala siempre, no dejes que caiga en malas manos.- Seguía explicando.

-Quiero que cambies su gema por esta.- Dijo Viktor.

-¡¿Estás loco, Viktor?!- Dijo Barney sorprendido.

-¿Por qué debería estarlo?- Dijo Viktor.

-¡Puedes matarle!- Dijo Barney.- Si utilizas esa gema en una persona que nunca ha tenido contacto con la magia elemental, esta consumirá toda su magia vital,¿No lo aprendiste de Petrus?- Seguía hablando enfadado.- ¿Por qué te crees que dejo ese legado a buen recaudo? Solo puede usarlo quien sea digno, y exige una cierta preparación.-

-Comprendo, en ese caso, dáselas sin más, yo me encargaré de prepararle.- Dijo Viktor.

-¡A sus ordenes!- Exclamó Barney

Entró dentro de la casa y saco tres espadas de distinto diseño, todas ellas de metal. Cada una portaba en su empuñadura una piedra brillante distinta.

La de Ángel contaba con unas alas de demonio, portaba una gema roja, la espada completa era de metal y la empuñadura estaba acomodada con una cinta de cuero perfecta para tener la mano cómoda al empuñarla. La de Roge contaba con una empuñadura en forma de alas de dragón, su espada era completamente de metal y tenía una cadena bajo el pomo del mango, teniendo una cuerda de cuero enredada en el mango, igual que la de Ángel. Esta era distinta, pues entre las alas de dragón portaba una gema azul celeste que relucía de limpieza. La de Hugo era una espada bastante más pesada, la empuñadura estaba decorada con forma de fauces de lobo, al igual que la de sus compañeros, también tenía una cuerda en su empuñadura, para acomodar la mano. La gema de esta espada era dorada  como el oro, y al igual que la de sus dos amigos relucía intensamente.

-Un trabajo excelente, Barney.- Dijo Viktor.

-Las decoraciones de cada una tienen su porqué.- Dijo Barney sonriendo.

-¿Podrías explicarlo?- Pidió Hugo mientras admiraba su espada.

-Claro.- Respondió Barney.

-La tuya- Dijo mientras señalaba a Ángel.- Lleva las alas de un poderoso demonio. Tiene dos grandes metáforas. Te alzarás desafiando al mismísimo Dios, justo como el demonio lo hizo en el pasado, y como buen demonio, causarás el caos y el dolor entre tus enemigos y tendrás un poder devastador, pero el demonio siempre entra en los débiles, ten eso en cuenta para que no te domine a ti, tienes que ser fuerte y no caer en esa tentación. Tu elemento es el fuego, úsalo sabiamente.- Decía Barney.

-Guau...- Dijo Ángel, poniendo la espada a la luz y viendo como relucía el filo, girándola.

-La tuya, sin embargo...- Dijo Barney señalando la de Hugo.- Es una espada con una metáfora más aplastante, literalmente. Los colmillos esculpidos en la empuñadura de la misma simbolizan las fauces de un lobo. Un cazador voraz y cruel, pero que cuida  de su manada, y acaba con todos los que pretenden hacerle daño. La tuya la he hecho especialmente grande, pues ¿Que sería un lobo si no mordiese?- Seguía explicando Barney. Todo eso acompañado de la velocidad de un trueno, el cual es tu elemento. Aprovéchalo y sácale el máximo partido.

-¡Si señor!- Exclamó Hugo asintiendo con la cabeza.

-En cuando a ti...- Le dijo a Roge.- La tuya es la más especial. Las alas de tu empuñadura se tratan nada más y nada menos que de las de un dragón. Un dragón puede ser una leyenda o una calamidad, según la cultura oriental. Poca gente puede predecir su destino, pero todos tenemos el poder de cambiarlo. Pero el tiempo fluye, como el agua, la cual es tu elemento. ¿Podrás aprovecharlo para ser la leyenda que puede llegar a ser el dragón antes de que ese tiempo se evapore? ¿O quizás lo usarás para traer la infame calamidad a nuestras tierras?. Solo tu eliges.- Dijo Barney.

-Solo yo elijo...- Dijo Roge, mirando la piedra celeste.

-Son metáforas muy bonitas, casi tanto como las espadas.- Dijo Lira sonriendo.

-Gracias. Me alegra que os gusten.- Dijo Barney.- Lo cierto es que ayer estuve todo el día para hacerlas. Una pena que me perdiera el torneo, pero era un favor bastante importante.

-Comprendo.- Dijo Viktor.- Muchas gracias Barney.

-De nada, tenía ganas de volver a veros.- Dijo Barney.

-¿Cuanto te debemos?- Preguntó Lira.

-Nada, tranquila.- Dijo Barney.

-No, no, no... Eso no.- Dijo Lira.- Has estado todo el dia trabajando ayer por nosotros. Lo mínimo es que te paguemos.- 

-Con vuestra visita me basta.- Dijo Barney.- No soy más que un viejo herrero, no veo mucha gente a diario que venga a verme. Se agradece la visita.- Dijo sonriendo.

-Esta bien, pero si necesitas algo más dímelo.- Decía Viktor.

-Bien, pues... Un placer volver a veros de nuevo chicos.- Dijo el herrero.- Y a los nuevos, entrenad mucho, a ver si podéis alcanzar a los maestros pronto.

-¡Si!- Respondieron los tres a la vez.

-Chicos, hora de irnos.- Dijo Viktor.

-Venga, vamos.- Dijo Roge.

Al rato volvieron a la posada, donde les esperaba Anna con los equipajes listos para volver.

-Bueno, hermano- Dijo Anna.- Fue un placer que te pasaras por la posada, espero que el servicio os haya gustado.

-Claro, hermana.- Dijo Viktor.- Nos debemos ir ya de vuelta.

-Comprendo.- Dijo Anna.- Bueno chicos, un placer.- Decía despidiéndose.

-Igualmente.- Dijeron los tres chicos.

-Y en cuanto a ti Lira.- Dijo Anna. 

-¿Si?- Dijo Lira.

-Cuida de Viktor por mi.- Dijo Anna.

-No te preocupes, estaremos bien.- Contestó Lira.

-Bien, volvamos a Aznarepse.- Dijo Viktor, y se subieron a el carruaje.

Con Viktor y Lira en el asiento del cochero, y dentro del carruaje a Roge, Ángel y Hugo, partieron de vuelta a Aznarepse. En medio del camino...

-Hugo.- Dijo Roge.

-¿Si?- Dijo Hugo.

-Toma 15 de mis monedas de oro.- Dijo Roge.

-¿Para qué?- Dijo Hugo.

-Tómalas y ayuda a María con ellas, eres el indicado.- Dijo Roge.

-Si quieres, toma mis 15 monedas también, aún guardo algo del premio del año pasado, no me importa dejártelas.- Dijo Ángel.

 -No puedo aceptarlas chicos, no gané el torneo.- Dijo Hugo.

-Piensa que no son para ti, sino para María. Hazlo por ella, esta sufriendo y necesitará tu ayuda para reponerse.- Dijo Roge.

-Todo caballero tiene a su dama, es hora de que salves a la tuya.- Dijo Ángel.- Se te ven las ganas.- Dijo Ángel mientras comenzaba a reirse.

-Gracias chicos.- Dijo Hugo, y lleno de ilusión, aceptó las 2 bolsitas de dinero.

Al cabo de unas horas llegaron a Aznarepse, donde les esperaba el maestro Pedro.

-¿Como se encuentra Jairo?- Preguntó Lira.

-Lo he llevado con Izhel y María, Izhel puede curarle.- Respondió Pedro.

-Es tarde, mañana iremos a verles.-Dijo Viktor.

-Vale, permiso para retirarnos.- Dijo Ángel.

-Concedido, descansad.- Dijo Viktor.

Los chicos se fueron a Aznarepse, cada uno para su casa. En casa de Ángel, de noche, Ángel comenzó a dormir, y entonces...

-Vaya, ¿Al fin me recuerdas?- Decía una voz misteriosa.

-Tu... No puede ser...- Decía Ángel en el sueño.

Una sombra misteriosa apareció de la nada.

-¿Así que me recuerdas, hermano?- Dijo la silueta, que desprendia un brillo rojo por los ojos.

-¡No me llames hermano!- Dijo Ángel

-Vaya... ¿Atemorizado por el pasado?¿O quizás arrepentido?- Dijo aquella sombra.- No te atribuyas el mérito, todo aquello lo hice yo, no tu.- Dijo sonriendo.

-¡MUESTRATE ALPHA!- Gritó Ángel

-Je, je, je...- Comenzó a reirse, y la risa cada vez se alejaba más.

-¡¿Donde te crees que vas?!- Dijo Ángel, y se despertó de forma repentina.

-Ah... Ha sido solo un sueño.- Dijo Ángel mientras jadeaba por el susto.

Este se volvió a dormir, al día siguiente...

-Vamos Roge, vuelves a llegar tarde.- Decía Hugo mientras Ángel y el le esperaban en su puerta.

-Ya voy.- Decía Roge corriendo, con la espada a la espalda.

Finalmente, comenzaron el camino hacia el castillo, por el camino. Pararon un momento a probar las espadas.

-En medio del bosque no creo que nos vean usarlas.- Dijo Roge.

-Voy a probar.- Dijo Ángel. -¡Ignis!- Exclamó, pero no pasó nada. -Me esperaba algo distinto, supongo.

- Yo poseo el elemento del agua, creo que la palabra era...-¡Aqua!- Dijo Roge, pero tampoco pasó nada.

-Voy yo.- Dijo Hugo.-¡Tonitrua!- Y de la espada de Hugo salió una pequeña chispa.

-Eeeh... ¿Ha funcionado?- Dijo Ángel

-No estoy seguro.- Dijo Roge.

-Ha salido una pequeña chispa.- Dijo Ángel.

-No se, preguntemosle luego a el maestro Viktor.

-Vaya panda de inútiles, no sabeis ni usar un triste elemento...- Dijo una voz dentro de Ángel.

-¡CÁLLATE!- Gritó Ángel.

Los otros dos se quedaron sorprendidos mirandole.

-¿Que pasa?- Dijo Hugo.

-Nada, tranquilo. Perdonad, no me encuentro muy bien.- Dijo Ángel.
-Maldita sea, cierra la boca. Por tu culpa se van a dar cuenta.-Pensó Ángel.

-¿Y qué si se dan cuenta?- Dijo la voz.

-Solo cállate.- Pensó Ángel.

Los chicos continuaron su camino, y llegaron al castillo, allí les esperaba Viktor en la puerta.

-Al fin estais aquí.- Dijo Viktor- Hora de ir a ver a ambos.

-Al fin.- Dijo Roge.

-Tengo ganas de ver a María.- Dijo Hugo

-Vamos allá.- Dijo Viktor, y pusieron rumbo a la torre del sur.

Al llegar la estaban esperando María e Izhel en la puerta. María estaba completamente recuperada. Jairo no se veía por ningun lado.

-¡Que bien te veo!- Dijo Hugo a María.

-¡Hugo!- Dijo María y se abalanzó sobre él, tirandolo al suelo.

-Ay... No te recordaba con tanta energía.- Decía Hugo en el suelo sonriendo.

-Izhel, ¿Como se encuentra Jairo?- Preguntó Roge.

-Pasa, esta en la habitación en la que estuvisteis la vez que os quedasteis aquí.- Respondió Izhel.

-Gracias, con permiso.- Dijo Roge, y pasó entre ellos a ver a Jairo.

Roge entro a la habitación en la que antes habian estado los tres. Jairo se encontraba en cama, con una venda en el hombro derecho, estaba dormido y parecía dolorido por la expresión de la cara.

-Quizás no debería molestar...- Se dijo Roge a si mismo, mientras agarraba el pomo de la puerta para salir de la habitación.

-No... te vayas...- Dijo Jairo.

-Esta bien, ¿Debes hablar de algo en particular?- Dijo Roge.

-No, simplemente llevo solo desde que el maestro Pedro me trajo aqui. Izhel me destapó mi herida y me impregno un sedante para calmar el dolor. Desde entonces no he tenido aun contacto con nadie de fuera, lo único que recuerdo es quedarme dormido y volver a despertar solo en la habitación, no se oía prácticamente nada. Estuve un rato pensado en mis temas personales y volví a dormirme, hasta ahora.

-Comprendo, llevas solo desde que te trajeron aqui.- Dijo Roge.

-Asi es... ¿Tienes la carta que te di?- Preguntó Jairo.

-Si.- Dijo Roge, y la sacó de la armadura de cuero.

-Bien, leela, a ver que pone.- Dijo Jairo.

-Vamos a ver.- Dijo Roge, y desdoblando la carta se dispuso a leerla:

''Querido Roge:

Me gustaría poder encontrarnos en mi castillo cuanto antes. Te he otorgado un gran poder, es hora de que te enseñe a dominarlo. Por favor, ven al castillo principal de Glaridian en Zul, y búscame. No te preocupes por los guardias y no dudes en preguntarles, te guiaran hasta mí. Espero verte pronto.

Atentamente,

Janna, Legítima propietaria del trono de Glaridian''

-¿Una audiencia con la reina?- Dijo Jairo.- Eso si es un buen plan. Debes de ponerte en camino cuanto antes.

-Hmmm... ¿Porque querrá que vaya a verla de nuevo?- Pensó Roge de por si mismo.

-¿Ocurre algo?- Dijo Jairo.

-No, tranquilo.-Respondió Roge. -Se lo que tengo que hacer...-

Continuará...

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